Bueno les agradesco mucho a las personas que me dejan reviews es muy importante para mi, gracias Nariko, elanta, a lupe, a liot, a teleute, a pali y lalwen. HANTALË.

Este fic va dedicado a todas las personas que tienen y son amigos, para aquellos que dan todo por una amistad, ya que este es la esencia de nuestras vidas, ¿sin nuestros amigos que haríamos, con quien nos reiríamos o pelearíamos?, pero especial este fic va dedicado a Aleja, Kelly, Luisa, Nazly, George, Camilo, Henrry, etc, etc, etc, quienes siempre han estado a mi lado siempre (los quiero mucho) ahora disfruten del siguiente cap, espero que os guste.

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3. Buscando un Camino

- Pero, señor...- dijo preocupado el Elfo.

- No insistáis se celebrara y punto, espero que te halla quedado claro Osanwë (pensamiento)- dijo el Rey sin darse marcha atrás.

- Señor, si me dejáis insistir, en la frontera suroroccidental del reino nos han avisado que se acercan tropas de orcos listos para la batalla, sugiero que Pongáis un ejercito de elfos para ese día, y dispongáis de ellos para la protección del reino- insistió Osanwë.

- Desde que nació mi hijo, decidí que seria el "Día Bendecido" pasara lo que pasara, no lo pienso aplazar y es mi ultima palabra- dijo autoritario el Rey - Y no le comentes nada a Legolas, no quiero que se entere de lo que está sucediendo-

- pero, el tiene derecho a saber, ya no es un niño, es un joven deseoso de conocer y viajar a tierras extranjeras- renegó el elfo.

El rey quedo largamente pensativo, y como en un susurro- ahora retiraos - con una reverencia Osanwë se disponía a salir cuando el rey le detuvo y le dijo: - Esperad, quiero que montes guardias en aquella frontera para los días que vienen y si es necesario dispone de alguna tropa-

- Gracias, mi Señor- y con una sonrisa en los labios, Osanwë se retiro de la estancia.

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El día era realmente hermoso, listo para una celebración de real magnificencia, los ruiseñores cantaban y las nubes suaves corrían en el aire por el soplo de el viento, los árboles aun se erguían bellos y verdes en la parte norte del bosque que era custodiado por Thranduil, a pesar de algunos enfrentamientos que habían tenido en el sur del reino, aun así Thranduil aun no concebía la amenaza que se acrecentaba, la sombra que había arribado al bosque y que ahora se levantaba peligrosa y altiva en sus fronteras, pero que aun no eran percatados por los Laquendi. En todo caso, este era un día especial para todos ellos, era el "Día Bendecido" que ahora se realizaba todos los años después del nacimiento del Príncipe.

Legolas cuidadosamente alisto su traje, era un manto de color azul y abajo llevaba consigo una cota de malla fabricada en mithril, su cabello estaba cuidadosamente recogido por un pequeño broche. y lo único que Legolas esperaba era verse atractivo para ella, entonces se miro cuidadosamente al espejo y se dijo:

- Espero que así le parezca que estoy apuesto- mientras que arreglaba su manto ya que esperaba que estuviese impecable.

- listo- se dijo así mismo.

Sin esperar mas Legolas salió del palacio y se sentó junto al jardín y admiró las hermosas flores que allí se extendían, y vio como las figuras de Odín y Darón se acercaban junto a el.

- Aiya Legolas- dijo Odín levantando la mano – veo que estáis alegre como lo habéis hecho últimamente-

- ¿Cuándo os vas a decir cual es la afortunada elfa que te tiene tan distraído desde hace unos años?- le pregunto Darón a Legolas con una sonrisa maliciosa.

Las mejillas del joven príncipe se ruborizaron y no obstante siguió en silencio, pero al cabo de un rato el silencio fue interrumpido por Odín.

- mirad quien viene allí... es Anariel y Adranla-

Adranla era la Elfa más hermosa en todo el reino, su cabello era oscuro y sus ojos eran marrones, era carismática y espontánea, Mientras Anariel sus cabellos y ojos eran oscuros y profundos como la noche mas espesa que os podáis encontrar, no era tan bella como Adranla pero con una gracia superior, sus pensamientos y sentimientos eran mas penetrantes y silenciosa era la palabra que la describía. Pero en todo caso Adranla y Anariel se estimaban bastante.

