...ELLOS FUERON EL MOTIVO...
Primeros recuerdos de una dama
(Primeiras memórias de uma señora)
Capitulo I
El día era perfecto, todo alrededor de mi, era verde y fresco, los pájaros cantaban al compás del viento y el sol estaba en una buena postura de mañana, lo mejor de todo era la tranquilidad que se disfrutaba, aunque… Podía Sentir una enorme inseguridad dentro de mí, ahora éramos nosotras las que custodiamos este sagrado recinto, pero sentía como si todo lo que miraba llorara; lloraba por la perdida de los que una vez caminaron y disfrutaron de lo que ahora yo miraba y sentía en esos instantes.
Mucha sangre fue derramada en el Santuario, fue derramada por el futuro de este mundo. Y nada mas al respecto se podía hacer, a simple vista. Quien no constara de una fuerza de voluntad lo bastante poderosa, podía simplemente agachar la cabeza y resignarse a continuar, como siempre lo ha hecho. Pero yo sentía que debía hacer algo más que solo mirar o pensar. Algo que no me mantuviera solamente ahí, amarrada y fingiendo vivir normalmente. Una idea invadió mi cabeza…
Si solo los pudiera traer de nuevo… ¿Qué métodos podría tomar para poder regresarlos a la vida?
Estaba tan hundida en mis pensamientos que ya no tomaba noción del tiempo, ni de lo que pasaba a mis alrededores, solo trataba aunque sea tener una idea de cómo poder traer de nuevo a los antiguos acreedores de todo esto, yo no soy muy social aquí, ni acostumbro a hablar con nadie, por lo que tenia que ver la manera de poder hacerlo sola, sin ayuda de mis compañeras, no porque las odiara o algo parecido; si no porque no hablaba ni convivía mucho.
-¿Se puede saber en qué piensas Aeris? – La voz me excluyó enseguidade mis pensamientos, fue fuerte, precisa y clara, retandome a responderle a la fuerza. Volteé inmediatamente y pude ver de quien se trataba.
-En nada, Amazona de Cáncer – Quería estar sola y como siempre, todo el tiempo hay alguien para molestar...
-Sabes mi nombre, llámame por él, incluso te quedaría mas corto que mencionar hasta el signo. –hizo un mohín de disgusto y seriamente levantó el rostro para apreciar la belleza de aquél sitio en el que yo solía descansar con calma.
-Como quieras. -Espeté con sequedad
-Muy bonito... -Murmuró, parecía que hablaba para si misma-Este lugar... Realmente es hermoso - Juntó sus manos detrás de la espalda y dejó que el viento cálido remeciera su capa a un lado, jugando con el resto de sus ropas doradas- Esos son los Saharas gemelos donde dicen que el caballero de Virgo murió ¿Verdad?
-.Así es… – Al escuchar ese comentario no pude evitar en volver a pensar en lo mismo: Realmente debíamos traerlos de regreso. Era como un sueño ligero de verano pensar en ellos, en sus rostros nunca vistos por nosotras, sus presencias y los cosmos orgullosos que emanarían al volver a respirar con dignidad.
-No sé, pero me hubiera gustado conocerlos... Ser puras mujeres es verdaderamente estresante – suspiró sentándose a mi lado- Ser mujeres como nosotras que viven en batallas constantes y que ahora son enjauladas a cuidar un lugar repleto de historia... Historia que cruelmente será olvidada con el paso de los años.
-Sabes, amazona: que no estamos aquí para divertirnos -Repliqué en un tono hastiado. Ella volvió sus ojos carmesí hacia mi y analizó lentamente mi expresión- Hemos venido con un fin importante. Hemos venido a proteger a nuestra señora, a pesar de las adversidades que podremos enfrentar.
-Lo sé, y sé también que no soy la adecuada para hablar de condescendencia. Sin embargo, si alguna vez se tuvo piedad de nosotras cuando morimos en batalla contra el egipto divino, ellos, humanos que protegían a Athena... -Pausó volviendo la vista al frente, para agregar con voz cansada- Deberían tener otra oportunidad...
