Hola de nuevo mis amados lectores. Aquí su autora se reporta con un nuevo capitulo de "La pradera de Oro". Una que otra sorpresa aparecerá aquí.
Y sin más que decir… ¡A leer!
15- Negocio arriesgado
Unos cuantos árboles frutales y arbustos de fresas maduras fue lo que encontró al ingresar al bosque tras abandonar la casa de Amy. Gracias a la brillante luz que el sol irradiaba esa cálida tarde, Calipso pudo distinguir cada árbol con facilidad. Recogió una buena cantidad de frutas para las provisiones del viaje. Para no tener que cargarlas en sus brazos, las guardaba en los bolsillos ocultos de su falda, pues no tenía una cesta o algo similar para llevarlas.
Al acabar con su tarea, decidió regresar por el mismo sendero que había recorrido, así evitaría perderse y tardaría menos en encontrarse con Amy. No conocía un atajo, después de todo, ella no vivía en aquel planeta.
Iba de regreso, cuando sintió un peculiar revoloteo a sus espaldas. El sonido emitido solo podía ser provocado por un par de alas grandes y fuertes. No volteó la cabeza. Esperaría a que el sonido se acercara y así, se voltearía para dar un golpe certero al culpable. Su instinto le decía que corría peligro.
- ¿Qué no sabes saludar? – dijo una voz con tono coqueto y burlón.
Calipso se volteó con lentitud y encontró frente a su persona a una murciélago con rostro y facciones bien definidas y atractivas. Su vestimenta era algo provocativa y sus labios llevaban un marcado labial rosa furioso.
- ¿No eres la ladrona que intentó robarse las esmeraldas? – preguntó Calipso con frialdad. Recordaba claramente a aquella seductora chica. Había robado las esmeraldas y Knuckles la había atacado, pero en el acto, había perdido 3 de las joyas.
- Por favor, llámame Rouge. Rouge the Bat – contestó la ladrona profesional, mientras colocaba las manos sobre su cadera con coquetería.
- No diré que es un gusto conocerte, Rouge – contestó Calipso recalcando su voz en aquel nombre - ¿Se puede saber por qué me estás siguiendo?
- No lo sé – mintió Rouge – Tal vez… solo quiero saber que vio Shadow en ti.
- ¿Qué tiene que ver él en todo esto? – Calipso se cruzó de brazos. Su expresión era neutral, impidiéndoles a su interlocutor adivinar sus emociones.
- No te hagas la inocente, querida – contestó Rouge con altanería - ¿No te parece extraño que alguien como él te salve la vida, luego te ignore y para finalizar, te lleve donde tus amiguitos perdedores después de que te desmayaras?
Calipso abrió los ojos, notablemente sorprendida. Al parecer, a Rouge no se le escapaba ningún detalle y sin querer, había aclarado las dudas de la joven sobre como los otros la habían encontrado luego de haber sido rescatada por aquel erizo indiferente.
- ¿Cómo supiste todo eso? – le preguntó disimulando su asombro.
- Soy una profesional – halagó Rouge.
Calipso la observó detenidamente. Si Rouge sabía tanto como lo halagaba, tal vez debía saber algo sobre Shadow y su pasado. Su instinto le decía que ella debía conocer un poco más al erizo negro. Y eso era algo que Calipso deseaba hacer. Conocer a Shadow y encontrar el origen de su tosca actitud. Pero a su cabeza regresaron las palabras de Sonic: "Piensa en tu gente". Ambos puntos chocaban.
Pero… ¡Claro! Allí estaba. Podía matar dos pájaros de un tiro. La solución había caído del cielo, literalmente. Tenía frente a ella a una espía profesional. Elemento clave para sus dos objetivos.
- Pues… si eres tan profesional – desafió Calipso – Demuéstramelo.
Rouge sonrió satisfecha. Calipso sería la victima perfecta y así, pronto tendría en sus manos lo que tanto quería: una reluciente esmeralda caos. O tal vez, algo mejor.
- No ofrezco mis servicios de forma gratuita – advirtió Rouge.
