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De recuerdos y lecciones

Weasley, Ginny Weasley. El verdadero nombre de su madre le retumbaba en su cabeza y le daba vueltas por doquier, mientras avanzaba muy lentamente hacia el castillo, y no sabía la razón, porque realmente para él carecía de significado. No recordaba nunca haber oído ese apellido y en cuanto al nombre, pues realmente era hasta cierto punto parecido al de Giselle, o al menos comenzaban con las mismas letras.

Se volvió para hacerle unas cuantas preguntas a Firenze, pero este ya había desaparecido, con lo que no pudo interrogarlo. Quería saber sobre su apellido, sobre la familia de su madre, sobre su padre… Pero lentamente se fue calmando y la urgencia por resolver todas sus preguntas fue disminuyendo, a la vez que una sensación le invadía. No sabía muy bien como definirla, pero era sin duda algo mágico, algo muy parecido a lo que había sentido cuando su madre le había tocado con su varita, la impresión de que un poder le corría por la sangre, el escuchar una vocecita interior que le decía que podía hacer cosas increíbles; varias cosas que le indicaban que se encontraba en un lugar que respiraba magia por todas partes.

Contempló la silueta del castillo, que resaltaba con la oscuridad, y decidió seguir adelante, ya que era lo único que podía hacer, mucho más después de que Lupin se había sacrificado por protegerlo y por llevarlo allí. Y al cruzar ese sentimiento por su mente, Chris súbitamente empezó a correr en dirección contraria con gran velocidad, pero esta vez la barrera no era espesa ni viscosa, sino sólida, con lo que Chris se dio un gran golpe en su pie derecho que lo hizo caer y retorcerse del dolor unos tres minutos.

Cuando el dolor se menguó un poco, aunque sólo un poco, Chris se incorporó y palpó el muro invisible y lo sintió extremadamente fuerte, como si fuera de piedra maciza. En ese momento se sintió desesperado, ya que había recordado que el cuerpo de Lupin había quedado sin enterrar y todavía yacía en el límite del bosque; y deseaba que no corriera la misma suerte de John. Pero ahora no podía hacer nada, se encontraba encerrado, y aunque tanto Lupin como Firenze le habían hecho pensar que debía llegar al castillo como diera lugar, le llenó de desconfianza el hecho de que pudiera entrar y no salir.

Lentamente se giró y apoyó la espalda en el muro y dando un suspiro, retomó el trayecto hacia el castillo, aunque lentamente por el dolor que aún sentía en su pie. Lo que lo llamaba, se hacía más fuerte en cuanto más se acercaba, tanto, que pronto sintió la necesidad de correr, con lo que los últimos metros los hizo a una velocidad increíble, olvidando por completo el dolor.

Tomó aliento ante las grandes puertas de roble, que se abrieron en cuanto Chris posó su mano en ellas. Lo que vio, lo dejo atónito, y en cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad embobado miró en todas las direcciones, a la vez que entraba en el castillo.

Armaduras y cuadros antiguos se encontraban por doquier, muchos caídos y otros en mal estado, el polvo y telarañas se habían apoderado de todos los rincones; todo apuntaba a que el castillo había sido soberbio en tiempos mejores, pero ahora un aire de descuido se apoderaba por completo. Su aspecto era más similar al de una casa embrujada, que a la de un colegio; con lo que al voltear cada esquina Chris esperaba encontrarse con un fantasma.

Pero cada vez mas acusado por el llamado, Chris empezó a recorrer Hogwarts, con premura y sin detenerse a admirar todas las cosas que se hallaban a su alrededor. Con lo que pronto y sin saber qué camino había tomado, se encontró frente a unas escaleras talladas en piedra que se encontraban detrás de una abertura en la pared y justo al lado se hallaba una gárgola de piedra. El llamado se hacía más fuerte y supo que lo que tenía que encontrar se hallaba subiendo las escaleras, con lo que las subió. Al finalizar las escaleras se encontró con una puerta que se abrió sola, con lo que tomando un último impulso se adentró en la habitación.