- En Verdad... él me gusta- dijo Anariel sonrojada, mientras que Adranla permanecía en silencio, porque Adranla también sentía lo mismo por Legolas.

- Aiya- Exclamo Adranla mientras se acercaba corriendo hacia ellos en tanto Anariel le seguía con la mirada.

En cuanto se encontraron, tocaron las trompetas como anuncio del comienzo al festejo, al mismo tiempo que este grupo de amigos se dispusieron a dirigirse a la plaza principal y disfrutar de los juegos de competencia y bella poesía que se recitaba para ese día.

-Vas a participar de nuevo, ¿verdad?- pregunto Adranla dirigiéndose a Legolas.

-Si, eso creo- contesto Legolas un poco sonrojado. – Aunque sé que Odín va ganar de nuevo las competencias, es el mejor con el arco- dijo en tanto bajaba la mirada.

-Estar en la guardia debe servir para algo, principalmente si queréis ser un combatiente - Intervino Odín.

La poesía era recitada por los mejores cantores, entre ellos Darón con sus fascinantes versos que hablaban de guerras y princesas elficas del pasado, no obstante los mejores versos eran dedicados a la Elfa que había robado su corazón, en tanto las competencias con el arco se había prolongado, cada uno de los participantes se había esforzado y dado lo mejor de sí mismos, sin embargo la competencia final fue lidiada por Legolas y Odín, aunque Odín demostró ser el mejor arquero de la guardia del rey.

Ya al mediodía, todos los asistentes se reunieron en la plaza principal hecha de mármol, sus baldosas eran blancas y resplandecían con la luz de la luna y las estrellas, y ante la plaza se levantaba el magnificente palacio, enfrente de las grandes puertas del palacio se encontraba el trono de Thranduil y aquel que había pertenecido a Eirien, este sitial no había sido retirado por ordenes del rey, empero tampoco pretendía que fuera ocupado de nuevo. El rey llevaba una hermosa túnica verde con bordados de flores en su traje tejido especialmente para este día.

Era una hermosa tarde, las aves cantaban y las mariposas revoloteaban en el cielo, era como la primavera llegase con el día y a mayor plenitud, las hojas eran verdes y las flores lucían mas que nunca expidiendo uno de los aromas más agradables que podáis encontrar.

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-Me pregunto como la estarán pasando en la ciudad, el festejo iba hacer de total magnificencia- dijo un elfo que estaba encapuchado bajo el regazo del árbol.

-En verdad que la tarde es hermosa, sin embargo no vislumbra ante esta profundidad oscuridad que se extiende en el sur del bosque– Le contesto el otro eldar que estaba de pie junto a él.

El suave susurro de las ramas fue interrumpido por los confusos sonidos de los cuernos y aullidos que provenían cerca de la frontera, habían arribado sigilosamente, al asomarse uno de los guardias fronterizos diviso una gran compañía de orcos, fieros y despiadados y con sigo llevaban esas malignas criaturas... los wargos.

-Es la llamada de guerra de los orcos- grito uno de los guardianes.

-Que avisen al Rey!!- Exclamo el otro.

Rápidamente hubo una formación de Elfos tratando de evitar la acometida de los orcos por un tiempo, Athrod ágilmente tomo su caballo y se encamino velozmente a la plaza principal a Informar a su rey de lo que estaba sucediendo. El tiempo pasaba, tal vez siglos para aquel eldar antes de tener delante de sí la plaza principal, todos lo elfos que lo veían abrian paso hasta el trono del rey, allí Athrod se bajo del caballo y se dirigió inmediatamente hacia donde se encontraba el rey.

-¿Qué ha sucedido? y ¿por qué habéis interrumpido la festividad?- pregunto aturdido el rey.

-Los orcos!!- dijo en un suspiro, en realidad el pobre elfo estaba agitado y su respiración corría tan rápido como las aguas del rió- señor, cerca de las fronteras occidentales de vuestro reino, una tropa de orcos a arribado y en estos momentos deben estar atacando las fronteras y pronto se dirigirán hasta aquí- Exclamo preocupado.

-Se cancela todo, y que todas las mujeres y los niños sigan Athrod dentro del palacio- mientras que le daba las ordenes adecuadas a Athrod para que los dirigiese al palacio.

