4- Niebla nocturna

Shadow se alejaba cada vez más de aquella casa donde había sido acogido. No era alguien que manifestara, tener sentimientos, emociones o gestos amables. Él era una galaxia de misterios, inundada por el dolor y los pocos recuerdos que aún poseía.

Lo ocurrido con los Metarex lo recordaba a la perfección, pero todo aquello relacionado con sus inicios, su estancia en el ARK, y lo peor, sus recuerdos junto a María, seguían sin volver a él.

Sin embargo, el recuerdo de la muerte de María parecía haber encontrado un reemplazo.

Shadow nunca borraría de su cabeza aquella horrible imagen que lo marcó de por vida. Esa mirada de esa dulce chica con esperanzas que ahora solo eran humo.

Molly. Ese nombre lo torturaba desde hace días.

Molly había sido una persona valiente y llena de esperanzas que luchó hasta el último segundo, aún sabiendo que se dirigía a una muerte segura.

Esa última mirada bañada en lágrimas y esa sonrisa de agradecimiento que le había dado antes de su horrible muerte, lo seguían persiguiendo.

Aún recordaba como los Metarex disparaban contra la nave de ella, como él había intentado salvarla… y le había fallado.

Cuando la pesadilla de la amenaza de los Metarex llegó a su fin, Shadow había regresado al planeta de Molly y había visitado su tumba. Él mismo había levantado esa sepultura en honor a ella, pues Molly, al morir en aquella explosión no dejó nada, solo un recuerdo que hacía llorar al corazón.

Lo único que hizo fue dejar una pequeña flor. Nada podía hacer aparte de eso.

- Tu sueño se cumplió Molly – dijo mientras veía la tumba – Todo terminó.

Esa fue la última vez que estuvo allí.

Durante dos meses vagó por el espacio sin rumbo fijo. Se sentía desorientado y confundido. No tenía a donde ir y como casi siempre, estaba solo. Además, sus recuerdos tampoco estaban claros.

Seguía sin recordar su pasado y era lo que más quería hacer. Así, en parte, entendería por qué Sonic y sus amigos le habían dicho en algún momento que él los había salvado.

Todo este huracán de dudas y pensamientos le inundaba la cabeza, mientras seguía alejándose.

En un momento, frenó bruscamente. Observó a su alrededor, reconociendo donde estaba. Sin darse cuenta, había llegado hasta la parte más alta de una cadena de montañas. Contemplando desde allí, en aquella peligrosa montaña empinada, cuya vista era maravillosa, Shadow se cruzó de brazos, mirando hacia el cielo.

No se lo dijo a ninguno de los que lo habían ayudado, pero la razón por la cual había llegado a Mobius, era porque habían tratado de asesinarlo.

No sabía como ni por qué. Todo fue muy rápido.

Vagaba sin rumbo entre un conjunto de meteoritos, cuando dos criaturas extrañas lo atacaron. Eran realmente espantosas. Tenían un largo cuerpo de serpiente, con escamas negras y unos brazos que parecían ramas muertas de árbol, bañadas por un color gris. Su cabeza era una masa deforme con múltiples ojos y una lengua larga y viscosa. El cuerpo y la cabeza, incluso la lengua, eran negros como el hollín.

Él, como de costumbre, no se dejó intimidar y las atacó con movimientos rápidos, lo que fue en vano, pues una de las bestias lo golpeó fuertemente, causando que se estrellara contra uno de los meteoritos, lo que lo hizo entender que solo había un modo de destruir a esas cosas. Luego de sobarse la cabeza por el golpe, se quitó los brazaletes que usaba para controlar su energía y poder máximo, y utilizando todo su poder, se abalanzó sobre las criaturas, las cuales nada pudieron hacer y en segundos, ambas fueron impactadas por el ataque, finalmente estallando en mil pedazos y generando un enorme estruendo.

La fuerza del estruendo y la explosión, empujaron lejos a Shadow, quién además de perder los brazaletes que poseía, perdió el control de su cuerpo y sintió como iba cayendo inevitablemente.

La velocidad y la fuerza con la que fue cayendo, hicieron parecer que él fuera un destello de luz, que caía sin detenerse, hasta que aterrizó en Mobius, el hogar de Sonic y sus amigos.

No se había percatado de en donde había caído, hasta que por unos segundos recuperó la conciencia y distinguió 3 siluetas familiares. Supo que había llegado al planeta de aquel erizo azul que era tan digno rival como aliado.

- Si no encuentro respuesta a lo que busco, no tengo nada que hacer aquí – se dijo a si mismo.

