Capítulo 7
Tímidamente Jun subió al escenario y le alcanzaron un balón de fútbol. Pese a haber jugado antes en estadios llenos de gente había algo en ese ambiente que lo intimidaba, quizás era que la mayoría de su público en esa ocasión estaba ebrio y con sed de algo más que solamente alcohol, porque los malos interventores hasta ese momento les habían colmado la paciencia y se pondrían violentos de un momento a otro.
-¡Él dice que puede hacer dominios con el balón por al menos dos horas! –anunció el hombre al micrófono, sin despertar emoción
-¡Y con los ojos vendados! –intervino Paola, entrando, sacando una pañoleta y tapando los ojos del muchacho
-Qué estás haciendo –murmuró Jun asustado
-Sé que lo harás bien, confía en ti como yo confío –respondió ella por lo bajo, bajando otra vez, mientras el público se mostraba interesado
-Confía en ti, confía en ti... –pensaba Jun, tomando el balón que le alcanzaban entre las manos y poniéndose a efectuar su acto
Gracias a la costumbre que ya tenía de hacer los dominios logró tener el balón en sus pies por mucho tiempo, no necesitaba verlo, con sólo escuchar los rebotes contra su zapato era más que suficiente. Por los nervios no supo cuánto tiempo pasó, si bien las piernas se sentían algo adormecidas, se encontraba más tranquilo y hasta cierto punto cómodo allí. Entonces se escucharon muchos aplausos y vítores. Le quitaron la pañoleta y el hombre del micrófono dio por terminado el acto. Paola subió a hacer reverencias de agradecimiento y bajó junto con Jun.
-¿Y? –preguntó curioso
-Estuviste sólo una hora –contó Paola complacida, contando el dinero que le habían dado- Tu buen físico ayudó mucho para que todo acabe antes
-De no ser así no habría resistido una hora –explicó Jun apenado
-No por eso –aclaró la joven guiñándole un ojo- Las mujeres que están aquí te miraban todo muy complacidas
-¡Qué!
-Como oyes, niño bonito...
Con dinero suficiente como para pasar la noche en un lugar decente, ambos se dirigieron a un hotel sencillo pero limpio, donde pidieron una habitación con dos camas, registrándose con sus nombres verdaderos. Mientras Paola se registraba Jun miraba distraído a su alrededor.
Cansados por todas las peripecias de ese día ambos se echaron a dormir con ropa y todo, sin dejar de pensar en lo que harían al día siguiente.
------------------------------------------
-¡Mira ése! –exclamó Paola al ver un Toyota descapotable color negro
-No lo sé -dudó Jun rascándose la cabeza- Es decir...tenemos algo de dinero, pero no sé si nos alcance para alquilar ése
-¿Les gusta? –indagó el vendedor interesado- ¡Se los dejo barato sólo porque me encanta ver parejas de recién casados!...si al menos yo lo fuera...
-No somos casados –aclararon los aludidos simultáneamente
-Pero se ven bien juntos, así que se los dejo barato –concluyó el hombre viendo a Paola con añoranza, como recordando alguna vieja novia
Contentos de haber conseguido por fin un medio para movilizarse, ambos chicos cargaron lo suficiente de gasolina en el tanque y partieron rumbo a Nagoya...su destino final.
-"Kowareru hodo aishitemo, sanbun no ichi mo tsutawaranai, junjo na kanjo wa kawamawari, I love you sae ienaide iru My Heart..." –cantaba Paola, gozando del tibio viento contra su cara
-Pareces muy contenta –comentó Jun complacido viéndola de reojo
-Y lo estoy –respondió Paola sonriente, pero inmediatamente su gesto cambió- Pero...
-Pero qué
-¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
-Debo advertirte que cuando yo tomo una decisión es porque estoy muy seguro –contestó el muchacho con orgullo
-Pero Jun... –murmuró ella preocupada
-Mis amigos tenían razón –siguió él- No debía tomar una decisión tan repentina habiendo conocido solamente a una mujer
-Pero se supone que tú creías que ella era la mujer de tu vida
-Je, al igual que Matsuyama –murmuró Jun pensativo, notando que Paola se ponía incómoda- Lo siento, yo...
-Olvídalo, no pasa nada –lo despreocupó la chica esbozando una sonrisa- Pero aun no entiendo cómo te enfrentarás así a tu novia
-No puedo esconder lo que siento –dijo él como si nada- Al conocerte descubrí una nueva vida que disfruto mucho...
-¿No será sólo la emoción de la excesiva adrenalina? –preguntó Paola escéptica
-¿Crees que soy un impulsivo que se deja llevar por cualquier emoción?
-Bueno, no
-¿Entonces?
-Es sólo que hasta ahora no puedo creer que sea verdad que te hayas decidido a terminar con tu prometida por estar conmigo –murmuró Paola mirando distraída el paisaje
-¿Por qué no? –indagó Jun parando abruptamente el automóvil
-Porque eres demasiado bueno para mi –confesó la joven acariciándolo con cariño en una mejilla
-Claro que no, yo soy el que piensa que eres demasiado para mi –dijo él por su parte
-Espero que no te arrepientas...
-No lo haré –aseguró Jun, dándole un beso y reiniciando la marcha
Mientras...en Nagoya, todos alrededor de Yayoi estaban volviéndose locos con los preparativos de su boda, más porque habían anunciado que el huracán Katrina se estaba acercando más a ellos. La muchacha se hallaba sumida en sus pensamientos, parada como desde hace 2 días, en su balcón con la mirada fija en la puerta de entrada de su casa, esperando la llegada de su querido Jun.
-Yayoi –dijo la madre de su futuro esposo acercándose a ella- Deberías comer algo, ni siquiera desayunaste
-No puedo moverme de aquí –explicó la pelirroja- Jun puede llegar en cualquier momento y quiero ser yo la que lo vea primero
-Lo quieres mucho... –murmuró la mujer complacida- Mi hijo tiene suerte de haber encontrado una novia como tú
-Jun Misugi es la razón de mi vida –suspiró Yayoi mirando el vacío- Sin él yo no sé qué haría...
-¡Eh, Yayoi! –la llamó su madre- Ven y pruébate el vestido de una vez para darle los últimos retoques
-Pero mamá –replicó la joven desanimada
-Vé con ella, yo cuidaré tu sitio mientras –dijo la madre de Jun con cariño
Yayoi le sonrió y fue con su madre. La señora Misugi contempló el cielo, unas negras nubes lejanas se veían desde ese balcón.
-Espero que llegues a tiempo hijo –pensó preocupada dirigiendo su mirada hacia la puerta
------------------------------------
-Oh, oh –murmuró Paola preocupada, sintiendo cada vez más gotas de lluvia sobre ella- ¡El techo no sale!
-Aprieta más fuerte –sugirió Jun
-No sale, se atoró –dijo ella fastidiada, percatándose que el mentado techo del automóvil no retornaba y la lluvia aumentaba cada vez más- ¡Rayos, nos vamos a mojar otra vez!
-Las lluvias incrementan y el huracán Katrina se acerca –dijeron en la radio- Tomen sus previsiones señores oyentes, tomen sus previsiones
-No puede pasarnos algo peor –murmuró Jun pesaroso comenzando a tiritar
Pero pasó...el automóvil comenzó a hacer ruidos extraños y se apagó de un momento a otro. El muchacho bajó a ver si podía arreglarlo, pero entonces se percató que sus conocimientos de mecánica eran escasos.
-Ni modo –murmuró Jun apenado- Tendremos que ir caminando
-¡Qué! –exclamó Paola incrédula, cubriéndose la cabeza con su mochila, cosa que de poco le servía
