No quería esperar otra semanita, espero que lo disfruten!3

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Harry no tenía idea de qué esperar cuando, aquella noche, Theodore Nott solicitó una reunión de emergencia.

Mientras dejaban la base central para recibirlo, y se Aparecían cerca de la salida de la otra en uno de los extremos del Bosque Prohibido, (la base que usaron los primeros meses luego de la Batalla), Harry lograba captar distintos fragmentos de la conversación, suposiciones. ¿Qué posiblemente podría querer Nott? ¿Acaso eso tendría que ver con Narcissa? Harry hubiese querido seguir trazando teorías acerca de la inesperada reunión, pero su cerebro se había medio desconectado cuando a la mitad de una oración, el nombre de Draco Malfoy salió a la luz.

Malfoy.

Después de tanto tiempo.

Tenía que ser una trampa, debía serlo. era imposible que Malfoy estuviera ahí por la bondad de su corazón. Y, ¿qué quería? ¿Se habría enterado de algo? Según ellos, la Orden estaba siendo sumamente cuidadosa a la hora de investigar la Mansión, a él, y a Narcissa.

Y Hannah no había vuelto con noticias luego de que dijera que trataría de averiguar acerca de las protecciones de la Mansión para así poder entrar. No se sabía nada de ella. ¿Acaso Malfoy la había descubierto? Debía ser aquello.

Harry, con la cabeza hecha un lío, no sabía qué esperar cuando entró a la sala y lo vio despertar de a poco, desorientado. Harry no sabía qué esperar cuando Theo les dijo que Malfoy estaría más que dispuesto a conversar, que estaba ahí porque deseaba ser de ayuda. Harry no sabía qué esperar, cuando les aseguró que "Draco" no tenía nada que ver con la encarcelación de Narcissa y que lo probaría. Harry real, realmente no tenía idea de qué esperar.

Pero definitivamente no eso.

Frente a él, había un hombre alto e imponente, vestido de túnicas oscuras y con ese asqueroso distintivo de gota roja prendado en su pecho. Delgado, de hombros anchos y facciones marcadas. No quedaba rastro del adolescente que Harry había conocido. Su rostro afilado se endureció, y la cicatriz que le cruzaba la cara resaltaba aún más por la estructura angulosa. Hasta ese momento, Harry no sabía que el Malfoy que recordaba, la cara que recordaba, cabía perfectamente en la clasificación de: "niño bonito", Con sus mejillas ahuecadas y su piel de porcelana a los quince años.

Aquel hombre era diferente. Era una persona totalmente diferente.

Pero aquello no fue lo que lo asombró.

Harry estaba bajo su capa de invisibilidad, y Malfoy había despertado, tomando nota de cada persona de la habitación. No vio pasar ni un atisbo de miedo en su expresión, absolutamente nada. El Draco Malfoy que había conocido estaría cagándose en sus pantalones para ese punto; pero suponía que ambos habían pasado cosas peores.

De todas formas, Harry esperaba verlo tener alguna reacción, algo. Enfocarse en sus captores y en Theo. En cambio, su cara cambió a una de intensa conmoción y sus ojos se abrieron de forma exagerada, casi frenético. Todo de un segundo a otro.

Y entonces.

—Potter.

Su voz había salido casi como un susurro, aunque Harry lo escuchó de todas maneras. El apellido fue dicho sin el veneno al que se había acostumbrado, años atrás, como si estuviera escupiendo algo indigno; sin embargo, Harry sintió como si el piso se abriera bajo sus pies y él cayera a un vacío, inmenso y oscuro. Su corazón se aceleró, la familiar adrenalina que experimentaba cada vez que se acercaba al peligro llegó hasta él de golpe. Harry se llevó una mano hasta la cicatriz de su cuello y soltó un suspiro, sin sacarse la capa. Era la primera vez que alguien de su pasado descubría la verdad en un largo, largo tiempo.

La cara de Malfoy se contorsionó entonces en una mueca de incredulidad y… enojo.

Obviamente. ¿Cuándo ha sido diferente entre ustedes?

El punto de que Harry estuviera oculto en ese momento era solo para ver qué tanto sabía Malfoy sobre su muerte o los grandes secretos de Voldemort, y la reacción que estaba teniendo… delataba que quizás Theo decía la verdad acerca de que no era mucho. Solo quizás.

—Te siento. ¿Eres tú? —espetó Malfoy, arrastrando las palabras como si toda la situación le pareciera aburrida—. Estás aquí. O yo he perdido totalmente la cabeza.

Y sus ojos lo miraron directamente.

Eso… eso fue lo que haría que Harry repasara la conversación en su mente después, noches y noches seguidas.

Puedes decir mucho de una persona por sus ojos.

Harry no estaba consciente de la atención que le había prestado a la mirada de Malfoy cuando ambos eran niños hasta ese segundo, pero si hacía memoria, por supuesto que se acordaba. Eran claros, relucientes, brillantes. De un color muy específico: no azules, no pardos. Sino grises; y un gris extremadamente claro. Incluso cuando el rubio estuvo pasando los peores años de su vida, en la Mansión, teniéndolo frente a frente, sus orbes no perdieron su esencia, no perdieron el resplandor que los caracterizaba.

Y en ese momento, parecía que sí.

La mirada de Malfoy lucía vacía, desenfocada y perdida; como si no estuviera mirando a nadie en realidad, como si hubiera sido dementorizado. Y sus ojos… sus ojos habían perdido el brillo. Eran como dos cuencos sin vida que estaban ahí, sin realmente estar ahí.

Harry no sabía qué sentir. Malfoy parecía una persona totalmente distinta al niño que lloraba acompañado de Myrtle la Llorona. Más letal, menos piadoso. Podría incluso compararlo con Lucius, pero eso no sería justo, porque Lucius nunca se había visto así. Cruel, inhumano y con una determinación que parecía decir que ya no le quedaba nada más por perder.

Harry sentía… sentía un poco de entusiasmo, si era completamente honesto, porque que Malfoy estuviera ahí no podía ser una coincidencia. Y sentía curiosidad también. ¿Qué había pasado? La guerra cambiaba a la gente, por supuesto, él lo había aprendido de primera mano. Pero aquello… aquella frialdad era algo que jamás había visto antes. Sí, Theo era serio y reservado, pero Malfoy- Malfoy lucía como si pudiera ser capaz de tirar el mundo abajo solo con el poder de su pensamiento.

Y le intrigaba saber cómo el intento risible de Mortífago que fue Draco Malfoy a sus dieciséis, se había convertido en aquello.

Entonces, Harry decidió quitarse la capa, y ese vacío en la mirada de Malfoy cambió ligeramente. Sus ojos pasaron de no mostrar una sola emoción, a teñirse poco a poco de ira, solo mirándolo, solo viendo que después de todo, él estaba vivo.

