¡Estoy de regreso, con este nuevo capítulo! Actualizaré cada semana aunque sea una vez, y lo haré por ustedes, mis lectores.
Y sin más que agregar, disfruten de este capítulo.
9- Descanso en Mobius
Caminaba a paso lento en dirección al océano. El atardecer bañaba aquel hermoso lugar y las olas en el mar eran calmadas y suaves. Toda aquella hermosura increíble no le importaba en lo más mínimo, o eso parecía.
Shadow permaneció de pie, mirando hacia el horizonte, mientras los últimos rayos del sol morían ahogándose en el océano, para renacer al amanecer del día siguiente.
Absorto en sus pensamientos, no se percataba de lo que ocurría a su alrededor. Su mente divagaba entre sus recuerdos que aún existían y la extraña voz que había oído en sueños.
- ¿Quién era? – musitó al viento.
"Shadow, por favor prométeme que la protegerás", esa frase. Esa maldita frase, dicha por una dulce voz desconocida… ¿A quién le pertenecía? ¿Y a qué se refería con proteger? ¿Proteger a quién?
Esas preguntas iban dando vueltas y más vueltas en su mente, alejándolo de la realidad.
- Yo pensé que te habías ido – escuchó murmurar detrás de él. Se volteó para mirar y se encontró a aquel erizo azul que solo sabía darle dolores de cabeza. Frunció el ceño, haciendo un mohín de disgusto.
- ¿Se te perdió algo o qué? – preguntó Shadow con molestia.
- Vaya, pero que simpático – respondió Sonic con sarcasmo – Yo no he perdido nada. Pero parece que a ti se te perdió la amabilidad.
- ¡Si viniste a darme dolores de cabeza, será mejor que te vayas! – amenazó Shadow.
- ¿Qué no puedes ser menos antisocial? – se quejó Sonic de manera burlona.
- No me interesa conocer a nadie de este patético planeta – respondió Shadow – Y mucho menos a tus amigos o a ti, faker.
- Ja ja ja, si claro – se burló otra vez el erizo azul.
- Mi única razón para seguir en este lugar es porque busco respuestas – dijo Shadow - ¡Ahora lárgate!
- Bueno, entonces… - Sonic no terminó esa última frase, pues Shadow, con la paciencia ya terminada fue rápidamente hacia él y lo golpeó bruscamente en el ojo. Sonic cayó de rodillas, sintiendo un fuerte ardor en su ojo derecho, mientras se lo cubría con ambas manos.
- ¡¿Qué demonios pasa contigo?! – le gritó Sonic a su rival.
- ¡La próxima vez no seré tan compasivo! – le respondió Shadow y en unos segundos, se alejó del lugar, nuevamente en dirección a las montañas. Quería estar solo.
- ¿Compasivo? ¡Eres un desgraciado! – le gritó Sonic mientras lo veía alejarse.
Shadow no alcanzó a escuchar eso último y simplemente siguió avanzando velozmente, mirando hacia delante.
Su carrera se detuvo abruptamente al escuchar una risa de niña. Era algo curioso, pero esa risa le resultaba muy familiar. Como si la hubiese escuchado hace mucho tiempo.
Dejó de correr y se detuvo a escuchar para descubrir el origen del peculiar sonido. Provenía de unos metros más adelante, así que en vez de correr, avanzó calmado y con cuidado hacia delante. Pues también era posible que aquel sonido fuera solo una trampa.
A medida que caminaba, la risa se escuchaba con mayor claridad. Aceleró el paso, como si un fuerte impulso fuera el responsable de llevarlo hasta el origen de tan familiar y dulce melodía.
Pronto, la respuesta a esta nueva pregunta se respondió de una manera algo sorpresiva. Shadow se detuvo y observó que al borde del camino, cerca de la casa de Amy, había tres chicas. Reconoció a dos de ellas. Una era Amy, aquella eriza rosa que acosaba día y noche a Sonic, o eso era lo que Shadow recordaba. La otra, era Cream, pero la tercera chica… nunca la había visto. Esta estaba de espalda y no podía ver su rostro. Para evitar que ellas se percataran de su presencia, se ocultó detrás de un árbol y desde allí las observó y escuchó.
- ¿Lo ves, Calipso? Te dije que sería divertido pasar el día con nosotras – rió Amy.
- Y tuvimos un estupendo día de campo – agregó Cream - ¿No fue divertido?
- Hace mucho que no me divertía – respondió la joven – Me alegro de haber pasado el día con ustedes. Me hizo sentir menos triste.
- Si quieres, puedes quedarte en mi casa – le sugirió Amy.
- Pero… Amy… no quiero estorbar a nadie – murmuró la joven con voz triste.
- ¡Tonterías! – exclamó Amy – Me encantaría tenerte en mi casa.
