Uuuff… cuanto tiempo ha pasado! Pero que puedo decirles. El tiempo vuela cuando escribes ¿A poco creyeron que lo había abandonado? ¡ESO NUNCA!

Y sin más… acá va un nuevo capítulo. XD


10- Los poderes de Calipso

- ¿Co… cómo di… dijiste? – fue la única respuesta que pudo dar Calipso ante esa mirada proyectada por aquellos ojos color sangre.

- ¿Qué haces acá? – reiteró Shadow sin quitarle los ojos de encima.

- Estaba… - Calipso dejó de hablar y tratando de endurecer su voz para no parecer débil, acabó su respuesta – Alguien me estaba espiando y quise averiguar quién era.

- Pues quedarte arrodillada y llorando no hará que encuentres a quién estás buscando – respondió Shadow con su típica voz fría.

- No es de tu incumbencia – respondió Calipso – Además, lloraba por otra cosa.

- Llorar no soluciona nada – respondió Shadow bajando la cabeza y cerrando los ojos.

Calipso lo miró extrañada. Parecía alguien muy indiferente y careciente de emociones. Su rostro y actitud lo demostraban.

- Eres muy raro – comentó ella.

- ¿Qué quieres decir exactamente con eso? – respondió el erizo ya algo alterado.

- Es la primera vez que conozco a alguien indiferente a las emociones – se explicó la joven - ¿Por qué lo haces?

- No es algo que te importe – respondió Shadow cruzándose de brazos.

Calipso fue a responderle, cuando sintió un extraño ardor en el pecho. Cerró los ojos con fuerza, llevándose una mano al pecho y con la otra se apoyó contra el suelo.

- ¿Ahora qué tienes? – le preguntó Shadow mientras colocaba una mano sobre su hombro.

Cuando Calipso sintió ese contacto, retrocedió con brusquedad. Pues eso había hecho crecer el dolor que sentía.

- ¡No me toques! – le gritó ella.

Shadow dio un paso hacia atrás, bastante extrañado por el comportamiento de Calipso.

Ella en un primer momento no sabía a que atribuirle ese dolor en ella. Pero entonces recordó su habilidad de sentir el dolor de otros. Había sentido ya antes el dolor ajeno, pero nunca con esa intensidad. Comprendió que ese dolor le pertenecía a aquel ser que la miraba de forma seria y fría.

- Eres tú – dijo ella mirándolo con dificultad.

- No sé de qué estás hablando, pero no tengo tiempo para tus berrinches – declaró Shadow ya bastante enojado – No diré que fue un gusto conocerte.

Luego de estas insensibles palabras, se fue de allí, perdiéndose en la espesura del bosque, dejando sola a Calipso en medio de la lluvia.

- Eres insoportable – murmuró Calipso, mientras sentía que ese ardor interno se pagaba lentamente cuando aquel erizo negro se desvaneció.

Se levantó, estrujó su falda negra y su cabello para quitarse el exceso de agua y se cruzó de brazos, mirando fijamente por donde Shadow se había ido. De pronto, una idea se cruzó por su cabeza.

"¿Acaso… era él quién me estaba espiando?" pensó con inseguridad y algo de temor.

- ¡Calipso! – escuchó gritar su nombre a sus espaldas desde lejos.

La joven dio media vuelta y distinguió a lo lejos a Amy y Cream, ambas iban abrigadas con chaquetas y la eriza sostenía un paraguas. Calipso corrió a su encuentro.

- Chicas – les dijo Calipso al llegar junto a ellas - ¿Qué hacen aquí?

- Cuando empezó a llover creímos que estarías en problemas – respondió Cream.

- Así que salimos a buscarte – completó Amy – Y te trajimos esto.

Amy extendió una mano, en la cual sostenía una capa color rojo furioso. Esta tenía también un gorro para su cabeza.

- Gracias Amy – respondió Calipso mientras recibía la capa.

- No es nada, amiga – contestó Amy – Pero ahora vámonos, a cada minuto llueve más fuerte.