Sintió a sus compañeros soltar respiraciones con distintos niveles de asombro; no esperaban que Harry se quitara la capa. Ni siquiera él sabía por qué lo había hecho, pero le parecía… adecuado, recibirlo de esa forma y restregarle en la cara a Malfoy que aún estaba vivo. A una de las personas que más se benefició de la victoria de Voldemort. Si se descontaba el hecho de que Narcissa había permanecido en Azkaban desde la Batalla, Malfoy era alguien que terminó siendo bastante influyente gracias a sus servicios en la guerra.

Harry dio un paso hacia él, alzando una ceja.

—Tantos años, Malfoy —le dijo, en tono neutral.

Y cuando vio todas sus facciones contraerse, Harry sonrió, amplia y amargamente. Después de todo, algunos viejos hábitos no se iban.

Harry sabía que Theo había traído Veritaserum, sabía que necesitaba y deseaba probarse a sí mismo y probar a su amiguito en el proceso. Ellos jamás confiarían en Malfoy así como así, era un hecho.

Y si, después de todo, algo salía mal o querían engañarlos, estaban en desventaja. Asesinarlos no sería tan difícil. Dos Mortífagos menos para el mundo no era una gran pérdida.

—Denle el Veritaserum —ordenó, cruzándose de brazos.

Oyó a Theo avanzar hasta Hermione, quien, como siempre, comenzó a examinar la poción para verificar si era real.

Los ojos de Malfoy nunca dejaron los suyos, en todo caso. Y Harry lo imitó.

Lo imitó, mientras su amiga avanzaba hasta él y dejaba la poción en su mano extendida, diciendo sin hablar que prefería que Harry le diera la poción. Lo imitó, mientras él daba los últimos pasos que lo separaban del rubio y alzaba una ceja en su dirección. Su mirada nunca se apartó, mientras Harry lo tomaba de la barbilla con fuerza, sosteniéndola entre sus dedos y forzandolo a abrir la boca. Y Malfoy obedeció casi dócilmente, observando directo a sus ojos al beber y aceptar el Veritaserum.

A esa distancia, piel con piel, y casi compartiendo aliento, Malfoy se parecía aún menos al que Harry tenía en su memoria.

—¿Cómo te llamas? —preguntó, dando un paso atrás, sintiendo cómo el calor de su contacto se disipaba.

Malfoy, quien ya había ingerido la poción, se veía incluso aún más apagado: era el resultado del Veritaserum. Dejaba cada gesto y emoción fuera del que lo consumía, para evitar que sus reacciones tiñeran el juicio de las personas que esperaban respuestas.

—Draco Lucius Malfoy.

Harry se cruzó de brazos, comenzando a acariciar su barba.

—¿Edad? —preguntó nuevamente.

La respuesta llegó de inmediato.

—Veinticinco años.

Y así comenzó la ronda de preguntas para calibrar la poción y relajar al sujeto. Aunque, a juzgar por las líneas tensas de su cuerpo, un par de cuestionamientos triviales no iban a cambiar el hecho de que el instinto de supervivencia de Malfoy le gritaba que estuviera alerta.

Hermione también se había situado a su lado, haciendo las preguntas necesarias, pero el rubio parecía contestarle a él y solo a él. Una vez que su amiga terminó de hablar, Harry se dirigió hacia Malfoy nuevamente, hablándole sin rodeos.

—¿Dónde está Nagini?

Hermione tomó su brazo.

—Harry…

Sin embargo, Malfoy y la poción no tenían tiempo para hacer juicios o tratar de averiguar por qué le estaba cuestionando aquello, solo decir la verdad.

—No sé —dijo, con voz fría.

Y ya que habían sacado el tema, Hermione aprovechó de intervenir.

—¿El Gran Mortífago la trae consigo? ¿Sabes si la tiene escondida? —preguntó con cautela.

Harry ladeó la cabeza para mirarla, sabiendo que su amiga solo estaba preguntando aquello por si acaso. Hasta donde sabían, nadie había visto a Nagini luego de la Batalla. Nadie. Y Malfoy, quien era uno de los más cercanos a Voldemort, acababa de confirmarlo.

Aunque eso podría no significar nada; después de todo, y por palabras de Theo, Malfoy tampoco parecía saber que aparentemente Narcissa era la clave de todo el enigma.

—Dijeron que murió en la Batalla —contestó él, las palabras saliendo antes de que pudiera detenerlas. Seguramente reconoció el apodo que se usaba de Voldemort durante la primera parte de la guerra—. Nunca se supo qué sucedió con ella.

—¿Tú crees que está muerta? —decidió inquirir Harry.

Malfoy apretó los labios un momento, y luego entrecerró los ojos, cómo si una parte, la parte que era consciente y capaz de pelear contra el Veritaserum, estuviera sacando deducciones.

—Eso pensaba yo —dijo con lentitud. Su mirada seguía fija en Harry—. Hasta ahora.

Al parecer no has pensado mucho.

—¿Qué estás haciendo aquí? —habló McGonagall desde su lugar. Harry casi podía verla alzando una ceja.

Por primera vez, los ojos grises de Malfoy se dirigieron a Nott, apoyado en la entrada.

—Theo me trajo.

—¿Por qué? —preguntó Kingsley, sonando más curioso de lo que Harry sabía que pretendía.

—Porque yo se lo pedí. Secuestré a Yaxley como ofrenda para demostrar que voy en serio.

Eso era de lo que se estaba encargando el otro grupo, entonces, en la base principal. Harry frunció el ceño, mirando a Malfoy como si quisiera leer sus pensamientos, aunque sabía que no podría. Si ellos estaban ahí, quería decir que Malfoy era lo más urgente y peligroso a tratar en ese momento. Otras personas podían encargarse de Yaxley, otras personas podían interrogarlo, o al menos sacarle toda la información posible, de momento.

Otras personas podían controlar a un Mortífago veterano cercano a Voldemort.

Aparentemente, no cualquiera podía hacerse cargo de verificar que Malfoy fuera sincero en cuanto a sus intenciones. Theo tuvo que ser el que les advirtió, a Kingsley y McGonagall, y por eso estaban casi todas las cabecillas de la Orden reunidas allí, lidiando con él como si fuera… peligroso.

¿ Qué había hecho para ganarse tal reputación?

Harry se hacía una idea.

—¿Cuáles son tus motivos para querer hablar con nosotros? —preguntó Hermione, el disgusto palpable en su voz.

En aquel momento, la respuesta se demoró sólo un segundo más en llegar.

—Quiero unirme a ustedes.

