Disclaimer: Harry Potter y sus personajes son propiedad de J. K. Rowling. Esta historia está escrita sin ánimo de lucro.
Advertencia: Lemon, escena de sexo explícito.
A REFUGIO EN LA OSCURIDAD
Capítulo 28
Empezaba a anochecer cuando el desgarrador llanto de un bebé se escuchó en todo el poblado. Los hombres y las mujeres que ya se habían metido en sus respectivas chozas salieron apresurados hacia la cabaña de donde procedía el llanto, con la alegría reflejada en sus caras.
Keirk, que había empezado a cenar acompañado de Yanira en su choza, salió también con rapidez. Yanira le siguió y cuando ante los ojos de los dos apareció Karil con un pequeño bultito sollozante entre los brazos, sonrió con ternura y agarró, sin poder evitarlo, la mano de Harry, entrelazando sus dedos con los de él. Harry la miró sorprendido durante unos momentos, pero no se separó de ella, aceptando el inocente toque.
Aka, que había permanecido al lado de la puerta de la choza de su hija durante todo el parto, se acercó a mirar a su nuevo nieto. Lo cogió de los brazos de la chamana y le observó detalladamente, buscando cualquier deformidad, cualquier problema que el bebé pudiera tener.
Pero al parecer el bebé había nacido completamente sano, algo pequeño y delgado como Harry pudo observar cuando Aka lo levantó por encima de su cabeza para que todo el poblado lo viera, pero al parecer lo suficientemente fuerte, al ver la sonrisa que tenia el jefe en los labios.
Harry sabía lo importante que era que ese niño sobreviviera. Con el exterminio de las tribus a causa de los B.A.T., cada vez quedaban menos indígenas como ellos; brujos que pudiera perpetuar la adoración a los espíritus. Era necesario que siguieran naciendo niños.
.-Bueno, ha sido una total sorpresa, pero estoy segura de que el niño sobrevivirá –afirmó Karil, acercándose a ellos con su bolsa al hombro. Observó complacida las manos entrelazadas de Yanira y Keirk, pero no dijo nada-. Mañana será la ceremonia de nombramiento. Si el niño sobrevive a esta noche, la fiesta durará hasta el amanecer.
.-¿El bebé puede morir en algún momento de esta noche? –preguntó Harry.
Karil se encogió de hombros antes de contestarle:
.-Todo es posible.
.-Bellatrix, tengo una nueva misión para ti.
La nombrada mortífaga asintió sumisamente, arrodillándose ante su señor en silencio.
.-Quiero que encuentres a todas las chicas o mujeres, tanto brujas como muggles, que reúnan estas características –Voldemort le tendió un rollo de pergamino que Bellatrix se apresuró a coger-. Localízalas, pero no les hagas nada. Tu misión es localizarlas, nada más. Estarás varios años con ello, no te creas que es fácil encontrar a alguien con todas esas características. Espero que no me falles.
.-No lo haré, mi señor –murmuró la mortífaga, aún con la cabeza gacha-. Puede confiar en mí.
.-Muy bien –concedió el lord con un pequeño asentimiento de cabeza sin apartar sus escalofriantes ojos rojos de Lestrange-. Puedes irte. Confío en que te pondrás manos a la obra lo más pronto posible.
.-Por supuesto, mi señor –asintió Bellatrix, besando el bajo de la túnica de su amo. Salió de la sala lo más rápidamente que pudo, sin dar en ningún momento la espalda al Señor Tenebroso.
.-"La primera parte del plan ya está en marcha" –le dijo a su querida Nagini el Señor Oscuro en ese escalofriante idioma de serpientes-. "Ahora sólo falta que Harry Potter vuelva a nuestro lado".
La enorme y letal serpiente asintió a lo dicho por su amo. Sacó la lengua, olisqueando a su alrededor, al mismo tiempo que sentía que uno de los anormalmente largos dedos de Voldemort le acariciaba la cabeza.
.-"Creo que sería una buena idea continuar con ese espejo" –murmuró Tom de nuevo en pársel-. "Tiene que estar listo para cuando nuestro pequeño Potter vuelva a casa".
Con un movimiento de cabeza, Harry siguió el ritmo de los tambores durante unos pocos segundos hasta que éstos se detuvieron de pronto.
El nuevo integrante de la familia de Aka chilló de dolor cuando sintió el filo de la piedra de Karil haciéndole un pequeño corte en la palma de una de sus pequeñas manitas. La sangre cayó en medio de la gran hoguera que habían encendido en medio del claro, como siempre. La chamana, con el lloriqueante niño en brazos, salió de entre las danzantes llamas, cada vez más altas y furiosas.
Los tambores y las flautas volvieron a sonar siguiendo con la ceremonia. Harry se pasó una mano por su largo pelo, deseando recogérselo, aún sabiendo que a esas ceremonias se debía asistir con el pelo suelto. Las suaves hondas oscuras le caían a ambos lados de su cara y los cortos mechones del flequillo le picaban en el rostro.
De pronto sintió a Yanira sentándose en el suelo a su lado. La miró por el rabillo del ojo, quedándose completamente paralizado al observar cómo iba ella vestida.
Una delgada tira de tela cubría sus jóvenes y firmes pechos, lo suficiente, sin dejar apenas margen a la imaginación, con los dos extremos de la tela atados con un nudo a su espalda. Los hombros y el plano estómago permanecían al descubierto y desde las voluptuosas caderas caía un pequeño y fino pareo, con el nudo a un lado, dejando a la vista sus largas y torneadas piernas.
Harry sabía que a los de la tribu les gustaba vestirse "de gala" para las ceremonias, vestirse con lo mejor que tenían, pero la vista de aquella preciosa chica vestida de esa manera tan seductora tan cerca de él le estaba poniendo malo.
Durante el resto de la ceremonia permaneció con los ojos tercamente fijos en Karil, sin querer volver a mirar a Yanira y no perder el autocontrol que estaba empezando a desaparecer con la chica tan pegada a él. Por eso no vio las sonrisas divertidas que Yanira le lanzó cuando se dio cuenta de lo que le pasaba.
Al final de la ceremonia, en cuanto el bebé volvió a los brazos de sus orgullosos padres, todos aquellos que no tocaban ningún instrumento se lanzaron a bailar alrededor de la hoguera. Yanira fue una de ellos. Se levantó con un ágil salto y se puso delante de Harry, cogiéndole de las manos y tirando de él para levantarle.
.-Ah, no –negó Harry-. Yo no bailo –le dijo, apartando las manos de las de ella y evitando mirarla.
Yanira sin embargo no se dio por vencida. Volvió a cogerle de las manos y tiró de él con toda su fuerza, sorprendiendo a Harry, que no puso apenas resistencia y fue medio levantado en el aire antes de caer de nuevo al suelo. Keirk miró a la chica sorprendido y al final se dejó poner en pie y caminó con ella de la mano hasta la altura de los músicos, en donde se quedo parado tercamente sin ceder a los ojitos y el adorable puchero que Yanira puso para intentar convencerlo.
Al final, cuando Yanira se convenció de que Harry no iba a bailar, le dejó sentarse en el suelo y ella se puso a danzar, pero no alejada de él. Se aseguró de que él estuviera mirándola mientras movía las caderas, seduciéndolo con sus movimientos.
