Secuestrar a Goyle no fue muy difícil.

Harry tampoco esperaba que lo fuera.

Gracias a las anotaciones de Leice y Hannah, y a las charlas que el primero tuvo durante el tiempo en el que no estuvieron en contacto, lograron determinar la rutina de Goyle, (el cual, no tenían idea de quién era en un principio), y después de descubrir que tomaba el flú a las oficinas de Azkaban para llevar a cabo su cometido como guardia mientras Narcissa vivía, la lista de sospechosos se redujo considerablemente, al conocer más o menos su contextura física cuando no usaba multijugos.

Y luego se dieron cuenta de su identidad.

Harry podría haberse sentido sorprendido, si no creyera ya que todos los Mortífagos eran una absoluta mierda, y que era de esperarse que Goyle, siendo hijo de uno, estuviera involucrado en algo tan turbio cómo el asesinato y la tortura de Narcissa. La madre de su mejor amigo. Así que no le sorprendió en lo absoluto eso, ni que cuando encontraron el momento perfecto en el que iba solo, lo capturaron con éxito y de manera sigilosa. Sin problemas.

Lo que lo sorprendió fue Malfoy.

Harry había empezado ese día bastante seguro sobre qué pensaba de Draco Malfoy y dónde podía meterse cada una de las cosas que decía.

Y ahora-

Ahora no podía entenderlo.

Cuando estaban en el colegio, Harry llegó a un punto en el que casi pudo empatizar con Draco Malfoy. Entendió que eran unos niños, y que Malfoy en realidad no quería nada de eso. Las visiones que tuvo de él mientras buscaban los Horrocruxes, donde Voldemort lo obligaba a torturar, se lo dijeron. Sin contar lo que había escuchado y visto aquella vez, en la torre de Astronomía cuando se suponía que tenía que matar a Dumbledore. Harry llegó a sentir lástima por lo que Tom podría estar haciéndole a él y a su familia.

Pero luego la guerra había terminado, al menos al ojo público, y Malfoy acabó demostrando que era exactamente la misma mierda que toda su vida probó ser. Que tenía a su madre en Azkaban siendo torturada sin que le importara un comino, y que él mismo era responsable de muchas muertes, como todos los asesinos del Nobilium y el Electis. Aunque aquellas dos cosas no eran completamente ciertas… pero gracias a ello, Harry pensaba que no quedaba ni un poco de humanidad en él.

Y medio lo comprobó durante el interrogatorio de Yaxley, donde Malfoy se debatió entre verse encantado por hacerlo sufrir, e indiferente, utilizando maldiciones que Harry no tenía idea que existían.

Pero entonces sucedió lo de Goyle.

No tenía sentido, no tenía ni una pizca de sentido que Malfoy le pidiera que lo salvara, que no lo dejara morir. Alguien que había dejado sin piernas a otra persona, que por poco hizo enloquecer a un hombre con el que compartió día a día por casi ocho años... alguien que no le temblaba la varita al torturar a gente, que no movía un solo músculo de la cara al ver cómo a una mujer le daban de comer los restos de su esposo-

No debería mostrar piedad por un traidor.

Harry ciertamente no lo habría hecho. No con una persona que se suponía que era su amigo; que le había ocultado cosas, y que era responsable de acabar con lo poco que le quedaba. Malfoy debía haber pedido que Harry lo matara lentamente mientras él miraba.

Pero no.

Malfoy, en su lugar, pidió que no lo asesinara.

Le hacía pensar que quizás tramaba algo, que era un plan, el dejar a Goyle vivo. Pero se arriesgaba a morir, debido al Juramento Inquebrantable, y por más que pensaba no se le ocurría qué plan valía la pena tan ridículo riesgo. Además, estaba el hecho de que cuando Malfoy salió de la habitación, Harry lo siguió, oyendo toda la conversación que mantuvo con Theo. Y había sonado verdaderamente afectado: la respiración agitada, el tono preocupado y venenoso…

Luego, había venido su propia charla.

Harry no sabía que Malfoy le pediría aquello, pero lo hizo, y no solo lo ordenó. Le pidió por favor que no mataran a Goyle. Por unos momentos, ni siquiera había parecido tan detestable como Harry sabía que era. Sino un simple ser humano que quería ver a su mejor amigo bien, porque no soportaría cargar con su muerte.

Es que simplemente no tenía sentido.

Harry no quería enfocarse mucho en aquello. Tenía un montón de cosas por las que preocuparse y en las que pensar, pero si Malfoy iba y hacía cosas tan incoherentes, su cerebro inevitablemente quería descifrarlo, encontrarle una razón. Tratar de conectar al torturador, con el hombre desesperado por salvar a un traidor.

Malfoy se marchó rápido luego de eso, debido a que si pasaba más tiempo allí y se enteraban de que Goyle fue secuestrado, podrían ir a buscarlo. Voldemort podría desconfiar aún más de él. Pero acordó en que cada día que Astoria fuera a la base, Theo lo llevaría también, y así trabajarían para deshacer el inesperado Obliviate que le habían hecho.

En cuanto Harry borró sus memorias y Theo lo aturdió, volvió a la mansión de nuevo, donde Hermione y Astoria ya habían cerrado la celda y el área de los calabozos, mientras conversaban en el borde de la escalera.

Apenas se acercó a ambas, Hermione se giró a Harry con la cara hecha piedra.

—No confío en él —le espetó sin rodeos, como cada vez que podía recordárselo.

Harry suspiró cuando la oyó, e hizo un gesto a uno de los cuartos que había cerca. Abrió la puerta, dejando a las dos mujeres entrar, y detalló brevemente su alrededor. Obviamente en casi ocho años todas las habitaciones de la Mansión habían sido exploradas, pero no todas estaban en uso, considerando que aún quedaba gente en la base bajo el Bosque Prohibido. Poca, pero quedaba. Así que ese era uno de esos cuartos desocupados.

—Creo que seríamos idiotas si confiáramos en él por completo —respondió Harry en ese momento, apoyándose en una de las sillas que estaban repartidas por el lugar—. Pero viéndolo objetivamente, Hermione, ¿de verdad crees que desea traicionarnos? ¿Que está aquí cómo infiltrado?

Su voz trataba de denotar el escepticismo que sentía ante esa posibilidad. Al menos ahora. Sí, Draco Malfoy podía ser un hijo de puta, pero también había probado que cuando alguien le importaba, era lo suficientemente leal como para pedir que no fuese asesinado. Y Narcissa…

Narcissa era su mamá. Harry los había visto, años atrás. Ambos se profesaban cariño verídico.

—Quiero decir —continuó él ante su silencio—, es parte del Nobilium y todo eso, pero mataron a su madre.

Hermione se mostró inflexible.

—Dudo que Draco Malfoy piense y se preocupe en algo más que sí mismo.

