TERCERA PARTE: El Ojo Del Huracán

CAPÍTULO I: Cielo.

El silencio era tan denso que ahogaba y tan tenso que parecía a punto de reventar y lanzar a todos en direcciones opuestas. Nemmírë contribuía con la mayor parte, con una mirada asesina ametrallante ultra potenciada y enriquecida con vitaminas y minerales, dirigida alternadamente a Morglin, Rogran y Esteldal, quienes huyeron uno por uno.

Primero, Esteldal, quien no se preocupó por inventar una excusa, porque se veía a las claras que se sentía como perro apaleado. Luego, Rogran, después de ver el reloj y darse cuenta de que sólo llevaba 15 minutos soportando la situación, y fingió que se le había hecho tarde para... algo.

Morglin se rió en sus adentros de la debilidad del sexo dizque fuerte (n/a: no, señores, no teman. No soy feminista radical de ultraderecha), y después empezó a preguntarse como haría ella para librarse. Tenía que ser de una manera que salvaguardara su dignidad, recordando que su primer encuentro con Nemmírë no había sido del todo grato, sino más bien como si estuviera conociendo a su suegra.

Rogran la salvó unos diez minutos después, abriendo la puerta y preguntándole, molesto, cuánto más se iba a tardar Su Graciosa Majestad en dignarse a acudir "al concilio". Fingió que se había quedado ida y salió.

—Su amiguita da escalofríos —comentó Morglin apenas cerró la puerta tras de sí.

—Más de lo que crees, con ese finísimo oído que se carga —respondió Rogran como al descuido.

Esteldal, que estaba sentado apoyado en la pared con la cara entre las rodillas, ni siquiera se movió.

Sakura, Shaoran, Kerberos, Yue, las cartas y los ácaros que vivían en una esquina del cuarto se dieron cuenta perfectamente de todo lo que pasó. Le tomó cosa de 10 segundos a Nemmírë trasladar toda su ira hacia su interior y, una vez ahí, calmarla; y alrededor de dos minutos fueron necesarios para que Sakura se percatara de que nadie más preguntaría lo que todos querían saber.

—¿Nen? ¿Pasa algo?

—Aún no, por suerte.

—¿Y entonces? Creí que todo esto había sido superado en la temporada de antes de lo de la puerta.

—Tú lo dijiste: antes de la puerta. Y te recuerdo, Sakura, que eres la única que está aquí por voluntad propia.

Las palabras le cayeron como un balde de agua fría. Recorrió con la mirada a todos los presentes, y todos se lo corroboraron: nadie había pedido estar allí, y antes que eso la habían intentado hacer recapacitar. Mientras por fin pensaba fría y seriamente en lo que había hecho (n/a: a buena hora, criatura!), la puerta volvió a abrirse.

—Perdón por interrumpir, pero el Señor Melkor exige su presencia.

Nemmírë la elfa bufó. Conque "señor", ¿eh? Rogran interpretó correctamente.

—No me pongas esa cara, muchachita. Y, por tu propio bien, contrólate.

La máscara del huraño impidió que alguien se molestara en/atreviera a preguntar a dónde iban, porqué y para qué. Después de todo, no deberían negarse. No podrían negarse.

Quedaba dentro de las posibilidades, no había forma de fallar, y si apreciaban en lago sus vidas... suficiente. Habían llegado.

Una noche sin Luna. El viento detenido. El correr de las aguas se mantenía por pura inercia... en el resto del mundo. La vasta periferia de Utumno era desértica... o más bien una selva de malas hierbas secas, entre las que predominaban la hiedra venenosa y los espinos, que se entrelazaban alevosamente.

En la mismísima entrada de Utumno, estaba el mismísimo Melkor, esperando... calculando...

... ¿sonriendo?

Y, un poco más apartados, estaban Eriol, Spinel Sun y Ruby Moon.

—Aquí están, Señor —carraspeó Morglin.

La idea era simple. Eriol repetiría el truco de la "noche eterna" (n/a: cuando oscureció toda la ciudad al final de la segunda temporada), Sakura lo imitaría con "The Dark", Li serviría de conector entre ambas magias, y Eriol y Sakura tendrían en sus báculos a sus respectivos guardianes. Así de simple. Así de sencillo.

Cuando la Tierra se vio inmersa en la oscuridad total y absoluta, sólo quedó una estrella en el firmamento. Para los mortales, era Venus, un planeta sin vida que, según sus leyes astrofísicas, reflejaba la luz del Sol con relativa intensidad.

Pero para aquellos que habían nacido antes que La Luna, esa estrella era el navío Vingilot, que llevaba el Silmaril en él y era capitaneado por Eärendil el Marinero.

Melkor lanzó su martillo, Grond, hacia Vingilot, que cayó lenta e inexorablemente. Eärendil tomó el Silmaril, salió de entre los escombros, e intentó huir, pero a una señal de Melkor una docena de orcos se abalanzaron sobre él, le arrebataron el Silmaril y lo condujeron a... algún lugar.

Morgoth Bauglir tomó el Silmaril, que seguía quemándolo por la bendición de Varda y su pureza interna. A pesar del dolor, sonrió. Morglin y Rogran se llevaron a Sakura, Shaoran y Eriol a descansar un rato.

—¿Tienes algo que decir, Noldo? —preguntó Melkor socarronamente—. No estarás también bajo juramento, ¿verdad?

Nemmírë no respondió. Morgoth, viendo que tendría que tomar medidas drásticas, la tomó de mal modo por el brazo y la arrastró (casi literalmente) hacia el mismo lugar donde habían llevado a Eärendil.

—Ahora, prospectos de orcos... será mejor que hablen.

/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/—/

Las alusiones de Melkor:

1) "No estarás también bajo juramento, ¿verdad?"

Alusión al juramento que hicieron los príncipes de los Noldor de recuperar los Silmarilli a toda costa.

2) "prospectos de orcos"

Según la tradición, los orcos son elfos que Melkor torturó y manipuló hasta dejarlos irreconocibles.

¡Enhorabuena, Malale! Espero que todos los demás (... si existen...) también estén entendiendo POR FIN lo que pasa. Creo que se debe a que faltan como cinco capítulos para el final, más un epílogo y un extra.