Aiya!!! Aquí os traigo otro de los raros capítulos sobre legolas, espero que os guste.

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7. Andando por el Sendero

Había una quietud vigilante en el aire, aun se encontraban algunas estrellas en lo alto del cielo, blancas y pálidas como una muerte venidera y el cielo se encontraba oscuro. Un azul profundo lo invadía y una blancura inmensa se expandía en el oriente, y entre los colores fríos, daba unos nuevos matices al cielo. No faltaba mucho para que despuntara el alba y su deslumbrante aurora se quebrara en rayos para iluminar la tierra que se extendía en frente del sol, la tierra media.

El lecho estaba caliente, confortable para el fatigado que busca reposo en las suaves mantas. Legolas se encogió de repente entre las blancas sabanas, como si no quisiera alejarse de ellas, como si el exterior fuera una amenaza constante a los peligros de la interperie. Sus ideas luchaban unas con otras, no quería levantarse de tan reconfortante lecho, pero una misión le esperaba en pocas horas. Al fin había tomado una decisión y estiro sus largos brazos y las dejo tendidas sobre las mantas y un profundo suspiro le lleno el alma.

-El día ha llegado- dijo con pesadez.

Toc, toc, la puerta retumbo.

-pasad-

-Aiya Legolas- Saludo Darón con una aparente sonrisa, estaba vestido de verde y pardo, y con una capucha que le cubría el rostro – aun guardaba la esperanza de encontrarte dormido para haberte sorprendido-.

-Debería decir- Dijo Legolas incorporándose -que hace horas que llevo despierto dando vuelta a mis pensamientos-

-No os preocupéis, mas ahora es tiempo de que te levantes, Odín ya se encuentra presente en una de las habitaciones- dijo Darón –Entre los dos nos encargamos de empacar las armas y las provisiones en un fardo, por cierto que dejaste tu arco de Lórien tirado en la entrada, sin embargo ahora reposa con las demás armas y las provisiones ya hacen en el lomo de los caballos que pensamos llevar, así que debemos pasar por las caballerizas-.

-Hantalë, no sabría como agradecértelo- Dijo Legolas, poniéndose de pie del lecho y alistándose con algunas ropas - más tarde os contare lo sucedido de la noche anterior, sé que os debí ayudar-

-Más os vale señor zángano- Dijo Darón en tono desafiante, serio y frunciendo el ceño -más de esta no os libraréis tan fácil -

Legolas lo miró lentamente a los ojos, y dejo salir de sus tiernos labios una sonrisa tan vibrante cómo la caída de las rocas desde un precipicio, pero tan clara y límpida como el agua de el Entaguas. Darón lo miro con seriedad mientras se sentaba junto a él.

-Legolas, por largo tiempo no te escuche una risa tan alegre- Dijo mientras una leve sonrisa se le dibujaba en el rostro y le suavizaba el semblante. – Mirad lo que he traído, nos vestiremos igual- Darón le había extendido un ropaje del mismo color y modelo que llevaba al igual que la capucha de color verde oscuro.

-La ropa de los Laquendi- dijo Legolas en un susurro mirando con atención las ropas de colores pardas y verdes como si estuviesen diseñadas para ocultarse entre las hierbas, los árboles,…la naturaleza. Pasó su larga mano sobre ellas, palpando su textura.

-Es verdad- dijo Darón –de las mismas con las que se visten los mensajeros del rey, seguramente verás a Odín y a Athrod con estas mismas ropas. ¡Pruébatela rápido! Que os estaré esperando junto a Odín en la habitación consiguiente-. Y diciendo esto se alejo de Legolas cerrando la puerta con cuidado.

-Soy Legolas el elfo, Legolas el mensajero del Rey, Legolas del bosque- Exclamó con Ironía al mirar las ropas, pero en su interior empezaba a entender la misión de todo aquello.

