Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.

A REFUGIO EN LA OSCURIDAD

Capítulo 15

La noche era silenciosa. Harry se movía entre los árboles, con un mono recientemente muerto al hombro y la lanza cruzada y atada a su espalda, con sigilo, sin hacer el más mínimo ruido. Ese día le había tocado a él ir a cazar. Por supuesto que él no era el único que había ido a por comida, había cinco cazadores más para el resto del poblado, pero ese día él era el encargado de conseguir comida para Karil, para Aka y su familia y para él. Con el mono que llevaba a la espalda era más que suficiente.

Harry sabía que la prueba que tenía que pasar para ser considerado adulto estaba cerca. Seguramente no tardaría más de una semana en llegar. No le apetecía pasar un mes solo, y aún menos en aquella época del año. Aunque guardaba todos sus sentimientos y sus pensamientos al fondo de su mente no podía evitar sentirse algo melancólico. Le hubiera gustado pasar las Navidades y el Año Nuevo con Ron y Hermione, y también con Lupin, pero sabía que eso era absolutamente imposible. Lo tendría que pasar absolutamente solo en un lugar bastante peligroso. Era en momentos como ése en que se arrepentía de haberse escapado y haberse ido con Voldemort, pero rápidamente borraba esos pensamientos de su cabeza al recordar todo lo que había sufrido con Dumbledore.

Saltando desde una de las ramas de un gran árbol llegó a los terrenos del poblado cayendo de pie en el suelo, como los gatos. Sonrió al recordar a Karil diciéndole que cada vez se parecía más a una pantera al ver el sigilo de Harry cuando éste se movía o intentaba ocultarse, algo que era claramente ineficaz con la chamana, pues ésta siempre parecía saber donde se encontraba él, aun incluso cuando tenía los ojos cerrados. Ciertamente, el duro entrenamiento de Aka había tenido muy buenos resultados. Ya no hacía el más mínimo ruido al caminar por la selva o al trepar y pasar de árbol en árbol. Sus ojos verdes siempre estaban atentos a cualquier cosa que pudiera crear un sonido en el tenso silencio. Aunque una de las cosas que más le había costado había sido aprender a moverse sin ningún tipo de tejido que cubriera sus pies, ahora ya no sufría de esas debilidades, aunque aún recordaba el dolor de sus plantas despellejadas y en carne viva aquellos primeros días. Apenas un par de semanas después sus pies ya presentaban una dura capa de piel cubriendo toda la planta del pie sirviéndole, en cierto modo, también como una especie de almohadilla, como los felinos.

Con el primate aún a cuestas, Harry avanzó a través del poblado en dirección a la casa de Aka, donde era costumbre que comieran Karil y él acompañando a la familia del jefe, pero se detuvo al oír la voz de Aka hablando en bajos susurros, más bajos de lo normal, como si estuviera hablando de algo confidencial con alguien y no quisiera que nadie se enterara. Pero, por mucho que hubiera cambiado Harry, aún conservaba su insaciable curiosidad, así que posó la pieza de caza en el suelo y se acercó con cuidado y sin hacer ruido adonde se encontraban Aka y el otro hombre al que no llegaba a reconocer.

.-Están exterminando a todos sin piedad. No dejan vivos ni a los niños –oyó Harry hablar al hombre desconocido-. Sólo queda esta tribu en pie. Y también la chica que consiguió escapar del ataque, pero no sabemos donde está.

.-¿No la habéis encontrado?

.-Escapó a la selva antes de que pudiéramos decirle nada. No creo que sobreviva ella sola, sobretodo en esa parte de la selva.

Harry apenas oyó un suspiro del jefe de la tribu, pero si oyó cuando los dos hombres se levantaron y se dispusieron a salir de la cabaña. Harry se apartó corriendo, volvió a echarse el mono a la espalda y se aproximó con rapidez a la choza de Aka, encontrándose a Shira, la mujer del jefe, dentro de la vivienda esperándole para preparar la comida. Harry le dio el mono y le ayudó a despellejarle y a cortar la carne en finas tiras, aún pensando en la conversación que había escuchado.


