Era de mañana, había pasado todo un día en el centro pokemon de ciudad Malva, tras aquella derrota God salió corriendo directamente hacia el centro pokemon, su mirada estaba perdida en una esquina de aquel edificio, lo último que hizo fue ver como se llevaban al pikachu y charmander directo hacia la sala de urgencia debido a que aún herido Rayo y God se reusaban a usar la pokeball de dicho pokemon naranja.

Tratando de animarlo Hadson hacía de todo con tal de hacerlo reír, aunque sin frutos God iba animándose más y más. Para la noche había recibido a sus pokemon y el mismo decidió salir un rato a correr, era su forma y tiempo para pensar.

Hadson estaba en la sala discutiendo con Naomi acerca de lo ocurrido tratando de saber que había ocurrido con él en el combate aunque ninguno supo la respuesta sin haberse dado cuenta que había entrado al centro pokemon aquella joven de color miel hasta que la vieron acercándose a ellos.

– Um disculpe... – decía con una voz débil la chica tratando de llamar la atención de aquellos dos entrenadores. La primera en voltear fue la de ojos amatistas con una sonrisa un poca fría.

– A hola, perdón si te dejamos sola en el gimnasio, se nos había olvidado todo cuando fuimos tras God. – dijo esto Naomi de una manera muy amable hasta percatarse de algo– No nos hemos presentado bien, me llamo Naomi Mizuki. Un gusto. – Al ver que pasaba Hadson se dio vuelta para participar en la conversación.

– Yo soy Hadson Rise, cómo te llamas – dijo Hadson de una forma más energética de lo habitual, la joven se quedó sorprendida por aquella pregunta.

– Em... yo soy... Ha... – iba a decir en voz baja pero luego recordó su cometido, la razón por la que había venido, aun no podía decirlo, él debía recordarla. – Soy... –

Mientras tanto...

A un ritmo bastante rápido God iba atravesando un puente sin darse cuenta hasta que al final del encontró una gran torre, al ver a un lado había un letrero que decía: Torre Bellsprout.

– Que increíble lugar, y pensar que estaba tras pasar esto. –decía God con mucha emoción olvidándose todo lo que le había pasado. Al ver arriba vio que el último piso de la torre estaba saliendo humo negro, esto sorprendió bastante al chico de ojos carmesíes pero lo que sorprendió fue que empezó a oír unos pasos acercándose de forma lenta.

En la entrada de aquel edificio se veía la silueta de una persona, era unos pocos centímetros más alto que God, su figura era muy semejante a la de él, llevaba una camisa de color azul oscuro, jeans negros, botas marrones, llevaba un bolso sujetado a su cintura que se encontraba detrás de él, una chaqueta gris y en el pecho izquierdo había el símbolo de La Llama Negra, el símbolo exclusivo del clan Ignest, su mirada seria de esos color esmeralda demostraba una gran frialdad al tal que parecía no tener alma, al ver a aquel personaje tan "simpático" God se emocionó y saludo a aquel personaje corriendo hacia a él.

– ¡Tony! – dijo God alegre empezando a correr hacia el de pelo castaño de una forma algo infantil, pero algo paso, sintió un mal presentimiento. Paro de seco y de un salto hacia atrás logro esquivar una ráfaga de fuego intensa. Al ver hacia donde cayó el ataque vio como se había quemado el piso donde iba a pisar y agradecía el entrenamiento de su maestro o sino... se convertiría en brocheta... otra vez...

– Que... poder... – dijo God del asombro aun en cuatro patas, vio que la sombra era más grande que Wolf y no sabía si era un nuevo pokemon de él o no, lo más que pudo ver que fue devuelto a su pokeball y sin esfuerzo Tony comprimió y guardo en un bolsillo de su chaqueta la pokeball para al final fijar su fría vista en el de ojos carmesíes.

– Ah, eres tu. – dijo Tony de una forma fría antes de apartar la vista y meter las manos en su chaqueta oscura. – ¿Qué haces aquí perdedor? Creí que aun seguías inconsciente en Pueblo Primavera. –

– Sigues siendo tan simpático como siempre, verdad Thomas. – dijo God de una forma sarcástica mientras un sudor frio bajaba de su frente–

– Y tú sigues siendo el mismo entrenador mediocre. – dijo pasando a lado de él sin importarle nada. Lo más que hizo el de ojos carmesíes fue seguirlo con la vista hasta que al estar unos pasos volteo a ver– ¿No vienes? – Tras oír esas palabras ambos emprendieron camino hacia la tienda más cercana...

