Uuuff! Cuanto tiempo sin publicar. Pero que quieren que les diga. El colegio me tiene agobiada con tantas pruebas. Me está quitando momentos de inspiración, pero en fin. Aquí está el capitulo 7.
7- Calipso
Un sol radiante y lleno de vida se dejó ver aquella hermosa mañana en Mobius.
La lluvia se había detenido y parecía haber limpiado cada rincón de cada lugar del planeta. Las plantas brillaban y las gotas de lluvia y rocío reflejaban la luz del sol, mientras reposaban sobre las hojas de los árboles y los pétalos de las flores.
Los pájaros cantaban alegremente y el cielo resplandecía como un cristal fino y transparente.
Los finos rayos del sol se colaron por la ventana del cuarto de Amy, iluminando intensamente su interior, causando que Amy se despidiera lentamente del mundo de los sueños para despertar a la realidad. Abrió lentamente los ojos y parpadeó unas cuantas veces para acostumbrarse a la luz que irradiaba el sol.
Apenas logró mover la cabeza y reaccionó bruscamente, levantándose de golpe.
¡Se había quedado dormida! Sintió mucha vergüenza, haber dejado a Sonic sin explicación solo en el living, dormirse sobre las sábanas y…
¡Un momento! Ella se había dormido sobre las sábanas ¿Por qué ahora estas cubrían su cuerpo?
Cerró los ojos tratando de recordar. Solo podía acudir a ella el recuerdo de cuando se había recostado sobre su cama, pensando en todo lo que estaba pasando y luego dormirse involuntariamente, pero no recordaba haberse arropado como debía.
- Esto si que es… curioso – se dijo a si misma.
Intentando olvidar aquella situación confusa, se levantó de la cama, se puso sus pantuflas rosado furioso y se dirigió a su ropero. Esta vez, extrajo un vestido muy parecido al que llevaba siempre, solo que este llevaba un bordado de corazones en la parte de abajo.
Llevando su ropa, salió de la habitación y se dirigió al baño donde se dio una relajante ducha.
Una vez que terminó, se puso el vestido que había escogido y también ocupó sus botas de siempre. Se miró en el espejo del baño y se sonrió ella misma. Encontraba su aspecto, bastante encantador.
- Bien, basta de presumir – se dijo a si misma.
Salió del baño, regresó a su habitación, dejó el vestido de pijama debajo de su almohada, tendió las sábanas, ordenando su cama y por último, se colocó su diadema favorita en su cabello rosa.
Salió de su cuarto y bajó por las escaleras, directo al living, pensando preparar el desayuno rápidamente. No había olvidado la presencia de Calipso ni que esta estaba en su casa. Pensaba que la mejor manera de darle una cálida bienvenida, era ofrecerle un buen desayuno. Aunque también tenía sus temores. ¿Y si Calipso era una villana que fingía ser una niña inocente? Se asustó ante esa idea. Además, Sonic no estaba allí. Él podría ayudarla a defenderse y…
- ¡No! – se dijo a si misma – Puedo hacerlo yo sola.
Si Calipso era buena o era mala, lo averiguaría pronto. Le ofrecería un buen desayuno y luego le preguntaría lo suficiente como para convencerse de cuales eran sus verdaderas intenciones.
Fue hasta la cocina y comenzó a preparar el desayuno. Lo hizo con calma, pues Calipso seguía dormida, pero esperaba tener listo todo para cuando despertara.
Unos 30 minutos después, ya había terminado su labor. Salió de la cocina llevando consigo dos tazas de té y dos rebanadas de pastel de fresas que había preparado la tarde del día anterior. Todo estaba servido en una bandeja blanca como la nieve.
Fue al living y dejó la bandeja sobre la mesa. Dirigió su mirada hacia Calipso.
- ¡Vaya, debes estar muy cansada! – le dijo.