-seguidme-grito el.

Desde las batallas anteriores sucedidas en la Ultima Alianza, que habían sucedido cerca del reino se tomaban decisiones de tal magnitud a pesar de que la batalla fuese sin importancia o con ella. Pronto el rey estuvo encaminándose con una multitud de elfos para contrarrestar a los orcos que habían osado en atacar su reino, pero durante el camino, se encontró a Legolas que corría hacia él.

-padre dejadme ir con vuestro ejercito, y te demostrare que puedo ser mejor que todos vuestros combatientes juntos- Exclamo Legolas quien corría a lo lejos.

-NO- fue la única respuesta de Thranduil- Eres mi único hijo, y no estaré dispuesto a perderte al igual que tu madre, OLVIDATE de ello y ahora refúgiate en el palacio real, allí los guardias os estarán esperando- y a una orden de Thranduil el caballo echo a correr y con el lo seguía todo un ejercito.

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Entre toda la confusión que se vivía por estos momentos en el reino, se acercaron hacia el, Odín y Darón, que lo habían perdido de vista hace unos minutos. Y el joven príncipe les explico lo sucedido con su padre y el enorme deseo que se acrecentaba en su interior en participar en la batalla, sabía que algo tenía que hacer allí, como si algo lo llamase al campo de batalla.

-Te ayudaremos,... pero no podéis ir vestido de esta manera – le dijo Odín.

-Acaso, que inconveniente hay-

-Es obvio que si vais así a luchar, lo mas seguro es que se den cuenta de quien eres- le aclaro Darón mientras le deslizaba unos ropajes de soldado y una capa para que se ocultara.

-no supondrás que voy a ponerme estos ropajes, soy un príncipe!!- dijo en un tono orgulloso.

-Legolas, póntelo de una vez o té quedas, por cierto toma tu arco de Lórien que he traído conmigo, ahora vamos al Establo que allí te espera Astaldo.

Los tres Elfos corrieron velozmente al establo, allí los aguardaban tres caballos, pero el caballo mas hermoso pertenecía a Legolas blanco y noble era su semblante. En tanto Odín y Darón ensillaban a los otros dos caballos, ya que Legolas siempre montaba en Astaldo sin montadura, en cuanto el príncipe se cambio de vestuario, cada uno tomo su caballo y partieron así hacia la batalla.

Cuando llegaron a su destino tropas de orcos y elfos estaban desatando una feroz batalla, y entre el bullicio de los sonidos del choque de las espadas, Legolas con su vista aguda diviso a su padre asediado de orcos, pero este, en unos instantes se libro de todos, y estos cayeron a sus pies acecinados, el joven príncipe se sintió mas que orgulloso de ser el hijo de Thranduil, sin embargo, en breves momentos los orcos se a balancearon contra los tres elfos, lo cual estos ágilmente se retiraron y de inmediato Legolas saco a relucir a ambar, y con el asesto unos cuantos golpes a sus enemigos quienes cayeron a sus pies, mientras Odín y Darón luchaban a su costado.

-Me empieza a gustar esto de matar orcos- dijo entusiasmado Legolas.- y además la victoria es casi inminente-

La batalla estaba por terminar, y la victoria había sido clara como la mañana, los elfos habían resistido la ofensiva y pocos de esas repugnantes criaturas habían logrado huir de la batalla, pero por orden de rey, los caballeros mas veloces los siguieron hasta darles muerte, pero aun quedaban los jefes orcos, que aun luchaban aferradamente..

-AHHHHHH!- fue el grito de dolor del joven príncipe. Uno de los grandes orcos había atacado a Legolas por la espalda, no obstante Legolas se aparto ágilmente mientras disparo una de sus flechas hacia el ojo del orco y se dio cuenta que había sido herido en su brazo izquierdo, en la cual la herida no se detenía en sangrar. Entonces Odín se acerco hacia el y detuvo la hemorragia con un trapo viejo que había encontrado.

