Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.
A REFUGIO EN LA OSCURIDAD
Capítulo 18
Aún era muy temprano. El sol apenas acababa de aparecer por el horizonte. Las últimas lechuzas, las más retrasadas o las más lentas, se intentaban dar prisa para dejar los regalos a los pies de la cama de los destinatarios para poderse ir a la lechucería a descansar después de un largo y agotador viaje. Sin embargo, una de ellas, una lechuza nevada de inteligentes ojos ambarinos se apresuraba a salir de la lechucería y a acudir a la habitación de su nueva ama antes de que despertara, como había hecho las últimas cinco Navidades con su antiguo dueño. Sobrevolando los amplios terrenos del colegio, ayudándose por las corrientes de aire para ir más deprisa y disfrutando de los débiles rayos de sol después de una semana de densos nubarrones, se acercó a la ventana de la habitación de las chicas de Gryffindor buscando a su dueña. La ventana se encontraba cerrada, pero la antigua magia del propio Hogwarts hizo que ésta se abriera lo suficiente como para que Hedwig pudiera entrar y se posara a los pies de la cama sobre la pila de regalos esperando pacientemente a que la chica despertara.
Toda la habitación estaba en silencio. Apenas se llegaba a oír la respiración de Hermione Granger, la única ocupante del dormitorio. Las otras dos chicas que usualmente compartían el dormitorio con ella se encontraban en sus casas, obligadas por sus padres a dejar el colegio en aquellas fechas para pasar el tiempo con sus respectivas familias. Aquello, a Hermione, no le molestó. Lavender Brown y Parvati Patil eran unas chicas muy escandalosas, y lo que la prefecta necesitaba en esos momentos era tranquilidad, no las constantes risitas tontas y los murmullos chismosos de sus dos compañeras.
Al lado de su cama se encontraba una sencilla mesita de noche, con un pequeño cajón en la parte superior y una puerta disimulada en la parte inferior donde guardaba sus objetos personales y algún que otro libro, generalmente una novela de origen muggle que leía en la cama por las noches antes de echarse a dormir. Sobre la mesita se encontraba un sencillo y bonito jarrón azul, regalo de Ron por su decimosexto cumpleaños, con una bonita, fresca y eterna rosa blanca, regalo del tierno Neville un día, cuando la halló mirando el horizonte por la ventana con tristeza en sus ojos castaños y se la regaló en un intento de alegrarla, como gesto de amistad. Y por último, al lado del jarrón había un bonito y sencillo marco de madera que sujetaba la fotografía favorita de Hermione: Harry, Ron y ella en un día de picnic en primer curso, a orillas del ago, justo al terminar los exámenes. Los tres ser reían por algo que había dicho Ron, sin preocupaciones, sin importarles apenas nada lo que podía pasar en el futuro.
Crookshanks entró en la habitación y subió de un salto a la cama de su dueña. Su cara achatada y sus patas patizambas no demostraban la inteligencia que poseía el animal. Miró con altivez a Hedwig antes de concentrarse en Hermione y hacerla cosquillas en la cara con sus bigotes para despertarla. Hermione movió la mano, intentando apartar inconscientemente aquello que le estaba molestando, y se dio media vuelta intentando volver a dormir, pero el gato volvió a la carga hasta que consiguió que la chica se despertara.
.-Crookshanks, es muy pronto y no hay clase –murmuró Hermione aún medio dormida, arropándose con las mantas hasta la barbilla y cerrando los ojos dispuesta a volverse a dormir.
Pero Crookshanks no la permitió que se durmiera de nuevo. La siguió molestando con los bigotes en la cara y caminando por encima de su cuerpo hasta que consiguió que abriera los ojos y se sentara en la cama desperezándose. La habitación, aunque estaba tibia gracias a los hechizos de los elfos domésticos, no se comparaba con el calorcito que había debajo de las mantas y las sábanas de la cama, lo que produjo un pequeño escalofrío en Hermione.
Al ver que su ama ya se había levantado, Crookshanks se acercó a ella buscando las caricias que siempre le daba por las mañanas al despertarse.
.-Feliz Navidad, Crookshanks –dijo con voz dormida. Acarició con cariño debajo de las orejas al gato y luego alzó la mirada posándola sobre la lechuza-. Feliz Navidad para ti también, Hedwig.