El viento soplaba con fuerza a su alrededor. El fuego frente a él, sin embargo, permanecía imperturbable, como si no hubiera ningún tipo de viento corriendo por todos lados. Harry se concentró un poco más y pronunciando unas cuantas palabras el viento pasó por en medio del fuego, como si una columna de aire lo atravesara, y se hizo un agujero en las llamas, con éstas aún danzando a su alrededor. La piedra verde del rakish dejó de brillar, al no tener más magia a su disposición para alimentarse, y el viento se aquietó y el fuego disminuyó hasta convertirse en una pequeña y tambaleante llama entre unos leños totalmente carbonizados.

Las gotas de sudor caían por las mejillas de Harry hasta perderse en el cuello de la túnica. El chico se pasó un brazo por la frente secándose el sudor y se dejó caer al suelo, sentándose y dejando descansar sus brazos sobre las rodillas de las piernas atraídas hacia su pecho.

.-Muy bien, Harry, bien hecho –le felicitó Karil pasándole una mano por el pelo húmedo-. Ya casi estás preparado para pasar la prueba, solo te falta aprender un par de hechizos más, no creo que tardes mucho en aprenderlos.

Harry asintió con la cabeza, intentando controlar su respiración jadeante y entrecortada.

.-Karil¿te puedo preguntar una cosa? –preguntó Harry alzando la vista y mirando fijamente a los ojos de la chamana.

.-Claro que sí.

.-¿Qué es lo que está pasando con las tribus? Me refiero a todo eso de que están matando a todos los habitantes de los poblados.

Karil suspiró y se sentó al lado de su alumno.

.-Es algo largo de explicar.

Harry se encogió de hombros.

.-Tenemos tiempo.

.-Vale, vamos a ver –Karil se quedó callada durante unos momentos, ordenando sus pensamientos-. Tú sabes perfectamente que nosotros utilizamos la magia que nos ofrecen los espíritus y, eso, es considerado como Artes Oscuras. Las personas ajenas a nosotros que sólo han oído hablar de lo que hacemos nos consideran magos tenebrosos a los que hay que exterminar, como si fuéramos una vulgar plaga de insectos.

De eso se encarga un grupo de aurores que se hacen llamar B.A.T. o Brujos Anti-Tribus. Son un grupo de magos procedentes de muchos lugares del mundo especializados en Defensa Contra las Artes Oscuras, contratados por alguna organización mágica que no tengo ni idea de cómo se llama para acabar con nosotros. Antes éramos cinco tribus: los Akrin, los Reshyu, los Varkry, los Eskru y nosotros, los Simkrus. Ahora sólo quedamos nosotros. Ayer atacaron a los Eskru. Una chica fue la única que consiguió escapar y ahora se encuentra perdida en la selva.

.-¿Y por qué quieren acabar con vosotros?

.-Al parecer nos culpan a nosotros de una extraña enfermedad que asoló toda África hace varios años y que mató a muchos niños magos. Prácticamente diezmo la población y nosotros, las tribus primitivas de la selva, fuimos los únicos que nos salvamos. No murió nadie en aquellos tiempos con ningún síntoma de aquella extraña enfermedad, así que todos los "brujos civilizados" nos culparon a nosotros diciendo que les habíamos mandado una maldición y que por eso ninguno de nosotros había caído. Desde entonces nos odian y nos persiguen, por eso contrataron a ese grupo de aurores para exterminarnos.

.-¿Y cómo es que esa enfermedad no llegó a vosotros?

.-Supongo que fueron los espíritus los que nos ayudaron –Karil sonrió cálidamente-. Ellos aún están furiosos con los demás por haberlos olvidado.

Originariamente, el mundo estaba poblado por tribus, algunas mágicas y otras no, pero todas ellas creían en dioses y espíritus. Con el paso de los años, la mentalidad de la gente fue cambiando y olvidaron las ceremonias y los rituales… y con ellos a los espíritus. Olvidaron a los que les habían otorgado el don de la magia y, como te puedes imaginar, los espíritus se sintieron ofendidos y rechazados, así que, como castigo, sólo dejó unas pocas tribus dispersas por el mundo con su magia, a los demás se la quitó. Por eso ahora hay muchos más muggles que magos. Pero claro, como es natural, la mayoría de esas tribus que quedaron con magia olvidaron de donde procedían, y evolucionaron como brujos civilizados que necesitaban una vulgar vara de madera para poder canalizar sus poderes. Los espíritus, al verse olvidados por sus seguidores, se fueron congregando en los pocos lugares donde aún se les rendía culto. Por eso, cuando estabas en Inglaterra, Harry, no podías llegar a sentirlos. Y es por eso que ahora somos considerados como magos tenebrosos, magos que hablan con los que ellos llaman vasallos del demonio y que nos merecemos morir de la peor manera posible.