-No te confundas, Cáncer- Negué con la cabeza, clavando los ojos en un par de mariposas que revoloteaban contentas en la flora de aquel paisaje- Esa vez, peleamos por el Olimpo y morimos por defender a todo el linaje de seres divinos que viven en él–Aclaré, sumergiendome en el significado de mis respuestas obsesivas
-Si, eso lo comprendo, Aeris. - Guardó silencio- Comprendo mejor que todas las amazonas presentes, el significado de la muerte y del castigo - Dirigí lentamente los ojos hacia su rostro e incliné un poco la cabeza.
-¿Sabes? Podríamos... – Susurré en un tono suave y bajo, temiendo finalizar aquella breve oración-... pensar en volver con ellos- Sí, eso sonó tentador y usualmente retador. Cáncer mantuvo la mirada al frente, parecía procesar mis palabras ¿Volver con ellos?. ¡Es que parecía tan tonto! Pero al mismo tiempo mi corazón daba saltos al pensar que esa idea pudiera lograrse, al pensar que no era solamente un sueño, si no, un futuro hecho. Ella asintió por inercia.
-... Tú quieres traerlos -Habló mecánicamente- Quieres traerlos de regreso, Aeris ¡Piensas volver con ellos como si nada! Conozco que pocos retos logran desanimarnos visiblemente ¡Pero esto! Traerlos de regreso es algo totalmente... – incrédula... Se interrumpió a si misma
-¿Qué hay de malo en ello?
-Creo que la idea es…- El viento sopló nuevamente y sus ojos se movieron hiperactivos, su boca se contorsionó un poco, estaba batallando contra lo que su mente dictaba- Tu idea es Perfecta, perfecta en todos los sentidos, pero fantasiosa – Agregó con avidez- Hablas de traer 13 hombres de vuelta a la vida, y lo peor aún: Hablas de traerlos tú sola. Sé que es grande tu deseo de mirarles, pero muy poco probable que lo logres sin ayuda -Sonrió estrepitosamente, casi con malicia- Aeris de virgo, no pienses que lo harás sin mi. Una diversión tan grande no es buena si la niegas a los demás.
-¿Estás segura? -Pregunté, rompiendo el aparatoso silencio en el que habíamos caído, después de aquella palabrería suya en la que resumió hasta el final, que estaba de acuerdo. Red asintió sin mencionar nada mas, abrazó sus piernas y desvió la cabeza a los luminosos rayos de sol que venían del Este.-Está bien. Disculpame unos momentos, iré con Athena. Espérame en tu templo. Abandoné la sexta casa con paso preciso y apurado...
Me dirigí al Templo de Athena. En donde el tiempo avanza con calma y la vida pesada suele quedar detrás, detrás, muy en el fondo de lo que complementa nuestra manera de ser y sentir. Por que su cosmo armonioso calma toda ansia. Nos llena de paz, nos arma de un valor indescriptible.
Pasé el último templo, llegué a los pies de la estatua de mi señora: aquella figura de mármol que se alza con orgullo y valentía voluntaria. Y bajo ella, estaban dos soldados, quienes con esmero tallaban aquellos doce nombres de los antiguos protectores del Santuario. Sin embargo, algo llamó mi atención, tristemente reconocí un fino rocío sobre la base de la escultura, al parecer, aquella majestuosa estatua había estado llorando. La pena que sufría Palas Athena, era demasiada a simple vista… Intuyo que reflejaba el verdadero estado de ánimo de mí Diosa.