A pesar de todo, uno de los orcos que se encontraba en el suelo, no había muerto del todo, era Grashik quien estaba esperando el mejor momento para acecinar el rey. Todos los elfos empezaban a retirarse, ya que la batalla había terminado y aun así, habían elfos quienes habían sido heridos durante la contiéndalos cuales necesitaban atención medica, entre ellos Legolas. Cuando Thranduil se disponía a dirigir a su ejercito de vuelta, Grashik se puso de pie y en un movimiento rápido había tomado su espada para darle muerte al rey, fue cuando en estos mismos instantes una flecha se clavo con exactitud en su garganta, fue tal el sonido que emitió el orco que todos en el bosque oyeron el grito de dolor del orco. Todos se dieron la vuelta a ver rápidamente que había sucedido, y vieron aquel orco muerto, mientras que su sangre derramada envenenaba la hierba que había al su alrededor, el rey estaba estupefacto su vida había corrido peligro sin él haberse percatado.

Y allí se encontraba él, el elfo que había salvado la vida del rey y a su alrededor yacía una docena de cadáveres de orcos, y sosteniendo con su brazo izquierdo el magnifico arco tallado cuidadosamente en mallorn, y a pesar de estar herido, tuvo las fuerza suficientes para salvar a su rey de la muerte.

Thranduil desmonto su caballo y se dirigió hacia el elfo encapuchado, pero sin perder detalle de aquel excelente combatiente, sentía que le era familiar y que era un hermoso elfo y noble.

-Habéis salvado mi vida y no tengo como agradecértelo- dijo altivamente el rey.

Legolas estaba en un verdadero conflicto, pues justo enfrente del se encontraba su padre, bajo la cabeza lo mas que pudo y trato de simular su verdadera voz.

-No fue por nada mi alteza, estoy siempre a vuestras ordenes - e hizo una profunda reverencia.

-Pero, quien sois??, Nunca te creí haber visto en mi reino, dejadme ver vuestro noble rostro- pregunto el rey tratando de buscar con la mirada el semblante del joven de entre la capa.

-Si me lo permitieses, preferiría no revelaros mi nombre, mi señor- al terminar la frase los murmullos de los demás elfos no se hicieron esperar ya que esto era una falta de respeto hacia el rey, en todo caso a Thranduil no le molesto y en cambio asintió con la cabeza invitándolo a cabalgar junto a el.

-Bien, si eso es lo que deseáis, no habrá problema alguno-

Legolas se acerco junto a él, e inmediatamente empezaron a cabalgar, mientras Darón y Odín se limitaban a seguirlos. La oscuridad ya había caído en el reino y ahora las sombras se apoderaban en el bosque, largo tiempo paso mientras volvían a la ciudad, todos los Laquendi que se habían quedado en la ciudad, ahora salían de los refugios para dar una gran bienvenida a aquellos que volvieron de la batalla, el cual fueron recibidos con cantos armoniosos de gloria y victoria que iba acompañado del dulce aroma de los árboles. Todos los allí presentes se dirigieron a la plaza principal, Thranduil en tanto había bajado de su caballo para ahora dirigirse hacia su trono, allí se sentó e invito al joven elfo que desmontara también y se situara ante él.

Thranduil pensó cuidadosamente las palabras que fuese a pronunciar.

-Seré los mas directo que pueda, ¿decidme quien eres? y ¿que queréis a cambio de haber salvado mi vida?-

Era lógico que Legolas estuviera nervioso, que su corazón palpitara tan rápido como le era posible y que empezara a sentir frió en sus manos, mientras sus dos amigos le susurraban: -no lo hagas-, pero a pesar de todo Legolas lleno su corazón de valor, y al fin empezó hablar, su voz era frágil pero a medida que hablaba sus palabras se volvían más fuertes.

-Yo, me llamó Legolas, Hojaverde, príncipe del bosque e hijo de Thranduil- mientras retiraba la capa y dejaba al descubierto su hermoso rostro ante los allí presentes- y lo único que deseo es pelear contra las fuertes del enemigo- finalizo Legolas con su altiva expresión de orgullo, y se vio como un esplendor brillaba en los ojos de Zafiro que mostraban constancia y valor.

El rey quedo atónito ante está revelación, no sabía en que pensar, no sabía lo que estaba sintiendo... no sabía que hacer, sentía Ira, pero a la vez agradecimiento, Si Legolas no hubiese obedecido, mas seguramente el no estaría allí, pero incumpliendo a su orden, en verdad se sentía entre la espada y la pared, al cabo de unos minutos después de haberlo pensado un largo rato, al fin hablo con voz altiva.