Odín y Darón se encontraban sentados en dos bancos de madera labrados finamente, el cual se alcanzaba a divisar el bordeado de unas flores alrededor de unas ramas. Los dos elfos estaban discutiendo sobre los pormenores del viaje cuando Legolas se encontró justo en frente de ellos.

-Aiya, Odín- Le saludó Legolas percatándose que Darón y Odín llevaban las mismas ropas verdes y pardas. Odín tenía el rostro ensombrecido por la capucha, levanto la mirada tenuemente descubriendo el semblante que le cubría la capa.

-Os veis muy bien con esos trajes, mease Legolas-. Dijo Odín.

-¡Acercaos!- exclamo Laitalë mientras llevaba consigo un poco de Hidromiel, frutas y con un delicioso pan de camino. –No os permitiré viajar con los estómagos vacíos, comed y bebed para que el camino se torne más agradable-.

Las frutas, el hidromiel y el pan de camino estaban dulces para el gusto de los elfos, lo saboreaban con cuidado y gracia, pero en el sabor sentían la amarga despedida porque los elfos siempre ponen su pensamiento en todas las cosas que hacen, y seguramente Laitalë había preparado el pan de camino y el hidromiel con aquella pesadez en el corazón, ya que nunca, ninguno de los tres habían viajado tan lejos. Al terminar de comer, los tres elfos se pusieron de pie e hicieron una profunda reverencia hacia Laitalë, sin embargo Esselya apareció en la habitación tomada de la mano de Osanwë.

-Darón- dijo acercándose a él- que Eru os proteja, y que el bien os acompañe-.

Laitalë y Esselya se acercaron a él y todo se consumió en un fuerte abrazo.

-Darón, no te demores –dijo en sollozos la pequeña.

¿Quién me cantara en las negras sombras de la noche?

¿Cuándo las estrellas se apaguen y la luna se oculte?

¿En el momento que tenga miedo y el peligro me aceche?

¿Cómo cuidare mi intranquilo sueño en las noches?

¿Y en que forma disipare las sombras que se cubren en mi corazón?

-Que Eru te cuide- le dijo Laitalë -Y no olvides llevarle mis más gratos saludos a Miluinel y llevadle la carta que te he entregado-.Y mientras Osanwë se le acercaba y le estrechaba la mano con entrañable ternura dándole una palmada en el hombro Luego se dirigió hacía los tres elfos y escrudiñando con la mirada a cada uno les dijo:

- Nai Eru varyuva len.- (Que Eru os guarde)

Los tres Elfos inclinaron la cabeza con profundo afecto y se retiraron de la estancia. Ya se hallaban a unos 4 metros de distancia y alcanzaban a oír la voz proveniente de los labios de Esselya.

-¡Mára valto! (¡Buena Suerte!)-

Más ellos nunca miraron hacia atrás, siempre adelante los llevaban sus ligeros pies, atravesando árbol y hoja, agua y tierra. Apresuraron el paso hasta que al fin se encontraron en las caballerizas y allí, vio Legolas de nuevo a Astaldo con sus crines blancas y de perfil orgulloso, el caballo estaba en aquel lugar desde la noche en que fuera el día bendecido, había sido conducido hasta allí por uno de los guardias sin que Legolas se hubiese percatado.

-Mi querido Astaldo-dijo mientras le acariciaba las crines y este le pasaba el hocico por el cuello.

-Legolas tomad- dijo Odín pasándole el arco de Lórien y la daga: ambar, aquella que le hubo obsequiado Celeborn en el día de su nacimiento. Ajusto la daga al cinturón encajándola en una vaina de plata con flores bordadas y el arco poniéndola en su espaldar.

-Todo esta listo- dijo Darón – Las armas ya las tenéis y las provisiones han sido debidamente empacadas, ¡mirad! – Exclamó señalando con el dedo, el frío cielo que se alcanzaba a divisar de entre una de las ramas –ya pronto despuntara el alba, es hora de estar en frente de las puertas del palacio-.