Harry apenas era capaz de apartar sus metalizados ojos de la seductora chica, el lobo aullaba en su interior instándole a que se uniera a ella. Tan cautivado estaba por la muchacha que danzaba para él que no se fijó en las otras chicas que se acercaban a él, también bailando y moviendo las caderas, intentando llamar su atención, sin ningún resultado.
.-Disfruta hoy, Keirk –oyó Harry que Karil le decía detrás de él-. Relájate y pásatelo bien.
Keirk se giró a mirarla al oírla. Vio cómo ella le dirigía una sonrisa y le guiñaba un ojo con picardía antes de marcharse.
Kyrah, que había estado paseando alrededor del poblado, se acercó hasta él ronroneando, sentándose a su lado y mirando también a Yanira que seguía bailando frente a la hoguera. Harry la acarició medio ausente el lomo, sin dejar de observar las caderas ondeantes de Yanira.
.-Me va a volver loco –le susurró confidencialmente a su mascota.
Kyrah le miró y maulló. Luego, se puso de pie, se colocó detrás de su amo y le dio un pequeño golpe con la cabeza en la espalda, como instándole a que se levantara y fuera a por Yanira. Con un último maullido volvió a desaparecer en las sombras del poblado.
Harry suspiró. Se puso en pie, pero no fue hacia la chica, sino que, apartando sus ojos de ella, se dirigió hacia donde se encontraban cosas para comer, hecho todo por las mujeres de la aldea para la fiesta. Allí cogió un bol en donde metió un poco de todos los platos y fue a sentarse sobre un tronco caído que había por allí cerca.
No pasó mucho tiempo hasta que Yanira volvió a acercarse a él. Le sonrió, jadeando un poco por el ejercicio que había hecho, y se sentó a su lado, soltando un pequeño suspiro. Harry le tendió el bol con la comida para que ella cogiera algo.
Los dos estuvieron allí sentados tranquilamente durante unos minutos, picando del bol de vez en cuando y observando a los danzantes alrededor de la hoguera.
Cuando el bol se quedó vacío, Harry se fue a levantar a rellenarlo, pero Yanira fue más rápida que él y le detuvo, cogiéndole el bol de las manos y haciéndole un gesto para que se quedara ahí sentado. Ella se fue hacia donde estaban los alimentos y comenzó a trajinar con unas frutas, una especie de papilla y algo de carne.
Unos minutos después, Yanira se volvió a acercar a Harry con el bol en las manos y se sentó de nuevo a su lado, invitándole a tomar la sustancia que había dentro del tazón. Harry lo tomó y correspondiendo a la sonrisa que le brindaba la chica dio un pequeño sorbo.
.-Vaya, esto está delicioso –elogió, relamiéndose el labio superior-. ¿Quién te ha enseñado a hacer esto?
Yanira, que obviamente estaba complacida por el cumplido de Harry, agrandó su sonrisa señalándose a sí misma.
Harry no pudo más que corresponder de nuevo a esa preciosa sonrisa.
.-¿Te la has inventado tú? –Yanira asintió-. Vaya, pues felicidades. Está muy bueno.
El chico intentaba por todos los medios no bajar la mirada más allá de esos labios carnosos. La poca ropa que vestía Yanira era tan sumamente pequeña y reveladora que le hacía volar su imaginación hasta límites insospechados.
Pero a Yanira también le pasaba algo parecido con Harry. Él sólo vestía con una especie de falda que le llegaba a las rodillas, de una tela más gruesa de lo normal y de un bonito color verde que resaltaba sus impresionantes ojos esmeraldas metalizados y que a ella tanto le fascinaban. El torso lo llevaba desnudo, como ya se había hecho costumbre para él y como era tradición para los hombres jóvenes y solteros.
Harry la observaba embelesado. La lejana luz de la hoguera iluminaba sus bonitos rasgos, otorgándola una apariencia etérea y seductora, una apariencia que le cautivó por completo. Sus brillantes ojos color chocolate, su mirada dulce, su bonita sonrisa…
No supo cómo ocurrió. En un momento estaban mirándose a los ojos y al otro se encontraban besándose con algo de timidez e inexperiencia, pero con un toque de ternura y pasión que los envolvió por completo.
Yanira pasó sus brazos por el cuello de Harry, abrazándose a él e instándole a intensificar el beso. Enredó sus finos dedos en el rebelde pelo de Harry, sorprendiéndose de una suavidad que no se veía a simple vista.
Ante ese toque, los vacilantes movimientos de los labios adquirieron seguridad, acariciándose cada vez con más audacia los unos con los otros.
Tentativamente, Harry posó una mano sobre la delgada cintura de la chica, sintiendo su desnudez y la suavidad de su piel.
Todas aquellas sensaciones, la suavidad de los labios, la pasión del beso, el tacto de la cálida piel bajo la palma de su mano, eran completamente nuevas para él.
Aquél no era un beso como el que había compartido con Cho hacía ya un año. No, ni siquiera podía comparársele. Aquél era muchísimo mejor. Los dos pares de labios danzando los unos con los otros, envolviéndose, acariciándose, saboreándose… era mucho mejor de lo que alguna vez había podido imaginarse.
La necesidad de sentir a la chica lo más cerca posible de él, sentir piel con piel, le empujó a atreverse a pasar ambos brazos por la desnuda cintura de ella, atrayéndola hacia su pecho e intensificando aún más el beso, dejando por primera vez que su lengua saboreara los otros labios y pidiera permiso para entrar a buscar una nueva compañera de juegos.
Pero, por desgracia y demasiado pronto al parecer de Harry, sus cuerpos comenzaron a clamar por oxígeno y tuvieron que separarse, sólo lo suficiente como para poder aspirar un poco de aire y poder mirarse a los ojos, aún algo sorprendidos por lo que acababa de pasar. Sin embargo, sus pechos aún siguieron juntos y los brazos de Harry rodeaban la cintura de ella, así como Yanira continuaba jugueteando ausentemente con el oscuro pelo de él, perdiéndose en aquellos fascinantes ojos verdes que tanto le gustaban.
Harry no pudo contenerse más. Lo había probado una sola vez, pero había sido suficiente para crearle una adicción.
Con una última mirada a esos ojos chocolate, volvió a tomar los carnosos labios con los suyos, siendo incapaz de resistirse.
El juego entre ambas bocas continuó durante unos momento más, hasta que Yanira se separó de pronto con la respiración agitada. Se levantó del tronco y, con los ojos muy brillantes, cogió de una mano a Harry, tirando de él hasta que le puso en pie.
Harry la miró por un momento con confusión, sin saber si había hecho algo malo sin darse cuenta, pero en cuanto ella le puso en pie y se alzó de puntillas para volver a besarle, dejándole sin aliento de nuevo, esa posibilidad desapreció de su cabeza. Las suaves manos de ella en su cuello le mandaban escalofríos por toda la espalda. Pero lejos de desagradarle esa sensación, le estaba cogiendo el gusto.
Cuando ella se volvió a separar, le miró a los ojos fijamente durante unos momentos sin apartar las manos de su cuello.