Calipso asintió con la cabeza y siguiendo a Amy y Cream, comenzó a salir de aquella zona forestal, con la capa ya puesta, cubriendo su cuerpo. Luego de correr unos minutos, bajo el cielo bañado en lágrimas y truenos, las tres chicas salieron del bosque y llegaron a casa de Amy.

- Entren o nos vamos a mojar más – dijo Amy cerrando su paraguas y apoyando su mano en la perilla de la puerta.

Luego de hacerla girar, todas entraron en la casa y Amy cerró la puerta detrás de si.

- Así está mejor – murmuró Calipso mientras se quitaba la capa, la cuál yacía totalmente empapada por la lluvia.

- Aquí está muy agradable – comentó Cream, sacándose la chaqueta.

- Cream ¿Dónde está Cheese? – preguntó Amy – Hace días que no lo veo.

- Está enfermo – murmuró Cream con tristeza – Mi mamá ahora lo está cuidando. Pero se ve mucho mejor.

- ¿Quién es Cheese? – preguntó Calipso con curiosidad.

- Es un pequeño Chao que tengo de mascota – respondió Cream.

- Un chao…creo que he oído hablar sobre ellos – comentó Calipso – aunque jamás he visto uno.

- Pues en cuanto Cheese esté mejor te lo presentaré – dijo la conejita con voz dulce – A él le gusta hacer nuevos amigos.

- Gracias Cream – respondió Calipso.

- Chicas, les prepararé té – sugirió Amy – Así ya no tendrán frío.

Calipso y Cream sonrieron a modo de respuesta y Amy se dirigió a la cocina a prepararlo.

Cream se sentó en el cómodo sofá y Calipso se acomodó en una silla. Su cabello y su ropa aun estaban mojados y una gran expresión de confusión y duda se alojaba en sus ojos.

- ¿Está bien, señorita Calipso? – preguntó Cream a la joven al notar aquella expresión.

- ¿Qué?... No, estoy bien – respondió Calipso despertando de su estado de distracción – Y no es necesario que me llames señorita. Solo dime Calipso.

- Está bien – respondió Cream – Es que… parece que pensara en otra cosa.

- Pues si – respondió Calipso con honestidad.

- ¿Viste algo en el bosque? – preguntó Cream curiosa.

- Digamos… más que ver… - balbuceó Calipso algo nerviosa – Hablé… con alguien…

- ¿Hablaste con alguien? – preguntó Cream - ¿Con quién?

- No sé su nombre – contestó Calipso – Pero se veía indiferente y frío. Lo único que recuerdo de él a la perfección… son sus ojos.

- ¡Chicas, el té está listo! – interrumpió Amy llevando una bandeja con tres tazas llenas de humeante té.

- Gracias Amy – respondió Calipso.

La eriza le entregó una taza de té a Calipso y luego otra a Cream, para después coger su propia taza y sentarse en el sofá junto a Cream.

- Amy, Calipso dice que vio y habló con alguien en el bosque – le dijo Cream a su amiga.

- ¿A quién encontró? – preguntó Amy para después mirar fijamente a Calipso. Esta, bebió lentamente de su taza de té y levantó la mirada.

- No sé quién era – aclaró Calipso – Pero… recuerdo sus ojos. Eran como dos faroles apagados.

- ¿De qué color eran sus ojos? – preguntó Amy con cierto temor.

- Rojos – respondió Calipso – Como la sangre.

- ¡Shadow! – exclamaron Cream y Amy al mismo tiempo.

- ¿Cómo? ¿Saben quién es? – se asombró Calipso.

- Si que lo sabemos – respondió Cream.

- Muchos desearían no saberlo – agregó Amy.

- ¿Es un enemigo? – preguntó Calipso con mucha calma.

- Ni amigo ni enemigo – respondió la eriza – Digamos… que lo que haga es para su propio beneficio.

- Se une del lado que le conviene – concluyó la joven.

- ¡Si!... digo… es algo complicado – respondió Amy confundida – Digamos que no es de fiar. Nunca se sabe a quien ayudará. En un momento inoportuno puede traicionarte.

- ¿Por qué es así? – preguntó Calipso con evidente enfado.