Me quedé mirándola unos momentos, sin pensar absolutamente en nada, sin algún tipo de reacción, hasta que noté las miradas llenas de terror y respeto por parte de los soldados que hacían su trabajo. Sin tenerlo en cuenta me había acercado demasiado para ver bien e interrumpí su labor. Sonreí apenada, me sentí muy avergonzada, así que después de un gesto de disculpas con la cabeza, me volví rápidamente y entré al templo. Estando a la distancia tolerable, la mire sentada, estaba ella en su trono, hablando bajamente con los cuatro caballeros de bronce que sobrevivieron a la batalla de Hades…
Aclaré la garganta e hice un ademán de respeto, me hinqué ante nuestra diosa y traté de no tomar en cuenta a aquellos caballeros de bronce. Pero el ignorarles no bastaba, me molestó notoriamente escuchar un murmullo bajo por parte de esos chiquillos, creo que aparentemente pensaban que no notaba sus "disimuladas" miradas y cuchicheos en mi contra. ¡Por Zeus! Cuantas ganas de Zapearlos a todos tenía. Pero al estar frente a mi Diosa, debía contenerme total e involuntariamente.
-¿Qué es lo que deseas, Amazona de virgo? –Me dijo Athena, haciéndome un gesto para que me pusiera de pie. Su rostro sereno, contrastaba levemente contra la tristeza de su cosmo
-Mi señora, pido su permiso para viajar brevemente al Olimpo -Expuse con rapidez, sintiendo un sudor frío recorrerme toda la espina dorsal
-¿Al Olimpo?. ¿Qué deseas en el hogar de los dioses? -Interrogó nuevamente. Me quedé muda durante unos segundos y miré sus ojos azules, los cuales revelaban astucia y sabiduría.
-Dejé algo pendiente con su majestad Zeus –Atajé sin titubeos. No aclaré con totalidad, y aun así, admito que me sentía culpable
-Aeris, no es necesario que te sientas obligada a forzar una mentira- Me dijo poniéndose de pie – Sé que tus razones no solo se basan en discutir un asunto sencillo con mi padre. Pero temo, aun siendo Athena, tus razones verdaderas– Al escuchar esto los caballeros presentes inmediatamente comenzaron a hablar entre ellos. Y yo, agrego un gruñido de disgusto por mi parte.
-…Lo siento mucho, mi señora, perdone mi falta de respeto. –Me disculpé- Sin embargo, le pido que no piense que soy capaz de mentirle.
-Olvidemos el mal entendido, mi amazona -Dulcemente habló- ¿Me dirás cuales son tus verdaderas razones, Aeris?
-Yo…-suspiré y asentí levemente- Tengo fines de ir al Olimpo, hablar con su majestad, Dios de Dioses, y pedir clemencia por el alma de quienes anteriormente cuidaban de usted, Athena…
Silencio profundo, tensión. Había dolor, aun mas dolor en el cosmo de que inundaba el templo principal. Athena soltó un sollozo mudo, que se atoró en su garganta y bajó visiblemente la cabeza.
-Amazona -inquirió con lo poco que pudo recuperar del habla- Los dioses no perdonan a quien osa enfrentarlos... Ni siquiera perdonan un solo error entre ellos mismos. Los caballeros dorados son seres humanos, igual que tú, y todos mis demás Santos. Fueron mortales que se revelaron ante los dioses y fueron castigados: Ese fue el destino que se les otorgó con desgracia -Suspiró, retractando algunas lagrimas que amenzaban con escapar de sus bonitos ojos- Pero no malinterpretes mis palabras. Mi corazón también sufre y se atormenta por ellos, pero aunque este dolor se reserve como mi tortura... No puedo hacer nada por ellos– Mi diosa ocultó los ojos detrás de su violáceo flequillo y exhaló con calma – ¿Crees poder lograr algo así?
-Athena, yo...
-Ofrecí cientos de veces mi vida, para que a ellos se les diera una segunda oportunidad -Continuó hablando, apretando con fuerza su nike- ¡Pero su destino ya estaba marcado!. ¡Ahora son condenados para siempre!– Dobló un momento el peso de su cuerpo bajo sus rodillas y estuvo apunto de desplomarse en un dejo de angustioso nerviosismo. Pero solo fue un efecto, su fuerza y orgullo no le permitieron derrotarse, aunque no pudo evitar que algunas lágrimas rodaran por sus finas mejillas.