Harry trató de no hacer ninguna expresión, Malfoy no la merecía; y era un poquito obvio que eso era lo que quería al plantarse frente a ellos obedientemente y ofrecerles a Yaxley, un Nobilium, como tregua. Pero aún así sus cejas subieron, y una tensión se apoderó de él.

Ni en un millón de años habría sospechado –o querido– que Draco Malfoy se uniera a su mismo bando.

—¿Por qué? —cuestionó Harry.

Las palabras del rubio fueron simples, pero determinadas.

—Venganza.

Harry desvió sus ojos por unos instantes hacia Theo ante aquello. No habían tenido tiempo para discutir sobre los motivos de Malfoy de estar ahí, de haber traído a Yaxley. Pero el ojiverde ya se estaba formando una idea del por qué.

—¿De quién te quieres vengar?

—De Vold-

Una oleada de jadeos se expandió por la sala, esperando que la maldición tabú sobre el nombre de Voldemort, que aún reinaba en el Mundo Mágico, no alertara a los Mortífagos de dónde estaban, incluso cuando Kingsley había agitado su varita para hacerlo callar antes de que continuara hablando.

Aquella base no estaba escondida con Fidelius, era imposible, por el terreno que abarcaba y su ubicación bajo tierra, por lo que una mención de su nombre, y en menos de un minuto los Mortífagos los encontrarían. A ellos y a los refugiados. En la base principal tampoco decían «Voldemort», aunque sabían que era imposible que la maldición tabú traspasara un Fidelius. Pero Harry y el resto de la Orden habían parado de decirle por su nombre de todas formas, debido a que podían encontrar los alrededores de la base. En su lugar, le decían "Gran Mortífago", o "Tom". A secas.

No merecía más.

Y el hecho de que Malfoy, una de las mascotas rastreras del hombre, estuviera ahí, tratando de decir su nombre con todas sus letras, hablaba del coraje que estaba sintiendo.

—De Greyback —continuó hablando Malfoy, ajeno, al menos en la superficie, de la estupefacción de su audiencia—. De todos los que tuvieron que ver con la muerte de mi madre.

Ah. Ahí estaba.

Harry descruzó los brazos y fijó absolutamente toda su atención en él. El Veritaserum lo haría decir nada más que la verdad, después de todo, pero acababa de confirmar una de sus sospechas: Draco Malfoy realmente no tenía idea de qué estaban haciendo con su madre en Azkaban.

Hannah les había dicho que sí, que obviamente tenía que saber, que era imposible que los Mortífagos le guardaran el secreto por tanto tiempo, que era imposible que en algún punto Narcissa no le hubiera pedido ayuda. Pero Harry sabía de lo que era capaz la matriarca de los Malfoy por su hijo, y si pensaba que ocultarle que la estaban torturando... si Narcissa pensaba que ocultarle a Malfoy, que Voldemort necesitaba algo de ella, lo salvaría, Harry no dudaba que la mujer dejó pasar ocho años de sufrimiento a cambio de la vida de su único hijo.

Sin embargo, aún había cosas que no tenían sentido.

—¿No sabes qué le pasó a tu madre? —preguntó Harry con cuidado.

Por primera vez desde que Malfoy había tomado la poción, era notorio que estaba resistiendo la oración que quería dejar su boca. Sus músculos se contrajeron alrededor de los labios y tragó en seco, antes de retornar a la máscara en blanco de segundos atrás.

—Está muerta.

—¿Por qué?

La voz del hombre se quebró, imperceptible para el resto, pero no para él. La emoción que estuviera sintiendo en aquel momento debía ser lo bastante fuerte como para romper la indiferencia que traía el Veritaserum.

—Porque le quitaron la magia.

Harry se giró brevemente a Kingsley, quien asintió con un corto y tenso movimiento de cabeza. De eso no tenían ni idea, Hannah no alcanzó a informarles de aquello en la pequeña nota que envió durante la tarde. Solo sabían que estaba muerta. El ojiverde paseó su vista por el cuerpo de Malfoy, apresado contra la pared y envuelto en sus túnicas oscuras y largas, y pensó.

No podía imaginarse para qué… por qué harían algo así, lo de la magia quería decir. Tenía claro que Voldemort era un hijo de puta, y que le resultaba placentero torturar a la gente, sobre todo a la que lo traicionaban. Pero Hermione y McGonagall le habían explicado los rituales de Extracción de Magia en algún punto de su entrenamiento en los últimos años: que se crearon en la época de las hogueras para evitar matar a los nacidos de muggles que querían delatarlos, y así solo expulsarlos de su mundo. Sabía que no era ninguna broma, que era algo que requería incluso años de preparación.

Voldemort no se tomaría tal molestia si no le sirviera para un objetivo.

—¿Quién? —decidió preguntar al final.

—No lo sé —contestó Malfoy, cerrándose nuevamente—. Sospechan de Lucius, pero yo no creo eso.

Lucius.

No está llamando a su padre por su nombre. Eso quiere decir que, en el fondo, quiere distanciarse del apelativo «papá».

¿Pero por qué dice que no cree en su culpabilidad?

¿Está tratando de engañarnos a nosotros?

¿O a sí mismo?

—¿Cuáles son tus motivos para no creerlo? —intervino Hermione ante su silencio.

—Quitar la magia es algo peligroso y se requieren siete personas para cerrar el círculo del ritual. El más efectivo al menos —explicó Malfoy de forma automática. Harry recordó su estudio ante las palabras. Sí. Eso era cierto en la mayoría de los rituales—. Lucius no podría haber hecho eso, no solo al menos, y no constaba en el acta de fallecimiento de mi madre aquel detalle de su muerte. Decía que había sido asesinada por un Avada Kedavra. Así que quien quiera que lo haya hecho, no desea que me entere- o que el resto del mundo se entere, del por qué.

Harry consideró sus palabras, los engranajes de su cerebro comenzando a funcionar. Entonces, Narcissa murió porque fue dejada sin magia, seguramente su cuerpo estaba demasiado débil para soportarlo; tenía sentido. Y hasta donde sabían, según las noticias que les habían traído del exterior, Lucius era el culpable. Harry ya sabía desde un inicio que había algo que no le cuadraba de todo el asunto, pero creyó que el hombre había asesinado a Narcissa para prevenir que Voldemort encontrara lo que quería encontrar.

Ahora, ¿Qué motivos tenían los Mortífagos, el Nobilium para hacer todo aquello, tomarse todas esas molestias? No tenía idea. Quizás querían… Querían hallar una forma de- de…

No lo sabía.

