Por fin… ¡POR FIN! Hasta que regresé con este fanfic tan abandonado a causa de permanencias en otros fandoms y de paso, el caos universitario que ya está en sus últimas etapas. Oh yes! ¡Estuve en mi etapa de tesis y estoy a la nada de titularme, corazones!
Aun así, nada justifica mi ausencia de más de DOS AÑOS de este long fic al que le tengo tanto cariño. Lo sé, no tengo perdón de nadie… siquiera de mi misma.
En fin… si alguno de ustedes todavía le tenía fe a una actualización… ¡Aquí está su querida recompensa! Mientras esté ocupada escribiendo otros fics a mano, este fanfic estará siendo traspasado a mi computador desde mis cuadernos… ¡Lo que significa mayores posibilidades de actualización para ustedes!
No tiren flores solo a mí, la cortesía fue de mi pareja que, me ayudó a traspasar parte importante de este fic desde el papel a la pantalla con tal de que pudiese actualizar 3
Advertencia: No todo seguirá para bien para nuestros héroes de Mobius. Ya antes experimentaron una derrota, pero hay situaciones mucho peores que pueden suceder en medio del caos.
Ahora… sin más palabrerío y amenazas.
¡Lean y disfruten!
22- Pérdida insuperable
Aquella explosión había resultado ampliamente devastadora. De no ser porque Sonic y Shadow habían conseguido destruir varios misiles antes del desenlace negativo, la destrucción habría sido hasta diez veces más amplia de lo que ya era.
Parecía ser que Marina había conseguido tomar ventaja. Sin duda alguna, la traición de Dante hacia los rebeldes en verdad acarrearía graves consecuencias a futuro. Y como guinda del pastel, el maldito había logrado fugarse antes de que los misiles se estrellaran, perdiéndose su rastro.
Shadow finalmente recuperó el conocimiento tras su estrepitosa caída de varios metros. Se levantó con facilidad, pero aun así era visible que había resultado herido luego de hacer estallar varios proyectiles. Además, la herida de su brazo aún sangraba y aquellas aves salvajes también le habían ocasionado cortes superficiales en todo el cuerpo y rostro. Se sujetó el brazo y caminó tambaleándose. Nunca lo admitiría en voz alta, pero estaba exhausto. Le pesaban las piernas y su brazo le ardía. Su rostro tenía varios hematomas y cortes superficiales.
Por su mente, solo transitaba la idea de alejarse de aquel lugar que alguna vez fue un pequeño pueblo y ya solo era fuego, escombros y cenizas que el viento y el tiempo acabaría por desintegrar. Estaba por huir de allí cuando, a lo lejos vislumbró la silueta de un cuerpo desplomado en el suelo. Debido al exceso de humo y polvo y al calor sofocante del fuego aún no extinto, Shadow no lograba distinguir de quien se trataba o si por lo menos ese alguien seguía vivo. Se acercó cautelosamente, pero finalmente se detuvo con brusquedad y pánico al descubrir de quien se trataba.
- ¡Calipso! – un grito desesperado se atascó en su garganta.
La joven permanecía de costado e inmóvil en el suelo. Su cabello estaba desparramado y con restos de polvo y escombros pequeños. Sus ropas estaban manchadas de hollín y tierra, sus brazos estaban magullados y su rostro tenía una expresión de derrota aún estando inconsciente.
Shadow se arrodilló a su lado para examinarla de cerca, cuando notó algo que le provocó una sensación de vacío en el estómago: una daga de mediano tamaño yacía incrustada en el costado del cuerpo de la joven.
- Maldita sea – masculló con miedo, para luego voltear a la joven, dejarla de espaldas sobre el suelo y finalmente arrancarle la daga con cuidado y lanzar dicho objeto lo más lejos posible de ambos. De la herida de la chica rebelde, brotaba un hilo de sangre que empañó los colores de su ropa.
- ¡Calipso! Mírame por favor ¿Puedes escucharme? – comenzó a hablarle el erizo negro mientras sostenía entre sus manos el rostro de la susodicha - ¡Maldita sea! ¡Reacciona!
Podía escuchar la respiración de ella. Era débil y entrecortada, reflejo de su estado en constante empeoramiento. Sin tener otra manera de ayudarla, Shadow arrancó un trozo de tela de las calzas color gris que aquella chica llevaba puestas y la usó para atarla sobre su herida y así evitar que la herida se desangrara más rápido o podría terminar en un estado crítico.
- Dame una señal de que me estás escuchando – musitó con miedo mal disimulado, casi en un tono de súplica.
Un leve movimiento de su cabeza, acompañado de un ligero quejido de dolor por parte de ella, evidenció la gratificante prueba de que aún estaba con vida. Estaba comenzando a reaccionar. Shadow soltó un suspiro de alivio cuando los ojos color chocolate de la chica de cabello ondulado comenzaron a abrirse con pesadez y lentitud.
- S-Shadow…– tartamudeó Calipso con voz muy débil al reconocer vagamente su silueta – ¿Qué… qué fue lo que…?
- No te duermas. Iré a buscar ayuda ¿Sí? – dijo él mientras se disponía a ponerse de pie.
- No…– rogó la muchacha antes soltaba un alarido de dolor, cerrando los ojos con fuerza al sentir el dolor de su herida. Los escalofríos le recorrían la espalda – Por favor… no me abandones aquí…
Shadow permaneció inmóvil, mirándola a los ojos sin moverse de su lugar. Sintió un intenso deseo de llorar que lo embargaba por dentro. Nunca había sentido algo parecido. Dolía. Le dolía de una forma inconmensurable. Todo a causa de esa chica tan cabeza dura que le estaba ayudando a recuperar, de una extraña manera, sus emociones, sentimientos… y los recuerdos de su nebuloso pasado. Sentía que nunca se perdonaría a si mismo si la dejaba morir. Aquella idea era capaz de derribar su pared de indiferencia y resignación, despertando en él una oleada de sentimientos punzantes que se negaban a abandonarlo.
Shadow no dijo palabra alguna y se aproximó a la joven, para levantarla con cuidado y sujetarla en sus brazos, para que su espalda no siguiera recostada contra el suelo.
- No me iré a ninguna parte – habló con voz fría, pero al mismo tiempo a punto de quebrarse. Calipso le sonrió levemente, mientras una lágrima cristalina brotaba de sus ojos y caía por su magullada mejilla. Antes de que estuviera a punto de caer, él la limpió con sus dedos de forma cuidadosa, como si estuviera sosteniendo a un ser de cristal. Algo que no pasó percibido para Calipso, quien con las pocas energías que aún conservaba, acercó su mano a la de él, enlazando ambos sus dedos meñiques. Un pequeño recuerdo de una promesa y un gesto de entendimiento mutuo incluso en la peor adversidad. Una nueva forma de pedirle a Shadow que no se fuera de su lado. Lo miró a los ojos. A aquellos ojos carmín que parecían carecer de emoción alguna.
Y en cuanto eso sucedió… una sensación punzante lo golpeó a él.