Y rápidamente los 4 chicos y se acercaron a ella. Palas Athena estaba destrozada, devastada hasta el alma, realmente sufría por sus caballeros aunque quisiera disfrazarlo a toda costa. Mi diosa volteó a verme con amargura, haciendo a un lado a aquellos santos que siempre están para ella.
-Athena. Mi señora, lo siento -Me hinqué nuevamente ante ella, bajando la vista al suelo y haciendo que mi cabello resbalara por mis hombros y colgara rozando mis mejillas- No era intención de mi parte abrir heridas. Me siento tan mal por el dolor que vosotros cargan a cuestas… Pero nadie impedirá que los traiga de regreso. Es algo que deseo por todos nosotros, volver a verlos con vida.-Le susurré, esperando que ella pudiese oírme
-Te vemos segura de tus palabras, Amazona de virgo – Me dijo el Santo de pelo güero avanzando hacia mi. Dejó con amabilidad a nuestra Diosa y se arrodilló frente a mi para estar a mi altura- Cuenta con nosotros para ayudarte, por favor.
-No, lo haré yo sola. -Atajé sin convicciones. Él se sorprendió por mi rudeza.
-Pero necesitará de nuestra ayuda, usted sola no podrá. –Insistió el que se miraba mas niño de todos ellos, debo admitir que su mirada era hermosa, creo que su nombre es Shun
-¡Oh!. ¡Claro que no lo hará sola¡Nosotras le ayudaremos! – Se escuchó un irrespetuoso grito desde la entrada.
Las puertas se azotaron con fuerza en las paredes, y seguido, 12 amazonas entraron al templo de nuestra princesa Athena, yo voltee a mirarlas sorprendida, al igual que los chicos de bronce. Creo que después de todo, ya debería estar acostumbrada a sus constantes interrupciones, siempre han sido de esa manera.
-Después de todo será para ayudar a nuestros compañeros –Susurro fríamente Acuario: Ligabiss. Pareciera que la habían llevado a rastras hasta el templo principal y ese comentario fue forzado para salir de sus labios
Todas llegaron ante Athena y se hincaron a mi alrrededor. Nuestra princesa ya estaba un poco repuesta de la crisis en la que había entrado hace unos momentos y ella sola había enfrentado.Pero yo estaba molesta, Muy molesta y Red debía saber exactamente por qué. Es que no era justo que todo lo interceptaran como instalaciones espías, una noticia corria mas rápido que el agua y todo lo que se pudiera convertir en chisme no tardaba en mirar la luz.
-¿Estaban escuchando todo¿Cómo sabín que yo estaría aquí? – Les reclamé en un gruñido muy bajo, volteando a ver a Red
-No me mires a mi –susurró nerviosa y molesta- me obligaron a decir todo. Me agarraron entre las dos,-Murmuó igual que yo y señaló a las gemelas– y entre las demás me torturaron, esta bola de ñoñas sin cerebro no conocen los asuntos privados
-¡Teníamos que hacerlo! –Se defendió Koremi de Tauro, elevando tanto la voz, que Athena y los santos de bronce dirigieron la mirada hasta ella-Te mirabas muy sospechosa y no dejabas de dar vueltas por todo cáncer. Entonces supusimos que algo no estaba bien. Ya sabes, aprovechamos la reunión que teníamos en Leo y accedimos a ese método, de lo contrario no soltarías nada.
Por Dios, ya dejen de hablar... Dejen de interrumpir, dejen de... ¡Solo callense! Pensé con desgano, mientras miraba el cuero de mis botas sobre el suelo
-Athena deseamos que nos de una oportunidad, una sola, y nosotras los traeremos de regreso, lo prometemos, deseamos que los caballeros no vivan en las sombras por siempre, estoy segura que nuestro señor Zeus les dará una oportunidad – Ganó la palabra Sharyoli, la amazona de libra.