La blanca lechuza aleteó un poco como respuesta. Hermione, intentado evitar los pensamientos y los recuerdos sobre Harry, se levantó de la cama, hechizó todos los regalos que tenía a los pies de la cama y se encaminó a la habitación de los chicos de sexto curso. Crookshanks se bajó de la cama de un salto, se sentó sobre sus cuartos traseros y pensando, como solo un gato como él puede pensar, si sería buena idea o no seguir a su dueña. Al final decidió que a lo mejor podría conseguir algo si se iba con su ama, así que se levantó, agitó con altivez su cola peluda y caminó con toda la parsimonia posible hacia Hermione. Hedwig, en cambio, salió por la ventana y planeó hasta el cuarto de los chicos donde sabía que dormía el mejor amigo de su antiguo amo. La ventana, como ya había pasado anteriormente, se abrió en cuanto estuvo muy próximo a ella y se cerró en cuanto entró.
La habitación de los chicos no estaba tan bien ordenada como la de las chicas, pero Hermione, al entrar, pensó que tampoco estaba tan mal. Alguna que otra prenda de vestir por el suelo, un par de revistas tiradas como cualquier cosa en un rincón, unos cuantos libros medio sacados de las mochilas, alguno casi oculto debajo de las propias camas, y los dos únicos ocupantes de la habitación durmiendo a pierna suelta. Neville, al menos, estaba un poco decente, con las mantas tapándole la mayor parte del cuerpo y su pierna izquierda colgándole del borde de la cama, pero Ron… Hermione se rió ante las excentricidades de su amigo hasta estando dormido. El pelirrojo tenía las mantas arrebujadas a los pies de la cama, Hermione se preguntó si no había tenido frío durante la noche, una de las piernas la tenía doblada bajo el muslo de la otra pierna y ésta colgándole por el borde de la cama. La camisa del pijama, la cual ya le quedaba algo pequeña, la tenía arrugada y alzada, enseñando la cinturilla de los pantalones, los cuales estaban algo bajados mostrando la cintura de los boxers azules que usaba, y un poco de la piel blanca del abdomen y el ombligo. El brazo derecho lo tenía sobre sus ojos cerrados y el izquierdo completamente extendido perpendicular a su cuerpo. Y por último, una pesada respiración salía de su boca entreabierta, al igual que un fino hilo de baba que llegaba hasta la almohada a través de la mejilla. Sin pretenderlo, Hermione se rió. No se podía negar que la escena no era cómica.
La chica ahogó sus risotadas con la mano para no molestar a los dos chicos, se sentó en el borde de la cama al lado de su mejor amigo y aprovechó que estaba dormido para observarle con detenimiento. No le observaba de esa forma desde que lo conoció en primero, cuando aún no tenía amigos y se pasaba las horas en la biblioteca o en la Sala Común, con un libro entre sus manos que utilizaba bastante para observar a la gente y que no la pillasen. Solía observar bastante a Ron y a Harry, ver como se reían, como bromeaban, como jugaban a cualquier juego de mesa, como hablaban… Siempre que los veía divertirse, al igual que los otros grupos de amigos, se iba corriendo a su habitación y se encerraba en el baño a llorar, recordando y dándose cuenta de que ella no tenía ningún amigo, no tenía a nadie con quien reír, ni con quien jugar, ni con quien hablar. Estaba sola. Después de terminar de llorar volvía a bajar a la Sala a observar de nuevo a Weasley y Potter, intentar descubrir qué tenían ellos que ella no tuviera.
Después de los seis años que llevaban de amistad, ya había descubierto lo que ellos tenían y ella no. No tenía nada que ver con cuánto supieran sobre magia o cualquier otro tema que se pudiera aprender mediante libros. Lo único que importaba era la confianza, el cariño y la diversión. Y, con el pasar del tiempo y aunque no lo supiera nadie, prefería pasárselo bien y divertirse en presencia de sus amigos más que hacer trabajos para clase o leer libros de mil páginas.
Y, aunque uno de sus amigos, su confidente, ya no se encontraba a su lado, había encontrado en Ron a un chico que él no dejaba entrever muchas veces, un chico atento, amable, cariñoso y tierno, no ese muchacho despreocupado y perezoso que había sido durante los últimos cinco años que se pasaba el tiempo discutiendo con ella. Desde que había recibido la carta en verano, Ron se había puesto a estudiar más de lo que había hecho en todos sus años de escuela, siendo uno de los mejores en casi todas las clases.
