Capítulo 4

Cuando llegaron a Shizuoka ambos se encontraban aun de mal humor. Ya era de noche, y para variar, se puso a granizar fuertemente. Corrieron buscando un resguardo hasta que hallaron un multimercado abierto.

-Bueno, al menos aquí podremos guarecernos –comentó Jun una vez adentro

-Y comprar ropa, porque ésta quedó muy mojada –agregó Paola viendo su chorreante indumentaria

Escucharon entonces, en la radio que el cajero tenía encendida, que el huracán Katrina se estaba acercando a esa región marítima y que los habitantes debían mantener resguardo. Ambos jóvenes se pusieron a buscar otra muda de ropa seca: Paola se compró unos jeans y una camiseta negra sin mangas; mientras Jun se compró un deportivo azul marino y una camiseta blanca que tenía estampado en el pecho, con letras negras, "El huracán no me alcanzará", que era de lo más llevadero comparado con "El huracán me mueve el bote" o "Katrina: azótame, pero con fuerza" XD. Luego de conseguir lo apropiado, se pusieron a curiosear los productos que allí habían, además de comprarse un par de bolsas de papitas fritas y unos refrescos para calmar su hambre.

-Y dime –le dijo Paola sentada en un caballito, de ésos a los que se les pone una moneda y se mecen, que por cierto son para niños- ¿Dónde juegas?

-Jugaba en el Musashi, ahora juego en la J-League

-Ah... ¿y tu novia juega algo?

-¿Te refieres a si practica algún deporte? –corrigió Jun

-Por eso, por eso...

-No, pero durante muchos años fue la asistente del entrenador en el Musashi –contó el muchacho

-Y ahí la conociste

-No, en realidad la conocí antes que ella llegara a la primaria del Musashi

-¡Qué tiernos! Amor de niños –comentó Paola con un gesto entre enternecida y asqueada

-¿Acaso tú no te enamoraste de alguien cuando eras niña? –le preguntó Jun algo ofendido

-De niña no, de adolescente me la pasé picando flores –broméo la chica- Y cuando me enamoré de uno, las cosas no resultaron tan bien como esperaba

-¿Y qué llegó a ser Ryoma entonces? –preguntó Jun curioso

-¿Ryoma? Sólo un breve amor de verano –respondió ella suspirando

-¿Te gustan los pendencieros?

-Jajaja, ¿lo dices por Ryoma?

-Humm...

-Pues siempre me han atraído los hombres así, pero no te creas, que una vez casi caigo con uno que era sumamente serio y caballeroso, así como tú

-¿Así como yo? –inquirió el chico nervioso y sonrojado

-Momentito...incluso te pareces a él –murmuró Paola misteriosa acercando su rostro al de Jun, que cada vez estaba más rojo

-¿Papitas? –ofreció el futbolista, poniendo la bolsa en medio de sus rostros

-Ya no, gracias –contestó la joven sonriendo disimuladamente- Ahora vengo –le dijo, bajándose del caballito de un salto y desapareciendo por un pasillo seguida por la mirada curiosa de Jun

-Pero qué demonios me está ocurriendo –pensó el príncipe del campo, dándose unas pequeñas palmaditas en la cara- No soy de sonrojarme tan fácilmente...

Paola fue caminando por los pasillos, viendo detenidamente los productos que allí se exhibían. De pronto se detuvo y extendió una mano para coger un llavero que tenía la cara de Jack Calavera (el personaje de "El extraño mundo de Jack"), pero se detuvo por un momento como temiendo algo, sin embargo se armó de valor y tomó el llavero, lo presionó y notó que éste reía macabramente (ja, yo tengo uno así, fue mi inspiración), así que complacida se dirigió a la caja a cancelar por el llavero.

Más tarde se dirigieron a una lavandería que estaba cerca de la tienda a lavar su ropa anterior. Mientras lo hacían se quedaron dormidos en unas sillas que allí habían. El encargado del lugar los veía detenidamente, una vez que se percató que ambos dormían profundamente, se acercó a Paola y extrajo de su mochila la billetera de la muchacha, luego la de Jun del bolsillo de su pantalón, volviendo luego como si nada a su puesto.

A la mañana siguiente, más motivados por el descanso que habían tenido, decidieron ir a hacer cada uno una llamada.

-¿Hola?

-¿Yayoi? –murmuró Jun nervioso

-¡Jun, dónde estás! –exclamó su novia contenta y a la vez preocupada

-Pues tuve algunos percances, pero no te preocupes, no estoy muy lejos de Nagoya

-¿Dónde estás exactamente? –inquirió Yayoi desconfiada

-En Shizuoka...

-¡Pero qué haces ahí! Se supone que ya debías llegar a Nagoya

-Lo sé, pero como te dije se me presentaron algunos inconvenientes

-¿Seguro que todo está bien?

-Sí, no te preocupes

-Tu llamada me deja más tranquila

-Lamento haberte preocupado –murmuró el muchacho conmovido, volteando y topándose con Paola que escuchaba la charla interesada- Eh...bueno. Nos veremos pronto

-Eso espero –confesó la chica- Cuídate mucho y apúrate en llegar

-Eso intento

-Te mando un beso

-Je, otro para ti –devolvió Jun nervioso por la mirada inquisitiva de Paola- Adiós

Jun colgó y se quedó un rato pensativo.

-Qué lindo –se burló Paola- ¿Ahora sí podemos irnos o qué?

-Vámonos –refunfuñó Jun sonrojado por la burla

-Mira, llegaremos a la estación del tren y entonces, en pago a todo lo que has tenido que pasar por mi culpa, te compraré un boleto tan alejado del mío que ni sabrás que vamos en el mismo tren –propuso la muchacha buscando su billetera en la mochila

-Qué buena idea se te ocurrió –ironizó el chico

-O...oye, espera –murmuró preocupada viendo detenidamente el interior de su mochila- Mi billetera ¡no está!

-Por qué no me sorprende –dijo Jun con sarcasmo buscando su billetera y percatándose que no la tenía- No puede ser...¡la mía tampoco está!

-¡Demonios, nos robaron! –estalló Paola fastidiada llevándose las manos a la cabeza

-Tratemos de mantener la calma –pidió Jun- Debe haber alguna manera de que consigamos dinero para los pasajes

-O de que alguien nos lleve –añadió Paola pensativa, viendo frente a ellos un bus de turistas extranjeros- Ven conmigo...

-¿Qué se te ocurrió ahora? –preguntó el joven preocupado

-Ya lo sabrás

Paola y Jun se encaminaron hacia dicho bus, donde el guía hacía pasar a los turistas.

-Buenos días –saludó la muchacha

-Buenas –contestó el hombre sin inmutarse

-¿Podría hablar con usted, por favor? –pidió Paola con una sonrisa

El hombre la miró detenidamente y accedió. Así que se fueron unos metros más allá. Jun veía sospechosamente dicha conversación, con Paola que explicaba "algo" con grandes aspavientos. El hombre tenía cara analítica, entonces ella le sonrió y éste no pudo menos que responder al gesto. Ambos regresaron y Paola le sonrió a Jun.

-Asunto arreglado –susurró, tomándolo del brazo y obligándolo a subirse al bus

Una vez dentro descubrieron que todos los miraban atentos.

-Bien señores –dijo el guía- Ellos son la pareja Matsuyama, tuvieron unos lamentables inconvenientes y por eso nos acompañarán en este viaje

-¡Bienvenidos! –dijeron los turistas a coro

-¿Qué le dijiste? –susurró Jun apretando los dientes y fingiendo una sonrisa

-Que nos asaltaron –contestó Paola saludando a todos con un gesto de la mano- ¿Es la verdad, no?

-Ella es la "señora" –resaltó el hombre- Paola Matsuyama y está estudiando Relaciones Internacionales. Él es su esposo, el señor Jun Matsuyama...¡y es médico!

-¿Que yo qué? –inquirió el aludido asustado en un hilo de voz, mirando a Paola con ojos de "te voy a matar"

Una vez que el bus se disponía a partir le dieron a ambos un par de asientos juntos en la parte del fondo.

-¿Cómo es eso que somos "la pareja Matsuyama"? –reclamó Jun seriamente cuando tomaron sus asientos

-¿Qué esperabas que hiciera? No íbamos a ser bien vistos si les decía que viajábamos juntos sin ser nada serio

-Paola, tú no eres nada serio –aclaró el muchacho

-Mira tú, qué chistosito –bufó ella indignada

-No, pero espera. Mejor dicho, tú sí eres...UN SERIO PROBLEMA

-¿Así me agradeces lo que hago? –dijo Paola ofendida- Al menos yo, la nada seria, nos conseguí una solución rápida para llegar a Nagoya

-Gracias –refunfuñó Jun evitando mirarla

-Por nada –devolvió ella enojada

Durante el viaje ambos muchachos ni se dirigieron la palabra. Paola estaba indignada por la actitud muy poco agradecida de Jun, y éste estaba molesto porque ella lo metía cada nada en problemas. Cuando realizaron una parada obligada para comer el ex capitán del Musashi descubrió con alegría que aun le quedaban en el bolsillo un par de billetes, que aunque no eran mucho, al menos podría servirle para pagar su consumo. Los turistas bajaron y Paola se quedó escuchando su discman, con los ojos cerrados y tarareando una canción.

-Eh...Paola –la llamó Jun apenado, tocándole el brazo

-¿Eh? –reaccionó ella, sacándose los audífonos- Qué

-¿No piensas bajar a comer algo? –preguntó él suavemente

-¿Y con qué, genio? Me robaron la billetera ¿o es que ya se te olvidó? –ironizó Paola

-No, pero descubrí un dinero en mi bolsillo –contó Jun bajando la mirada sintiéndose culpable del trato que estaba recibiendo

-¿Y qué con eso? –indagó ella, mejorando su tono de voz, sospechando a lo que iba Jun

-¿Quieres comer algo? –preguntó él con cara de cachorrito arrepentido o

Paola dudó por unos momentos, sin embargo la carita de Jun la conmovió. Así que guardó su discman y bajó con él al café donde estaban los turistas. Una vez allí ambos pidieron a una hamburguesa y un refresco. Mientras comían se pusieron a conversar.

-Entonces ¿alguien te espera en Nagoya? –preguntó Jun como quien no quiere la cosa

-Eh...se podría decir que sí –respondió Paola, terminando de masticar un pedazo de hamburguesa- A ti tu novia ya te debe estar esperando con ansias...

-Supongo que sí –murmuró él encogiéndose de hombros- Ella siempre se preocupó por mi, por eso lamento tener que darle otro motivo más

-Se nota que te quiere de verdad –comentó la joven suspirando melancólica

-Yo también la quiero mucho –confesó el japonés- No por nada decidí casarme con ella

-Pues sinceramente espero que sean muy felices...