Harry estuvo a punto, a punto de decirle lo de Goyle, incluso cuando eso podría traer más sospechas. Pero Astoria se le adelantó, poniendo una mano en el hombro de Hermione con gentileza.

—Pienso diferente.

Hermione le prestó atención al instante. En esos años, su amiga había aprendido a respetar a Astoria también. Todos lo hicieron, de cierta forma, y reconocían que era alguien inteligente. No más que la propia Hermione o McGonagall, por supuesto, pero mientras ellas solían tener un enfoque moral bastante… "Gryffindoresco", cómo Theo y Astoria lo habían apodado, ella y Adrian, o incluso Millicent, solían mirar las cosas de otra forma.

—Estuve dentro de su mente, como recordarán —explicó, esperando a que Hermione asintiera. Cuando lo hizo, continuó—: Sé lo que vi. Hermione- Malfoy vio el cadáver de su madre. Lo sostuvo entre sus brazos. Pude sentir lo que él sintió. Vi todo a través de sus ojos. No-

Harry miró Astoria, mientras un montón de pensamientos lo atacaban al escucharla. Él había visto morir a un montón de gente, desde que tenía memoria. Más de la que debía.

Más de lo que cualquier ser humano se supone que podía soportar.

Pero no recordaba el asesinato de sus padres. Gracias al Universo, o a lo que sea que le hubiera dado la vida. Gracias a lo que fuera, Harry nunca tuvo que experimentar algo como tener a su madre entre sus brazos.

Y Malfoy lo había hecho.

¿Cómo carajos continuaba cuerdo?

—Al menos ese aspecto de él es real —siguió Astoria, dándole una sonrisa comprensiva que expresaba un: "entiendo tu desconfianza, pero sé de lo que hablo"—. No está aquí como un espía. O al menos no bajo las órdenes del Gran Mortífago. Está aquí porque todo esto casi lo rompió y desea encontrar culpables.

Hermione no respondió, y Harry analizó sus palabras sin hablar tampoco. No tenía sentido que dijera algo acerca de Goyle ya. Después de todo, no era como si él mismo confiara demasiado en Malfoy, o si quisiera darle demasiado beneficio de la duda.

Pero confiaba en Astoria.

—De todas maneras, da igual —respondió Hermione, luego de esos momentos de silencio—. Lo importante en este momento es saber qué hacemos ahora.

—Bueno —dijo Harry—, sabemos que lo que Narcissa ocultaba tenía que ver con el paradero de Nagini-

—Ah, ah —lo interrumpió Hermione, negando—. Eso es lo que nosotros creemos. Realmente podría ser otra cosa.

Harry hizo su mayor esfuerzo por no rodar los ojos. Había cosas que no cambiaban.

—No es muy probable, y lo hemos hablado millones de veces. La única cosa que haría que Tom mantuviera a Narcissa viva por ocho años, luego de mentirle en el Bosque por mí, es eso. No se me ocurre más. Y a ti tampoco. —Harry se cruzó de brazos—. Seguro, los primeros años pudo haberla dejado vivir para torturarla y vengarse un poco, ¿pero tomarse tantas molestias y mantenerlo en confidencialidad? Ciertamente no fue gracias a la bondad de su corazón.

Hermione apretó los labios, sabiendo que tenía razón. Siempre llegaban a lo mismo, por mucho que su amiga quisiera pensar en otras posibilidades. Era casi completamente seguro que, lo que Narcissa ocultaba, tenía que ver con esa maldita serpiente.

—¿Entonces? —preguntó ella—. ¿Lo único que hemos sacado de esto, es que Narcissa se hizo un Obliviate en plena retirada, porque vio algo que no debió? Y bueno, que Malfoy también está bajo un Obliviate que probablemente oculta información.

—Sí, básicamente sí.

—O sea que quedamos en el mismo lugar que con Yaxley, solo que un poco más cansados.

No hacía falta que Harry asintiera.

Se llevó una mano a la frente y masajeó allí. Recordó haber visto a Malfoy hacer lo mismo, y pensó por unos breves segundos si es que acaso a él también le atacaban jaquecas. A Harry le pasaba demasiado, pero eran aceptables si las comparaba al dolor que sentía con las pesadillas de Voldemort cuando era adolescente.

—Recapitulemos —empezó a decir Astoria cuando ninguno aportó nada nuevo—: Narcissa había estado, probablemente, ocho años ocultando el secreto de donde está Nagini. Y, bueno, antes creíamos que probablemente lo estaba haciendo debido a que no quería que Tom ganara de forma definitiva. Pero si la vida de su hijo estaba en peligro, como el Obliviate indica que, de seguro lo está… —Ella pausó, pensando en la información que habían recolectado—. ¿Qué tal, si solo no podía decir lo que sabía?

Aquello captó la atención de los amigos, quienes observaron de lleno a Astoria.

—O sea, Narcissa era una Oclumante perfecta. Miró al Señor Tenebroso a la cara en el Bosque Prohibido y le mintió acerca de tu muerte. —Desvió la mirada a Harry como si esperara su confirmación, cuando él había contado esa historia ya un millón de veces—. Tratar de derribar sus paredes de Oclumancia, sin que siquiera ella las hubiera levantado a propósito, tuvo que haber sido prácticamente imposible. Y luego está el Obliviate. El auto-Obliviate. ¿Por qué? ¿Por qué se haría uno?

Los tres se quedaron en silencio unos segundos, antes de que Hermione llegara a la respuesta. Su cara se iluminó.

—Porque sabía lo que le sucedería —respondió, segura—. Entendió que el Gran Mortífago ganó una vez que nos retiramos, debido a que nos superaban bastante. Y sabía que una vez que la torturara a ella y descubriera lo que quería descubrir, él la mataría. A Narcissa y a toda su familia, era lo más seguro.

Harry frunció el ceño.

—Pero murió de todas formas.

—Sí, luego de ocho años. Ocho años en los que Malfoy escaló para convertirse en uno de los Mortífagos de más rango, y se aseguró de que no quisieran asesinarlo tan fácilmente. Se hizo útil. Se hizo un arma. Sin Narcissa eso no habría sido posible.

Se hizo un arma.

Aquello le cayó como un golpe, mientras pensaba en Malfoy otra vez.

Malfoy, quien estuvo todo ese tiempo diseñando hechizos y pociones para contribuir al Lord. Era, tal cual Hermione lo había dicho: útil. Se había transformado en una herramienta para las batallas en contra de "los Rebeldes", y, quisiera o no, a Voldemort le servía.

Harry no quería pensar- de verdad que no quería pensar, en cómo eso se asemejaba a su propia vida. En cómo cuántas veces analizó que Dumbledore lo transformó en un arma que utilizar cuando el momento llegara.