Sentándose en una banca cercana tomando un refresco God le relata todo lo que le estaba pasando diciéndole acerca de la Lineball y el extraño zafiro, Tony siempre manteniendo una mirada seria mientras oía a su "amigo".

– Y es ahí cuando termine llegando a esa torre– dijo God antes tomar un sorbo a la lata.

– God, pon los pies en la tierra. – dijo Tony cruzando los brazos, al oír aquellas palabras no entendió.

– ¿De qué hablas? –

– Digo que te concentres en lo que haces. –

– Pero si estoy concentrado. –

– Eso no lo dice el hecho que estas bebiendo una lata vacía desde hace cinco minutos. – dijo Tony de una forma fría. Una pequeña sonrisa forzada salía de God antes de volver a estar como antes.

– Volviendo al tema... ¿Has visto a Daisy últimamente? –pregunto serio el de ojos carmesíes, esto hizo reaccionar al de ojos esmeralda.

– Camino a Azalea, tú sabes cómo es ella. –

– Jaja si lose aunque no me sorprendería si se perdiera en alguna ruta antes de llegar. – dijo God alegremente mientras que ahora lanzaba la lata hacia un pote de desechos pero con la fuerza que lo lanzo tiro abajo el pote haciéndolo rodar hasta unos arbustos, al ver esto hasta el mismo God se impresiono.

– Wau. – dijo God con asombro para mostrar su vista en su mano izquierda con la que lanzo.

– Parece que tu heridas sanaron– dijo Tony de forma cortante empezando a ver a God con aquella mirada fría.

– Si y la verdad me siento mucho mejor que antes, como si hubiera nacido de nuevo. – dijo God mostrando con aquella sonrisa que cambiaba el intenso frio de su "amigo", aunque lo último que dijo alerto por un segundo al de ojos color esmeralda pero el otro no lo noto.

– God. – al nombrarlo este volteo a verlo y vio cómo su rival se levantaba. – Respóndeme esto ¿Quién era el que te ataco y porque lo hizo? – dijo Tony con su típica forma seria pero en su mirada se veía determinación, al ver así a Tony solo pudo decir su nombre del asombro más él solo lo veía de manera fría– Responde. –

– No lo sé. – dijo God de una forma apagada, como si recordar lo que había pasado le costara. – Ese día apareció de la nada, me conto una historia acerca de una catástrofe, me reto a un combate y lo último que recuerdo de él era aquel ojo, era parecido al mío pero tenía esos puntos negros y en ellos lograba ver odio. – dijo God recordando cada detalle de aquel hombre con mascara con detalles rojos, hasta que recordó lo que había pasado. – Tony ¿Tu sabes cómo termino? – Esto atrajo la atención del castaño pero manteniendo los ojos cerrados.

– Fuiste tú, God– dijo Tony volteando la cabeza para evitar ver la expresión de asombro y de intriga– Tu con tu Charmander vencieron al clon de aquel Pidgeot–

– Espera... no estés bromeando Tony. No puede ser verdad, yo... quede noqueado no es posible. – dijo God dando un paso hacia atrás.

– ¿Alguna vez he bromeado contigo o incluso haberte contado un chiste? – Tras oír eso God bajo resignado la cabeza pero aún tenía dudas, es más, tenía más de las que ya lo sofocaban. – Tony... –

– No me preguntes como porque ni yo lo sé. – dijo Tony dándose la vuelta y empezando a caminar y tras unos pasos paro y voltio a ver al de ojos carmesíes– Ya dije lo que tenía que decir y como ya estas aquí me largo. No queda nada interesante en este lugar. Adiós. –

– En–entiendo, gracias Tony. Creo que nos veremos pronto. – dijo God rascándose la cabeza forzando una sonrisa.

