Autor Original: rexlover180

ID: 2962133

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Capitulo 9: ¡Te encontré!

La habitación de Arthur estaba tan espeluznantemente vacía mientras Alfred se paseaba por ella, constantemente mirando hacia los relojes del Jack y de la Reina. Empezó a pasarse la mano por el pelo, su estómago lleno de nudos.

"Maldita sea, no puedo hacer esto solo" murmuró Alfred para sí mismo. No podía sacar a Arthur de ese maldito asilo y tenía mucho trabajo que hacer de todos modos, como Rey de Espadas… Alfred todavía no podía acostumbrarse a ese título. Arthur prometió que le ayudaría con esto, ni siquiera sabía lo que hacer, en primer lugar. Por suerte, nadie realmente sabía que era el Rey. Pero los Reyes y Reinas que se habían ido seguramente hablarían de eso… "Quizás…" Alfred echó un vistazo al reloj del Jack. Estaba señalando al Sur…

Alfred rápidamente lo cogió y salió de la habitación. Llegó a los establos en poco tiempo y tocó su bolsillo para asegurarse que el Reloj del Rey estaba todavía ahí. Después de regresar del manicomio, Francis se lo devolvió. Parecía totalmente preocupado por Arthur, también. Lo cual era genial, Alfred necesitaría todo el apoyo que pudiese conseguir.

Después de asentir rápidamente con un "Hola" a su hermano, cogió otro caballo al azar (esta vez asegurándose de coger una silla de montar también) y salió, usado el reloj como brújula. Pensó que el Jack estaría cerca de las afueras de la capital, pero cuando había pasado cerca de una hora y la manecilla de la hora estaba todavía señalando, esa esperanza se hizo añicos. Cabalgó durante un tiempo, pasando por múltiples pueblos en su camino.

Estaba empezando a pensar que debería dar marcha atrás después de otra hora, cuando vio la manecilla del minutero apuntaba y la manecilla de la hora empezaba a moverse a los segundos. Alfred lo miró durante unos segundos antes de alzar la mirada y ver una ciudad aparecer a la vista. Ralentizó la marcha del caballo de modo que no se llevase por delante a nadie y continuó siguiendo el reloj. Las personas eran buenas y educadas, sonreían y se apartaban del camino. Alfred les sonrió y asintió a cambio. Continuamente miraba el reloj hasta que vio que la manecilla del segundero seguía al nuevo Jack. Detuvo el caballo y miró hacia adelante. Había una casa al final del camino que era ligeramente más grande que las otras.

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Arthur fue sacado del agua helado de nuevo y se dejó caer sobre su espalda para intentar recuperar el aire.

"Entonces, Arthur, ¿todavía crees en la magia?" preguntó el hombre de nuevo.

"¡Por el amor de Dios! ¡Sí!" le gritó Arthur "Esto es francamente estúpido… ¿No crees que me vas a matar eventualmente?"

"He sido médico en este campo durante años, mi Reina" declaró el hombre "Sé exactamente cuándo sacarle del agua"

"¿Y cuánta gente mataste para hacerlo bien?" le miró Arthur. El hombre simplemente asintió hacia las personas tras Arthur y fue metido de nuevo en el agua caliente. Como todas las veces anteriores, fue forzado bajo esta mientras luchaba por su vida hasta que perdió el conocimiento y volvió a ese maldito y pequeño sendero. Habían estado con esta rutina durante Dios sabe cuánto tiempo. No tenía permitido dormir mucho. Le daban una hora de sueño, en la cual se suponía que tenía que estar en aislamiento, y entonces era forzado a volver aquí para aguantar esta tortura. No sabía qué hora era y no sabía cuánto tiempo había pasado desde que había llegado primeramente aquí. Sinceramente, estaba empezando a aburrirse y cansarse de esto.

"Arthur–"

"¡Sí!" estalló Arthur, manteniendo los ojos cerrados "Sabes mi respuesta y no va a cambiar, ¡maldita sea!"

"Devolvedle a su habitación" sentenció el hombre.

"Estás loco" murmuró Arthur mientras las personas le ayudaban a ponerse en pie. Lo último que Arthur recordaba, es que todavía no había comido en este lugar y toda su fuerza había desaparecido. Apenas podía andar, así que ahora se dejaba arrastrar por las personas para ir y venir de los sitios.