Luego de esas palabras, a pesar de que nadie más que Amy las había escuchado, la jovencita comenzó a mover lentamente la cabeza de un lado a otro y a abrir los ojos muy despacio.
Sus ojos reconocieron el mismo lugar donde se había dormido, debido a la intensa fatiga. Apoyó sus manos sobre su cabeza y restregó sus ojos con suavidad, luego giró la cabeza y reconoció a la misma eriza que la había ayudado, pero de aquel erizo azul no se veía ni rastro.
- Tú… - murmuró la chica dirigiendo su mirada a Amy.
- ¡Uh! Hola – respondió Amy.
Calipso solo sonrió levemente.
- ¿Cómo te sientes? – preguntó Amy.
- Bien… supongo – contestó Calipso – Anoche… no… no quiero recordar.
Se incorporó y acabó sentada en el sofá. Usó la manta con que la habían abrigado para cubrir sus piernas.
- ¿Todo bien? – murmuró Amy mientras se sentaba a su lado.
- No, no todo – respondió Calipso – No podría explicarlo.
Amy puso una mano sobre el hombro de ella.
- Tranquila. Estás viva, estás bien – dijo con una sonrisa.
Calipso la miró extrañada ¿Cómo era posible que esa eriza fuera tan amable con ella si apenas la conocía?
Amy se levantó del sofá y acercándose a la mesa, levantó una taza de té y un platillo y se acercó a Calipso.
- Toma – le dijo amablemente – Necesitas algo para reponer fuerzas.
- Uh… mmm… gracias – respondió Calipso recibiendo la taza y sosteniéndola entre sus manos temblorosas.
Amy le sonrió y acercándose a la mesa, sacó su propia taza de té y volvió a sentarse al lado de Calipso.
La joven no se movió y sostenía la taza en sus manos, las cuales estaban cubiertas por unos guantes negros sin dedos.
Lentamente, Calipso acercó la taza de té a sus labios y tomó un pequeño sorbo, a la vez que una sonrisa se formaba en su rostro.
- Sabe muy bien – dijo ella en tono amable.
- Me alegro que te guste – contestó Amy - ¿Quieres comer algo?
- Bueno… yo… no quiero incomodar – respondió Calipso entre susurros.
- Tranquila, es un gusto tenerte en mi casa – respondió la eriza, quien nuevamente se acercó a la mesa y esta vez, sacó el plato con el pedazo de pastel y un tenedor pequeño y volviendo al lado de Calipso, le ofreció el delicioso bocadillo.
- Lo hice yo – explicó Amy – Espero que te guste.
Calipso bebió otro sorbo de su taza de té y con una mano recibió el plato, lo apoyó con cuidado sobre sus piernas.
- Espera, dame la taza – dijo Amy. Calipso obedeció y le entregó el platillo junto con la taza, Amy los recibió y dejó sobre la mesa, junto a su propia taza. Ninguna de las dos había terminado de beber el té.
Calipso cogió con cuidado el plato que estaba sobre sus piernas y con el tenedor que estaba sobre este, sacó una pequeña porción de la rebanada de pastel y se la llevó a la boca. Su rostro se relajó y una sonrisa se esbozó en su cara.
- Tiene un sabor delicioso – dijo aún sonriente – Gracias.
- Que bueno que te haya gustado – dijo Amy riendo.
Calipso comió lentamente el pedazo de pastel, mientras Amy también comía su rebanada, mientras miraba a Calipso con curiosidad.
Cuando ambas terminaron, Amy tomó el plato de Calipso, junto con el suyo y los dejó sobre la mesa, junto con las tazas.
No dijeron nada. Permanecieron sentadas sin decir ni una palabra. El silencio se paseaba con calma por el living y por cada habitación de la casa.
- ¿Tú… te llamas Calipso? – murmuró Amy rompiendo el silencio.
- Si, así es – respondió Calipso mirándola fijamente - ¿Cómo lo sabes?
