Capítulo 41

Adrienne seguía corriendo por la selva, continuó hasta que consideró estar fuera del alcance de ellos y se dejó caer al suelo junto a un árbol.

El silencio era casi absoluto, tan solo interrumpido por el murmullo del viento entre los árboles y el canto ocasional de algún pájaro, ni siquiera podía oír ya sus voces llamándola.

De repente rompió a llorar sin saber muy bien el porqué.

Había actuado como una niña al echar a correr, como si los problemas se solucionaran así, era lo que siempre había hecho, lo que todos los niños: su padre se enfadaba con ella y ella desaparecía en su cuarto o salía al jardín y se perdía entre los árboles. Cerró los ojos un instante y se imaginó allí, en su jardín y contra ese árbol que tanto le gustaba.

Pero siempre había estado su hermano para ir junto a ella y hacerla reír y sentirse mejor, ahora él ya no la consolaría nunca más.

Abrió los ojos de nuevo y suspiró empezando a preguntarse por qué se había tenido que alejar de ellos. No es que no pudiera volver, sabía perfectamente el camino, pero el orgullo...

Mientras tanto los demás habían desistido y dejado de llamarla.

- No volverá si seguimos intentando convencerla, puede que ni siquiera nos oiga...- comentó Jack.

- ¿Y qué pretendes? ¿que la dejemos sola?

- ¿Tanto te preocupa...?- le miró a los ojos esperando su reacción, Sawyer lo notó.

- Por si no te acuerdas tu sobrinita es la única que sabe adónde ir, si perdemos a Mowgli estamos sin guía, listillo.

Jack negó con la cabeza, ya suponía que no era preocupación sino interés.

Esperaron unos diez minutos y Jack empezó a ponerse nervioso, estaba seguro de que regresaría pero ya tardaba más de lo que habría supuesto. Miró al niño... no quería dejarle pero Adrienne podía estar en apuros y de todas formas ahí no había nada que hacer hasta que despertara.

Fue a levantarse y decir a los demás que iba a buscarla cuando vio que Sawyer cogía su mochila y se ponía en pie, sin decir nada echó a andar, Jack se levantó.

- ¡Eh, ¿adónde vas?

Sawyer ni se giró.

- Si esperas que me quede de brazos cruzados mientras se esfuma mi única posibilidad de salir con vida de este maldito lugar es que me conoces menos de lo que pensabas. Que os vaya bien con los niños perdidos.

- Sawyer, no seas estúpido, si te pierdes...

Se giró y miró a Kate con una sonrisa.

- Si te preocupo puedes venir y cuidar de mí, encanto...

Kate le echó una de sus miradas.

Sonrió más.

- Eso pensaba..., en ese caso cuida del doctorcito y del niño- miró a Terry- perdón, de los niños.- se giró de nuevo y siguió caminando.

Adrienne se había puesto en pie y prácticamente convencido de que debía tragarse su orgullo y regresar cuando empezó a notar aquella sensación de que no estaba sola. La había notado en muchas ocasiones cuando se había arriesgado a internarse por la selva estando sola y sabía lo que vendría a continuación: los susurros.

En unos segundos comenzó a oír las voces, como murmullos, rodeándola por todas partes.

Se echó la mano a la mochila pero entonces recordó que no tenía la pistola, inmediatamente se llevó la mano a la cintura y cogió su cuchillo, aún contaba con sus propias defensas.

Se alejó del árbol, arma en mano y apuntando delante de ella mientras giraba para no dar la espalda a ningún punto. Sabía que esos susurros no eran fruto de su mente y podía oír las hojas de las plantas moviéndose a su alrededor ante el roce de algo, o de alguien, y había más de uno.

Se dirigió a una zona donde la vegetación era algo más baja y alejada de los árboles para tener a la vista lo que fuera que pudiera acercársele. Se sentía como una presa acechada por el depredador, lo que fuera que la vigilara había aprendido a camuflarse aún mejor que ella, podía estar en cualquier parte y abalanzarse sobre ella en cualquier momento.

Su respiración comenzó a acelerarse pero no dejaría que el miedo se apoderara de ella, eso sólo lo había conseguido aquella cosa y por lo menos estaba segura de que eso no era lo que estaba cerca.

Intentó captar lo que decían los susurros, lo había logrado otras veces pero aquella sólo eran murmullos.

Respiró hondo intentando calmarse y se permitió cerrar los ojos durante unos segundos para escuchar, era algo que había aprendido estando allí, a dejarse llevar por los sonidos en lugar de la vista. En un lugar donde la vegetación era abundante y lo que habitaba aquella selva había aprendido a camuflarse perfectamente, el sentido de la vista por lo general servía más para confundir y hacer perder los nervios que otra cosa.

Con los ojos cerrados podía concentrarse únicamente en los sonidos y había aprendido a conocer a la perfección los sonidos habituales de la isla, podía diferenciar el que hacían los pájaros al moverse entre los árboles del que hacían los pequeños roedores, los reptiles, incluso algunos insectos. Y por supuesto cuando se trataba de algo mayor que todo eso.

El único inconveniente eran los susurros, pero intentó ignorarlos y centrarse sólo en los sonidos a su alrededor.

Algo se movía a su alrededor, a unos metros por detrás de ella, a su derecha también pero lo de aquel lugar se mantenía a raya.

A unos metros por delante por lo menos había tres de ellos, ¿los otros? No sabía quienes podía ser si no..., pero los de delante le preocupaban menos que aquel a su espalda, lógico, no iban a cargar directamente sobre el cuchillo.

Sin embargo no se volvió, contaba con la ventaja de que ella sabía que estaban allí mientras que ellos sólo verían a una chica asustada con los ojos cerrados.

Cuando oyó el sonido que había estado esperando, la primera pisada fuerte sobre el barro, sus músculos se tensaron y se dejó llevar únicamente por su instinto. Segundos antes de que una mano rozara su hombro por detrás ella ya se había girado y clavado el cuchillo. Oyó el grito de dolor y abrió los ojos justo a tiempo de ver una figura corriendo entre la maleza.

Se giró inmediatamente, a derecha e izquierda, observando y escuchando. Los murmullos habían cesado pero sólo se calmó al escuchar de nuevo el trinar de los pájaros.

Debía alejarse de ahí, no era seguro quedarse parada cuando ya conocían su situación. Decidió regresar junto a los demás, ahora ya no era cuestión de orgullo sino de supervivencia, podía estar enfadada con su tío pero no pensaba perderle también a él.

Mientras tanto Sawyer seguía caminando en su búsqueda, no tenía ni idea de hacia dónde podía haberse dirigido y todo le parecía igual, árboles y más árboles y plantas y más plantas. ¿Dónde se habría metido esa niña? No podía haber ido muy lejos, sólo se habría alejado lo justo para que no la vieran y estaría sentada hasta que se le pasara el enfado, o eso suponía.

Tras un rato andando sin encontrar rastro de Adrienne empezó a llamarla desesperado, no tenía ganas de perderse y terminar así de rematar el día.

Pero no hubo respuesta.

Estaba seguro de que le estaba oyendo pero esa niña era cabezota.

- ¡Adrienne, ¡si no quieres regresar con Jack te entiendo, yo tampoco, pero sal de una vez! ¡volveremos a la playa!- gritó, pero no obtuvo respuesta alguna- maldita sea... ¡de acuerdo! ¡allá tú!

Si no quería regresar que no regresara, él no iba a estar detrás de ella, como si le importara lo que hiciera...

Se dio media vuelta y echó a caminar por donde creía haber venido pero al rato se dio cuenta de que o había dos rocas exactamente iguales en la isla, con el mismo árbol al lado y los mismos arbustos, o estaba dando vueltas.

Tomó otro camino pero pasado un rato seguía sin encontrarles y sólo se había alejado andando durante unos diez minutos, estaba claro que no iba en la dirección correcta. Empezó a agobiarse, quería salir de allí, comenzaba a sentir claustrofobia.

Volvió a llamarla, pasados unos minutos ya no le importó llamar también a Jack y a Kate, pero nadie contestaba.

- ¡Joder!- dio una patada a una piedra, furioso. Quien le mandaría salir a buscarla, si se hubiera estado quietecito ahora no estaría en dios sabe donde en esa maldita selva.