Sin una palabra, las personas le llevaron a su habitación, le sentaron en la cama, le esposaron al poste de esta y se fueron. Sin pensarlo demasiado, Arthur se acostó en la cama y se quedó dormido en segundos. Estaba helado…

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Alfred se bajó del caballo y lo ató a un poste frente a una tienda cercana. Varias personas se acercaron a él intentando hablar. Pero Alfred tuvo que declinarlo educadamente en cada ocasión. En cualquier otra ocasión, se había detenido a hablar y reír con ellos, pasar un buen rato. Pero estaba solo gobernando el país, lo cual no sabía cómo hacer, y el hombre que amaba estaba en un asilo en donde le estaban haciendo vete tú a saber qué. Estaba bastante seguro de que no podía hacer mucho más aparte de hablar o se rompería.

Alfred se acercó a la casa, un poco nervioso. Comprobó el reloj una vez más para asegurarse de que estaba señalando a la casa, y entonces golpeó con fuerza la puerta. La mano del segundero estaba ahora señalando hacia la puerta, lo cual era un buen signo.

"¡Yo iré, da-ze!" gritó una persona desde dentro y la puerta se abrió de golpe, a lo que Alfred acabó siendo golpeado por un abrazo "Los abrazos fueron inventados en Espadas, ¿sabes?" dijo el joven mientras se separaban.

"Uh…Hola" dijo Alfred y comprobó el reloj para asegurarse que no estaba señalándole a él. Suspiró con alivio cuando lo vio señalando un poco hacia la derecha "Mmmm… mira, estoy buscando a alguien y hay algo que me lleva a pensar que está en tu casa. ¿Te importa si miro por ahí?"

"Mmm…" el joven lo pensó por un segundo "¡Claro! ¡Mi nombre es Yong Soo!"

"Alfred F. Jones" asintió Alfred educadamente "¿Alguien más vive aquí contigo?"

"Muchas personas" asintió Yong Soo "Pero solamente Yao está en casa"

"Genial" sonrió Alfred "¿Podrías llevarme con él?"

"¿Por qué?" Yong Soo ladeó la cabeza hacia un lado.

"Es realmente complicado" Alfred se pasó una mano por el pelo "Y realmente no quiero emocionar a nadie en caso de que esté equivocado. Por favor, solo llévame con él"

"Pero, da-ze, me dije que le dejase solo mientras está trabajando…" murmuró Yong Soo.

"¿Por favor?" suplicó Alfred "¡Es realmente importante y si no encuentro a esta persona no seré capaz de soportarlo! Es solo que…de verdad necesito algo de ayuda…"

"Supongo que puedes hablar con él…" suspiró Yong Soo y se echó a un lado para dejar a Alfred pasar. Alfred miró por la casa. Parecía que tenía una gran cantidad de personas. Considerando todas las puertas y lio de cosas al azar dejados por todas partes. Finalmente, Yong Soo le llevó hasta una puerta y llamó con fuerza "¡Da-ze! ¡Alguien está aquí para verte!"

"Aiyah" vino una voz desde el otro lado de la puerta. Alfred se movió incómodamente, sosteniendo el Reloj del Jack con fuerza. Comprobó por última vez para asegurarse de que señalaba a la puerta antes de que se abriese "¡Te dije que no me molestases hoy, aru!"

El hombre en frente de Alfred definitivamente no era lo que esperaba. Tenía el pelo largo marrón agarrado en una coleta y los ojos marrón oscuro. Su expresión era muy irritada, hasta que posó los ojos en Alfred.

"Tienes un invitado, da-ze" canturreó Yong Soo.

"Uh…hola" Alfred saludó temblorosamente.

"Si, ¿qué quieres, aru?" el hombre, quién Alfred supuso que era Yao por lo que Yong Soo dijo antes, preguntó.

"¿Estás…familiarizado con los Relojes de Espadas?" preguntó Alfred.

"Si" dijo Yao "Los relojes que encuentran a los Reales, aru"

"Bueno…" murmuró Alfred, bajando la mirada hacia el Reloj del Jack "He seguido el Reloj del Jack hasta aquí"

"Yong Soo, por favor, sal fuera, aru" murmuró Yao.

"¡De acuerdo, da-ze!" dijo Yong Soo felizmente y salió corriendo por la puerta.

"Déjame ver el reloj, aru" Yao se quedó mirando a Alfred.

"Aquí" Alfred le alargó el reloj. Las manecillas de la hora y minutos estaban marcando felizmente lejos de los segundos, pero la mano del segundero había estado pegada en dirección a Yao. Yao la miró durante un segundo antes de cogerlo. Alfred vió como las manos iban a su lugar correspondiente y mostraba una hora normal.

"Por aquí" murmuró Yao y ambos caminaron hacia la habitación en la que Yao estaba. Yao rápidamente cerró la puerta "¿Dónde has conseguido esto, aru?"

