Disclaimer: Bueno, vuelvo a repetir que el fic es de Sionanin. El original se llama "Devoured"
Nota de autor: Gracias a Kaz por hacer de beta! Esta es la segunda en la serie que comienza con "Defiled" y termina con "Disturbed".
Nota de traductor: Weeee xD aquí vuelvo. Estoy mazo animada. Apenas terminé ayer la primera parte y ya me he puesto hoy con la segunda. Creo que las haré todas seguidas y, al menos, así las tendré listas para subir por si acaso pasa algún tiempo sin que pueda escribir nada. Tengo bastantes retos pendientes también, que me han propuesto T-T a ver si me pongo con ellos, y con las historias largas. Ains, tengo poco tiempo y me jode, pero en fin, haré lo que pueda. Que sepáis que todas las ideas que me dais las voy guardando por si acaso algún día me inspiro ; )
Y, sin más, espero que también os guste esta segunda parte. Joanne
DEVORADA
"But for some, Murder is the only door thru which they enter life."—Tom Waits, Murder in the Red Barn
"Morsmordre."
El cielo arde.
La Marca está suspendida sobre la casa, y centella siniestra en la entintada oscuridad de la noche. Una serpiente resbala de la boca de una calavera, entrelazada a ella como una amante.
La empuja contra la hierba, fría y húmeda bajo ella. Mientras se abrazan con frenesí, él susurra ásperamente en su oído:
-Los Aurores estarán aquí pronto.
Ella se mueve sobre el suelo, sus ojos brillantes, su piel caliente por la excitación. Su cuerpo hierve por las secuelas del poder, la energía chisporrotea en el aire a su alrededor. Nunca se siente tan viva como cuando trae la muerte.
El hombre le quita la máscara, sus manos moviéndose rápido con la prisa de desnudarla. Las de ella agarran su pelo oscuro, y tira de él hasta que sisea de dolor. La joven no le quita la máscara; le gusta su mirada, de ojos negros, brillando en contraste con la fría blancura de la máscara.
Poseídos por un espantoso propósito, han acechado en la noche cerca de una pequeña casa construida en el tranquilo campo inglés. Las lechuzas habían ululado al observar el avance silencioso de las figuras enmascaradas, pero los habitantes de la casa no habían interpretado el ruido como la advertencia que era. Los depredadores nocturnos reconocen a sus hermanos; las lechuzas saben quiénes cazan de noche.
Bellatrix presiona con sus uñas en los hombros masculinos cuando él la desviste, desesperado por acariciar su carne, cálida y latente por la excitación. Se han mirado fijamente mientras sus víctimas gritaban agónicas... Una macabra sinfonía para su baile mortal y potente afrodisíaco. Ella supo que la tomaría cuando hubieran terminado, lo supo nada más mirar en sus centelleantes ojos negros. Sonríe bajo él cuando le baja la ropa interior, y levanta las caderas para que pueda sacárselas con facilidad. Rodolphus lleva su mano a sus muslos y los araña con sus cortas uñas. Su violenta caricia deja marcas rojas en su piel de porcelana; la sola visión de éstas la cautiva, como siempre le ocurre. Se retuerce bajo él y gime, su respiración rápida por su excitación cada vez mayor.
No sabe por qué el Señor Oscuro quería que matasen a los que vivían en la casa, que ya han caído bajo sus órdenes. No le importa. Él le ha dado poder, y su sangre grita con el oscuro conocimiento que corre por sus venas. Ella hace su trabajo, cosa que la llena de lujuria; por el dolor y la sangre y la muerte... y por el hombre que ahora se desnuda en su urgencia por poseerla.
Habría preferido yacer bajo él cerca de sus víctimas, pero han abandonado la casa. Los Aurores vendrán pronto... ¿Vendrán a por mí? El pensamiento provoca que su ronca risa resuene llena de vida y hermosa en la noche.
-Estate callada -gruñé Rodolphus. Su voz suena fuerte por la lascivia y la excitación. Ella está exultante por haberle llevado hasta ese punto. Él podrá dominarla sobre la hierba, pero ella le domina en su mente, ya que no ha dejado de pensar en ella desde la noche en el altar y ha deseado tomarla otra vez. Bellatrix lo sabe y se deleita en el conocimiento.
-Oblígame -le reta, encantada cuando él le tapa la boca con la mano. Escucha el ruido de la lechuza y enrosca sus piernas en torno a su cintura cuando él introduce dos dedos en ella, haciéndola arquear la espalda y gemir contra su mano.
He sido el depredador, y ahora seré la presa. Y los dos seremos devorados.
El hombre ríe mientras se baja los pantalones. Su túnica negra yace a su lado en el suelo, y se quita la máscara a pesar de saber que ella lo prefiere al contrario. La joven muerde su mano como protesta, y él gruñe:
-No estoy aquí para complacerte, Bellatrix. No me importa si te gusta o no.
Esto hace que su cuerpo se derrita alrededor de él, y Rodolphus sonríe con crueldad y retira los dedos que han estado dentro de ella despiadadamente. Ella sabe que miente: el placer al estar sometida es lo que hace el juego interesante Si él quisiera tomar a aquellos que no encuentran placer en el acto, miraría hacia otro lado. Lo que le gusta es que ella suplique por lo que él puede darle; es lo que hace todo tan terrorífico.
Un sonido rompe la oscuridad mientras él se mueve entre las piernas de la joven, y sus ojos se encuentran. Se quedan inmóviles por un momento cuando las voces llegan hasta donde ellos yacen sobre la hierba.
-¿Queda alguien vivo?
La voz pertenece a un Auror del Ministerio, llena de agotamiento, exhausta.
-No. -Otro Auror contesta con repugnancia-. Han hecho la Marca Tenebrosa, mire.
Ella se lo imagina apuntando al símbolo que resplandece clara y orgullosamente en el cielo. Marca su matanza, y le llena de gozo pensar que está sobre su enloquecida cópula. Alza las caderas incitándole a continuar, a tomarla. Él piensa que se controla, pero debería pensarlo mejor. Ambos están a merced de su lujuria y del otro.
Rodolphus la embiste con violencia, y ella tiene que morder con fuerza la mano para evitar gritar. Su cuerpo entra con violencia, una y otra vez, como si supiera que ella es la ganadora a pesar de yacer sumisa debajo de él. El pensamiento lo enfurece, y le incita a continuar duramente, sin remordimientos.
Los Aurores están rodeando la casa, sus voces llevadas dulcemente por la suave brisa.
-Éste es el segundo ataque esta semana -dice el primer Auror-. Y siempre tan solitarios. Advertimos a los Kineans que podrían ser objetivos, pero insistieron en permanecer en este lugar dejado de la mano de Dios, sin haber vecinos en kilómetros a la redonda.
La joven siente la hierba contra su cuerpo, y las manos de él acarician bruscamente sus pechos, su pelo, cualquier lugar que pueda alcanzar.
-Si nos encuentran, iremos a Azkaban -dice Rodolphus antes de lamer el sensible contorno de su oreja. Las manos de Bella se aferran desesperadas a la hierba, y siente la tierra hundiéndose bajo sus garras, y desearía que fuese la carne de él.
Se pega al hombre, buscando el placer que espera. Cierra los ojos cuando su cuerpo empieza a moverse frenéticamente dentro de ella.
-Te gusta ¿verdad? El peligro... -susurra. Quita la mano de su boca; quiere que ella le responda.
-Sí... -gime, su voz un siseo en la noche.
Él la muerde, y ella sabe que la ha hecho sangrar, porque nota la sangre escurrir caliente por su cuello. Gira la cabeza para facilitarle el acceso, queriendo más.
-¿Crees que siguen aquí?
Los Aurores han abandonado la casa y recorren el perímetro
Rodolphus acelera el movimiento, inclinándose hacia ella. No para besarla -eso sería una traición de lo que son y del porqué están entrelazados juntos en el suelo-, sino para que ella pueda marcarle también el cuello. Lo hace, y él se tensa y se corre dentro de ella cuando Bella le rompe la piel.
-Me atrevo a decir que ya están muy lejos de aquí -murmura el primer Auror con desaliento-. No puedo imaginarme que sean tan estúpidos como para quedarse ¿no? Aunque, aun así, merece la pena echar un vistazo.
La mano del hombre recorre el cuerpo de la joven.
-Pobre Bella -susurra-. Te he dejado insatisfecha ¿no? Y estarán aquí en cualquier momento -dice maliciosamente, sus dedos rozando su clítoris, haciendo que ella tense sus manos en torno a su camisa, y busque sus dedos burlones-. Debería dejarte aquí, jadeante y sin respiración -añade, sus dedos moviéndose más rápido-. Después de todo, sé lo mucho que te gusta tener audiencia... Recuerdo, Bella, lo mucho que te gustó en el altar...
Tiene una voz oscura, rica, y suena lánguida de satisfacción, a pesar de quedar un deje de viciosa excitación que ella nota.
-¿Quieres que pare, para que podamos vestirnos y regresar al lado de nuestro Señor, para disfrutar de sus halagos? O... -Introduce un dedo dentro de ella, frotando su clítoris aún despiadadamente- ¿hago que llegues?
Bellatrix responde con un ruido incoherente, mirándolo.
-¿Quieres que te diga lo que pienso? -murmura, deslizando sus dedos dentro de ella, a un ritmo exasperante-. Creo que llegarías al orgasmo aunque te tengan que encontrar desnuda y húmeda sobre la hierba. ¿No, Bella?
Su voz era tan insistente como sus dedos.
-Date prisa, Bellatrix, estarán aquí en cualquier momento -dice, y luego se ríe mientras ella lo mira con odio a través del velo de placer que se ve en sus ojos-. No me gustaría que me capturasen. Después de todo, yo ya he obtenido mi placer. Pero no me gustaría tampoco sufrir la furia del Señor Oscuro por dejarte aquí. Supongo que tendré que hacer que nos Aparezcamos de vuelta, así como estamos ahora... Tú tirada en el suelo, con mis dedos dentro de ti, y puedas llegar ahí al clímax, delante de todos.
Grita al llegar al orgasmo, y él retira la mano con una sonrisa engreída. Le tira su túnica y se da la vuelta para coger la suya y su máscara. Se van rápidamente, justo a tiempo.
Cuando los Aurores llegan, no encuentran nada extraño en el área, y se alejan poco después para llevar la noticia de otro asesinato llevado a cabo por los mortífagos. No escuchan el insistente ulular de la lechuza, y no lo ven, en la oscuridad, en la tela hecha jironesdejada atrás en la hierba.
Y en el cielo la Marca Tenebrosa centella, brillante y terrorífica, hasta el amanecer.
