Capítulo 40

Adrienne se separó unos centímetros únicamente para contemplar el rostro del hombre que tenía a escasos centímetros de ella. Sawyer sonrió con los ojos entrecerrados y fijó su mirada en sus labios una vez más. Los acarició con un dedo con suavidad, invitándola a besarlo, ella lo hizo dulcemente y entonces él volvió a besarla mientras acariciaba su mejilla. La besaba con la seguridad que da la experiencia, y él la tenía, quizás incluso demasiada, pero con ella se sentía distinto, habría mentido si dijera que de ella, a diferencia que de las demás mujeres, no quería conseguir nada, pero por lo menos lo que quería iba a ser por primera vez un beneficio recíproco total y únicamente. Sonrió al pensar en ello pero se obligó a abandonar dichos pensamientos antes de que fuera demasiado tarde para recuperar el control.

La chica siguió besándole, recordaba la primera vez que lo había hecho y aquella inseguridad de la que ahora no había rastro, se sentía como si hubiera estado besando así toda su vida y le encantaba notar ser deseada, cómo sus labios eran buscados cuando los apartaba, y lo hacía únicamente para sentir aquello.

No pasó mucho hasta que sintió de nuevo aquel fuego en su interior, comenzaba a abrasarla y la obligaba a aumentar la intensidad de los besos, los necesitaba con más urgencia, como si su vida dependiera de ello, como si le faltara el aire si sus labios no rozaban los de él y sus lenguas no se fundían en una.

Cuando sintió una mano abrazando su cintura se permitió apoyar la suya en él y acarició su hombro tímidamente. Sawyer la pegó a él abrazándola y el fuego aumentó en ella hasta límites insoportables, jadeó y su respiración se aceleró entre los besos, sentía la de él también, sobre sus labios, muy intensa y entrecortada, deteniéndose cuando separaba los labios y regresando a cada nueva unión.

- Hmmmm... Adrienne... – susurró su nombre tras un gemido ahogado, la deseaba, y en ese preciso momento- te quiero... – añadió, no sabía muy bien por qué pero sintió un nudo en el estómago al decir aquellas dos palabras. Tal vez porque no fueran ciertas, y tal vez porque era una de sus principales armas para lograr lo que ansiaba de una mujer.

Se arrepintió aún más cuando vio la mirada de la chica, como si tuviera frente a ella a un ángel, cuando en realidad se trataba de un diablo...

Y no pudo hacerlo, simplemente no pudo, por más que se maldijera a sí mismo, por más que la odiara por aquella mirada aún cuando sabía que él era el único culpable.

Odiaba su inocencia y la amaba. Detestaba esa expresión dulce y le volvía loco al mismo tiempo.

Y se sentía humillado por ella misma, por esa virginal y aguerrida Diana, porque si debía asimilarse a alguien era sin duda a aquella diosa.

Temía romper el encanto, temía que dejara de ser esa mujer por la que iba a perder la cabeza de un momento a otro.

"¡Maldita sea!"- pensó. "Deja de mirarme así..., cierra los ojos, Niña."- la reprendió mentalmente.

No podía, se apartó de ella, quizás demasiado bruscamente, pero odiaba al hombre que hacía de él cuando estaba delante. ¿Lo odias realmente?¿o acaso temes dejar de ser esa persona?

No podía pensar, no en ese momento y con ella ahí manteniendo aquella mirada imperturbable.

"Sólo han sido dos malditas palabras..., venga ya" no creía que fuera tan importante.

Adrienne se acercó a él insegura, no comprendía, no podía hacerlo. Fue a hablar pero él no la dejó.

- Deberíamos volver o tu tío e pondrá paranoico, Niña.

Adrienne asintió, ¿qué otra cosa podía hacer? Por más que deseara continuar no había obtenido aún esa confianza en sí misma suficiente como para intentar convencerle de que se quedara ahí con ella, por el momento todo estaba en sus manos, si él no quería seguir ella no creía poder hacer nada.

Sawyer caminó de vuelta delante suya, ella pudo reaccionar por un instante y recogió un par de las plantas que habían ido a buscar pero comprobó que él no se detenía a esperarla. Las guardó en su mochila y se levantó, aún podía verle a varios metros alejándose, no entendía nada, ¿por qué actuaba así? Quizás no fuera él sólo, quizás todos reaccionaran así, no podía saberlo realmente, era el primer hombre con el que había compartido un momento así y si no salían nunca de aquella isla sería también el último.

Pensó en ese momento mientras caminaba de vuelta, con la mirada fija en lo que aún podía ver de Sawyer a lo lejos. ¿Qué ocurriría cuando salieran de allí, si lo hacían? Ella había perdido a sus padres y a su hermano, no le quedaba nadie, de sus tíos Jack era al que solían ver con más frecuencia, su tía Margaret vivía en Europa, sólo la veían por Navidades, y su tío Charles trabajaba en Manhattan y siempre estaba muy ocupado.

También tenía a sus abuelos paternos pero eran muy mayores, no quería ser una carga para ellos y menos a su edad, en cuanto a los maternos..., los padres de Jack..., sí, supuso que si alguien se veía obligado a cargar con ella serían ellos, pero también llevaba tiempo sin verlos y tras lo ocurrido con su madre...

Suspiró, tal vez la dejaran vivir sola, negó con la cabeza, no la creerían capaz de hacerlo, ni aún sabiendo como sabían que había estado ocho años apañándolas por sí sola en aquella isla. Y los estudios...querrían que continuara con ellos, y tenía demasiado que retomar, desde los 13 o 14 años...

Quizás pudiera quedarse con Sawyer, eso le encantaría, él tendría un trabajo y una casa, y si estaba solo podían hacerse compañía mutuamente. Sonrió al pensar en ello, los dos solos viviendo en una casa juntos, y quizás algún día él quisiera casarse con ella.

La sonrisa se le esfumó al llegar junto a los demás y volver a ver la expresión de Sawyer, si tan sólo pudiera saber lo que pasaba por su mente en aquellos momentos...

Por más vueltas que le daba no sabía qué es lo que había hecho mal, no había hecho nada para hacerle enfadar o molestarle, se había comportado como las otras veces, incluso había llegado a pensar que él disfrutaba más, después de todo había sido él quien había empezado, no lo entendía y eso la agobiaba, tenía un nudo en el estómago, sentía nauseas, ¿por qué no le hablaba? ¿por qué la miraba así? ¿qué había hecho mal?

Cuando su tío se dirigió a ella le llevó unos instantes reaccionar.

- ¿Adrienne, estás bien?

Asintió.

- Perdón, ¿qué decías?

Notó la mirada de Jack fijarse por un segundo en Sawyer, él se la mantuvo altivo, si tenía algo que decirle que lo hiciera, él no tenía nada que ocultar, sabía que Jack se había dado cuenta de su interés por Adrienne, ¿y qué? Su sobrina era un bombón, eso no podía negárselo a no ser que estuviera ciego, ¿podía culparle de sentirse atraído por ella? Ciertamente no, y si a ella le gustaba ¿cuál era el problema? Todos felices, Jack no tenía nada que hacer ahí, su sobrina ya era mayorcita para eso.

Jack se obligó a volver la vista a Adrienne pero no pensaba dejar aquello así, tendría unas palabras con Sawyer, por las buenas o por las malas, pero sería a solas.

- No podemos avanzar mientras el chico no despierte.

- Pero estamos cerca- replicó ella- si llegamos a mi cueva allí estaremos...

- No podemos moverle, si se le abre la herida podría...

- No se le abrirá, ya he probado eso muchas veces y nunca me ha pasado.

Jack negó con la cabeza.

- No podemos basar su seguridad en la eficacia de un mejunje que te has encontrado por casualidad, quizás contigo haya funcionado o puede que sólo hayas tenido suerte de no pillar algo peor.

Adrienne le miró sorprendida, no podía creer que después de todo su tío siguiera dudando de ella, cómo podía ser tan hipócrita...

- Sawyer... Sawyer también lo llevó y funcionó.

- Adrienne... déjalo ya, te dije que esto no era un juego, no podemos...

- He sobrevivido OCHO años en esta maldita isla, Jack- le cortó seriamente, todos la miraron extrañados de la reacción, no la habían visto así antes- OCHO AÑOS – repitió elevando el tono y remarcando las palabras- ¿crees que eso ha sido suerte? ¿he sido tan afortunada que en ocho años no me ha pillado esa cosa, ni los otros, ni me he muerto por ninguna infección de todas las heridas que me he hecho? ¿ha sido únicamente la suerte la que me ha mantenido con vida mientras mi padre y mi hermano morían al poco tiempo de llegar?- hizo una pausa durante la que mantuvo la mirada clavada en Jack, él no dijo nada, estaba tan sorprendido o incluso más que los demás.- bien, llámalo suerte si quieres, pero puestos a creer en la suerte por qué no creer en los milagros? Ah, no, eres un hombre de ciencia, no crees en los milagros, ¿entonces por qué no pensar que realmente sé lo que hago? ¿por qué no pensar que gracias a la experiencia he aprendido a abrirme paso en este lugar? ¿a sobrevivir?- hizo otra pausa pero su tío sólo apartó la mirada y la fijó en el chico, ella esperó.

- No puedo arriesgarme, lo siento Adrienne, está en juego su vida.

Ella le mantuvo la mirada unos segundos, el silencio se hizo insoportable para todos, la tensión era palpable. En el fondo todos temían lo que la chica iba a hacer.

- De acuerdo.

No dijo nada más, se dio la vuelta y echó a andar rápidamente, ignorando las llamadas de los demás. Oyó a Sawyer gritar su nombre y andar tras ella pero aumentó la velocidad y corrió perdiéndose entre los árboles como sólo ella sabía hacer.