Después, bajó sus ojos, mordiéndose el labio inferior. Harry no pudo evitar desear tener esos labios de vuelta en los suyos. Merlín… ¿cuánto tiempo había pasado desde que se había separado¿Segundos? Parecían horas…
Y justamente cuando iba a bajar la cabeza, dispuesto a besarla de nuevo, ella giró la cabeza de pronto y miró atrás suyo, a la choza que los dos compartían.
Se veía claramente que estaba nerviosa e insegura, pero rápidamente eso fue sustituido por una determinación que brilló en sus ojos color chocolate.
Volvió a girarse hacia Harry y le volvió a besar, pero esta vez no fue un beso como los otros, sino breve, muy breve y apenas un roce, provocándolo. Miró con fijeza a sus ojos verdes y le sonrió seductoramente, cogiéndole de la mano y tirando de él hacia la cabaña. Harry se dejó guiar con docilidad, sin saber qué era exactamente lo que pasaba por esa cabeza suya.
Los metros que los separaban de la cabaña fueron rápidamente recorridos, Yanira entró primero, apartando la cortina que servía de puerta y tirando de Harry para que él también entrara con rapidez.
La choza estaba en penumbras, apenas iluminada por los suaves rayos de luna que entraban por el hueco de la ventana.
Harry estaba confundido. ¿Por qué Yanira le había llevado allí? La fiesta duraría hasta el amanecer¿por qué ella le había metido en la choza tan temprano? Fue a hablar, pero antes de llegar a decir una palabra sintió el delgado y cálido cuerpo de ella pegado al suyo. ¿Qué era lo que pasaba? La poca inocencia que aún conservaba y que aún no se había visto corrompida le paralizó, haciéndole temblar las manos. ¿Acaso iba a ocurrir lo que se estaba imaginando?
Sin embargo no pudo seguir pensando en eso. Los suaves labios de ella sobre los suyos y sus manos en su cuello le robaban cualquier rastro de cordura. Pero ella no se mantuvo quieta. Deslizó las manos por sus hombros y luego por sus brazos, acariciándole con lentitud y suavidad, volviéndole loco. Con unos lentos movimientos dirigió esos fuertes brazos hacia su propia cintura, instándole a que la abrazara, algo a lo que él no se hizo de rogar.
Las lenguas jugaban y danzaban juntas, descubriéndose y saboreándose. Las manos, cada vez más atrevidas, acariciaban todo lo que llegaban a alcanzar de piel, las de Harry sin atreverse a separarse de esa suave piel, recorriendo toda la delgada cintura y su espalda, frustrándose al llegar al nudo de la tela que cubría sus pechos; las de ella aventurándose cada vez más, acariciando los jóvenes y levemente marcados músculos del pecho y del abdomen del chico, para luego volver a subir hasta los hombros y el cuello.
Sin dejar que él se diera cuenta, Yanira le fue empujando poco a poco hasta que las piernas de él se toparon con el mullido montón de ramas que le servía de cama. Harry apartó sus brazos de la cintura de la chica mecánicamente para, al sentir que caía, amortiguar el golpe. El tacto de la manta bajo sus brazos le hizo darse cuenta de dónde estaba y de lo que posiblemente iba a pasar haciéndole tensarse y mirar sorprendido a Yanira.
Los dos se quedaron quietos durante unos momentos, con la respiración agitada y mirándose a los ojos. La mente la tenían totalmente en blanco, sin escuchar los cánticos de afuera, siendo incapaces de pensar en otra cosa que no fuera la persona que tenían frente a ellos.
Yanira volvió a morderse de nuevo el labio inferior antes de bajar la cabeza. Pero esta vez no fueron los labios su destino, sino el cuello, al que besó y lamió, dando pequeños y suaves mordiscos que sacaron un ronco gemido de la garganta de Harry.
Con movimientos sensuales y sin apartarse del cuello del chico, se subió de rodillas a la cama, colocando las piernas a ambos lados de las de Harry y sentándose sobre ellas. Sus manos siguieron moviéndose por el cuerpo de él, recorriendo su pecho y sus hombros, desterrando las inseguridades que invadían al chico.
Y Harry, al final, consiguió despegar las manos de la cama y las colocó alrededor de la fina cintura, atrayéndola hacia él. Con una mano la sujetó el rostro y la volvió a besar con pasión para luego devolverle el placer empezando a besarle el esbelto cuello, con algo de timidez e inexperiencia, pero intentando darle el mayor placer posible.
Y, al parecer, lo consiguió. Así era lo que indicaba el gemido que consiguió sacar de los carnosos labios de Yanira, lo que le hizo coger seguridad en sí mismo, atreviéndose a acariciar su plano estómago y los costados, topándose con la incómoda tela.
Harry no tuvo que decirle nada; ella apartó una de sus manos del pecho del chico, se la llevó a la espalda y tiró de uno de los extremos de la tela, deshaciendo el nudo y dejándola caer.
Sin embargo no le dio tiempo a Harry para observarla, le empujó hasta que su espalda estuvo contra la cama y le volvió a besar, llenando el cuello, pecho y abdomen de suaves besos que llevaban a Harry hasta el borde de la locura.
Pero Harry no se dejó hacer durante mucho tiempo. En cuanto ella volvió a subir a besarle en los labios, él la tomó desprevenida e invirtió las posiciones, quedando sobre ella.
Trazó un camino de besos desde los labios, por toda la mejilla, hasta el cuello, donde se dedicó a besar y lamer toda la piel que alcanzó, sacando suspiros de la chica, Con sus manos acarició toda la extensión de piel que podía abarcar, pasando por los costados, la cintura y el estómago y subiendo hasta llegar a los pechos, aquellos pechos esbeltos y firmes que había visto aquel día en el lago y que no había sido capaz de sacarse de la cabeza.
Con mucho cuidado, probando y con las manos sudorosas, acarició uno de los pechos, sintiendo la tersidad de la piel y el cambio de textura cuando llegó a la aureola y como el pezón se volvía rígido bajo su toque. Ante el nuevo gemido que logró sacar a de la garganta de la chica, aventuró sus labios hacia abajo, abandonando el cuello y empezando a besar los elegantes hombros.
Los suspiros y los quedos gemidos de Yanira le incentivaban a ir más allá, a explorar con la seguridad de que ella no le detendría.
Justo cuando aproximaba sus labios a los pechos, Harry levantó la cabeza y miró el rostro de ella.
La chica tenía los labios, hinchados por la excitación, entreabiertos, intentando aspirar todo el oxígeno que podía. Una suave película de sudor cubría su tersa piel y sus ojos estaban entrecerrados.
Harry los pudo ver bien cuando ella los abrió completamente y alzó su cabeza para mirarle, al no sentir más sus besos.
Oh, Merlín… Harry nunca habría sido capaz de imaginar que unos ojos pudieran expresar tantas cosas. Sus grandes y almendrados orbes color chocolate brillaban con fuerza, expresándole el placer, la confianza, el cariño… ¿y el amor? que ella sentía.
Él sintió cómo su seguridad en sí mismo crecía. ¡Le gustaba¡A ella le gustaba lo que le estaba haciendo! La estaba haciendo sentir placer, no cualquier otra cosa que a él se le hubiera pasado por la cabeza.