Legolas y Odín subieron en los caballos al igual que Darón, y salieron de allí dirigiéndose a las grandes puertas. No tardaron en llegar y a los pocos minutos de haber llegado, se levantó el sol lentamente dando al despertar a las aves y a las flores, pero al mismo tiempo se ocultaban las criaturas de la oscuridad en sus guaridas, porque maldecían la luz desde sus adentros. Thranduil, rey del bosque se encontraba en aquel lugar de pie frente a las puertas, inquebrantable y con la postura erguida cuando arribaron los tres elfos. Junto a él también se encontraba Adranla con un hermoso vestido azul con bordados florales y con el cabello recogido, sin embargo allí no se encontraba Anariel, como hubiera sido de esperarse.

-¿Dónde esta Athrod?- Pregunto el Rey cuando los vio llegar.

-Esperábamos encontrarlo aquí, mi señor- respondió Darón.-ya que lo acordado había sido encontrarnos aquí mismo con él-.

-Algo debió haberle sucedido-dijo el Sindar – porque hace una hora se encontraba en mi presencia, sin embargo desapareció, más creí que su ausencia correspondía a que fue en su busca-.

La mente de los tres elfos empezaba a nublarse y las ideas pasaban fugaces por sus mentes como la de retrasar el viaje o por el contrario continuarlo con guía o sin él, sin embargo a los lejos vieron un jinete a galope, vestido de verde y pardo, el rostro lo llevaba cubierto por una capucha que escondía el semblante por medio de sombras y un pañuelo de color grisáceo cubría la mitad del rostro: desde la nariz, hasta la barbilla. A su costado llevaba una espada y en la espalda portaba el arco. Se detuvo en frente de ellos, desmontó y se dirigió hacia el rey, parecía ser de menos altura y por las manos descubrieron que era de tez blanca.

-Señor, perdonadme por la demora- dijo haciendo una reverencia.

-No os preocupéis, Athrod- dijo el Rey – más espero que tu falta no se vuelva a repetir-.

-¡Si señor!- dijo Athrod –os lo prometo-.

La esperada hora de la partida había llegado. Adranla se acercó hacía Legolas y le dio un fuerte abrazo, mientras que a Odín, a Darón y Athrod les daba palabras de aliento para que no quebrantasen durante el camino.

-Tomad pan de camino- dijo Adranla entregándolas a Legolas- Os servirán a todos ustedes-.

-Permitidme doncella Adranla – Inquirió Darón –pero, me gustaría saber en donde se encuentra la joven Anariel-.

-Anariel- repitió Adranla –no la he visto desde la tarde de ayer, sin embargo contad con que os tendrá en pensamiento y mente, que tengáis un buen viaje-.

Thranduil se acercó hacia Legolas, silencioso y grácil, le indicó que se acercara mientras lo alejaba un poco de aquel grupo.

-Legolas- dijo –Espero que Eru te guarde y cuide tus caminos-.

Legolas permaneció en silencio por un momento, pero de sus labios brotó una palabra como la flor que brota en la primavera.

-¡Padre!- dijo vacilante. Thranduil se acercó y le dio un fuerte abrazo, llenas de ternura y dulzura, de paternidad y amor.

-Hijo- susurró –no sabes lo orgulloso que me haces, espero que entiendas mis razones por lo que ha sucedido, tan sólo quiero que seas un señor de los Laquendi, no honrado por su titulo, sino honrado por sus meritos y actos, cuento contigo y sabed bien que siempre estas primero en mi corazón y en mi pensamiento-.

-Padre, ya lo sabía – respondió Legolas –Y en mi corazón habita la lección que me has dado, pero cuenta conmigo, porque seré tu guardia o tu mensajero, pero mas que todo tu hijo-.

-No olvidare tus palabras- dijo Thranduil- y recuerda ahora las mías, pues a tu regreso las puertas de mi casa te estarán abiertas-.