-Legolas, Hoja Verde, me habéis desobedecido y merecéis un castigo, y si hubiese querido protegerte era por que no deseaba perderte como a tu madre- Hubo desconsuelo y melancolía en los ojos del Rey- pero, habéis salvado mi vida desobedeciéndome, serás libre... y súbdito, me desobedeciste y me salvaste, serás castigado y recompensado, serás libre de ir adonde te plazca, pero así mismo tendrás derechos y deberes como los aquí presentes, y desde estos momentos estarás a mi servicio, pero no tendrás la necesidad de explicarme tus asuntos y yo no tengo derecho de reclamarte- Finalizo el rey, poniéndose de pie y dirigiéndose hacia el palacio real acompañado de sus guardias reales, de repente Thranduil se detuvo, giro lentamente y dijo:-por cierto, no viviréis mas en el palacio- Sin embargo, Legolas le interrumpió preocupado –pero, ¿en donde pasare la noche padre?-.

-No se, no es mi problema, es vuestro problema,... espera, ya se quien os puede ayudar, decidle a tus amigos- miro a Odín y Darón, el cual mas que nunca se sintieron intimidados por la mirada penetrante por parte del rey. Sin decir mas el rey desapareció ante los presentes, mientras Legolas se encontraba ante la puerta construida de mármol y con algunas incrustaciones de oro y diamante.

Y Estaba allí, Aquel elfo solitario que había desafiado a su padre y que ahora se sentía ante la interperie de los peligros del mundo, estaba allí desconcertado sin saber que hacer, sin embargo se sentía libre, estaba allí solo y bajo la noche resplandeciente de estrellas.

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Inmediatamente la plaza principal estuvo desolada y en ella solo quedaron Odín, Darón, Legolas, y junto a ellos se encontraban Adranla y Anariel quienes habían presenciado todo, entonces pensó: - habrá valido la pena haber hecho lo que hice??, pero que va a ser de mi, y ahora he desobedecido a mi padre...no se que hacer- de repente sus pensamientos fueron interrumpidos, pues un abrazo había llegado a el –pero, ¿quien es?- Se pregunto, y mientras abría sus ojos, vio como el suave cabello negro de Árdanla rozaba con su rostro.

Legolas se ruborizo, en tanto correspondía a su abrazo, sin embargo Anariel se lamentaba en su interior, por que se dio cuenta que los dos se amaban y eran correspondidos, exento lo que nadie sabia, era que Odín amaba profundamente a Árdanla, pero sabía que no podía competir contra Legolas, además era un gran amigo para el y solo añoraba su felicidad.

-Permitidme Interrumpirte- dijo Darón mientras tomaba del hombro a Legolas – pero pienso que no tienes en donde quedarte y creo que tal vez os puedo ayudar, si quieres podéis vivir un tiempo conmigo y mi familia ¿si os parece?-.

-por supuesto- exclamo Legolas mientras le estrechaba una mano a Darón y se separaba dulcemente de Adranla.

-Aguarda un momento – dijo Odín con malicia- vamos a llevarte a la Perca Dorada, A Celebrar el día de hoy como debe ser-

-Celebrar como debe ser...-contesto Irónicamente Legolas.

-Esperad-Dijo en tono grave Anariel- Legolas sigue aun herido, y aun así nadie le ha atendido- señalando la herida del brazo izquierdo que parecía haber empeorado-Al menos tenemos que hacer algo por ello – Anariel tomo rápidamente agua de un frasco que llevaba consigo, separo el trapo sucio que envolvía el brazo, lavo suavemente la herida y rasgo su vestido para poder cubrirla - ¿ya te sientes mejor?- le pregunto.

-Si...pero no debiste haberos molestado- contesto avergonzado Legolas.

-No hay problema, igual ya no me gustaba este vestido y que mejor utilidad pudiese darse?- y mientras lo decía se dirigió a donde se encontraban sus demás amigos- por cierto ya podemos ir-.

