II. Cosas Pendientes.

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El entrenador ayudó a la joven cargándola hacía la lapras donde sus compañeras en el lomo de la lapras irían al lago a evitar que el terratemblor les afectará a ellas o a los pokemon heridos, el azabache sabía cómo resistir una onda de choque así y para evitar el sobrepeso en la pobre lapras se quedó en tierra. Cuando ya estuvieron lo suficientemente lejos el entrenador le dio la orden al pokemon megatón cargado con bastante fuerza el golem lanzo un fuerte puño a la tierra y demostró la gran diferencia con su antigua etapa demostrando el poder de su nueva evolución.

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Fue un gran impacto el que de un golpe creó una onda de choque que a que fue creciendo iba destrozando el hielo que cubría el suelo y gran parte de este siendo despedazado por aquel golem, God veía sorprendido con una sonrisa la gran fuerza que ahora tenía el pokemon viendo como todos los pokemon que habían sido congelados fueron liberados, confundidos y sin saber que paso estos fijaron su vista en el gran golem que imponente se alzaba ante todos los demás, aunque para su vista los nervios lo abrumaban por dentro no sabiendo que hacer volteando a ver al azabache pidiéndole ayuda a quien lo metió en ese rollo.

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Este con señales le decía al golem que demostrará su fuerza y que soltara un fuerte rugido, pero antes de que lo pudiera hacer un rugido a lo lejos llamó la atención de todos los demás y fue la sorpresa para el entrenador el ver al golem moribundo acercarse lleno de irá hacía ellos.

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– Oh no, otra vez y viene más Grande. – dijo God ya cansado por tener que seguir combatiendo, el entrenador inconscientemente buscaba la pokeball de su charmeleon pero luego recordó el estado de su pokemon tipo fuego. – Esto es malo. –

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Lo primero que este observó fue a la lapras con las dos humanas y con furia de entre sus manos una esfera de energía que atrajo fragmentos de rocas y creando una gran piedra mucho mayor a su tamaño.

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– (Demonios, Bee está cansado, Rayo está debilitado y Disc... No, no puedo hacer nada, nos va a atacar) –

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El golem herido con todo su enojo había preparado su Lanzarrocas en gran magnitud preparado para atacar a la pequeña lapras, pero el nuevo golem interfirió en esto usando el terratemblor haciendo que el viejo golem perdiera el equilibrio y cuando lanzó el enorme proyectil este iba contra algunos de los pokemon de la cueva, pero el kadabra uso el teletransporte por dos segundos enviando la roca a uno de los lagos cercanos y regresando a donde estaba.

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El nuevo golem tras esto y con toda su irá soltó un potente rugido antes de rodar y dar un salto golpeando al golem con un desenrollar. Una y otra vez el nuevo golem defendía a la lapras junto a los humanos que los habían ayudado, lo que había hecho su predecesor estaba completamente mal y sin importar sus motivos estos no eran escusa como para aceptar las decisiones que había tomado. Imponente enfrente del golem que había caído al suelo se encontraba el Nuevo Golem demostrando su fuerza.

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Se podía el viejo de su especie al verlo notaba como este desprendía una sensación aplastante que aunque lo quisiera no podía levantarse ante su presencia. El golem sentía aquella agobiante sensación y recordaba una silueta parecida que lo hacía sentir igual que en ese momento. La Alfa y madre de la pequeña Lapras estaba prácticamente enfrente de él y le hacía recordar lo que había hecho antes.

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Se había dejado llevar por el odio a los humanos. Tanto odio por como lo habían tratado, como todos los pasaban de un lugar a otro haciéndolo sentir un inútil, pero los demás también eran tratados así o incluso peor. Poco a poco veía como los humanos los trataban como basura y nadie hacía algo al respecto.

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Por eso se hartó de todo los humanos que se creían superiores ante ellos y si los pokemon no veían la cruel verdad o no querían verla, le tocaba a él, quien ha visto esa cara del ser humano, hacer la diferencia y proteger su hogar de aquella plaga antes de que sus hermanos fueran infectados. Para eso ya era muy tarde, uno de sus hermanos había sido infectado por el virus que no pudo eliminar.