Legolas lo contempló por un momento, con una dulzura encendida, con un amor profundo y fraternal, hubiera durado horas con tan sólo contemplando el semblante de su padre, un verdadero señor de los Laquendi, alto y orgulloso. Sin embargo los demás esperaban, pues era hora de partir y entre más avanzaran con la luz de Arien sería mejor para el viaje. Legolas se acercó junto a ellos y esbozo una suave sonrisa. En tanto Thranduil dio una última mirada al grupo y se adentro a los innumerables pasadizos del palacio. El silencio se alargo llenando cada sombra, cada agujero.

-¡Es mejor partir ahora!- dijo Athrod con voz límpida.

-¡Esperad!- irrumpió Adranla – necesito hablar con voz- dijo mirando a Legolas. Legolas asintió y se alejaron lo suficiente del grupo para no ser oídos. Darón y Odín y Athrod guiaban su mirada a cada movimiento que Adranla conllevara. A parecer de ellos Adranla era la que más hablaba mientras que Legolas asentía con la cabeza o hacía algunos movimientos finos con los brazos, sin embargo, los níveos brazos de Adranla se extendieron llevándolos a abrazar el cuerpo del elfo, e instantáneamente llevaba sus rojillos labios a los de Legolas hasta que se posó en ellos. Darón y Odín y Athrod quedaron estupefactos, el tiempo se había detenido y ahora ellos tenían la mirada gacha, en especial Odín, porque el profundo dolor lo atacaba, lo enardecía, lo punzaba…. Cuando volvieron a levantar la mirada, ya Legolas se encontraba en frente de ellos, su rostro era pálido excepto por sus mejillas que estaban levemente coloreadas. Miraron a lo lejos pero no vieron nada, aun con su vista aguda. Adranla había desaparecido y a Legolas lo embargaba la vergüenza.

-Vamos- dijo alentando Darón – nos queda un largo camino-. Así los cuatro elfos subieron a cada corcel, acariciando sus crines y hablando con palabras dulces y susurrantes hacía sus oídos.

Se habían alejado ya lo suficiente del reino del señor del bosque. Odín, Darón y Legolas iban guiados por Athrod que iba adelante, con la capucha gacha y en silencio de muerte. Galopaban lentamente y tan sólo se escuchaban los lejanos sonidos de los riachuelos y el crujido de las ramas bajo los pies de los caballos, porque los cantos de las aves habían callado y una débil luz asomaba por las ramas.

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El salón estaba en silencio y la soledad la abarcaba, pero unas débiles lucecitas alumbraban el lugar, los ventanales eran enormes y los estantes de gran altura. Caminó con cautela hasta uno de ellos y tomo con la nívea mano un libro, forrado de cuero verde y con algunas inscripciones de Sindarín y otras en Quenya, lo abrió con cuidado y sopló en el interior. Y unos puntos minúsculos salieron a volar dispersándose en la habitación. Los ojos de cielo se volvieron a la hoja amarillenta por la longevidad, pasó una a una con cuidado cada hoja, hasta que al fin hallo lo que buscaba. Era un mapa de Endor y con el largo dedo señalaba varios lugares y ríos hasta que se detuvo en un lugar en especial.

-Ese es el valle de Imladris-

El pequeño levanto la cabeza dorada cerrando el libro y dejándolo en su sitial.

-¿Puedo ir algún día?- dijo vacilante el pequeño.

-¡Claro!- Exclamó el rey inclinándose hasta ver mejor los pequeños ojos azulados –Algún día conocerás el valle escondido y sus cantos, su alegría y tristeza. Tal vez lo hagas pronto o no, pero no es momento de discutirlo, ve hijo, ve a dormir que mañana tienes clases de Quenya- El pequeño hizo una reverencia y se alejó del lugar dejando nuevamente solitario el salón.

-¡Legolas!- la voz límpida de Athrod lo habían sacado súbitamente de sus pensamientos -¡mirad!-.