Ciertamente todos quedaron sorprendidos, Anariel nunca le había gustado visitar la Perca dorada y en todo caso había decidido ir aquella noche, Legolas miro la luna pálida que se erguía fría y altiva en la noche oscura y una brisa cálida rozo su piel, entonces miro a sus amigos en ademán de que era hora que partiesen... por largo tiempo caminaron por los senderos solitarios y vieron que todos los Laquendi ya se encontraban en un profundo descanso, mientras que el, él príncipe del bosque se paseaba moribundo entre los senderos, Legolas vio como en el final del camino se levantaba una casa distinta a las demás, sus luces aun se encontraban encendidas y claramente se oían las voces de algunos de los elfos que se encontraban allí, se detuvieron enfrente de la puerta, Legolas dudaba Y sin embargo Odín lo iba empujando hasta que hubieron entrado en el lugar, el elfo diviso como se divertían a pesar de las adversidades y se deleitaba con el buen humor que poseían, Darón le enseño un lugar donde se podía sentar, mientras que los demás se sentaban junto a él, Odín solicitó que le sirviesen uno de los mejores vinos que tenían en aquel lugar, el cual una hermosa Elfa de cabellos rubios y ojos plateados les llevo el vino, todos brindaron por las hazañas cometidas en el día mientras se disponían a beber, aunque Legolas se sentía solo y ante todo temía que no fuese aceptado en aquel lugar, se encontraba hundido en sus pensamientos pero no pudo evitar escuchar una historia, una historia que maravillaban a sus oídos, mas exactamente una canción Que en tiempos inmemorables ya era cantada, y giro lentamente la cabeza y vio la misma Elfa quien les había llevado el vino, era la misma que ahora estaba cantando la misma historia que alguna vez le canto su madre en tiempos ya lejanos, Legolas no pudo evitar tristeza y desolación en su corazón.

Las hojas eran largas, la hierba era verde,

las umbelas de los abetos altas y hermosas

y en el claro se vio una luz

de estrellas en la sombra centelleante.

Tinúviel bailaba allí,

a la música de una flauta invisible,

con una luz de estrellas en los cabellos

y en las vestiduras brillantes.

Allí llegó Beren desde los montes fríos

y anduvo extraviado entre las hojas

y donde rodaba el Río de los Elfos,

iba afligido a solas.

Espió entre las hojas del abeto

y vio maravillado unas flores de oro

sobre el manto y las mangas de la joven,

y el cabello la seguía como una sombra.

El encantamiento le reanimó los pies

condenados a errar por las colinas

y se precipitó, vigoroso y rápido,

a alcanzar los rayos de la luna.

Entre los bosques del país de los ellos

ella huyó levemente con pies que bailaban

y lo dejó a solas errando todavía

escuchando en la floresta callada.

Allí escuchó a menudo el sonido volante

de los pies tan ligeros como hojas de tilo

o la música que fluye bajo tierra

y gorjea en huecos ocultos.

Ahora yacen marchitas las hojas del abeto

y una por una suspirando

caen las hojas de las hayas

oscilando en el bosque de invierno.

La siguió siempre, caminando muy lejos;

las hojas de los años eran una alfombra espesa,

a la luz de la luna y a los rayos de las estrellas

que temblaban en los cielos helados.

El manto de la joven brillaba a la luz de la luna

mientras allá muy lejos en la cima

ella bailaba, llevando alrededor de los pies

una bruma de plata estremecida.

Cuando el invierno hubo pasado, ella volvió,

y como una alondra que sube y una lluvia que cae

y un agua que se funde en burbujas

su canto liberó la repentina primavera.

El vio brotar las flores de los elfos

a los pies de la joven, y curado otra vez

esperó que ella bailara y cantara

sobre los prados de hierbas.

De nuevo ella huyó, pero él vino rápidamente,

¡Tinúviel! ¡Tinúviel!

La llamó por su nombre élfico

y ella se detuvo entonces, escuchando.

Se quedó allí un instante

y la voz de él fue como un encantamiento,

y el destino cayó sobre Tinúviel

y centelleando se abandonó a sus brazos.

Mientras Beren la miraba a los ojos

entre las sombras de los cabellos

vio brillar allí en un espejo

la luz temblorosa de las estrellas.

Tinúviel la belleza élfica,

doncella inmortal de sabiduría élfica

lo envolvió con una sombría cabellera

y brazos de plata resplandeciente.

Larga fue la ruta que les trazó el destino

sobre montañas pedregosas, grises y frías,

por habitaciones de hierro y puertas de sombra

y florestas nocturnas sin mañana.

Los mares que separan se extendieron entre ellos

y sin embargo al fin de nuevo se encontraron

y en el bosque cantando sin tristeza

Desaparecieron hace ya muchos años.