Los Mortífagos habían estado los últimos ocho años intentando sonsacarle a Narcissa algún tipo de información. Información vital. Hannah sabía poco, pero la madre de Malfoy fue custodiada de forma especial todo el tiempo que estuvo en Azkaban, y los trazos de conversación que Hannah oía demostraban que los Mortífagos necesitaban averiguar qué sabía Narcissa. Harry asumió entonces que ni el mismo Voldemort tenía idea de dónde estaba Nagini, debido a que aparentemente Narcissa Malfoy tenía un secreto vital oculto en su cabeza que ellos necesitaban descubrir, ¿y qué podría ser más vital para Voldemort que el paradero de su serpiente, del último Horrocrux?

Narcissa probablemente sabía dónde carajos estaba metida Nagini, y ellos intentaban averiguarlo.

Además de todo, Tom todavía parecía desesperado por deshacerse de los que quedaban de la Orden. Si estuviera seguro de que ganaría esa guerra, o de que ya lo hizo, no trataría de desmentir con tanto ahínco que Harry seguía vivo. Al contrario, alentaría a la gente a buscarlo y entregárselo. Por lo que, el secreto que Narcissa estuviera guardando, tenía que ver con su preciosa serpiente; o al menos eso es de lo que Harry estaba convencido.

Y en ocho años, los Mortífagos no habían averiguado nada. Los escudos de Oclumancia de Narcissa eran buenos, pero ¿suficientes para soportar tanta tortura?

No lo sabía.

Sin magia, ¿aquello cambiaría?

—¿Tú no tuviste nada que ver? —dijo Hermione al cabo de un rato, seguramente llegando a la misma conclusión que él, si algo le decía la mirada que le dio bajo la máscara.

—No —dijo Malfoy con acidez—. Yo creí que mi madre estaba bien.

Ahí estaba de nuevo, ese temblor de su voz al finalizar la oración. Era… inquietante, por decir lo menos. Harry casi podía compararlo con un ser humano.

—¿Y qué quieres hacer al unirte a nosotros? ¿Cómo quieres vengarte? —se encontró cuestionando de forma impulsiva. Los ojos de Malfoy quemaban sobre los suyos.

—Derrocando al Señor Tenebroso.

—¿Cómo?

El ambiente de la habitación había cambiado a sus espaldas, podía sentirlo, pero a Harry no le importaba.

—Él confía en mí —explicó Malfoy—. Me encargo de crear pociones y hechizos para él. Me encargo de aconsejarlo cuando me lo pide. Puedo usar eso a mi favor. Puedo usar mi posición e información a mi favor.

Entonces, Ron, quien no había pronunciado una palabra desde que dejaron el cuartel principal, habló.

—¿Información? —dijo con ironía, dando un paso al frente para colocarse a un lado de Harry—. No te enteraste de que tu propia madre estaba muriendo.

Malfoy no respondió ante eso, no estaba siendo interrogado acerca de nada, así que no tenía por qué. Pero nuevamente, la emoción fue capaz de quebrar el Veritaserum y emerger. El rubio observó a Ron con tanta intensidad, que Harry pensó por un momento que quizás podría matarlo solo así.

—¿Por qué el Gran Mortífago confía en ti? —intervino, cuando vio que su amigo abría nuevamente la boca. La atención de Malfoy volvió a él.

—Porque soy parte del Nobilium.

—¿Eso quiere decir que confía en todos ustedes? No lo creo.

La mente de Malfoy consideró aquello unos segundos, cómo si estuviera debatiendo entre lo que creía y lo que sabía.

—No —respondió al final. Harry gesticuló con su mano.

—Explícate.

—Confía ciertas cosas en mí, las más urgentes. Lo realmente importante no se lo confía a nadie. El Señor Tenebroso no tiene mano derecha.

—Pero no respondiste a mi pregunta inicial. ¿ Por qué confía en ti? ¿Qué te hace tan especial? —Entrecerró los ojos, cómo si así pudiera averiguar lo que rondaba por su mente desde que supo que Malfoy era parte de la gran élite—. Cualquier persona algo más inteligente y educada podría ocupar tu puesto.

Malfoy dejó pasar el insulto, ya sea por la poción, o porque, sin que lo quisiera, la respuesta a sus preguntas salieron de su de golpe.

—Por lo que sucedió con Eric.

La densidad del ambiente se hizo más presente aún, y Ron se tensó a su lado, reconociendo de inmediato el incidente del que hablaban. Harry lo reconocía también, y su primer instinto fue asquearse recordando los detalles macabros de lo que pasó aquel día, poco más de seis años atrás.

—El chico que mataste… —murmuró Hermione, ausente.

Malfoy no se inmutó, aunque Harry no creía que aquello tuviera que ver completamente con el Veritaserum.

—Por eso es, ¿no? —le espetó Ron con disgusto—. El cabrón confía en ti porque el asesinato de ese chico fue el más cruel y asqueroso que se había visto entonces, desde que la guerra "terminó".

Malfoy ladeó el cuello bruscamente, como si aquella frase le causara conflicto. Harry no se movió, encajando la mandíbula y dispuesto a sacar su varita y hechizarle el culo si es que intentaba algo extraño.

—¿Eso es verdad? —preguntó entre dientes. Malfoy retornó la vista a su persona.

—¿Qué cosa?

—¿Que hayas matado a ese chico hizo que él confiara en ti?

Los segundos que le siguieron a esa pregunta no fueron muchos, aunque Harry los hubiera sentido así.

Malfoy volvía a estar quieto en su lugar, la expresión vacía tomando control.

—No lo maté.

Harry se giró a Theo de forma instintiva, para encontrar un gesto mal disimulado de sorpresa en su rostro. Alarmado incluso. O sea que, o no lo sabía, o temía que Malfoy estuviera mintiendo. Y él mismo estaba arriesgando su puesto al llevarlo ahí sí eso sucedía, considerando que había asumido responsabilidad completa por el hombre.

—Está mintiendo —dijo Ron de forma tajante.

Pero, ¿ podía hacerlo? De todos ellos, solo McGonagall, Kingsley y Harry eran capaces de resistir el Veritaserum sin que las personas que les interrogan lo noten, y aquello fue posible luego de años y años de práctica. Además, habían esperado que pasaran al menos dos horas para despertar al ojigris en caso de que conociera algún tipo de antídoto y lo tomara antes de ir a Theo.

¿Acaso Malfoy era tan poderoso para mentir y pasar desapercibido?

—¿Qué quieres decir con que no lo mataste? —preguntó Harry entonces.

—Que no lo hice. No maté a Eric. No de forma directa.

Harry dudó.

¿Cómo podría no…? Él sabía cómo funcionaban las ceremonias de Sacrificios, no había forma de que Malfoy fuera un Nobilium sin haber asesinado a ese chico.

Y sin embargo, ahí estaba.

—Está mintiendo, Harry. Se está resistiendo al Veritaserum —insistió Ron, con asco palpable en su voz—. Empezaron a llamarlo Astaroth gracias a eso. El chico-

Harry alzó la mano, haciéndolo callar. Podía sentir las miradas del resto fijas en él, esperando sus movimientos para así tomar una decisión. El único realmente inconforme parecía ser Ron.

