Autor Original: rexlover180
ID: 2962133
Notas de la traductora:
¡Aloha~!
Así que, sin más dilación, ¡que lo disfrutéis~!
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Capitulo 10: ¿Crees?
"Arthur…" murmuró Alfred, caminando hacia la sala de reuniones "Por favor, tienes que estar bien…" estaba frotando sus manos con nerviosismo. El carruaje se fue hace dos horas a recoger a Yao, y Alfred estaba esperando a reunirse con él en esta habitación. Ahora, las noticias sobre él se estaban extendiendo con rapidez. Podía escuchar a los sirvientes hablando de ello. También había muchas conversaciones sobre Arthur. Al parecer, muchos de ellos le habían visto hablando al air con anterioridad.
"Le vi una vez hablándole a una pared" le dijo una sirvienta a otra justo frente a Alfred.
"He oído que normalmente entra al laberinto para hablar a las hadas" se rio otra de ellas "Al parecer, tiene incluso un unicornio como mascota"
"Pobrecito" había dicho la primera sirvienta con falsa simpatía.
Alfred no podía soportar que la gente hablase de Arthur así. Su Arthur. Alfred juraba a Dios que haría que Ivan pagase personalmente por hacerle esto. Y si no salía de allí con vida, ese asilo al completo acabaría destrozado hasta sus cimientos.
Alfred apretó los dientes mientras continuaba caminando. Estaba bastante seguro de que no había dormido, comido o siquiera sentado desde que Arthur había sido sacado de allí y se estaba volviendo loco. Había intentado hacer algo de trabajo del que Arthur normalmente hacía, pero no podía siquiera concentrarse durante suficiente tiempo para leer toda una frase.
"Arthur…" Alfred negó con la cabeza. Ese maldito hombre del asilo se negó a decirle a Alfred que estaba ocurriéndole a Arthur, así que quedaba a su imaginación. Y eso solo hacía que Alfred se cabrease "¡Maldición!" Alfred pateó una de las mesas de la sala lo más fuerte que pudo. La pata se dobló debajo de la mesa, haciendo que todo se resbalase por esta y cayese al suelo "Mierda…" murmuró Alfred y se agachó para recogerlo todo.
"¿Está todo bien por aquí, aru?" preguntó la voz de Yao y Alfred se puso en pie de inmediato.
"Oh, gracias a Dios" Alfred corrió hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas "No creo que pudiese haber durado mucho más sin ti"
"Puedes dejarme ir ahora, aru" murmuró Yao.
"Cierto" Alfred se apartó rápidamente y se frotó incómodamente el brazo.
"¿Qué le hiciste a la mesa, aru?" preguntó Yao.
"Uh, me enfadé" Alfred se frotó la nuca.
"¿Preocupado por Arthur, aru?" Yao alzó una ceja.
"Sí" murmuró Alfred y la puerta de la sala de reuniones se abrió tras ellos. En el segundo en que se dio la vuelta, frunció el ceño. Era el hombre del Parlamento que cabreó a Arthur.
"He escuchado que los otros dos Reales fueron encontrados" se burló el hombre "Pero no sabía que fue elegido otro niño"
Alfred entrecerró los ojos. Dio un paso adelante, hacia el hombre, pero Yao puso su brazo en medio.
"Mi nombre es Yao" se presentó "Soy el nuevo Jack, aru"
"Así que eso significa que nuestro Rey es un crío que solía ser un sirviente" suspiró el hombre.
"Y no puedes hablarme de ese modo" espetó Alfred "¡Soy tu jodido Rey, amigo!"
"Solo un analfabeto" se rio el hombre.
Alfred gruñó, pero Yao habló primero.
"Hasta que la Reina esté mejor" dijo Yao "ocuparemos su lugar, aru. Estamos aprendiendo las reglas todavía"
"Así que ahora tener unos Reales inútiles que no saben cómo hacer nada" el hombro rodó los ojos "Justo lo que necesitamos"
El ojo de Alfred sufrió un tick "Me parece que realmente quieres que te golpee"
"Perdona a mi Rey" suspiró Yao "No está exactamente acostumbrado a esto"
"Ninguno de los Reales lo está" suspiró el hombre "Meramente estoy aquí en nombre del Parlamento para asegurarme de que nuestra causa no esté totalmente perdida. No estoy del todo seguro de lo que decirles"
"¿Por qué tu…?" gruñó Alfred pero Yao le fulminó con la mirada, haciéndole detenerse.
