Capítulo X: ¿Te acordás que tiempos aquellos?
El "plan" era absurdo, ilógico, sentimentalista, aberrado, abigarrado, ablandativo, abobado, bochornoso, abominable, aborrecible, abyecto, abstracto, acaparador, censurable, cefalálgico, vomitivo, herético, herniario, heteróclito, irrisorio, irritante, limoso, lipotimizante, perorador, perturbador, perverso, irracional, estúpido, cursilero, regoldable, sicalíptico, silogístico, tergiversable, necio, unívoco, untuoso, urbanístico, vesiculoso, vicioso y disparatado.
Pero, aun así, parecía funcionar. O, al menos, funcionaba mejor que cualquier otra cosa intentada hasta el momento (n/a: hay que recordar que no se había intentado nada).
Sólo para matar el tiempo (n/a: asesinos!), Yue, Rogran y Esteldal decidieron ponerse a disparar flechas hacia un blanco (n/a: racistas), mientras los demás observaban.
—Siempre me ha parecido un arma medio inútil —comentaba Rogran, al tiempo que tensaba la cuerda —. ¿Qué se supone que hagas si se te acaban las flechas? ¿Romperle el arco en la cabeza al enemigo? —disparó. Un tiro decente, sin ser perfecto.
Yue se encogió de hombros —nunca había tenido ese problema— y disparó. En el blanco (n/a: obviamente).
Esteldal asintió.
—Además, un guerrero decente debe usar lanza si va a caballo y espada si lucha a pie. (n/a: ¿y las mazas, las hachas, las guadañas? ¿de dónde sacó esa idea? Quizá de Sain, de Fire Emblem V, o VII (no recuerdo), quien opina lo mismo) —soltó la flecha, que acabó lejísimos de la diana. Encima, el arco acabó en el suelo.
—¿Qué fue eso —preguntó Rogran, sin saber si reír o llorar.
—Hace milenios que no disparaba —respondió Esteldal, encogiéndose de hombros.
—Además, nunca aprendió a usarlo correctamente —intervino Nemmírë.
—Tenía cosas más importantes que hacer —se defendió Esteldal, avergonzado.
—Claro que sí: desordenar los libros de la biblioteca, poner sapos en la casa de la señora Ioreth, esconder las riendas de los caballos, destrozar jardines...
—¡Nen! —la interrumpió Esteldal, sonrojado. Incluso Yue sonrió.
—Con que eras un pillo —comentó Rogran.
—¡Era sólo un niño! —después añadió, un poco más serio —, y no puedes negar que era muy divertido.
—Divertidísimo —concedió Nemmírë, sonriendo.
—Qué tiempos aquellos —comentó Esteldal.
Rogran empezó a actuar como un nietecito de tres años.
—¡Anda, cuenta! ¿Qué pasaba en tus tiempos, abue?
—... los adultos actuaban como tales —replicó Esteldal, con una mirada gélida.
—Sí, como no. Y los niños respetaban a sus mayores, los precios eran justos y había políticos honestos —dijo Rogran, comportándose normalmente.
—Aunque te cueste creerlo.
Los días siguieron pasando, y surgieron muchas anécdotas de todas partes.
Excepto algunas que era mejor callar o tratar personalmente.
Yue vagabundeaba una de tantas noches. Pronto habría luna llena. Y aunque no tenía nada mejor que hacer, tampoco tenía sueño.
Al parecer, no era el único. Nemmírë observaba, ida, el cielo. Pensó en tratar de averiguar el por qué de su insomnio... pero no estaba sola, así que simplemente se fue a otros sitio. Al fin y al cabo, no era su asunto (n/a: aplaudid, manos ociosas!).
—¡No podían estar hablando en serio! —negaba Esteldal, al borde de la desesperación total —. ¡¿Cómo pudieron pensar algo tan estúpido!
—No lo sé —respondió Nemmírë, clamada. Ya había pasado antes por eso. Su expresión se endureció un poco —. Además, no era un sacrificio tan grande.
—... perdón, creo que oí mal.
—Oíste bien —-un relámpago cruzó los ojos de la elfa —. ¿O acaso puedes negar que era hermosa, gentil, su unión habría salvado Gondor y Rohan y te amaba?
—Tú lo dijiste. Ella me amaba. Yo apenas la estimaba.
—Podrías haber dejado que el tiempo decidiera.
—¡Por supuesto que no! —Esteldal se tornó sombrío —. ¿Qué, tú podrías?
—Tal vez —respondió lacónicamente, aunque sabía que ciertamente no habría querido —. ¿Por qué ni siquiera lo intentaste? —preguntó, casi suplicante.
—¿A qué viniste a la Tierra Media? —cuestionó Esteldal a su vez —. Responde eso, y tal vez los dos sepamos por qué no lo hice.
—... ¿quieres una respuesta concreta, o la historia completa?
—¿Tienes algo más que hacer?
(n/a: y aquí se queda. Que cierre tan estúpido para un capítulo: puras preguntas. Al que reconozca a qué canción pertenece el verso del título, le agradeceré inmensamente por su atención.)