- ¿Hablas en serio? – preguntó la muchacha – En verdad, te lo agradezco Amy.
- Así podrán hablar de muchas cosas – dijo Cream con una gran sonrisa.
En ese momento, Shadow sintió que lo que estaba haciendo, era una absurda pérdida de tiempo.
- ¿En qué estaba pensando? – murmuró entre dientes.
Dejó de prestar atención a ellas y se dispuso a irse, pero al retroceder, pisó una rama, generando un sonido que llamó la atención de las chicas que había observado.
"Maldición", pensó mientras volvía a ocultarse, pero aun así, continuó observando a sus objetivos.
- ¿Escucharon eso? – se asustó Cream.
- Si, lo oí – dijo Amy dándole la mano a Cream para consolarla.
- ¡Muy bien! ¿Quién está ahí? – amenazó Calipso con voz endurecida y en pose de ataque.
Al hacer aquel movimiento, se volteó y Shadow desde lejos observó su rostro. Y por alguna extraña razón, le resultaba muy familiar.
Aunque esos ojos color chocolate no los había visto nunca, parecían recordarle a alguien… alguien muy especial.
De manera abrupta, mientras observaba a lo lejos el rostro de Calipso, una imagen de una chica con mirada color azul y llena de inocencia, cabello rubio y una boca de fresa, se cruzó por su mente. Ella le sonreía con dulzura.
La imagen se esfumó velozmente, causándole un dolor de cabeza, sumado a una horrible sensación de mareo. Se cubrió la cabeza con ambas manos, cerró los ojos con fuerza y calló de rodillas con brusquedad.
- ¡Maldición! – exclamó mientras el dolor sacudía su cabeza.
Pero a pesar de lo perturbador que era aquella jaqueca, fue capaz de escuchar como unos pasos se iban acercando. Lo habían descubierto. Volvió a levantarse y se alejó de allí hacia la zona más frondosa en el bosque, desviándose del camino, avanzando velozmente y con el dolor aun presente en su cabeza.
Aquellos pasos que Shadow había escuchado aproximarse hacia él, le pertenecían a Calipso, quien se había acercado al lugar, segura de que alguien las observaba.
- Creo que hay alguien cerca – musitó Calipso.
- Será mejor volver – sugirió Amy – No creo que importe ya.
- Tengo miedo – dijo Cream temblando.
- Vayan ustedes a casa – pidió Calipso – Iré a ver si hay alguien cerca.
- Pero Calipso, eso es peligroso – advirtió Amy.
- Será más peligroso si no lo averiguamos – dijo la joven – Podrían atacarnos o algo peor.
- ¿No te asusta? – preguntó Cream.
Calipso se corrió un mechón de cabello detrás de la oreja, se agachó y arrodilló para ver a Cream a los ojos.
- Claro que me asusta – respondió – pero los miedos hay que enfrentarlos y no dejar que nos devoren por dentro.
Dicho esto, se puso de pie y dio media vuelta para ir a averiguar lo que las tenía atemorizadas.
- Volveré pronto – dijo Calipso con voz temblorosa – No se preocupen.
- Si te tardas demasiado iremos a buscarte – le prometió Amy.
- Gracias – fue la respuesta de Calipso, antes de adentrarse en el bosque.
Mientras iba corriendo, se permitió dejar fluir esos recuerdos que prefería guardar para si y no mostrar, por lo doloroso que resultaba el final.
Flashback
- Calipso, debes irte de aquí – le ordenó Antonella – Las cosas solo están empeorando.
- ¡No! No voy a irme – se opuso ella mientras su hermana y única amiga la empujaba hacia la nave.
- ¡Es peligroso! ¡Te matarán! – le advirtió Antonella - ¡Tienes que irte!
Calipso forcejeó con su hermana en vano. Ella era muy fuerte y pese a la resistencia que opuso Calipso, su hermana logró llevarla hacia la única nave que poseían.
Antonella oprimió un botón que estaba al lado derecho de la nave y una puerta de metal escondida en la parte inferior de la misma se abrió.
- Antonella, no me obligues a hacerlo – le suplicó Calipso con lágrimas en sus ojos - ¡No voy a abandonarte!
Antonella la tomó por los hombros y le dirigió una mirada cristalina.
- Calipso, escúchame – comenzó a decirle con un nudo en la garganta – No es seguro que sigas en Kokoro. Marina cada vez es más fuerte y vencerla es casi imposible, pero lo lograremos. Ya hemos perdido mucha gente y no quiero que eso ocurra contigo.
Calipso la miró mientras de sus ojos brotaban lágrimas transparentes y puras, como su corazón.
- No quiero perderte como a mamá y a papá – prosiguió Antonella – Tú vas a ver nuestro planeta florecer una vez más. Quiero que vuelvas a tener una vida buena y que seas feliz hasta el último segundo de tu vida. Pero eso no pasará si sigues aquí.