La respiración se le heló en los pulmones y sus manos se paralizaron. ¿Y… y si no sabía hacerlo¿Y si la hacía daño sin querer? El miedo le atenazó durante unos momentos. Él nunca había tenido un padre o alguien que hubiera podido hablar con él de ese tema en concreto. Maldita sea… ni siquiera había tenido antes una sola novia. ¿Cómo iba a saber si lo que estaba haciendo estaba bien o estaba mal¿Cómo iba a saber si la iba o no a hacer daño¿Cómo iba a saber qué podía hacer que a ella le gustara y no le desagradara?
Pero todas aquellas preguntas desaparecieron en cuanto ella le hizo ponerse a su nivel y le besó con pasión en los labios. Esa suave y dulce lengua batallando con la suya le hizo recordar que todo lo que había hecho hasta el momento a ella le había gustado, le hizo darse cuenta que sólo debía dejarse guiar por su instinto, que él sabría hacerlo. Sólo debía tener algo de cuidado.
Los dedos de ella de vuelta en su enmarañado pelo le hicieron salir de sus pensamientos y volver a concentrarse en las sensaciones que podía dar y recibir. Le fascinaba que ella jugase con su pelo como hacía en esos momentos, pero no se quejó cuando Yanira se atrevió a bajar sus manos, dando suaves caricias por la ya bastante desarrollada espalda, hasta llegar al borde de la tela que aún cubría las partes íntimas de él.
Sin pedir permiso, sabiendo que él, con un nuevo beso se lo había dado de forma implícita, tiró con experiencia de uno de los extremos del nudo y entre los dos se deshicieron de la incómoda tela.
El ronco gemido que dio él y la suave presión que hizo con las manos en su fina cintura al sentir cómo las manos de ella le acariciaban los glúteos, le hizo alzar las caderas inconscientemente, sintiendo con plenitud el bulto que tenía él entre las piernas y que había pasado medianamente desapercibido por el grosor de la tela que le había cubierto.
Desde ese momento las caricias se reanudaron con más pasión y audacia.
Harry volvió a recorrer el cuello y los hombros de Yanira de suaves besos, haciéndola suspirar y gemir mientras él seguía acariciando el plano estómago y la cintura y descendía por las caderas, sintiendo la sedosa tela de la única prenda que ella aún vestía, hasta llegar a las firmes y esbeltas piernas, entre las que se colocó con lentos movimientos a la vez que con su boca recorría la fina piel de uno de sus pechos.
Con manos temblorosas atinó a deshacer el nudo del pareo que cubría a la chica y con movimientos torpes se lo quitó, tirándolo al suelo y dejando a Yanira completamente desnuda.
La visión de aquel delicioso cuerpo desnudo casi le hizo perder el control. Apretó entre los puños la sábana de la cama y respiró profundamente antes de trazar un nuevo camino con sus labios desde el cuello al ombligo y luego de vuelta a los hombros.
Ella se retorcía deliciosamente debajo de él, clavándole levemente las uñas en su espalda.
Harry sabía que no iba a poder aguantar mucho más. El tacto de ese cuerpo bajo el suyo, los suspiros y jadeos que escapaban de esos carnosos labios, esas manos jugando con su pelo, revolviéndoselo, esas esbeltas piernas enredándose con las suyas abriéndose para él y dándole paso libre le estaban volviendo loco, llevándole hasta el borde de la locura.
La besó una vez más. Un beso cálido, un beso para pedirle permiso y poder acabar con esa increíble tortura, y para hacerle entender sin necesidad de palabras que si ella no quería, él no continuaría con aquello.
Pero lo que recibió como contestación fueron los amorosos brazos que le abrazaron contra ella y los cálidos labios que le devolvieron el besó con pasión.
Harry intentó ser lo más dulce que fue capaz. Entró en ella con todo el cuidado que pudo reunir, intentando hacerle el menor daño posible. Cuando rompió la barrera y vio el gesto de dolor dibujado en su bello rostro, bajó la cabeza y la besó con ternura y lentitud, intentando distraerla. Los finos dedos entre sus rebeldes mechones, los cuales se habían crispado ante la intrusión en su cuerpo, se relajaron ante el beso, volviendo a acariciar con cariño ese pelo suave y oscuro que tanto le gustaba.
Y mientras la seguía besando, sin ser capaz de despegarse de esos labios, siguió introduciéndose hasta que hubo entrado por completo. Se separó con lentitud, dando un último beso a sus labios, y miró aquellos profundos ojos chocolate. El brillo de placer cariño que vio en ellos le hizo sentir una calidez en su interior que nunca antes había sentido. La bonita sonrisa que ella le dedicó, y el leve movimiento de caderas le instó a empezar a moverse.
La choza pronto se llenó de suspiros y gemidos. Los dos cuerpos sobre la cama se movían acompasados. Los suspiros de placer fugados al lado de su oído, le hicieron a Harry incrementar el ritmo poco a poco, hasta que ninguno de los dos pudo aguantar más y se dejaron llevar por una inmensa e increíble ola de placer.
Intentando regular su respiración, Harry se dejó caer sobre Yanira durante unos momentos, antes de moverse y separarse completamente de ella. Con un suspiro profundo se tumbó en la cama, a su lado, dejando que ésta apoyase la cabeza en su pecho. Un leve movimiento de mano fue suficiente como para hacer aparecer una fina sábana que les cubrió a ambos. Justo antes de dejarse vencer por el sueño, alcanzó a rodear y a abrazar a la chica contra sí y a sentir como ella le daba un pequeño beso en el pecho. Lo siguiente fue la oscuridad de la inconsciencia, con el sonido de los cánticos y de los tambores de fondo.
El continuo ronroneo en su oído le despertó. Unos largos bigotes le picaban y le hacían cosquillas en la cara. Movió la cara intentando apartarse de la molestia, ocultando la cara entre la sábana y el cuerpo que descansaba relajadamente entre sus brazos.
Harry frunció el ceño, confundido. Se quedó paralizado, esperando que las imágenes del día anterior dejaran de ser escenas difusas y borrosas y tomaran nitidez en su cabeza, terminando de despertar.
Poco a poco fue acordándose de lo que había pasado. Su cara se tornó de un fuerte color rojo, sobretodo cuando Yanira, aún dormida, se movió recargándose en Harry, recordándole que los dos estaban completamente desnudos. Sentía la suave piel de la espalda de ella en su pecho, y sus propios brazos rodeaban aquella fina cintura abrazándola contra él.
Rememoró de nuevo lo ocurrido el día anterior. ¡Pero cómo habían podido terminar así? Era… irreal. Parecía que todo había sido un sueño. Seguro que hubiera creído eso si no hubiera tenido a esa preciosa muchacha entre sus brazos, dándole prueba de que había pasado en verdad.
Respiró profundamente, intentando controlarse y tranquilizarse. Quitó sus brazos de alrededor de Yanira e intentó desenredar sus piernas de las de la chica sin despertarla. Pero ella debió sentirle, porque despertó y se dio la vuelta antes de que Harry pudiera siquiera sentarse en la cama. En cuanto vio que él estaba despierto, sonrió y se abrazó de nuevo a él, impidiéndole que se levantara.
.-Amm… Buenos días, Yanira –le dijo Harry, con la cara completamente roja y sin poder mirarla casi a la cara.
Ella como contestación le miró y sonrió con todo cariño. Acercó su cara a la de Harry y le besó con dulzura en la mejilla, alargando todo lo que pudo el momento. Harry la volvió a sonreír con timidez.