Esa mirada color chocolate y delicada como una flor, solo consiguió arrebatarle la fingida indiferencia a Shadow… y no era la primera vez. El erizo negro cerró los ojos con fuerza, intentando retener algo que quería escapar de su interior. Sintió brotar de sus ojos unas pequeñas lágrimas, pero se negó a derramarlas. Debía ser fuerte como siempre lo había sido.
Pero sus intentos de ocultar su pesar, no fue algo desapercibido para Calipso. Vio las gotas de rocío triste escondidas en los ojos de Shadow y sintió el dolor que este portaba en su corazón. Ya no se sentía reprimido… parecía haberlo comenzado a liberar de forma inconsciente.
- Lo sabía – dijo Calipso en un susurro decorado con una sonrisa triste.
Shadow clavó su mirada confundida sobre el rostro de ella, abrumado por sus palabras.
- ¿Qué… dijiste? – musitó.
- Puedes sentir – explicó con voz débil y suave – Estás liberando… tus emociones…
- Calipso – murmuró él su nombre con tristeza y mordiéndose el labio inferior.
- Solo… déjame ayudarte – murmuró la inocente joven con voz cansada. Cerró los ojos y todo se volvió oscuro.
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- ¿Todos están bien? – preguntó Antonella a su equipo. Habían conseguido escapar de allí tras la explosión y se habían ocultado en el bosque. Aunque no se podía decir precisamente que se encontraban ilesos. Eso se distinguía incluso con mirar desde lejos.
- Creo que sí – respondió Sonic mientras sostenía su brazo. Se lo había lastimado durante la explosión.
- Estoy mareada – dijo Paloma con la cabeza gacha – No puedo… no puedo estar de pie.
Ante ello, Flavia se acercó a su hermana y colocando un brazo alrededor de su cintura, la ayudó a sostenerse en pie.
- Estamos vivos y eso para mí es más que suficiente – dijo Knuckles algo enfadado.
- ¿No deberíamos volver a la base? – preguntó Tails.
- ¡Claro que no podemos hacer eso, Tails! – respondió Antonella con cierta brusquedad – No creo que todos tengamos tanta fuerza como para llegar hasta allí y en el peor de los casos tal vez Marina ya sepa donde nos ocultamos por culpa de ese insecto traidor.
- ¡Juro que sí lo vuelvo a ver me encargaré de que deseé no haber nacido! – vociferó Angie de forma casi histérica.
Con aquel suceso, ahora Dante pasaría a ser el peor recuerdo de todos para los rebeldes y su causa. Algo que ellos no perdonaban era la traición y los engaños. Dante había caído tan bajo como para recurrir a ambas tácticas sucias. No era más que un maldito cobarde bueno para nada.
- Olvídense de esa basura y pensemos en un plan – sugirió Rouge, a quien Vincent cargaba en brazos. La explosión solo le había complicado su estado, aunque por suerte la herida no había empeorado – Debemos encontrar en dónde refugiarnos.
- Daré aviso de que los demás evacuen ahora mismo la base secreta – dijo Antonella revisando su comunicador de muñeca – Cream y unos pocos aliados todavía están allí.
- Esperen un momento… ¿En dónde está Calipso? – se preocupó Amy al percatarse de la ausencia de la hermana menor de la líder.
Todos se petrificaron ante esas palabras. Al momento de huir del pueblo destruido y bañado en fuego, nadie se había percatado de quienes iban y quienes no de su grupo. Cada uno, respondiendo al inevitable individualismo por salvar su vida, solo se había preocupado por escapar al menos en una pieza.
- ¡No ha escapado con nosotros! – se asustó Paloma – ¡Podría seguir atrapada en el pueblo!
- Esto… ¡Esto es horrible! – se alteró Antonella mientras se llevaba las manos a la cabeza, jalando de sus cabellos – ¡Debo regresar por ella!
Unos pasos apresurados en dirección hacia ellos los alertaron. Voltearon la mirada hacia dónde provenía aquel sonido y se colocaron en posición de ataque, pese a sus heridas. Pero desarmaron dicha postura y acabaron con una expresión anonadada al descubrir de quien se trataba: Shadow se acercaba con una expresión preocupada instalada en su rostro, sosteniendo en brazos a Calipso, la cual estaba inconsciente y se veía muy lastimada.
- La apuñalaron cerca del estómago ¡Está perdiendo mucha sangre! – gritó el erizo negro mientras respiraba de forma agitada.
- ¡Hermana! – gritó Antonella y corrió hacia el zoomorfo para recibir a Calipso en sus brazos. Al soltarla, Shadow cayó de rodillas, exhausto.
- Deben ayudarla o no resistirá mucho tiempo – musitó este.
- Pero… ¿A dónde nos podemos dirigir? – preguntó Vincent – No podemos regresar a la base otra vez.
- ¡El Tifón Azul! – gritó Tails con brusquedad al ocurrírsele la idea de forma repentina. Los rebeldes no entendieron de qué hablaba, a excepción de Paloma.
- ¡Pero claro! – exclamó Amy al escuchar la sugerencia – ¿Cómo es que a ninguno de nosotros se le ocurrió antes?
- Eres un genio, amigo – le dijo Sonic a Tails.
- ¿Se puede saber de qué rayos están hablando? – exigió saber Angie.
- Cuando arribamos a este planeta, utilizamos una nave similar a un buque de guerra llamado Tifón Azul – explicó el zorrito – Allí tenemos todo lo necesario para abastecimiento y refugio, incluso habitaciones para cada uno de ustedes, armamento y una enfermería.
- ¡Pues vamos allí de inmediato! – ordenó Antonella.
- Espero que Tails no tenga problemas en recibirnos – mencionó Paloma con algo de vergüenza en su actuar.
- Por supuesto que no hay problema – aseguró el menor con una sonrisa – Solo debemos seguir el rastreador que traigo conmigo y encontraremos la nave de inmediato. Está protegida por un campo de invisibilidad que Paloma le instaló.
- ¡Otra de tus genialidades, Paloma! – alabó Vincent con un gesto coqueto – No sé que sería de este equipo sin tu brillante cerebro.
- Ahora apresurémonos y vamos hacia la nave – dijo Tails – Hay que apresurarnos para ayudar a Calipso.
El grupo no perdió un segundo más y se dirigieron a su próximo destino: El Tifón Azul.
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Lo que los rebeldes vieron al encontrarse de frente con aquel enorme buque de guerra, fue algo simplemente indescriptible. Nunca antes habían visto una nave tan enorme. Siquiera Marina podría poseer o crear algo como eso. Y su asombro solo creció al ver el interior del lugar. Comparado con su propia base, aquel lugar era completamente insuperable.
En cuanto el breve estado de shock terminó para todos, Calipso fue llevada a la enfermería donde Tails y Amy curaron sus heridas y suturaron la herida cerca de su estómago. Lograron salvarla de la muerte, pero no de que permaneciera en su estado débil.
- No debe levantarse durante algunos días – le explicó Tails a Antonella – Se encuentra muy débil, pero al menos ya no corre peligro su vida.
Aquella información logró tranquilizar un poco más a Antonella. Su única familiar estaría bien y eso era lo más importante para ella en ese momento.
