Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.
A REFUGIO EN LA OSCURIDAD
Capítulo 17
En cuanto Harry había recibido la información de boca de Voldemort el mundo se había paralizado. La brisa había dejado de correr, los sonidos lejanos de los animales de la selva se habían silenciado y todas las gentes del poblado habían detenidos sus actividades. La causa: el inmenso poder que había liberado Harry por culpa de la furia contra Dumbledore que le había dominado por unos instantes. Sin embargo, eso sólo había durado unos cuantos segundos hasta que Harry había podido controlar su magia y volver a plegarla dentro de su cuerpo.
.-¿Y nadie los detuvo? –preguntó a Voldemort intentando modular su voz para que sonara más tranquila y relajada.
.-Nadie se enteró de nada hasta esta mañana –respondió el señor Oscuro, aún impactado por el despliegue de magia que había presenciado-. Hay un modo para entrar al Ministerio sin ser detectado. Sólo hay una persona que ve a todos los que entran al Ministerio y ése es el encargado de revisar las varitas. Lo malo es que las personas que se encargan de eso no son precisamente los más diestros con ellas, así que lo que vio antes de que le desmayaran fue un grupo de personas vestidas con túnicas y capas negras.
Harry respiró hondo, intentado controlarse y no volver a soltar su poder.
.-¿Y cómo es posible que nadie les detectara, que sea tan fácil entrar en el Ministerio?
.-La única forma que hay de entrar sin que uno sea detectado es entrando por el mundo muggle a través de la cabina telefónica.
.-Pero para poder entrar por ahí hay que pulsar un código y dar tu nombre. ¿Acaso eso no se registra en algún lado?
.-Si pulsas ese código al revés no quedas registrado en ninguna parte y aún así puedes entrar. Ése fue el método que utilizamos nosotros para entrar el verano pasado cuando… bueno, tú ya me entiendes.
Sí, claro que le entendía; cuando Sirius pasó por el velo. No había que ser un genio para entenderlo. Sin embargo, en cuanto Harry pensó en el velo, unas imágenes borrosas intentaban abrirse paso hasta su mente consciente, imágenes que debía haber soñado, pero que por mucho que intentase recordarlas se le escapaban de entre sus dedos y desaparecían. Pero, aún así, Harry sabía que tenían que ver de algún modo con el velo.
.-Necesito ir a dar una vuelta –murmuró Harry en voz tan baja que incluso fue difícil entenderla por los dos hombres-. Luego nos vemos.
Y sin esperar contestación de los dos hombres, Harry dio media vuelta y salió de la choza del jefe con paso rápido, incapaz de poder seguir apresado entre esas paredes. Tan metido en sus pensamientos como estaba no se fijó cuando pasó al lado de Karil ni respondió a su saludo, lo que, por supuesto, preocupó a la mujer.
Sin apenas pensarlo, sus pies le llevaron hasta la orilla del arroyo donde había despertado apenas una hora antes. Pero esta vez no se sentó en el suelo, se desprendió de sus ropas y se tiró de cabeza al agua. Sabía de veces anteriores que se había bañado allí, que en realidad el arroyo era mucho más profundo de lo que parecía, así que no temió abrirse la cabeza con alguna piedra del fondo. Con un par de brazadas volvió a la superficie y tomó todo el oxígeno que pudo en sus pulmones, para luego volver a zambullirse en las frías y cristalinas aguas. Le encantaba el ejercicio físico, le encantaba malgastar energías nadando en aquel sitio en vez de hacer algo provechoso en el poblado y también le encantaba seguir teniendo sus secretos, así que prefería estar allí cansándose a descubrir ante Voldemort el verdadero poder que guardaba en su interior y el que llevaba aprendiendo a controlar desde hacía varios meses ya. No, mejor que Voldemort siguiera desconocedor de eso. No le hacía falta saberlo.
.-Vaya, eso ha sido inesperado –comentó Aka cuando vio salir de su cabaña a Harry.