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Aquel hermano, semejante de apariencia, que con la ayuda de los humanos ahora tenía una fuerza igual o casi mayor a la que a él le costó años en obtener y el la obtuvo en un par de minutos. Ahora se enfrentaba a él, después de haberlos cuidado y liberado ahora se alzaba enfrente de ellos.

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Todo lo que odiaba ahora su hermano lo representaba, un ejemplo de los pokemon que bajo la doctrina de los entrenadores eran esclavizados y usados como armas para su entretenimiento ahora estaba presente enfrente de él, y para colmo lo habían vencido.

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Sus hermanos ahora estaban en peligro volviendo a estar bajo el control de los humanos donde podían esclavizar nuevamente a su familia e invadir su hogar a su placer. Lo peor era que ese nuevo golem se rehusó a terminar el trabajo sucio de los humanos, lo habían dejado en el suelo simplemente para demostrar su autoridad siendo el peor error posible para ellos, puesto el golem quien ya no soportaba la idea de que todo eso pudiera ocurrir decidió terminar con eso de la misma manera que uno de sus viejos aliados, llevárselos a todos en una gran Explosión.

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Fue muy repentino el gran resplandor que el nuevo golem no tuvo suficiente tiempo de reaccionar cuando logró oír un disparo y la luz que reunía se dispersó en un instante junto a que un sudor frío paso por su frente al ver al pequeño pato amarillento que no mostraba ningún signo de miedo.

Psy... – el pequeño pato amarillo levantó su aleta alegremente sin notar la tensión en el ambiente, el golem sin importar esto intentó volver a acumular energía y llevárselos a todos, pero no pasó nada en absoluto dejando algo confuso a todos los del sitio incluyendo al otro golem enfrente de él.

– Vaya, me voy cinco minutos y ya hay otro que quiere hacerlos volar. – dijo sarcástico Zeke siendo el dueño de una arma de fuego más parecida a un juguete, luego de eso el cazador con la mira del arma parecida a un revolver disparó de nuevo ahora dándole al cazador y creando una gran luz. – y yo que ya teníamos algo especial. –

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Cuando se dispersó el cazador sonreía tranquilamente al ver la pokeball moviéndose de un lado a otro y oír el seguro antes de que la pokeball desapareciera en una luz, se había teletransportado al PC.

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– ¿Q-Que ha pasado? – La entrenadora color amatista veía confusa lo que había pasado. – En un segundo se ha desparecido. –

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Lo capturó, creó... – le respondió el entrenador cayendo sentado al suelo debido al pequeño paro cardíaco que tuvo al ver que se habían salvado de la explosión y agradecía en forma silenciosa que el cazador haya regresado a echarles una mano. – Ya, luego de salir voy a guardar siempre una cuerda huida conmigo cada vez que salgamos. Ya son muchas vueltas para mí. –

Esto... Disculpen pero... ¿Qué pasó con él? – la joven color miel veía un poco preocupada a su alrededor buscando al dichoso pokemon.

Para ser algo que casi te asesina varias veces sin dudar te preocupas bastante por él, no sé si será... –

– Alguien, Zeke, alguien. Los pokemon son seres vivos. – le interrumpió el entrenador que ahora veía aquel techo oscuro más o menos cansado.

– Como sea, ahora mismo da igual. – dijo el cazador guardando el arma en su bolso. – El punto es que ya no molestará, ahora que este en la PC. –

– Creí que no lo ibas a capturar, que estaba contaminado y todo. –

– Exacto, es peligroso que este cerca de otros pokemon o de un entrenador y dejarlo en la PC pero nunca dije que en mi PC. – El cazador trataba de mantener una clase de suspenso pero viendo el ánimo de los demás, expresado en sus sinceras expresiones decidió cortar el rollo. – En otras palabras, no molestará más a esta cueva ahora que está en una de mis cuentas de negocio aparte. –

– Claro, esperando venderlo a un buen precio a cualquier traficante. – dijo Naomi en seco mostrando su disgusto ante el cazador que también reconocía el agrio y frío sentimiento en su contra.

