Capítulo IX: Como si fuéramos familia

Descansar es una cosa. Dormir es otra. Y en un ambiente tensísimo, lo primero es difícil y lo segundo, imposible.

Cada cual por su parte fingió que durmió un poco, y luego fueron desertando de uno en uno y salieron del lugar.

Primero, Nemmírë, que estaba acostumbrada a la táctica. Después, Yue, que también tenía práctica, aunque no tanta. El tercero fue Kerberos, después de una larga pausa "para ver que hacía el ingrato de Yue". Al final, Esteldal, "ya se tardaron demasiado".

Rogran suspiró, se apoyó contra la pared y se llevó la mano izquierda a la cara.

--Se suponía que fuera más simple... --de repente, recordó que todavía estaba ahí Sakura. Bajó la mano y se volvió a ella --. No necesitas una excusa, sólo vete.

--No... no es eso --se detuvo. Era obvio que quería decir algo y no se atrevía pero, ¿qué era? Tomó aire y determinación de improviso --. Mi hermano... lo que le dijiste... --la voz se le quebró un poco --. ¿Va a estar bien?

¡Con que eso era! Demasiado sufrimiento gratuito.

--No fue nada importante. Sólo se lo recordé para que se callara... no perdió su alma, ni nada por el estilo.

Los dos se quedaron callados por un rato.

--Definitivamente, los humanos son raros --murmuró Rogran, más bien para sí mismo.

--¿Eh?

--Sí, son raros. Si no es así, explica porque alguien fastidia a una persona por la que está dispuesto a perder hasta el alma.

Sakura sonrió. ¡Se veía tan confundido! En serio no debía entender a los humanos.

--Bueno, es que somos familia.

--¿Y eso qué? ¿No lo hace más raro aún?

--No tienes hermanos, ¿verdad?

--... pues no sé --meditó unos segundos y continuó --. Tal vez sí, pero lo más probable es que no.

--¿Cómo son tus padres? --Sakura había sentido el aguijonazo de la curiosidad (n/a: metiche)

--... pues tampoco sé --le respondió Rogran, encogiéndose de hombros.

--¿Qué?

--No los traté mucho. En cuanto pude hablar y caminar empezaron a entrenarme (n/a: y parece que aún no acaban. Señal de que alguien es lentito)

--Debió haber sido duro --comentó Sakura tras una pausa.

--¿Acaso importa? Me has estado interrogando y yo sigo sin entenderlos a ustedes, los humanos, y sus extrañas maneras de comportarse los unos con los otros.

--... si lo piensas bien, sí es raro --dijo Sakura tras meditar un rato.

--Gracias, Sakura. Has sido de mucha ayuda --ironizó Rogran.

Sakura sólo atinó a soltar una risilla nerviosa.

Pasaron unas horas, y los que se habían ido regresaron. Cuando llegó Esteldal (que fue el último), Sakura y Rogran les comunicaron la portentosa (n/a: y apocalíptica) conclusión a la que habían llegado.

--Es simple --decía Rogran --la cuestión es que podemos ser tan hostiles como se nos dé la gana pero sin perjudicar realmente a nadie.

--¿Te llegó una amiba al cerebro, o qué? --preguntó Esteldal, contrariado por lo extraño del "plan" y lo intempestivamente que había surgido.

--Justamente ésa es la idea --comentó Rogran.

--No te entiendo --repuso Esteldal, negando con la cabeza.

--Que actuemos como una familia --dijo Sakura por fin.

Todos quedaron pasmados (n/a: y con justa razón). ¿En eso era en lo que habían perdido el tiempo? ¿En una idea por demás cursi y poco práctica?

Kerberos miró alrededor.

--Todos somos adoptados, ¿verdad? --dijo.

Casi todos rieron ante la acertada observación (n/a: no hay que ser físico nuclear para saber quienes no rieron)