.-Inesperado y sorpresivo –apoyó Tom-. No tenía idea de que Harry tuviera tal poder. Realmente habéis hecho un buen trabajo para conseguir sacar de él ese potencial.
.-Yo tampoco sabía que el chico poseía tanto poder. Me ha sorprendido tanto como a ti. Al parecer guarda más secretos de lo que parece.
.-Bueno –Tom se encogió de hombros despreocupadamente-, tampoco es que me importe que sea poderoso, al fin y al cabo según una parte de esa profecía dice que a finales de julio nacería un niño con el poder suficiente como para derrotarme, y aunque no sepa con seguridad si Harry es ese niño del que habla la profecía, es un buen candidato para ello.
.-¿Se puede saber que le habéis hecho a Harry para que esté así? –se oyó una nueva voz dentro de la vivienda.
.-Buenos días, Karil. Encantado de volver a verte –dijo Tom con claro sarcasmo.
.-Lástima que no pueda decir lo mismo –la respuesta de la mujer fue seca y rotunda-. ¿Me vais a contar lo que ha pasado o voy a tener que ir a preguntarle a Harry?
.-Al parecer, Karil, han aparecido un par de problemas en unos planes futuros de Harry y Asyu, y como te puedes imaginar, no le han gustado nada al chico.
.-¿Seguro que esos problemas no los has propiciado tú? –le preguntó Karil a Tom de mala manera mirándole con ojos escrutadores.
.-¿Pero por quién me tomas? –Tom le lanzó una mirada asesina-. Un trato es un trato, nunca haría nada para romperlo. Si le prometí que le ayudaría a sacar a su padrino del velo, le ayudaré.
.-Sí, seguro –Karil le miró una última vez antes de girarse hacia Aka-. Sólo venía para hablar con Harry para decirle que se preparara, y ya de paso, avisarte a ti también.
.-¿Hoy empieza la prueba?
.-Sí, ya está lo suficientemente preparado. Si le ves avísale de que le espero antes que el sol este en su punto más alto en mi cabaña.
Ya habían pasado un par de horas desde que había llegado al arroyo. Harry se encontraba tumbado a orillas del agua con los ojos cerrados pero sin estar dormido, simplemente relajado, recuperando fuerzas del intenso ejercicio que acababa de practicar. El sol el daba de lleno en su desnudo cuerpo, tostándole un poco más su piel mientras le brindaba un agradable y relajante calorcillo que lo único que estaba consiguiendo era adormecerle.
Sin embargo, aun cuando todavía no llevaba allí tumbado ni media hora, aquella presencia se dejó sentir a su lado, sacando una sonrisa de los labios del muchacho.
.-Vaya, hacía bastante que no te sentía –susurró el chico abriendo sus ojos verdes y mirando frente a él, donde sabía con bastante acierto que se había colocado el espíritu-. ¿Dónde has estado?
De pronto, en medio del aire frente a la mirada de Harry aparecieron dos grandes ojos violetas veteados de azul y ámbar a la vez que el ambiente se estremecía con aquella extraña e infantil risa. Harry ya había visto aquellos extraños ojos antes: una primera vez cuando había estado en el mundo de los espíritus, y un par de veces más estando en la selva o en su choza, cuando el espíritu había vuelto después de varias horas de haberse desparecido trayéndole imágenes de su mundo.
Esta vez no fue distinta, el espíritu le trasmitió directamente a su cerebro distintas escenas de diferentes partes del mundo, pero hubo varias de ellas que atrajeron toda la atención del joven mago. Eran, exactamente, las escenas que se habían desarrollado el día anterior en el Departamento de Misterios, cuando el grupo de Dumbledore había robado el Velo, y luego le seguían imágenes de su traslado a Hogwarts. Ahora, gracias a aquel espíritu, sabía con precisión donde habían guardado la puerta que le llevaría hasta su padrino y qué hechizos y encantamientos había utilizado el viejo loco para protegerlo.
