ELLOS FUERON EL MOTIVO…

Un descanso involuntario

(Um descanso involuntary)

Capitulo IV

1era parte

Por fin se nos hacia gozar de un descanso, aunque no creo que en verdad eso deseáramos, lo único que queríamos era liberarlos a todos e irnos… ¿Era mucho pedir? Ya bastante habíamos tenido con la pérdida de una compañera, de una de mis más preciadas amigas… Me sentía terrible, agotada, pero sobre todo quería ¡matarlo! Juré que así lo viera descansando, llegaría y descargaría toda mi furia en él…

…En ese maldito cobarde.

Estábamos en el Templo de las Rosas, donde Zeus nos dijo que lleváramos a Liga. Pero yo no creía que en ese lugar era donde ella deseaba estar, yo quería sepultarla en el Santuario, hacerle los debidos honores de la amazona dorada que era…

Dejamos que el caballero de Acuario la llevara en brazos y la depositara en la loza de piedra, donde quedaría hasta que terminasen nuestros duelos. Él lo pidió con voz baja, desconcertado y triste ante esos sentimientos escondidos, los cuales nunca antes había expresado: El precio de volver de la muerte. La dejó cuidado, recostada en esa fría cama grisácea, con cientos de rosas que crecían y se enredaban en los contornos de la cama. Las Musas que cuidaban el lugar ya habían terminado su trabajo, Ligabiss de Acuario estaba limpia, tenia el cabello finamente arreglado y estaba maquillada conforme a como acostumbraba hacerlo. Todas estábamos exhaustas, ninguna había dormido o descansado, teníamos todo un día envueltas en combates o discutiendo cosas que nos tenían inconformes.

Suspiré recargando mi peso contra la pared mas cercana, cerré los ojos y traté de divagar en lo primero que cruzara en mi mente, no importaba lo que fuera, sólo deseaba un pronto escape. Y la melodía que atosigó mis sentidos, me ayudó fervientemente a relajarme.

Si…

Se podía apreciar un hermoso cantar de dos bellos instrumentos; el arpa y la flauta, quienes se tocaban solas y entonaban una dulce y siniestra melodía en una esquina del templo. Una musa rápidamente atinó a explicarnos el sentido de esa sonata "Ayuda a los muertos. Su viaje se realiza en paz y evita atravesar las sombras, yendo directamente hacia el lago estigia donde eucarionte la esperará en su balsa" Mencionó con voz calmada, sus palabras fueron serias, pero no por eso maleducadas.

-No quisiera que se quedara aquí, en el Olimpo –Susurró Koremi en gesto rápido, hincándose en el suelo frente a Ligabiss –Siento el pesar de su alma… Y sé que no se quiere quedar sola –añadió en un suspiro

La amazona de Tauro juntó las manos bajo su mentón, cerró los ojos y comenzó a rezar, pretendía ayudar a la amazona de Acuario a llegar a los campos Eliseos (No creyó en las palabras de la musa). Nunca me había enterado hasta hoy, que Koremi alguna vez fue sacerdotisa, ya saben, en una vida de antaño

- No la dejemos sola, por favor –Murmuró interrumpiendo sus oraciones.

-Que se quede aquí hasta que los combates cesen. No hay más que hacer. Cuando terminemos la llevamos de vuelta al Santuario –Opinó Red con fría indiferencia. Cáncer me miró fijamente, esperando a que secundara sus palabras. Sentía que también estaba triste por Liga, pero ella era una de las que menos enseñaban su corazón- En este templo estará en paz y no peligrará –agregó moderadamente.

-Nosotros también tenemos que hacer algo, no podemos mirar y aparentar que no sucede nada – dijo Aioros, acercándose a nosotras- No pienso ver como mueren por nosotros en esas peleas.

-También nos enfrentaremos – musitó gélidamente el Santo de Acuario.

Se había quedado de pie a la cabecera del pedestal y miraba impávido el rostro muerto de su salvadora. No era un hombre expresivo y tan solo acariciarle el cabello podría ir en contra de sus impulsos. Se abstenía a observarle fijamente, mientras levantaba la voz para que pudiéramos escuchar sus argumentos.

-Ustedes no pueden pelear –Negó Ninitsu- Estos combates son nuestros, gracias a ellos los iremos liberando uno a uno. Si intervienen sus compañeros no podrán ser libres.

-Tengan confianza en nosotras, los ayudaremos – Afirmo Yarell mirándolos.