¿Qué se suponía que eran ahora después de lo que había pasado la noche anterior¿Seguían siendo amigos… o eran pareja?
Sintió cómo Yanira volvía a recostarle en la cama. Él la miró confundido, pero ella sólo le sonrió antes de medio tumbarse sobre él y ocultar su rostro en el cuello de Keirk, suspirando con satisfacción cuando notó los brazos de él rodeándola y abrazándola contra él.
Los pensamientos desaparecieron de la cabeza de Harry cuando Yanira se recostó sobre él, decidido a disfrutar de la relajación de la chica entre sus brazos y de la sensación de su piel desnuda contra la de ella.
Entonces… ¿eran pareja?
De pronto, la imagen de Karil apareció en su mente sobresaltándole. Abrió los ojos, sin saber en qué momento los había cerrado, y medio levantó la cabeza mirando a su alrededor, buscando a la chamana. Sin embargo, lo único que encontró fue a Kyrah mirándole desde el suelo a su lado. Y en cuanto fijó sus ojos sobre la nundu, ésta maulló y le volvió a mandar la imagen de Karil a la mente, intentando decirle algo.
.-¿Karil me busca? –le preguntó en un susurro, deseando no levantarse ni separarse de Yanira.
Pero por el maullido con el que le respondió la cachorra, Harry supuso que era eso mismo lo que ocurría.
Gruño, sin querer levantarse. Pero un nuevo maullido y un pequeño bufido de Kyrah le indicó que se diera prisa, y eso mismo fue lo que hizo. Separó con delicadeza a Yanira de él, regalándole un pequeño beso en el cuello antes de levantarse y alcanzar uno de los faldones para vestirse.
Justo antes de salir de la choza se giró y miró a Yanira, descubriendo que había vuelto a dormirse justo encima de donde él había estado acostado.
La luz del sol le deslumbró al salir de su cabaña. Parpadeó repetidamente y se pasó una mano por los ojos, intentando hacer desaparecer los últimos vestigios del sueño que sentía.
Karil le esperaba en la puerta de su vivienda, y en cuanto le vio se rió con picardía.
.-¿Has pasado una buena noche, Keirk?
La cara de Harry adoptó un furioso color rojo al oír a la chamana. Ella, al ver su vergüenza, rió con fuerza y le cogió del brazo para meterlo en su choza.
.-Keirk, no es nada para avergonzarte –le dijo con cariño-. Mientras los dos hayáis disfrutado…
.-No estoy avergonzado –Keirk frunció el ceño, mirando a Karil. Sin embargo el rubor en sus mejillas se mantuvo allí.
La chamana no le respondió. Le miró, conteniendo una nueva carcajada.
.-La verdad es que lamento haberte despertado tan temprano, pero quería hablarte sobre un asunto que llevo pensando desde hace ya un tiempo y ahora es el único momento libre que voy a tener en los próximos días. El pequeño Hylle me necesita durante esta semana y no voy a tener apenas tiempo libre, además que necesito que pienses detenidamente lo que te voy a decir.
Harry asintió con la cabeza con seriedad. Se cruzó de brazos y miró fijamente a la chamana, prestándole toda la atención.
.-Ya hablé con Aka y, aunque, como te puedes imaginar, estuvo un poco reticente al principio, acabó dándome la razón y aceptando la proposición que le hice –Karil se detuvo, asegurándose de que Harry le prestaba atención-. Quiero entrenarte debidamente para que seas el próximo chamán de la tribu.
Ya había soltado la bomba, sólo hacía falta la reacción de Keirk ante la noticia. Y ésta no se hizo esperar.
Keirk abrió los ojos como platos y luego frunció el ceño. Se acarició ausentemente las largas cicatrices de su brazo izquierdo y a continuación se volvió a cruzar de brazos. Fue a hablar, pero Karil se adelantó a él.
.-Y no me digas que eres peligroso para la tribu por tu licantropía, porque ya hemos comprobado que puedes controlar al lobo perfectamente –volvió a callar a Harry, antes de que éste pudiera refutar lo que ella acababa de decir, levantando una mano-. Y sí, lo normal es que sean los ancianos quienes adopten ese título, pero no sería la primera vez que un hombre o una mujer joven tomara ese lugar. Todo va en función de la relación que lleve una persona con los espíritus. Y, para sorpresa de todos, tú, extranjero, estás estrechamente unido a los Antiguos, aunque nadie entienda sus razones.
.-Pero eso significaría quedarme aquí para siempre.
.-Ajá –asintió Karil-. Por eso quiero que te lo pienses bien. Tiene sus ventajas y también sus desventajas, así que piénsatelo bien antes de darme una respuesta.
Harry asintió, comprendiendo todo lo que Karil le había dicho y que la conversación había llegado a su fin, pero justo en el momento en el que iba a salir de la choza, Karil añadió:
.-Eres bienvenido aquí siempre, Keirk, no sólo por el tema de ser chamán o no. Aquí puedes formar esa familia que siempre quisiste.
Los ojos metalizados de Keirk se clavaron en los de Karil, pero ella no pudo leer nada en ellos, no mostraban un solo sentimiento que le ayudara a saber lo que se le pasaba por la cabeza.
Y sin decir una sola palabra más, Harry salió de la choza con Kyrah pegada a sus talones. Sabía que tenía que pensar en lo que Karil le había dicho, pero en ese momento de lo único que tenía ganas era de tumbarse al lado de Yanira y abrazarse a ella.
Por primera vez le daban a elegir lo que prefería para su vida: volver al lado de Voldemort para vengarse de Dumbledore o quedarse allí y formar una familia propia.
Se sintió libre, deliciosamente libre. No tenía unas cadenas a su alrededor que le obligaban a hacer una cosa y otra; podía quedarse allí sin tener que ser chamán o podía marcharse y no volver con Voldemort, perderse en el mundo muggle al otro lado del planeta y olvidarse de toda aquella guerra en la que le habían metido.
Pero en cuanto entró en su propia choza empujó todos sus pensamientos al fondo de su mente.
Observó durante unos momentos el cuerpo desnudo y medio tapado de Yanira en su cama, totalmente relajada y expuesta a él.
Y mientras él se tumbaba al lado de la chica decidió dejar de ser el adolescente que había sido hasta ese momento. Decidió convertirse y comportarse como el hombre que era y nada influiría en sus decisiones.
'Bueno' pensó él a la vez que Yanira le daba un pequeño beso en los labios, 'puede que haya un par de cosas que me ayuden a decidirme.'
Los días y las semanas fueron pasando sin mayores problemas que cazar y construir una nueva choza para el nuevo enlace que se efectuó en la tribu.
La gente se acostumbró rápidamente a ver un lobo acompañado de una nundu paseando por el poblado por las noches, sobretodo en luna llena.
Harry había cogido mucha práctica en eso de convertirse en su lobo interior. También había descubierto la forma de que, cuando se transformara en lobo, conservara la ropa para que cuando se volviera humano no se quedara totalmente desnudo.
Primero había probado dejándose la ropa sobre su pelaje, pero rápidamente había descubierto que era muy incómodo para moverse y le daba mucho calor, así que había practicado hasta que había conseguido que, cada vez que trasmutara, la ropa "desapareciera" hasta que luego volviera a convertirse en humano.