Sacudió la cabeza.

—Ahora —Hermione continuó, pensando en voz alta—, ¿qué tiene que ver el propio Malfoy en todo esto?, ¿en el misterio de Nagini?

—No dijo mucho —respondió Astoria—. Pero creo que sospecha que el Señor Tenebroso pudo haberlo torturado también para incentivar a hablar a Narcissa, y ha borrado esas memorias.

Harry realmente odiaba cómo la maldición tabú les impedía decirle por su nombre a ese cabrón, o los Mortífagos podían encontrar los alrededores de la base cada vez que lo pronunciaban. Le revolvía el estómago cada que alguien decía "Señor Tenebroso". Voldemort no se merecía esas cortesías.

—¿No interfiere el Obliviate que le aplican ustedes, para cuando se marcha, no? —Hermione se dirigió a él de repente, sacándolo de sus pensamientos. Harry negó.

—Ese no es un Obliviate, es una variante. No es ni siquiera medianamente permanente. Esto sí.

Nuevamente se quedaron callados, tratando de seguir organizando lo que sabían, ya que probablemente, tendrían que exponer todo aquello en la reunión de la tarde con el resto de la Orden, y probar que Malfoy era útil. McGonagall y Molly no estaban muy contentas luego de que Harry decidió incluirlo como un miembro más, pero compartir tantos años, planes y luchas, los llevó a respetarlo lo suficiente para confiar en él.

Ya no era un niño, después de todo.

—¿Pero crees que podrás recuperar sus recuerdos? —Hermione cuestionó—. Quiero decir, el Gran Mortífago nunca pudo recuperar los de Narcissa…

—Pero es diferente —replicó Astoria con suavidad—. Las guardias mentales de Malfoy no son tan resistentes, por lo que probablemente no aprendió Oclumancia desde el nacimiento, como Narcissa lo hizo. Es como si comparamos mi habilidad de Legeremancia con la de Harry- sin ofender —agregó mirándolo. Harry negó—. Además de que ella se hizo un auto Obliviate. ¿Tienes idea de lo complicado que es deshacer eso, juntando todos los factores que acabo de mencionar?

Hermione se mordió el labio, posiblemente aún tratando de buscarle «peros» al plan. Harry en cambio, aceptó las palabras y se sintió agradecido. Agradecido de que eso significara que era posible deshacer el Obliviate.

—Entonces, ¿solo podemos esperar a que Malfoy recuerde, cuando eso podría tomarnos meses? —preguntó Hermione entonces, con un deje de amargura—. ¿Años?

El estado de ánimo optimista de Harry se desvaneció al oírla.

Hermione tenía razón. Habían esperado demasiado, por poco una década. Habían trabajado demasiado duro, y la verdad estaba tan cerca. ¿De verdad tenían que seguir aguardando?

Suponía un sacrificio, y no estaba seguro que ni él ni el resto estaban dispuestos a hacer más.

Pero se le ocurrió algo.

—Hay otra opción —habló, con voz calmada.

Hermione y Astoria se giraron hacia él, con expresiones interrogantes en el rostro. Harry se aclaró la garganta, desviando la mirada unos segundos y tratando de pasar a palabras sus caóticos pensamientos.

—Dijimos que debíamos secuestrar a la mamá de Goyle, ¿no? —comenzó a explicarse, esperando que asintieran, aunque ninguna lucía emocionada por ese prospecto—. Pero sabemos que no todos están enterados del total de qué pasaba con Narcissa. Marisa solo hacía lo que le mandaban a hacer, y ya. El Señor Goyle es solo parte del Electis, y ya sabemos por Theo que, en general, no saben de mucho. No realmente. Dudo que les confiaran información verdaderamente valiosa.

Harry tomó una respiración profunda, viendo cómo las expresiones de sus caras cambiaban, entendiendo lo inútil que era secuestrar a Marisa.

—El mismo Yaxley no tenía la historia completa. Malfoy, por obvias razones no sabía nada, lo que solo nos deja cinco opciones más. Los miembros del Nobilium: Rodolphus, Mulciber, Macnair, Greyback-

—Y Rookwood —susurró Hermione. Harry esbozó una pequeña sonrisa.

—Exacto. —Se levantó de la silla, comenzando a pasear por la habitación—. ¿Qué otra persona, que no fuera el mismo ministro de magia, estaría más enterada de lo que está pasando?

Ambas analizaron a fondo sus palabras.

Harry sabía que entre las razones que Voldemort tenía para no decir al público que él aún vivía- para no hacer que buscaran a Harry por todas partes, era que, si se demostraba que Harry estaba vivo, podía avivar una chispa de revolución que no le era conveniente ahora que tenía el poder. Y que, además de todo, lo haría verse débil.

Por otra parte, si Harry exponía el secreto de Nagini, como había tratado de hacer en repetidas ocasiones, (acabando con gente siendo ejecutada), nada le aseguraba a Voldemort que las personas que lo odiaban en secreto, no tratarían de buscar a la serpiente por su cuenta. Así que la cantidad de gente que debía saber la verdad tras Narcissa, su Horrocrux, y su misma "muerte", se veía reducida más y más, al punto de que Harry incluso dudaba que Rookwood lo supiera todo.

Más que el resto, sí.

—Así que sugieres que lo secuestremos —dictaminó Hermione—. Quieres que secuestramos a su ministro.

—Me haría más feliz matarlo —dijo Harry, al mismo tiempo que Hermione le daba una mirada desaprobatoria—, pero sí, creo que es una buena alternativa.

Y comenzaron a discutir esa posibilidad, tratando de darle forma.

Era difícil. No podían permitirse perder gente, no mucha. Y era arriesgado, pues nunca antes pudieron capturar a un miembro del Nobilium. La única razón por la que Yaxley estaba allí, era debido a que Malfoy lo llevó. Normalmente, estaban tan jodidamente protegidos. ¿Cómo lo harían?, ¿cómo podrían hacerlo?

Malfoy podría ser la respuesta.

Por ello, días después, luego de que tuviera una sesión de Legeremancia con Astoria, Harry se le acercó en la entrada de la mansión, yendo directo al grano y preguntándole por Rookwood.

A pesar de lo que Harry creía, Malfoy entendió mucho más rápido de lo que él esperaba. Como si la simple pregunta acerca de Rookwood y que tan protegido estaba, hubiera hecho unos cuantos clics en su cabeza.

Algo bastante rápido e impresionante para alguien que no tenía el cerebro más grande que un maní.

Bueno, Harry no estaba siendo muy justo.

—Rookwood debe saber gran parte de la verdad, ¿no? —preguntó él, tensando la mandíbula. Harry se encogió de hombros.

—Es lo que creemos.