Harry se quedó callado durante unos momentos digiriendo y analizando la información. Karil le dejó que lo hiciera en silencio, sin decir nada. Esa nueva información iba a trastocar mucho lo que Harry pensaba sobre el bien y el mal; los aurores se suponía que estaban al lado de la luz, al lado del bien, y ahora resultaba que una buena parte de ellos se dedicaba a matar poblados enteros solo por rencor y venganza, asesinando personas inocentes que no había hecho nada malo y que de lo único que eran culpables era de haber nacido en un pueblo donde se creía en los espíritus y se les veneraba. Entonces, aquellos aurores, que se suponía que hacían cosas buenas, hacían justamente lo contrario.

.-Así que –Harry salió de sus pensamientos moviendo la cabeza-, ésa es la razón por la cual Aka siente ese odio hacia los magos como yo.

.-Sí, Harry –Karil volvió a acariciar el pelo del chico y a mirarle como una abuela haría con su nieto-. Aka perdió a muchos amigos y a una hermana en el primer ataque que hubo hace bastantes años contra los Akrin. Su hermana se había ido a vivir con aquella tribu después de emparejarse con el jefe del poblado, y Aka solía ir a visitarlos bastante a menudo, pues vivían cerca y él estaba muy apegado a ella. Un día, un espíritu le avisó de que estaban atacando a ese poblado, pero cuando llegó, todas las chozas estaban envueltas en llamas y en el centro se alzaba una montaña con los cadáveres de todos los habitantes medio carbonizados.

Un espeso silencio se adueño del momento. Harry se encontraba completamente asombrado y repugnado por lo que le acababan de contar, sin querer creérselo del todo.

.-Estás bromeando.

.-Que va, Harry, ojalá lo hiciera –negó Karil apenada-. Imagínate la impresión que se llevó él cuando encontró al primogénito de su hermana, que apenas tenía seis meses, coronando aquella montaña de cadáveres. Así que no te sorprendas si ves a Aka más preocupado y malhumorado de lo normal. Ahora que sólo quedamos nosotros no lo tenemos nada bien para pedir ayuda en caso de un ataque.

.-¿Y qué pasa con los espíritus¿No pueden ayudar?

.-Los espíritus van perdiendo poder a la vez que pierden súbditos. Las Artes de este grupo de aurores son poderosas, y los espíritus apenas tienen la fuerza suficiente como para detenerlos e ir a informar a alguien para que les ayude.

.-¿Habéis intentado hablar con ellos?

.-¿Hablar? –Karil movió la cabeza de un lado a otro a la vez que una triste sonrisa se instalaba en sus viejos labios-. Por supuesto que intentamos hablar con ellos, Harry. Nosotros somos un pueblo pacífico que nunca se ha metido en guerras ni en peleas con otros pueblos, pero ellos no quisieron hablar, no nos quisieron escuchar. Argumentaron que nosotros sólo buscábamos la oportunidad de volverles a echar una maldición.

Harry se pasó ambas manos por el pelo y escondió la cabeza entre las rodillas.

Aurores malos y asesinos y magos tenebrosos inocentes y víctimas. ¿Es que, acaso, el mundo se había vuelto del revés y nadie se lo había dicho¿Dónde quedaba aquello de que los aurores protegían a la gente inocente¿Era posible que ya no se pudiera confiar en nada ni en nadie? Bueno, él, Harry Potter, se había convertido en un aliado de Lord Voldemort, y realmente había empezado a cogerle el gustillo a las Artes Oscuras, así que la respuesta era un "sí, era posible".


