(A continuación lo que en los fanfics ingleses llaman (Interlude), la traducción es intermedio o algo así pero no me gusta así que lo llamo mejor Interlude. Se trata de los pensamientos de Sawyer después de recobrarse de la caída por la cascada.

Está escrito por Myssa, quien con suerte si quiere se convertirá en colaboradora. Todo un honor dado lo bien que escribe Muchísimas gracias! )

Interlude

Acababa de salir del agua, estaba empapado y ahora estaba descansando debajo de un árbol junto a una chica que hacía poco que conocía. El día seria estupendo de no ser por las lluvias monzónicas o como coño se llamaran y porque estaba de nuevo en aquella maldita isla.

Había estado al borde de la muerte, y en las ultimas dos noches permaneció inconsciente varias horas. Cuando sintió el ruido del motor de la lancha de la muchacha, creyó que eran los otros que regresaban a rematarlos. Luego oyó su voz y la vio. Ella sin pedir nada a cambio le sacó la bala del interior del brazo luego se preocupó durante todo el trayecto de regreso de que su herida sanara, luego le cosió durmiéndole para que no sufriera. Eso le desconcertaba.

La chica cada vez le sorprendía más ¿Era posible que les ayudara desinteresadamente? Sinceramente no sabía que pensar. Adrienne estaba ahora a su lado con la respiración agitada después de querer salvarle de nuevo. La miró de reojo no quería que se diera cuenta que estaba preocupado por ella. Se apartaba el pelo mojado de la cara, su ropa estaba cubierta de barro y tenia una media sonrisa en la cara. El sonrió también. Vio como se levantaba y se dirigía al lago para limpiarse el barro.

No podía dejar de mirarla ¿Qué tenia esa niña que le atraía tanto? Y ella ¿qué pensaba? ¿Por qué le ayudaba? ¿Qué se creía? ¿El Equipo A?

Le recordaba tanto a Jack, siempre ayudando, siempre queriendo ser el mejor. ¡Ja! Pero esa muchacha le caía mejor. Le estaba agradecido, había creído que no saldría del mar con vida y ahora el brazo le dolía muy poco, pequeñas molestias y…había sido un detalle que intentara socorrerle en el torrente aunque la peor parada al final fue ella.

Ahora ella se encontraba maldiciendo a las orillas del lago. No pudo evitar soltar una pequeña carcajada. Entrecerró un poco los ojos para poder verla mejor. La compadecía, no podía evitarlo, si era cierto lo que les había contado, tanto tiempo sola y desde tan pequeña era horrible. Aunque nadie lo creyera aunque todo el mundo le viera como un ser odioso, él tenia corazón y esa chica le daba pena. Ocho años allí con solo los animales salvajes como única compañía. Así era ella o por lo menos así la veía él; salvaje. Era igual que una potrilla salvaje. También era muy insolente, sus contestaciones le sorprendían sobremanera, era muy ocurrente, demasiado.

La veía muy inocente e ingenua, era la consecuencia de permanecer desde una edad tan temprana en aquella isla sin nadie con quien hablar. Todo lo que tenia de salvaje lo tenia de ingenua. Sawyer se había dado cuenta en el momento en el que la besó. No pudo evitarlo, tenerla sobre él…tuvo que besarla. Pobre niña, la notó inexperta pero…besaba muy bien, mejor que muchas de las mujeres casadas que él había poseído. Ese beso se podía comparar al que semanas antes le había dado Kate, los dos muy intensos, odiándole y deseándole al mismo tiempo. En ese momento no pudo evitar otra sonrisa al recordarlo. Ella continuaba peleándose con el barro. Después de aquel beso la pregunta tímida de ella, le pareció graciosa, e inevitablemente tuvo que ser sarcástico, era inevitable, él era así.

Pero la muchacha se lo cobró bien, dejándole en ridículo, la muy condenada. Pero ya no le importaba, se lo había merecido. Además el beso se lo había dado y ella había continuado, eso no lo podía cambiar y lo más seguro que el fuera el primero en besarla y eso le gustaba. Le hubiera encantado saber que sintió Adrienne cuando se besaron. Una nueva sonrisa se dibujo en su cara.

Esa niña…no sabía por qué la seguía llamando niña, incluso en su mente. No era para nada una niña y la atracción que sentía por ella lo demostraba. Pero no estaba dispuesto a reconocerlo. No iba a reconocer que se había equivocado.

La sonrió de nuevo socarronamente cuando se acercó a él y se sentó.