Autor Original: rexlover180

ID: 2962133

Notas de la traductora:

¡Aloha~!

Así que, sin más dilación, ¡que lo disfrutéis~!

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8. Fuera la resistencia

"Pero si Arthur es el Rey" murmuró Francis.

"Mi Reina está actualmente siendo acusado de locura, lo siento" gruñó Alfred.

"¿Dónde está la prueba de que eres el Rey?" preguntó Ivan con calma.

"Aquí" Alfred tiró el Reloj del Rey sobre la mesa y, enfadado, se fue. Cuando estuvo fuera de la línea de visión de ellos, echó a correr. Corrió hasta que llegó a donde recordaba que estaban los establos, donde su hermano estaba trabajando.

"¿Alfred?" Matthew, su gemelo, parpadeó cuando llegó allí "¿Qué pasa?" al parecer estaba a mitad del cepillado de un caballo.

"¿Dónde está el manicomio?" jadeó Alfred, las manos en sus rodillas mientras intentaba recuperar el aliento.

"Al oeste del castillo, a las afueras de la capital" informó Matthew "¿Debo preguntar qué pasa?"

"Te lo contaré cuando le traiga de vuelta" Alfred rápidamente montó un caballo al azar y pateó para ponerlo en marcha. Había montado antes a caballo, así que sabía lo que estaba haciendo. Pero era un poco incómodo montar uno sin una silla de montar. Incómodo y doloroso. Pero podía soportarlo si podía salvar a Arthur.

Hizo que el caballo corriese a toda velocidad en la dirección en que se le dijo que tenía que ir. Casi atropelló a varias personas mientras corría hacia la capital, pero ni siquiera se molestó en decir que lo sentía. Se limitó a mirar hacia adelante y siguió su camino lo más rápido posible. Cuando salió a las afueras de la capital, se encontró con un leve trozo de bosque que terminaba de golpe y tenía un camino de tierra, el cual siguió durante lo que pareció ser una eternidad. Todo este trayecto parecía que estaba llevándole demasiado tiempo. Mataría a cualquiera si algo malo le sucedía a Arthur en el tiempo que le llevaría llegar allí. Pronto, pudo ver la forma de un edificio frente a él.

Apenas ralentizó la marcha antes de llegar al edificio. Había un par de personas para recibirle frente a la puerta. Alfred rápidamente saltó del caballo y apenas reconoció a las personas mientras irrumpía en el edificio. Era bastante grande por fuera, pero la sala en la que entró era bastante pequeña, con solo un hombre en el escritorio de enfrente y una antorcha. La antecámara daba un sentimiento muy espeluznante y Alfred reprimió un escalofrío mientras caminaba, intentando ignorar desesperadamente el hecho de que el lugar probablemente estaba lleno de fantasmas. Estaba aquí para salvar a Arthur, no acabar aterrado.

"Hola" dijo el hombre en el escritorio tranquilamente.

"Uno de vuestros pacientes" dijo Alfred, acercándose al escritorio y mirando los ojos espeluznantes y sin vida del hombre "Arthur Kirkland, no pertenece aquí. He venido a llevármelo de vuelta"

"Lo siento terriblemente, todavía no se le ha dado el alta" dijo el hombre con simpleza. Definitivamente, su mirada fría estaba asustando a Alfred, pero tenía que ignorar eso por ahora.

"¡Ni siquiera has mirado nada!" espetó Alfred.

"Será capaz de irse cuando esté curado" declaró el hombre.

"Mira" Alfred se inclinó hacia él, olvidándose de su miedo por un segundo "Soy el Rey de Espadas. Debes escucharme y dejarle ir. Ahora"

"Eso solamente lo puede decidir su médico" el hombre parecía completamente imperturbable ante la amenazadora voz de Alfred "Cuando esté bien otra vez, puede irse"

"Ni siquiera está loco en primer lugar, ¡maldición!" Alfred sentía como si pudiese arrancarse el pelo. Antes de que alguno de ellos pudiese decir nada más, alguien salió por la única puerta en la sala que no era la de entrada. En realidad, se trataba de dos personas, trabajando en conjunto para llevar a un hombre débil y sin vida. La cosa que más aterraba a Alfred era el hecho de que tenía cicatrices en todo el cuerpo sin camisa y cuando esa puerta se abrió, pudo escuchar un grito. Los ojos de Alfred les siguieron, abriéndose ampliamente, mientras salían por la puerta de enfrente "¿Es eso lo que ocurre con la mayoría de vuestros pacientes?"

"No necesitas preocuparte" el hombre negó con la cabeza.

"¿No necesito preocuparme?" gritó Alfred al hombre. Miró hacia la puerta por la que esas personas habían salido hace un momento. Tragándose todo su coraje, corrió hacia la puerta e intentó tirar de la manija, pero no se abriría sin importar cuanto tirase. Y pronto, fue arrastrado lejos por las dos personas que sacaron fuera al muerto.

En su camino hacia la puerta, el hombre espeluznante dijo "Arthur Kirkland es la Reina de Espadas, se le dará el mejor tratamiento que tenemos. Estará fuera en poco tiempo"

"¿Cuál es el tratamiento, exactamente?" preguntó Alfred.