Legolas se acercó con lentitud al lugar señalado por Athrod, desmontó del caballo. Y lo que vio era un árbol, o lo que se podría decir de lo que quedaba de un árbol. Había sido talado sin piedad y ahora se encontraba en el suelo, consumido por las llamas y por las asquerosas runas de los trasgos o por criaturas más oscuras e inimaginables para los cuatro Eldar. Legolas miró a su alrededor y se dio cuenta con horror que no era el único, varios de los hermosos árboles donde el había paseado en tiempos mas venturosos estaban crepitando, bajó su cabeza con profunda pena y llevó la mano hacía la carta que tenía junto al pecho, entendiendo, tal vez el significado que contenía esta.

-Ya nos estamos acercando a los lindes del Bosque- comentó Odín. –sin embargo, algo temible está sucediendo en Mirkwood, algo peor de lo que me hubiera podido imaginar-.

-Es verdad- afirmó Darón. –Pero, es difícil enterarnos de muchas cosas estando en el corazón del reino-.

Athrod estaba distraído tanteando el rededor.

- No estamos solos- dijo con desdén –Hay guardias del rey cuidando estos lugares- se apresuró a decir viendo el rostro de los tres elfos. Se inclinó con rapidez para contemplar mejor el árbol decrepito que se encontraba a sus pies.-Aunque esto no paso hace mucho tiempo, no obstante, los guardias se encargaran de el saneamiento de este lugar-.

Los elfos se miraron y prosiguieron la marcha, sus corazones aun iban oprimidos, en especial por Athrod y Odín, aunque Athrod se alejaba del grupo y seguía con el capuchón bajo y en cuanto lo posible evitaba preguntas por parte de los tres elfos que le pudiesen ser incomodas. Por otra parte, Legolas se había acercado a Odín silenciosamente.

-¿Odín que tenéis?-pregunto quedadamente Legolas. Odín lo miró lentamente con una mirada inquisitiva y endurecida.

-¿No sabéis?- dijo con sequedad. Las mejillas de Legolas se tiñeron en escarlata mientras negaba con la cabeza. Athrod se percató de lo que hablaban, pero no le dio mucha importancia, sabía bien porque Odín hablaba duramente con Legolas. No obstante, vio como Legolas le explicaba a Odín todo lo que en realidad había pasado.

-Eso explica todo- dijo afablemente Odín, suavizando su rostro al ver la débil sonrisa que se había dibujado en los labios de Legolas.-Por lo que veo no fue tu culpa, ya veremos que podremos hacer con tu problema-. Legolas asintió.

-Con que por fin- irrumpió Darón que había escuchado todo en cuanto habían hablado Odín y Legolas – ¡Legolas ha revelado el nombre de la doncella que ha cautivado su corazón!- Exclamó seguido de un suspiro. Athrod dio vuelta ágilmente, pero no le dio mucha importancia, seguramente sería la dama que se encontraba en frente de las puertas, así que prosiguió la marcha sumido en sus propios pensamientos.

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N/A: espero que pronto empiece la acción y les este gustando, aunque a veces pienso que no avanzó mucho, ^?^, Gracias por los reviews, jajaja, en verdad que me alegran el día: Nariko, sin duda Legolas es mi inspiración. Lothluin, gracias por tu amistad, ejejej, muy chido esa conversación,(si algún nombre les sonó, lean la historia "Por la vida" de Lothlui, se los recomiendo). Elanta, como siempre gracias por tu ayuda, pero creo que pronto te volveré a molestar. Eowyn 007, si que estas mejorando, y espero que sigas escribiendo. Aure, gracias por decirme el significado de mi nombre, ni yo lo sabía, aunque creo que fue pura casualidad. Yersi, me subes el animo diciendo que es un cap. Genial. Velagone86, lastimosamente aun no es cuando va a la comunidad y creo que me demorare un buen rato.

Espero que para el prox. Cap. Pueda poner algunas traducciones en elfico, bueno ya veremos...... y por cierto, el agradecimiento mas grande es para mi querida hermana Laitalë, que siempre la pongo a leer mis lokos caps, aunque les aseguro que hace un gran esfuerzo para mantenerse despierta.