Mientras le caía la fuerte lluvia sobre su torso desnudo no podía dejar de preguntarse q tenia aquella isla, porque no era normal que el se comportara así ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no podía olvidar los besos de esa niña?
Estaba muy preocupado por ella no podía evitarlo, le había dolido mucho haberla visto en aquel estado, allí tirada como un trapo. Se temió lo peor, creyó que….
Deseo que ese esqueleto no fuera de quien él pensaba, pero era inútil, lo sabía, por eso ella se había desmayado. Luego esas heridas que intento curar lo mejor posible, pero el no supo que hacer, solo limpiarlas.
En ese momento ella había despertado, solo esperaba que no le dolieran demasiado, pero pedir eso era imposible, eran profundas, sobre todo la el vientre, eso debía doler mucho. Aun así ella no se quejó, le dijo que estaba bien sin que él preguntara ¿le habría visto la cara de preocupación? ¿Habría notado que él la miraba pasmado el cuerpo mientras limpiaba la sangre? esperaba que no. Esa chica no debía saber que sentía eso.
Luego ella se levantó torpemente, con esfuerzo, la habría ayudado pero estaba avergonzado y no sabia exactamente por qué. La verdad era que no podía moverse, estaba pasmado ante la fortaleza de ella. Nunca antes había visto a alguien así, esa chica podía dejarle sin palabras, increíble.
Se acercó a él con pasos torpes, sin embargo el no hizo ningún movimiento, no podía, no quería. Se miraron durante segundos que parecieron horas, habría aguantado esa mirada días enteros, nunca se hubiera cansado de mirar esos grandes y preciosos ojos marrones.
Vio como Adrienne alzaba su mano y le acariciaba, parecía que ya no tenía miedo alguno, cerró los ojos, quería sentir esa caricia lo más intensamente posible. Sentía la respiración de ella en los labios, no aguantaría así mucho tiempo.
De repente sintió un ligero roce tembloroso en los labios. No podía creerlo ella había comenzado a besarle, sentía de nuevo esos labios ingenuos, esa novata lengua que ahora se encontraba con la suya.
La agarró la cabeza, no quería perderla, tenia que tenerla así, junto a su corazón, besando esa boca siempre. Se sentía feliz, de repente nada le importó, todo fue a parar a un rincón olvidado de su memoria. Necesitaba ese momento.
No resistió la tentación de acariciar la espalda de ella. En ese momento sintió como un escalofrió de estremecimiento recorría el cuerpo de la mujer y se juntaba con el suyo propio en sus bocas. Eso fue una señal. Sawyer comenzó a besarla más avivadamente, como si su corazón hubiera estallado.
Aunque no quería hacerle daño en las heridas, la deseaba, no importaba el lugar, lo necesitaba. Intento tumbarla en el suelo pero sus cuerpos chocaron contra el árbol, no le importó la mantuvo allí, besándola apasionadamente.
Comenzó a acariciarla el cuerpo, suavemente, sin brusquedad. Besaba el cuello de ella con dulzura. Buscaba de nuevo su boca, no podía parar. Entonces ella comenzó a llamarle pero él no quería parar. La miró un segundo, era posible que la hiciera daño. Ella aprovechó para apartarse. Le dejó claro que no quería más besos.
Estaba confuso, ¿le había rechazado? Preguntó por qué, no lo entendía. ¿Acaso ella se arrepentía? Ella con voz temblorosa dijo que debían continuar el camino, que no era bueno quedarse ahí ¿Estaba ocurriendo de verdad? Imposible.
Se acercó a ella y la agarró del brazo. Aproximo su cara a la de ella, la habría besado de nuevo, era lo que deseaba, pero quería parecer frío y duro. Pidió una explicación. Ella con su cara mas dulce y angelical le contestó que esos besos eran por agradecimiento, se escabulló de él y siguió andando.
Ahora caminando bajo la lluvia la observaba. Quería maldecidla pero no podía, estaba seguro que aunque le había pagado con la misma moneda ella no lo había hecho adrede. O eso quería creer, ella no era como él, no, definitivamente no.
A cada paso deseaba que la playa se encontrara detrás de los árboles más cercanos, pero seguían andando. Veía cojear a la chica y se le partía el alma, estaba mal, andaba encogida por el dolor, pero él sabia que no iba a pedir ayuda, se hacia la fuerte.
Pensó varias veces en preguntar que si ella quería la llevaría en brazos. Luego en que la obligaría, pero desistió de esa idea por miedo a un golpe por su parte. Era mejor que se lo preguntara. Pero tampoco deseaba que ella creyera que estaba tan angustiado.
Ella tropezó, y ahí se decidió. Lentamente se le acercó y comenzó a hablar de cosas insignificantes para poder hacer la pregunta más fácilmente. Aunque creía que ella se negaría de antemano debía intentarlo. No aguantaba mas viéndola así.