También había descubierto que si pasaba muchos días sin dejar salir al lobo, éste se ponía irritable y algo rebelde en su interior. Podía estar una noche de luna llena sin tener que transformarse, pero se ponía de mal humor y si la luna le daba directamente en su cuerpo le producía un desagradable picor en la piel, como si el pelaje del lobo pugnara por salir de la piel humana.
Aún así, el lobo era muy útil para la protección de la tribu. Las noches que le tocaba guardia, junto unos cuantos hombres y mujeres más, por si acaso a los B.A.T. se les ocurría atacarles, solía pasarlas transformado en lobo, con Kyrah a su lado.
La nundu, en esos meses que habían pasado, había crecido hasta alcanzar con su cabeza la barbilla de Harry. Se había vuelto mucho más ágil, fuerte y rápida, mortal para cualquier presa que tuviera en su punto de mira. Su mente también había ido desarrollándose, haciéndose cada vez más compleja y precisa.
De alguna forma había conseguido aprender el idioma de Harry, y, aunque, por obvias razones, no podía hablar, podía enviarle a su amo palabras sencillas y básicas a su mente para poder comunicarse con él, incluso cuando estaban a bastante distancia una del otro.
Por otro lado, la relación que habían comenzado Yanira y Keirk aquella noche iba viento en popa. Si era posible, Yanira estaba aún más pendiente de Harry que antes y éste intentaba pasar el máximo tiempo posible al día con ella, aunque sólo fuera observándola hacer sus tareas.
Karil solía sonreír enternecida cuando los veía juntos. Llevaba unos meses muy alegre y contenta, sobretodo desde que Harry había decidido permanecer en la tribu y convertirse en chamán.
Las lecciones, que habían comenzado el mismo día en que Keirk le había dado su respuesta, se habían dado con rapidez y eficacia. Le había enseñado la lengua Antigua, los cánticos y cómo llevar a cabo las distintas ceremonias.
Había descubierto con agrado que Keirk tenía una voz grave y templada al cantar, pronunciando las palabras con claridad y sin enredarse, algo que a los espíritus les había agradado en exceso, pues en cada lección, en cuanto Keirk comenzaba a cantar, todos se reunían alrededor de ellos dos para escucharle.
Y ahora, después del más de medio año que llevaba en la tribu, Keirk se sentía a gusto y bien, como si allí, con su peluda cabeza de lobo apoyada sobre las piernas de Yanira mientras ésta le acariciaba por detrás de las orejas, hubiera encontrado su lugar, su hogar, por primera vez.
Se levantó sobre sus cuatro patas y se estiró. Agitó la cabeza y dio un par de pasos por la choza. Deseaba salir a correr por la selva al cobijo de la luz de la luna llena, pero estaba demasiado a gusto dejándose acariciar por Yanira.
Volvió a aproximarse a ella y le dio un lametazo en el cuello, haciéndola reír. Yanira se abrazó a él, sin sentir ningún tipo de miedo debido a su tamaño o a su peligrosidad. No, ese lobo era su pareja, no le iba a hacer ningún daño.
Harry se dejó tirar al suelo con Yanira encima, pero se desembarazó con rapidez de ella y se subió a la cama, moviendo el rabo indicando a la chica que se acercara a él.
Cuando ella lo hizo, los dos se tumbaron en la cama, acurrucándose el uno contra el otro, Yanira acariciándole ausentemente el suave pelaje hasta que se quedó dormida. Harry estuvo mirándola embelesado, con sus ojos metalizados entre verdes y dorados, hasta que el cansancio le venció.
Despertó cuando sintió un movimiento repentino a su lado. Abrió los ojos y se volvió a transformar en hombre.
Yanira se había levantado de pronto y había salido corriendo de la choza, con la mano en el estómago. Harry salió detrás de ella, preocupado. La encontró inclinada al lado de la puerta de la cabaña, vomitando lo poco que contenía su estómago de la cena del día anterior.
.-Yanira –la llamó él-. ¿Te encuentras bien?
La chica tardó en contestar. Harry la sujetó por detrás, apartándole el pelo de la cara y sosteniéndola hasta que se tranquilizó y dejó de devolver.
.-¿Estás bien? –repitió, mirándola a los ojos.
Ella le sonrió con algo de vergüenza y timidez, pero asintió cubriéndose la boca. Harry le alcanzó la cantimplora del agua, con la que se enjuagó para quitarse el mal sabor de boca.
.-¿Seguro que estás bien? –le volvió a preguntar. Como contestación recibió un delicioso beso en los labios, un beso que él se apresuró a corresponder. Aún así, su preocupación no disminuyó.
Horas después, luego de la lección con Karil, la acompañó hasta su choza, ayudándola a llevar los trastos que habían utilizado.
.-Karil, estoy preocupado por Yanira –le confesó una vez estuvieron dentro de la cabaña de la chamana.
.-¿Qué le ocurre? –le preguntó Karil, mirándole preocupada.
.-Lleva unos días vomitando, sobre todo por la mañana –le dijo-. Ella parece que no le da importancia, pero a mí me preocupa.
.-¿Cuánto tiempo lleva así?
.-Unos días, no sé exactamente cuántos –Keirk se encogió de hombros-. Ella cree que no me he dado cuenta, pero sí lo he hecho.
Karil se pasó una mano por la barbilla, pensativa, pero luego, cuando miró de nuevo a Harry, se podía observar en sus ojos un brillo de entendimiento y satisfacción.
.-No te preocupes, Harry –le dijo, guiñándole un ojo-. No creo que le pase nada malo. Ahora cuando la veas dile que se pase por aquí¿de acuerdo?
Harry asintió, aunque aún confuso, sin entender qué era lo que pasaba ni porqué Karil parecía tan contenta. A pesar de ello, prefirió no comentar nada y se dirigió hacia su cabaña a buscar a Yanira.
Los siguientes días, por la mañana, Harry abrazaba por detrás a Yanira, sosteniéndola y consolándola después de vomitar durante varios minutos sin entender qué era lo que le pasaba a su chica. Karil le había dicho que no era nada malo, pero él no podía evitar seguir preocupándose por su chica. Pero después, cada vez que ella le besaba o se acurrucaba contra él después de hacer el amor y veía sus ojos brillantes llenos de ilusión, intentaba convencerse de que nada malo ocurría. Al final, lo había conseguido.
El suave y relajante sonido del canto de Fawkes resonaba por todo el despacho, tranquilizando al viejo hombre que leía frenético los pergaminos que sostenía en sus manos.
Bufó al leer el último informe y lo tiró al fuego de forma brusca, enfadado por lo que acababa de leer.
Ocho meses habían pasado. Ocho meses y medio, con más exactitud, desde que Harry Potter había conseguido sortear sus defensas y había huido a ni Merlín sabía dónde. Nadie sabía dónde se había metido, nadie sabía a dónde había ido, nadie sabía lo que estaba haciendo y nadie lo había visto.
Había desaparecido por completo, como si la mismísima tierra se lo hubiera tragado.
Suspiró frustrado y se pasó una mano por sus cansados ojos azules. Debería irse a dormir ya, era muy tarde y hasta él necesitaba descansar.