"Estoy empezando a pensar que este país está volviéndose tan loco como su Reina" se burló el hombre.
"¡Ya está!" estalló Alfred y se acercó sobre el hombre "Puedes decir todo lo que quieras de mí, no me importa. Puedes decir lo que quieras sobre lo que estoy haciendo. Pero si te atreves a hablar así de Arthur de nuevo, juro que arrancaré tu cabeza de tu pequeño y diminuto cuerpo, y te partiré por la mitad"
"Por supuesto dirías eso, mi Rey" el hombre le fulminó con la mirada.
"Fuera" gruñó Alfred "Te quiero fuera de mi vista. ¡Te quiero fuera de este castillo! Considérate despedido. Me importa una mierda a donde vayas, ¡simplemente asegúrate de que no vea tu cara de nuevo!"
"No puedes despedir a un miembro del Parlamento" advirtió el hombre.
Ciego de ira, Alfred apretó los dientes y lanzó un puñetazo a la derecha de la puerta cerrada tras el hombre.
"¿Quieres probar?" Alfred lo fulminó. Intentó sacar su mano, pero eso terminó con la puerta fuera de las bisagras y tirada en el suelo. La mano de Alfred estaba profundamente herida pero no le importaba.
Finalmente, sin embargo, el hombre mostró una expresión de terror en su rostro y rápidamente salió de la habitación.
"Creo que te sobrepasaste, aru" murmuró Yao.
"Lo sé" murmuró Alfred. Finalmente, sintió su mano, la cual estaba punzando de dolor. La atrajo cerca de él y vio varios cortes en todas partes "No sabía que la tenía"
"Aiyah, mira tu mano" murmuró Yao y corrió hacia él "Vamos a ayudarte a arreglar eso, aru"
"Gracias" Alfred se rio ligeramente y salió de la habitación.
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"¿Arthur?"
Arthur mantuvo sus ojos cerrados, maldiciéndose así mismo mientras intentaba respirar. Solo quería acurrucarse y morir en ese sitio. Acababa de ser sumergido en agua hirviendo y, sin embargo, todavía tenía frío "¿Qué?" espetó Arthur.
"¿Qué piensas de la magia?"
"No lo sé" murmuró Arthur, abriendo ligeramente los ojos.
"¿Crees en las hadas?"
"No" admitió Arthur.
"Estamos progresando" murmuró el hombre con emoción.
Arthur gruñó y alzó la mirada hacia él "¿Qué?" Arthur no podía ya el hacerse formular una frase adecuada. Se había sentido como meses en este lugar, quizás años, no lo sabía. Solo quería que terminara.
"Si sigues así, quizás seas soltado muy pronto" sonrió el hombre.
Arthur bajó la cabeza para apoyarla en el frío suelo. Bueno, estaba cálido en comparación a cómo se sentía… Si todo lo que tenía que hacer era decir que no creía en la magia, ¿por qué no hacía eso en primer lugar? No es como si importase, la magia no existe. ¿Por qué era tan terco?
"Llevadle a su cuarto, merece un buen descanso"
Y así, Arthur fue arrastra de nuevo a su habitación, sus brazos encadenados a la cama y se dejó caer en ese abismo negro conocido como sueño una vez más.
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Alfred y Yao se sentaron en una habitación nueva, una con tres escritorios. Alfred supuso que era el lugar común para que los Reales trabajasen cuando estuviesen los tres. Alfred no pudo evitar el juguetear con la gasa que rodeaba su mano herida. Se quedó mirando el gran montón de papeles que tenía delante de él, en el que se suponía que estaba trabajando. El único sonido en la habitación era el rasgar de la pluma de Yao contra la mesa mientras estaba escribiendo y firmando cosas.
"¿Es malo que no pueda dejar de pensar en Arthur?" preguntó Alfred.
"No del todo, aru" dijo Yao.