– Los malos también comen, cariño. – dijo Zeke viendo y sacando detalles al nuevo "producto." – Aunque no creo que alguien como tú lo entienda. –

– ¿Qué? ¿Matar y traficar como si fuera un trabajo? Es cierto, no lo entiendo. –

– Ya ustedes dos, no es momento de pelear ahora entre nosotros. – gritó el entrenador levantándose velozmente para ponerse entre ambos para evitar que se hiciera aún más complicada salir si ellos ahora se ponían a combatir en ese mismo momento. – Como dijo un sabio "Cada cosa a su momento"–

Esto... –

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La joven llamó la atención de los tres entrenadores señalando hacía una dirección, y les fue una sorpresa cuando varios pokemon empezaban a rodearlo y lo reconocían al nuevo golem como el pequeño geodude de antes. Poco a poco ellos se acercaban al pokemon empezando a reconocer al pequeño geodude y no tardó mucho para quienes lo conocieran se alegraran de verlo ahora como alguien más fuerte. Era difícil de saber lo que se decían en sí, pero el entrenador medio entendía y se alegraba de que poco a poco el nuevo golem se encargará de dicha responsabilidad.

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– ¿Estás seguro que él podrá con esto? Me parece que es mucha carga para uno solo, no tiene experiencia alguna como serlo y apenas sabe cómo moverse en su nuevo cuerpo. – la joven amatista se acercaba al entrenador que se estiraba por el dolor muscular que sentía en los brazos. Su preocupación era notable al notar las ciertas fallas en la falla de su plan, mas este solo esbozó una gran sonrisa. – Sé que le tienes confianza, pero no sé si entiendas bien cómo es que debe ser su Alfa. –

– No te preocupes. – El entrenador le apuntó hacia donde se levantaba el Onix ya notando que podía moverse y dejar de fingir, el Onix pasando a un lado de los entrenadores se fijó en concreto en el par de ojos carmesí que le devolvía la mirada desafiante y ante esta solo asintió mientras pasaba yendo hacía donde estaban el grupo. Su sorpresa para los demás aparte de que ese pokemon actuará así con el carmesí fue que los demás pokemon veían alegres que ese Onix estuviera bien aparte de que el nuevo Onix baja su cabeza en forma de reverencia. – Tendrá un buen maestro. –

Creía que... Estaba debilitado. –

– Por favor, no creo que unas vueltecitas y un par de rasguños debiliten a ese grandulón, es una serpiente hecha de piedra de 10 metros. – dijo God sonriéndole mientras cruzaba los brazos notando que lo que suponía era verdad. – Solo se dejó vencer para darnos una oportunidad de salir, supongo que hay pokemon que aún tienen fe en los humanos. –

– Les doy dos una semana, un mes cuanto mucho. – dijo el cazador sarcástico alejándose de los demás. – Cuando quieran los llevó a la salida, pero el tiempo corre en el parquímetro sigue, solo es una sugerencia. –

– Detesto a los cazadores, más a ese Têtu. – dijo Naomi frunciendo el ceño ante como era la forma de pensar de aquel que ella empezaba a odiar. – ¿Cómo es posible que te caiga bien? Es un desperdicio humano. –

Solo... Dale tiempo, es como un cachorro perdido buscando su hogar. –

– Más bien una tonta Arbok. – Naomi demostraba los sentimientos negativos que tenía contra el cazador. – Pero tiene algo de razón, lo mejor será salir mientras aún podamos. –

Estoy de acuerdo, hay que irnos pero... – Ambos volteando lentamente sabían y entendían bien que era lo que debían hacer pero la joven de color miel debía aclarar su duda sobre lo que debían hacer con la pequeña Lapras. – Hay que hacer algo con ella, Amber. No podemos dejarla aquí, sin su madre ella podría... –

– Y-yo puedo cuidarla... – La joven levemente subió su tono de voz común mostrando que ella sabía lo que ellos estaban pensando. – Puedo cuidarla, ella estará muy bien conmigo... Por favor déjeme atraparla. –

– Amber, no tienes que pedir permiso para hacerlo, desde hace meses sabemos que tú lo ibas a atrapar, es parte de ti querer cuidarla. – le dijo el entrenador sonriéndole sintiéndose algo incómodo al decirle que no tenía que pedir permiso pues eran iguales. – Aparte si el cazador la dejó tranquila significa que tampoco la va a capturar, tienes el camino libre. –

En serio... Muchas gracias... –

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La joven esbozó una alegre pero tranquila sonrisa aun estando emocionada y agradecida por todas las cosas que habían pasado. Volteándose alegremente juntando sus manos con mucho cuidado se acercó a la pequeña Lapras que no entendía bien que estaba pasando pero al ver la expresión de alegría de la joven que reconocía como alguien parecida a su madre.

