El camino de vuelta transcurrió en un silencio absoluto. Sawyer caminaba agarrando a Adrienne de la cintura en un intento por tranquilizarla a la vez que un gesto instintivo para evitar que los separaran de nuevo, ambos sabían que los otros podían seguir cerca.
La chica aun temblaba ligeramente pero a cada paso que daba parecía recomponerse un poco más. Se sujetaba un trozo de tela contra el cuello, tapando la herida producida por el corte del cuchillo y llevaba otro trozo anudado a la muñeca donde la habían herido por primera vez.
No decía nada, simplemente caminaba indicando el camino a seguir, y Sawyer respetó su silencio por mucho que deseaba que le contara lo que hubiera podido ver de los otros.
Adrienne no podía dejar de pensar en Terry, no podía quitarse de la cabeza su imagen mientras era atrapado y gritaba pidiéndole ayuda, absolutamente desesperado y terriblemente asustado.
Y ella no había podido evitarlo, al igual que años atrás no pudo evitar perder a su familia. Parecía destinada a estar sola y perder a todos los que se acercaban a ella.
Por un lado sentía deseos de marcharse para siempre, para proteger a los que la rodeaban, aunque la verdadera razón pudiera ser para protegerse a ella misma, para protegerse de seguir sufriendo por la pérdida de más personas.
Era cierto que a Terry no le conocía tanto ni tenía tanta relación como con su padre y su hermano, probablemente gracias a ello no se había desmoronado ya por completo, pero aún así le había afectado mucho, el chico ya era un amigo o, por lo menos, un compañero, y daría igual si hubiera estado con él un solo día o los que había estado, había sido suficiente para cogerle cariño y lamentar su pérdida...
Lo que más miedo le daba era que ya pensaba en él como si estuviera muerto y si quisieran haberlo matado no le habrían cogido ni se habrían molestado en llevárselo.
Lamentablemente la lógica no le servía de mucho consuelo en ese caso, no cuando había estado a punto de morir y comprobado en su propia carne el poder con el que contaban, la capacidad de pasar desapercibidos tan bien como ella o quizás mejor y la ventaja de ser un grupo numeroso.
Aceleró el paso al reconocer la voz de Jack entre la vegetación y ver los destellos de la pequeña hoguera que habían logrado encender, el pulso se le aceleró como si llevara días sin verle.
Cuando estaban a unos metros Sawyer la soltó y ella prácticamente se lanzó a los brazos de su tío. No le importó la impresión que pudiera darles a Sawyer ni a Kate, ni parecer una niña, le traía sin cuidado lo que pensaran en aquel momento, lo necesitaba.
Jack se quedó bastante sorprendido pero la abrazó contra él mientras la oía sollozar levemente sin entender el porqué.
Levantó la mirada hacia Sawyer sin soltarla pero éste miró a otro lado, se sentía culpable por lo ocurrido, se sentía estúpido por haber sido el responsable de que Adrienne tuviera que alejarse para buscarle, por haberse perdido, y encima ahora ella se abrazaba a su tío como si él no hubiera hecho nada, ¿de qué servía fingir ser el bueno si siempre había alguien que hiciera lo que hiciera, aunque no se moviera, seguía siendo el "héroe" para todos?
Estaba claro que su sino sería siempre permanecer a la sombra de los demás, por más que se esforzara, por mucho que cambiara, y lo había hecho, tal vez más de lo que habría deseado.
Para eso prefería seguir siendo como siempre, un cabrón, y continuar siendo el malo, el culpable de todo, porque al menos de esa forma no se merecía nada bueno, ningún agradecimiento, simplemente el odio de todos, pero al menos sería por algo que él mismo se había ganado...
Eso era mejor que merecerse el respeto de alguien, los agradecimientos, el amor de alguien, y no tenerlo por no ser, de algún modo, lo suficientemente bueno, hiciera lo que hiciera. Eso jodía.
Y dolía, y le desesperaba, porque no sabía qué hacer para ganarse el perdón, algo de lo que siempre había huido, de él y de la compasión, pero que ahora tanto ansiaba.
Desde el accidente no había querido acercarse a nadie, no había buscado el afecto de nadie, simplemente porque sentía que no lo merecía, sólo debía ser odiado, por todos, quería serlo porque se había buscado y ganado ese odio él mismo. Debía sufrir por todo lo que había hecho, debía pasarlo mal, debía estar solo.
Pero el momento clave fue en el que recibió aquella bala por culpa de ese niño, por intentar ayudarle. Hasta entonces había recibido mal por mal, había sufrido por haber hecho sufrir. Pero ese momento marcó un punto de inflexión importante en su vida, aquel en el que había pagado por intentar ayudar, en el que había sufrido y podría incluso haber muerto por intentar recuperar una vida.
Y desde entonces eso ya se había repetido en otras ocasiones, con esa chica, cuando la ríada, cuando aquella cosa les había atacado, y hacía un instante.
No se había convertido en un ángel, no esperaba serlo, ni quería, pero desde aquel momento en la balsa, y desde la primera vez que ayudó a Adrienne... sentía que se merecía algo a cambio. Si desde el accidente había pagado por todo el mal causado... ¿por qué ahora no podía ser recompensado por el bien hecho? ¿por qué debía seguir pagando aún cuando no hacía nada para ello?
Tal vez era su propio purgatorio, tal vez, y estaba seguro en el fondo, todo lo que había hecho en su vida era demasiado para poder ser compensado por lo que había hecho desde que se estrellaron, esa maldita isla iba a continuar haciéndole pagar, la pregunta era ¿hasta cuando?
Estaba tan cegado por el deseo de una recompensa, por el deseo de dejar atrás su pasado, de borrarlo, de poder empezar de cero, de pagar de una vez por todo lo que había hecho, de ser libre...Estaba tan obsesionado por lograr algo a cambio, que no se daba cuenta de lo que ya había conseguido, de cuánto le importaba a los que tenía más cerca y, sobretodo, a esa mujer, tan niña en parte, y tan madura a la vez, que permanecía abrazada a Jack sólo para ser consolada por un momento, algo que no había podido sentir en años.
Lo que Sawyer, en su deseo de obtener todo en el acto, no había podido llegar a ver, era que por fin tenía a alguien dispuesta a darlo todo por él, alguien que desconocía su pasado y con quien, gracias a ello, podía cumplir el deseo de empezar de cero. Alguien que no le echaba en cara nada, alguien que, por más que hubiera querido él, no podía odiarle, pasara lo que pasara, alguien que realmente le amaba, sin reservas.
Pero ese alguien tenía sus propios fantasmas a quienes debía hacer frente, eso era lo que él no podía comprender, cegado como estaba en su propio egoísmo, y lo que debería asimilar para poder ayudarse y ayudarla.
Adrienne estaba tan perdida como él, incluso aún más, por raro que pudiera parecer. Por decirlo de algún modo ella se encontraba casi a mitad de camino mientras que él ya había recorrido alrededor de las tres cuartas partes.
Adrienne no podía liberarse de su pasado, se empeñaba en aferrarse a él, en enfrentarse en lugar de dejarlo atrás, la culpa también era demasiado grande. Lo peor era que, aunque no lo estaba, todavía sentía encontrarse sola, y se cerraba en banda a la hora de aceptar cualquier ayuda externa aunque lo hiciera inconscientemente. Se aferraba a quien podía, buscaba consuelo porque realmente seguía encerrada en el pasado, esperando de algún modo que quienes la querían hicieran todo por ella, por esa niña.
El problema yacía en que ya no lo era, ya no tenía trece años, ya no podía cargar sus miedos y sus problemas a los demás, ya no podía permitirse el lujo de rendirse a su inseguridad, ahora ya debía tomar las riendas.
Y eso debería entenderlo Jack, no podía seguir tratándola como a la sobrina que dejó de ver años atrás siendo ésta una niña, no podía seguir intentando protegerla del más leve soplo de aire, no podía intentar aliviar su dolor y su sentimiento de culpa por la muerte de su hermana, la madre de Adrienne, a través de ella, no de esa forma al menos, debía ser la propia chica quien lo hiciera y no lo haría mientras él no la dejara, mientras él cargara con sus fantasmas y los de ella.
Pero en aquel momento no podía pensar en nada más que en ella, en el miedo que reflejaban sus ojos, el dolor por encima de eso, sus propias lágrimas se sumaban a las de la chica sin poder evitarlo y aún sin saber realmente lo ocurrido, pero no importaba, lo importante era que estaba allí.
Y sin saberlo, mientras, los fantasmas seguían volando a su alrededor, y no se irían hasta que no les hicieran frente, cada uno de ellos, cada cual a la altura del propio camino por recorrer...
Pero debían hacerlo antes de que fuera demasiado tarde.