Sin embargo, las llamas verdes que se encendieron en la chimenea le hicieron olvidar sus pensamientos. Se quedó sentado en la silla, esperando a que el misterioso visitante hiciera acto de presencia.
.-Alicia –sonrió Dumbledore en cuanto la vio salir-, qué agradable sorpresa.
Alicia Harding, cabeza de los B.A.T., se alzaba orgullosa delante de la chimenea por la que acababa de salir, con una sonrisa de arrogancia y superioridad en la cara que sorprendió al viejo director. Harding no era una mujer que dejase ver sus sentimientos, por muy complacida que se sintiera.
.-Muy buenas noches, Albus.
.-Te veo muy contenta, Alicia. ¿Qué ha ocurrido?
Si era posible, la sonrisa se acentuó aún más en el rostro de la mujer.
.-Los encontramos, Albus. Ya sabemos el sitio exacto en donde se encuentra la última tribu.
Albus se levantó de la silla, sonriendo tan ampliamente como lo hacía la mujer.
.-¿Cuándo atacaréis?
.-Mañana… al anochecer.
Besó el cuello que se le ofrecía frente a él, abrazando por la cintura aquel seductor y embriagante cuerpo que le tenía completamente loco. Sonrió cuando oyó el gemido que sacó de aquellos carnosos labios.
Los besos pasaron del cuello hasta los hombros sin interrumpirse. Con una mano acarició el estómago de su chica hasta llegar al vientre, sacándole unas breves risas.
Fue entonces la primera vez que lo notó. El vientre no estaba plano, como siempre lo había estado, sino que tenía una leve redondez, una leve curva que apenas se notaba, pero que allí estaba.
Estrechó aquel cuerpo contra el suyo, sintiendo la suave piel desnuda de su espalda contra su pecho. Ella abrazó a su vez los brazos que la arropaban por la cintura, cerrando los ojos y relajándose ante los dulces besos que estaba recibiendo.
Harry sonrió. Cómo no hacerlo. Se sentía feliz, de un modo como nunca antes se había sentido.
¿Había sido así como se había sentido su padre al tener a su madre entre sus brazos¿Tan feliz como se sentía él? Tener abrazada contra ti a la mujer que amabas era… impresionante.
A veces le costaba recordar que sólo tenía dieciséis años, que apenas era un adolescente. Más bien se sentía como un adulto, sobretodo desde que se levantaba con Yanira a su lado y abrazada a él, como si estuvieran casados.
En ese momento, la chica se movió entre sus brazos y se dio la vuelta para mirarlo y luego besarlo con pasión, enredando sus finos dedos entre los cabellos de Keirk.
Harry estuvo tentado de volver a hacerle el amor aquella noche, pero Karil le había ordenado levantarse antes del amanecer para enseñarle un nuevo ritual, y aunque deseó por una vez desobedecer a la chamana, sabía que no podía hacerlo. Y, por desgracia, estaba a punto de amanecer.
Besó por última vez a Yanira y la miró a los ojos, observando aquellos orbes color chocolate que tanto le gustaban, antes de levantarse de la cama. Dejó a la chica allí tumbada, cubierta por la fina sábana, y con una suave sonrisa pintada en sus carnosos labios.
Se vistió con uno de los faldones que había amontonados en un rincón. Luego, intentando no mirar el seductor cuerpo de Yanira, salió de la choza, dirigiéndose al claro.
Karil ya se encontraba allí, esperándole, con un cuenco lleno de pintura azul en sus manos.
La lección, como normalmente ocurría, terminó a media mañana. Todo el poblado se había levantado ya y hacía sus quehaceres diarios.
De pronto Kyrah apareció a su lado. La nundu solía dormir en un rincón de su cabaña hasta bien entrada la mañana, a veces incluso hasta la tarde, y solía buscar cualquier lugar fresco para tumbarse allí y esperar a que se ocultara un poco el sol para salir a cazar.
Por eso, cuando aquel día, Kyrah le empezó a empujar con su cabeza en la espalda, llevándole hacia la cabaña, asustó a Keirk.
.-¿Le ha pasado algo a Yanira? –le preguntó, totalmente preocupado.
La nundu, en contestación, le mandó la imagen de Yanira sentada en el suelo y con los ojos cerrados en la puerta de su choza. Aquello fue lo único que necesitó Harry para salir corriendo hacia su cabaña.
Tal y como había visto en la imagen de Kyrah, Yanira se encontraba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en una de las paredes de la choza y los ojos cerrados, respirando profunda y pausadamente. Una de sus manos se encontraba posada en su vientre y la otra en su frente, secándose el sudor.
.-¡Yanira! –exclamó Harry, intentando no levantar mucho la voz.
Cuando estuvo junto a ella pudo observar que todo su cuerpo temblaba incontrolablemente. Cerca de allí había un charco con vómito.
Keirk quiso golpearse la cabeza contra el suelo. No había estado allí para sostenerla si le volvían aquellas ganas de vomitar que ella tenía últimamente. No había estado allí para apartarla el pelo de la frente ni para consolarla abrazándola contra su pecho.
.-¿Te encuentras bien? –le preguntó suavemente, cogiéndola en brazos para meterla en la cabaña.
Ella se abrazó a él, pasándole ambos brazos por el cuello y ocultando la cara en uno de sus hombros. Suspiró contenta y satisfecha al sentir esos fuertes brazos rodeándola, sintiéndose ya por fin protegida y segura. Dejó que él la tumbara en la cama, pero no quitó sus brazos de su cuello, obligándole a tumbarse junto a ella. Cuando Harry volvió a repetir la pregunta, Yanira sonrió con suavidad y asintió, recostándose sobre el cuerpo de su pareja.
.-Kyrah, ve a buscar a Karil y tráela –le ordenó Keirk a la nundu, abrazando a Yanira y dándole un pequeño beso en la frente.
Karil no tardó mucho en llegar. Entró en la cabaña seguida por Kyrah y se detuvo al otro lado de la cama, al lado de Yanira.
.-Keirk, por favor¿puedes esperar a fuera? –le pidió, posando una mano sobre la frente de la chica.
Harry vaciló antes de obedecerla. No quería dejar a su chica, quería permanecer junto a ella, pero cuando Yanira le besó con brevedad en los labios y le liberó de su abrazo, se levantó y se sentó fuera de la choza, al lado de la puerta, haciendo desaparecer con un movimiento de su mano el vómito que aún permanecía allí.
La nundu se sentó a su lado y frotó su cabeza contra uno de sus brazos, buscando que él la acariciara e intentando darle algo de apoyo. Comenzó a ronronear cuando sintió la tibia mano de su amo rascándole por detrás de las orejas.
.-No le pasa nada malo a Yanira¿verdad, Kyrah? –le preguntó Keirk, buscando en esos sobrenaturales ojos violetas una respuesta sincera y afirmativa. Necesita que alguien le confirmara que nada malo iba a pasar, que todo, por primera vez, iría bien, aunque fuera un animal quien se lo dijera.
'Pero no es un animal normal' recordó, viendo aquellos ojos violetas veteados de azul y ámbar.
.-Keirk –una voz grave le llamó frente a él. Harry levantó la mirada, descubriendo que quien le había llamado había sido Aka. Cuando el jefe estuvo seguro de que el joven mago le estaba prestando atención, siguió hablando-: recuerda que hoy te toca a ti ir a cazar. Las reservas de la última caza empiezan a agotarse.