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– Pequeña, tengo algo que preguntarte. –

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La joven tenía por completo la atención de la lapras junto a la de ambos entrenadores y el kadabra que se mantenían fija sus miradas haciéndola sentir algo de presión al ver aquel extraño grupo que no conocía.

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– Sé que no te gusta estar sola y la verdad me gustaría que vinieras de viaje... ya sabes, conmigo. –

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La Lapras no prestaba mucha atención ahora siendo rodeada por las miradas de los demás, la presión empezó a ser bastante para que la "pequeña" pokemon se sintiera muy nerviosa, e igualmente la joven veía nerviosa con un poco de rubor en sus mejillas. Ella jugaba con sus dedos viendo al suelo y a un lado pues era la primera vez que pedía algo así. La lapras no le escuchaba las palabras de la joven abrumada por tanta atención.

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Haré lo posible para que seas feliz, puedo... cocinar tu comida favorita y tendrás amigos con quien jugar... Sé que no puedo compararme a tu madre pero por favor... Déjame cui... –

Al final no pudo terminar lo que decía al ver a la joven lapras sumergirse en el agua profunda del lago, ver las últimas ondas de movimiento desaparecer y que en la garganta de la joven se hiciera un nudo junto a que su mirada se bajara. Los dos entrenadores no sabían que hacer en ese momento puesto según lo que habían visto y en la forma más sincera posible: La habían rechazado.

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God intentaba decir algo, pero las palabras no lograban salir en aquel momento y sinceramente el no entendía muy bien como confortar a alguien. Daisy era bueno en eso, e incluso Tony lo superaba en ello. Siempre fue el malo en esa parte de una relación. Para su suerte la joven amatista tomó acción y se acercó a donde estaba ella y tomándola de su hombro con suavidad y haciendo un leve apoyo en su espalda le susurro suavemente en su oído.

– Amber ¿Estas bien? –

S-Si... Solo algo sorprendida... Pero si ella no quiere no la puedo obligar. – susurró la joven tratando de sonreír viendo la última onda desaparecer en el agua, y antes de que de repente un objeto color lavanda empezaba a levantarse mientras que la joven lapras levantaba el cuello. – ¡¿Eh?! Mi... Ocarina... –

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La pequeña lapras extendió su cuello saliendo poco a poco hasta llegar a la superficie, al llegar a la altura la lapras extendió su boca dándole de vuelta su extraño instrumento en sus manos a la joven recuperando su propio tesoro. Luego de eso la lapras empezó con su cabeza a acariciaba el pecho de la joven mostrando el cariño que le tenía y ya no pudiendo más la joven soltó un par de lágrimas ahora rodeando su cabeza con sus brazos esbozando una sonrisa.

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Gracias... – algosolloza susurró la joven incapaz de seguir hablando, ahora solo disfrutaba de aquel silencio y el calor que ahora la tipo hielo recordaba como estar en hogar. Separándose por un momento y juntando por un momento la frente de la Lapras von la suya la joven esbozaba ahora.

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El entrenador solo esbozó una sonrisa tranquila al ver que esa parte de la historia salió bien, pero aún eso el leve toque del kadabra le llamó la atención.