"¿Y si muere allí?" la voz de Alfred vaciló "¿Qué clase de Rey soy si no puedo ayudar a mi Reina cuando más lo necesita? Me siento inútil…"
"Puedes ayudar haciendo tu trabajo, aru" declaró Yao.
"Pero no me puedo centrar" murmuró Alfred "¿Y si le están hiriendo? Dios… ¡Soy tan inútil! ¡Estoy aquí sentado, quejándome de eso! ¡No puedo hacer nada!"
"Alfred" Yao le cortó y la atención de Alfred inmediatamente cayó en él "Eres el Rey de Espadas. Ya sea que Arthur esté aquí o no, necesitas hacer tu trabajo, aru. Sé que estás preocupado, pero si no puedes hacer nada, deberías concentrarte en lo que puedes hacer"
"Si, tienes razón" Alfred volvió su atención a la pila de trabajo. Respiró profundamente y cogió un pedazo de papel.
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Arthur fue despertado al ser sacudido su brazo. Abrió los ojos y se sintió extrañamente bien descansado cuando fue forzado a salir de la cama y de la habitación. Se dejó llevar, estaba demasiado débil para intentar andar. No tenía que mirar para saber que le estaban llevando a la habitación con las bañeras.
Cuando le dejaron ir, se dejó caer al suelo, sobre sus manos y rodillas. Se preparó para ser sumergido en el agua y se preguntó qué bañera sería la primera hoy…
"Arthur, dime lo que piensas sobre la magia y las hadas" dijo el hombre.
"¿Qué?" Arthur alzó la mirada hacia él, ligeramente confundido.
"Has descansado adecuadamente, alrededor de 6 horas" declaró el hombre "Estás pensando con un poco más de claridad que la última vez, así que dime lo que piensas"
"¿S-Sobre qué?" preguntó Arthur.
"Magia y hadas"
"N-No existen" murmuró Arthur "Te lo dije la última vez"
"Dilo de nuevo"
"No creo en las hadas" dijo Arthur más alto "No creo en la magia. No existen"
"Maravilloso" asintió el hombre "Llevadle de vuelta a su habitación"
"¿Eso es todo?" preguntó Arthur mientras le cogían.
"Puedes ir a casa ahora y hacer tu trabajo, mi Reina" asintió el hombre hacia él mientras salía de la habitación. Pero Arthur no podía recordar lo que dijo. Estaba dormido antes de salir por la puerta.
Alfred casi se quedó dormido en el escritorio en el que estaba. Estuvo mirando los papeles durante tanto tiempo que todos parecían iguales. Había llegado a un nuevo nivel de respeto por lo que Arthur había estado haciendo esta semana pasada. Cada día tenía un nuevo montón, pero de alguna manera los tenía completos. Alfred realmente quería saber cómo, para ser honesto.
No podía siquiera hacer la mitad de su propia pila.
"Yao, estoy aburrido" Alfred se echó hacia atrás en la silla.
"Lo sé" murmuró Yao "Has dicho eso mucho, aru"
"Si, pero no está mejorando" gruñó Alfred "¿Cómo lo hacía Arthur, en primer lugar?"
"Ha habido muchos Jacks que lo han hecho solos durante décadas, aru" declaró Yao.
"Sí, pero eso no significa que no sea un asco" suspiró Alfred.
"Mi Rey" las puertas de la habitación se abrieron y un sirviente entró corriendo, directo al escritorio de Alfred.
"Eh, ¿sí?" preguntó Alfred. Todavía no estaba acostumbrado a que las personas que solían ser sus amigos y compañeros se inclinasen ante él y le llamasen así.
"Acabo de recibir un aviso" jadeó el sirviente. Obviamente había estado corriendo hasta hacía un momento "La Reina Arthur ha sido dado de alta del asilo"
"Me voy" Alfred inmediatamente se puso en pie y salió corriendo por la puerta. Ni siquiera le importó que Yao gritase tras él. Arthur va a estar a salvo incluso si le mataba.
"He preparado el carruaje, señor" dijo el sirviente, corriendo al lado de él.
"Gracias" Alfred asintió hacia él, sonriendo.