.-Sí, Aka –contestó Harry medio ausente, más atento a lo que ocurría dentro de su choza que al jefe-, no te preocupes.
.-Keirk, no te olvides –le repitió con voz dura, sabiendo que Keirk le había escuchado sólo a medias.
Harry asintió como única respuesta, volviendo a fijar los ojos sobre la tela que servía de puerta a la choza.
Intentaba escuchar lo que decía Karil allí dentro, para algo tenía oídos de lobo, mucho más desarrollados que los humanos, pero, al parecer, la chamana había colocado un hechizo silenciador alrededor de la cabaña para que Harry no escuchara lo que decía ella dentro.
Eso sólo ponía más nervioso a Harry. ¿Qué era lo que pasaba que no podía enterarse de nada?
.-No te pongas nervioso, Keirk, que ya te dije que no es nada malo –le dijo la chamana, saliendo por fin de la choza y colocándose frente a Harry.
.-¿Qué es lo que le pasa a Yanira? –susurró con impaciencia, poniéndose en pie y clavando sus ojos verdes metalizados sobre los oscuros de la mujer, pidiéndole sinceridad y franqueza.
.-Keirk –acarició con una de sus arrugadas manos la mejilla lozana del hombre joven-, ya te dije que no te preocupes. Es normal que Yanira vomite y se maree en el estado en el que está.
.-Pero qué estado es ése.
.-Aún no puedes saberlo. Sólo preocúpate de estar el máximo tiempo posible cerca de Yanira y no dejes que haga mucho esfuerzo o coger cosas pesadas¿de acuerdo?
Harry afirmó con firmeza, dispuesto a obedecer a la chamana al pie de la letra.
En cuanto Karil se dio la vuelta para dirigirse a su propia choza, él se apresuró a volver al lado de su chica.
Olisqueó unas raíces con su aguda nariz y siguió corriendo hacia el norte. Iba detrás de una presa que se le había escapado por muy poco.
Kyrah se movía a su lado, casi pegada a él. Su tamaño ya le superaba estando transformado en lobo, como en ese momento.
La luna creciente se elevaba orgullosa en el oscuro cielo, apenas iluminando la copa de los árboles. Sus rayos no llegaban al suelo por donde se movía Harry. Éste debía agradecer a sus sentidos de licántropo el no toparse a cada momento con las raíces, rocas o troncos.
Al final, después de unos minutos, encontró al desdichado animal, medio oculto tras unos densos matorrales. Observaba todo a su alrededor con sus aterrados ojillos oscuros, el instinto avisándole de un inminente peligro.
El lobo se transformó de nuevo en humano, ocultándose tras unas enormes raíces y encogiéndose para que el animal no le viera.
Harry cogió con una de sus manos la lanza, equilibrándola con su cuerpo, dispuesto a lanzarla para matar a su presa. Kyrah se situó a su lado, plegando las orejas hacia atrás contra el cráneo y sin apartar sus ojos del animal, preparada para ir a por ella en cuanto su amo le matara.
Pero, justo en el momento en el que Harry iba a lanzar su arma, la repentina aparición del espíritu a su lado le detuvo.
Keirk frunció el ceño, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir con una velocidad alarmante al comprender que el espíritu sólo aparecía a su lado para avisarle de problemas y de sucesos que le atañían directamente. Hacía semanas que no percibía su presencia, que no iba a avisarle. Solía enviar las imágenes de lo que presenciaba por todo el mundo a Kyrah, aprovechando que una parte de su ser estaba en su interior, para que ésta se lo transmitiera a Keirk.
Por eso, cuando sintió aquella poderosa presencia a su lado, Keirk supo que algo extremadamente horrible había pasado.
No bien terminó de pensar eso cuando nuevas imágenes invadieron su cabeza. Fuego, cuerpos muertos o agonizantes en el suelo, sangre por todos lados…
La respiración se le congeló en el pecho, sus ojos se le nublaron y sus manos comenzaron a sudar, sujetando cada vez con más fuerza la lanza entre sus manos. Todo por el terror que impregnó cada célula de su ser.
No se lo pensó dos veces. Dio media vuelta convirtiéndose en lobo y todo lo rápido que pudo con sus fuertes patas corrió de vuelta al poblado.
Casi volaba sobre las rocas y las raíces, saltando los obstáculos con tanta facilidad que parecían que eran meras quimeras los enormes troncos y las enrevesadas raíces, haciendo parecer que sus grandes patas apenas tocaban el suelo. Las ramas le azotaban en el rostro y le arañaban el cuerpo cubierto por el denso pelaje oscuro.
La imagen que vio cuando tuvo el poblado ante sus ojos fue mucho peor que las imágenes que el espíritu le había transmitido a la mente.
Había cadáveres por doquier, inmensos charcos de sangre impregnando el suelo, el fuego destruía las chozas fabricadas con ramas, con aterrorizados gritos saliendo de su interior.
Los niños pequeños intentaban correr hacia la selva, huyendo de la masacre, deseando salvarse, pero siendo detenidos por hombres vestido con túnicas oscuras con un murciélago en la espalda, que les cogían del brazo con brusquedad y los tiraban al suelo, sin sentir la menor compasión por esas pequeñas personitas.
Sus padres intentaban luchar contra ellos, pelear para que al menos sus hijos se salvaran, para que aquellos monstruos no les pusieran las manos encima. Pero eran unos seres invencibles, unos horribles demonios.
Ante los ojos horrorizados de Keirk, una figura ataviada con una túnica entre verde y marrón, con un murciélago estampado en la espalda y con la capucha ocultando los rasgos de su monstruosa cara, atacó a un pequeño niño que no debía de tener ni tres años. Le sujetó de la nuca con su horrible mano, y con la otra, de un seco movimiento, le partió el cuello.
El crujido de las frágiles y tiernas vértebras le llegó con espantosa claridad a los oídos de Keirk a través de los gritos y los llantos aterrorizados.
Los B.A.T. habían llegado al poblado.
Sí… ya… más de mes y medio esperando para… esto… :S Bueno, al menos, en recompensa, fue un capítulo largo, no? Patry huye de los tomatazos de los lectores
Y qué tal el lemon? Os gustó? No seáis muy duros, por fa, fue el primero que escribí y le tengo cariño…
Para quien les guste Crónicas Vampíricas y que no les importe el slash, publiqué un x-over de Harry Potter y los vampiritos. Para quien se lo quiera leer o le dé curiosidad, encontrará el link en mi profile, que aquí no se permite publicar nada de Anne Rice :S.
Intentaré tener el siguiente capítulo para dentro de dos semanas, pero no prometo nada. Los piiiiiiiiiii de los profesores me han llenado de deberes hasta el c… para esta Semana Santa y no es que precisamente mi inspiración esté en el mejor de sus momentos :( :S
Y muchísimas gracias a los que me dejaron review! Ya sabéis, mi cerebro funciona gracias a los comentarios, así que por favor, dejad muchos!
Euge, Nora, Pau, aquí tenéis el capítulo que tanto queríais. Ale, pesadas, ya estáis contentas?
Besotes a todos!
Aykasha-peke
Miembro de muchas Órdenes