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Hola, tú. No te preocupes, ya un par de sándwiches nos esperan cuando volvamos... – decía el entrenador alegre pero su sorpresa fue que el kadabra tenía en su mano apuntándole una greatball, y cuando revisó su inventario rápidamente noto que era suya. – Wow… ¿Cuando tu...? Tienes dedos rápidos al parecer, pero ¿qué quieres hacer con ella? –

– God, por favor dime que bromeas, es obvio que quiere ser tu pokemon. – la joven amatista tuvo que intervenir al ver que si fuera por el entrenador se irían a un rollo más largo y ya le costaba bastante el cansancio en pensar y prefería evitar meterse en más problemas. – Parece que te conoce de antes y parece que te tiene bastante estima. También que le tiene bastante rencor al Têtu pero eso creo que es normal al ser un cazador. –

– ¿Tú crees? Pero que yo recuerde jamás había visto antes a este compañero, aunque no sé si será de mucho tiempo atrás pues mi cabeza no es muy buena que digamos para recordar. – dijo el entrenador poniéndose a la altura del kadabra rascándose la cabeza un poco confuso por todo ese asunto. – Pero si quieres ser parte de mi equipo pues no tengo objeción alguna, nos demostraste un gran valor y un gran corazón al ayudarnos sin pedirte nada a cambio. Esta decidido, serás parte de mi equipo ¿Te parece? –

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El kadabra asintió decidido antes las palabras del entrenador, y este esbozando una sonrisa tomó la greatball de la mano del pokemon y con su centro levemente toque la estrella de su frente a lo que el artefacto convirtió al kadabra en luz y la almaceno antes de cerrarse y con tres movimientos el seguro se puso.

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Levantándose del sitio ahora con su mirada alegre y motivada fija en su greatball, el entrenador sonreía ante su "primera" captura oficial como entrenador, pero el sonido de su bolsillo de parte de su Pokedex le llamó su atención. Al ver en ella una pantalla de texto donde aparecía la pregunta; ¿Quieres ponerle un nombre? God entendió y colocando el nuevo nombre del integrante.

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– Muy bien… Como no cabe Señor Bigotes. — God forzaba una sonrisa al bloquear un poco su decepción. – Bienvenido al equipo, Kazza. –

Esto... – la joven le susurró despacio al entrenador haciéndolo saltar su corazón del susto. – God-kun... ¿Podría... pedirte un favor? –

Eh... Si dime pero por favor, para la próxima pisa más fuerte o ponte un cascabel. – dijo God en broma al ver que su compañera era de pies ligeros. – Dime ¿Que necesitas? –

Bueno... Yo... – la joven veía a un lado ocultando la mayor parte de su rostro con mechones de su largo cabello tratando de que las palabras salieran de su boca. – Nunca... he capturado y... Estoy un poco nerviosa... –

– ¡Ah eso! ¡Claro! ¡Puedo ayudarte! –

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Tomándola con cuidado por los hombros el entrenador se tomó una libertad poniendo enfrente de la lapras a la joven y la mano con la que sostenía una greatball la mantenía estirada junto a la suya. Sin notarlo God se acercaba bastante y aunque para ella se viera bastante diferente en su imaginación. Se podía destacar la diferencia de edad y tamaño siendo casi veinte centímetros más alta la joven teniendo God que estar en puntitas. Una escena que hacía que un sudor frío pasara por la frente de la amatista. Por respeto, Naomi no se reía.

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Cuando el rayo de luz de la greatball iluminó la zona el pokemon con una sonrisa desapareció, y al oír el seguro puesto de inmediato la joven abrazó con fuerza el esférico objeto cerrando los ojos. Mientras tanto, God sintió como la greatball se movía una vez más en respuestas a quién se encontraba dentro.

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– Bienvenida a la familia, Pequeña Fuyupe. –

Una lágrima deslizó por su mejilla, pero su sonrisa demostraba que aquel sentimiento era de felicidad y sin querer el azabache escuchando ese leve susurro recordaba esa sensación que lo confortaba, aquella que apenas recibía de niño en largas noches heladas de invierno.

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El calor que una madre podía darle a alguien era algo que no podía compararse con cosas superficiales y aunque fuera en breves momentos recordaba a su madre notando que aunque fueran totalmente diferentes en apariencia, características y personalidades, compartían el hecho de tener un gran corazón.

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Bueno... – Acercándose a la joven el entrenador extendió su mano ante la joven y sonriéndole de manera más tranquila atrayendo su atención. – Es suficiente de tanto frío ¿No te pareces? –

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La joven dudó un poco pero viendo la expresión del joven puso su mano lentamente con la de él.

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– Vamos, todos afuera. –

– ¡Si! –