– Como digas. Adiós perdedor. – dijo Tony de forma diferente mientras metía sus manos en los bolsillos de su chaqueta– Pero eso sí, más te vale sobrevivir porque... todo esto apenas comienza. –

Entre en las sombras se perdió de vista a aquel entrenador hasta el punto de ya no poder escuchar sus pasos. Tras irse, la sonrisa que mantenía God desapareció siendo remplazada por un gesto que mostraba frustración e inentendimiento, sus puño izquierdo se cerraba con fuerza mientras un pensamiento le llegaba a la cabeza, tratando de evitar el mundo real empezó a correr dirección opuesta a donde había ido su "amigo" con más preguntas que respuestas.

Un rato En plena carrera le venían esos recuerdos al de ojos carmesíes, toda la batalla volvía a verla como si fuera la primera vez y veía aquel estado en el que estaba y se lamentaba de su comportamiento, hasta que de un momento otro paro en seco, un pensamiento le llego a la cabeza.

– ¿De quién era esa voz? – se le oyó decir al de ojos carmesíes. Tras decirla empezó a pensar en voz baja y a trotar a un ritmo más calmado. – Con tantas cosas que han pasado y ni llevo dos semanas, ya ni me acuerdo que cosas son reales o no, recontemos. –

1– De alguna manera el pokemon que mi padre me dijo que era perfecto para mí es un pokemon brillante.

2– Tengo una pokeball que no ha salido a la venta de procedencia misteriosa.

3– Un extraño bajo de quien sabe dónde y me mando directo a una cama de hospital.

4– Empecé a oír voces y he tenido alucinaciones hasta ahora.

5– De alguna manera obtuve un raro zafiro celeste que obtuve a una profundidad del mar.

6– Al parecer las visiones me dejan ver lo que va a pasar con el ejemplo del Weedle aparte que ni se dónde está el pobre ahora y…

7– Enloquezco en mi primer combate de gimnasio y además deje pelear solo a Rayo, eso es lo que menos me perdonare. No creo que sea así el comienzo de cualquiera ni tampoco creo que sea simplemente mala suerte. – dijo God entre pensamientos hasta que levanto la cabeza con otra pregunta. – ¿Dónde estoy ahora? –

Al ver a su alrededor se encontró en un lugar con mucha naturaleza, ya no parecía estar en la ciudad y era uno de los momentos que se lamentaba de no haber guardado un mapa.

– Supongo que avanzando llegare a un lugar. – pensó God en voz baja.

Pasaron unas horas, la noche empezaba a hacerse más y más oscura, avanzando hacia una zona más cerrada a la par que se encontraba rocas y escombros, el ambiente tranquilo se sentía más espeso y el aire se podía sentir la humedad. Apenas podía aguantar ese lugar, sentía que la cabeza le daba vueltas, apenas se mantenía de pie y era cuando sus sentidos empezaban a ceder empezando con su vista, con cada parpadeo veía todo gris y empezaba a rodearse de niebla.

– Por favor díganme que aún estoy en Johto. – se decía así mismo de forma sarcástica tratando de mantenerse consiente y no caer pero le era imposible, el dolor volvía pero esta vez no era como la otra vez, aun podía ver con sus ojos pero todo se veía gris, pero aun así no dejo de avanzar.

El tiempo parecía congelado para él y la niebla se hacía cada vez más densa, empezaba a oír susurros de aquellas voces pidiendo ayuda hasta que oía a una femenina en particular.

– Ayuda me... por favor... – God veía a todas partes pero no veía de quien era aquella voz.

– ¿Dónde estás? – dijo God tratando de mantenerse de pie, pero la única respuesta que recibió fueron las mismas palabras pero ahora se oían más fuertes atravesó de donde la niebla era menos densa y aparecía un camino.

– ¿Y eso? – Logro ver entre camino despejado marcas en el suelo, parecían pisadas pero no tenían forma, lo más que hizo el de ojos carmesíes fue seguir aquel camino durante varios minutos hasta que al final del encontró una clase de pequeño lago, se notaba que el agua estaba limpia y cristalina debido a que aun con la poca luz que había podía ver su reflejo.