.-Muchas gracias –le murmuró con sincero agradecimiento a la vez que le sonreía.
Instantes después, el espíritu le volvió a enviar imágenes, esta vez de la pequeña reunión que habían mantenido Tom y Aka después de que él se hubiera ido y, por consiguiente, el recado de Karil.
.-Bueno, entonces no la hagamos esperar más –susurró, antes de ponerse en pie.
Se volvió a vestir con rapidez y con el espíritu cerca de él se dio prisa para llegar al poblado.
Estaba solo en su cabaña, preparando unas cuantas cosas que necesitaba llevarse. Hacía pocos minutos que había llegado después de haber hablado con Karil y con Aka y se encontraba pensando y repasando en todo lo que le habían dicho. El jefe le había dado un primitivo mapa indicándole hacia dónde y por dónde debía dirigirse, pues el viaje de ida y de vuelta él solo era parte de la prueba. Karil, en su mayoría, le había dado consejos y sugerencias de última hora, recordándole hechizos y encantamientos que había aprendido estando en la selva y que le ayudarían sobretodo a tener siempre una hoguera encendida, lo cual era más útil de lo que parecía en un clima tan lluvioso como era ése, y a mantener sus cosas secas y a salvo de depredadores y animales parecidos.
Pero, sobretodo y como le había repetido la vieja chamana hasta la saciedad, no debía olvidarse de los espíritus ni de pedirles ayuda al menor problema que tuviera.
Harry negó con la cabeza cuando recordó una de las veces en que Karil le había repetido lo de los espíritus y Tom, sin poder contenerse, había soltado un comentario burlón y completamente sarcástico, lo que había conseguido que Karil lo hubiera mirado de forma asesina y lo dejara mudo hasta que Harry salió de la cabaña. Quién diría que el mismo hombre que había aterrorizado tanto a su mundo, y que aún lo hiciera en realidad, se dejara maldecir con tanta facilidad por una vieja chamana. Si en vez de la mujer hubiera sido algún mortífago, Harry estaba seguro de que el vasallo en cuestión se encontraría gimiendo y suplicando por su vida a los pies de su señor antes, incluso, de que tuviera tiempo de sujetar la varita en sus manos.
Con un último vistazo a su cabaña, Harry salió por la puerta sujetando una bolsa de piel entre sus manos. En cuanto estuvo fuera, se dio la vuelta dando la cara a la choza y murmuró un hechizo que hizo que su magia canalizada a través del rakish encogiera toda la cabaña hasta no ser más grande que el puño cerrado del chico. Él con cuidado lo cogió y lo guardó en la bolsa de piel al lado de los recambios de puntas de la lanza que había hecho días antes haciendo caso de una sugerencia de Karil.
.-Ten cuidado, Harry. No hagas locuras ni busques peleas ni con los vampiros ni con los demás animales de los alrededores.
.-Tranquilo, Harry –interrumpió Tom con una sonrisa sardónica-, ellos buscan la suficiente pelea por ellos mismos sin ayuda.
Karil ni se inmutó ante la interrupción. Empujó con cariño a Harry con un brazo por la espalda y le llevó hasta la frontera norte del poblado, sin dejar de darle instrucciones y consejos. Los otros dos hombres caminaban detrás de ellos, divertidos ante el repentino despliegue de instinto maternal de la vieja mujer.
.-Tranquila, Karil. Sé lo que tengo que hacer. Te prometo que volveré sano y salvo dentro de un mes.
.-Eso espero.
Ninguno dijo nada más. Karil entrelazó los dedos de su mano derecha con los de la mano izquierda de Harry a la altura de los hombros, un gesto que significaba cariño y le deseaba buena suerte y que hizo que Harry sonriera.
.-Nos vemos dentro de un mes.
Soltó la mano de Karil y con una última mirada de despedida a los dos hombres cogió la bolsa de piel, se la echó al hombro como si de una mochila se tratase, y se dio la vuelta desapareciendo en la penetrante oscuridad de la selva.