El cuarto se encontraba iluminado por una débil llama, que sumía el ambiente en claroscuros, con lo que algunas cosas quedaban reveladas, como un gran escritorio con un montón de papeles encima, un montón de libros en el suelo y extraños artefactos colocados en estanques. Pero nada de esto llamó la atención de Chris, quien desde que vio el cuadro que sobresalía claramente de los demás colgados en las paredes de la habitación, se quedó absorto, a la vez que sentía como la sensación de ser llamado desaparecía.

Un destello de entendimiento cruzó por la mente de Chris, y supo que había sido el cuadro que le había estado llamando y que este cuadro era el mismo sobre el que había soñado la otra noche, con lo que no se sorprendió demasiado cuando una voz surgió del cuadro.

- Buenas noches – dijo la voz, que sonaba llena de autoridad, pero también de amabilidad.

- Buenas noches – respondió Chris automáticamente, sin detenerse en lo extraño de la situación; e inmerso en la curiosidad dio un paso adelante, con el fin de contemplar mejor el cuadro.

Incluso antes de leer el nombre tallado en la madera del marco, Chris supo que el hombre con la nariz alargada, ojos azules y barba larga era Albus Dumbledore, el mago más grande del siglo, como lo había llamado Lupin. Y es que sus facciones lo hicieron pensar en bondad, esperanza, pero también en poder y en grandeza; y sus ojos, que estaban fijos en Chris, parecían indagar en el fondo de sus pensamientos.

- Soy Albus Dumbledore, ex director del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde actualmente te encuentras; aunque claro, debo decir que lo queda de él, puesto que no soy sino un reflejo de lo que realmente fui – dijo en voz clara.

- Soy Chris Har… Weasley – dijo Chris extrañándose de cómo sonaba su apellido verdadero. - Chris Weasley, señor -.

- Esperaba tu visita, Chris. Diez largos años han pasado y veo que las medidas que tomé fueron adecuadas. Tal vez te estés preguntando por qué este cuadro es más grande que los demás – interrogó Dumbledore a Chris, mientras hacía un gesto mostrando a los habitantes de los cuadros vecinos que se hallaban dormitando profundamente.

Chris pensó que realmente no le importaba, pero era tal la presencia de Dumbledore, que aún estando en un cuadro, Chris sintió que no debía hablar hasta que este terminara.

- Pues bien, el último año de mi vida, supe que mi fin se acercaba y tomé varias medidas previsoras. Como por ejemplo realizar un encantamiento sobre mi futuro lienzo, para así transferir aún más recuerdos y un nivel de conciencia mayor a mi cuadro; organizar una colección de mis recuerdos, listos para usar en el Pensadero, y el hechizo protector para el colegio para que sólo la persona elegida fuera capaz de encontrar a Hogwarts –

De toda la perorata del cuadro, Chris sólo entendió la mitad, ya que no conocía mucho sobre magia y cuadros parlantes, ni de hechizos o encantamientos; sin embargo, escuchó atentamente y en silencio.

- Aunque por tu expresión, supongo que no sabes mucho sobre lo que estoy hablando¿no es cierto?- preguntó la imagen de Dumbledore.

- Sí, señor Dumbledore. – dijo Chris.

- Nunca me ha gustado que me traten de señor, mejor dime profesor… Lo cual me recuerda que debemos empezar con las lecciones cuanto antes… - dijo el cuadro, absorto en sus pensamientos, con lo que no observó la reacción de sorpresa de Chris.

- Pero¿lecciones? – dijo Chris en un susurro, con lo que el cuadro no lo escuchó.

- Encantamientos, Defensa contra las Artes Oscuras, Transformaciones, algo de Historia de la Magia aunque solo lo más reciente, y será una lástima que no pueda enseñar debidamente Pociones, pero nunca fui muy fuerte en esa materia, con lo que es algo cómico que me haya asesinado nuestro mejor profesor de Pociones… - dijo el lienzo aún concentrado en sí mismo.