- No estoy segura – contestó Amy – Pero su actitud está vinculada a su pasado.

- ¿A su pasado? – se extrañó Calipso.

- Sí – murmuró Amy – No sé mucho sobre eso, pero… él vio morir a quien más amaba frente a sus ojos.

Calipso la miró con los ojos muy abiertos, sin saber que decir. Al parecer, Shadow tenía motivos de sobra para ser tan indiferente e inexpresivo.

- Eso no es lo peor – prosiguió Amy – Lo que dificulta todo… es el hecho de que perdió la memoria. Solo recuerda lo ocurrido con los Metarex.

Calipso bajó la mirada. Ahora entendía todo. Por eso cuando él reaccionó de manera tan fría, ella sintió ese ardor.

- Ahora lo entiendo… - musitó Calipso mientras dejaba su taza de té sobre la mesa.

- ¿Qué cosa? – preguntó Cream.

- Cuando me encontré con él… - explicó la joven – …pude sentir su dolor. Me respondió de forma indiferente, pero por dentro… está muriendo. Su dolor se sentía como si pudiera quemarme.

- Siempre supuse que algo ocultaba en ese corazón de roca – comentó Amy.

- Sí, pero ¿Por qué? ¿Por qué ocultar ese dolor? – preguntó Calipso.

- Tal vez nunca lo sabremos – respondió Amy.

Calipso permaneció en silencio. Nunca antes había conocido a alguien que tuviera el corazón y el alma tan fracturados y que supiera ocultarlo bajo una máscara de indiferencia.

Tres golpes en la puerta las sacaron de su conversación de una forma sorpresiva.

- ¿Quién será? – preguntó Cream.

- Iré a ver – dijo Amy – Aunque es raro que alguien esté afuera con este diluvio.

Amy se levantó del sofá, dejó su taza de té sobre la mesa y se dirigió a la puerta. Cuando la abrió, quedó pasmada de asombro ante quien estaba allí.

- ¡Sonic! – exclamó la eriza al verlo parado frente a la puerta, mojado de pies a cabeza por la lluvia torrencial nocturna.

- Hola – saludó él con una sonrisa.

- ¡Entra por favor! Te puedes enfermar allí afuera – dijo Amy mientras lo cogía del brazo y lo jalaba, obligándolo a entrar, para luego cerrar la puerta de manera casi inmediata.

- ¡Estoy tan feliz de verte aquí Sonic! – exclamó Amy abrazándolo de manera sofocante, como solía hacerlo.

- ¡Oye! No puedo respirar – se quejó Sonic intentando zafarse de los brazos de ella.

Amy lo soltó lentamente, sonrojándose de inmediato. Cream y Calipso observaban aquella escena con bastante curiosidad.

- Si que es cariñosa con él – comentó Calipso.

- Calipso, es que a ella le gusta mucho – comentó Cream en un susurro.

- Y lo demuestra claramente – murmuró Calipso. Cream sonrió ante lo dicho por ella. Calipso ya había sospechado algo, pero prefirió no tocar el tema.

Ambas dejaron de hablar y volvieron a mirar a los dos erizos.

- No me esperaba encontrarte aquí Cream – comentó Sonic.

- Hola Sr Sonic – dijo Cream de modo educado.

- No me llames así – respondió el erizo – Solo dime por mi nombre.

La conejita solo pudo reír inocentemente.

Calipso sonrió, pero notó algo que nadie allí parecía haber visto.

- Sonic – dijo Calipso preocupada - ¿Te pasó algo?

- ¿Por qué preguntas Calipso? – se extrañó él.

- Tienes el ojo morado y rasguñado – explicó Calipso.

Sonic solo la miró, sin emitir palabra alguna. Al parecer, no había podido ocultar esa marca.

- ¡Sonic, no me di cuenta! – respondió Amy con cierta culpa - ¡Espera, iré a buscar hielo!

- No Amy, espera – interrumpió Calipso – Yo creo que puedo ayudarlo.