—¿Qué pasó entonces?

Sintió a Theo acomodarse en su posición, queriendo llegar hasta su amigo, pero sin saber realmente cómo hacerlo.

—Él se suicidó.

Un pesado silencio siguió a esas palabras.

Harry enfocó su mirada en Malfoy, intentando descifrar la verdad tras esa oración, si es que realmente estaba siendo sincero. No podía creerlo, no después de lo que sabía de él. No después de conocer los métodos de tortura que el rubio había creado todos esos años para Voldemort. Siempre le había resultado difícil aceptar eso en primer lugar. Malfoy parecía tan asustado en su memoria, cuando se trataba de muertes y tortura, pero teniéndolo en frente lo que le resultaba extraño era que no fuera así.

—¿Dónde está Hannah? —dijo McGonagall entonces, sacándolos de su ensimismamiento. Malfoy seguía con su gesto indiferente.

—Muerta.

Harry sintió un ramalazo de culpa al instante, oyendo cómo Ron murmuraba algo por lo bajo y Hermione retrocedía un paso. Pero lo enterró lo más profundo que podía, así como venía haciendo los últimos años; o iba a volverse loco. La gente moría, la gente siempre moría, y nadie estaba a salvo. Debería estar acostumbrado a ello para ese punto.

Mientras, se giró para ver a Theo, que aún parecía dudoso desde su lugar, cómo si no pudiera decidirse también si Draco mentía o no.

—¿La mataste? —preguntó fríamente McGonagall.

Debía ser duro perder una y otra vez los alumnos que viste crecer.

—Nunca he matado a nadie.

Harry volteó la cabeza hacia Malfoy de inmediato, examinando su cara. Sintió su sangre hervir por unos segundos, porque aquello debía ser una mentira. Tenía que serlo. Era imposible pasar ocho años en una guerra y salir con las manos limpias.

Considerando el lado en el que se encontraba.

Su corazón latió con fuerza, una cadena de imágenes pasando frente a sus ojos. Imágenes que prefería olvidar. Harry formó puños con las manos y cerró los ojos, negando con la cabeza. No. Aquello no podía ser verdad.

—Miente —dijo Ron, expresando el pensamiento de todos en voz alta.

McGonagall no le prestó atención, en todo caso, volviendo al tema principal.

—¿Cómo murió?

—Greyback y yo la capturamos espiando la Mansión —dijo Malfoy, sin un ápice de remordimiento—. La torturé para saber qué sucedía. No me dijo nada excepto que le había pasado algo a mi madre. Entonces, Greyback la devoró y yo me fui.

Las uñas de Hermione se enterraron en su brazo, fuerte, y Harry se sintió asqueado ante la imagen mental. Hannah no se merecía un final así. Hannah murió protegiendo a la Orden, y había sido torturada por las maldiciones de mierda que Malfoy inventó, y luego devorada viva.

Y aún así, Harry no podía evitar pensar y fijar su atención en que aquello confirmaba que Malfoy había dicho la verdad, minutos atrás. Que no se estaba contradiciendo. Draco Malfoy se había enterado de lo que estaba sucediendo con Narcissa gracias a Hannah. No lo sabía antes.

—No puedes creerle —dijo Ron nuevamente, con la voz temblando de la rabia—. No puedes creerle, Harry. Se está resistiendo. Él también mató a Hannah. Mató a Eric. Quizás a cuántos más.

Harry volvió a dudar.

¿De verdad podía estar resistiéndose?

Dio una rápida mirada al resto de personas en la sala. Todos estaban cubiertos por las máscaras, excepto él y Theo, pero aunque tuvieran el rostro desnudo, Harry pensaba que sus facciones estarían destilando nada más que hielo. El único que lucía algo diferente era Nott, con las cejas medio fruncidas con preocupación. Suponía que tenía claro qué pasaría si al final, Malfoy no se ganaba su confianza.

—Este tipo pudo haber sido uno de los que estuvieron bajo las máscaras cuando mataron a Sprout. A Smit. —volvió a hablar Ron con sus ojos azules fijos en Malfoy, sacando al moreno de sus pensamientos. Su amigo respiró pesadamente, y luego se giró hacia Harry, haciendo una pausa para así poner énfasis en las siguientes palabras—: A Ginny.

Aquello fue como un golpe.

Casi siete años, y aún así el ser forzado a enfrentar esa realidad era como ser quemado. Como sentir que se estaba ahogando. Que todo había cambiado y él ya nunca volvería a ser la persona que fue con Ginny, y no tenía derecho de doler tanto. No tenía derecho de que el cúmulo de emociones escalara por su pecho y lo obligara a actuar, todos esos años después.

Está muerta. Está muerta y tú no, aunque deberías estarlo. Y tienes que aprender a vivir con ello.

—Él no… —interrumpió Theo entonces, devolviéndole a la realidad. Harry se había quedado paralizado. Nott se puso atrás de ellos, lo suficientemente cerca para que, en caso de que alguno quisiera, aplicara Legeremancia en él y así comprobar que no mentía—. Draco no ha participado en esas… misiones. El Nobilium no se encarga de aquello.

Pero Ron no era fácil de persuadir.

—Y sin embargo, sí se encargaron de matar a Narcissa.

Theo no tenía respuesta para eso, e inclinó la cabeza levemente, retornando a su posición. Harry sentía su cabeza dar vueltas, sin saber qué hacer o pensar. Sin saber si Malfoy decía la verdad. Sin saber si la iba a cagar.

—No hay forma de comprobar lo que dice —dijo Hermione entonces, poniendo una mano en su espalda. Harry se volteó a mirarla y ella se encogió de hombros, respondiendo sus dudas mentalmente. Sabes lo que hay que hacer—. ¿No?

—Un Juramento.

Todas las miradas volvieron a su prisionero al instante. Malfoy había hablado, con la frente en alto y la barbilla alzada. No parecía tener miedo. No parecía sentir nada.

—¿Qué? —dijo Harry, parpadeando.

—Estoy dispuesto a hacer un Juramento Inquebrantable contigo Potter —replicó con seriedad—. Te juraré lealtad eterna.

Algo dentro de su persona despertó con interés ante aquello. Era… interesante, ver una serpiente jurar lealtad a algo que no fueran sus propias convicciones. Y ser quien la recibiera...