Calipso no fue la única en recibir atención médica. Todos los demás, inclusive Shadow, también fueron a la enfermería para tratar sus heridas y lesiones menores. Nadie quedó sin recibir aquella atención que ya resultaba bastante necesaria.
Además de recibir aquella especie de beneficio como bienvenida, Tails, Amy y Sonic les enseñaron a los rebeldes cada sitio y rincón de la nave, dejándolos cada vez más cautivados. Cuando ellos descubrieron que los habitantes de Mobius contaban con armas, naves más pequeñas y provisiones suficientes, no dejaron de agradecerles por su gentil hospitalidad.
- No solo poseemos todo este equipo – agregó Tails – También contamos con una carta bajo la manga.
- ¿Además de esta nave? – se sorprendió Angie aún más.
- Poseemos un conjunto de gemas muy poderosas – explicó el menor – Las Chaos Emeralds.
- ¿Chaos Emeralds? – preguntó Paloma repitiendo aquel extraño término.
- Son unas gemas tan poderosas como peligrosas – dijo Sonic como respuesta – Si no sabes controlarlas, puedes ocasionar muchos problemas.
- Son 7 esmeraldas – agregó el zorrito – Si juntan todas las esmeraldas, podrían provocar una alteración a nivel de espacio tiempo, otorgar un poder asombroso o incluso generar algo mucho más peligroso y difícil de manejar si caen en manos equivocadas.
- Eso suena muy peligroso – comentó Angie – pero al mismo tiempo podría sernos de utilidad.
- Aun así, queremos evitar usarlas – dijo Tails – Necesitamos conservarlas para lograr regresar a Mobius. Además, Shadow tiene una en su poder. Solo las usaremos antes en caso de una emergencia extrema o un peligro insostenible. Pues una vez que se utilizan, pierden su poder temporalmente y se esparcen por distintos lugares desconocidos.
- Creo que ya lo entiendo – acertó Paloma – Y si las perdemos, el enemigo podría encontrarlas, usarlas y…
- Eso mismo queremos evitar – repitió Amy.
Los rebeldes no tardaron en comprender la situación que giraba en torno a esas peligrosas joyas. Podían ser una gran ayuda o una sentencia de muerte. Todo dependía del uso que se les diese. Y a esas alturas del confrontamiento, con el enemigo pisándole los talones, era mejor no arriesgarse al respecto.
Junto con conocer la nave y asombrarse con cada lugar que la componía, los rebeldes recibieron la gentil invitación de Tails y Sonic a utilizar dicha nave como un nuevo refugio, algo que para Antonella fue un gran motivo de agradecimiento así como de quitarse un peso de encima. Pues ahora la otra base ya no era segura y por lo mismo había sido completamente desocupada. Los individuos restantes y la pequeña Cream habían transportado en las pequeñas naves que les restaban a los rebeldes todo lo que hubiese en aquel lugar y lo abandonaron por completo. Ya no podían seguir allí tras lo sucedido en el pueblo y la traición de Dante.
Antonella no dejaba de pensar en que hubiese pasado si él se hubiese enterado de sus planes originales de destruir el palacio de Kokoro, actual refugio armado de Marina. El solo visualizar las consecuencias de ese posible error que por suerte fue evitado la paralizaba de miedo. Pero a pesar de todo, sus planes no iban a cambiar en lo absoluto y en uno o dos días el palacio sería destruido y así Marina se vería obligado a mostrar su maldita cara. Por el momento necesitaban descansar, la energía no era algo que les sobrase en ese momento.
El número de habitaciones del Tifón Azul era suficiente para el masivo grupo de rebeldes invitados, aunque de por si Rouge y Calipso dormirían en la enfermería debido a sus estados. Ambas se habían llevado la peor parte de diferente manera y era necesario que recuperasen fuerzas con mayor prioridad. Los demás, dormirían cada uno en una habitación. Bueno… con excepción de Shadow. Rara vez se le veía dormir y era mejor no insistirle con el tema. Él era así y ya. Un terco sin remedio.
Esa noche, bajo el cielo muerto de Kokoro que carecía de alguna luz como símbolo de esperanza, con el silencio como dueño del lugar y el peligro alejado temporalmente, los rebeldes y los zoomorfos habitantes de Mobius tuvieron una noche calmada y agradable.
Y en medio de la oscuridad y el silencio en el interior de la enorme nave, un erizo negro de franjas rojas dirigió sus silenciosos pasos a la enfermería, donde encontró descansando en calma y silencio a aquella joven que había llegado a su vida para ayudarlo a sanar su corazón de forma desinteresada.
- No dejaré que vuelvan a lastimarte así – murmuró mientras palmaba su cabeza con cuidado de no arrancarla de su sueño. Esa chiquilla le había parecido desde el inicio una metiche entrometida, pero por alguna razón que no era capaz de comprender, ahora sentía arder con fervor aquel deseo de protegerla. Inevitablemente había ocurrido sin que pudiese evitarlo. Había establecido un vínculo. Volvía a sentir en su corazón aquellas emociones y sentimientos que había percibido cuando María estaba a su lado.
Si tan solo esos recuerdos estuviesen con él.
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Descansaba plácidamente en su habitación correspondiente. Aquel día había sido extenuante a nivel emocional y su fracaso al tratar de proteger el pueblo aún le pesaba en su interior. Intentaba ignorar ese desagradable sensación, como cada vez que en su vida le sucedía; ante la presencia de sentimientos oscuros o negativos, trataba de fingir que no los veía o que no le afectaban.
Su sueño se vio interrumpido al escuchar un ligero sollozo que provenía de alguna habitación en el pasillo. Era una voz quebrada como la de una niña, murmurando un lamento entre lágrimas. Se levantó con pesadez y miró por la ventana que daba al exterior. El cielo opaco aún no bajaba el telón. Ignoró ese aspecto del ambiente nocturno y se bajó de la cama para colocarse los zapatos. Posteriormente, se dirigió a la puerta y salió de su habitación para escuchar con más atención ese sollozo en el pasillo. A pesar de la oscuridad predominante, podía guiarse por el sonido fácilmente. Avanzó con lentitud para evitar hacer eco con sus pisadas, escuchando aquel llanto incrementar cada vez más a medida que se aproximaba.
- ¿Quién está llorando? – musitó pensativo.
El sonido lo llevó frente a la puerta de una de las habitaciones. La abrió muy despacio y entró de puntillas. El origen del llanto se encontró de inmediato frente a sus ojos: Amy Rose yacía enroscada en posición fetal sobre su cama, con los ojos cerrados y soltando leves sollozos.
Se sintió triste y conmovido al mismo tiempo al verla así. Se acercó despacio para no arrancarla de golpe de aquel sueño, o pesadilla, y apoyó una mano sobre su hombro.
- Amy…– la llamó despacio.
Ella se volteó con brusquedad hacia él, dando un fuerte grito de miedo. Se sentó de golpe sobre la cama y volteó la mirada hacia el erizo azul, quien dio un par de pasos hacia atrás debido a su violenta reacción al volver a la realidad.