Se llevó el arco a su espalda y lo guardó, donde reposó tranquilamente junto al recipiente de flechas doradas. La amazona sonrió animada y colocó ambas manos en su cadera, sin dejar de observar atentamente cada rostro presente. El buen ánimo de esta chica siempre nos había ayudado hasta en los momentos más difíciles

–Santos, Quiten esas caras largas y háganme el favor de descansar todo lo que puedan ¡Confíen en nosotras que bien sabemos lo que hacemos! –les sonrió calidamente. Después se dirigió a nosotras y suspiró tranquila– Chicas, sé bien que esto duele demasiado, también era compañera y amiga mía. Pero también tengo entendido que lo que mas desea es vernos animadas, y que cumplamos la meta que nos propusimos. Los liberaremos a todos e iremos al santuario, llegaremos y le daremos todos los honores que esta dama merece. Pero ahora, deben descansar, por favor…

Si, siempre nos ha animado en los momentos más cruciales, nunca pierde la esperanza y su corazón es el más grande de todos…

-

Las 13 estábamos frente a él…

Respiraba agitada y trataba de cubrir la herida de mi pierna con la mano derecha. El aire estaba cargado de ceniza y se me hacia imposible inhalarle con normalidad. Recuerdo que levanté el rostro pesadamente y miré a mis compañeras una a una; Teris estaba tirada sobre su espalda y parecía no respirar, estaba cubierta de hollín y su pecho casi no se movía, creí que había muerto, por un momento pensé lo peor. Amón-Ra sonrió victorioso y dejó escapar una burlesca carcajada, nos tenia en sus manos, nos tenía justo en el lugar y en la situación que quería. Ahora éramos sus presas.

Nos hallábamos en el mundo de los muertos, en uno de sus tantos desiertos, cubierto por rocas y barrancos. Había algunos charcos de lava y varias cosas y cuerpos estaban calcinados, al parecer por esos rumbos siempre explotaban volcanes, calcinando todo a su paso con esa lava ardiente que es la perdición de los suelos. Me tallé los ojos con fuerza. Quise arrastrarme hasta ella, deseaba corroborar que los crueles pensamientos que golpeaban mi cabeza eran mentira: La amazona de Leo no podía estar muerta ¡No podía cerciorarme! Me dolía todo, no pude hacerlo, mis piernas no me llevaron hasta ella... Sólo levanté la cabeza y miré la gigantesca silueta del Dios, quien estaba sentado en una enorme roca, divertido, mirándonos sufrir

Maldito!, ¡Por Zeus y todos sus estúpidos Dioses que ésta será tu tumba, engendro asqueroso!- Gritó Red jadeando, estaba de rodillas y tosía sangre sin parar, su rostro lucía sucio y lleno de hollín… tenía las manos astilladas y cortadas, recargándolas fieramente sobre su estomago, en una terrible herida de muerte. Se podía decir que ya no tenía fuerzas para un solo movimiento mas- Sé que moriré aquí ¡Pero también sé que un último ataque marca la diferencia! Te llevaré conmigo al hades, perro infeliz –gruñó finalmente, vomitando de nuevo un chorro de sangre- ¡Ondas infernales!

-¡No Red! –Grité poniéndome de pie, entre tambaleos traté de llegar a ella, pero la profunda cortada de mi pierna me hacia mas lenta –El Tiene el poder de…-Caí de rodillas antes de terminar

-¡Muere con tu propia técnica! –Rió con fuerza el Dios egipcio.

-¡Pared de Cristal!

Y Todo pareció transcurrir en cámara lenta…

Red atacó, creía que por ultima vez. Concentró el resto del cosmo que quedaba en su cuerpo y mandó sus ondas infernales hacia Amón, sin embargo, éste sonrió y con un soplido hizo que la técnica de mi compañera doblara y cambiara su objetivo, siendo ella ahora la presa de su propio poder. Las ondas infernales iban con gran velocidad hacia Red, pero en un último respiro, Meludi se aventó de rodillas frente a Cáncer y convocó su bendita pared de Cristal, que a duras penas resistió el ataque.

Ra sonrió divertido y se puso de pie.

-Estamos pérdidas –sollozó Melanie, encendiendo su cosmo

-Chicas, fue…un…verdadero placer haber…sido compañera suya, nunca las olvidaré – Susurró Sharyoli entre jadeos, chorros de sangre salían de la comisura de sus labios y muy a penas estaba de pie, esperando el fin.

-Que pena que no pudiéramos terminar con nuestro trabajo… Los otros guerreros y dioses nos molieron mucho. Aunque, aun así sé que no es excusa –Me dijo Koremi, también levantándose y dándome una mano para ayudarme a hacer lo mismo.