Era de noche. Las frías calles londinenses se encontraban desiertas, iluminadas tenuemente por las ventanas de los edificios habitados y las escasas farolas que se erguían en las aceras. No obstante, un grupo de personas vestidas con extrañas túnicas y capas con capuchas negras caminaban en total silencio. Sin hablar y sin hacer ningún tipo de ruido se encaminaron hacia una callejuela llena de basura y con numerosas ratas por el suelo mordiendo cualquier cosa que pudieran llevarse a la boca. En medio de la calle se alzaba una vieja y destrozada cabina de teléfono muggle. Las cinco figuras se aproximaron a ella simultáneamente y sin hablar. Una de ellas se detuvo a su lado y se apoyó sobre un hombro contra el armazón de metal mientras las otras cuatro figuras entraban en la pequeña cabina apretujándose los unos contra los otros. El encapuchado de fuera dejó escapar una pequeña risa al ver la incomodidad de sus acompañantes, pero fue inmediatamente ahogada al sentir sobre él la mirada dura y fría de unos ojos penetrantemente negros. Otro de los encapuchados aproximó una mano enguantada hacia el aparato telefónico y descolgó el auricular.

.-¿Cuál era le código? –susurró el hombre con su voz grave y pausada al compañero que tenía a su izquierda.

.-2-4-4-2-6 –contestó el mismo hombre de los ojos negros con su usual voz fría y escalofriante.

.-Date prisa, Shacklebolt. Unos muggles trasnochadores se acercan por la calle de la derecha –les metió prisa otro hombre de voz ronca, con su ojo azul eléctrico observando la calle a su espalda.

El que se hacía llamar Shacklebolt marcó con rapidez los números en el teclado del teléfono. Inmediatamente después de pulsar el último número, la cabina empezó a bajar a través del suelo, envolviendo a los cuatro hombres en una total oscuridad hasta que momentos después aparecieron en el interior del Ministerio de Magia. El hombre que estaba de turno en el mostrador donde se revisaban las varitas a los visitantes se levantó dispuesto a proteger el edificio como era su trabajo, pero cayó al suelo desmayado al recibir un Desmaius de parte del único hombre de los cuatro que aún no había hablado.

Ninguno se inmutó lo más mínimo ni se preocupó en colocar en una mejor postura al hombre que había caído de mala manera al suelo. En vez de eso, caminaron sin hablar a través del recibidor y subieron a uno de los ascensores que les llevó hasta el piso donde se encontraba el pasillo que llevaba hasta el Departamento de Misterios.

.-Cuidado aquí –se oyó la voz grave de Shacklebolt-. Los inefables han puesto maldiciones y encantamientos para evitar que vuelvan a entrar, así que tenemos que desconectarlos.

.-Éste es mi campo –dijo el último de los encapuchados. Se puso delante de Shacklebolt de cara a la puerta y sacó la varita de entre los pliegues de la capa. Los otros tres hombres se echaron hacia atrás para dejarle espacio, atentos por si necesitaba su ayuda en algún momento.

Con unos complicados movimientos de varita y unas palabras murmuradas, un espeso polvo de colores cubrió toda la puerta y el suelo y las paredes a su alrededor. Pasados unos segundos, las partículas de polvo empezaron a brillar y a agruparse en pequeños montones para que momentos después formasen extraños símbolos que no tuvieron ningún significado para ninguno de los hombres menos para el que había convocado el hechizo.

.-Creo que tenemos unos cuantos problemas –murmuró-. Hay cinco hechizos diferentes protegiendo la entrada y un sexto, que es el más poderosos de todos, en el centro y rodeado por los demás.

.-¿Y cuál es el problema? –inquirió con impaciencia una voz ronca.

.-El problema es que el primero que hay que desconectar es ése que está en medio de todos los demás; si desactivo cualquiera de los otros, las alarmas sonarían y nos apresarían.

.-Entonces¿qué podemos hacer? –preguntó Shacklebolt.

El hombre frente a la puerta se quedó en silencio, pensando e ideando propuestas, algunas rechazándolas por ser demasiado complicadas. Después de uno segundos volvió a hablar.

.-Voy a necesitar vuestra ayuda. Hay que desenredar todas las ramas de los hechizos que están entretejidos entre sí sin llegar a desconectarlas y con cuidado de no hacer que se activen.

.-Pero tú has dicho que son seis hechizos y nosotros somos solo cuatro. ¿Cómo te las vas a apañar para llegar al sexto hechizo?

.-Reza Kingsley para que cuando haya desenredado tres haya un pequeño camino para que pueda llegar al hechizo central y sino, nos las veremos canutas para conseguir terminar la misión.