- ¿Amy? – se preocupó mientras se acercaba a ella nuevamente. Pero nunca hubiese estado preparado para lo que vino después; Amy soltó un sollozo aún más fuerte y se abalanzó sobre él, abrazándolo con fuerza. Sonic sintió de inmediato sus heladas lágrimas caer sobre su hombro a caudales. La abrazó con cierta neutralidad, pues no entendía en lo más absoluto por qué su amiga había reaccionado así.
- Amy ¿Qué pasó? – le dijo apartándola con rapidez de si mismo como acostumbraba a hacerlo siempre.
- T-Tú… estabas… estabas muerto – tartamudeó ella entre su llanto estrepitoso.
- ¿De qué hablas? – se extrañó el erizo azul ante sus palabras desesperadas.
- Yo… yo te vi… te… ¡te habían matado… f-frente a mis ojos! – farfulló ella llorando aún más fuerte e incapaz de controlarse.
- Amy – habló él con menos frialdad – No te entiendo. ¿Qué pasó? ¿Por qué viste eso?
- Esas aves negras… las que… nos atacaron en el pueblo…– musitó la eriza menor entre sollozos – Y-Yo vi que… se abalanzaban sobre ti y… y entonces… e-esas cosas… te atacaron sin piedad… h-hasta que… h-hasta q-que…
- ¿Hasta qué pasó qué? – la apresuró Sonic tomándola de los hombros. Ya comenzaba a tener miedo de lo que Amy le estaba relatando con tanto detalle.
- ¡Hasta que dejaste de moverte! – respondió ella en un sonoro grito mientras se echaba a llorar de forma desesperada – ¡Yo lo vi! ¡Te mataron frente a mí y yo me quedé como estúpida solo mirando! ¡No lo evité!
Sonic enmudeció ante lo que la fémina de púas rosadas le había dicho. Lo que había visto debió de haberse tratado de una muy mala pesadilla. Una realmente horrible, producto del lamentable suceso recientemente ocurrido.
- No necesitas llorar por eso – la consoló con su tono orgulloso de voz que fue suavizando al abrazarla con suavidad – Tranquila. Solo fue una pesadilla.
Ella se aferró al contrario con bastante fuerza. Ante la intensidad de sus propios sentimientos hacia el erizo azul, aquella pesadilla le quedaría calcada como una marca de guerra en el corazón. Se había sentido tan real. Aún sentía que podía vivir en el momento como aquellas aves de carroña atacaban despiadadamente a su héroe y lo herían hasta la muerte inminente. Lloró con más intensidad, aunque el miedo se redujo cuando se percató que él no la apartaba de su persona como era la costumbre doliente de siempre.
- Solo fue una pesadilla ¿Sí? – lo escuchó musitar en voz aterciopelada.
Se separaron con lentitud y se miraron a los ojos. El silencio llegó cual invitado impredecible a contemplar aquel momento.
- Creo… que debería volver a mi cuarto. Ya te ves menos terrible – dijo Sonic con cierto nerviosismo.
- No me dejes sola – suplicó Amy mientras sus ojos se llenaban de lágrimas nuevamente.
- Amy – musitó él su nombre en voz baja.
- Tengo miedo – confesó la pequeña eriza con la voz desgarrada. Su mirada se desvió lejos de la atención masculina que le acompañaba, al menos hasta que él le sostuvo el rostro entre sus manos con la intención de verla a los ojos.
- Yo también – confesó él con cierta vergüenza a admitir algo tan impropio de su ser.
Ello generó una expresión de sorpresa en el rostro de Amy. Sonic nunca parecía estar asustado y hasta se burlaba del peligro y sus adversarios. Aquella confesión la impactó y al mismo tiempo le generó cierta felicidad de estar mejorando su confianza con su amor secreto.
- Sé que no tiene sentido tener miedo – agregó Sonic a modo de proteger su orgullo – Es solo que…– sus palabras se cortaron al sentir como ella cubría sus labios con su dedo índice en señal de guardar silencio.
- Todos sentimos lo mismo, Sonic – afirmó la fémina con dulzura – Todos aquí, aunque sea un poco, sentimos miedo en este momento.
La mirada verdosa del erizo se apagó. Parecía como si algo dentro de él se hubiese roto en el acto de escuchar esa afirmación ineludible. Una capa cristalina cubrió sus orbes.
- Pero yo estoy aquí – agregó Amy sintiendo que un fuerte sonrojo se posaba en sus mejillas – Si tienes miedo, entonces me quedaré contigo para que no sea tan duro.
Sus miradas volvieron a abrazarse efusivamente. Sonic no pudo evitar el fuerte impulso de sostenerle la mano e incluso tratar de… ¿Besarla?
¡¿En qué carajos estaba pensando?!
¿Por qué ahora las palabras de su amiga le resonaban con más fuerza que antes? ¿Por qué no la veía como antes? O acaso… ¿Siempre la había mirado de esa manera tan intensa? Apretó los párpados por un par de segundos, intentando disipar esas ideas absurdas de su mente.
- Gracias por eso… ya sabes – le dijo él finalmente en un susurro, acrecentando el rubor cereza de las mejillas de la eriza rosa.
- ¿Podrías… quedarte aquí? – suplicó ella, pero prontamente se corrigió – ¡Es que…! Es que no quiero sentirme así.
- ¿Así cómo? – se confundió Sonic.
- Sola.
Sonic le tocó la punta de la nariz con su dedo a modo de broma, haciéndola estremecer.
- No lo estás, tonta – agregó este con suavidad.
En respuesta, ella le sonrió con suavidad mientras sentía que el sueño la embargaba una vez más. Sin decir algo más, se acostó nuevamente en su cama.
- Volveré a mi cuarto – dijo el erizo dispuesto a retirarse, pero Amy lo retuvo débilmente sosteniendo su mano.
- No te vayas – suplicó.
A pesar de lo amargo que era el recuerdo que vino a su mente, Sonic no pudo evitar rememorar cuando había estado al borde de la muerte por un ataque venenoso y le había pedido a Amy que no lo dejara solo. Ella no se había negado a su petición. Nunca lo haría.
Sonic no dijo palabra alguna. Simplemente se acercó a su amiga lentamente y se recostó a su lado.
- Solo duerme y ya – dijo con voz tenue que no ocultaba los atisbos de nerviosismo.
Ella le sonrió a modo de agradecimiento y volvió a sostener su mano, esta vez en una caricia de reconfortamiento. Apoyó su cabeza sobre la almohada, muy cerca de la del contrario, y tras cerrar los ojos pudo permitirse entregarse al sueño profundo que la llamaba cual canción de cuna.
Sonic sonrió con satisfacción al verla conciliar el sueño. Respondiendo al único impulso que no pudo reprimir más tiempo dentro de su ser, la besó con ternura en los párpados cerrados, para luego voltear hacia el lado contrario y luchar por dormirse lo antes posible.
Fue demasiado rápido en lo que logró su cometido, pues de haber permanecido despierto un poco más, hubiese notado la pequeña sonrisa dibujada en los labios de Amy. Solo la oscuridad y el silencio del ambiente eran testigos callados de aquella dulce señal.
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- ¿Ya localizaste el palacio? – le preguntaban ya por cuarta vez y en voz de la misma persona a sus espaldas.
- Creo que la paciencia no es una de tus virtudes – comentó Tails, la "víctima" de la insistencia de Flavia.
- ¡Llevas más de una hora! – alegó la joven rebelde.
- ¡Ya basta, hermana! – la regañó Paloma ya hastiada de su comportamiento – Este trabajo requiere de mucha concentración y si sigues insistiendo, Tails se tardará aún más.
No exageraba, pues la rebelde al mando de equipo de ataque llevaba toda la mañana presionando a Tails mientras este y Paloma llevaban desde antes que saliera el sol a recorrer los mapas computarizados para localizar el palacio y así, crear una trayectoria que el enemigo no pudiese detectar. Utilizaban la sala de controles de la nave para ello, pero a pesar de su buen trabajo en equipo, todavía no lograban dar en el clavo y bajo la irritante presión de Flavia era mucho más complicado.
- Solo deja que Tails haga lo suyo – insistió Paloma haciendo uso de toda su paciencia – Él sabe bien lo que hace.
- Pues más le vale… ¡Aquí ya no podemos darnos el lujo de perder el tiempo! – exclamó Flavia con autoridad antes de retirarse de allí, dejando solos al equipo de genios.
"Mandona" la insultó su hermana menor, pero mascullando esa palabra dentro de su cabeza. El mal sabor de boca se fue en cosa de un chasquido cuando Tails gritó a sus espaldas en señal de victoria a sus objetivos, haciéndola brincar en su sitio.
- ¡Tonto, me asustaste! – lo regañó ella haciendo un puchero.
- Perdón – se disculpó Tails con inocencia – Es que al fin encontré una ruta adecuada.
- ¿De verdad? – se sorprendió la rebelde más joven del grupo.
- Míralo por ti misma, Paloma – le afirmó él con toda seguridad mientras desplegaba una enorme pantalla frente a los controles principales, donde se exhibía una especie de mapa geográfico de Kokoro.
- El palacio de Kokoro está ubicado en esa zona – explicó señalando un punto rojo en la pantalla – Y nosotros estamos en una zona menos arisca, el bosque de baja cubierta frondosa. Aquí si soy exacto – señaló otro punto de color negro – Ahora observa – Comenzó a trazar un camino en la pantalla que conectaba ambos puntos señalados anteriormente, evadiendo algunas zonas de baja vegetación y optando por aquellos espacios que permitieran facilitar el camuflaje – Si logramos avanzar por aquí, podremos evitar cual ataque inesperado y llegar al palacio reduciendo las posibilidades de que nos puedan detener. Aunque… la idea requerirá un pequeño ajuste a nuestro transporte.
- ¿Qué clase de ajustes? – inquirió Paloma, interesada por completo en la estrategia del zorrito de dos colas.
- Si vamos a atacar desde la altura llevando una carga de más peso, habrá que mejorar la resistencia y velocidad de las naves – explicó Tails con entusiasmo – Con sus capacidades actuales podrían fallar al inicio o mitad del trayecto o incluso estallar.
- Entiendo – confirmó la fémina de rasgos aniñados – ¿Cuánto tiempo necesitamos, Tails?
- Con tus habilidades y las mías, será cosa de unas cuantas horas – aseguró el contrario guiñando un ojo y haciendo un gesto de afirmación con su pulgar.
- ¡Estupendo! – lo felicitó ella recuperando el entusiasmo – ¡A trabajar entonces, compañero!
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Los convocó a todos a la sala de controles bajo el término de ser una situación ineludible. Era ahora o nunca. Les contaría sobre su plan de destruir el palacio, por más que ese sitio significara un santuario sagrado para el planeta Kokoro. La odiarían por sugerir algo así, de eso estaba segura, pero no podían seguir dando vueltas en círculos a la situación que ya los tenía con el agua hasta el cuello. Ya era el momento de hacer un movimiento que le gritara al enemigo que los juegos de niños habían llegado a su fin.
Uno a uno fueron llegando todos integrantes de aquel grupo revolucionario. Incluso Calipso y Rouge llegaron a dicha instancia decisiva a pesar de que no debían permanecer de pie debido a sus heridas.
- ¿Ya se encuentran todos aquí? – preguntó Antonella en voz alta para ser escuchada por toda la habitación.
- Eso parece – respondió Sonic hablando por todos – Incluidas a quienes no deberían moverse de su reposo y al asocial amargado – agregó lo último como una pesada broma contra Shadow en un vano intento de aligerar el ambiente.
- Cierra la boca si no quieres perder los dientes – amenazó el susodicho con molestia, pero sin quitar la expresión imperturbable de la cara.
- ¿Para qué nos llamaste, Antonella? – preguntó directamente Angie para evitar andarse con rodeos.
- Para que vayamos a cortar flores… ¡¿Para qué más sería, Angie?! – se molestó Antonella mientras escupía sarcasmo en sus palabras como un escudo contra su nerviosismo – Los llamé para hablar de una nueva estrategia.
- Oye, tranquila ¿Sí? – dijo Vincent consternado de sus reacciones – Pareces un volcán previo a la erupción.
- Eso da lo mismo, Vincent – insistió la líder en su actitud tosca – Lo que debo decirles es importante.
- Pues empieza a cantar de una vez – alegó Knuckles.
- Con lo acorralados que nos tiene el enemigo, ya no nos queda otra alternativa – explicó ella con poca claridad y una expresión culpable – Si esperamos que Marina sea derrotada, debemos dejar de dar pequeños golpes y atacar con todo.
Todos permanecieron en un apacible y tenso silencio, incapaces de entender del todo las palabras de la mujer a la cabeza.
- Lo que quiero decir…– prosiguió ella – Debemos apuntar hacia su escondite. Debemos… destruir el palacio principal de Kokoro.
Silencio.
Era todo lo que vagaba en la habitación siendo acompasado por las respiraciones apenas audibles de los presentes. Sus expresiones faciales se fueron transformando paulatinamente del mudo asombro a la ira y la indignación.
No era un tema asociado a la ligera. Para cada habitante de aquel planeta, el palacio principal era un símbolo de raíces de paz, prosperidad y justicia. El lugar donde surgió y gobernó su primer rey y donde surgieron las figuras de los guerreros legendarios más nobles de su tradición, entre ellos la adorada Yumiko.
Era tan lamentable como hermoso, pero ellos como individuos eran muy aferrados a la adoración de los lugares donde Kokoro había dado sus primeros pasos como un lugar de libertad. La sola posibilidad de sugerir destruir uno de esos espacios era un deshonor absoluto hacia la persona y su familia.
Por eso, cuando el silencio se terminó las primeras reacciones hacían un llamado a la incredulidad.
- ¿Acaso es un maldito chiste negro? – inquirió Flavia con enfado.
- ¡Claro que no! – respondió Antonella enfadada de esa suposición tan infantil.
- Definitivamente se te murieron cada una de las neuronas en tu cerebro – insultó Vincent dejando en su cara una expresión mortalmente seria – ¡No podemos hacer eso! ¡El palacio de Kokoro es el lugar más valioso de nuestro planeta y su historia!
- ¿Y de qué sirve si es el escondite de una maldita cobarde? – preguntó Antonella casi a gritos.