—No puede —intervino Hermione con rapidez y alarma, negando con la cabeza—. La ceremonia vinculante a su iniciación como un Nobilium dice que es completamente fiel al Gran Mortífago con su vida como testigo. Si jura lealtad a alguien más, si eso significa traicionarlo, morirá. No-

—Y cómo les he dicho, no he matado a nadie. Eric se suicidó —la interrumpió Malfoy, esta vez hablando por cuenta propia—. Las reglas vinculantes del ritual no rigen para mí porque yo no he sacrificado a nadie. Él se sacrificó por mí.

Harry lo consideró, con la información pasando a ráfagas por su mente. Hasta el momento, lo único que los había hecho desconfiar, era el hecho de que Malfoy clamaba no haber matado a nadie.

¿Y podría ser…? ¿De verdad podía ser así?

—¿Qué puedes ofrecernos si aceptamos tu propuesta? —dijo en un tono brusco. Ron lo tomó del brazo.

—Harry.

Harry lo ignoró.

—Les traeré a quien me pidan —contestó Malfoy sin dudar—. Les daré la información que necesiten. Les proveeré pociones. Absolutamente todo lo que me ordenen, lo haré. Si me prometen que el Señor Tenebroso morirá. Incluso los ayudaré a rastrear a su amado semi gigante-

El corazón de Harry dio un vuelco.

—¿Hagrid? —susurró.

Malfoy pausó, cómo si de primeras no reconociera el nombre.

Y no debería. Han pasado casi ocho años desde que lo vio por última vez.

—El cuidador de Hogwarts —dijo, respondiendo su pregunta.

El agarre de Ron y Hermione a sus costados se hizo más fuerte, e incluso McGonagall soltó un suspiro tembloroso. Hagrid. ¿Hagrid estaba vivo? ¿Dónde?

La idea de que al menos una de las personas que le importaba había sobrevivido allá afuera era un bálsamo para una herida que llevaba sangrando más tiempo de lo que era sano.

—Hagrid está muerto —murmuró Hermione con voz frágil.

Malfoy se dirigió a ella, mientras Harry sentía el pulso en sus oídos.

Hagrid.

—Oculto, sí. Pero muerto no —dijo, nuevamente por cuenta propia. Diciendo la verdad porque deseaba hacerlo—. Huyó de La Batalla, yo lo ví. Jamás pudimos encontrarlo.

Y considerando la cuarentena mágica, quizás Hagrid estaba en otro lugar de Europa. O estaba oculto en las montañas, en alguna localidad muggle. Harry no quería hacerse esperanzas, no quería que la caída le doliera tanto.

No. Negó con la cabeza. No podía dejar que el sentimentalismo nublara su juicio. No iba a pensar en eso ahora.

Independientemente de Hagrid, el trato le interesaba. Theodore era útil, sí, pero Theo era solo un Electis. Malfoy… Malfoy era la fuente de la información, a pesar de que le ocultaban bastante. ¿Quién mejor que Draco Malfoy para averiguar qué pasó con Narcissa, investigar en la Mansión? ¿Quién mejor para averiguar qué quería Voldemort de ella? ¿Qué era lo que buscaba en su cabeza?

Y sobre todo, ¿dónde estaba Nagini?

—Bien.

Todas las miradas estuvieron en él ante su afirmación. De todas formas, nadie se atrevía a contradecirlo, no en voz alta al menos.

Ron lo tomó, haciéndolo a un lado y llevándolo de vuelta al rincón de dónde había emergido, siendo rodeado por Hermione a su vez.

Malfoy los miraba con atención desde su lugar.

—No puedes —siseó Ron, poniendo las dos manos en sus hombros. Harry alzó una ceja.

—Sí puedo —replicó con calma—. Y lo haré.

—Es Malfoy —dijo soltando un suspiro exasperado, cómo si eso lo explicara todo.

Y probablemente lo hacía.

—Y si sus intenciones son deshonestas, morirá al hacer el Juramento. No perdemos nada.

—Ha estado con ellos ocho años —habló Hermione esta vez—, ¿quién sabe qué se le habrá ocurrido para poder sacarnos información, traicionarnos de todas formas?

El ojiverde volvió su mirada a ellos, intercalando sus rostros por unos segundos.

—¿Con un Juramento Inquebrantable? —preguntó Harry escéptico, haciendo que Hermione apretara los labios. Sabía que ella le encontraba la razón, que el rubio era un buen aliado. Sabía que lo hacía más por el hecho de que era Malfoy, y no se podía confiar en un Malfoy—. Además, Theo habría dicho algo.

Ella frunció el ceño ligeramente, desviando la mirada.

—Aún no confío en él.

Harry, quien conocía mejor que nadie las razones de Theo para estar de su bando, se encogió de hombros.

—Yo sí. —Ladeó la cara, dándole una mirada determinante a Hermione—. Y supongo que confías en mi juicio.

Ella inclinó la cabeza entonces, concediendo un punto, pero Ron volvió a negar, apretando su brazo y resistiéndose a trabajar con el idiota. Harry lo entendía, después de todo, todo aquel que fuera Mortífago era responsable de la muerte de sus dos hermanos. Aunque fuera de forma indirecta, lo apoyaban.

—Ha torturado gente. Las personas le temen-

—Yo no le temo a él, ¿tú sí?

—Espero que sepas en qué te metes —dijo él al final—. Draco Malfoy no es de fiar.

Por supuesto que Harry sabía eso.

—Su madre me salvó en el Bosque y fue a Azkaban durante ocho años por ello. Eso debe decir algo.

Ron todavía estaba totalmente opuesto a la idea, pero de todas formas, no había nada que pudieran hacer. Ni siquiera Minerva o Kingsley estaban tratando de hacerlo cambiar de opinión, seguramente viendo las mismas ventajas que él veía.

—Nos va a dar malos ratos —insistió Ron, aunque sonó mucho más débil que todo lo demás.

—Por supuesto que sí. —Harry se encogió de hombros una última vez, alejándose de ellos—. Es Malfoy.

Volvió a su lugar frente al hombre, quien poco a poco recuperaba algo más de vida, con la poción abandonándolo. Aunque, de todas formas, sus ojos no cambiaban. Harry evitó mirarlos, mientras se paraba a unos centímetros de él, y sin previo aviso, agitaba su mano para así deshacer las ataduras con magia no verbal.

Malfoy cayó al piso con un ruido sordo, y prontamente todas las varitas de la habitación, incluida la de Theo, estaban apuntándolo en caso de que quisiera intentar algo extraño. El rubio levantó la cabeza, poniéndose de pie y respirando artificialmente por la caída. Harry pudo ver que el aborrecimiento hacia su persona seguía ahí, incluso bajo todas esas capas de frialdad.

—Bien —dijo, sonriendo cínicamente en dirección al rubio—. Necesito un testigo entonces.

Kingsley fue el que dio el paso adelante, poniéndose frente a ambos al mismo tiempo que Malfoy avanzaba y extendía su mano hacia Harry. Harry la miró un momento, notando que el hombre estaba tenso e incómodo esperando que Harry se la diera, y recordó una vez, años atrás, en que algo similar había sucedido. Tragó saliva, sin ser capaz de encontrar los ojos del hombre mientras tomaba su mano con fuerza. Estaba fría.

¿Qué tan distintas serían las cosas si la hubiera tomado, pero quince años atrás?

Harry se aclaró la garganta, poniendo toda su atención en el presente y volvió sus ojos a la cara de Malfoy. Sabía que la magia de Kingsley era lo único que necesitaba para firmar el Juramento, pero de todas formas, él debía poner intención en sus palabras. Shacklebolt colocó la varita en las manos entrelazadas, y esperó.

De pronto, Harry sintió la boca seca.

—¿Juras que tu lealtad completa y absoluta me pertenece desde este día, hasta el momento de tu muerte, Draco Malfoy? —dijo, saboreando cada palabra y la manera en la que las comisuras del rubio se contraían con desagrado.

La mano de Malfoy quemaba contra la suya, y su propia magia parecía arremolinarse en el aire. Su yo de la adolescencia estaría más que complacido al ver al ojigris prometerle lealtad, solo para enervarlo.

—Sí, juro —respondió Malfoy al cabo de un rato, su garganta moviéndose con lentitud cómo si estuviera tragando bilis.

Una delgada y brillante lengua de fuego salió de la punta de la varita de Kingsley y se enroscó en las dos manos, como una cuerda roja.

—¿Juras que harás lo que esté en tus manos para beneficiar a la Orden, y nunca hacer nada para perjudicarla a consciencia?

—Sí, juro.

Una segunda floritura de fuego emergió de la varita y se entrelazó con la primera, formando así una fina y reluciente cadena.

—¿Juras entregar tu vida para proteger los secretos de la Orden, si es necesario, con el fin de derrocar al "Señor Tenebroso"? ¿Juras entregar tu vida a mí?

Un momento de silencio pasó, en el que Malfoy apretó su mano con fuerza. Pero sus ojos tenían determinación, y, contra lo que Harry pensaba, más deseos de venganza que de vivir.

—Sí. Juro.

Una brillante lengua de fuego los iluminó a ambos, y Harry fue capaz de sentir cómo parte de su magia se unía a la magia de Malfoy, que parecía danzar con la suya. Como una conexión que iba más allá de los límites superficiales se establecía entre los dos, mientras la floritura se enredaba alrededor de las manos sujetas, asemejándose a un complejo alambre.

Harry sentía sus pieles hervir, una corriente eléctrica recorrerle la espina dorsal y Malfoy sostenerlo con fuerza por un largo momento.

Cuando nada pasó, el rubio dio un paso atrás, apartándose de Harry y limpiando su mano en su túnica con expresión de asco.

Pero el moreno no le prestó atención, ni a eso, ni al frío que lo embargó cuando Malfoy se alejó de él.

Porque eso solo significaba una cosa.

Que estuviera sano y salvo solo significaba una cosa.

Draco Malfoy decía la verdad.

•••

—¿Cómo es que estás vivo?

Harry frunció el ceño, mientras caminaban por el túnel hacia la salida de la base. Theo afirmaba a Malfoy por el costado, quien tenía los brazos atados en su espalda. Harry simplemente iba con ellos para supervisar que ninguno hiciera un movimiento extraño. El resto estaba esperándolo aún en la sala de interrogatorios.

—Nunca morí —respondió el ojiverde escuetamente. Era parcialmente verdad.

Hasta el momento, Malfoy no se había dirigido a él de forma directa, y Harry esperó que eso continuara así. Aliados o no, deseaba tener el menor contacto posible con el hombre.

Un rincón de su mente le gritó que aquello era imposible.

—Eso es evidente —dijo Malfoy de nuevo, arrastrando las palabras—. Te has estado escondiendo aquí como una rata mientras el resto ha tenido que sobrevivir allá arriba.

El cuerpo de Harry se tensó al momento y llevó la mano hasta su bolsillo, dispuesto a hechizarle el culo al idiota. Ocho años y su paciencia no había hecho nada por mejorar cuando se trataba de él.

Theo le dio un empujón a Malfoy, pero este lo ignoró.

—Mejor que andar lamiéndole los pies a un hijo de puta como tu Amo.

Malfoy había servido al cabrón sin pensarlo dos veces. Había estado todos esos años ganándose su confianza. Había estado torturando gente y haciéndolos sufrir, aunque no terminara matándolos. Malfoy era una mierda de persona, y si su madre no hubiera muerto, probablemente jamás se hubiera salido de las filas de Voldemort.

Seguramente ni siquiera se arrepentía en ese mismo momento.

No tenía derecho a llamarle cobarde.

—Al menos lo que yo he hecho requiere algo de huevos —espetó él.

La varita de Harry estuvo en su mano en dos segundos, apuntándole. El moreno la apretó con fuerza, mientras Malfoy ladeaba la mirada y la bajaba, observando la madera.

Una sombra cruzó sus ojos, y la animosidad nuevamente llegó a su cara.

—Amenazar a un mago con su propia varita. Qué adecuado.

Harry bajó la mirada también, viendo la madera de espino afianzarse a su mano, la que le robó en la Mansión ocho años atrás. Soltó un suspiro tembloroso, negando con la cabeza.

—Ya no es tuya.

Harry la guardó, intentando controlarse. Solo era Malfoy siendo el imbécil que toda su vida había probado ser. No tenía por qué sacarlo de sus casillas así.

Irónico, cómo en unas horas habían caído nuevamente en una rutina que desapareció hace casi una década atrás.

—¿Qué te molesta tanto, Potter? —dijo Malfoy con sorna—. ¿Me vas a decir que no has sido jodidamente cobarde, eso es? Qué patético.

Harry apretó la mandíbula, pero continuó caminando con la vista al frente, oyendo cómo Theo murmuraba algo por lo bajo en dirección al rubio.

—Gente ha muerto porque me ha visto. Todo aquel que afirma que estoy vivo es ejecutado, ¿no te acuerdas? Tú mismo has inaugurado ejecuciones —respondió, su voz tan dura como el acero—. No te hagas el valiente ahora, cuando todos sabemos que eres un jodido cobarde. Ocultarte detrás de todos y dejar que hagan el trabajo sucio por t. Al menos ellos tienen el coraje necesario para matar.

Los movimientos de Malfoy se detuvieron una milésima de segundo, antes de recomponerse.

—He hecho lo necesario para sobrevivir.

Harry soltó una risa sin humor.

—A veces, el mundo estaría mejor si te rindieras de una buena vez.

Pero Malfoy ni se inmutó.