Todos aplaudieron a la joven Elfa, en tanto Legolas quedaba maravillado, entonces el joven príncipe se volvió hacía sus amigos el cual iniciaron una conversación que a medida que avanzaba se tornaba familiar y divertida, el tiempo se paso vertiginosamente y se vieron en la necesidad de volver a sus casas. Juntos salieron caminando por el sendero y a disposición que avanzaban se iban separando, los primeros en hacerlo fue Adranla y Odín, ya que el se había ofrecido en acompañarla, seguidamente fue Anariel y pronto Legolas y Darón se vieron caminando solos.

Cuando estuvieron frente a la puerta de la casa de Darón, Legolas dudo de si mismo, dudo si era conveniente que se quedase con Darón.

-¿Seguro que no os dirán nada si te ven venir conmigo?-

-por supuesto que no, mi familia estarán gustosos en tenerte en casa- dijo Darón con una sonrisa, mientras que habría la puerta con una de las llaves que llevaba consigo, la abrió lentamente al mismo instante en que lo invitaba a seguir.

-Darón ¿por que habéis llegado tarde?- pregunto la niña Elfa mientras le abrazaba con afectuosidad.

-cuantas veces os he dicho que no estés tanto tiempo despierta, recuerda que debéis descansar- le replico Darón.

-Es que no puedo dormir, si no me cantas al menos un poco- dijo la niña cruzándose de brazos y fingiendo estar molesta, sin embargo no tardo en estar de nuevo alegre y con curiosidad observo a Legolas, se acerco hasta él mientras que este se inclinaba para verla mejor, era una niña de tez blanca, sus cabellos eran negros como la noche y sus ojos eran como pequeñas esmeraldas que brillasen con alegría.

-Aiya-Dijo ella.

-Aiya!- respondió el mientras le tomaba la mano, y se la besaba dulcemente –¿y cual es tu nombre?- pregunto.

La pequeña se ruborizo y bajo su mirada mientras movía su pie.

-Me llamó Esselya-

-Espléndido nombre, es un placer conoceros bella dama-

Legolas tomo su postura normal y se percato como un elfo también de cabellos oscuros junto a una dama Elfa de tez pálida y cabellos rubios se acercaban hacia él.

-Alamrë (Salud),Osanwë-.

-Aiya! Máratulda coanyanna (¡Hola! Bienvenido a mi casa)- Dijo Osanwë mientras observaba a Legolas – Ella es mi bella esposa Laitalë-

-Alamrë- Contesto Laitalë mientras hacía una reverencia.

- Tula, hara yo emmë (Ven, siéntate con nosotros)- dijo Osanwë mientras le señalaba un banquillo pulidamente tallado. Legolas aceptó y se sentó junto a él.-Así que vais a pasar uno días con nosotros, ¿no es así?- dijo Osanwë mientras se llevaba la Mano a la barbilla.

Legolas se asombró ya que en ningún momento había comentado algo sobre el asunto, bajando levemente su rostro.

-si- dijo al fin en un suave susurro.

-No os preocupéis, podréis estar aquí todo lo que te parezca necesario – dijo el Elfo mientras se suavizaba su expresión.-me imaginó que estaréis cansado así que no te demorare mas- y dirigiéndose hacia Esselya – Hija, conducidlo a su habitación.

-Si, Atto- respondió la pequeña sin objeción mientras tomaba de la mano a Legolas y lo conducía a su habitación. Legolas entro allí y vio las suaves cortinas blancas que se movían con fineza a causa del viento, cerca se encontraba un escritorio cuidadosamente tallado, y en frente se extendía una suave y hermosa cama, la niña se despidió de el joven príncipe y cerro la puerta con delicadeza, mientras que el extendía sus brazos y se dejaba caer sobre la cama, como una hoja en otoño donde un dulce sueño lo envolvió.

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Xxxxxxxfaaaaa, dejad reviews y hantalë a todas las personas que me han colaborado, perdon pali por lo de leg, pero ai es la vida cuando desobedecemos a nuestros padres, elanta gracias por inspirarme por la historia de la dama blanca,a lalwen por escribir cosas lindas de mi fic, a teleute por leer este fic de legolas,a lupe por sus recomendaciones y a nariko por escribrir tb sobre leg.