III
Sueños extraños
Al pie de la tumba recién cavada de su madre, Chris se encontraba arrodillado con las lágrimas deslizándose por su rostro. Unos pasos atrás se encontraba John, quien al no tener a quién enterrar, ya que no tenía familia, soportaba en silencio el dolor de perder a la única persona que casi fue su mamá.
Aparte del gran dolor que sentía en su corazón, por la mente de Chris cruzaban muchos interrogantes. ¿Por qué su mamá no le había dicho que era una maga? Era lógico que no se lo dijera a nadie más, ya que sólo faltaba una pequeña mención a la magia, para que cualquier persona cuerda en todo el mundo temblara de pies a cabeza; puesto que sí había algo que infundiera más temor que los hombres lobo, vampiros, gigantes y demás; eran ellos, los mortífagos, como alguna vez su mamá los llamó entre sueños. Nadie más los llamaba por ese nombre, y aunque a él se le hizo extraño, a la mañana siguiente no comentó nada porque al igual que todos sentía un gran miedo de volver a ver aquellos seres con sus capas negras, y que lo único que dejaban tras de sí, era dolor y desesperación.
Chris había oído hablar a las personas mayores de cómo eran los días antes de que el mundo muggle conociera la magia; pero, para él sonaban como cuentos de hadas, al igual que para los niños menores que él. Un mundo donde no habían mortífagos, ni hombres lobo o gigantes, simplemente sonaba demasiado maravilloso para ser verdad. Su madre alguna vez le había dicho, algo alterada ante un comentario suyo acerca de que la magia era maldita, que no era del todo cierto y que antes existían magos buenos; pero luego de decirlo se llevó las manos a la boca y no quiso decir nada más, aún cuando Chris le insistió varias veces. Desde ese entonces Chris empezó a sospechar que su madre sabía mucho más sobre los mortífagos y sobre la magia de lo que aparentaba, pero no pensaba que hasta el punto de que ella misma fuera una maga.
Tan absorto estaba Chris en sus pensamientos y recuerdos, que no se dio cuenta que ahora John se encontraba parado a su lado, hasta que sintió que la mano de su amigo posarse sobre su hombro.
- Mmm… Chris. Tenemos que regresar, a casa. Ya es demasiado tarde y tenemos que descansar. – dijo John, con una voz sumamente triste y quebrada por el dolor.
Chris levantó la mirada y se encontró con los ojos tristes de John, y por primera vez pensó en cómo esto era doloroso para su amigo. Esto, aunque no lo alivió del todo, le hizo sentir un poco más fuerte, puesto que a pesar de todo tenía al lado alguien que había estado junto a él por mucho tiempo, y que apreciaba muchísimo a su madre. Lentamente movió la cabeza afirmando y suspirando fuertemente apoyó una mano en el suelo y se incorporó lentamente.
John dirigió una mirada postrera a la tumba, y con gran pesar se dio medio vuelta y empezó a caminar lentamente en dirección de la aldea.
- Adiós, mamá – musitó entre los labios Chris, al tiempo que guardaba las manos en los bolsillos delanteros.
Al hacer esto, Chris notó un bulto y recordó que tenía la varita de su madre en el bolsillo, con lo que procedió a observarla fijamente. Nunca había visto una tan cerca, y una mezcla de miedo y emoción le corrió a través del cuerpo. Había visto todo el mal que una varita podía hacer, pero si su madre tenía una, cabía la posibilidad que no sólo hiciera cosas malas, ya que su mamá era una persona bondadosa, y no podía imaginar a su mamá usándola para lo mismo que los mortífagos. ¿Cuántos años había estado la varita escondida? Seguramente su mamá no la usaba para no ser detectada por ellos, pero cuando pensó eso Chris sonrió. Recordó como las goteras del techo misteriosamente aparecían reparadas al otro día, las grandes cenas que ella hacía para Navidad, y de que cómo los vecinos se asombraban de que ella sola pudiera preparar tantas cosas y en tan poco tiempo. Seguramente su mamá usaba magia solo para ocasiones especiales y siempre a escondidas de él, pero, ¿por qué?
Chris guardó la varita en el bolsillo, se dio media vuelta y se encaminó a la aldea, donde los últimos incendios ya se habían apagado, y como se habían pasado la noche enterrando a los muertos, un cansancio enorme se apoderó de él, deseando simplemente llegar a casa y dormir; aunque antes sabía que tenía que buscar las respuestas que necesitaba.
Al llegar a casa y una vez John se despidió de él y se retiró a su habitación, buscó la tabla rota, se arrodilló y metió la mano tanteando el piso, y tal como lo imaginaba, del mismo lugar del cual había salido la varita, se encontraba un papel. Se sentó en el escritorio y puso la lámpara de gas que habían usado para alumbrar la oscura noche a su derecha, y extendió el pergamino. En él no había escrito nada, Chris lo volteó y lo examino contra luz y no observó nada. No tenía sentido de que su mamá le hubiera dejado un mensaje en blanco, a menos de que no quisiera que alguien que por equivocación lo encontrara y lo leyera. Tal vez estaba sellado con magia, y eso sí que era un problema, porque hasta donde él sabía, él no era más que un muggle corriente, que no había demostrado aptitudes mágicas, ya que de lo contrario hacía años que los mortífagos se lo hubieran llevado.
Chris meditó por un rato, hasta que una idea cruzó por su mente, el recuerdo de su madre haciéndole un hechizo; metió la mano en el bolsillo y puso sobre el escritorio la varita de su madre. Por muy loca que le parecía la idea, cogió la varita, y golpeó con la varita el pergamino; ningún mensaje apareció pero a él la pareció ver unas chispas rojas salir de la punta.
- ¡Muéstrate! ¡Aparece! – decía Chris mientras seguía golpeando el pergamino con la varita. - ¡Revélate! - exclamó cada vez más desesperado por no poder hacer nada.
Y justo en ese momento unas finas líneas aparecieron en el pergamino, revelando el tan esperado mensaje
"Chris, hijo mío:
Si estás leyendo esto sólo, me temo que habrá sido por que lo peor haya ocurrido. No lo lamento, pero eso querrá decir que no fui capaz de protegerte. Tú has llenado mi vida de alegría, el único motivo para seguir adelante, luego que perdí a tu padre, sin que él se enterara de que tú venías en camino… Si te he engañado todo este tiempo, tendrás que perdonarme, todo lo que hice fue para esconderte. Seguro tienes muchas preguntas, pero yo no soy quién, ni ésta es la forma para que encuentres tus respuestas. Debes buscar a Lunático en Nuevo Camino y mostrarle este pergamino, él te ayudará con el largo camino que tienes ahora por recorrer, pero tienes que ser muy cuidadoso ya que él es el líder de la resistencia contra el Señor Oscuro, y por lo tanto todos los mortífagos están detrás de él.
También debes saber que la magia corre por tus venas, pero aún más importante, mi amor también y que no importa lo que pase, siempre estaré cerca de tu corazón.
Con amor,
Tu madre"
Chris no pudo evitar que un par de lágrimas salieran de sus ojos al finalizar de leer el mensaje póstumo de su madre. También se le hizo extraño de que mencionara a su padre, ya a que ella no le gustaba hablar mucho de eso, ya que le causaba mucho dolor, y sólo una vez, después de mucho rogar, le había dicho simplemente que estaba muerto. Un suspiro salió de su garganta, y frotándose el cuello, decidió finalmente irse a dormir.
En cuanto puso la cabeza sobre la almohada, un pesado sueño se apoderó de él. Por un largo tiempo fue un dormir sin soñar, pero lentamente imágenes empezaron a surgir en su cabeza.
Chris vió como frente a él un gran castillo se alzaba de entre la oscuridad y se observó a sí mismo corriendo hacia la entrada; súbitamente el paisaje cambió y se observó a sí mismo en una habitación muy extraña hablándole a un cuadro. –Vaya eso sí es extraño. Debo estar soñando – pensó para sus adentros Chris. – Seguro ahora el cuadro me va a responder, bueno no exactamente a mí, pero a mi otro yo – imaginó sarcásticamente.
Por eso fue que aún que ya sabía que estaba soñando, cuando el cuadro le respondió algo a su otro yo, que desafortunadamente no alcanzó a entender, Chris casi despierta del susto; sin embargo, con gran curiosidad se adelantó para observar el cuadro, ya que al estar en la penumbra no sabía que estaba pintado en él. Justo cuando ya empezaba a hacerse una imagen clara de éste, el cuadro, las paredes y todo el cuarto se desvanecieron; a la vez que se sentía transportado hacia otro lugar.
Era un bosque muy tupido, y nuevamente pudo mirar como él se encontraba corriendo y un montón de rayos de colores estallaban detrás de sus pasos. Con la mirada siguió el origen de los rayos y alcanzó a divisar tres figuras con capas negras corriendo apuntándole con sus varitas. Pero la imagen no fue muy clara, ya que nuevamente todo a su alrededor se esfumó en una bruma espesa.
Deseando que tantos viajes cesaran, de repente se encontró en la aldea. Y por la escena que se desarrollaba, supo que era durante el tiempo en que había estado junto con John al lado del viejo castillo. Al frente de la casa de la madre de Henry, toda la aldea se hallaba apiñada en un grupo que se veía temeroso. En frente de ellos, a unos tres metros de distancia, estaban cinco mortífagos. Todos, tanto los muggles como los mortífagos, se encontraban observando fijamente al jefe de estos últimos, que estaba dirigiéndose a la multitud en un tono lleno de desprecio.
- Alguien de esta aldea o que se encuentra muy cerca activó un artefacto mágico o realizó alguna magia antigua. Ahora, malditos muggles, hoy no quiero problemas. Esta aldea no ha sido muy visitada por nosotros, y realmente no me interesa mucho, pueden considerarse afortunados por ese hecho si quieren, ya que por lo menos no han corrido con la suerte de Nueva Esperanza- dijo el hombre de cabello rubio pálido, con un gesto de fastidio acentuado por sus ojos grises.
- Ja! Tienes razón Draco. ¡Como nos divertimos esa vez! – exclamó un mortífago especialmente gordo y que se veía corto de pensamiento.
- ¡Calla Goyle! No te atrevas a interrupirme nuevamente. – gritó Draco con una voz cargada de autoridad.
Goyle inclinó la cabeza y guardó silencio, lleno de un gran temor ante la ira de Draco.
A Chris no le pasó por alto la reacción de su madre al escuchar el nombre de Draco, ya que sólo hasta ese momento alzó la mirada y vio al jefe de los mortífagos; a la vez que el estremecimiento periódico de la mamá de Henry.
- Sólo quiero saber quién de ustedes no se encuentra aquí en este momento. ¡Ahora mismo! – gritó en voz alta Draco.
Todos los de la aldea callaron y en ninguno se vio disposición de hablar, con lo que Draco se molestó aún más y empezó a gritar improperios y gesticular amenazas, todo sin un resultado evidente. Mientras tanto su madre, apretaba los puños y se mordía los labios; Chris pensó que tal vez su mamá pensó en hacer algo, pero no veía que podría hacer ella contra seis mortífagos. En algún momento Draco mencionó un nombre como Porer o 5otale o algo similar que Chris no pudo distinguir bien, ya que toda su atención estaba con su madre.
- Maldito Malfoy. ¡Tú nunca has sido ni serás la mitad de hombre y mago que fue él! – gritó a viva voz la señora Harper, una voz potente y llena de orgullo.
Chris quedó de una pieza, lentamente volteó su mirada hacia donde se encontraban los mortífagos, dispuesto a observar la reacción de Malfoy, pero en vez de observar a Draco, toda su atención fue absorbida por la figura que de la nada se materializó junto a Goyle. Era un hombre, o al menos eso deducía Chris, ya que de inmediato supo que ninguno, aparte de él mismo podía verlo. Además no era una figura sólida, era como una sombra, como si… y súbitamente Chris lo entendió, esa sombra o presencia, o lo que fuera no era producto de su sueño: ¡otra persona estaba soñando lo mismo que él!
- ¡Mátenlos a todos! – dijo con furia asesina Malfoy, al mismo tiempo que un grito de terror salía de las gargantas de las personas de la aldea.
Chris salió corriendo detrás de su madre, que inmediatamente se dirigió a su casa, como si fuera en busca de la varita que en ese momento se encontraba debajo del suelo. Chris miró hacia atrás y vio que un cuadro infernal se desarrollaba ya que varios personas caían muertas mientras que varias casas se incendiaban, y además observó como Draco los seguía lentamente con una sonrisa de malvada satisfacción en la cara, y detrás de éste la sombra iba aún más lentamente.
Aunque estaba consciente de que era un sueño, Chris sintió la necesidad de hacer algo, por lo qué se paró frente a la puerta de su casa, justo apenas para sentir como Draco atravesaba su cuerpo como si fuera de humo.
- No me importa cómo hayas conocido a Potter, inmunda. Pero él no te salvará de ésta, ya que nadie que me haya insultado, vive para contarlo. ¡Muere! –
Un rayo rojo salió de la punta de la varita de Malfoy y desgarró el hombro de la señora de Harper quién cayó al suelo al mismo tiempo que emitía el grito que había hecho desmayar a Chris. Malfoy vió el resultado de su hechizo y vio a la herida como si fuera una cucaracha.
- Terminen de eliminarlos. Mañana al amanecer volveremos por los que regresen, claro si se atreven a regresar – le dijo en voz baja al mortífago que recién había llegado a la casa. Luego desapareció haciendo un sonoro ruido.
De repente todo se hizo sombras nuevamente y Chris despertó, abriendo los ojos desmesuradamente como asegurándose que había dejado de soñar. Vio a su alrededor y calculó que dentro de media hora iba a amanecer, con lo que se levantó con un pensamiento fijo en la cabeza, debían de estar muy lejos de la aldea para cuando eso sucediera.