Allí, mientras Hermione le miraba y recordaba todos los momentos vividos en la escuela, Ron se movió apartando el brazo de su cara y poniendo todo su cuerpo en una posición normal. Hermione sonrió. Los años le habían hecho muy bien a su amigo, eso no podía negarse. La, anteriormente, larga nariz armonizaba ahora con el resto de las facciones de su cara de una manera… bueno… perfecta. Sus cejas pelirrojas levemente gruesas, junto con sus numerosas pecas y sus labios finos le daba una apariencia infantil que a ella le encantaba. No es que Ron fuera un chico extremadamente guapo, realmente era un chico más bien del montón, pero sus brillantes ojos azul marino y su sonrisa pícara atraía a la gente. Tenía una altura ya considerable, Hermione calculaba que ya superaría el metro ochenta, pero sus manos aún algo desproporcionadamente grandes indicaban que todavía podía crecer aún más. Y por lo poco que se podía entrever por las túnicas, y en ese preciso instante a través del pijama, el pelirrojo ya había empezado a abandonar las líneas redondas y suaves típicas de la infancia para dejar paso a músculos más definidos y rasgos más varoniles típicos de los hombres.
Hermione, con una sonrisa dulce dibujada en sus labios, pasó con cuidado una de sus manos por el pelirrojo pelo del chico, ya algo largo y bastante desordenado a esas horas tan tempranas de la mañana. Luego, su mano siguió por la frente y una de las mejillas hasta llegar al mentón, sintiendo bajo la yema de sus dedos la aspereza de la piel por la incipiente barba que empezaba otra vez a crecer.
Sí, atrás quedaron aquellos niños que disfrutaban con un buen partido de quidditch o riendo sobre cualquier cosa divertida que había ocurrido en alguna clase. Esos tiempos ya no volverían, por desgracia.
Un suave gemido escapó de los labios del chico al sentir la caricia de Hermione sobre su rostro. Se removió un poco en la cama empezando a despertar. Sus ojos se movían bajo los párpados, incómodos ante la luz que empezaba a invadir la habitación. Con un ronco gemido, que a Hermione le sonó bastante parecido al ronroneo de un león, se estiró todo lo que sus músculos daban de sí y con la manga de la camisa del pijama se secó la incómoda humedad que sentía al lado de la boca. El sonido de una suave risa terminó de despertarlo y le hizo abrir los ojos.
.-Buenos días, dormilón –susurró la voz de Hermione a su lado, con una bonita sonrisa adornando sus labios.
Ron la miró sin decir nada, asombrado de que ella estuviera a su lado al despertar. Y, aunque quiso ignorarla, una voz dentro de él le dijo que le gustaría levantarse con Hermione a su lado durante todo lo que durase su vida y la eternidad.
.-Amm… Buenos días, Hermione –bostezó-. ¿Qué haces aquí tan temprano?
Lo único que obtuvo como respuesta durante unos segundos fue el alzamiento de una de las cejas de la chica poniendo una expresión ofendida claramente fingida.
.-Feliz Navidad para ti también, Ron –le dijo con sarcasmo amigable impregnando cada palabra.
La expresión confundida y adormilada de Ron sacó más risas de Hermione son poderlo evitar. Intentó ahogar las carcajadas poniendo la mano sobre su boca para no despertar a Neville que aún seguía durmiendo.
.-Venga, Ron, termina de despertar. ¿O es que ya no te acuerdas de que hay regalos esperando por tu a los pies de tu cama?
El adormilado cerebro del chico todavía tardó algunos segundos en procesar la información. Para cuando lo hizo, Hermione ya se había levantado y le había quitado lo poco de las sábanas que le cubrían de encima, instándolo a levantarse de la cama.
.-Hermione, es muy temprano y los regalos no se van a mover de ahí –se quejó, pero aún así se sentó en la cama y terminó poniéndose en pie.
.-Ya, pero así podemos aprovechar mejor el tiempo.
Ron volvió a bostezar y negó con la cabeza murmurando cosas ininteligibles. Se metió en el cuarto de baño y salió de él unos cinco minutos después aún despeinado pero ya sin cara de sueño ni legañas. Hermione, para cuando él entró otra vez a la habitación, había estirado las sábanas y las mantas y se encontraba sentada sobre el edredón esperándole.