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[Digimon Xros Wars OST #22]

Su imagen reflejada le mostraba sus ojos carmesíes y noto algo nuevo que pasaba, vio en ellos una clase de figura negra que cubría su pupila, en todas las veces que había sentido dolor de cabeza nunca lo había notado pero no era todo, tratando de forzar su vista volvió a ver su reflejo y es ahí cuando se vio a si mismo pero parecía diferente; era más alto que él, su cabello más que oscuro parecía medio gris, sus ojos parecían más espesos en color que los de él, sus rasgos faciales parecían mucho más maduros y su mirada era mucho más seria, eran bastante parecidos pero para God eran completamente diferentes.

Trato de ver con más detenimiento pero unas ondas en el agua hicieron tomar su atención pensando que fuera un pokemon salvaje y ahora God se maldecía por dentro por no haberse traído a su equipo, ahora estaba en problemas si ese pokemon lo atacaba aunque no era tanto ya que él era mucho más rápido. De un salto se alejó lo más posible que pudo de la orilla al ver que las ondas eran más fuertes y la niebla se hacía mucho más espesa en el lago.

Viendo a más profundidad en el lago vio levemente la figura de aquel pokemon; media como dos metros, tenía una melena de un color azul mar y estaba sobre sus cuatro patas. Su cuerpo parecía ser de un color celeste, tenía dos cintas en su cuerpo y sus ojos estaban iluminados de un rayo azul marino. Ver a aquel pokemon que parecía desprender belleza y majestuosidad solo se quedaba parado sobre el agua mientras esta empezaba a alborotarse más y más siendo cada vez las ondas chocando con más fuerza contra la orilla.

Por... favor... ayúdeme... – se oía aquel eco de la voz de antes pero ahora se escuchaba diferente, se podía notar en su tono que estaba sufriendo.

– ¿E–eres tú la que pide ayuda? – pregunto el de ojos carmesíes aún bajo esos efectos, tratando de acercarse dio dos pasos hacia adelante y es ahí donde sintió un viento helado recorrer su cuerpo que lo obligo a retroceder unos pasos más atrás de donde estaba. De aquella pokemon se podía ver como salían de su cuerpo rayos negros mientras ella se retorcía del dolor, al ver esto sintió impotencia y frustración el de ojos carmesíes, no podía hacer ayudarla con esa distancia y para colmo las ondas se empezaban hacer peligrosas olas, ir nadando ya no era una buena idea mientras que de aquella pokemon parecía rodearle una leve aura negra.

– De... Debes encontrarlo... pri... primero. – se oía esa voz en el eco del frio viento.

– De que hablas tengo que salvarte. – dijo God tratando de acercarse pero el viento era muy fuerte como para hacerlo.

– Es... muy tarde para mí... Debes protegerlos... de él... – se escuchó en el frio viento, estas palabras de verdad asombraron al de ojos carmesíes, no podía creer lo que escuchaba y mucho menos entenderlo. – Debes... irte ya. No lo mantendré por mucho tiempo... De... debes recibirlo... –

– Espera. No entiendo ¿Que debo encontrar y que no mantendrás? – dijo God con fuerza pero el viento se hacía fuerte más fuerte y lo obligaba a cubrirse con el brazo derecho.

– De... Y...m...ii! No... No aguanto más... vete... VETE! – Los grandes vientos helados mandaron a volar a aquel de ojos carmesíes dejando enormes fragmentos de hielo, la niebla empezó a hacerse más expresa acumulándose en el lago desaparecer la figura de aquel pokemon y con el ultimo susurro del viento.

– Por favor... Protégelos... Ryu...seiider... – al oírse aquel susurro en el viento desapareció por completo y la niebla se despejo.

...

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...

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Mientras tanto...

En el centro pokemon de ciudad Malva de un lado a otro iba el cachorro igneante persiguiendo una pelota roja, así este jugando como un cachorro cualquier aun siendo tan orgulloso mientras que su entrenadora hacía con delicadeza un trabajo en una máquina de coser con algunas muestras de tela. En unos de los saltos que daba aquel cachorro cayó enfrente de la joven color miel enredándose con la máquina.

– Natsu, no hagas eso por favor. – La joven lo desamarraba con suavidad mientras decía esto saliéndole una risilla. – Ve por ella– diciendo eso lanzo con su poca fuerza la pelota, de inmediato su igneante amigo fue corriendo tras ella, de nuevo la joven sonrió al ver el ánimo de su compañero pero no tardo mucho y se puso a trabajar de nuevo. No se distraería con nada más, hacia algo que para ella parecía que necesitaba y sin importar nada lo terminaría.