- Lo sé. No soy tonta – dijo Calipso con un dejo de enfado en su voz – necesitaré tus habilidades en un par de trabajos importantes.
- Y… ¿Cuáles serían esos trabajos, preciosa? – se burló Rouge.
- ¡No te atrevas a llamarme así! – amenazó Calipso con enfado – Usa mi nombre para dirigirte a mi. Me llamo Calipso.
- Hmmm… nombre interesante – murmuró Rouge, mientras colocaba una mano en su mentón.
- Si eres tan hábil como dices, consiguiendo cualquier cosa, entonces trabajarás conmigo. Hoy partiremos a mi planeta. Serás parte del equipo espía de los rebeldes – declaró la joven con tono autoritario.
Rouge arqueó una ceja, pensativa. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que había trabajado como espía. Sentir la adrenalina correr por sus venas. Debía admitirlo, era su mejor habilidad y su más grande placer. Lo había experimentado durante su estadía en la Tierra e incluso cuando trabajó para Eggman, pues todo dependía de que fuera a obtener a cambio. Si ahora aceptaba, podría obtener algo muy bueno a cambio. Calipso era una mujer de palabra, o eso parecía. Además, así le demostraría que no mentía al declararse como la mejor de las espías.
- De acuerdo. Será divertido – respondió Rouge con soberbia – Y… ¿Cuál es tu segunda petición, Calipso?
- Quiero que me digas todo lo que sabes sobre Shadow – respondió Calipso bajando la voz al decir ese nombre.
Esta vez, le tocó a Rouge sorprenderse. Vaya que aquella muchachita era impredecible. Era dulce y gentil, pero también era firme y arriesgada. El hecho de que quisiera saber más sobre Shadow no le sorprendía, pero que recurriera a personas de poco fiar… eso era lo llamativo. Rouge no se consideraba alguien de fiar, pues ella misma recurría a los engaños para conseguir lo que quería.
- Bueno, eso será sencillo – aseguró recuperando la compostura.
- Suerte para ti – respondió Calipso – Te veré al ocaso. Allí partiremos. Supongo que ya sabes donde encontrarme. Hasta entonces.
Calipso dio media vuelta y regresó sobre sus pasos, dejando sola a la murciélago.
- Y no tiene idea de qué exijo a cambio – se molestó Rouge – Más le vale tener lo que deseo… o algo mejor.
Luego de esto, se elevó en el aire gracias a sus alas y se alejó de allí, aumentando cada vez más la velocidad.
Cuando se aseguró de que aquella murciélago ya no podía verla, Calipso dejó de caminar, se detuvo y soltó un suspiro pesado. La verdad era, que Calipso no estaba acostumbrada a este tipo de negociaciones, cuyo socio era un ambicioso que trabajara por conveniencia propia, lo que era sinónimo de una posible traición. Y Rouge era alguien que cumplía a la perfección con esos defectos. La joven de cabello chocolate mientras permaneció en su planeta, había visto que su propio equipo reclutaba entre sus aliados a ladrones profesionales, cuyo único objetivo era una recompensa en dinero o joyas a cambio de sus servicios. Pero ella jamás había lidiado con ellos a la hora de una negociación. De ello se encargaban el difunto líder o incluso su hermana mayor, Antonella. Después de todo, Calipso solo era espía y soldado de los rebeldes y su único deber era enfrentarse al enemigo en combate o en el último de los casos, era enviada a reportar las áreas cercanas al terreno enemigo, alertando de todo peligro a sus compañeros.
Esta, era la primera vez que se enfrentaba a alguien como Rouge y lograba negociar con ella. Se sentía orgullosa de si misma, pero sentía mucho miedo al mismo tiempo. Sabía que debía de hallar una manera de recompensarla, pero eso era lo menos alarmante. Le aterraba la posibilidad de que ella le traicionara y acabara aliándose con sus enemigos.
"No tengo más opción", pensó cabizbaja. Pero era cierto. Para tiempos desesperados, medidas desesperadas.
Siguió caminando con lentitud hacia la casa de Amy. Este sería su último día en Mobius y dudaba si saldría con vida de la sangrienta guerra que le aguardaba en su hogar. Si esta iba a ser la ultima vez que disfrutaría de un lugar calmado y maravilloso, quería que durara el mayor tiempo posible.
- ¡Calipso! – la voz de Amy la alejó de sus pensamientos.
Alzó la mirada y divisó la casa de la eriza rosa. Esta estaba en la puerta, agitando su mano enérgicamente a modo de saludo.
Sonriendo levemente, Calipso aceleró el paso y llegó pronto a destino, quedando junto a la casa y encontrándose con su nueva amiga.
- ¿Encontraste algo? – preguntó Amy con una entusiasmada sonrisa.
- No es mucho, pero nos ayudará – respondió la joven, mientras extraía de sus bolsillos las fresas y otras frutas que había logrado recolectar durante su corto recorrido por el bosque.
- ¡Perfecto! – exclamó Amy con alegría.
Calipso asintió con la cabeza, pero su dulce mirada se cubrió rápidamente por un velo de preocupación y miedo. Esto no pasó desapercibido para la eriza.
- ¿Ocurre algo malo? – inquirió preocupada.
- No lo sé… creo que hice algo arriesgado y peligroso – confesó a medias la otra joven.
- ¿Uh? – fue todo lo que Amy contestó. No entendía las palabras de su amiga.
Calipso suspiró con pesadez.
- ¡Hice un trato con Rouge! – gritó Calipso, mientras cubría su rostro con sus manos, presa de la vergüenza y la culpa.
- ¿Cómo? ¿Por qué, que pasó? – preguntó Amy sorprendida por la confesión.
- Estaba desesperada – explicó Calipso ocultando su molestia – Necesitaba la ayuda de alguien con sus habilidades.
- Pero ella no es de fiar. Es una ladrona – le recordó la eriza – No creo que…
- Sé que quiere una recompensa – interrumpió Calipso – Y sé que no es de fiar. Lo supe el día que la vi huir con las esmeraldas caos.
- ¿Y para qué pediste su ayuda? – insistió Amy, pero calló de inmediato. Pensó por unos segundos y descubrió la verdad, atando los cabos sueltos.
- ¿Amy? – le habló la chica de las estrellas al verla sumirse en sus pensamientos.
- Creo que ya sé porque lo hiciste – le contestó la eriza mirándola a los ojos.
- ¿Eh? – se extrañó Calipso.
- Es por Shadow ¿verdad? – concluyó Amy sin un dejo de enojo en su voz. Más bien, parecía comprensiva.
Calipso bajó la mirada y sin ningún motivo claro, la culpa la embargó, oscureciendo sus sentimientos.
- Sé que no debería hacerlo, pero sí – musitó encogida de hombros – Necesito saber sobre él y entenderlo. Entender por qué es así. Entender por qué me salvó. Debe de tener un motivo. No sé por qué, pero quiero descubrirlo.
- ¿Por qué haces todo esto? – intentó averiguar la eriza. Suavizó la voz, al comenzar a comprender la razón de aquella desesperada decisión que Calipso había tomado con respecto a pedirle ayuda a Rouge.
- Porque sé que él necesita ayuda – respondió Calipso con la voz algo ahogada por el llanto que intentaba escapar por su garganta – Pude sentir su dolor y por alguna razón, suele brotar cuando yo estoy cerca de él. Como si ese dolor le estuviera evocando algo…
- Un recuerdo – completó Amy en un murmuro sin alejar sus orbes verde jade de su amiga. Esta tenía los ojos cristalinos al sentir ganas de llorar. Calipso agradeció en sus pensamientos el poder hablar con alguien como Amy. Estaba segura de que ella lo entendería.
- Tal vez… - supuso Calipso mientras tragaba con pesadez, intentando hundir el nudo en su garganta - … sus recuerdos intentan resurgir. No sé si es por mi presencia o por otro motivo. Por eso debo ayudarlo. Y para lograrlo, debo conocer su pasado.
Amy la miró y le sonrió con comprensión.
- Ahora lo entiendo – dijo – Y déjame decirte que lo que quieres hacer por él, es algo que ninguno de nosotros jamás ha intentado ni ha logrado. Es algo muy dulce y empático lo que quieres hacer por Shadow, aun sabiendo que tus posibilidades de ganarte su confianza son casi nulas.
Calipso la miró con los ojos muy abiertos. Jamás imaginó que Amy comprendería con tanta claridad sus intenciones con respecto a Shadow y que además, no la juzgara por ello.
- No será fácil – concluyó Amy con cierta tristeza.
- Lo sé – concordó Calipso – pero lo intentaré. Gracias por entenderlo.
Amy le sonrió cálidamente, haciéndola sonreír a ella también.
- Creo que es mejor que vayamos con Tails – sugirió Amy.
- Si. Supongo que necesitará ayuda – respondió Calipso.
- Tú lo has dicho, amiga – dijo la eriza con expresión de aprobación. Ambas rieron como si fuesen un par de niñas pequeñas.
Alejándose de la casa de Amy, ambas caminaron hasta la casa de Tails. Durante el trayecto, Calipso observó cada detalle, cada árbol, cada flor, disfrutó cada sonido, aspiró cada aroma y lo convirtió en un deleite. Quería disfrutar cada segundo que le quedaba en Mobius, pero esta vez, quería regresar. Lo haría. Tenía que lograrlo. Por Shadow. Sabía que este nunca accedería a ayudarla si se lo pedía ni mucho menos acompañarla a su planeta. Si quería ayudarlo, debía enfrentarlo cara a cara, pero ahora, su prioridad era su hogar. Por eso, debía sobrevivir y regresar. Permanecería viva para cumplir su misión en Kokoro, por su gente y por Shadow.
Disfrutando de la suave brisa como si fuese la última y caminando al lado de su nueva amiga, llegaron a destino: el taller de Tails.
- ¡Hola Tails! – saludó Amy a distancia luego de reconocerlo. El zorrito se volteó al escuchar su nombre a lo lejos.
- Hola – Tails agitó la mano a modo de responder el saludo. Cuando ellas se acercaron un poco más, Tails les hizo un ademán para que lo siguieran.
Este las condujo dentro del taller, hasta una entrada subterránea, la cuál fueron descendiendo con cuidado debido a la oscuridad que la cubría. El lugar era frío y parecían estar caminando sobre una superficie metálica. Una vez que acabaron de bajar y llegaron a destino, Tails se acercó un poco más a la pared y presionó un interruptor.
Una luz brillante los cegó durante unos instantes. Calipso se restregó los ojos con fuerza, intentando acostumbrarse a la luz. Cuando aquel resplandor ya no lastimaba sus orbes color café, pudo ver que se encontraba en una especie de laboratorio subterráneo bastante amplio. Eso no la sorprendió. Lo que la dejó sin habla, fue lo que se encontraba allí. Una enorme nave de color blanco con detalles azules y amarillos, dotado de unos motores increíbles y alas muy amplias. Se veía resistente y construida con mucha dedicación. Fácilmente allí podría caber toda la población de su planeta. Más que una nave común, parecía una nave de guerra.
- ¡Calipso, este es el Tifón Azul! – exclamó Tails con el entusiasmo de un niño cuando presume su juguete favorito delante de los demás. Calipso estaba anonadada luego de haber visto aquella nave. Realmente Sonic no exageraba cuando dijo que su amigo siempre tenía una carta bajo la manga.
- ¡Nunca antes vi una nave tan enorme! – exclamó Calipso sin disimular su asombro.
- La utilizaremos para viajar hasta tu planeta – explicó Tails – pero aun falta mucho por hacer antes de partir.
- Entonces, a trabajar – dijo Calipso entusiasta.
Estuvieron varias horas trabajando. Cargaron la nave con equipos de primeros auxilios, provisiones y armas. Incluso aseguraron una plataforma escondida donde se guardaban pequeñas naves individuales o de emergencia. Arreglaron las habitaciones individuales y comprobaron que los motores estuvieran bien y sin riesgo de sufrir averías durante el viaje.