-¡Pobres niñas! –Se mofó burlesco- Aun son muy jóvenes y ya las mandan a la muerte, las acabaré una por una, como si de cucarachas se trataran –Masculló guturalmente, dando enormes pisotones que hacían el suelo retumbar, el enorme cuerpo de Amón avanzó hacia nosotras, dispuesto a cerrarnos los ojos para siempre

-Esto no puede acabar así- Me lamenté para mi misma, adoptando una débil posición de defensa

-¡Chicas! Chicas… –Nos llamó Yarell, colocándose frente a todas, dándole la espalda a Amón- Sé que esto es difícil, sé que ya casi no queda fuerza… Pero aun tenemos la voluntad de terminar con él. ¡Vamos¿No presumíamos de ser las mas poderosas de todo el universo? -Sonrió animada.

A pesar de ser una de las que estaban más lastimadas, fue la unica que tuvo el valor de intentar animarnos, solamente ella quiso hacernos reaccionar "No podíamos recurrir a la desesperanza". Cuando se paró frente a todas, vimos claramente la herida en su pecho y su dificultosa respiración, le costaba mucho trabajo moverse, pero aun así no le importaba y actuaba hasta el fin, sin perder el animo.

-¡Una ultima paliza¿Qué dicen? Concentremos nuestro cosmo en uno solo y démosle el regalo de su vida a este arrogante y repulsivo ser…

-Pero…-gimió Laina, limpiando el hollín de sus mejillas

-¡Es cierto¡Pateémosle el trasero a este insecto! –La apoyó Ninitsu.

Al parecer a la pobre nunca le va a tocar una pelea con la armadura, la gemela menor ya estaba casi muerta, no sé de donde sacó energía para pararse nuevamente.

-Lo que ella diga –Sonrió Hikarime, poniendo una mano en el hombro de su hermana

-¡Amazonas… Hasta el fin con ustedes! –Gritó Yarell, virándose para encarar a Ra y sonriendo burlona.- ¿Ves que aun podemos contra ti? –Se burló con sorna.

Reí impaciente ante el nuevo ánimo que teníamos, caminé tambaleándome hasta Teris y la ayudé a ponerse pie, tomó mi mano y juntas nos dirigimos hacia la amazona de sagitario. Nos colocamos conforme signo, en hileras, hombro con hombro. El dios negó con la cabeza incrédulo, sin quitar esa hastiosa sonrisa del rostro. Levantó en alto su mano; pretendía aplastarnos con ella, y gruño horrendamente. Recuerdo que los oídos nunca me habían dolido tanto. Aun así, no cedimos y juntas explotamos nuestro cosmo hasta la última chispa, estiramos las manos al frente y en una lengua muerta comenzamos a conjurar un ataque en equipo…

Éramos una hermandad, Amazonas creadas por la cede del olimpo.

-¡EXPLOSION DE ALMAS SAGRADAS!

Amón recibió el impacto de nuestro poder, todo nuestro cosmo se hizo uno solo, nuestros espíritus se entrelazaron y juntos atacamos a ese Dios. Por ultimo, recuerdo; Amón continuó riendo, creyó que había sido inmune ante el último ataque de nosotras. Pero el muy incrédulo no sabía que ya había sido condenado. Sin saberlo, su cuerpo se fue secando lentamente por dentro, su vida se estaba comprimiendo junto a la técnica que estrepitosamente recibió de lleno, no alcanzó a descargar su puño contra esas molestas "hormiguitas" que le molestaban… Antes de siquiera intentarlo gruñó de dolor y pesadamente calló hacia atrás.

Volteé a ver a mis compañeras. Amazonas victoriosas con distintos gestos en sus rostros. Algunas morirían inmediatamente, otras esperarían su momento dolorosamente. Sin embargo, no pude evitar expresar mi orgullo al articular una última sonrisa… "Una más antes de dormir eternamente"… Posteriormente mi peso cedió bajo mis rodillas y como una pluma mi cuerpo se dejó caer al frente. Recuerdo el costalazo que me di, pero la fuerza para quejarme o evitarlo me abandonó, la vitalidad de mi sangre al bombear insistente dejó mi cuerpo instantáneamente.

Cerré los ojos y no pude abrirlos más; me envolví en una sumisa oscuridad, la cual embargó mi mente, mi esencia, el cosmos que alentaba mi existencia…

-

Esa fue la ultima guerra que tuvimos contra una deidad, ese Dios había sido poderoso, pero…

-Aeris ¿Estás bien? –Me preguntó Teris, mirándome preocupada.

-Si, lo estoy –asentí, desviando la vista a otro lado.

-Ya todos salieron. La Diosa Era vino y nos ofreció hospedaje en alguna parte de su templo. Todos la siguieron, menos tú. Estuviste quieta, no parecías reaccionar ¿Qué pasa? Te notas algo pálida…

-¿Era vino? Que descortés me debí haber visto ¡Ni siquiera le saludé como se debe! –Me llevé una mano al cabello apenada

-No te preocupes –escuchamos la voz de Laina en la entrada, se acercó hasta nosotras con los brazos cruzados –Decidí volver por ustedes dos. Debo suponer que no saben el camino a los cuartos y alguien tiene que conducirlas. Es mejor que no nos quedemos más tiempo aquí.

-¿Y Camus?

-Los Gemelos hicieron uso de toda su diplomacia para convencerle. Se quería quedar un rato más pero no era conveniente para él. Estar aquí puede deprimirle a pesar de ese porte gélido que argumenta expresar –me respondió Teris –… Permanecer aquí es triste para cualquiera. Ese hombre es reacio, pero en el fondo debe sentirse mal. Ligabiss le salvó la vida después de todo… No quería dejarle sola.

-Ella no está sola, nos tiene a todas en alma y pensamiento, está con nosotras –susurró Laina.

Las tres asentimos en silencio y salimos a paso calmo del templo, cerramos las puertas tras de nosotras y caminamos a las estancias de la Diosa Era. Obtuvimos inmediatamente una vista muy panorámica, fue hermosa de principio y debíamos intentar disfrutarle… pero ninguna tenía las ganas de hacerlo, yo iba con la vista al frente, ni siquiera miraba por donde caminaba. Estaba hundida en mis pensamientos e imagino que las demás cruzaban por un estado similar. El camino se sumergió en un silencio sepulcral, siendo interrumpido únicamente por la potencia de nuestros pasos en la piedra del suelo. No teníamos la fuerza de hablar, teníamos el corazón hundido en luto.

Las puertas del templo donde Liga descansaba se cerraron estruendosamente. Nuestros pies nos habían conducido lejos, sin embargo, aun así pudimos escuchar el golpeteo de la piedra al raspar la superficie sólida del suelo. Tras un último rugido, el cuerpo de la amazona de Acuario quedó atrapado en esa parsimoniosa red de cantos melódicos, donde el aroma a flores se esfumó de súbito.

Llegando al templo entramos con sigilo, nuestro andar era apagado por la esponjosa alfombra color Magenta que recorría todo el centro del templo, a sus lados resaltaban enormes estatuas, cada una dedicada a un Dios. Salimos del camino alfombrado y doblamos por un pasillo, era largo y estaba iluminado por la luz que entraba de cada una de las ventanas que lo adornaban. El lindo jardín de afuera era finamente cuidado por la diosa de la agricultura. Demeter acostumbra cultivar tranquila, ajena al mundo que atiborraba el interior del templo con sus penas o alegrías "Bien por ella".

Salimos del pasillo y atravesamos un salón donde vimos: había varios pasillos, la verdad estaba atarantada de tanta vuelta ¡No sé como aun recuerdo el camino! Laina nos llevó por uno de los corredores y nos señaló tres habitaciones diferentes, parecía que dormiríamos en un Hotel.

-Era nos dio cuartos a cada uno de nosotros, dijo que debíamos descansar. Aeris: Tu cuarto es ese –Me señaló una puerta- Lo siento amiga…pero te tocó con Red –Creo que peor cara no pude haber puesto ¡Red¡Esa tipa es insoportable!- Sé lo que has de estar pensando y te compadezco. Teris, el tuyo es aquel, yo estoy contigo –señaló una puerta y la amazona asintió-…Después, Era nos pidió que cenáramos con ella…

-Momento ¿Estamos hablando de cenar cómo si fuese una fiesta? –Pregunté alterada- ¿Cómo pueden si quiera pensar en eso¡No estamos aquí de vacaciones! Liga está muerta y aun hay caballeros prisioneros –Juro que estaba apunto de estallar en lagrimas, las cuales no precisamente desbordaban tristeza– ¡Yo no iré a cenar con nadie! Yo solo trataré de "dormir" y mañana terminaremos con esto de una buena vez.

-Aeris, todos nos opusimos pero Era insistió –me respondió con lagrimas en los ojos -…Estamos obligados a ir, Zeus lo ordenó, si no… amenazó con dejarles allí dentro para siempre

-…

Era el colmo…

Juro que siempre le guardé rencor y creanme que aun lo sigo haciendo. Es un ser mal agradecido y arrogante, no me explico como lo pusimos en lo alto a la hora de pelear aquella vez. ¡Que Coraje! Asentí lentamente, mirando de reojo a ambas amazonas y traté de sonreír brindando ánimos.

Giré el pomo de la puerta y tras un largo suspiro, entre a la habitación, dispuesta a soportar el huracán que había adentro.

Por: Aeris


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Por: Fantasía de un ángel