"Podrías decir que trabajo en el castillo" dijo Alfred, frotándose la nuca.

"¿Qué quiere decir eso, aru?" Yao le miró "No soy estúpido"

"Mira, estoy seguro de que has escuchado lo que le pasó a…el Rey Arthur" dijo Alfred. Había pasado un día o dos y las noticias viajaban rápidamente en Espadas.

"Está loco, ¿verdad, aru?" preguntó Yao.

"No es un jodido loco…" murmuró Alfred "Pero, si, está en un manicomio"

"¿Qué tiene eso que ver con lo demás, aru?" preguntó Yao.

"Soy el último de los tres Reales" dijo Alfred crípticamente. Probablemente sería más inteligente decirle a Yao sobre todo lo de Arthur siendo la Reina hasta que estuviese listo "Y no puedo hacerlo solo, no sé cómo"

"Muéstrame la prueba, aru" Yao se le quedó mirando "Déjame ver tu reloj"

Alfred cogió el reloj de su bolsillo, pero se detuvo "Nadie sabe sobre mí, ¿de acuerdo?" Yao asintió "También hay otra cosa que nada más sabe" Alfred sacó el Reloj de Rey, mostrándoselo a Yao y se armó de valor en caso de que Yao gritase.

"Aiyah…" murmuró Yao. Alfred le miró y estaba mirando con los ojos ampliamente abiertos el reloj.

"No puedo hacer esto por mi cuenta" dijo Alfred con voz temblorosa "Realmente necesito ayuda"

"Pero, no puedo dejar a mi familia" murmuró Yao "Y no sé nada sobre dirigir un país, aru"

"El Jack se supone que es inteligente" la voz de Alfred estaba al borde de la súplica ahora "Confío en ti. Sé que puedes ayudarme. Por favor. S-Sin Arthur, ¡no sé cómo hacer nada! ¡Y n-no puedo concentrarme cuando está siendo torturado en ese manicomio! ¡No sé lo que hacer! ¡Solo necesito ayuda! ¿Por favor?"

"Entonces, ¿el Rey Arthur es realmente la Reina Arthur, aru?" preguntó Yao.

"Si" murmuró Alfred.

"¿Y tú eres su Rey, aru?" preguntó Yao.

"Si" murmuró Alfred.

"Te ayudaré" sonrió Yao ligeramente.

"¿De verdad?" la sonrisa de Alfred se hizo más grande. Entonces atrapó a su nuevo Jack en un gran abrazo "¡Muchas gracias! ¡Realmente no puedo hacer esto sin ti!"

"No puedo decir que no, aru" Yao rio entre dientes mientras Alfred se apartaba "Tengo el deber, después de todo"

"¡Muchísimas gracias!" sonrió Alfred.

"Siempre he escuchado que el Jack es el primero en ser elegido, aru" murmuró Yao "¿Qué sucedió?"

"Como si lo supiese" Alfred se encogió de hombros "Solo era un sirviente hace dos días"

"¿De verdad, aru?" Yao se le quedó mirando con incredulidad.

"Sí" Alfred se frotó la nuca "Estaba a cargo de asegurarme que Arthur tuviese su té en las mañanas"

"¿Conoces bien a Arthur, aru?" preguntó Yao mientras abría la puerta de la habitación y seguía a Alfred fuera.

"Mm, si, un poco" murmuró Alfred, sonrojándose ligeramente "Se podría decir que somos cercanos"

"Ya veo, aru" Yao sonrió ligeramente.

"Entonces… mmm… ¿Cómo quieres llegar allí?" preguntó Alfred "El castillo, quiero decir. Porque solamente traje un caballo y probablemente querrás despedirte de tu familia hasta que puedan quedarse en el castillo…"

"Podrías recogerme mañana, aru" dijo Yao "Por la tarde estaría bien"

"Genial" sonrió Alfred mientras caminaban hacia la puerta de enfrente. Inmediatamente fueron saludados por Yong Soo.

"Así que, ¿de qué hablaron, da-ze?" preguntó Yong Soo con emoción.

"Lo contaré durante la cena" Yao se alejó un pequeño paso de Yong Soo.

"Probablemente debería regresar" dijo Alfred y empezó a caminar de vuelta al caballo "Gracias de nuevo"

"No hay problema, aru" Yao le sonrió también.

"Hey, ¿por qué haces eso del 'aru'?" preguntó Alfred.

"¿Qué cosa de 'aru'?" preguntó Yao.

"No importa" Alfred se rio y se montó en el caballo. Se sentía como si el peso del mundo se hubiese aligerado en sus hombros.

Hasta que pensó en Arthur.