-Es nuestro deseo, sabemos lo cruel que es la guerra puesto que también la hemos vivido y también conocemos lo duro que son los castigos, por lo tanto, no deseamos que ellos sufran eso – dijo Yarell de Sagitario. Mientras Athena parecia estar meditando cada una de nuestras palabras…
-Les otorgo el permiso que buscan, amazonas. Pero quiero que prometan que regresarán con vida, no quiero que por alguna razón cambien papeles, deseo que todos vuelvan. Que vuelvan a salvo -Declaró nuestra Diosa, irguiendo su cuerpo en toda su estatura, asimilando la pose de su magestuosa estatua
-Es grato y animoso tener vuestra bendición, mi Diosa. Nos encargaremos de cumplir esta misión, manteniendo sus condiciones al frente – Dije
-Está bien chicas ¡Llamen a sus mantos y vamonos! – Grito Melanie de piscis, una de las alegres de la orden.
Todas levantamos las manos, expusimos orgullosamente nuestros gruesos brazaletes de oro y conjuramos el poder de nuestras armaduras. Después de una cegadora y hermosa luz dorada, nuestros mantos sagrados nos cubrieron completamente, revelando en nuestros cuerpos las diferentes formas de la ropa de oro, todas adaptadas a nuestro cuerpo. La diosa Artemisa nos había obsequiado el cargar las armaduras en pulseras, era un nuevo método, más práctico que el llevarlas en esa caja de pandora tan pesada y estorbosa.
Seguido de esto, todas desaparecimos gracias a la tele transportación de la doncella de Aries; Meludi. Viajamos más allá de la velocidad de la luz, solo con la conciencia de la amazona de Aries. Me sentía rara y algo expuesta, pero era una opción de llegar con rapidez. Después de un tiempo de viajar a través del espacio, reaparecimos nuevamente, pero ahora en la entrada del templo de Zeus, el Máximo dios de todos, las esperanzas no nos abandonaban, creíamos en que podríamos salvar a los caballeros de ese cruel castigo. Lo tendríamos que lograr, era una meta, no solo sueño.
-Bien, ya estamos aquí –Dijo Teris de Leo- ¿Entramos así como si nada? - Giró la cabeza y nos observó a todas, esperando una respuesta.
-Pero antes de todo, una cosa ¿Qué le diremos a Zeus? – Preguntó Eryosdil al aire. Es obvio, ya que la amazona de Escorpio es la que mas se preocupa por este tipo de asuntos, y en ese momento estaba analizando la importante situación.
-Es importante establecer el orden de nuestros pensamientos. No podemos llegar ante él y hacer un menú de vocabulario, nos miraríamos vulgares y groseras– Dijo Meludi, apoyando la protesta de escorpión.
Y ambas tenían razón. No podíamos llegar como niñas de preescolar ante la presencia de un dios y hablar exponiendo distintos puntos de vista a la vez. Parecería una burla y una grosería enorme para Zeus que hicieramos eso, por lo que nos dimos un pequeño receso para pensarlo con calma...
Deberíamos tal vez, solo hablarle con la verdad. No estabamos de acuerdo en su procedimiento de juzgarles así a los Santos dorados, daríamos lo que él pidiese a cambio, por las almas de todos ellos. Si, era eso, quizá deberíamos proponerle eso...
Comenzamos a caminar, nos adentramos lentamente en el Mayor de todos los templos del Olimpo. Estaba maravillada, casi nunca había entrado ahí, cuando mucho unas dos veces, y era cuando recién habíamos llegado a entrenar aquí. Zeus había sido muy "benevolente" con nosotras al otorgarnos otra oportunidad de vivir después de la fría batalla contra los Dioses egipcios. Ganámos, pero todas perecimos en la batalla al derrotar a Amón – Ra, el ultimo dios que quedaba con vida, realmente no sé por que nos dieron ese privilegio. Y en el presente de ese tiempo, habíamos decidido volver al Olimpo nuevamente, posiblemente a ganar a un enemigo.