- ¡Basta! – gritó en voz alta Chris, atrayendo al fin de la imagen que posó sus ojos en él. - No vine por lecciones, por Pociones o por Encantamientos, o cualquier otra estúpida materia, vine, vine por… - se interrumpió Chris, porque se dio cuenta que no tenía tan claro porque había venido.

- Por tu pasado. Lo veo en tus ojos, quieres saber por que tu madre se escondía, por que nunca te contó nada. Bueno, tengo mis medios para hacerme a una idea de lo que pasa en el mundo exterior; no por algo Ginny escogió para vivir una aldea tan próxima a Hogwarts - dijo el cuadro, al observar la expresión de asombro que había puesto Chris.

- Usted la convenció de algún modo¿o no? – preguntó Chris.

- Podríamos decir algo así… pero eso no es lo realmente importante. No tengo todas las respuestas, pero al menos creo que puedo darte una imagen de cómo era tu madre, claro si quieres saber – dijo en un tono amable, pero firme.

- ¿La podré ver? – dijo Chris que sintió renacer la curiosidad, y aplacarse su confusión.

- Allí¿ves ese armario negro, ábrelo por favor y saca la vasija que encontrarás adentro y ponla en esta mesa cerca de mí – dijo el cuadro, señalándole con la mano el mueble a Chris.

Chris abrió el mueble y se encontró con una vasija de piedra, con unas raras inscripciones en los bordes, y en la cual se agitaba una sustancia de aspecto cristalino muy extraña. Con mucho cuidado la sacó y la depositó en la mesa que le había indicado el cuadro y por unos instantes contempló fascinado la apariencia de la sustancia.

- Eso, Chris, es un pensadero. Pero no va a funcionar sin pensamientos que añadir, con lo que ahora necesito que mires en este otro mueble, como verás cada cajón tiene un pergamino con un nombre, busca por favor el que corresponde a tu madre – indicó el cuadro.

Chris hizo lo que Dumbledore le pidió, con lo que abrió las puertas de una especie de armario, al abrirlo se encontró con que estaba divido en un montón de cajones muy pequeños, en cuya superficie se encontraban pedazos de pergamino con nombres escritos en ellos. Cedric Diggory, Hermione Granger, Cornelius Fudge, Expeliarmus… un montón de nombres a los que Chris no puso atención, hasta que junto a Ron Weasley, encontró lo que estaba buscando.

Pero entonces vio los dos cajones inferiores en los que hasta ahora no se había fijado y cuyo tamaño era muy superior al de los demás; el nombre escrito en el de la izquierda, Tom Ryddle, no llamó su atención, pero en cambio el de la derecha, lo dejo atónito. Con desconfianza, estiró la mano al cajón que estaba marcado con el nombre de Harry Potter, pero pronto se arrepintió. Primero estaba su madre, por más curiosidad que le causara saber sobre el mago en el que al parecer se habían cimentado tanta esperanza y que se había pasado al lado del Señor Oscuro; con lo que finalmente abrió el cajón correspondiente a Ginny Weasley, y encontró cinco botellitas de cristal de diferentes colores, tapadas con corchos y dentro de las cuales se movía algo que se asemejaba a la sustancia que se encontraba en el pensadero. Tomó todas las botellas, cerró las puertas del mueble y las puso junto a la vasija del pensadero, esperando más instrucciones del cuadro.

- Por favor toma la amarilla y vacía su contenido en la vasija, y luego con la varita de tu madre revuelve tres veces. – indicó Dumbledore.

Chris siguió las instrucciones y en cuanto terminó de revolver con la varita la luz que emitía la vasija se volvió más intensa.

- Debo advertirte que esto es un recuerdo y por lo tanto aunque puedes oír y ver todo, nadie notará tu presencia. Ahora acerca tu rostro a la vasija y toca con tu cara la sustancia. –

Chris tuvo un momento de duda, pero la mirada firme del cuadro de Dumbledore le despejó toda inquietud, con lo que se acercó a la vasija y en cuanto su nariz entró en contacto con la sustancia, sintió como si un remolino lo succionara y se sintió caer, para finalmente aterrizar en el mismo salón donde se encontraba, pero en el que estaban otras personas y claramente era un tiempo diferente, puesto que todo se hallaba en orden y la sala estaba iluminada por antorchas.

Una señora se encontraba llorando frente a una chimenea y siendo abrazada por el que Chris reconoció de inmediato como su esposo; pero lo que más le llamo la atención fue el color del pelo del señor, el cual se le pareció muchísimo al que había mostrado su madre, antes de morir, y sin saber por qué sintió una especie de aprecio por esas personas. Ante la repisa de la chimenea, Albus Dumbledore hablaba con una señora de rostro algo rígido y que hablaba con un gran pesar en la voz. Tal como le había dicho el retrato, nadie se había sorprendido por que de la nada había aparecido, con lo que se limitó a observar la escena. Se hizo en frente de todos, con lo que quedó frente a la puerta, así que cuando alguien gritó el nombre de su madre se volteó tan rápido como pudo para contemplar las cuatro figuras que acababan de aparecer en la puerta.

Un señor bastante guapo, pero que lucía muy confundido, dos niños, uno pelirrojo y otro con una mata de pelo negro desordenado, y una niña a la cual Chris identificó de inmediato como su madre. Chris se quedó estupefacto contemplado a su madre, y sintió como las lágrimas pugnaban por salir de sus ojos, pero hizo un esfuerzo por no perder detalle de lo que acontecía.

Escuchó atentamente la historia que contó el niño de pelo negro, que tenía manchas de sangre y suciedad por toda su túnica, y que resultó ser nada menos que Harry Potter; aunque, hubo muchos detalles que no entendió, pero de los que tomó nota para preguntarle después al retrato. Sintió pena por su madre, cuando se enteró que había sido controlada por Voldemort, y se sorprendió al enterarse que Tom Ryddle era el verdadero nombre del Señor Oscuro; pero a la vez, se alegró de conocer a sus abuelos y su tío. Finalmente, en cuanto sus abuelos salieron (de lo que ahora sabía que era la oficina del director) con su madre, para llevarla a la enfermería, sintió como era de nuevo absorbido por un remolino y en un abrir y cerrar de ojos, se encontró de nuevo en la habitación en penumbra, junto al cuadro parlante.

Por unos largos minutos Chris se quedó en silencio, tratando de asimilar el montón de información que había recibido, mientras que pensamientos y conjeturas volaban por su mente. Tan profunda era su concentración que fue el retrato, quién rompió el silencio, sacando a Chris de su meditación.

- Esto es tan sólo una parte de la historia de tu madre. Como puedes ver, estudió aquí y debo decirte que esta no fue la última vez que enfrentó a lord Voldemort. Era una mujer muy valiente y noble. – dijo el retrato, y Chris no pudo dejar de sentir un dejo de tristeza en la voz de Dumbledore.

- Ahora, necesito pedirte disculpas por mi premura. Empecé a hablar sobre tu instrucción mágica, sin aclararte primero porque la necesitas. Por lo que ahora, necesito que me respondas una pregunta y que lo hagas pensándolo muy bien. ¿Listo? – dijo Dumbledore

Chris sólo atinó a responder con un movimiento apenas perceptible de su cabeza, sintiendo como el corazón se le quería salir del pecho, por que presentía que de su respuesta dependía su futuro.

- Muy bien. Ahora que sabes algo de tu madre, de cómo ha se ha enfrentado con él, y como percibo el dolor que su sombra ha arrojado en ti, te pregunto. Si tuvieras el modo de cambiar las cosas, de hacer éste un mundo mejor al ayudar a derrotar a Voldemort y sin importar los sacrificios ni esfuerzos¿lo harías? Piensa detenidamente antes de contestar, y créeme que sé que tal vez estoy pidiendo mucho en un niño de tu edad, pero el orgullo y coraje de tus ojos me dice que estás hecho para grandes cosas. – dijo Dumbledore, que tenía fijos sus ojos en Chris.

Éste se sintió en parte confundido y en parte halagado, por la extraña pregunta. Y a la vez que daba vueltas a la oficina del director, trataba de ordenar sus pensamientos, sintiendo que su cabeza iba a estallar. Por un lado, se preguntaba como él podría enfrentarse a un mago como Voldemort, pero una vocecita en su interior, le decía que creyera en sí mismo y en su poder; también, una parte de sí, le decía que al fin y al cabo no era su problema y que se fuera de allí y no siguiera escuchando, mientras que otra le impulsaba a aceptar, a convertirse en un héroe y devolver la justicia a este mundo. A la vez se puso a pensar en lo que el siempre había considerado como un cuento de hadas: un mundo sin mortífagos, ni criaturas malvadas; y fue esto, unido al recuerdo de su madre, de John y de Lupin, lo que le hizo sentir un deseo de justicia, de mejorar las cosas, con lo que finalmente dio su respuesta.

- Sí, sí lo haría – dijo Chris, con una voz que había tratado de aparentar mucha más seguridad de la que realmente sentía.

- Bien, muy bien. No esperaba menos de ti, siendo hijo de quien eres, hijo de tu madre quiero decir… - dijo el retrato con un cierto toque embarazoso, como si se hubiera cambiado sus palabras un último momento. – Ahora, debo dejar algo muy en claro, quiero que sigas mis instrucciones y debes de entender, que aunque la curiosidad es buena, no se debe abusar de ella. Con lo que me temo, que ciertas preguntas que tengas, me reservaré el derecho de responderlas a su debido tiempo, y eso es muy importante en el caso de tu padre, pues allí es donde entro en el campo de las conjeturas y no de los hechos. ¿Está claro? – dijo severamente, con lo que Chris no tuvo más remedio que asentir.

- Pero antes de cualquier cosa, es bueno seguir con las tradiciones, con lo que te pido que guardes el pensadero y los recuerdos, para luego traer ese viejo sombrero que se encuentra arriba de esa repisa, y entonces te lo pongas en la cabeza. – dijo el cuadro con cierto tono de ensoñación en la voz. - Debemos averiguar a que casa pertenecerás, aunque creo que ya tengo una idea -.

Después de todo lo que le había pasado, a Chris no le pareció ridículo ponerse un viejo y raído sombrero sobre su cabeza, ya que su mente no se encontraba realmente en el mismo sitio que su cuerpo. Justo antes de ponerse el sombrero, esbozó una sonrisa, ya que no importaba lo que siguiera de allí en adelante, en medio de tanta oscuridad, por fin había encontrado un rayo de luz que guiara su camino.


N.A: De nuevo aquí, luego de un largo tiempo sin escribir ni una sola palabra. Si quieren echarle la culpa a alguien por tardarme tanto en actualizar, les adelanto que su nombre es Civilization IV. Este juego me ha absorbido bastante estas dos últimas semanas, es realmente interesante, (y no es por hacer propaganda), pero se los recomiendo... De nuevo gracias a mis fieles comentaristas, y de paso lanzo una pregunta al aire: Hermionita¿dónde estás?... Como regalo, adelanto el título del siguiente capítulo: "La asesinay el león".

EternalWing: Sí, todo el mundo acertó en que era Ginny y yo por mi lado fallé. La idea era que no fuera tan evidente, pero sí lo fue, con lo que espero sacar alguna lección de mi error. Debo decir que aquí llegamos más o menos como a la mitad de la historia, al menos en la trama todavía no sé si en capítulos, y el final se acerca y me atormenta cada vez más, sigo patinando con los tres capítulos antes del final (que por cierto ya está casi terminado). En fin, gracias por tu constancia y por tu review.