- ¡Nuestro deber es proteger nuestro hogar, no destruirlo! – alegó Angie
- ¿Y si abstenerse de provocar destrucción es el equivalente a perder su hogar? – intervino Shadow para sorpresa de todos
-Los sacrificios son algo necesario para salvar lo que apreciamos – agregó Calipso a favor de su hermana y de Shadow – Y si destruir el palacio es un paso más para acabar con Marina, debemos hacerlo.
Un silencio sepulcral se instaló entre ellos. En realidad que no querían recurrir a una medida tan extrema, pero debían mirar la situación de frente. Todos los habitantes de Kokoro sabían lo sagrado e impotente que era aquel lugar y destruirlo sería un acto imperdonable. Pero si hacerlo significa ayudar a restaurar la paz del planeta, no les quedaba otra opción. Era eso o someterse a la tiranía del enemigo.
- Creo… creo que es lo mejor – musitó Angie con culpa
- Odio admitirlo, pero Antonella tiene razón – agregó Flavia
- También Calipso – les recordó Cream – Ella siempre sabe qué hacer.
-Bien…– dijo Antonella estirando su mano hacia adelante – Entonces adelante.
El resto de los rebeldes realizó la misma acción, apoyando sus manos sobre la de ella y los habitantes de Mobius hicieron lo mismo. Todos habían aceptado, si ya haber decidido infiltrarse en el palacio para robar información y sabotear los planes de Marina fue algo difícil, esto lo había sido aún más.
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Las tres naves estaban listas y con los ajustes necesarios terminados. El plan fue explicado con detalles y era hora de ejecutarlo.
Seis soldados serían enviados a la misión. Dos por casa nave. Una de ellas sería enviada hacia el palacio, donde arrojaría un poderoso misil desde las alturas, el cual tenía la potencia y fuerza lo bastante grande como para reducir el palacio a escombros. En caso de que hubiera problemas, las otras dos naves serían una reserva que despegarían posteriormente. Además, no los detectarían gracias a la ruta escogida y al chip de invisibilidad que Paloma había instalado antes. El plan era perfecto, pero eso no significaba que tuviese a todos felices.
- Espero que funcione – dijo Tails.
Cuando la tarde descendió sobre Kokoro y el cielo comenzó a perder sus colores para comenzar a ceder ante el anochecer, los primeros dos soldados se prepararon para despegar.
- Recuerden – les dijo Antonella – Esto es por el bien de Kokoro. Si llegan a tener problemas regresen de inmediato y avisen por el comunicador.
- ¡De acuerdo! – respondieron al mismo tiempo ambos soldados haciendo un saludo militar.
Subieron a la nave, prometiendo que tendrían éxito en su misión. Antonella les hizo un ademán con la mano y la nave encendió sus motores y despegó en dirección a su objetivo.
El resto observaba por la enorme pantalla en la sala de controles del Tifón Azul, gracias a una cámara que Paloma había instalado previamente. Allí, confirmarían si la primera nave tenía éxito.
- Espero que resulte – dijo la líder al llegar junto a los demás.
- Descuida, todo saldrá muy bien – le aseguró Calipso con una sonrisa, la líder solo se encogió de hombros y suspiró para rebajar sus nervios, antes de mirar la pantalla al igual que el resto.
La nave siguió su curso fijado y al parecer, sin complicación alguna, a pocos minutos de su despegue, llegó a las proximidades del palacio.
- Antonella – se comunicaron los soldados por el transmisor – Ya casi estamos en posición, en solo unos segundos dispararemos…
- ¡ALTO! – interrumpió Amy con pánico en su hablar – ¿Qué es eso?
Por la pantalla se podía observar que una pequeña antena surgía de la cúspide del palacio y lanzando una onda expansiva de color violeta, la onda alcanzó a la nave, aunque para alivio de todos, la nave estaba intacta a primera vista.
- ¡Activen el escudo de invisibilidad! – les ordenó Antonella a sus soldados
- ¡No podemos! – respondió uno de ellos – ¡Esa onda está provocando problemas en el sistema de la nave! No responde a nuestro comando.
- ¿Qué dices? – se preocupó la líder – No puede ser, ¡Regresen ahora mismo!
- ¡Detecto más amenazas! – gritó Calipso sin dejar ver la pantalla.
A través de esta, los demás vieron horrorizados como es que del palacio, se abrían dos ventanas cubiertas por cortinas de metal, dejando ver lo que los rebeldes nunca imaginaron; dos misiles enormes y al parecer, más potentes, que fueron disparados hacia la nave rebelde.
- ¡Retirada! – grito Antonella – ¡Salgan de allí! – ordenó por el transmisor.
La nave rebelde comenzó a retroceder rápidamente, tratando de evadir los misiles enemigos. Fue un error, los misiles parecían tener por objetivo al mismo transporte aéreo; no le perdían el rastro para nada.
Era como si…
- No puede ser – musitó Calipso.
- ¡Son misiles inteligentes! – exclamó Tails – ¡Fueron hechos para perseguir un único objetivo!
- A nosotros - completo Shadow.
- Una vez que localizan su objetivo…– Tails bajó la voz y cerró los ojos con fuerza – Ya no hay salida.
Los ojos de los rebeldes estaban parados en sus soldados, la nave seguía tratando de desviar los misiles sin éxito, en caso de segundos vendría lo inevitable.
Y así fue.
Los misiles alcanzaron su objetivo y la nave enviada por los rebeldes explotó de forma devastadora, dejando un espacio de fuego y humo en el cielo, de la cual caían escombros envueltos en llamas. De los soldados enviados no quedó rastro, la muerte se los llevó sin piedad, siquiera la posibilidad de darles una digna sepultura por su valor en aquella misión que terminó con consecuencias fatales.
El resto del equipo observaron horrorizados y boquiabiertos. Aquel espectáculo fue realmente lamentable e inesperado. Más que por haber fallado en su misión, era el hecho de perder dos aliados.
- ¡Maldita asesina! – gritó Angie devastada.
- Angie…– musitó Vincent, mientras la tomaba de los hombros por detrás, intentando calmarla.
- Mejoró sus defensas – concluyó Paloma a pesar de su estado de shock que la mantenía inmóvil.
- ¡Al diablo con las defensas! – grito Knuckles lleno de ira – ¡Debemos atacar!
- ¿Que eres ciego acaso? – le regañó Flavia – ¡No podemos atacar de nuevo o se repetirá lo mismo!
- ¿Y qué hacemos? – preguntó Tails
- No lo sé – musitó Calipso, luego se dirigió a su hermana – Antonella ¿Qué hacemos?
La susodicha parecía no escucharla, su mirada estaba perdida en la pantalla donde había presenciado la muerte de aquellos soldados, se sentía culpable al cometer uno de los peores errores de un dirigente; enviar a una muerte segura a sus soldados.
Ellos habían perecido por culpa de su plan, si Marina había mejorado sus defensas y ya no había tiempo para ingresar al palacio y desactivarlas, tenían que transformar esas defensas en la sentencia de muerte de aquella cruel tirana… como fuese.
- Antonella – la llamó Sonic tratando de arrancarla de su letargo, pero la líder parecía estar muerta, no respondía a nada y yacía mortificada.
