Capítulo 29

Adrienne había logrado ocultarse entre el follaje del árbol en el que estaba subida antes de que aquella cosa llegara junto a ella.

En parte lo había hecho también por los demás, ya que sabía que, al menos Jack y Sawyer, no querrían irse sin ella, y ella no tenía tiempo para descender del árbol, decidió que lo mejor era desaparecer de sus vistas. Agradecía que Kate se hubiera dado cuenta de lo que había hecho y les hubiera obligado a marcharse.

No pudo verlo pero lo sintió pasar muy cerca de ella, demasiado, moviendo a su paso las hojas que la ocultaban a su vista. Gracias a Dios no tumbó el árbol en el que se encontraba.

Por un momento tuvo la necesidad imperiosa de mirar aquello, de apartar las hojas y echar un vistazo pero algo le dijo que no era una idea muy sensata...

Pareció pasar de largo pero por precaución decidió esperar un poco, para asegurarse, lamentablemente ya había vivido la experiencia de creer estar sola y no estarlo.

Esperó.

Esperó durante lo que le parecieron los minutos más largos de toda su vida, y a eso se sumaba la necesidad de saber dónde estaban los demás y cómo, si habían conseguido huir o no...Odiaba pensar si quiera en esa segunda posibilidad, en la de volver a quedarse sola en aquella isla...aunque de una forma u otra no lo estaría pues quedaban los demás supervivientes...pero no creía poder superarlo si algo le pasaba a su tío...o a Sawyer.

Una vez se aseguró mirando entre las hojas de que estaba sola comenzó a descender del árbol con la lanza aún cogida. Al llegar al suelo reparó en que tenía el pantalón manchado de sangre, una simple herida causada al subir por el árbol, nada grave.

Miró a su alrededor recordando el lugar por el que les había observado alejarse, no sabía si era muy sensato ir por donde había desaparecido aquella cosa pero no quería que se alejaran tanto como para no poder encontrarles, ella era la única que sabía el camino.

Así fue avanzando entre los árboles, atenta a cualquier sonido que pudiera avisarle de la presencia de los demás.

Mientras tanto Jack, Kate, Sawyer y Terry se habían alejado corriendo hasta que dejaron de escuchar ese horrible sonido. Pararon entre los árboles, jadeantes y totalmente desorientados.

- ¿Alguien sabe dónde se supone que estamos?- preguntó Sawyer- ¿quizás tú, pecosa? Al fin y al cabo la magnifica idea de separarnos de la única persona que sabe orientarse en este sitio fue tuya...¿vas a hacer de guía ahora?

Kate lo fulminó con la mirada.

- ¿Hubieras preferido que nos quedáramos allí parados con eso acercándose?

Sawyer no respondió, sabía que en eso tenía razón.

- Bueno, ¿y ahora qué?- preguntó.

Jack miró a su alrededor.

- Creo que deberíamos quedarnos aquí y esperar a que Adrienne nos encuentre.

- ¿Esperar a que nos encuentre? ¿y si no nos encuentra?

- Sabe orientarse bien- respondió Terry. Sawyer le miró de mala gana.

- Tú mejor te callas, todo esto ha sido por culpa tuya, a ver si la próxima vez miras dónde metes el pie.

Terry se calló al instante, se sentía ridículo por lo ocurrido y lo último que necesitaba era que se lo recordaran.

- Sawyer...- Kate le miró pidiéndole que lo dejara.

- ¿Qué? Simplemente digo lo que todos pensáis, de no ser por su culpa no habría pasado nada. Nunca debió venir, es un crío...

- Pues tengo un año más que Adrienne...si yo soy un crío...

Sawyer recibió aquello como un fuerte golpe pero rió.

- No te compares...- murmuró.

Adrienne seguía andando con la vista fija en el suelo, aquella cosa había borrado casi por completo las posibles huellas que podían haber dejado al pasar así que le costaba seguirlas.

Supuso que si los perseguía y habían logrado escapar habrían tenido que salirse de su camino escondiéndose así que siguió el "rastro" de palmeras caídas pero mirando a ambos lados en busca de huellas que salieran en otra dirección.

Al cabo de un rato comenzó a oír las voces...pero no eran las de ninguno de ellos sino las que había oído al alejarse de Terry.

Se detuvo en seco, mirando a su alrededor aunque sabía que no iba a ver a nadie.

Captó claramente la palabra "barco", y unas voces pidiendo ayuda...

Sacudió la cabeza, no quería recordar, no podía, pero no pudo evitarlo...

El barco se estaba hundiendo, nadie sabía qué había sucedido ni cómo habían podido chocar contra aquellas rocas del acantilado. El crucero se había dirigido directamente contra ellas, ni siquiera parecía que hubieran intentado esquivarlas.

El golpe había sido brutal, varias personas que se encontraban en cubierta habían salido despedidas contra las rocas cayendo por encima de la barra de seguridad, otras habían caído al agua y se debatían luchando contra el intenso oleaje intentando mantenerse a flote y no ser arrastrados por las olas contra las rocas.

Un hombre abandonó su camarote junto a sus dos hijos tan pronto como se recuperaron del choque, la niña parecía muy asustada, iba cogida de la mano de un chico más mayor.

El hombre los condujo a cubierta. Tuvieron suerte, pudieron apañárselas para meterse en una de las lanchas salvavidas junto a algunos más.

Una vez en el mar todo era un infierno, las altas olas amenazaban con tumbar la embarcación y aún estaban a demasiados metros de la orilla, de una pequeña cala, y a demasiada poca distancia de los acantilados.

Por si fuera poco la gente que había caído al agua luchaba por engancharse a la lancha y subir, parecía una versión del Titanic, con el iceberg reemplazado por aquellas rocas, aunque afortunadamente el agua no estaría tan fría.

La niña sollozaba asustada, protegida por los fuertes brazos de su hermano que la agarraba firmemente. No podía apartar los ojos de la gente que luchaba por su vida en el agua, sólo oía gritos de dolor, de socorro, el miedo flotaba por todas partes y aquellos sonidos se le clavaban en su interior.

Una mujer se agarró a la lancha por fuera, pidiéndole ayuda, pero ella estaba paralizada, ni siquiera hizo un intento por ayudarla, aunque puede que no hubiera servido de nada porque su hermano no la soltaba, pero también puede que le hubiera salvado la vida de habérselo pedido.

La mujer fue alcanzada por las hélices del motor de la lancha. Nunca olvidaría ese aullido de dolor y su mirada suplicante...

Volvió en sí, había reconocido una voz. Fue corriendo entre los árboles, aún algo confusa, con esas imágenes grabadas, pero al fin dio con ellos.

- ¡Adrienne!- Jack fue el primero en verla y se acercó corriendo abrazándola con fuerza, luego se separó y la miró.- ¿estás bien?

La chica asintió pero Sawyer intervino.

- ¿Y esa sangre?- preguntó arqueando una ceja mientras reparaba en la mancha de los pantalones.

- Como recuerdo haber oído decir a alguien alguna vez...- dijo mirando a Jack de reojo- "la sangre es muy escandalosa".

Jack rió.

- ¿Bromas de médicos?- preguntó Sawyer socarronamente.

- Algo así...- miró a Adrienne- de todas formas deja que eche un vistazo...- dijo mientras se acercaba y le subía el pantalón- ...si, es una herida superficial.

- Pero escuece, créeme.

Sonrió.

- ¿Estáis todos bien?- preguntó mirándoles- ¿Terry?- el chico asintió y apartó la mirada aún algo avergonzado.

- Nada como un poco de footing para abrir el apetito ¿no?- Sawyer fijó la mirada en Adrienne- hablando de comida... ¿lograste cazar algo aparte de Terry?

Él no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa ante el comentario aunque seguía deseando que se lo tragara la tierra.

La chica negó con la cabeza, no quería explicar la verdadera razón que la había distraído de su tarea.

- Volveré a intentarlo...

- Es igual, Adrienne, ya hemos perdido más tiempo del que debíamos, nos arreglaremos con la fruta que nos queda y ya lo intentarás en otra ocasión.- sugirió Jack, ella asintió resignada.

- Continuemos esta interesante visita por Jurassic Park...- Sawyer sonrió al ver la sonrisa de la chica, gracias a Dios no sabía lo preocupado que había estado por ella.