Lo que habían dicho antes con ellos…

– Entonces eres un año mayor que yo– decía Naomi comparándose con la tímida joven que estaba sentada enfrente del otro lado de la mesa.

– Em... si creo que sí. – decía aquella joven de una forma bastante, se notaba como sus manos temblaban debido al nerviosismo y el tono de su voz aunque fuera dulce se oía bastante bajo.

– Bueno ¿Y de dónde vienes? – preguntaba nuevamente Naomi con un tono un poco más amigable para hacer más cómoda la conversación para la chica de ojos color miel.

– Yo... vengo de un campo... cerca de ciudad Olivo. – decía de una manera dulce pero algo tímida aunque parecía empezar a tener un poco más de confianza con la de cabello azul/morado.

– Es sorpréndete lo lejos que has viajado en unos días, se nota que has pasado por mucho. – decía Naomi mostrándole una sonrisa a aquella dulce joven–

– La verdad es que fue algo duro... pero... creo que fue buena idea. – decía aquella joven de cabello color miel, algo que noto en ella era que cuando dijo aquellas palabras vio un pequeño brillo en sus ojos, aunque fuera por un segundo lo había visto–

– (Ese brillo, ese igual al de...) – pensaba Naomi de una forma curiosa e interesada mientras la imagen de aquella sonrisa de su compañero temporal de viaje pasaba por su cabeza. Aun así actuó como si nada pasara– ¿Y porque viniste a Ciudad Malva de todos modos? ¿Estas recolectando las medallas para la Liga de este año? –

– Ehhh... no no es eso... Es que llegue al gimnasio... porque oí que había una... batalla. – mintió la joven ocultando su verdadero propósito aunque jugaba con sus dedos mientras miraba hacia abajo con nerviosismo, le costaba a sí misma no decir la verdad.

– Pe pero... donde está el... – decía apartando la vista.

– ¿God? Salió a correr hace unas horas. No te preocupes por él, lo más que puede tomar es un resfriado por ir tan expuesto. – decía Naomi tratando de bromear aunque como era su forma no daba gracia alguna.

– Este... perdón pero quería preguntarles si saben... sobre su ropa. – decía la joven tratando de mirar a los ojos a Naomi aunque segundos después aparto la vista.

– Mmm Ahora que lo dices... Nunca le hemos preguntado. De todos modos cuando lo conocí estaba en pijama y nunca nos habíamos fijado en lo que tenía puesto. Hadson ¿Acaso él te lo ha mencionado alguna vez? –

– Pues no. La primera vez que lo encontré me salvo de ser golpeado y para serles sincero cuando apareció le tenía más miedo a el que a ellos, en ese momento pensaba que era como un... –

– ¿Un Monstruo? – pregunto cabizbaja mientras que sus cabellos ocultaban su vista.

– Este... si ¿Cómo lo supiste? – pregunto Hadson un poco sorprendido.

– Este... intuición. – La joven cerro los ojos sonriendo un poco forzado pero en sus manos que descansaban en su regazo se apretaba una a la otra tratando de mantener algo que parecía ser bastante enojo, esto último fue visto por la de ojos amatistas pero aun con dudas mantuvo su expresión tranquila manteniendo la calma.

– Este... disculpen pero me tengo que ir. – dijo levantándose de su asiento e hizo una reverencia por respeto. – Con su permiso, me retiro. – dicho esto aquella joven llamo a su fiel e igneante cachorro que todo el rato había estado jugando con Wrecker y el Nidoran de Hadson, la retirada un tanto apresurada de aquella joven hacía pensar a Naomi y su forma analítica de hacerlo le traía ciertas preguntas sobre ella...

Y volvió a la realidad…

Recordando aquellas palabras había terminado su trabajo, lo que faltaba era dársela y es ahí donde cayó en la duda. Había hecho eso pero no sabía si podría dárselo si no tenía el valor necesario.