La joven bajo el cargo principal, estaba decidida a vengar a sus soldados caídos y a ver sucumbir a Marina. Debía existir una solución. Su mente divagaba entre distintas estrategias, alejándose de la realidad. Ante los demás, parecía una escultura que permanecía de manos cruzadas con la mirada fija.
Aún enojada y sintiéndose impotente por el primer fracaso, una idea escalofriante se formó en su mente. Sus pupilas se contrajeron y sintió frío en el estómago; era una estrategia suicida, pero esa la única opción que resultaría victoriosa, estaba entre la espada y la pared, el tiempo no se detenía solo por sus cavilaciones.
- Solo hay una forma de atacar a Marina – murmuró poniendo fin al silencio – Debemos usar sus defensas en su contra.
- ¿Eh? – se extrañó Flavia sin entender.
- Si los misiles nos persiguen – prosiguió Antonella – debemos dirigir el curso de nuestro viaje al palacio y estrellarnos. Así los misiles… acabarán destruyendo el refugio enemigo.
Todos enmudecieron ante la líder; entendían la estrategia, pero a la vez no querían seguirla. Quien fuera que lo hiciera, estaba condenado a muerte. Por lo mismo no existió capacidad alguna de los demás durante varios minutos para contestar a favor o en contra de esa idea.
- Debe haber otra forma - alegó Knuckles primero.
- No, no con el enemigo pisándole los talones – contradijo la líder
Un nuevo y breve silencio rodeó el lugar, sumergiendo a todos en la incertidumbre.
- Entonces… hagámoslo – aceptó Vincent con pésame, mirando hacia cualquier parte, menos hacia donde se hallaban sus camaradas.
- ¡¿Qué?! – se asustó Calipso.
- No tiene sentido que todos mueran por nuestra falta de estrategia – explicó Antonella – Con que una sola vida se entregue es suficiente.
Una horrible sensación de dolor se manifestó en Calipso, sentía como si una lluvia de cuchillos le cayera encima e involuntariamente comenzó a temblar y sus ojos se tornaron cristalinos. Había entendido el significado oculto detrás de las palabras de su única familia. Los demás lo captaron tan solo unos minutos después.
- ¡No puedes hacer esto! – alegó Rouge – ¡Los rebeldes te necesitan!
- Mi deber ya está cumplido – dijo la líder asistiendo con la cabeza y un intento de sonrisa que terminó por ser una mueca dolorosa.
- ¡Antonella, no lo hagas! – suplicó Paloma con tristeza.
-Ya es hora de que sigan sin mí – dijo la líder con seriedad ante su resolución de ofrecerse como tributo a la libertad de Kokoro – Estoy segura de lo que hago, y estoy orgullosa de lo que hemos logrado.
-Antonella – musitó Angie.
-No olviden nuestro deber – les recordó la mencionada, mientras sus ojos se llenaron de lágrimas de miedo, a pesar de exhibir seguridad en el resto de sus facciones.
Dicho esto, comenzó a caminar en dirección a la salida, hacia las naves restantes para cumplir con su misión… y su destino.
- ¡Antonella! - gritó Paloma intentando correr hacia ella, pero Tails la detuvo, sujetándola por detrás. La chica de ojos verde agua cayó de rodillas y siguió mirando hacia adelante, derramando lágrimas gruesas y cristalinas, mientras Tails colocaba una mano sobre su hombro. No tenía sentido evitar la decisión de Antonella; después de todo, ella lo hacía para evitar que otro de sus aliados perdiera la vida.
Todos los demás, solo viendo a su orgullosa líder desaparecer de la sala de control.
- Hermana… - musitó Calipso sintiendo el dolor de cada uno de los que se encontraba en ese lugar, pero el suyo era el más grande y nocivo – ¡Antonella! – gritó para ir corriendo detrás de ella.
- ¡Calipso! – gritó Amy intentando correr a su encuentro, pero Sonic la cogió de la mano y la retuvo – Pero Sonic, ella… - musitó mirando al susodicho que evitaba su escape.
El la miró con seriedad, diciendo que la dejara ir, Amy detuvo su vano intento de zafarse y cerró los ojos, cabizbaja, aceptando con dolor lo inevitable.
Antonella ya había salido del Tifón Azul y se dirigía hacia una de las naves, su corazón se debatía entre el miedo y la tristeza mientras todos sus sentidos le decían a gritos silenciosos que no lo hiciera, pero ella estaba empeñada a cumplir esa misión. De sus ojos brotaron gotas cristalinas que aterrizaron a sus pies.
- ¡Antonella! – escuchó gritar a sus espaldas, por lo que se volteó con lentitud para ver a su hermanita correr hacia ella y abrazarla con fuerza.
-Calipso…– musitó mientras correspondía a su abrazo, a pesar de sentirse principalmente confundida.
- ¡No lo hagas! – le gritó su hermana, desesperada por lo inevitable – ¡No me dejes sola!
- Calipso… no tenemos alternativa – susurró la contraria con la voz quebrada.
- ¡Por favor, no me hagas esto! – murmuró su hermana – ¡Tú eres la única familia que tengo! ¡Yo te quiero, hermana!
Dicha declaración de amor fraternal fue suficiente para romper a quien se dirigía a su final. Antonella lloró en silencio, viendo a su hermana sufrir, las lágrimas de ambas cayeron al suelo, humedeciendo la tierra.
- Calipso…– murmuró Antonella apretándola con suavidad, mientras la miraba a los ojos – Yo quiero hacer esto.
- ¡Dijiste que estaríamos siempre juntos! – le reclamó Calipso entre sollozos mientras la tomaba por los hombros zamarreándola apenas – ¡Lo hiciste!
- Perdóname por no cumplir esa promesa – le dijo su hermana con el corazón desgarrado – Lo que hago… es por tu futuro, hermanita.
Calipso agachó la cabeza, cerrando los ojos y la sujetó con más fuerza de los hombros, siendo incapaz de aceptar la decisión de la persona más importante en su vida.
- Por favor, Calipso – le rogó su hermana entre sollozos mientras apoyaba una de sus manos sobre la de su pequeño orgullo – por favor…
Calipso no dejó de aferrarse a ella, unos leves gemidos se escucharon escapar de entre sus labios. Pero finalmente y de manera lenta, fue soltando los hombros de su hermana y sin levantar su mirada otra vez, retrocedió unos cuantos pasos, dejando un rastro de lágrimas. Antonella la miró una última vez, lamentándose por tener que abandonarla de esta forma y se dirigió a una de las naves. Luego de ajustar los controles de mando los motores se encendieron y Antonella se enfocó en la dirección a su muerte.
- Gracias, hermanita – musitó entre sollozos al dejarla atrás.
Y la nave arrancó hacia su último destino.
Calipso permaneció inmóvil durante unos segundos. Sentía como si le hubieran arrancado el corazón con crueldad. No lloró en voz alta, pero las lágrimas rodaron por sus mejillas lentamente y sin rastros de luz en sus ojos. Luego de recuperar brevemente la realidad de su entorno, caminó de regreso al Tifón Azul. Una ola de miradas se depositó sobre ella cuando ingresó a la sala de controles. Haciendo caso omiso de ellas, se colocó frente a la pantalla que todos miraban por igual para así presenciar ella misma la muerte de su última familia.
