LIBRO SEGUNDO: GUERRA DE UTOPÍAS
Prólogo: Xel'Naga
Perfección… ¿es algo que sólo pertenece a Dios?
Entonces, en un reino creado totalmente por él, en el que su presencia es totalmente tangible, en el Paraíso… ¿puede haber demonios? .¿Puede haber guerra?
¿Y qué pasará con la ira, lujuria, pereza, soberbia, ira, gula y envidia?. ¿Es posible vivir sin los pecados capitales?
…
…
…
¿Y qué si llegan ángeles de un Apocalipsis más allá del creador?
¿Y qué si los iguales a él quieren cobrar su tributo también?
Si lo profano desaparece, .¿quedará algo sagrado?
Si somos incapaces de poseer malicia, .¿podremos defendernos?
¿Somos lo que soñamos o soñamos lo que somos?
¿Los sentimientos están en la mente o en el alma?
¿Y si la muerte fuera imaginaria? .¿Y si la vida también lo fuera?
Entre el Cielo y el Infierno está la Tierra. Y entre la Tierra y el Infinito, lo desconocido.
Eso que no conocemos… ¿nos odia o nos anhela?
Quizá no le importemos… quizá sólo seamos instrumentos.
… quizá nunca fuimos otra cosa que eso. Pero entonces… ¿somos lo que queremos ser o lo que fuimos predestinados a ser¿Podemos realmente cambiar nuestro destino?
Al menos, habría que intentarlo… o las lágrimas de Eru traerán otro Diluvio Universal.
—¿Ya lo atraparon?
—Sí.
—Entonces el Overmind ya debe conocer la localización exacta. ¿Crees que intente absorber a esas especies también?
—Es lo más seguro. Es su deber sagrado, después de todo.
—Asimilar a las especies más poderosas del Universo para obtener la pureza máxima de esencia… es una labor muy ambiciosa, .¿no crees?
—No. Al fin y al cabo, llegue a la perfección o no, nunca dejará de ser una marioneta. Como todos los demás —añadió con desprecio.
—Aun así, deberíamos asegurarnos de que la marioneta no corte los hilos.
—¿Cómo podría hacerlo?
—Al paso en que va, sólo le faltará una especie por asimilar.
—¿Cuál?
—Nosotros.
El silencio se hizo en la nave. Era una idea aterradora
—Pero el Overmind piensa que estamos muertos.
—No creo. Si atrapó la carnada que pusimos para él… tiene la inteligencia y poder suficientes para romper el bloqueo mental que…
—¡Basta! No ganamos nada con esto. Lo único por lo que debemos preocuparnos ahora es de llegar a tiempo para presenciar el banquete de los Zerg.
—Y seremos el postre.
—Lleva aquí mucho tiempo, .¿no crees?
—Cada quien es libre de estar donde desee —replicó Nemmírë, encogiéndose de hombros.
—Parece que estuviera esperando algo…
—¿Porqué te preocupa tanto?
—No parece un humano normal.
—Debe ser porque eres un elfo extraño.
—…
—¡Hey, monstruo! —llamó Touya, molesto—. ¡El mocoso vino a verte!
—¡YA TE DIJE QUE NO ME LLAMES MONSTRUO! —replicó ella desde el segundo piso—. ¡Y tampoco llames mocoso a Shaoran!
—¡Pues es lo que son!
Rogran, como de costumbre, vagaba por un bosque cualquiera. Siempre le había gustado vagar, y siempre era más cómodo vagar por un bosque o por una metrópoli.
Pero ya no había ciudades grandes como las que existían antes del Juicio Final.
Y ya tampoco tenía obligación alguna de buscar hacer que todos a su alrededor fueran infelices.
—¡Rogran!
—… ¿Vindur? .¿Qué haces aquí?
—Eso mismo iba a preguntarte.
—¡Pensé que te quedarías por todo lo que te quede de vida con…!
—Sí, yo también. Pero creo que necesito despejarme de vez en cuando.
—Me imagino. Bueno, fue un placer volver a verte.
—¿Qué? .¿No puedo acompañarte, como en los viejos tiempos?
—En los viejos tiempos no habrías querido acompañarme —respondió con una risa extraña—. Y no creo que eso deba cambiar.
—Hemos llegado al sistema solar de la Tierra —anunció el piloto de la nave.
—Bien —asintió el capitán de la misión.
—Entonces, .¿qué haremos primero? —preguntó el segundo al mando—. ¿Lo arrestaremos y ejecutaremos por traición, o dejaremos que vea como el Overmind destruya todo?
—Lo dejaremos sufrir, por supuesto.
—¿Dices que los Xel'Naga siguen vivos? —preguntó Artanis, asombrado.
—Siento su energía… más fuerte que nunca —dijo Raszagal— … y también siento la energía del Overmind resurgir.
—¿Crees que estén relacionados, Matriarca? —preguntó Zeratul.
—Es posible. Al parecer, se dirigen a las mismas coordenadas.
—Esperen un minuto… —intervino Raynor, tomando el mapa—. ¡Mierda! .¡Van hacia la Tierra!
—¿La Tierra? .¿El planeta natal de toda tu raza? —se asombró Artanis. Raynor, aún impactado, sólo asintió.
—Vayan, mis niños —ordenó Raszagal. Raynor la miró con extrañeza—. Esta vez, debemos destruir la amenaza Zerg por completo.
—El noble Tassadar no estaría complacido de saber que abandonamos a tu gente, Capitán Raynor —añadió Zeratul—. No cuando ustedes, terrestres, nos ayudaron sin importar los crímenes del Cónclave contra Char.
Raynor sonrió.
—¿Qué es eso que siempre dicen ustedes…? Oh, sí. En Taro Tassadar!
—En Taro —respondieron los Protoss a su alrededor.