Durante ese tiempo, tanto Amy como Tails se asombraron de la fuerza de voluntad y esfuerzo con que Calipso colaboraba. Iba de un lado a otro sin descanso, dejando y trayendo cosas, ayudando a verificar los controles y asegurándose de contar con el equipamiento necesario. Pues no se estaban enfrentando a cualquier amenaza.
- Deberías descansar – le dijo Amy al verla exhausta y que no se detenía a tomar un adecuado respiro.
- Estoy bien – contestó Calipso – Solo… déjenme ayudarlos.
- Llevas prácticamente todo el día corriendo de un lado a otro – corroboró Tails en referencia a lo dicho por Amy – Mejor ve afuera y descansa. Toma un poco de aire y avísanos cuando lleguen los demás.
- De acuerdo – suspiró Calipso con pesadez – Espero no haber estorbado.
- Para nada – sonrió Tails con amabilidad – Fuiste de gran ayuda.
Calipso le sonrió en respuesta y dirigiéndose hacia el camino que habían tomado para llegar a aquella zona subterránea, regresó por el mismo y salió al exterior.
El sol comenzaba a ocultarse, ofreciendo una puesta de sol que la cautivó con su belleza. Mientras la observaba, deseó que algún día, esa misma puesta de sol pudiera verse de nuevo, en su propio hogar. Su planeta natal. Una vez que retornara aquella paz que ella y su pueblo anhelaban.
- Justo a quien estaba buscando – dijo una voz femenina.
Calipso viró su cabeza hacia la derecha y vio como hacia su persona, caminaba Rouge con actitud petulante.
- Veo que eres puntual – contestó Calipso bajo su máscara de seguridad y dureza.
- Y también cumplo mis tratos – agregó la otra con su característico tono seductor, para luego enseñar su mano derecha que había ocultado tras su espalda, enseñando un sobre algo grueso. Se lo arrojó a la chica, quien lo recibió con una expresión extrañada.
- ¿Qué es esto? – inquirió mirándola fijo.
- Es toda la información que necesitas saber sobre el "Proyecto Shadow" – contestó Rouge volviendo su tono de voz algo más severo.
- ¿Proyecto Shadow? – repitió Calipso confundida por el nombre de aquel suceso.
- Es todo lo que sé sobre ese erizo arrogante – se burló Rouge. Y no mentía. Al participar de la investigación mientras permaneció en el planeta Tierra, si bien toda la información había quedado en manos de la policía y el gobierno, ella se las había ingeniado para conseguir una copia del informe oficial. Pues, en lo más profundo de su corazón, sentía una vaga curiosidad sobre Shadow y aunque a veces ese sujeto era un insolente con ella, no pudo evitar guardarle cierto aprecio.
- ¿Cumplirás con tu segunda parte del trato? – le preguntó la joven, sacándola de sus pensamientos.
- Lo que sea, por una buena paga – dijo la murciélago en respuesta – Sé que a los demás no les agradara la idea de que les haga compañía.
- Eso es evidente – se mofó Calipso – pero solo lo hago por tus habilidades. No confío totalmente en ti.
- Bien, lo que tú digas – dijo Rouge con soberbia, mientras se sentaba sobre una roca, dando por concluido aquel dialogo algo forzado. Ambas guardaron silencio, sin volver a mirarse a la cara.
A los pocos minutos, Calipso distinguió a lo lejos un destello azul que se aproximaba velozmente. Sonrió, sabiendo que se trataba de Sonic.
- Hola Calipso – saludó este al llegar.
- Hola – respondió la aludida con un ademán de su mano.
- Veo que tienes compañía – señaló Sonic con poca discreción a Rouge.
- Digamos que es por acuerdo forzado pero conveniente – aclaró la murciélago.
- No me hables con trabalenguas – se burló el erizo azul.
- Ella vendrá con nosotros – aclaró la castaña con cierta dureza – Puede ser de utilidad entre los rebeldes como una espía más.
- Mientras no se robe las esmeraldas caos, por mí esta bien – dijo Sonic con algo de desconfianza.
Sus palabras hicieron que Calipso recordara de golpe un detalle importante. Uno que había ocurrido tras la explosión del Tornado X.
- Creí que el incendio del Tornado X las había destruido – dijo con un tono de voz culposa.
- Tranquila. Tails las rescató – la calmó Sonic – Y digamos… que además hoy tuve un golpe de suerte.
Luego, le enseñó a Calipso lo que había encontrado. En sus manos, brillaba una hermosa esmeralda caos color azul.
- ¡Encontraste otra! – exclamó Calipso con emoción - ¡Eres asombroso, Sonic!
El erizo le sonrió y levantó su pulgar a modo de afirmación.
Una risa juguetona los distrajo. Sonic volteó la mirada hacia atrás y vio a Cream correr alegremente hacia ellos, en compañía de su querido chaos; Cheese.
- Hola a todos – saludó la conejita con voz cantarina.
- ¡Hey Cream! – saludó Sonic – Que bueno que llegaste.
- Miren lo que encontré – dijo dando pequeños saltitos de emoción, a la vez que enseñaba lo que cargaba en sus manos: una esmeralda caos, blanca y reluciente.
- ¡Solo nos falta una! – se entusiasmo Sonic.
- Lamento decepcionarte, pero la esmeralda que les falta, la tiene Shadow – avisó Rouge con indiferencia.
Los tres la miraron asombrados y luego, con profunda decepción. Sabían que no había esperanza de que Shadow se las entregara, al menos, no por voluntad propia.
- Supongo que habrá que conformarnos con 6 esmeraldas – concluyó Sonic, recuperando en solo segundos su usual optimismo - ¡Más que suficiente!
Calipso sonrió ante el comentario, aunque esperaba no quedar en desventaja ante la ausencia de una esmeralda caos. No conocía su poder y por lo mismo, no podía predecir o a lo menos imaginar las desventajas de ello.
- Calipso – la conejita interrumpió sus pensamientos – Hice esto para ti.
Calipso sintió sus ojos cristalizarse ante lo que Cream le estaba mostrando: una hermosa corona de flores que la pequeña le había hecho como muestra de amistad. Sonrió ampliamente, ocultando sus lágrimas de felicidad para no preocupar a los demás. Ese gesto lleno de inocencia había tocado su corazón.
- ¿Puedes ponértela? – suplicó Cream con dulzura.
Calipso asintió y tomando cuidadosamente aquel regalo, lo colocó en su cabeza, sintiendo la suavidad de cada pétalo rozar su cabello castaño.
- Pareces una princesa de un cuento de hadas – comentó Cream con una risita – Espero que te haya gustado.
- Es realmente hermosa – dijo Calipso mientras se arrodillaba para quedar a la altura de la conejita – Gracias Cream.
Esta le sonrió con dulzura para luego abrazarla con cariño, gesto que Calipso correspondió.
- Tanto sentimentalismo me enferma – se mofó Rouge con un gesto de desagrado.
- Si, claro – se burló Sonic con sarcasmo y luego desvió su atención hacia Calipso – Ten cuidado Calipso, si esta ladrona te ve cerca de de Knuckles le podría estallar la cabeza de celos.
Dio justo en el blanco. Rouge se sonrojó de inmediato. Esta vez, Sonic se había excedido. La ladrona de joyas desvió la mirada intentando ocultar su rostro enrojecido.
- No sé que quisiste decir – murmuró Calipso al erizo azul – pero creo que se te pasó la mano.
- Descuida, no es para tanto – dijo Sonic quitándole importancia al asunto.
Calipso se puso de pie y soltó una pequeña risa, viendo disimuladamente a Rouge, quien seguía con el rostro bañado en un intenso rubor.
Un ronco grito acompañado de unos cuantos pasos firmes, pero algo lejanos llamaron la atención del reducido grupo. Calipso dirigió la mirada hacia donde había escuchado provenir aquellos sonidos, para ver a Knuckles correr hacia ellos. Abrió los ojos desmesuradamente ante lo que veía: el equidna llevaba una enorme esmeralda color celeste verdoso. La cargaba solo con sus manos por sobre su cabeza.
- ¡Knuckles! – lo saludó Sonic – Hasta que por fin apareciste.
- ¿Qué clase de esmeralda es esa? – se asombró la chica de las estrellas al ver semejante piedra preciosa.
- Es la Master Emerald – contestó Knuckles mientras se detenía a tomar un respiro, después de haber corrido tanto con aquel peso sobre él.
- ¿Master Emerald? – repitió Calipso sin entender.
- Con ayuda de ella, podemos controlar las esmeraldas caos en caso de alguna emergencia – explicó Sonic – Es la esmeralda más poderosa que haya existido, pero la más frágil al mismo tiempo, y Knuckles es el guardián a cargo de resguardarla.
- Ya veo – respondió la joven sin quitar sus ojos de aquella enorme esmeralda.
- Si voy a ir con ustedes, necesito llevarla – explicó el equidna - ¡No puedo permitir que algo le ocurra!
Cerró los ojos, recordando con amargura lo que había pasado la última vez que habían utilizado aquel enorme poder.
- Malas noticias para ti mi amigo – se burló Sonic – Rouge vendrá con nosotros.
- ¡¿Qué cosas dices?! – se exaltó Knuckles. Su enojo fue tal que sentía que estaba a punto de echar humo por las orejas.
- Es necesario – argumentó Calipso a su favor – Sus habilidades serán de mucha utilidad una vez que lleguemos a Kokoro.
- ¡¿O sea qué…?! – las quejas del equidna fueron interrumpidas cuando Tails salió al exterior, avisándole a todos que ya todo estaba listo para partir.
- No tenemos tiempo que perder – dijo algo apresurado - ¡Debemos irnos ahora!
Todos ingresaron al taller y bajaron por el sendero subterráneo. Antes de ir, Calipso recogió el sobre que Rouge le había entregado, pues lo había ocultado al llegar los demás. Este permaneció en sus manos.
Una vez que todos llegaron hasta el Tifón Azul, no tardaron ni un segundo en ingresar en este. Tails se instaló al mando en la mesa de controles y tras pulsar algunos botones, abrió una bandeja donde depositó las esmeraldas que poseían.
- Las esmeraldas le otorgarán la energía suficiente a los motores – dijo Tails - ¡Vamos!
Un estremecedor ruido proveniente de un conjunto de motores, acompañado de un ligero temblor dentro de la nave, dio a entender que esta estaba despegando.
El techo que cubría aquel subterráneo se abrió ampliamente, enseñando el cielo que comenzaba a cubrirse de un tenue color anaranjado. La nave comenzó a separarse paulatinamente del suelo, gracias al impulso de sus motores. La velocidad iba en aumento, hasta que la nave abandonó su espacio para acabar elevándose en el cielo. A partir de entonces, la velocidad creció y la nave enfocó su curso hacia el exterior del planeta Mobius. Calipso observó por la ventana. Vio los árboles, las casas y los hermosos paisajes encogerse conforme se iban alejando del planeta. Finalmente, Mobius quedó atrás.
- Tengo que regresar- se dijo a si misma – Cuando acabe esta pesadilla, voy a regresar por él. Nos veremos de nuevo… Shadow.
Una vez más, el Tifón Azul despegaba para ir hacia una nueva aventura. Una donde el destino de Kokoro, Mobius, Calipso, Sonic y sus compañeros, e incluso todo el universo, pendían de un hilo.
¡Oooohhhh! Finalmente, nuestros héroes y nuestra querida Calipso, han dejado el planeta Mobius y ahora se dirigen hacia el planeta Kokoro, con el fin de acabar con la nueva amenaza, por la paz del universo.
Rouge ha aceptado por conveniencia ser aliada de Calipso ¿La traicionará a futuro?
Shadow, como era de esperarse no ha ido junto a Calipso, pues dice no estar interesado en aquella joven, aun así, ella ha prometido volver junto a él y ayudarlo a recuperar sus memorias.
En el próximo capitulo, les espera una ¡SORPRESA!
Espero que este capitulo les haya gustado. Espero sus reviews.
Saludos!