El hombre, después de terminar de hablar, se echó la capucha hacia atrás, revelando el largo pelo rojo, atado en una coleta, de Bill Weasley, y se quitó la capa para poder tener más movimiento, dejando ver una túnica oscura y cómoda que se adaptaba perfectamente a su alto y esbelto cuerpo. Relajó los hombros durante un momento y respiró profundamente. Luego, y fijando sus ojos azules sobre la puerta, empezó a murmurar suavemente.

Pasaron unos momentos en los que solo se oyó los murmullos incomprensibles de Bill. Los otros tres hombres se encontraban callados y sin hacer nada de ruido para no desconcentrarle. Unos segundos después, Bill empezó a mover la varita suavemente de un lado hacia el otro y de arriba abajo, sin dejar de murmurar. Pequeñas gotas de sudor comenzaron a caer por su cara hasta llegar a su cuello y la respiración empezó a agitársele debido al esfuerzo. Los músculos se tensaron paulatinamente hasta que un extraño rayo rojo salió de la nada justo enfrente de la puerta y se conectó con su varita. Con mucho esfuerzo, sujetando la varita, que había empezado a temblar en cuanto el rayo se había conectado con ella y amenazaba con escapar de entre sus manos, se desplazó hacia la derecha donde estaba Shacklebolt.

.-Kingsley, saca la varita y sostenla con fuerza –le indicó Bill-. Intenta que no se mueva.

El auror asintió y sujetó con fuerza su varita en cuanto Bill pegó las puntas de las dos varas y empezó a traspasar el hechizo hacia la varita del mago negro. Cuando Bill estuvo seguro de que el hechizo estaba completamente conectado con la otra varita volvió a la misma posición delante de la puerta como antes y volvió a empezar a recitar otra vez el hechizo, cambiando algunas palabras y alternando los movimientos de varita. Esta vez un rayo verde oscuro salió de la nada y se conectó con la varita de Bill, que luego éste se encargó de pasarlo a la varita de Snape e hizo lo mismo con el rayo azul que conectó con la varita de Moody.

Bill, después de pasar el encantamiento a la varita del viejo auror, volvió delante de la puerta e invocó otra vez aquel polvo espeso de colores. Pasó unos momentos analizando los símbolos que se habían creado con el polvo agrupado.

.-Hemos tenido suerte –dijo Bill, secándose con la manga de la túnica el sudor de la cara-. Voy a poder desconectar el hechizo central, pero necesito que no mováis los hechizos que sujetáis con las varitas.

.-Vale, Bill, pero date prisa, porque no creo que pueda aguantar mucho.

Weasley asintió al ver el cansancio en los ojos de auror de color y empezó a murmurar los contra-hechizos de los encantamientos que protegían la puerta. Empezó por el central, luego siguió por los que no estaban conectados con ninguno de los hombres y terminó por los que sí lo estaban, respirando con alivio cuando terminó y estuvo seguro de que ya no había ningún peligro para ellos.

.-Vale… -dijo con voz baja y entrecortada por la respiración jadeante. Se volvió a secar por enésima vez el sudor con la manga de la túnica y sonrió con algo de cansancio-… creo que ya podemos pasar.

.-¿Crees? –se burló Snape con su típico gesto desdeñoso-. Un "creo" no es suficiente, Weasley. ¿Se puede o no se puede pasar?

Bill le fulminó con una mirada.

.-Se puede pasar, Snape.

.-Será mejor que no te equivoques.

La mano de Shacklebolt sujetando el brazo de Bill fue lo único que evitó que este último saltara sobre Snape. Desde que Black había caído por el velo, Snape, que había perdido, por lo tanto, el objeto de sus pullas, había empezado a meterse siempre que podía con Lupin y con los Weasley, sobretodo. Pero como la mayoría de los Weasley le ignoraban cada vez que se ponía desagradable y Lupin había dejado hacía mucho de seguirle el juego a sus comienzos de pelea, le había empezado a coger ojeriza al mayor de los hermanos pelirrojos, tal vez porque era el que, de cierta forma, era el que más se parecía a su enemigo Black o quizá porque era el que tenía los sentimientos más a flor de piel, no podía ni quería, evitar cebarse con él y molestarle a la más mínima oportunidad.