- Anoche lo murmuraste – explicó Amy – Cuando despertaste por unos segundos.
- No recuerdo mucho – dijo la joven – Me sentía realmente mal.
- Descuida, no te preocupes – la consoló Amy.
- Tú… ¿cuál es tu nombre? – preguntó Calipso tímidamente.
- Amy – respondió la eriza – Soy Amy Rose
- Amy… que lindo nombre – comentó Calipso.
Ambas sonrieron. Hace tan poco que se conocían y ya estaban hablando como si fueran amigas.
- Calipso – preguntó Amy algo temerosa - ¿Por qué llegaste aquí?
Calipso bajó la mirada y su sonrisa se desvaneció por completo. Sus ojos reflejaron una esencia de tristeza y miedo.
- Yo… - balbuceó la muchacha - … estoy… buscando ayuda.
- ¿Ayuda? – se extrañó Amy.
- Si – continuó Calipso – Necesito ayuda… para salvar a mi gente.
- ¿A tu gente? – se extrañó Amy - ¿Eres de la Tierra?
- ¿Qué? No, no conozco ese lugar – respondió Calipso - ¿Por qué lo pensaste?
- Bueno – relató Amy – Yo estuve en ese planeta un tiempo. Y bueno… tú pareces un ser humano, como los que viven allá.
Calipso rió levemente.
- He estudiado los seres humanos – comentó Calipso – Y sí, nos parecemos mucho, pero somos distintas especies.
- ¿Entonces, qué eres tú? – preguntó la eriza.
- Soy un ser de las estrellas – explicó Calipso.
- ¿Un ser de las estrellas? – Amy arqueó una ceja, incrédula – Eso suena como un ser que salen en los cuentos.
- No, es verdad – se apresuró la joven a explicar – Soy una habitante de una estrella-planeta.
- No entiendo – dijo su acompañante - ¿Qué es eso?
- Una estrella-planeta es un planeta que puede transportarse en el espacio y el tiempo – explicó Calipso como si fuera una profesora – Sus habitantes se conocen como "Seres de las estrellas".
Amy la escuchaba atentamente. Nunca había oído hablar sobre una estrella-planeta y esta, era la oportunidad perfecta para saberlo.
- ¿Y como pueden transportarse? – preguntó Amy.
- Cada estrella-planeta posee una reliquia para poder viajar en el espacio y el tiempo – relató la chica – Mi planeta posee el Cetro dorado de Yumiko. Ella fue una guerrera poderosa que protegió nuestro planeta de todos los peligros que pudo existir en su época.
- ¿Y luego qué? – preguntó Amy - ¿Para qué necesitas ayuda?
- Es una historia complicada – murmuró Calipso con un dejo de tristeza en su mirada – Y el tiempo se me acaba. Si no hago algo pronto, mi hogar perecerá.
Calipso cubrió su cara con sus manos para no llorar, pero sus ojos se pusieron cristalinos como el agua de un manantial.
- Calipso – escuchó decir a Amy – Quiero ayudarte. Y voy a hacerlo. No sé como, pero lo haré.
- Amy… - musitó Calipso, quitando las manos de su cara.
- Pero dudo que podamos hacer algo nosotras dos solas – dijo Amy pensativa – No sé que tan peligroso es, pero si buscas ayuda, es algo grave. ¡Busquemos a los otros!
- ¿Otros? – se extrañó Calipso.
- Mis amigos nos ayudarán – dijo Amy poniéndose de pie – Ven, iremos a casa de Tails.
- ¿Quién… es Tails? – preguntó la joven.
- Luego te lo explico. Solo sígueme – dijo Amy, mientras tomaba a Calipso de la mano y luego salían ambas de la casa de la eriza.
Y bueno, otro capitulo acabado. No sé que les ha parecido hasta ahora. Espero sus opiniones y esperó publicar más seguido (si es que no me da un colapso con tantas pruebas jajaja). Nos vemos!