Nos detuvimos frente al gran portón.
-¿Quién entra primero? –Preguntó Sharyoli, el que estuviera tan calmada y casi no hubiera abierto la boca era muy sorprendente para mi, esa dama nunca paraba de hablar y todo el tiempo estaba buscando en que entretenerse o con que divertirse, y como soy su vecina de casa... Resignarme es mi unico destino
-Siempre hay alguien que pregunta qué es lo que se nos ofrece, mejor esperemos – Dijo Ninitsu
-Pues yo creo que mejor entramos y ya – contesto la otra Gemela, Hikarime, llevandole la contra como es costumbre de ellas
-¿Qué desean, señoritas? – Un alto Joven se nos acercó. Su presencia me pareció agradable, pero algo me decía que no debía confiar en nada que viviera en el Olimpo. La alevosía de los Dioses envenena toda alma que vive para servirles eternamente
-mmmmm, venimos a hablar con nuestro señor Zeus – Le espetó con claridad, Laina de Capricornio.
-¿Puedo saber cuál es el motivo?
-Solo dile que las Amazonas doradas vienen a hablar con él, muchacho– Le respondió Red tajante y muy enfada. Odio esa actitud, ya que cuando esa chica se enfada le gusta torturar gente y molestar, enserio Molestar a la gente.
-Está bien –respondió molesto- iré de inmediato, no dudo que lo piense demasiado ya que las aprecia mucho por la pelea contra Egipto -agregó como por reflejo, aunque después reparó en sus palabras y negó con la cabeza, parecía estarse reprendiendo él mismo.
El joven lacayo se adentró en la sala real de Zeus, verdaderamente esperábamos que llegara pronto con noticias. En cambio, nos dejó vario tiempo afuera. Al parecer, convencer a Zeus para una audiencia es difícil, mas si no es planeada. Por eso, es que fuimos aprensivas con la tardanza de aquel sirviente. Cuando al fin volvió, todas saltamos (literalmente) a la puerta…
-Mi sñor dijo que podían pasar – El chico se hizo a un lado y nos permitió la entrada al trono, yo no tenia ningún otro pensamiento mas que el de, cómo demonios los podríamos salvar de la furia del dios de dioses. Llegamos ante él y lo primero que hicimos fue un ademán de respeto, para después hincarnos...
-Bien pequeñas mías¿A qué han venido? -Se detuvo y después agudizó la mirada hacia nosotras- Aunque esa no es mi mayor pregunta, si no ¿Porqué dejaron sola a mi hija en la tierra? – Zeus con su autoridad de siempre nos habló fuerte y claro, estaba un tanto molesto, lo pude notar, no porque fuéramos a hablar con él, no eso no, si no porque dejámos sola a su hija Atenea en la tierra.
-Señor, Hemos venido porque deseamos que los caballeros dorados, de la guardia de Atenea, sean perdonados y el castigo al cual fueron sometidos les sea redimido. – Le dije sin titubeos o sin mostrar algún miedo.
-¿Vinieron para cuestionar eso? – Creo que lo que mencioné lo molestó más.
-Así es señor, como ustedes los dioses lo saben: El ser humano es un mar de sentimientos, algunos tontos, unos con un poco mas de sentido que otros. El ser humano siempre será reconocido por sus errores, pero nunca por las cosas buenas que comete. El revelarse ante los dioses fue por la causa de salvar a la tierra sobre todo y por proteger a su hija: la Diosa Athena, la cual era amenazada por el señor de los mares y por el dios del inframundo. Hicieron lo que se les fue impuesto, no hubo otra alternativa, yo creo que nosotras hubiéramos hecho lo mismo que ellos. -Dije todo lo que tenia a mi alcance, mencioné cosas que quería que lo hicieran recapacitar...