Continuó observando desde la montaña, en el mismo momento en que la niebla nocturna cubría los bosques, las praderas y las zonas urbanas de Mobius. Shadow lo observaba desde las montañas. Solo se mantuvo inmóvil.

Y mientras él permanecía en aquel solitario lugar, en otro lugar, en una casa pequeña para ser exactos, un grupo de amigos se despedían esa noche.

- ¿Creen que Shadow estará bien? – preguntó Cream preocupada.

- Tranquila Cream – respondió Sonic – Ese sujeto sabe muy bien como arreglárselas solo.

- ¡Si lo vuelvo a ver, lo golpearé hasta que las manos me sangren! – exclamó Knuckles con verdadera rabia desbordante.

- Oye cálmate – intervino Sonic – Yo también lo detesto, pero no como para matarlo. Tal vez si para burlarme en su cara.

- Sonic… - regañó Amy - … no te pases.

- ¡Que delicadita! – respondió Sonic con sarcasmo.

- No perdamos tiempo con estas payasadas – alzó la voz Tails – Lo único que sabemos es que Shadow está en Mobius. No sabemos donde y por qué está aquí.

- Dudo mucho que quiera hablar al respecto – agregó el erizo azul.

- Entonces lo descubriremos por nuestra cuenta – declaró Amy.

- ¿Y como se supone que haremos eso? – contradijo Knuckles.

- Podemos preguntarle a Shadow – comentó Cream inocentemente – Además, hay que devolverle lo que perdió.

Tails la miró. Cream era demasiado inocente a veces.

- ¡Si quiere recuperar esos brazaletes, que venga por ellos! – amenazó Knuckles.

- Pero ni siquiera sabe que los tenemos – corrigió Tails.

- Chicos, debe haber una forma de explicarnos que fue lo que pasó – intervino Sonic – Porque es absurdo que Shadow haya llegado así como así.

- Sonic tiene razón – apoyó Amy – Hasta podría ser que…

¡BOOM! Un fuerte estruendo acompañado de lo que parecía ser una leve explosión, se escuchó a sus espaldas y muy lejos.

- ¡Demonios! – exclamó Knuckles - ¿Qué fue eso?

- No tengo idea – respondió Tails - ¿De dónde fue esa explosión?

Sonic revisó con la mirada a su alrededor. No se veían señales de una explosión, hasta que miró hacia arriba.

- Chicos, esa es la respuesta – dijo apuntando hacia arriba.

Todos elevaron la mirada y vieron una pequeña nave espacial. Parecía lo bastante pequeña como para que hubiera espacio para una persona. Iba velozmente hacia delante y uno de sus motores iba expeliendo humo.

- ¡El motor está roto! – gritó Tails.

- ¡Se va a estrellar! – exclamó Amy.

- ¡No si puedo evitarlo! – respondió Sonic, quien reaccionó y velozmente se fue persiguiendo la nave en descenso.

- ¡Espera! Voy contigo – le gritó Knuckles al erizo azul y echó a correr.

Ambos amigos fueron detrás de la nave y en cosa de segundos, Sonic le llevó la delantera.

- ¡Se estrellará en segundos! – gritó Sonic a Knuckles.

- ¡Sonic, sube a la nave! – le gritó el equidna - ¡Asegúrate de ver si hay alguien o no!

- ¡Allá voy! – exclamó Sonic dando un salto y subiendo a la parte de la nave, donde debería de haber un piloto. La zona de la nave donde debía encontrarse quien la conducía, tenia forma ovalada y se veía empañada por afuera. En realidad, la nave tenía una forma redonda, con pequeñas alas a los costados, cada una con un motor. Además, su color era dorado.

Sonic limpió con la mano el vidrio, para ver si había alguien dentro. Bien grande fue su sorpresa al comprobar que dentro de la nave había una persona. Era una jovencita, parecía de 16 años. Tenía el cabello largo y ondulado color café chocolate. Llevaba una polera azul que carecía de mangas, un collar rojo atado al cuello, una falda negra hasta sus rodillas, unas calzas grises y zapatos morados con broches de oro.

Parecía inconsciente, pues tenía los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia un lado.

- ¡Oye amigo, hay una niña dentro de la nave! – gritó Sonic a su amigo quien se encontraba persiguiendo la nave desde atrás.

- ¡¿Cómo?! – gritó el equidna asombrado - ¿Y por qué no detiene la nave?