Las horas parecía que pasaban lentamente, pero su marcha era rápida e ininterrumpida. Acostumbrado a sus largas caminatas no necesitaba descansar cada poco tiempo para reponer energía.
Debía llevar unas seis o siete horas caminando, saltando rocas o trepando a los árboles para salvar los obstáculos. Sus jóvenes músculos entrenados no pedían aún descanso, así que aprovechó lo máximo posible para avanzar todo lo que pudiera durante el día. No es que hubiera mucha luminosidad cuando iba a pie en suelo firme, aunque había zonas donde los árboles eran menos tupidos o estaban en menor cantidad, pero siempre se veía mejor a la luz del sol por el día que a la luz de una antorcha por la noche, aun cuando su visión nocturna hubiera mejorado gracias a la magia de Karil.
Trepó ágilmente por una liana, saltó a la roca y volvió a caer de pie al suelo. El rakish sobre su pecho brillaba tenuemente fruto de la suave y leve magia que estaba utilizando Harry en un hechizo protector sobre su cuerpo que le avisaría si se encontraba algún animal cerca y si era peligroso o no, algo verdaderamente útil en un sitio como aquel donde la fauna se camuflaba entre la flora y no tenías nunca la certeza de si lo que estabas viendo era lo que parecía o no.
El sol se ocultaba en el horizonte, privando de su luz a las plantas y a los animales. Harry se dio prisa en buscar un refugio donde poder pasar la noche más o menos a resguardo. Dormir, no iba a poder dormir mucho, nunca se sabía lo que podía pasar cuando cerrabas los ojos y te dejabas caer en la inconsciencia del sueño, pero empezaba a necesitar un buen descanso para reponer sus gastadas fuerzas.
Halló una especie de cueva a pocos metros de donde se encontraba. No eran más que varias rocas colocadas por orden de la naturaleza apoyadas unas sobre las otras que otorgaban en medio de todas ellas un pequeño refugio donde pasar la noche.
Se acercó allí cuidadosamente, atento a encontrarse a cualquier animal camuflado con su entorno. Cuando llegó allí vio que el refugio natural había servido como tal a otras personas antes que a él por los carbones y las huellas de fuego que aún se podían entrever en la tierra seca del suelo.
Sintiendo a su espíritu particular deslizándose por su alrededor, Harry permitió relajarse un poco. Se sentó en el suelo apoyando la espalda en una de las rocas y dejó su bolsa de piel a su lado. Se estiró sus cansados músculos por la tensión del día y miró a su alrededor antes de abrir la mochila.
Las personas del poblado no podían dar demasiadas facilidades y ayudas a los adolescentes que debían pasar la prueba, pero estaba permitido preparar varias tiras de carne seca y regalárselas para tener la oportunidad de llegar a la Selva Prohibida sin haber tenido la necesidad de tener que cazar algún animal para poder alimentarse. Karil, en este caso, le había querido atiborrar de carne seca y lo había acompañado con un pan especial que cocinaba ella y que otorgaba energías suficientes como para caminar durante todo un día sin apenas descansar.
El chico sonrió al recordar a la anciana; sólo habían pasado unas cuantas horas y ya la echaba de menos. ¡Y él se hacía llamar la futuro mano derecha de Voldemort y apenas podía aguantar estar algunas horas solo, tratando de cuidar de sí mismo! Negó con la cabeza, divertido. Esa mujer había pasado a ser una persona muy importante para él en sólo unas cuantas semanas, y no podía permitirse coger cariño a nadie.
Harry sonrió de nuevo, esta vez con algo de tristeza, y empezó a comer con más lentitud de lo normal una de las tiras de carne seca. No es que estuviera mala, pero se le había formado un nudo en la garganta que le impedía tragar con normalidad. Recordar a Karil le hacía recordar también a Ron y a Hermione… y a Lupin… y a Sirius… Navidad sería dentro de pocos días y empezaba a sentir la melancolía típica de las fechas, sintiendo unos deseos enormes de pasar esos días con sus amigos… con su familia…
'No pienses en eso, Potter. No te va a servir de nada'.