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"¿A dónde narices me lleváis?" estalló Arthur, todavía luchando contra el agarre de las personas que le movían a través de los pasillos. Cuando fue traído en primer lugar a este lugar increíblemente espeluznante, fue encadenado a una simple cama en una habitación durante un tiempo, tal vez una hora, no lo sabía. Todo lo que sabía es que podía escuchar unos pocos gritos cada poco tiempo. Además, ni siquiera las hadas en este lugar parecían tener sus cabezas bien. Estaban volando en zigzag y se reían incontrolablemente por todo. Ni siquiera hablaban.

Y ahora esas personas se negaban a hablarle y estaban arrastrándole a un lugar que desconocía. Arthur intentó clavar sus talones en el suelo, pero ese esfuerzo fue en vano, porque finalmente llegaron a una puerta abierta.

Rápidamente fue empujado al interior, todavía siendo sostenido por ambos lados por esas personas. La habitación era sencilla, pero había dos bañeras de madera con solo unos metros de distancia entre estas. Parecían lo suficientemente grandes para que un hombre entrase. Había un hombre de pie en medio de las bañeras y Arthur fue arrastrado hacia él, sus brazos agarrados tras él. Podía ver que las bañeras estaban llenas de agua a ambos lados. Pero una de las bañeras parecía expulsar vapor de agua.

"Hola, Arthur" dijo el hombre con calma.

"Hola" Arthur le miró.

"Sabes por qué estás aquí, ¿verdad?" preguntó el hombre.

"Porque algún imbécil decidió que estaba loco" declaró Arthur "No lo estoy, por lo tanto, ¡no necesito estar aquí!"

"Crees en las hadas, según me han dicho" dijo el hombre.

"Si" respondió simplemente Arthur.

"No hay tal cosa como las hadas" el hombre negó con la cabeza "Lo siento por ser el que te de la noticia"

"Bueno, yo creo en las hadas" Arthur intentó estirar los brazos para liberarlos de nuevo, pero no fue posible "Lo siento porque no me importa que seas un idiota que no puede verlas"

"La magia no existe" dijo el hombre con firmeza.

"Si, existe" contraatacó Arthur "Si la magia no existe, me encantaría escuchar tu explicación de cómo son elegidos los Reales"

"Me temo que estás mucho peor de lo que imaginaba" suspiró el hombre.

"¡No hay nada malo conmigo, joder!" le gritó Arthur.

"El tratamiento de agua le ayudar a ver la diferencia entre la realidad y lo imaginario" dijo el hombre, girándose sobre sus talones. Hizo un gesto con el dedo y, al principio, Arthur estaba confundido con lo que significaba.

Pero entonces fue empujado hacia la izquierda, perdió el equilibrio y cayó en una de las bañeras llenas de agua. Estaba helado y el impacto arrancó todo el aire. Arthur se tomó un momento para asimilar lo ocurrido, notando que la bañera no era exactamente grande, tal vez cuatro pies de alto, así que intentó ponerse en pie para coger aire.

Pero vio algo entrar al agua y hacer contacto con su estómago, llevándole al fondo de la piscina. Arthur estaba intentando desesperadamente respirar y podía ver las burbujas que salían de su boca disminuir mientras intentaba alejarse del palo. Luchó con todo lo que tenía, hasta que comenzó a estar cada vez más y más débil, y su visión empezó a oscurecerse.

Iba a morir aquí… Arthur intentó por última vez el soltarse, antes de dejarse relajar y que su visión se tiñese del todo de negro.

Un segundo después, los ojos de Arthur se abrieron de golpe y empezó a toser terriblemente y buscó por aire en el suelo, entre las bañeras. Alguien le dejó caer al suelo, así que estaba sobre sus manos y rodillas, intentando recuperar la respiración.

"Qué–" la tos cortó a Arthur "¡¿Qué diablos fue eso?!"

"Quizás la razón te haya llegado" declaró la voz del hombre. Arthur estaba todavía jadeando, pero ahora una de sus manos estaba agarrando su pecho, asegurándose de que su corazón estaba latiendo con normalidad.

"Estás loco si piensas que eso es lo que hizo" jadeó Arthur.

"Por favor, Arthur, dime, ¿existen las hadas?"

"Por supuesto que existen" Arthur le lanzó una de sus miradas "Que me hayas metido bajo el agua y casi me ahogues, no cambie mi manera de pensar sobre eso"

Arthur alzó la mirada justo a tiempo de ver al hombre hacer el movimiento de mano de nuevo. Antes de que Arthur pudiese protestar o coger aire, fue cogido y metido en la bañera de la derecha, que estaba llena de agua hirviendo.

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Hora de la explicación de la Autora: Pasé cerca de una hora buscando buenos tratamientos para la locura en esos momentos. Y la locura no era nada más que un impedimento en el habla en los discapacitados mentales. Lo que intentaban, básicamente, era sacarles la locura. Algunas personas les inyectaban sangre de oveja a sus pacientes porque tenían la creencia de que la sangre de un animal sano en alguien loco le curaría. Le habría hecho eso a Arthur, pero definitivamente moriría. Así que elegí el Tratamiento de Agua. Básicamente, el paciente es sumergido en agua caliente y fría alternativamente hasta que simplemente muere. Entonces son 'revividos' y lo hacen de nuevo. Algunas veces, al paciente se le mete en una caja de metal hasta que no quedan burbujas, o simplemente los sostienen con un palo bajo el agua. Realmente no quería que Arthur muriese, así que solo hice que tuviesen un palo. Divertido, ¿verdad? Además, cuando no estás en 'tratamiento', te ponen en aislamiento, donde no puedes hacer nada.

Así que, ¡ahí está la lección de historia de hoy!