- Calipso…– musitó Shadow mientras se colocaba a su lado, no pudiendo evitar preocuparse por su estado.
- Debí haber ido con ella – dijo ella con tristeza, a lo que Shadow no respondió, tan solo agachó la cabeza y se cruzó de brazos.
Los demás dejaron de observarla con interrogativa expresión y desviaron la atención a la pantalla para saber qué ocurriría al final, todos con el corazón hundido en un huracán de desesperación y dolor; un dolor que Calipso sentía con intensidad en su pecho, pero hizo un esfuerzo casi anormal por no demostrarlo y mantenerse firme. Era lo último que podía hacer por su hermana; ser fuerte.
Por la pantalla, todo se observó como si fuera el final más desgarrador y triste de una película trágica.
La nave que Antonella conducía, se dirigió velozmente hacia el palacio, la piloto se veía devastada emocionalmente y sus ojos brillaron por el caudal de lágrimas que se libraba.
Del palacio, una segunda ventana con puertas metálicas se abrió, enseñando unos misiles idénticos a los que habían acabado con la primera nave; fueron expulsados con fuerza en dirección a la nave de la líder. Este comenzó a retroceder cada vez más hasta que los misiles comenzaron a perseguirla, aunque ella los evadió fácilmente ya que debía asegurarse que dieran en el blanco. Los rebeldes observaron aquellas maniobras con ojos apagados, serios y tristes. Cream se abrazó a Amy y comenzó a llorar despacio, Angie cerró los ojos con fuerza y empuño sus manos mientras Vincent la abrazaba por detrás con ternura, sin despegar su mirada azulina de la pantalla, viendo por ambos.
Sonic y Shadow permanecieron de brazos cruzados, Paloma desvió su mirada hacia abajo e hizo un esfuerzo por no soltar un sollozo, Tails le tomo la mano con delicadeza a modo de empatía y miró la pantalla, mientras las lágrimas se asomaban por sus ojos, los demás miraron la pantalla sin mover un músculo, la impotencia consumía con lentitud. Flavia se abrazaba a sí misma, sintiendo que en cualquier momento sufriría un ataque nervioso.
La nave rebelde observada realizó otro par de maniobras de evasión y cambio de dirección hacia el palacio a una velocidad mucho mayor; era ahora o nunca.
- Gracias por todo – musitó Antonella sonriendo con tristeza, las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas y el miedo la hacía temblar – Lo siento mamá y papá… por dejar sola a Calipso.
La nave alcanzó su máximo de velocidad, viendo el palacio aproximarse. Se estrelló con brusquedad, incrustándose en la pared del palacio en un pequeño estallido que no destruyó del todo la nave. Pero la piloto seguía con vida, aunque una herida se había formado en su cabeza y sangraba profusamente. Además, toda la zona de controles delante de ella, se estrelló con brusquedad en sus piernas, inmovilizándola de forma dolorosa.
- ¡Antonella! – gritó Rouge sin poder evitarlo; al ver la nave estrellarse, sus ojos se opacaron en el acto.
"Adiós, hermana" pensó Calipso con los ojos llenos de lágrimas y mordiendo su labio inferior tratando de no llorar.
Antonella vio de reojo detrás suyo y vio los misiles acercarse hacia ella y el palacio, sonrió una última vez.
-Basta de esconderse Marina - dijo ella - Esto… es la guerra.
Lo que surgió, fue un espectáculo más doloroso e insoportable para todos. Algo que nunca hubiesen deseado vivir.
Los proyectiles se estrellaron contra la nave de Antonella, con la piloto en su interior, causando a la vez que el misil interno de la nave explotara con la mayor potencia incrementada.
El plan había funcionado.
Una explosión potente y destructiva arrasó con el palacio, envolviendo en una nube de humo y fuego, llevando la ventaja de Marina al lugar más sagrado de Kokoro… y la vida de la rebelde más valiente de todos.
No quedó rastro de ella, y solo su historia ahora sería recordada para siempre.
Un llanto desgarrador colectivo se escuchó dentro del Tifón Azul, el luto se depositó en los rebeldes como una pesada carga que tardarían un largo tiempo en quitársela de encima.
Cream y Amy lloraban con fuerzas y abrazadas sin deseos de soltarse, Angie cubrió su rostro con sus manos y sollozó fuertemente, mientras Vincent la abrazaba, estrechándola contra sí mismo. De sus ojos brotaban ríos de lágrimas. Paloma gritó de rabia e impotencia, Tails la abrazó con fuerza, llorando en silencio sintiendo las lágrimas puras de ella mojar su hombro, Flavia la abrazaba por la espalda también llorando en silencio. Sonic empuño las manos y cerró los ojos con fuerza, intentando no llorar. Pese a que nunca tuvo mucha cercanía con Antonella, admiraba su valor y liderazgo, y ahora la había perdido para siempre.
Knuckles permanecía con la mirada en penumbras, mientras Rouge permanecía a su lado, dejando caer pequeñas gotas cristalinas, el resto de los soldados y espías solo permanecieron quietos como estatuas.
Pero quien sufría mucho más que nadie, al ver la nave explotar y llevarse la vida de su ser más amado, era Calipso. El dolor propio y el de los demás, creció con intensidad en su pecho. Sentía su interior marchitarse con lentitud, lo ocurrido la había llevado a su límite.
- ¡ANTONELLA! – gritó desesperada y sin poder soportarlo más.
Cayó de rodillas y abrazándose ella misma lloró a gritos y sin control como nunca antes lo había hecho, se sentía sola y abandonada.
Alguien se aproximó a ella con aparente indiferencia, para luego abrazarla fuertemente ocultando su rostro de ella.
-Lo lamento…– escuchó susurrar a su oído, por parte de aquel erizo negro.
Shadow la abrazo sin deseos de soltarla, empatizando con ella, no había un por qué, solo sabía que ella necesitaba su apoyo como nunca antes.
Los demás continuaron siendo presas del desconsuelo de aquella pérdida, aun sin perder noción de la realidad del significado de ese sacrificio; su última chance para acabar con la tiranía de su hogar y recuperar sus días de felicidad.
Y eso fue todo, corazones.
Sí, este es el momento más crudo por el momento de este fanfic; la líder de los rebeldes ha entregado su vida por los demás a cambio de sabotear definitivamente los planes de la tirana Marina.
Gracias por todo Antonella. Que la fuerza te acompañe :'(
Este fic, como bien saben ustedes, lo escribí hace un buen tiempo y fue la primera vez en mi vida que mataba a un personaje de ficción. ¡Irónico que mi primera víctima fuera uno de mis propios OC'S! En este entonces no era tan malvada como para matar a un personaje canon… no como ahora, que ninguno se salva de mí. Muajajajaja!
Si alguno de mis primeros seguidores sigue con vida por aquí… ¡Se lo agradezco de corazón!
Nos veremos en una siguiente actualización y espero terminar este fic este mismo año ahora que he concluido mi periodo de universidad y todavía no debo defender la tesis.
¡Adiós, corazones!