Calipso solo pudo mirarla. Su hermana tenía razón, pero el solo hecho de dejarla sola en esa riesgosa situación, era algo que no podía hacer ni mucho menos soportar.
- Antonella, déjame pelear a tu lado – suplicó Calipso – No quiero perderte.
Antonella la abrazó fuertemente y de forma amorosa.
- Por favor, haz lo que te pido – rogó Antonella – Cuando todo acabe, prometo que yo misma iré a buscarte y traerte de regreso. Aunque tenga que buscarte durante años. Volverás a casa, pero no ahora.
Calipso se apartó de ella y con un gran pesar y dolor en su pecho, asintió con la cabeza.
- De acuerdo – musitó.
Se abrazaron, sabiendo en el fondo que tal vez no se volverían a ver. Luego, Calipso entró en la nave y luego de manipular algunos controles, hizo despegar la nave, mientras por la ventana de transparente cristal, observaba a su hermana, quien le decía adiós desde lejos, con una mirada bañada que reflejaba su corazón desgarrado.
- Voy a volver Antonella – murmuró Calipso como si su hermana pudiese escucharla – Perdóname, pero regresaré. Buscaré ayuda, pero no te voy a dejar sola.
Fin del Flashback
Aquel recuerdo le abrumaba en lo más profundo de su corazón. Ese pudo haber sido su último adiós y sentía que había tantas cosas que quería decirle a su hermana y no se había atrevido.
Dejó de correr y se detuvo, cayendo de rodillas, mientras las lágrimas de rabia e impotencia se acumulaban en sus ojos.
- Si no llego a tiempo… – musitó con voz quebrada y con las lágrimas ya mojando sus pálidas mejillas –… te ruego que me perdones hermana.
Apoyó las manos sobre sus rodillas, temblaba de dolor y soltaba suspiros de llanto ¿Por qué tenía que ser tan dolorosa su vida?
Algo que Calipso ignoraba por completo, era que mientras ella se quebraba de angustia, unos ojos color carmín la observaban ocultos entre unos matorrales. La miraban con desconfianza, pero también su mirada tenia… ¿Compasión?
¿Cómo era posible? Shadow, el que estaba ahora observándola, ni siquiera la conocía ¿Y tenía compasión de ella?
"No tiene sentido", pensó aquel erizo negro de manera exasperada.
Ella solo le parecía familiar, pero no significaba que le importara en lo más mínimo.
Espera. Si ella no le importaba ¿Por qué había seguido el musical sonido de su risa? Algo le decía que no era simple curiosidad. Por primera vez, se cuestionó lo que había hecho. Era algo… complicado.
Mientras aquella exasperante duda crecía en su cabeza, el cielo nocturno de Mobius, bañado de estrellas y la luz de la luna, se vio sacudido por un fuerte trueno y los faroles del cielo se cubrieron de nubes grises y opacas. Una tormenta azotaría la noche.
"Genial. Otra vez lo mismo", pensó Shadow con sarcasmo.
Unas gotas delgadas y pequeñas comenzaron a caer, para luego intensificarse y caer en grandes cantidades, dando paso a una lluvia torrencial. Shadow permaneció indiferente a la lluvia que comenzaba a mojarlo por completo. En menos de un minuto tenía la cabeza, el cuerpo, las manos y los zapatos totalmente empapados, pero él no hacía el menor movimiento.
Seguía observando a Calipso, quien también parecía ignorar la lluvia y seguía llorando, mientras la lluvia mojaba su cabello y su ropa, dejando ver un triste cuadro.
Ella lloraba en silencio, sus lágrimas se confundían con las gotas de lluvia y su corazón se sumergía en un mar de dolor.
Gracias a la lluvia y al estrepitoso ruido que provocaba en compañía de los truenos, no logró escuchar unos leves pasos que se acercaban a ella. Cuando los pasos se detuvieron, una voz fuerte y desconocida le dirigió la palabra.
- ¿Qué haces acá?
Calipso abrió los ojos, dejando levemente de llorar, para levantar la cabeza lentamente y mirar al frente, para encontrarse con un par de ojos carmín, llenos de frialdad e indiferencia.
Calipso no respondió. Esa mirada le había robado el alma y solo pudo responder, mirando con sorpresa y temor.
Y aunque ese contacto visual parecía una simple casualidad, sería el inicio de un futuro vínculo inevitable, que desenterraría recuerdos dolorosos en ambos acerca de su tormentoso pasado, para enfrentar con valor el futuro deparado.
Las cosas comienzan a volverse interesantes. Un primer encuentro que puede ser todo o nada… ¿Qué creen ustedes?
No olviden sus reviews y nos vemos en la próxima actualización.