Harry frunció el ceño, mirándolo por la esquina del ojo. No podía entenderlo. No podía entender por qué algunas cosas parecían afectarle, pero otras le daba absolutamente igual. Malfoy nuevamente era una cáscara vacía y sin emociones, caminando a paso cauteloso hacia el final del túnel.

—¿Los Patronus son tuyos entonces? —cuestionó en cambio, al cabo de un minuto.

Harry suspiró con cansancio ante la pregunta. Tuvo que haber supuesto que no sería suficiente. Que aunque cada semana enviara su Patronus al mundo mágico, Voldemort encontraría una manera de desmentir que le pertenecían, incluso cuando su voz salía de él.

Ha destruido todas las emisoras de radio para evitar que el mundo sepa que estás vivo, ¿qué más esperabas?

—Sí.

Malfoy asintió, considerando sus palabras.

—Todos pensábamos que eran de la chica Weasley. La gente que los conoció en Hogwarts dijo que estaba irremediablemente enamorada de ti, eso es lo que sabe el mundo mágico. Siempre creímos que ella los enviaba y modificaba su voz para que sonara como la tuya.

—No sabía eso —comentó Nott, más para sí que otra cosa. Malfoy se encogió de hombros.

—Nunca preguntaste.

Harry no quería hablar de eso. No quería que Malfoy hablara de eso. No tenía derecho.

—Ginny está-

—Muerta —interrumpió él con indiferencia.

La elección de la palabra hizo que Harry tuviera ganas de vomitar. Theo volvió a empujar a Draco.

—Sí —respiró Harry.

—No llevamos un recuento de quienes mueren en combate contra los Rebeldes, no que yo sepa, por las máscaras que usan —continuó Malfoy, sin prestarle atención a la forma en la que su expresión había cambiado—. No sabíamos que estaba muerta. Aunque es una buena noticia.

Harry no le hizo caso. Sabía que el último comentario había sido dicho para provocarlo y ya no tenía quince años para reaccionar a él cómo si la vida se le fuera en ello. Debía recordarlo para tratar con Malfoy.

—O a tu Amo le conviene que siga viva para que la gente no pueda cuestionar que mi muerte fue una farsa —fue lo que Harry respondió.

Malfoy analizó sus palabras unos minutos, mientras seguían caminando. Harry estaba aliviado de que ya estuvieran llegando casi al final y no tuviera que seguir soportando su desagradable presencia.

—¿Cómo lo hizo? —volvió a hablar el ojigris al cabo de un rato.

—¿Qué cosa?

Malfoy se giró hacia él, con los ojos entrecerrados.

—Te vi morir.

Harry chasqueó la lengua. No tenía una noción muy clara de cómo Voldemort había fingido su muerte, pero luego de años de conjeturas, creía que se había acercado lo máximo posible a la verdad, por más simple y absurda que sonase.

—Poción multijugos en los alimentos de a quien quiera que asesinó —explicó su teoría—. No era tan difícil decir " Accio cabello de Harry Potter" luego de la Batalla y encontrar alguno suelto.

El rubio asintió, bajando la vista hacia el suelo. Harry realmente esperaba que no volviera a hablar, pero al parecer, nada de lo que hubiera pasado en su vida le había enseñado realmente a Malfoy a callarse.

—La gente ha perdido la esperanza —farfulló, con una expresión que era difícil identificar. Harry asintió.

—Lo sé.

—Creen que estás muerto.

—He tratado de hacerles saber que no es así, pero Tom ha podido aplacarlo. Tiene miedo. Si la gente sabe que sigo vivo, se rebelará contra él, y eso no puede permitirlo cuando sabe que ya me ha ganado. Solo debe encontrarme y eso es todo. O eso es lo que cree —respondió Harry, cansado de ese tema. Ya no tenía idea qué más hacer—. Además-

Se detuvo a sí mismo, mordiéndose el labio. No era un secreto lo que diría a continuación, pero no tenía intenciones de conversar con Malfoy como si no fueran dos personas completamente diferentes y, hasta cierto punto, completamente extrañas.

Demonios, ni siquiera quería estar cerca de él.

—¿Además? —cuestionó Malfoy, girándose brevemente hacia él. Harry sacudió la cabeza, cruzándose de brazos.

—Nada.

Malfoy se detuvo de sopetón en medio del pasillo, a pesar de que Theo continuaba tirándolo para que avanzara. El rubio era más alto que ambos, y un poco más imponente también, al menos físicamente. Debía tener más fuerza. De todas formas, Harry se paró también, alzando el mentón y llamando a su magia en caso de que la necesitara.

—¿Además? —repitió Malfoy. Sonaba a amenaza.

El moreno debía concederle que seguía siendo igual de jodidamente irritante.

—No es ninguno de tus asuntos.

Entonces, Malfoy ladeó la cabeza y asintió, llegando a una conclusión silenciosa. El ojiverde esperó.

—Crees que es más fácil para ellos aceptar que estás muerto —comentó, la burla era palpable en la oración.

Harry no dijo nada, ni hizo algún movimiento. Simplemente recordó las palabras que McGonagall le había dicho, mucho tiempo atrás, cuando su frustración y su magia había amenazado con derrumbar todas las barreras y objetos a su alrededor.

"El morbo de ver a un héroe caer y fallar, es más grande que el amor que alguna vez pudieron haberle tenido. Mientras antes lo aprendas, Potter, mejor."

—Debe ser triste… —continuó Malfoy, creyendo que había encontrado un punto débil—. Pensar que después de todo, a nadie le importas lo suficiente allá arriba para averiguar la verdad.

Harry bufó entonces, mirándolo por unos largos segundos. Malfoy realmente quería sacarlo de quicio. A veces pareciera que era lo único que siempre quiso de él.

Entonces, negó con la cabeza, haciéndole una pequeña seña a Theo con la mano. Y antes de que el rubio pudiera entender qué estaba pasando, había caído nuevamente desmayado, con su amigo sujetándolo para que no se golpeara.

—Al menos así me aseguro que no sabrá dónde estamos —murmuró Harry a sí mismo, para luego mirar a los verdes ojos profundos de Theo y agregar—: Quedan cien metros, confío en que puedas continuar solo.

Theodore asintió, y el moreno lo vio marcharse, mientras levitaba el cuerpo de Malfoy.

Harry no sabía qué pensar de lo que acababa de suceder. Solo recordaba el calor que había sentido al tocar su mano, el asco de su persona, la culpa, y un cúmulo de emociones que creía olvidadas hasta que Malfoy había reaparecido en su vida. No recordaba cuándo fue la última vez que sintió tanto, en un lapso tan corto de tiempo.

Y además, lo que más destacaba de todo ese encuentro era que sabía, que con las pistas necesarias, encontrar a Nagini estaba más cerca de lo que habían pensado.