- Creo que está desmayada – respondió Sonic, a la vez que la nave comenzaba a inclinarse, indicando que se estrellaría.

- ¡Hay que sacarla! – gritó Sonic intentando abrir la superficie de cristal. Era inútil, el cristal era grueso.

- ¡Knuckles, no puedo abrirlo! – gritó Sonic.

- ¡Ya voy, holgazán! – respondió el otro y dando un salto menos fuerte, pues la nave ya se hincaba peligrosamente al suelo, logró subir a esta. Se acercó al ovalo de cristal, dentro del cuál estaba la chica y de un fuerte golpe, hizo añicos el cristal.

- ¡Gracias amigo! – respondió Sonic a lo que Knuckles había hecho. Luego extendió los brazos hacia el interior de la nave, sacó a la chica y tomándola en sus brazos, se dispuso a saltar de la nave.

- ¡Vámonos de acá! – exclamó el erizo.

Knuckles asintió y los dos amigos con la joven inconsciente en brazos de Sonic, dieron un salto y aterrizaron de pie en tierra firme y a salvo.

Fue justo a tiempo, pues unos segundos después, vieron atónitos como la nave donde venia la chica, se estrellaba contra el suelo, explotando en una gran masa de humo y fuego.

- Eso estuvo cerca – dijo Sonic.

Los dos observaron atónitos aquel triste espectáculo. En medio de las llamas y el humo que se alzaba sobre un conjunto de rocas, sobre el cuál había ocurrido el impacto, yacía la nave envuelta fuego… o lo que quedaba de ella. Pues el choque e incendio habían transformado en segundos aquel vehiculo en un montón de chatarra.

- ¡Sonic! – gritó Tails a lo lejos, haciendo que el erizo girase la cabeza y volteara a verlo llegar volando con sus colas.

- ¡Tails! – respondió Sonic a su amigo.

Detrás de Tails y corriendo lo más rápido que podían, se acercaban Cream, Amy y Vanilla.

- Sonic, Knuckles ¿Están bien? – gritó Vanilla.

- Eso creo – respondió Knuckles, al mismo tiempo que las tres mujeres llegaban junto a ellos y Tails aterrizaba al lado de Sonic.

- ¡Sonic! – exclamó Amy exaltada - ¿Estás bien?

- Por supuesto – respondió Sonic con voz segura - ¿Por qué no habría de estarlo?

Amy le sonrió levemente.

- Pero no creo que ella tenga la misma suerte – prosiguió Sonic, refiriéndose a la joven que llevaba en sus brazos.

Todos miraron atónitos a la jovencita de cabello color chocolate, quién seguía sin despertar.

- ¡Oh! – exclamó Cream - ¿Está muerta?

- No lo creo – respondió Sonic – Solo está desmayada. Puedo escuchar como respira.

Efectivamente, se veía que la joven respiraba y se escuchaba una respiración entrecortada.

Sonic la depositó con suavidad en el suelo. No quería despertarla.

- Tal vez se desmayó antes de caer aquí – dijo Amy.

- ¿Es… una humana? – preguntó Tails.

- No lo sé – respondió Knuckles – pero es lo más parecida a una.

Sonic observó detenidamente y con más calma a la chica. Efectivamente, era muy parecida a una humana. Por un segundo, a Sonic le recordó a su amigo Chris, pues la chica tenía casi la misma estatura que el chico del cuál Sonic no había vuelto a saber tras la guerra contra los Metarex.

- Necesita ayuda – dijo Vanilla, irrumpiendo en el silencio que se había formado y en los pensamientos de Sonic.

Tails se hincó delante de la chica y apoyó su mano contra la frente de la niña.

- ¡Está ardiendo en fiebre! – exclamó retirando la mano bruscamente.

- Llevémosla a mi casa – dijo Amy.

- ¿Estás segura? – preguntó Cream.

- Tranquila – dijo Amy – Tú y Vanilla nos ayudaron mucho. Les devolveré el favor.

- Gracias – respondió Vanilla.

Sonic volvió a tomar a la joven en sus brazos.

- Bien, pues vámonos – dijo como si fuera una orden.

El numeroso grupo echó a andar a la casa de Amy.

Aquí está el cuarto capitulo. Por si tienen dudas, sobre quien es Molly, ella fue una chica que apareció en el capitulo 68 de Sonic X. Shadow la conoció y cuando supo su historia, quiso ayudarla a defender su planeta, pero al final, aunque él trató de salvarla, no pudo y ella murió asesinada por los Metarex, frente a los ojos de Shadow.

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Cambio y fuera.