Sacudió la cabeza intentando apartar esos pensamientos de su mente. Se pasó una mano por el pelo, apartando los mechones que le caían en la cara y suspiró. Volvió a sentir al espíritu a su lado, como si de alguna forma le estuviera dando ánimo, lo que consiguió sacar una suave sonrisa con pequeñas pintas de tristeza.
Las horas pasaban con mucha lentitud. El pequeño fuego que había convocado apenas llegaba a alumbrar el rostro del muchacho. La mochila estaba situada bajo el hueco de las rodillas, con las piernas dobladas y llevadas a su pecho. Tenía la cabeza apoyada en la roca y los párpados habían empezado a caer irremediablemente, por mucho que Harry intentara mantener sus ojos abiertos. El profundo sopor que había empezado a adueñarse de su cuerpo terminó conquistándolo, haciéndole caer en un profundo sueño.
Despertó horas después, en cuanto el sol empezó a salir por el horizonte y los animales despertaron y comenzaron a hacer ruido. Eso fue algo nuevo para Harry; en el poblado y sus alrededores no se hacía nunca ruido, ni siquiera los animales se atrevían a romper el silencio. Allí, en cambio, la selva se inundaba con los bellos sonidos de las aves y los estruendosos aullidos de los monos y mamíferos similares. El barrito de un elefante se escuchó a los lejos, siendo respondido por otros de su misma especie.
Todo aquello, unido a las coloridas flores que abrían sus pétalos para recibir los cálidos y luminosos rayos del sol, consiguió que el ánimo de Harry subiera, haciéndole sonreír y respirar con profundidad los fragantes olores que componían la selva. Cerró los ojos, intentando guardar en su memoria todo aquello antes de llegar a su destino: la Selva Prohibida. Karil le había descrito como era todo aquel territorio y no era, precisamente, como lo que estaba viendo en esos momentos.
Sin querer perder más tiempo, volvió a colgarse la mochila al hombro, se aseguro de que el fuego se había apagado por completo y retomó su paso hacia el norte.
Los monos aullaban y chillaban a su alrededor, sobretodo por encima de su cabeza en las ramas de los altos árboles. A su paso por el suelo, más de un primate le tiró frutos y ramas a la cabeza, pero sólo tuvo que enviarles unas cuantas ráfagas de aire helado con el rakish para asustarlos y mantenerlos a raya. Grandes serpientes enrolladas en las ramas y camufladas con su entorno le hacían sobresaltar, sobretodo cuando se ponían a sisear y Harry llegaba a entender lo que decían. Y realmente oír que opinaban que él era un apetitoso festín y que no necesitarían comer más durante bastante tiempo no hacía que se tranquilizase, precisamente.
En su viaje también tuvo que estar pendiente de las extrañas y exóticas plantas que allí crecían. La mayoría de ellas eran preciosas y despedían una agradable y dulzona fragancia, pero eso sólo conseguía embotar los sentidos de Harry. Por eso más de una vez estuvo a punto de morir atrapado entre los pétalos de alguna flor o entre las lianas de una planta escalofriantemente parecida al Lazo del Diablo. Sólo los avisos que le mandaba el rakish a través de su magia y el espíritu que le acompañaba le habían hecho salir de su estupor antes de encontrarse en verdadero peligro. Ahora el chico empezaba a comprender porqué el viaje era parte de la prueba.
Su travesía se prolongó durante dos días más, verificando cada poco tiempo el mapa que le había dado Aka para estar seguro de que no se desviaba de su rumbo. Harry, en el último día del viaje, pudo empezar a darse cuenta de los cambios que empezaban a aparecer en el ambiente, cada vez más notorios cuanto más se acercaba a su destino. El terreno se volvía más estéril, cada vez había más rocas afiladas y puntiagudas y muchas de las plantas, las cuales empezaban a escasear, eran venenosas y bastante peligrosas si no ponías atención por donde caminabas. El ambiente era mucho más tenebroso e intensamente más agobiante. El aire estaba viciado, cargado de algo oscuro que ponía la piel de gallina y el pelo de la nuca de punta a Harry.
Todo a su alrededor le invitaba a Harry a dar media vuelta y a largarse de allí. De todas formas, Harry no pertenecía a aquel mundo, y aún menos a aquel poblado, no tenía porqué pasar esa prueba y menos arriesgar su vida por ella, pero aquello era un reto, una prueba que debía pasar para demostrar, no solamente a Aka, a Asyu y a Karil, sino también a sí mismo que era capaz de vivir por su propia cuenta sin ayuda de nadie. Eso, y el apoyo silencioso de su espíritu particular, era lo que le impedía volver sobre sus pasos y alejarse de allí.
El sonido de unas cataratas llamó su atención. Si no estaba equivocado, aquella inmensa cascada era el lugar donde terminaba el viaje y empezaba la verdadera prueba, la frontera ante lo que Aka se empeñaba en llamar la Selva Prohibida y que a Harry, por mucho que le hubieran contado sobre aquel sitio, no terminaba de inspirarle demasiado temor. Al menos, hasta hacía unos instantes. Lo que se veía al otro lado de la catarata no tranquilizaba demasiado a Harry. Altos, frondosos y retorcidos árboles se erguían hasta que sus ramas más altas parecían tocar el mismo cielo. Su corteza era oscura, casi negra, sus hojas eran grandes, de borde aserrado y puntiagudo hasta dar a imaginar que con solo tocar mínimamente alguna de las hojas te fueras a cortar y la misma planta se fuera a beber la sangre que hubiera quedado manchando el filo de la hoja. Sí, aquello, definitivamente, daba escalofríos. Pero lo que más inquietó a Harry fue que, al parecer, ningún animal se acercaba a aquel sitio. Al menos los monos de los árboles sobre su cabeza no se atrevían a acercarse siquiera a la orilla del río donde era fácil pasar la corriente pues allí crecían unos grandes árboles cuyas ramas más largas pasaban por encima del río. Harry, al elevar la cabeza al cielo pudo observar como un par de aves sobrevolaban su cabeza y giraban hacia la derecha, evitando volar sobre aquel extraño terreno.
.-¿De verdad tengo que entrar ahí? –susurró a la nada, más para sí mismo que para nadie más, pero pudo sentir ese mínimo cambio que se creaba en el ambiente cuando el espíritu expresaba algo. Y ese algo, en ese momento, significó una respuesta afirmativa-. Bueno, pues vamos allá.
Respiró profundamente un par de veces, intentando infundirse valor, se colocó mejor la mochila en su hombro y asegurándose de que su lanza cruzada en la espalda estaba en perfectas condiciones apartó las ramas de los matorrales que había a sus pies y se preparó para cruzar el río y pasar a aquella parte tan temida de África.
Hola! Bueno, lo prometido es deuda. Aquí está el nuevo capítulo.
No sé si es que hoy estoy más auto-criticona que de costumbre, pero el capítulo me ha parecido un horrible aburrimiento. No es interesante, no hay nada de acción… Es simplemente malísimo.
Bueno, aún así espero que no os hayáis dormido. Si no lo habéis hecho, que sería un milagro, mandadme un review, please. Y no os olvidéis de escribir vuestros correos electrónicos para poder contestarlos ;)
Por cierto, muchísimas gracias a los que se molestaron en ponerme un review en el capítulo anterior. Mis agradecimientos a EugeBlack, Aidee, isapotti, SerenitaKou, Tom O'neill Riddle y Luadica; las contestaciones a vuestros comentarios los enviaré dentro de unos momentos ;)
Besos
Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes
