Capítulo 5

Ambos se quedaron mirándose fijamente hasta que el grito asustado de una mujer los hizo reaccionar. Notaron entonces que la gente se agrupaba alrededor de algo en especial. Jun corrió y descubrió a un hombre que convulsionaba en el piso. Pidió rápidamente un par de chaquetas y luego de envolverlas una con otra, se las puso al afectado en la cabeza a manera de almohada; luego agarró una servilleta, la envolvió y la puso en la boca del hombre, evitando así que se muerda la lengua.

Cuando los paramédicos llegaron se llevaron al hombre al hospital para internarlo bajo observación, no sin antes felicitar a Jun por su oportuna intervención. Todos los demás turistas que quedaban también felicitaron y agradecieron al muchacho, logrando que éste se sintiera sobrecogido por tanta atención. Paola se limitaba a mirarlo complacida por su gran corazón (y no es ironía).

Como el viaje no podía continuar sin el pasajero que estaba internado, el señor Okita, que era el nombre del guía turístico, les anunció que por esa noche tendrían que posponer su viaje hasta el día siguiente y que se alojarían en un hotel cercano. Jun no podía creer su mala suerte, si al día siguiente no salía a tiempo no llegaría para su boda. Paola también se mostraba preocupada por él, aunque cierto sentimiento de conformidad la abrigó por unos momentos.

Sabiendo que ambos jóvenes eran "pareja" decidieron darles una habitación, que precisamente era la de recién casados. Ninguno podía creer el aspecto de aquél lugar: la cama tenía forma de corazón y estaba cubierta con sábanas de satén rojo, además de contar con un mando especial para bajar y subir las luces, y un baño con nada más que paredes gruesas de vidrio esmerilado que lo separaban del dormitorio.

-Espero que disfruten su estadía aquí –comentó pícaramente el botones, viendo a la parejita

-Gracias –contestó Paola sonriendo, dándole un beso en la mejilla a Jun- Sé que mi esposo se lo agradecerá mañana

-Je... –sonrió Jun sonrojado, pensando "por favor ¡trágame tierra!"

Una vez que el muchacho se fue, Paola se sentó sobre la cama.

-¡Vaya! Está blandita –comentó inocente, dando pequeños saltitos encima

-Eso es lo de menos –murmuró Jun cada vez más colorado

-Ah... –exclamó ella estirando los brazos- Voy a darme una ducha

-Como quieras –contestó él cansado, echándose en la cama y leyendo una revista que allí había

Mientras se preparaba para la ducha Paola se puso a canturrear una canción. Jun buscaba algo entretenido que leer en esa revista de chismes. De repente desvió la mirada y se quedó estupefacto al descubrir que a través de las paredes de vidrio del baño se podía distinguir la contorneada silueta desnuda de su compañera de viaje XD. Más colorado que nunca miró rápidamente en otra dirección.

-Oye Jun –lo llamó Paola desde el interior del baño- ¿Podrías fijarte si las toallas las dejaron allí?

-¿Eh...qué? –balbuceó él nervioso

-Quiero que me digas si las toallas están ahí

Jun buscó con la mirada y notó que dichos implementos se encontraban precisamente encima de un peinador que allí había.

-Sí, aquí están –contestó el chico

-¿Podrías pasármelas, por favor? –pidió Paola

-¿Yo?

-No, el otro tipo que está allí afuera –ironizó la chica- ¡Claro que tú!

Resignado, Jun inspiró mucho aire y se dirigió a por las toallas. Con la mirada fija en la puerta de entrada de la habitación, y a tientas con la mano libre, se acercó hasta la puerta del baño. Una vez allí Paola sacó un brazo y las agarró.

-¿No quieres darte una ducha? –dijo la muchacha, saliendo del baño cubierta sólo con las toallas

-Eh...no –negó Jun viéndola con los ojos como platos y bastante muy rojo

-¿Seguro? Estás muy colorado, ¿no tienes calor? –preguntó Paola tocándole la frente

-¡No! –exclamó él evitándola y dirigiéndose a la salida- Voy a dar una vuelta, luego nos vemos...

Paola lo vio irse con una gran interrogante sobre ella ?

Jun se veía muy consternado. No podía creer el estar sintiendo la emoción que tenía en ese momento, era tan extraña...tan prohibida. Él estaba a punto de casarse con Yayoi, sin embargo otra mujer le había despertado "ciertos sentimientos" que no podían ser. En su distraída caminata chocó contra alguien. Y se iba a pasar de algo si la mujer no lo reconocía antes.

-¿Jun Misugi? –inquirió curiosa

-¿Eh? –murmuró él volteando a verla

-¡Jun! Qué alegría verte –añadió ella, que no era otra que Machida Machiko, la mejor amiga de Yoshiko Fujisawa

-¡Machiko! –balbuceó Jun confundido- ¿Qué haces aquí?

-Pues vine dándole una aventón al despistado de Matsuyama –contestó Machiko sonriendo

En eso apareció el aludido, vestido con una playera azul sin mangas, unas bermudas blancas y sandalias.

-¿Jun? –murmuró sorprendido- ¡Jun, amigo!

-Je, hola Hikaru –saludó el muchacho sonriendo nerviosamente, mientras su amigo lo abrazaba contento

-¿Pero qué haces aquí? –indagó curioso

-Tuve algunos inconvenientes y quedé varado aquí –confesó Jun preocupado de que de un momento a otro apareciese Paola

-Pues entonces llegamos muy oportunamente –comentó Machiko- Si quieres podemos llevarte con nosotros

-¿En serio? –preguntó Jun interesado

-¡Claro, no faltaba más! –aseguró Hikaru- Y ahora sí que traigo los anillos

-Pero qué fresco eres –lo regañó su amiga- Mira que recordárselo

-¡Qué! Fue un simple descuido –se excusó el águila del Norte

-Entonces voy por mis cosas y nos vemos luego –propuso Jun, retomando el camino a su habitación

-Ok, nos vemos luego –respondió su amigo, viéndolo marchar

Cuando Jun llegó a su habitación notó que ésta estaba vacía. Buscó con la mirada a Paola pero no estaba allí. Entonces se encontró con una notita que estaba encima de su almohada: "Te espero en el bar... Paola".

El muchacho esbozó una sonrisa y hacia allí se dirigió. Al llegar un ambiente de música alegre inundaba el lugar. Buscó a su nueva amiga y la encontró bailando divertida con uno de los turistas, que dicho sea de paso resultaron ser viajantes alemanes. El chico la contempló detenidamente: estaba vestida con un bonito vestido blanco largo de tirantes y se había recogido el cabello en un par de moñitos.

-¡Jun, ven! –lo llamó Paola al descubrir su presencia

Algo apenado él se le acercó y Paola lo agarró del brazo para ponerse a bailar con él. Si bien el chico era de tener piernas hábiles dentro de un campo de fútbol, éstas le fallaban al tratar de seguir el ritmo musical. Cuando el candor de la música fue reemplazado por notas más lentas Jun parecía estar más cómodo sin tanto movimiento.

-Lo haces muy bien –comentó Paola sonriendo, abrazándolo por el cuello

-Gracias –contestó él con una sonrisa

-Espero que hayas practicado el vals

-Lo estuve practicando con mi madre –contó Jun

-Algo me dice que serás un gran esposo –murmuró la chica, apoyando su cabeza en el pecho del muchacho

-Paola... –murmuró él dubitativo- ¿Por qué no pudiste mantener tu matrimonio con Ryoma?

-¿Por qué? –repitió ella separándose un poco- No lo sé, ambos descubrimos ser muy parecidos y como que así no funcionaría nada bien

-¿Estabas enamorada de él?

-Tampoco lo sé. Quizás lo único que sentía por él era una gran atracción física –confesó Paola pensativa- ¿Pero amor?

-¿Volverías a intentarlo con alguien más? –inquirió Jun con interés

-Depende con quién sea –respondió ella suspirando, mirándolo con cariño

El chico se sintió incómodo al notar la mirada de la muchacha, así que la desvió hacia otro punto.

-No olvides ser siempre sincero con ella –le recomendó Paola- Si la quieres siempre debes decirle la verdad

-¿Y eso? A qué viene

-Un simple consejo de una amiga...

Paola volvió a apoyar su cabeza en el pecho de Jun, que inconscientemente inclinó su cabeza sobre ella. Entonces, en la puerta del lugar, aparecieron Hikaru y Machiko, quienes habían ido a tomar unos tragos. Se acercaron a la barra y pidieron dos margaritas. Mientras esperaban vieron indiferentemente aquél lugar. De repente pasó lo que tenía que pasar: Machiko reconoció a Jun y se quedó boquiabierta.

-Hikaru –murmuró estupefacta- ¿Ése que está ahí no es Jun?

Hikaru miró en la dirección que su amiga le indicaba y puso la misma cara de horror que ella. Reaccionando segundos después, ni tarda ni perezosa, Machiko se dirigió a paso firme hacia la entretenida pareja.

-¡Oye, Jun! –gritó molesta una vez junto a ellos

Jun la miró y se quedó paralizado, viendo cómo ella movía inquisitivamente el pie.

-Eh...tengo que irme –alcanzó a decir Jun, saliendo como bólido agarrando a Paola de la mano

-¿Qué pasó? –preguntó Hikaru acercándose- ¿Quién era ella?

-No lo sé, pero lo voy a averiguar –concluyó Machiko decidida cruzándose de brazos

Cuando llegaron de nuevo a su habitación, Paola se sobaba su adolorido brazo.

-¡Pero qué te pasa! –reclamó enfurecida- ¡Vaya manera de sacarme de allí!

-No puede ser –murmuró Jun preocupado, sudando la gota gorda- ¡Nos vieron!

-¿Nos vieron quiénes?

-Mis amigos...

-Oh...eso no es bueno, ¿no? –inquirió Paola cayendo en cuenta de la gravedad del asunto- Aunque...no estábamos haciendo nada malo

-¡Ya lo sé! –estalló Jun fuera de sí- ¿Pero cómo le explico a una de las amigas de mi futura esposa que estoy en un hotel compartiendo la habitación nupcial con una mujer a la que apenas conozco?

-Pues así... –respondió Paola tranquilamente

-¡Qué no lo entiendes! Seguro pensarán lo peor de mi

-Qué ridículo e infantil eres –dijo Paola enojada- Ahora resulta que a "mister simpatía" le importa mucho el qué dirán

-¡Tú no estás en mi situación!

-¡Pues no y no sabes cómo me alegra!

-¡Eres una egoísta!

-¿Egoísta yo? ¡Tú eres el egoísta!

-¿Y yo por qué?

-¡Porque piensas que tú eres la única víctima de nuestras desventuras, y para variar crees que yo soy la responsable de todo!

-¿Y no lo eres? –bufó Jun escéptico

-¡Claro que no, niño bonito! Al menos yo sí tengo los pantalones bien puestos y encontré soluciones donde no las había

-¡Pero qué soluciones! ¿debería agradecértelo acaso? –preguntó sarcástico el chico

-¡Mínimamente!

-¡No lo entiendes! Yo debía estar ya ayer junto a mi futura esposa, ¡y no hasta ahora aquí en este hotel metido contigo!

-¡Pues lárgate de una vez, quién te necesita! –gritó Paola dolida

-¡Tienes razón, al fin que sólo me has traído problemas!

-¿Quieres que te pida disculpas? ¡¡pues no lo haré!

-¡Yo tampoco te lo estoy pidiendo! –contestó Jun- ¡Llevo tan poco de conocerte y ya no te aguanto! Con razón Ryoma se cansó de ti...