Y, por primera vez desde que Malfoy había re-aparecido en su vida, hablaron sin dedicarse más que muecas desagradables. Ningún insulto salió de los labios del otro, y discutieron acerca de qué tantas posibilidades había de secuestrar a Rookwood en un futuro. Malfoy le explicó que ese año la ceremonia del Día de la Victoria, sería por primera vez en el exterior.

Todos los 2 de Mayo anteriores, Voldemort celebró al interior de Hogwarts su supuesta victoria. En el comedor, debido a que aquella parte continuaba intacta, igual de destruida a como había quedado ocho años atrás. Cómo un recordatorio de quién había ganado, y de lo que sucedió en la Batalla de Hogwarts.

Ese era un arma constante de Tom: no permitirle a la gente olvidar.

Pero, quisiera o no, el Gran Comedor había empezado a desmoronarse, la infraestructura a caerse, y aunque el muy hijo de puta sobreviviría a eso, el resto de la gente, no. Por lo que la reconstrucción del comedor estaba siendo llevada a cabo. Y de todas formas, el lugar donde Neville había muerto seguía siendo igual de emblemático, solo que en el exterior.

Era una buena opción. Era una excelente opción. Si ingresaban por la base bajo el Bosque Prohibido, o volando sin ser vistos… podían hacer algo con ello, aprovechar la oportunidad. Podían secuestrar a Rookwood en frente de toda esa gente.

Voldemort no tendría cómo desmentir que Harry seguía vivo, en ese caso.

Pero también se arriesgaban a que se desatara una lucha poco equitativa, que continuaran muriendo personas inocentes. Que los Mortífagos los capturaran a ellos.

Lamentablemente dependían de Malfoy. Él debía informarles antes de, cómo iba a estar organizada la ceremonia, los puestos de cada uno, los puntos débiles. Malfoy lo sabría.

Cuando por fin se callaron, Harry lo miró unos segundos, notando cómo, cada cierto tiempo, Malfoy se llevaba la mano a la cara y delineaba la cicatriz que le cruzaba el rostro. Le recordaba un poco a Remus, excepto que las heridas del profesor Lupin eran mucho más, y menos precisas. La de Malfoy parecía estar ahí como si hubiera sido causada específicamente para hacerle daño.

Harry suspiró, y se dio la vuelta, dispuesto a no pensar en ello. No se despidió. No le veía el punto.

—Potter —dijo entonces Malfoy con voz tensa cuando Harry ya se iba. Se giró para mirarlo—. ¿Puedo hablar con Goyle?

Harry vaciló sobre sus propios pasos, algo perplejo. ¿Por qué Malfoy querría algo así? ¿Habría pensado mejor las cosas y ahora deseaba torturarlo?, ¿o matarlo? Harry asintió cautelosamente, y comenzó a caminar en dirección hacia la parte trasera de la mansión. No pensaba dejarlos solos.

—Vamos.

Sintió a Malfoy seguirlo a sus espaldas sin decir una palabra más, a medida que Harry pasaba por los pasillos saludando con la cabeza a la gente que se topaba. Los Weasley, en su mayoría, decidían ponerse en la otra ala de la mansión cuando Malfoy iba, para evitar confrontaciones directas que podrían ser contraproducentes. Pero estaba claro que aquello no podría durar para siempre. En algún momento se encontrarían, y Harry sabía que no sería bonito. No después de la muerte de dos de los suyos.

Ginny.

—No ha estado completamente consciente desde lo que pasó —informó Harry, cuando ingresaron a la celda.

Olía pésimo, y él no había estado ahí desde que llevaron a Goyle a la base. Otras personas, sobre todo refugiados, se habían encargado de alimentarlo y aplicarle hechizos de limpieza. Pero eso no disimulaba el olor que indicaba que no se había bañado, además que los pequeños huecos en el piso para que el prisionero pudiera hacer sus propias necesidades no ayudaban.

Harry arrugó la nariz, viendo cómo Goyle estaba en la pared más lejana de los barrotes.

—No tenemos idea qué secuelas dejó la intromisión de Astoria —advirtió Harry, cerrando la puerta del calabozo y haciendo un hechizo refrescante en el aire.

Malfoy avanzó sin hacer un solo gesto y sin contestarle, mientras Harry se apoyaba en la puerta y lo miraba con irritación.

Eso era otra cosa que le molestaba, que fuera tan jodidamente inexpresivo, y no supiera qué mierda estaba pasando por su cabeza. Durante Hogwarts, Harry había podido descifrar sus estados de ánimo tan fácilmente. Se ruborizaba levemente cuando se molestaba o avergonzaba, entrecerraba los ojos cuando se enojaba, o movía de sobre manera las manos si se encontraba animado. Harry lo recordaba.

Pero ese Malfoy apenas existía. Apenas parecía vivo.

Si no fuera porque Harry lo había escuchado dos veces agitado, habría creído que no tenía emociones reales.

—Gregory —dijo con voz dura y alta, cuando llegó al borde de la celda.

Goyle dio un respingo cuando lo oyó, mirando a cada lado, medio desorientado, hasta que se enfocó en Draco y esbozó una sonrisa algo aliviada.

Y entonces pareció recordar, más o menos, lo que había sucedido.

—Draco…

Malfoy apretó los dientes al oírlo decir su nombre, pero esa vez no lo corrigió. Harry, luego de verlo reaccionar a su seudónimo más aclamado –"Astaroth"– dudaba que Malfoy prefiriera ser llamado así tampoco.

Quizás se equivocaba.

—¿Por qué lo hiciste? —le preguntó sin rodeos, con la voz temblando de la cólera—. Lo sé todo.

Goyle no respondió. Apretó los labios y bajó la cabeza, como si Malfoy fuera un padre regañando a un hijo que había cometido una travesura. Harry no entendía la dinámica entre esos dos.

—Goyle- —comenzó a decir Malfoy en tono amenazante, pero fue interrumpido.

—Madre me lo pidió —dijo él de sopetón, con lágrimas desesperadas comenzando a llenar sus ojos—. Ella y padre querían hacerlo, y luego me lo dijeron a mí. Pensé… pensé- lo hice porque era una buena oportunidad.

Malfoy le dio un golpe a las barras.

—Es mi madre.

Goyle volvió a bajar la cabeza mientras negaba. Sin duda estaba más roto de lo que Yaxley se encontraba, y la tortura había sido mucho, mucho menor.

—Lo siento —murmuró él, poniéndose a hipar.

Harry casi pudo ver cómo Malfoy le escupía, pero se contuvo, enderezandose y acomodando sus túnicas, ese despreciable broche en su pecho de forma de gota brillando bajo la luz.

—No me sirven tus disculpas.

Los hipidos de Goyle no le inspiraban ni un poco de lástima a Harry. Por él, que sufriera y se sintiera culpable hasta el último día de su vida; que pensara en las cosas que había hecho y a quienes había dañado. Malfoy, por su parte, sí parecía algo afectado. Aunque trataba de enmascararlo muy bien.

—Debí habértelo dicho —dijo Goyle, en medio de su patético llanto—. Yo-

Pero nunca pudo terminar esa frase.

Repentinamente, Goyle comenzó a sacudirse.

Harry lo reconoció cómo una convulsión, seguramente secuela de lo que Astoria hizo en su cabeza. Daba igual, tenía bastante cordura aún y era mucho más de lo que merecía.

Harry observó cómo Malfoy se alejó de la celda, dando pasos hacia atrás, mientras miraba cómo Goyle daba señales de estar quedando inconsciente, con espuma comenzando a salir de su boca.

—Sí —replicó Malfoy a su anterior oración, en tono neutral—. Debiste habérmelo dicho.

Harry se quitó de en medio de la puerta para así dejarlo pasar, y se dedicó a mirar a Goyle por unos segundos. Pensó en dejarlo ahí, que el tipo lidiara solo con lo que le estaba pasando, pero mientras no se aclarara qué pasaría con él, mientras no conversara con la Orden si lo matarían o no, debía ayudarlo.

Soltando una respiración cansada, envió un Patronus a Madam Pomfrey para que enviara a alguno de sus aprendices a encargarse de Goyle. El ciervo se perdió, yéndose hacia arriba, y Harry esperó que las pocas personas que estaban aprendiendo medimagia tuvieran tiempo de cuidar de un prisionero inútil.

Con cautela, salió del calabozo, solo para escuchar tal cual lo había hecho semanas atrás, que Theo y Malfoy hablaban en el mismo lugar a un lado de la escalera, en una pared desde donde no veían el pasillo.

Harry disminuyó la velocidad de sus pasos para así poder oír mejor, aunque solo escuchaba frases ahogadas.

—Nadie lo obligó… —Esa era la voz de Malfoy, sin duda.

Harry juntó las cejas al identificar el tono vacío de su voz, cómo si estuviera bajo la influencia del Veritaserum. Maldijo un poco al no andar con su capa de invisibilidad encima para poder espiarlos, y sabía que convocarla alertaría a los hombres de que estaba escuchando a escondidas.

—… No me queda nada…

Harry se apegó a la pared del pasillo, aún metros detrás, para así poder oír con más precisión. Pero lo único que podía percibir eran aquellas oraciones que lo confundían.

—Ya no me queda nadie… —escuchó a Malfoy susurrar, con esa voz extremadamente calmada que le ponía los pelos de punta—. Todos-

Harry notó cómo Theo lo interrumpió, su voz baja y resonante cortando el aire, aunque él no pudiera descifrar bien qué decía.

—… Me tienes a mí.

Y de ahí en adelante, no pudo oír nada más.

Harry no sabía cuánto tiempo se quedó apoyado en la pared en la oscuridad del pasillo donde las antorchas no habían sido encendidas, mientras Malfoy era consolado por Theo. Preguntándose de verdad, quién era Draco Malfoy, y por qué actuaba de la manera en la que actuaba.

Y entonces, en medio de sus contradicciones, en medio de repetir las palabras del Mortífago en su cabeza, un pensamiento cruzó por su mente.

Andrómeda.

Quisieran o no, Malfoy no estaba solo. No toda su familia estaba perdida.

Andrómeda estaba ahí. Estaba con ellos. Había sido golpeada por una maldición que no supieron identificar durante la Batalla de Hogwarts, la cual había deteriorado su sanidad mental bastante, pero continuaba viva.

Harry pensó en ello, incluso cuando Malfoy se marchó aquel día. No tenía idea de qué relación tenían ambos antes de que todo aquello pasara. Harry suponía que no muy buena, o prácticamente inexistente. Pero le parecía que no estaba en sus manos ocultarle a ambos que el otro existía, que seguían vivos, y que de hecho se encontraban en el mismo techo.

Pero no fue hasta una semana después, cuando Hermione, Harry y Ron volvían del Bosque Prohibido, habiendo recolectado ingredientes para las pociones que elaboraban, cuando tuvo oportunidad de comentárselo a Malfoy.

No hubo demasiado progreso en cuanto a Astoria, según lo que ella le explicó. No pudo penetrar por mucho tiempo las barreras de Oclumancia de Malfoy, por lo que debían esperar a que su mente se acostumbrara a tenerla dentro y dejar de verla como una amenaza. Por lo menos, ya habían visto los huecos de recuerdos que le faltaban, y a pesar de que eran bastantes, no iba a ser tan difícil la recuperación de ellos.

—Malfoy —llamó Harry, cuando éste se encontraba dispuesto a marcharse.

Malfoy se giró al escucharlo dándole una mirada de ceja arriba, y las comisuras hacia abajo. Era una expresión de asco.

—Tu tía está aquí —soltó Harry sin preámbulos, haciendo que por unos segundos, oyera cómo la respiración del hombre se atascaba.

Harry detalló el cambio de su cara, cómo un leve pánico pasó por sus ojos grises, antes de que se relajara y comprendiera a qué se refería.

Y simplemente supo, que Malfoy por unos milisegundos no pensó en Andrómeda. Que quizás en ocho años no se le había pasado por la cabeza.

Malfoy había pensado en Bellatrix.

—¿Y? —preguntó él con desdén. Harry metió las manos a los bolsillos, irritado desde ya.

—Creí que debías saberlo.

Malfoy entrecerró los ojos con escepticismo alejándose de la puerta de entrada, mientras se llevaba una mano al pecho.

—¿Me vas a dejar verla? —dijo con un tinte de sorna—. ¿No temes que estas sucias manos de Mortífago le hagan algo?

Harry le dedicó una media sonrisa sin humor.

—Es su decisión si quiere verte y —pausó, para mirarlo de arriba a abajo. Malfoy se quedó muy quieto—, ¿qué tanto mal podrías hacer?

El hombre no reaccionó pot unos segundos, antes de soltar una risa frente a su desprecio.

—No tienes idea de lo que soy capaz tú tampoco —replicó Malfoy, con aburrimiento—. Es más, hoy antes de venir acá, tomé un litro de sangre de recién nacidos para el desayuno.

Harry se preguntó si debía sentirse escandalizado, o mínimo sospechar que esa oración fuera verdad. Después de las atrocidades que los Mortífagos habían probado hacer durante esos años, beber sangre de recién nacidos era de las cosas más suaves. Pero en su lugar, lo único que su comentario ocasionó, fue hacerlo soltar una risa, que rápidamente disimuló con una tos. Malfoy pareció medianamente sorprendido ante eso aunque no comentó nada.

—No creo que Andrómeda quiera verme, Potter —fue su respuesta, retomando el tema. Harry notó que no le decía tía.

Pero también notó, que no había dicho que él no tenía interés en verla. Harry realmente no sabía si de verdad le era tan indiferente.

—Puedo preguntarle.

Malfoy lo observó fijamente, paseando los ojos grises por cada facción de su rostro. Harry aguantó el escrutinio sin decir una palabra, reconociendo que, quisiera o no, la mirada de Malfoy era demasiado intensa. No podía evitar sentirse incómodo. Analizado.

Eran sentimientos que no le gustaban en lo más mínimo.

Malfoy asintió finalmente.

—Está bien.

Harry asintió de vuelta, antes de girarse y caminar hacia las escaleras principales de la mansión, mientras Malfoy lo seguía. Se estaba haciendo una escena demasiado recurrente. Y no era lo que él había esperado en un principio.

Harry estaba haciendo aquello, porque pensaba que no era justo para Andrómeda que creyera que absolutamente toda su familia estaba muerta. Si bien, durante esos años nunca mencionó a Narcissa o a su sobrino, aquello no significaba nada. Andrómeda no había hablado más de diez veces en todo ese tiempo.

Harry llegó a la segunda planta, y dobló hacia la izquierda, yendo al ala donde la mujer pasaba casi cada minuto del día. Sola en una habitación, saliendo solo cuando ella lo pedía (o rogaba). Harry se sentía genuinamente mal por ella en ocasiones, hasta que se acordaba de todos sus intentos de suicidio, y de los intentos de escapes para "cobrar venganza". Andrómeda incluso se negaba a recibir atenciones de Madam Pomfrey, y como la medibruja no podía forzarla a ser atendida, a menos que fuera una emergencia, solo la había revisado en unas cuántas ocasiones, descubriendo que Andrómeda tenía signos vitales muy irregulares gracias al trauma y al hechizo desconocido, que incluso alteraban su magia. Madam Pomfrey les había explicado que eso podía pasar, que un mago sufriera un evento tan traumático que terminaba afectando su magia y a su físico, y que además se incrementó gracias a la maldición.

Harry recordaba eso, y sabía que era mejor dejarla donde estaba. Que a menos que hubiera una persona cuidándola durante todo el día, Andrómeda debía permanecer encerrada.

Harry llegó a la pieza de la mujer, y la abrió con un giro de varita.

Andrómeda estaba como siempre, en la ventana.

Él la detalló, notando cómo los años habían calado a la mujer profundamente. Lucía diez veces más vieja de lo que en realidad era, como una anciana, con el cabello caído y la carne marchita. Tenía esa mirada psicótica paseando de un lugar a otro y el aire a su alrededor parecía estancado, un olor terrible inundando la estancia gracias a que la mujer nunca abandonaba la habitación. Harry pensaba si en ese momento quizás, ella estaba ideando planes para escapar, clamando que podría derrotar a Voldemort. Aunque, cuando recobraba la cordura, no intentaba nada raro. No cuando se daba cuenta de que sin la autorización de Harry, no había forma de que ella ni ningún ser vivo pudiera entrar o salir de la base.

No debía ser fácil haber perdido a toda tu familia en un solo día. A tu hija, y a tu nieto. Que la guerra y un hombre asqueroso te hubiesen arrebatado a tu esposo y a tu yerno sin poder despedirte. Harry comprendía por qué Andrómeda no hablaba, o por qué quería tirarse de la ventana hacia abajo.

Quizás la comprendía mejor que nadie.

—Hola, Andrómeda —dijo él con voz suave.

Andrómeda retiró lentamente los ojos del paisaje de afuera para fijarse en Harry. Se notaba ausente, cansada, como si ni siquiera se hubiera dado cuenta de qué estaba haciendo segundos atrás. La mujer se movió de su lugar, para acercarse a él, quien instintivamente llevó una mano hacia su bolsillo. No sería la primera vez que ella lo confundía con alguien más y empezaba a golpearlo.

Pero antes de que cualquier cosa pasara, su mirada viajó hacia atrás del hombro de Harry.

Y él se dio cuenta de su error.

Había dejado la puerta abierta.

—Andrómeda-

No pudo terminar la frase, porque de un segundo a otro, Andrómeda se había abalanzado en su dirección, y sus manos estaban tratando de alcanzar a Malfoy, quien, seguramente, había retrocedido hasta chocar con la pared del pasillo.

Harry forcejeó con la mujer, intentando no hacerle daño, y vio cómo sus ojos estaban llenos de lágrimas; cómo su cara estaba roja y estaba haciendo un esfuerzo inhumano para llegar hasta Malfoy. En ese momento, Harry no podía decir con certeza qué estaba pasando por la cabeza de Andrómeda, qué veía ella, pero nunca se le había pasado por la mente que quizás podría culpar a Malfoy. Que podía culparlo por lo que le había pasado a Tonks y a Teddy.

Pero es que, ¿cómo?

Malfoy era solo un chico cuando todo eso había ocurrido. No era responsable de absolutamente todo.

Aquello resonó en su mente un segundo.

Malfoy no era responsable de absolutamente todo, sin importar lo fácil que sería que así fuera.

Harry logró empujar a Andrómeda de vuelta al cuarto, mientras sentía cómo alguien –probablemente Malfoy– cerraba la puerta de sopetón.

—Andrómeda-

—Traidor —lo interrumpió ella, temblando de rabia, de tristeza, con sus ojos aún fijos en la madera detrás de él—. Traidor.

Harry soltó una exhalación, tratando de organizar sus pensamientos. Para Andrómeda, Malfoy había traicionado a su familia. Lo que ellos habían creído, antes de que Theo lo llevara hacia allí, era que Malfoy permitía los abusos a Narcissa. Quizás Andrómeda se quedó con esa idea, y aquello, combinado con el hecho de que Malfoy, literalmente, era parte del bando que masacró a sus seres queridos...

—¿Quieres que lo mantenga lejos de ti? —susurró él, sabiendo que no había punto en tratar de explicarle en ese momento la verdad.

Andrómeda por fin pareció darse cuenta de que Harry la estaba sosteniendo, y lo empujó lejos, soltándose de su agarre mientras le daba la espalda.

Él suspiró.

—Está bien —le dijo Harry, reconociendo el absoluto desastre que fue aquello—. Avísame si necesitas algo.

Andrómeda se alejó, caminando a la otra ventana, a la más grande y protegida para que no la rompiera, mientras parecía balbucear para sí misma, negando con la cabeza de forma brusca.

Harry tomó el picaporte.

—Lo siento —se disculpó con sinceridad.

Pero la mujer ya no estaba presente.

Harry salió de la habitación con cansancio, solo para encontrar a Malfoy apoyado en la pared a su derecha. Miraba el techo, con expresión vacía, la garganta expuesta y la mandíbula hacia el cielo. El azabache observó su perfil por unos segundos, cómo su manzana de Adán se movía mientras tragaba, y sus pestañas bañaban sus párpados, su cabello luciendo casi blanco en esa luz.

Ninguno de los dos comentó nada mientras Harry caminaba de vuelta y Malfoy lo seguía, luego de haberse calmado.

•••

Harry no volvió a ver a Malfoy de nuevo, hasta una semana después.

Los avances entre él y Astoria podrían ser muchísimo más rápidos, si no fuera por el hecho de que la mujer estaba muy ocupada con su vida de cara al mundo mágico. Con lo de los Registros de Nacidos Muggles, en los que ella y Theo intentaban salvar a los máximos posibles, y con todo eso de que su hermana era la directora de El Profeta, y que se acercaba el Día de la Victoria… Astoria apenas tenía tiempo para respirar.

Pero una vez que la sesión de Legeremancia acabó, (en la cual ella dijo que estaba tratando de ser lo más cuidadosa posible, porque la mente era algo delicado), Malfoy se quedó unos segundos en el Salón Principal, discutiendo con Astoria, Theo y Harry, acerca de la posibilidad de secuestrar a Rookwood. Habría sido muchísimo más productivo que McGonagall, Kingsley, Hermione, Ron o el resto estuvieran ahí también. Pero cada uno tenía sus cosas que hacer.

McGonagall, por su parte, se encargaba de estudiar y de enseñar lo máximo posible a los nuevos miembros, junto a Kingsley. Ambos instruyendo dos materias completamente distintas, pero útiles. Madam Pomfrey junto a Susan Bones hacían lo mismo, aunque se focalizaban en gente realmente interesada o apta para la medimagia en una porción del día, y la otra parte la destinaban a enseñar cosas básicas, (aunque cada vez más complejas) al resto de la base, para que todos pudieran curarse de cosas leves en medio de un campo de batalla.

Hermione y Ron investigaban, o se mantenían ocupados en las distintas tareas que acarreaba vivir allí, como las pociones, o la comida, o el aseo. Pero Harry suponía que si no estaban en ese momento específico, tenía que ver más con el hecho de que no soportaban a cierto Mortífago, más que otra cosa.

Luego de que acabaron, Malfoy prometió que investigaría acerca del procedimiento que se llevaría a cabo el día de la ceremonia. Y, cuando Harry los acompañó a él y Theo a los límites de la mansión para retirarle los recuerdos, no pudo evitar que todas las dudas que había venido juntando desde hacía semanas, le estallaran en la cara.

—Malfoy —lo llamó, apuntándolo con la varita. Malfoy ni se inmutó.

—¿Qué quieres ahora, Potter?

Harry tenía que decirlo. Quizás así se aclararía más. Después de lo que había visto, si Malfoy quería matar a Goyle, eso demostraría que no era tan diferente a lo que Harry pensaba que era. Eso explicaría por qué apenas le movió un pelo presenciar cómo su tía había actuado al verlo.

Además, tenía que informarle de su decisión.

—Goyle vivirá —le dijo, analizando de cerca su gesto—. No puedo asegurarte cuánto tiempo.

Y Malfoy se limitó a asentir, cerrando los ojos, para esperar que lo hechizara.

Sin embargo, Harry no se movió, parpadeando en su lugar mientras miraba cómo la cara de Malfoy se relajaba. Sintiéndose cada vez más y más contrariado por sus acciones.

¿Qué le importa?, ¿qué no lo hace?, ¿por qué reacciona de esa manera?

—¿Por qué me miras así?

Harry salió de su ensimismamiento, notando cómo Malfoy había abierto los ojos y lo observaba con sus dos cejas alzadas.

—Me confundes —respondió Harry, lo más franco posible—, por eso te estoy mirando.

Malfoy pestañeó un par de veces, sin esperar esa respuesta.

—¿Qué?

Harry chasqueó la lengua, bajando la varita y desviando la mirada hacia el lado. Bueno, si iban a hablar de frente...

—¿Por qué me pediste salvar a Goyle, cuando estuvo implicado en lo que le pasó a Narcissa?, ¿a tu madre?

Si Malfoy lucía sorprendido antes, o algo así, eso cambió al momento en el que lo escuchó. Como si la posibilidad de hablar de emociones humanas fuera una desgracia.

—¿Por qué te preocupas aún por él? —insistió Harry, sin poder verlo. El vínculo entre ambos nunca le había parecido tan sustancial.

Por el rabillo del ojo, notó cómo Malfoy apretaba los dientes.

—Te he dado mis razones, y además de todo, no es de tu incumbencia. No realmente.

Harry pasó saliva, concediéndole más o menos el punto. Era cierto que en ese momento, no estaba preguntando por la Orden, pero eso no lo hacía menos de sus asuntos. Aún podía tratarse de un posible traidor.

O alguien lo suficientemente impredecible como para que no supieran en qué momento les tendería la mano, o les daría la espalda.

—Me parece extraño, haberte visto tan emocionado al torturar a Yaxley —Harry dijo una vez más, bajando la voz—, pero mostrarte tan en contra de hacer lo mismo con una persona que te traicionó.

—Si lo que te preocupa es que yo los traicione a ustedes, puedes esperar sentado —respondió él con brusquedad, y Harry volvió a mirarlo. Cada línea de su rostro y de su cuerpo estaba tensa, lista para el ataque—. Ya estaría muerto si es que creyera que esto es perjudicial para la Orden, y lo sabes.

Harry enarcó una ceja.

—No necesariamente. Esto no es definitivo. —Se lamió los labios, entrecerrando los párpados—. Podrías estar dispuesto a morir una vez que cumpla tus deseos. Rescatarlo, o asegurarte de que viva para que lleve a cabo un plan, y sacrificarte por esa causa.

Malfoy resopló, y sus labios esbozaron una sonrisa agria, casi como si aquello le hiciera gracia. Enfocó sus ojos en los de Harry por unos largos segundos antes de hablar.

—Mírame a los ojos, Potter, y dime que verdaderamente crees que estaría dispuesto a dar mi vida por la de alguien más.

Harry no cortó el contacto visual a medida que respondía.

—Bueno, al menos así el mundo sería un lugar mejor. Se liberaría de una persona de mierda.

La verdad, decirle eso ya era más por la fuerza de la costumbre. Viejos hábitos, quizás, pero reconfortantes, el poder decirle esas cosas en la cara a Malfoy, y saber que eran verdad...

Pero el bastardo rio, viéndose genuinamente divertido.

—¿Eso es lo mejor que tienes? ¿De verdad? Siete, casi ocho años y piensas que decirme "persona de mierda" es un buen insulto, cuando es la realidad. —Malfoy dio un paso hacia Harry, quedando a menos de un metro—. Creí que lo mínimo con lo que me recibirías sería un Crucio. Eso sería una ofensa.

Una oración resonó en el fondo de su mente, ignorando el resto.

Cuando es la realidad.

Harry volvió a sacar su varita.

—Aún no estamos tarde —dijo, apuntándola a él—, si tanto insistes.

Malfoy no borró la sonrisa de su rostro.

—No podrías acercarte a un metro de mí antes de que te arrepintieras de haberlo intentado.

—¿Quieres apostar? —respondió Harry con el mismo grado de socarronería con la que Malfoy había hablado—. Conozco maneras muy efectivas de hacer que grites de dolor.

Malfoy pasó la lengua por sus dientes delanteros, antes de asentir un par de veces y ladear la cabeza, observando a Harry como si fuera una gran broma. Considerándolo.

Oh, se iba a arrepentir.

Malfoy abrió la boca, como si estuviera a punto de aceptar el reto, mas luego la cerró, arrepintiéndose a último segundo.

—Uno creería, que después de todo, eras mejor que yo.

Malfoy sonó burlón. Harry resopló.

Soy mejor que tú.

Malfoy lo escaneó con la mirada, para luego negar y ver hacia al frente más allá de su hombro, con un pequeño halo de frío escapando de sus labios.

—No era eso a lo que me refería.

Harry arrugó la frente, pensando que la conversación de pronto ya no se trataba sobre quién era mejor en un duelo. Y trató de entender de qué hablaba, por qué ese hombre era tan desesperadamente complicado. Pero descubrió que no quería saberlo. No quería saber qué quería decir con esa oración específicamente, así que no respondió; aunque sí que continuó haciendo sus preguntas.

—¿Por qué pareciera que no te produce nada, saber que la única familia que te queda, te rechaza? —le soltó de golpe, recordando su reacción con lo de Andrómeda. Mutismo y simple indiferencia—. No dijiste nada. No reaccionaste. Simplemente...

—¿Y qué quieres? ¿Que llore?

Bueno, ciertamente habría sido más normal.

—El Malfoy que conocí habría hecho un berrinche.

Malfoy volvió a dar otro paso, bajando su voz él también.

—¿De verdad crees que sigo siendo el "Malfoy" que conociste? —susurró, haciendo que el frío chocara vagamente contra la piel de su mejilla.

—¿Qué te pasó?

Malfoy, otra vez, no se esperaba esa pregunta, pero de todas maneras le dedicó un gesto pedante y se cruzó de brazos, imitando su anterior postura.

—El Señor Tenebroso. Eso fue lo que pasó.

Sus ojos fueron a parar a la cicatriz de su cara. Y Harry, por primera vez, comenzó a contemplar otra posibilidad. Una que no se le había ocurrido antes.

¿Qué tanto había hecho Malfoy obligado?

¿Y qué había hecho por cuenta propia?

No era justificación, por supuesto. Era un torturador, responsable de muchas muertes de su bando, a pesar de que aparentemente nunca dijo la Maldición Mortal. Si había hecho la mitad de lo que le hizo a Yaxley a otras personas, eso quería decir que tenía parte de la culpa. Y era una mierda de persona, y no lo pensaría dos veces en hacer sufrir a alguien que detestaba de verdad. La gente le temía. Malfoy no era bueno. Era todo lo contrario.

Pero, para pasar a ser eso… tuvo que existir un cambio, ¿no? El mismo Harry lo pensó; no lograba conectar al miembro del Nobilium de Voldemort, con el niño de dieciséis asustado. Y para eso, tuvieron que pasar bastantes cosas.

¿Qué le había hecho Tom?

—¿Qué? —cuestionó Harry, subiendo la barbilla—. ¿Ahora él es el responsable de convertirte en esto?

Si a Malfoy le afectó en alguna parte de su podrido ser el disgusto con el que Harry escupió lo último, no lo demostró.

—Intenta vivir con él por años, y veamos si tú no cambiarías entonces.

—¿Qué te hizo?

Malfoy posó la mirada en el rayo de su frente por un largo tiempo, y Harry se sintió desprotegido. Había pasado muchísimo desde que alguien lo miraba ahí, o le prestaba atención.

Y retrocedió entonces, dándose cuenta de la cercanía que había creado.

—No es ninguno de tus malditos asuntos, Potter —le escupió de vuelta, su cara arrugandose en un gesto de desagrado.

Harry se pasó una mano por el rostro, dándose cuenta de que una vez más estaban cayendo en una de sus conversaciones agotadoras.

Pero no parecían poder detenerse.

Volvió a mirarlo, tratando de encontrar una explicación racional a todas las dudas que lo asaltaban, una vez más. Malfoy no tenía sentido, simplemente no lo tenía.

Parecía estar orgulloso, de ser como era. Pero luego iba y decía cosas así, y- Harry no tenía idea de qué pensar. De si confiar o mandarlo a la mierda.

—Deja de meterte en cosas que no te importan, joder —espetó Malfoy de pronto, al ver cómo Harry escaneaba su persona—. Siempre has sido un puto metiche- deja de mirarme así.

—¿Cómo así?

Malfoy, con la mandíbula apretada, hizo un gesto vago con su mano que abarcaba el rostro de Harry.

—Como si intentaras descifrarme. Esto es todo lo que soy.

Harry no tenía idea de que él tenía esa mirada. O que Malfoy pudiera reconocerla en primer lugar.

—No esperaba más. Sé que esto es todo lo que eres.

Por lo que pareció un minuto- o apenas unos segundos, no lo sabía con claridad, Malfoy lo miró. Nada más. Ningún músculo de su cara se movió, sus ojos plata fijos en los esmeraldas de Harry, contando un montón de historias en ellos que él claramente no podía comprender.

Harry no apartó la mirada.

Entonces Theo se puso frente a ambos, haciendo que él retrocediera unos pasos por puro instinto. Casi había olvidado que estaba ahí.

Malfoy sacudió la cabeza.

—Adiós, Potter —le dijo, con la voz extrañamente calma.

Harry posó su varita en la sien del rubio viendo cómo este cerraba los párpados.

—Adiós, Malfoy.

Mientras le quitaba sus recuerdos, y Theo se lo llevaba, Harry se preguntó quién era Malfoy realmente. Por qué decía y hacía cosas tan horribles, y al mismo tiempo parecía ser compasivo. O indiferente.

¿Qué le había pasado para transformarse en esa persona?

Necesitaba saberlo. De lo contrario, jamás confiarían en él.

•••

Una vez más: Muchas gracias por el apoyo y sus comentarios! Amaría poder contestar los reviews pero verdaderamente no sé cómo sin enviar un mensaje privado:(

Pero las palabras que me dan me motivan mucho a seguir. Me hace muy feliz que les esté gustando!