.-Basta ya –se impuso la voz fuerte y grave de Kingsley-. Severus, guárdate tus comentarios para más tarde, por favor. Lo último que necesitamos ahora es que os pongáis a discutir, así que esperad hasta que estemos a salvo.

Bill asintió, sin dejar de mirar con furia a su antiguo profesor de pociones. Ese hombre nunca le había gustado, y por mucho que le dijeran que era de fiar, él no terminaba de creérselo.

Con un movimiento de capa, Snape pasó por delante de todos y abrió la puerta que comunicaba aquel pasillo con el Departamento de Misterios. Nada ocurrió, ni un sonido, ni una luz que avisase de que alguien estaba entrando en terreno prohibido. Nada.

.-Buen trabajo, William –le felicitó Moody, caminando a través de la puerta abierta sin que su pata de palo hiciera ningún ruido, obviamente gracias a algún hechizo.

Bill negó con la cabeza siguiendo a Moody. Odiaba que le llamasen William, ni siquiera su madre le llamaba así desde hacía años. Exactamente desde que iba a Hogwarts y mandaban a su casa una notificación por su "mal comportamiento", como llamaba McGonagall a jugarle un par de bromitas a sus amigos Slytherins.

La sala detrás de la puerta estaba a oscuras y silenciosa, macabramente silenciosa e inquietante, con todas las demás puertas cerradas que empezaron a dar vueltas en cuanto los cuatro hombres entraron y la entrada se cerró tras ellos.

.-Sala de la Muerte –dijo Shacklebolt con voz clara.

Una de las puertas se detuvo justo delante de ellos y se abrió, dejándoles ver las altas tribunas y el foso en el medio de la Sala de la Muerte. Fueron entrando en la habitación uno por uno, sin hablar, sin apenas respirar. El Velo de la Muerte se alzaba en medio de la tarima que había en el foso. Una inexistente brisa hacía danzar la andrajosa cortina del arco con suavidad y con fingida inocencia. Los murmullos de voces indistinguibles salían de él, poniendo la piel de gallina a los cuatro hombres al oírlos. Se le acercaron con cuidado y sin mirarlo fijamente, tal y como les habían advertido. Cada uno se posicionó en uno de los puntos cardinales y sacaron sus varitas. Los movimientos y las palabras del encantamiento se extendieron durante varios minutos, con una coordinación asombrosa entre los cuatro hombres hasta que un rayo blanco salió de cada mago e impactó en el arco de piedra. Poco a poco el velo fue convirtiéndose en una bola blanca luminiscente, levitando alrededor de un metro sobre el suelo. Bill se acercó con cuidado con un extraño aparato en la mano. En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, la bola fue atraída por el instrumento y absorbida por él. Cuando la bola hubo desaparecido, Bill se guardó el aparato entre los pliegues de la capa y los cuatro hombres salieron del Departamento de Misterios dejando todo en silencio, como si nunca hubieran estado allí.


Wolas! Qué, os gustó el capítulo? Ya sé que la primera parte ha sido como una clase de Binns de Historia de la Magia, pero es que era importante para comprender futuros capítulos… bueno, aún así, os gustó?

Por favor, no hagáis comentarios sobre el nombre del grupo ése de aurores. B.A.T. fue lo único que conseguí imaginarme sin que sonara impresionantemente cutre, así que… bueno, si alguien tiene una mejor idea, estaré encantada de escucharlo.

Ya sé que el número para entrar al Ministerio de Magia a través de la cabina telefónica es 6-2-4-4-2, pero la razón por la que lo hice así se explicará más adelante. Aunque no es muy difícil de suponer.

Y por último, pero no menos importante… Muchísimas gracias por los reviews! Soy feliz! Todos los que me dejasteis en el capítulo anterior… fue un record! En serio, muchísimas gracias, sois geniales. Me alegro que el capítulo os gustara. Las contestaciones a vuestros comentarios las mandaré ahora por e-mail, no os preocupéis ;)

Por cierto, Miyuki, no pude contestar a tu review ya que no me pusiste tu dirección de correo electrónico. Por favor, escríbemelo en un review para poder contestarte, ok?

Bueno, ya sabéis, críticas constructivas, comentarios, dudas y todas eso en un review, si?

Muchos besos

Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes