5- Una visitante misteriosa
El grupo de amigos ya casi llegaba a la casa de Amy. Nadie había dicho una palabra en todo el camino.
Repentinamente, un fuerte trueno los estremeció a todos.
- Se acerca una tormenta – concluyó Tails.
- Falta poco – dijo Amy – Ya casi llegamos.
- Es mejor que mi hija y yo volvamos a casa – declaró Vanilla – Si esperamos más, podríamos llegar a mojarnos si es que llueve.
- Pueden quedarse en mi casa – dijo Amy.
- No, no te preocupes Amy – dijo Vanilla – Estaremos bien. Además, debes encargarte de la chica.
La eriza rosa las miró preocupada.
- ¿Están seguras? – preguntó.
- Si Amy – contestó Cream mientras sostenía la mano de su mamá – Vamos a estar bien.
- Entonces… supongo que las veré mañana – respondió Amy – Hasta mañana Cream. Adiós Vanilla.
- Adiós Amy – dijeron a coro mientras daban media vuelta y regresaban por el mismo camino hasta desaparecer.
Los demás continuaron avanzando. Sonic no estaba cansado, pese a llevar en brazos a aquella enigmática chica, pero estaba algo frustrado. Él acostumbraba a correr, no a caminar, pero había decidido a regañadientes ir despacio y así no despertaría a la joven.
Knuckles solo podía preguntarse quién era aquel ser y que buscaba. Tails solo seguía al grupo e intentaba despejar su mente, pues muchas cosas llegaban a su mente. Su dialogo con Sonic, la llegada de Shadow, el accidentado hecho de la chica ¿Qué significaba todo esto?
"Tal vez Sonic tenga razón. Algo muy grande va a ocurrir" pensó.
Un segundo trueno y la silueta de una figura femenina que Knuckles conocía muy bien los detuvo a todos, en el preciso momento en el que estaban frente a la casa de Amy. La silueta pasó por sobre ellos y se alejó volando rápidamente.
- ¿Esa no es Rouge? – dijo Amy.
Knuckles apretó los dientes y cerró las manos, empuñándolas.
- ¡Sé lo que quieres, ladrona! – le gritó Knuckles - ¡No le pondrás ni un dedo encima a la Master Emerald!
En cuanto acabó su frase, se echó a correr tras la murciélago, sin despedirse de los demás, quienes solo lo miraron algo decepcionados.
- Alcánzame si puedes, cariño – dijo Rouge con voz seductora. El equidna se enfureció aún más y luego él y la murciélago desaparecieron en el camino.
- Esos dos… - murmuró Sonic con una sonrisa pícara.
Los demás movieron la cabeza en señal de desaprobación.
- ¿Sonic? – preguntó Tails.
- ¿Pasa algo amigo? – preguntó el erizo azul.
- Creo… que es mejor que vuelva a casa – murmuró Tails.
- ¿Estás bien? ¿Pasa algo? – se preocupó Sonic.
- No me siento bien – mintió Tails.
Sonic lo miró descontento. Conocía muy bien a su amigo y sabía que algo relacionado con Cosmo le estaba carcomiendo en su interior.
- No sé que fue ahora – dijo Sonic – pero no soy tan terco como para intentar retenerte ahora. Sé porqué quieres irte. Solo hazlo.
- Gracias – dijo Tails – Adiós chicos.
El zorrito levantó sus dos colas y se fue volando por el mismo camino que los demás.
- Descansa amigo – murmuró Sonic – Lo necesitas.
- ¿Está bien? – preguntó Amy viéndolo alejarse.
- Lo estará – respondió Sonic – En algún momento lo volverá a estar.
Tails, ya bastante lejos de allí, iba volando y suspirando. No sabía como ni por qué, pero los truenos habían revivido sus recuerdos dolorosos sobre su amado ángel.
- Quisiera verte una vez más… - susurró al viento, deseando tenerla en sus brazos.
Mientras Tails se sumía en los recuerdos de Cosmo, Amy y Sonic ya habían entrado a la casa de esta. Sonic había recostado a la niña sobre el sofá del living.
- Espero que se recupere – dijo – Ese accidente la pudo matar.
La muchacha se veía indefensa y frágil, como si de un solo soplido pudiera quebrarse y su rostro estaba blanco como el papel.
Sonic se arrodilló a su lado y con la mano le tocó la frente.
- Sigues teniendo fiebre – dijo retirando la mano.
- ¿Dijiste algo? – preguntó Amy desde la cocina.
- La chica sigue afiebrada – contestó Sonic.
- Voy de inmediato. Espera – dijo Amy.
Unos segundos después, Amy entró en el living de la casa, llevando consigo un paño que había sido mojado con agua helada.
- Ponle esto en la cabeza – le pidió a Sonic mientras le entregaba el paño húmedo – Iré a buscar una manta.
Sonic asintió con la cabeza y Amy subió por las escaleras al segundo piso para buscar una manta en su cuarto.
El erizo azul depositó delicadamente el paño sobre la frente de la chica, esperando que con eso, bajara la fiebre. Una vez que lo hizo, se puso de pie. Unos minutos después, Amy bajó con dos mantas, dejó una sobre una silla y extendió la otra para cubrir a la chica.
- Espero que baste con esto – dijo Amy con voz seca.
Sonic la miró unos segundos. Amy se veía algo nerviosa y asustada.
- ¿Estás bien? – preguntó a la eriza.
- Si, de maravilla – mintió ella, sintiendo una gélida sensación de vacío en el estómago.
- ¿Entonces, por qué tiemblas? – se extrañó el erizo azul.
Amy lo miró nerviosa, mientras abrazaba sus brazos, como si un escalofrío recorriera su cuerpo.
- Bueno… yo… - murmuró sin mirarlo.
Hubo unos segundos de silencio, hasta que Amy estalló en llanto y se abalanzó sobre Sonic, haciéndolo perder el equilibrio y caer de espaldas. Sonic se incorporó, algo adolorido por la caída, con Amy aún abrazada a él.
- ¡Oye, tranquila! – exclamó intentando zafarse de ella, pero la eriza, como siempre, se resistió y negó a soltarlo.
- ¡No vuelvas a asustarme así, tonto! – le dijo, ella llorando más fuerte - ¡No vuelvas a hacerlo!
- ¿Dé qué hablas? – preguntó Sonic apartándola con brusquedad.
La escena era en verdad lastimosa. Ambos estaban sentados en el suelo, ella lloraba sin abrir los ojos y las lágrimas brotaban de estos cual agua de manantial y él la miraba confundido y con cierta preocupación posada en sus ojos.
- No te entiendo – insistió él, mientras la tomaba por los hombros de manera distante, pero suave para no lastimarla.
Amy no era capaz de verlo a los ojos, sentía un fuerte escozor en el pecho y sus ojos seguían liberando ese dolor en forma de lágrimas.
- Yo… ¡Pensé que habías muerto! – exclamó gritando más enojada que triste.
- ¿Uh? ¿Cómo dices? – se extrañó él.
- Te vi saltar a la nave de esa chica – explicó ella – pero luego… no vi cuando saltaste con Knuckles… pensé que era tarde… que no habías alcanzado a salir de allí ¡Creí que habías muerto en la explosión!
Sonic la miraba, pero no dijo nada. Por un momento, temía que si decía algo, solo la haría llorar más.
- Pero luego, cuando nos acercamos, vi que estabas vivo – se explicó entre lágrimas la eriza rosa – Sentí unas ganas enormes de abrazarte, pero te vi con la chica en brazos… y me reprimí. Supe que no era el momento.
En ese momento, ella lo miró a los ojos. Sonic en vez de apartar la mirada, clavó sus ojos a los de ella y le soltó los hombros. Sus manos terminaron en el suelo.
- ¡Oohh, Sonic! ¡Me alegro tanto de que estés vivo! – dijo Amy volviendo a llorar - ¡Tuve tanto miedo!
Sonic esbozó una pequeña sonrisa, pese a que los lloriqueos de ella siempre le habían parecido fastidiosos. Esta vez, era diferente, por alguna razón.
- No llores por eso – le dijo él – He estado en situaciones peores y sigo con vida.
Ella dejó de llorar y con la mano se limpió las lágrimas que faltaban. Los dos se pusieron de pie, sin dejar de mirarse a los ojos.
- Gracias Sonic – dijo ella.
- ¿Por qué? – se extrañó el erizo.
- Por ser mi héroe – dijo Amy sonrojándose levemente.
Sonic se puso algo nervioso y puso una mano por detrás de su cabeza.
En ese momento, un leve quejido de dolor los distrajo de su conversación y los hizo voltear la mirada la mirada hacia la muchacha inconsciente.
- ¿Nos habrá escuchado? – preguntó Amy algo temerosa.
- No, no creo que sea así – respondió Sonic – Está comenzando a recuperar el conocimiento.
Sonic tenía razón. La chica comenzó a mover su cabeza de un lado a otro, soltando pequeños gemidos. Y cuando estos ladeos de su cabeza concluyeron, comenzó lentamente a abrir con dificultad los ojos.
Una sensación de mareo y nauseas la invadía por completo y se sentía incapaz de levantar su cuerpo aún. Solo sus ojos fueron capaces de desperezarse para observar el entorno en que se encontraba.
Vio lo que parecía una sala acogedora y sencilla. Había muebles, floreros con rosas blancas y rojas, un librero y una mesa de centro con una foto sobre ella. Fue incapaz de reconocer quienes estaban en la fotografía, pues nunca había visto aquellos seres y además, una terrible jaqueca acosaba su escasa tranquilidad.
Lentamente, movió la cabeza hacia la izquierda y solo pudo distinguir dos siluetas no muy grandes. Parpadeó unas cuantas veces, mientras ponía lentamente una mano sobre su cabeza. El dolor que sentía era denigrante.
En cuanto logró visualizar mejor, quienes estaban con ella, no dio crédito a lo que veía: una eriza rosa y un erizo azul estaban frente a ella.
- Hmmm… yo – logró articular con una voz débil, a la vez que estiraba la mano hacia ellos, pero sintiéndose demasiado débil, cerró los ojos y dejó caer su mano pesadamente como si fuera una roca. Pero no la sintió caer al suelo, sino más bien tuvo la sensación agradable de que alguien le sostenía la mano. Volvió a abrir los ojos con pesadez sobre sus párpados y comprobó que el erizo azul había sostenido su mano, antes de que cayera. Él permanecía con una expresión seria, de pie y muy quieto. La chica le sonrió levemente, enseñando su boca de fresa.
- ¿Puedes escucharme? – preguntó el erizo.
La chica movió la cabeza débilmente en señal de aprobación.
- Descuida, no te dañaremos – continuó el erizo – Estás a salvo.
Ella no habló, pero volvió a sonreír. Sonic le soltó la mano y ella la apoyó sobre su pecho, sosteniendo su collar rojo.
- ¿Cómo te llamas? – preguntó Amy adelantándose al verla reaccionar.
- Cal… Calipso – balbuceó ella – Mi nombre… es Calipso.
- No te esfuerces – aconsejó Sonic – Estás muy débil. Te puede hacer mal.
Calipso lo miró a él y a Amy una vez más, cerró los ojos y cayó en un sueño profundo.
Ahí está el quinto capítulo de la historia. Espero sus opiniones, por si quieren que siga con esta historia. También acepto sugerencias y preguntas :D