-¡Ellos son traidores!. ¡Son solo mortales queriendo jugar un juego de dioses!. ¡Eso es una blasfemia en contra mía y de todos los habitantes del Olimpo!
-Señor, no es por ser irrespetuosa, pero la misma Athena fue la que dio esas ordenes, ella fue una diosa que se reveló al Olimpo y peleó en contra de sus dioses, me preguntó ¿Porqué ella no sufrió el mismo castigo? – interrogó Sharyoli
-Porque tu misma lo dijiste, niña. Athena es una Diosa– Zeus cada vez se ponía mas alterado, el dios de dioses comenzaba lentamente a desatar su furia, y las que estaríamos ahí para recibirla éramos nosotras.
-Señor le pedimos que por favor sean perdonados, por favor – Le suplico Melanie.
-¡No pueden ser perdonados! Amazonas, puede que el Olimpo les agradezca lo que hicieron aquella vez, pero la elite de mi hija Athena no puede ser redimida, es todo – Repitió, quería terminar pronto
-¡Señor!. ¡Si hay algo que pueda hacer a cambio de que ellos puedan ser liberados, lo haré! Lo que quiera, daré mi vida si es necesario, solo por que a ellos se les sea retirado ese castigo – supliqué, ahora totalmente enojada por esos absurdos castigos.
-¿Porqué se empeñan en salvarlos? Nunca los conocieron y nunca en la vida los han visto
-No queremos que sufran dentro de aquel horrible castigo que sus excelencias dictaron- mencionó Ligabiss.
Suspiró- No se rendirán ante nada ¿cierto? Está bien amazonas, ellos solamente serán liberados si ustedes aceptan pelear contra mis caballeros divinos. Cada amazona que valla obteniendo victoria, liberará a su caballero correspondiente. Pero si la doncella pierde la batalla; será torturada hasta la muerte, frente a todos, como sacrificio, y su caballero correspondiente volverá al cocytos, mientras que el alma de la amazona perdedora que osó desafiar a Zeus, tendrá el castigo de las sombras eternas¡Está dicho!
Zeus se puso de pie y nos hizo una seña de que lo siguiéramos, nos llevó a través de largos caminos cubiertos de piedras y hermosos árboles, para después comenzar a entrar en zonas arenosas y llegar hasta un coliseo. En la entrada de éste, Zeus se encontró en el camino con el dios Apolo, el cual se hincó en forma de respeto y después se puso de pie, Zeus lo acercó hacia él y le dijo algo en voz baja, no alcanzamos a escuchar nada, solo en leves momentos volteaban ligeramente a vernos. Después Apolo se marché y Zeus nos llevó al centro del estadio...
-Bien, bien, ustedes decidieron esto, y no hay pasos atrás, la acción es mi pasión, por eso mismo, yo personalmente decidí traerlas hasta aquí, cada una de ustedes peleará contra cada mis guerreros. Si ganan o pierden ya les mencioné lo que pasara. Pero antes de empezar… Quiero que miren a quienes tenemos en las gradas –Zeus nos señaló el mencionado lugar, de inmediato dirigimos la vista hallá y miramos a todos los caballeros dorados sentados. Se encontraban mirando muy desconcertados hacia nosotras, los ojos de cada uno demostraban tristeza y cansancio. Estaban totalmente sorprendidos al vernos, sobre todo, con armaduras doradas y exactamente iguales a las de ellos... -¿Quién será la primera?- Preguntó con algo de emoción, tales encuentros lo tenían animado
-Yo seré la primera– Meludi se paró en medio de la arena, mientras que todas tomábamos asiento en las gradas un poco alejadas de los caballeros...
-Está bien, yo seré tu oponente. Soy Aarón de centauro, espero que seas buena luchando Meludi– El caballero era realmente joven, no era mayor de 11 años pero ya poseía una armadura y era acreedor a un buen titulo de caballero del Olimpo.
-Lo demostraré luchando, caballero y no adulando mi estilo de pelea. Ser optimista me llevaría a la muerte – Dijo Meludi sonriendo, pero pienso aun así, que el ver al caballero demasiado joven, la hizo dudar un poco.
-¡Morirás Carnera¡Galope del Centauro!-el chico atacó primero, interrumpiendo las pocas oraciones que había intercambiado con mi compañera de armas.
-¡Lamentos divinos!
Los dos poderes chocaron haciendo que el coliseo se sacudiera totalmente, Meludi no estaba usando toda su fuerza se podía notar y del chico no se dijera, solo estaba jugando.
-¡Veo que eres poderosa! – le gritaba mientras sostenía la enorme energía en sus manos – ¡Pero no tanto como yo! – Aarón se hizo a un lado dejando que el poder de Meludi pasara para despistarla y después corrió rápidamente hacia ella a la velocidad de la luz, cuando la tuvo al alcance; le proporcionó una poderosa patada en el estomago, seguida de dos golpes en el rostro. Meludi a pesar de ser la más liviana de todas, puesto que es Elfa, calló pesadamente en el suelo sangrando de nariz y boca. – Jajajajaja ¿Qué te pareció eso, Meludi?
-Muy bueno de tu parte, Aarón... pero ahora me toca a mi – concluyó enfadada, cuando se puso de pie...
Corrió a pelear cuerpo a cuerpo contra el chico, proporcionándole patadas y golpes. Aarón lograba esquivar la mayoría, pero no todos. Después de un rato el chico se cansó del ritmo que Meludi llevaba y bajó un poco la defensa, así que la dama aprovechó y le propició en el aire una serie de tres patadas seguidas en el rostro, junto con varios puñetazos en el estómago y cuando Aarón iba cayendo al suelo, la dama se movió ágilmente y se colocó detrás de él muy rápido, creó un leve ken en las manos el cual le disparó y lo mandó a estrellar en unos muros del coliseo, Meludi era muy ágil peleando cuerpo a cuerpo y aguantaba mucho...
-¡No debiste provocar el poder del Centauro, Amazona de Aries! – dijo Aarón, saliendo de los escombros. El chico se puso realmente molesto con esa humillación– pero como eres muy buena, tendrás el honor de morir atravesada por la espada del Centauro – el chico desenfundó su espada y la apuntó directo al corazón de Meludi.
Comenzó a caminar despacio...
-Tus juguetes no me asustan, sé porqué he venido y no pienso ser derrotada por alguien que no sabe porque pelea en este momento.
-¡Te mataré! – Aarón comenzó a correr hacia Meludi, apuntando su espada.
-¡Extinción de luz estelar!
-Eso no es nada para mi ¡Ahora muere! – Aarón rompió el poder de Meludi con la espada y corrió a través de los residuos que quedaban de él, cuando se acercó lo suficiente alcanzó a atravesar a la amazona, pero como ésta lo miró venir; alcanzó a tener ligeros reflejos y se pudo mover. La espada solo atravesó su brazo derecho.
-...bien Aarón ¡Tú así lo quisiste! toma mi energía mas grande – Meludi tomó la mano de Aarón, aun con el dolor que sentía de la fuerte herida, lo retuvo entre varios jaloneos, porque este se quería librar y escapar – ¡Explosión de Arcángeles guerreros!
-¡Maldita!... – El poder le dio de lleno a Aarón, Meludi no lo mató puesto que no era un enemigo real, solo era un oponente que quizás aun no terminaba con su entrenamiento y además era un niño, quien al tener tanto poder a esa edad y tener ya una armadura, de grande el chico será temible..
-jajajajajajajaja, bien dama de Aries, eres buena guerrera ¡El caballero de Aries queda en libertad! – Desde el sitio en el que Zeus se encontraba liberó a Mu, los grilletes que tenia en brazos y pies, fueron retirados e inmediatamente fue cambiado de sitio..
Por: Aeris
Continuará...
Até Logo.
Por: Fantasía de un ángel