Un rato después en las cercanías de Ciudad Malva se veía como en pleno prado estaba noqueado aquel chico de cabello oscuro, parecía que el viento había mojado casi toda su ropa y sin excluir que alrededor de el habían fragmentos se hielo que parecía que el mismo viento había congelado, pero ahí no terminaba ya que parte de su brazo derecho había sido atrapado dentro de una clase de bloque de hielo. Aun noqueado una lagriman salió de su ojo derecho y en su cabeza ocurrían... ciertas cosas.

Tras unos momentos se logró ver como empezaba a abrir los ojos y lo primero que logro avistar en el cielo fue un destello rojo, una estrella en el firmamento que tras parpadear desapareció.

(¿Dónde estoy?...) – pensaba en si tratando de recordar mientras se levantaba, al ver a su brazo en pleno bloque de hielo simplemente impacto con fuerza su brazo derecho destrozando y liberándolo pero en ello se escuchó un golpe metálico de él. Al levantarse empezaba a recordar todo, ya era mucho para hoy, lo mejor era conversar lo que paso con la almohada y ahí emprendió camino tratando de encontrar el camino hacia el Centro Pokemon.

Mientras tanto... En el techo de aquel edificio rojo...

La joven de cabellos miel caminaba con una vestimenta algo mas cómodo; Llevaba una chaqueta con manga y capucha corta color lavanda intenso con bordes blanco, unos shorts que combinaban perfectamente, su pelo de miel era sujetado por un cintillo color lavanda más intenso y en su mano izquierda llevaba un listón celeste amarrado haciendo un lazo.

Sentándose al lado derecho de aquel techo tratando de rodear sus finas piernas con sus brazos mientras metía la cabeza tratando de esconder la vergüenza mientras pensaba como lograría dárselo con su timidez, no se le ocurría como dárselo y de un golpe de frustración bajo la cabeza indecisa. Por unos momentos trato de calmarse y recordó aquellas palabras de su abuela.

– Si tienes dudas tócala la melodía que te guiara tu eterno sueño... – susurro esa frase con un tono dulce para luego después sacar la ocarina color lavanda del bolsillo de su chaqueta. A pocos centímetros de empezar a soplar en ella susurro unas leves palabras.

– Por favor, recibe la melodía de mis sentimientos, Crim. – dicho esto empezó a tocar una melodía que al solo oírla desprendía paz y alegría, aquella melodía daba un aura llena de luz, una luz que brillaba en la oscuridad...

A la lejanía God iba yendo sin rumbo alguno desorientado por aquella niebla tan espesa. Sin mapa, sin su atesorada brújula y totalmente desorientado, literalmente estaba perdido y para el colmo estaban haciendo efecto la fatiga y empezaba a rugir la tripa.

– Por favor... que este cerca del Centro Pokemon... Me conformo con aun estar en la región. – decía God desesperado yendo en zig zag por el cansancio mientras trataba de mantenerse despierto. – Creo que debí haber comido algo en la tarde. – decía antes de ser respondido por el rugido de sus tripas. Al ritmo que iba no podría llegar al establecimiento, él sabia eso pero no tenía más opciones más que seguir adelante. Cansado y hambriento pensó en descansar un momento mientras apoyaba el peso de la parte superior sobre sus rodillas mientras jadeaba y obtenía algo de aliento, rezando cansando había llegado a estar bastante deprimido, lo más que quería ahora era dejar de caminar, solo quería llegar hasta sus pokemon, donde estaba la herencia de su padre y el hijo de ella.

– ¿Y... esto? – Entre los problemas que lo atormentaba sintió esa sensación otra vez, aquella tranquilidad que resonaba en su alma–Esa melodía es... – Al segundo de escucharla se levantó hiperactivo buscando el origen de aquella melodía, la había escuchado antes, era aquella melodía de su pesadilla. Tratando de calmarse empezó a caminar buscando el autor de la melodía.

Mientras... Centro Pokemon...

Desde que empezó a viajar por su "objetivo" había tenido ciertos problemas, le era impresionante lo que había hecho. Ir desde las cercanías de Ciudad Olivia hasta Pueblo Primavera, la noticia de que había unos Cazadores Exp por la zona y que era recomendable NO pasar por ahí, sin embargo no podía evitarlo, la fecha acordada era en su cumpleaños y para ella era el punto decisivo de volverlo a ver, aunque debía admitirlo, no planeo exactamente todo su viaje hasta aquel misterioso pueblo Oculto donde vivía, lo más que podía hacer era ir a donde lo conoció, a Pueblo Primavera. Tal vez si se había adelantado de más en esa vez... pero ahora no importaba eso, solo debía pensar en tocar la ocarina...

No sabía porque pero esa canción era algo especial para ella, era la primera canción que había aprendido, con esfuerzo logro dominar aquella canción en algo de tiempo, aunque aún no había entendido porque tenía que aprender esa canción en concreto, admitía que era una bella melodía pero aun así no tenía letra y según sabia era una de las más difíciles. La única explicación que le dio su dulce abuela era:

"Veras según sabes esa canción tiene dos funciones. La primera es que esta canción tiene un mensaje, es el más puro ejemplo de sentimientos ya que según como te sientas la ocarina hará sonar la melodía. Si esta alegre, triste, preocupada, o tal vez emocionada, la ocarina hará sentir a los que te rodean lo que sientes, todo menos un sentimiento. Y la segunda cariño, es para purificar y calmar los sentimientos negativos, es algo que solo nuestro Clan puede aprender a tocar.

"Y si te dijera que esta canción tiene un secreto más... según tu padre... si tocas la ocarina con el corazón harás sentir a esa persona esos hermosos sentimientos que sientes mi niña, aun eres muy joven para entender esto último pero algún día entenderás... su significado"– Las palabras de su abuela llegaban a su casa tras un breve recuerdo. Habían pasado más de 11 años y ella aun no entendía el significado pero si estaba segura de algo y era que evitaba que los pokemon pelearan y se hicieran daño, eso para ella era un buen uso de ella.

Al rato termino la canción y entonces la joven inhalo aire puro y al exhalar sintió que sus pesares se habían ido, pero aun así eso no le había dado la respuesta de como dárselas.

– Supongo que mis sentimientos no fueron suficientemente fuertes como para llegarte, Crim– dijo la joven con una triste expresión en su rostro, parecía que una lágrima iba a salir de su ojo.

– Disculpa... – La joven escucho una voz bastante conocida, parecía como la de él pero un poco más gruesa, al darse vuelta vio a ese chico de cabello azabache despeinado por el viento, en ese momento vestía una camisa oscura ciertamente tocada, unos shorts azules, gomas quemadas y en su cuello una extraña moneda plateada colgaba. Parecía que había desarrollado masa muscular considerablemente en los brazos y las piernas, ya no parecía tan pequeño como antes, pero la única cosa con la que ella podía aclarar que era el eran ese par de ojos carmesíes, no importaba el momento, esos ojos la hacía sentir cálida con solo una mirada. – ¿Tú eras quien estaba tocando esa melodía? – La joven se había quedado sorprendida de verlo ahí y apenas pudo reaccionar tímidamente ante la pregunta asintiendo levemente.

– Lo... lo–lo siento... Pen...sé que... estaba sola, ya... me retiro. – dijo apresurándose a llega a la puerta por donde llego hasta ahí.

– Oye espera. – Decía God apresurado antes de cambiar a un tono tranquilo y con un movimiento rápido agarro la mano izquierda con su derecha evitando que se fuera– Perdón por interrumpirte, yo también pensé que no había nadie pero eso no significa que te tengas que irte, yo me quedare allá, si quieres puedes quedarte. – Al oír estas palabras ella se paralizo de los nervios, no podía creer lo que había dicho.

– (El... quiere que me... me quede... ¿Acaso el... me recordara...?) – pensaba en su cabeza mientras que su rostro empezaba a cambiar a un rojo intenso, casi al mismo rosado que sus ropas lavanda. En un leve movimiento volteo a ver hacia donde ella había agarrado, tratando de no desmayarse vio algo que no esperaba, su brazo derecho estaba herido y tenía fragmentos de hielos clavados al verlo esto mantuvo su observación en esas heridas hasta que el la saco de sus pensamientos.

– ¿Estas bien? – Las palabras del de ojos carmesíes hicieron reaccionar algo tímida a la joven tanto así que pensando que no la había escuchado volvió a preguntar, solo que esta vez ella si respondió asintiendo.

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