Sonic la miró confundido. Calipso se levantó de la silla donde estaba sentada, se acercó a Sonic y se arrodilló frente a él para quedar a su altura. Amy y Cream no entendían que estaba haciendo y solo se quedaron quietas observando a su nueva amiga.

- Sonic – murmuró Calipso – Necesito que confíes en mí.

- ¿Qué me vas a hacer? – preguntó Sonic con cierto temor.

- ¿Confiarás en mí? – preguntó ella apoyando una mano sobre el hombro del erizo.

- Lo haré – respondió Sonic luego de un breve silencio.

Calipso le sonrió con dulzura.

- Necesito que cierres los ojos y no los abras hasta que yo te lo diga – ordenó Calipso.

Sonic asintió con la cabeza y cerró los ojos suavemente.

Calipso tocó con su dedo índice el ojo lastimado de él, causando que este lanzara un ligero alarido de dolor.

- Tranquilo – murmuró ella.

Y acercando su mano derecha al ojo lastimado del erizo, pero sin tocarlo, cerró los ojos, como si concentrara su mente en ello.

Amy y Cream vieron como un resplandor color blanco con destellos dorados se formaba entre la mano de Calipso y el rostro de Sonic. Retrocedieron con desconfianza ante este fenómeno. Amy tuvo miedo de que Sonic saliera lastimado. Cream no entendía que estaba pasando, y eso la asustaba.

Calipso parecía concentrarse en la herida de Sonic y se veía desconectada de cualquier otra cosa. Sonic solo mantuvo los ojos cerrados y confió en que Calipso haría algo bueno. Podía sentir como el dolor de aquella herida se iba desvaneciendo.

Luego de unos segundos, Calipso abrió los ojos y el resplandor que había generado se apagó lentamente. Vio a Sonic, quien seguía con sus ojos cerrados. Apoyó la mano sobre el rostro de él y sonrió. La herida sobre su ojo ya no estaba.

- Ya puedes abrir los ojos – murmuró ella en voz baja.

Sonic abrió los ojos con lentitud. Parpadeó unas cuantas veces y se sintió tan aliviado como asombrado. El ardor y dolor de su ojo había desaparecido.

Miró hacia el frente y se encontró con la benévola y dulce mirada de Calipso.

- Gracias Calipso – murmuró él.

Ella asintió con la cabeza y se puso de pie. Al mismo tiempo, Cream y Amy se acercaron a ambos.

- ¿Qué fue lo que pasó? – preguntó Amy.

- ¡Sonic, tu ojo ya no está lastimado! – exclamó Cream con alegría.

- Ese resplandor… - murmuró Amy – Calipso, tus poderes…

- Veo que entendieron – dijo ella – Mis habilidades para sanar heridas y percibir el dolor funcionan de manera muy diferente. Percibir el dolor es algo involuntario. Sanar heridas es por voluntad propia, pero solo puedo lograrlo si la otra persona confía en mí. Si no lo hace, su herida no sanará. Sonic confió plenamente en mí y por eso pude sanar su ojo.

Sonic le dirigió una cálida mirada a la joven y le sonrió.

- Me alegro de que ya no tengas esa herida – dijo Amy – Pero ¿quién te hizo esto?

- Digamos… que tuve un pequeño altercado – se burló Sonic cruzándose de brazos.

- ¿Fue Knuckles? – preguntó Cream.

- Ese sujeto no podría ni rasguñarme – se burló Sonic con orgullo, pero luego su sonrisa se borró – Fue otro el responsable.

- ¿Quién? – preguntó Calipso.

Sonic miró a las tres jovencitas y respondió, mencionando aquel nombre que todos ya temían escuchar.

- Shadow.


Un nuevo capítulo ha terminado. Me alegro de volver a publicar después de tanto tiempo.

Aviso que llevo algo de trabajo adelantado con esta historia, así que cada vez que pueda, dejaré un adelanto del próximo capítulo (cuando se me dé la gana jajaja XD)

Próximo capítulo:

Una amenaza externa ha llegado y será la señal que marcará que el enemigo está al acecho. Es hora de conocer el verdadero peligro.

Nos vemos en un próximo escrito.