Capítulo XIV: Bifurcación.
Estar en una casa derruida lo suficiente como para que pareciera abandonada esperando instrucciones que se negaban a llegar no era lo que Esteldal tenía en mente. Ya no era divertido mirar las extrañas formas que dibujaban las grietas y la pintura desconchada del techo, ni ver como una familia de arañas convertía el candelabro en un pent-house.
Suspiró y cerró los ojos. Al fin y al cabo, un pequeño sueñecito no haría ningún mal a nadie.
Y entonces, precisamente, la chimenea a su derecha se encendió. Volvió la cabeza hacia ella, vio las llamas crepitando por un rato, se incorporó, bostezó, se levantó, estiróse, vio que el fuego se apagó solo, y salió.
Morglin caminaba muy rápido, y parecía animada.
—¿A dónde dices que vamos? —preguntó Sakura, jadeando.
—A cerrar un trato.
—No veo para qué nos necesitas —terció Yue con desdén. La tal Morglin no le daba buena espina (n/a: ¿será porque es un demonio?), y era absolutamente correspondido en su sentir.
—No me sirves para nada, angelito... de momento. Pero, si te es tan mortalmente necesario saberlo, confío en el poder de convencimiento de Sakura para que todo salga como debe.
—¿Yo? —se asombró Sakura (n/a: no, la vecina)
—No veo a ninguna otra Sakura por aquí. ¿Ustedes sí? (n/a: no se había dado cuenta de que estaba en la convención internacional de Sakuras. Disculpen su ignorancia.)
Nemmírë se detuvo al reconocer el lugar.
—¿Qué hacemos aquí?
—Regresaron —fue la sencilla respuesta de Rogran.
—¿Y?
—... sabes perfectamente cuál es mi mayor deseo al respecto —contestó después de un suspiro de resignación—. Además, hay que destruir los cuatro Templos Elementales.
La expresión de la elfa se endureció.
—No esperes que te ayude en eso.
El comentario desconcertó al demontre.
—Bueno, no esperaba que me ayudaras a poner fin a sus patéticas vidas, pero no entiendo tu afecto hacia unos edificios viejos.
—¿Sólo los edificios? —preguntó perpleja Nemmírë.
—Incluso podría omitirse la destrucción de ellos. Lo único que es indispensable eliminar son los Cristales Elementales (n/a: elemental, mi querido Watson).
—No me necesitas para hacer eso.
—No, pero sí para que distraigas a ésas —Rogran tomó aire y prosiguió, exasperado ante lo que sabía que estaba pensando—. ¡Puedo deshacerme de ellas solo! Pero no hay tiempo suficiente como para perderlo en trivialidades.
—Hemos llegado —anunció Morglin sonriendo. Se acercó a la puerta que estaba frente a ella y tocó una tonada particular, que resultó ser "La Donna è mobile". La puerta se abrió de golpe, dejando ver a alguien furioso.
—¡Ya te dije que nunca me uniré a ustedes!
—¿Seguro? Resulta que traigo un argumento de lo más convincente —dijo Morglin, y se apartó para dejar ver a Sakura.
—¿Sakura? —preguntó, atónito
—... ¿Shaoran? (ver nota al respecto al final)
—... pasen.
«El General ya está viejo. Pronto nombrará a su sucesor. Y tengo que ser yo.»
Pensamiento apropiado, persona apropiada, en el lugar y momento apropiados.
—Desgraciadamente, no hay forma de que te nombre a ti, y lo sabes —la respuesta apropiada, con el tono y la actitud apropiada. El sujeto lo apuntó con una pistola con mango de marfil.
—¿Quién es y qué hace aquí? —exigió saber.
—Tch, tch, tch... ¿No es más preocupante que pueda leer tu mente? —comentó Esteldal, meneando reprobatoriamente la cabeza.
El Comandante del Tercer Batallón de la Quinta Provincia de Finlandia no bajó el arma, creyendo que lo protegía.
—No sería la primera vez que alguien piensa en voz alta.
—Pero sí la primera vez que alguien piensa que puede hacer que alguien piense que pensaba en voz alta.
—Suficientes estupideces (n/a: completamente de acuerdo). ¿Quién es y qué hace aquí? —repitió el Comandante Hakkinen con severidad, al tiempo que amartillaba la pistola.
—Soy el discreto consejero secreto del General. Y espero seguir siéndolo del próximo General —agregó, con un gesto elocuente. El Comandante bajó el arma—. Como sin duda sabrá, señor Comandante, Finlandia no ha tenido una guerra, ni guerrilla ni revuelta, en muchos años. Signo de que la sociedad es centrada, respetuosa y madura. Pero impide que los rangos se distribuyan de acuerdo al valor, capacidad de mando, etcétera.
—¡Nemmírë! ¿Qué haces aquí?
—... hay algo que tienen que ver.
—¡No puedo creer que te hayan engañado! ¡Sakura, son demonios!
—¡Pues los "Dioses" —marcó las comillas con los dedos— tampoco resultaron muy confiables!
—Y eso es, en resumen, lo que tiene que hacer, Comandante, si le interesa ser el próximo General de la Quinta Provincia.
—¿Tan simple?
—Es simple. Pero requiere gran determinación.
Finlor y Súlwen cayeron al suelo.
—¿Q-... qué?
—¡Maldit...!
—¡Viento blanco neutralizado! —anunció Rogran alegremente—. No se preocupen, volveré por ustedes —agregó, guiñando maquiavélicamente un ojo, y él y Nemmírë se fueron hacia el Templo de Fuego.
El Comandante Hakkinen estampó su rúbrica con decisión al calce del documente.
—¿Algo más?
—No, gracias. Con eso bastará... General Hakkinen —agregó Esteldal, puntualizando el título, con una sonrisa. Saludó militarmente y salió del lugar.
Sakura se levantó, dolida, y caminó hacia la puerta, seguida de Yue y Kerberos. Morglin ya había salido.
—Espera —llamó Shaoran, y tomó una decisión de repente—. No confío en ellos, ni nunca lo haré. Y es por eso precisamente que voy contigo.
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NOTA: Oooh, he caído en un cliché... pero el buen Li tenía que salir, ¿no? Aunque sea por un rato. Agrego que he visto tantas formas de escribir su nombre, que no estoy segura de cual sea la correcta, así que escogí la que se ve más bonita, aunque por un instante me sentí tentada de escribir "Xaoran" (dado que, en México, la "x" puede sonar como s, j, ch, cc, o w. Bueno, lo de la w es una broma.)