.-Feliz Navidad, Hermione –dijo en cuanto se sentó a su lado en la cama.
.-A buenas horas –comentó ella-. Te has tardado un poco.
El chico no contestó. Simplemente se encogió de hombros con una pequeña sonrisa avergonzada e hizo algo que nunca había hecho antes: le dio un suave beso en la mejilla. Un encantador rubor coloreó las mejillas de la chica.
.-¿Y eso a qué ha venido? –preguntó Hermione al chico avergonzado con una expresión sorprendida y confusa en la cara.
.-No sé –Ron se volvió a encoger de hombros-. Te he visto como triste y creí que te gustaría.
Hermione le miró sorprendida. Había intentado enmascarar la tristeza que sentía tras la sonrisa que le había brindado al chico, pero, al parecer, Ron había conseguido traspasar su máscara y dar con sus verdaderos sentimientos.
Miró a Ron fijamente antes de abrazarle con fuerza y ocultar su cara en el cuello del chico. Ron la correspondió con rapidez, preocupado por ella. Durante los últimos días la había visto muy triste, quedándose ensimismada en algunas ocasiones o mirando con fijeza algunos sitios como el campo de quidditch o la sección de Defensa Contra las Artes Oscuras en la biblioteca, justo como había hecho a principios de curso cuando la desaparición de Harry aún era reciente.
.-Hermione, me prometiste que no ibas más a estar triste por culpa de Harry.
.-Ya lo sé, Ron –el sonido de su voz sonaba ahogada por el cuello del pelirrojo-, pero no puedes culparme por echarle de menos. Recuerdo que la Navidad era su época favorita desde que llegó a Hogwarts y que le encantaba jugar a las batallas de nieve con nosotros y con tus hermanos.
Unas cuantas lágrimas humedecieron la piel del cuello produciéndole un escalofrío a Ron. Por supuesto que él recordaba todo aquello, al igual que recordaba las risas que había compartido con su mejor amigo, sus caras cuando siempre perdía al ajedrez por mucho que se esforzase en ganar, la ilusión que le iluminaba cuando en la mañana de Navidad se despertaba y veía el montón de regalos que le aguardaban a los pies de la cama o las ganas con las que escribía las cartas que mandaba ese mismo día agradeciendo a todos los que le había regalado algo. Todas aquellas cosas, y más, se echaban muchísimo de menos. Pero claro, él tenía que ser fuerte para Hermione, él no podía decaer, él no podía ser débil.
Pero sin que Hermione le viera, dejó escapar un par de lágrimas por su amigo, las últimas lágrimas que derramaría por él.
.-Venga, Herms. Alégrate y vamos a abrir los regalos –la chica salió de ente los brazos de él con los ojos algo rojos y una sonrisa avergonzada en sus labios.
.-Lo siento –dijo, bajando la mirada hasta sus manos que había posado en su regazo.
.-No seas tonta –Ron alzó la cara de la chica y le secó las lágrimas con cuidado-. Ya te he dicho que es normal que le eches de menos, pero no creo que a él le gustase enterarse de que lloraste por él. Ya le conoces.
.-Ya lo sé.
Hermione se encogió de hombros y sonrió. Aproximó su cara a la de Ron y le devolvió el beso que le había dado el chico unos minutos antes.
.-Eres un encanto, Ron. No cambies.
Con una sonrisa, Ron cogió un paquete que tenía escondido debajo de la cama y se lo dio a Hermione.
.-Una muy Feliz Navidad para ti, Hermione.
Wolas! Ya, ya sé que este cap es un poco más corto de lo normal (solo un poco? ¬¬) pero el próximo prometo que es más largo en compensación. Y también sé que algunos diréis que este cap no sirve para nada, pero me apetecía poner cómo estaban pasando estos dos las Navidades sin el Chico de Oro, así que… bueno, aquí lo tenéis. Espero que os haya gustado, y si no lo ha hecho, pues lo siento :S Os aseguro que el cap siguiente tendrá mucha más acción ;)
Bueno, muchísimas gracias a todos los que me dejaron review y su opinión del cap anterior. De verdad, muchas gracias.
Un besote a todos. No os olvidéis los reviews ni vuestras direcciones de correo en ellos ;)
Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes
