Capítulo 2
El amor a veces causa resfriado

Tres semanas después del viaje, mi piel estaba mucho mejor y la picazón causada por el típico despellejamiento tras el bronceado, (bueno, en mi caso , el tostado) comenzaba a dimitir.

Durante todo este tiempo la imagen de Hermione dormida en mi regazo, había sido imposible de borrar de mi cabeza y el sentimiento de vacío que me había acompañado durante mis cortas vacaciones, había estado presente estas últimas semanas y comenzaba a creer que nunca se iría.

Era viernes, lo que significaba cena en casa de los Weasley, como cada semana. Así que salí del trabajo y me dirigí a la Madriguera (bueno, en realidad me aparecí, soy algo flojo). Una vez que Hermione, Andrew y Caroline hubiesen llegado, nos sentamos a la mesa.
-Ehem, ehem – carraspeó el Sr. Weasley para despejar el usual bullicio que nos acompañaba cada viernes – Como saben, las elecciones para el nuevo Ministro de Magia se han llevado a cabo esta misma tarde, y como también es sabido su seguro servidor estaba entre los candidatos. Bueno, lamento informarles- su mirada pareció entristecerse- que de ahora en adelante, Molly querida, llegaré más tarde a casa, pues me han elegido a mí como nuevo Ministro- en cuanto hubo dicho esto, todos los que estábamos presentes estallamos en vítores y aplausos. – Sí, sí bueno...ehem...- nos silenció el Sr. Weasley; cosa difícil pues la noticia había causado mucho alboroto – También debo anunciarles que la próxima semana se llevará a cabo una fiesta en honor a mi nombramiento en Cinnamon Valley al norte de Londres, a la cual todos están cordialmente invitados; por supuesto.

Lo que restó de la cena fueron solo vítores y abrazos, cuando ya no hubo más felicitaciones por dar y los platos estuvieron vacíos, pasamos a la sala para comenzar con nuestra usual plática y juegos mágicos.
Una vez concluida la reunión, me retire; no sin antes ser cargado con comida para llevarme a casa, luego de las despedidas y la promesa de no faltar a la fiesta en Cinnamon Valley me aparecí de nuevo en casa.

La semana transcurrió rápida entre interrogaciones e investigaciones; mi trabajo como auror en el Departamento de Magia había sido bastante ocupado, pues con la fiesta de nombramiento teníamos que prevenir cualquier ataque de represión, algo improbable, pues desde la caída de Voldemort y una vez que los mortífagos fueran atrapados en su mayoría, lo único que atrapábamos con frecuencia era uno que otro alborotador tratando de hacerse notar.

Así que el viernes llegó más rápido de lo esperado y como siempre, había dejado mi vestuario al último minuto y mi único traje estaba sin planchar; cualquier mago podría arreglarlo sin problemas, pero nunca fui muy bueno para los hechizos domésticos y tenía bastantes problemas con la plancha muggle. Justo cuando estaba por darme por vencido y lanzarle un hechizo desmaterializador a mi traje, sonó el timbre.

-Hola Harry¿por qué no estas arreglado?- era Hermione.
-Verás... – comencé mientras ella pasaba a la sala – mi traje esta arrugado y bueno, tú sabes que nunca fui muy bueno en eso de los hechizos domésticos y...-
-¿Por qué no me llamaste? – me dijo poniéndose de pie del sillón, donde se había sentado y dirigiéndose luego a mi habitación.
-¿Llamarte, pero...-dije siguiéndola confundido- ¿qué haces aquí?
-Toma – dijo saliendo nuevamente de mi habitación antes de que yo pudiera entrar y dándome el traje sin una sola arruga – Quedamos que nos iríamos juntos¿recuerdas?
-Ah, sí –
-¿Y bueno? –
-¿Bueno qué? –
-¿No te vas a vestir? –
-¿Qué? – me había quedado parado mirándola olvidando por completo mi traje. Traía puesto un vestido de noche largo y negro que brillaba cuando la luz lo tocaba, su cabello lo tenía agarrado en un chongo con unos palillos y dos caireles caían en su frente; mientras que yo traía puesto mis pants, descalzo y sin playera. –Ah, si ya voy - y me metí a mi habitación a arreglarme.

Quince minutos después regresé a la sala, donde Hermione me esperaba leyendo un libro, totalmente arreglado, sonreí al verla y me di una vuelta para que pudiera verme por completo.

-¿Qué tal? – le pregunté
-Se ve usted muy apuesto Sr. Potter – me dijo sonriente
-Gracias, usted también luce muy guapa Srita. Granger- le dije, provocando que se sonrojara- ¿Nos vamos?- y le di mi brazo para que lo tomara; ella dejó el libro en mi mesita de centro, se puso de pie y tomó mi brazo.

Habíamos acordado que, ya que Cinnamon Valley era un jardín de eventos muggle, iríamos sin túnicas y no nos apareceríamos en la fiesta (aparte de que gracias a mi excelente trabajo como auror,-bromeo- se había hechizado el lugar para que no se pudieran aparecer o desaparecer; todo esto claro, por medidas de seguridad). Subimos al auto del ministerio que nos esperaba fuera de mi casa y que nos llevaría a Cinnamon Valley. Cuando llegamos bajé del auto y ayudé a Hermione a bajar después, como todo el caballero que soy.

-Sus nombres por favor- nos pidió un hombre corpulento en la entrada, a quién reconocí como William Attenborrow, un joven auror que recientemente se había incorporado al ministerio.
-Potter- Le dije, su rostro palideció un poco al escuchar mi nombre y abrió los ojos como platos, pero pronto recuperó su compostura y comenzó a buscar en su pergamino.
-Mmmm... debe haber un error, sólo aparece Harry J. Potter, su señora esposa no- me dijo con cara de sorpresa.
-Mi espo...ah no...ehem...no es mi esposa ella es...- comencé a explicar sonrojado.
-Hermione Granger – terminó Hermione también sonrojada.
-Oh, cuanto lo siento, disculpen mi equivocación- dijo apenado y una vez que encontró el nombre de Hermione nos hizo pasar.

-¿Por qué habrá creído que estamos casados?- le pregunté a Hermione una vez dentro del jardín, ella simplemente se encogió de hombros. – Después de todo la boda del Grandioso Harry Potter hubiese salido en todos los periódicos- dije en tono burlón a lo que ella me contestó con un codazo y una sonrisa.

Una vez que hubiésemos llegado a la mesa donde nos sentaríamos, comencé a observar a la gente que entraba, y no me extrañó que muchos de ellos llevaran túnicas de gala a pesar de nuestro intento por hacer el evento lo más muggle posible, otros tantos se habían puesto un traje como el mío, sólo que sus corbatas no combinaban para nada.

-Harry, Hermione, que hacen aquí?- nos preguntó un mago muy sorprendido por vernos; era el Sr. Weasley. –Ustedes deben estar en la mesa de honor, vengan conmigo- nos paramos de la mesa en la que tan cómodamente nos habíamos instalado.
La verdad era que me esperaba algo como esto; no había habido una sola celebración importante en donde no nos hubieran parado de nuestras mesas a Ron, Hermione y a mí, y nos llevaran a la mesa principal, después de todo el joven y apuesto mago (sólo bromeo en lo último) que había derrotado a Aquel-que- descansa-en-pedazos y su dueto de amigos inseparables no podían estar sentados con los simples magos, y para ser sincero odiaba eso y les aseguro que Ron y Hermione también. Pero como era la fiesta para el Sr. Weasley no objeté en lo más mínimo. Así que nos pusimos de pie y lo seguimos hasta la mesa principal, justo enfrente de la pista de baile.

Al parecer habían contratado una banda moderna; los "Wicked Dreams", que me recordaban bastante a las "Weird Sisters" pero sin tantos instrumentos, de hecho no parecía haber instrumentos, más que una sola guitarra, o al menos eso parecía, tenía 3 brazos y más cuerdas de las que haya visto antes en una guitarra. Después de 10 minutos de observación llegó Ron con Caroline.

-¿Qué tal amigo?- me dijo mientras se sentaba junto a mi, tras haber ayudado a Carol– ¿Algo nuevo?-
-Solo tu atuendo- dije burlón.
-¿Qué acaso no visten así los muggles?-
-No exactamente, es decir, si usan trajes azules, pero no con un saco café ni corbata naranja-
-Carol dijo que me veía lindo- me dijo con cara de dolido
-Sí, lindo para el circo- reí

Después de otros 20 minutos más, la fiesta había dado comienzo y pude apreciar que todos los instrumentos faltantes se veían compensados con la guitarra, al parecer cada brazo hacía de un tipo de instrumento diferente: de viento, percusiones y cuerdas.

-¿Quieres bailar?- me preguntó al fin Hermione
-Sí, seguro- le dije comenzando a ponerme de pie pero fui detenido por una voz estruendosa...
-Me permiten su atención por favor- dijo la voz amplificada mágicamente- quisiera decir unas palabras antes de comenzar la fiesta – era Craigh Anderson, jefe del Consejo.

Olvidemos el discurso, que por cierto tuvo una duración de 20 minutos, y concentrémonos en algo más importante: Hermione. No sé porque no lo había notado antes, quizás había estado más ocupado en mi atuendo y observando a los demás que no había notado lo bella que lucía esa noche, se que ya la había visto con ese vestido antes pero, esa noche tenía algo especial; un toque angelical en su sonrisa, algo que es imposible de explicar . Allí estaba yo, mirándola como un tonto, admirando su esplendor que no me di cuenta cuando acabó el discurso hasta que me tomó de la mano y me llevo a la pista de baile, donde los "Wicked Dreams" tocaban música movida. No me quedó otra cosa que copiar sus movimientos mientras trataba de acomodar todos mis pensamientos.

Cómo era que, tras 12 años de amistad y convivir con ella no me había percatado de su belleza, de su enorme dulzura y de lo bien que me sentía estando con ella. Tras 10 minutos de baile, la música cambió a una balada muy lenta, provocándome confusión; no estaba seguro si Hermione quería seguir bailando, así que me detuve y la miré sin saber que hacer, ella sonrió y me tomó de la mano, indicándome que quería seguir en el baile. Comenzamos moviéndonos lenta y suavemente; ella con una mano en mi hombro y la otra en mi otra mano, y yo tomándola de la cintura.

La música siguió y yo disfrutaba cada segundo, pareciera como si el mundo no existiera, éramos simplemente nosotros, y pronto estábamos abrazados, bailando, nuestros movimientos estaban tan coordinados que parecíamos uno, podía quedarme así para siempre.

De pronto. Como si una docena de bludgers golpearan mi cabeza, me di cuenta de algo, algo que cambiaría mi mundo totalmente; estaba enamorado de mi mejor amiga...

La música ceso y yo me detuve, comenzaba a sentirme nervioso, mi descubrimiento me había golpeado tan fuerte que me había dejado aturdido. Regresamos a nuestros asientos, los meseros comenzaron a servir la cena, yo estaba aún demasiado mareado para comer y Hermione se dio cuenta de mi extraño comportamiento pues me preguntó:

-¿Estás bien? Te noto algo raro-
- Estoy bien- mentí- sólo algo aturdido, la música estaba muy fuerte- ella no pareció muy convencida con la respuesta, pero no me encontraba en condiciones de dar una buena explicación. Creo que decirle, "No, no estoy bien, por que acabo de darme cuenta de que estoy perdidamente enamorado de mi mejor amiga" no era una buena idea.

Así que hice mi mejor esfuerzo y comencé a comer... en realidad comencé a jugar con la comida, mi apetito se había ido hacía ya tiempo.

-¿No te gusta la comida?- me preguntó Hermione asombrada al ver que no había tocado el guisado.- ¿Seguro que te encuentras bien?-
-Eh...sí descuida, es sólo que no tengo hambre- se encogió de hombros y siguió comiendo, no muy contenta con mi respuesta.

Mi estómago daba vueltas, sentía que si comía el más pequeño bocado, provocaría una reacción nada agradable. ¡Rayos! Por qué me cuesta tanto trabajo esconder lo que siento en estos momentos, siempre fui bueno para ello...

Comenzaba a sentirme de lo más incómodo, no tenía idea de cómo actuar ahora que la cena había acabado, no había comido nada y Hermione denotaba preocupación; afortunadamente Caroline se encontraba a un lado de ella y comenzó a hacerle plática y Ron se encontraba platicando amenamente con Fred y George, así que tuve tiempo para intentar concentrarme en otra cosa y así disimular un poco mi comportamiento, pero nunca fui muy bueno para ello y lo único que conseguía era ver imágenes de mi pasado; como una película vieja comenzaron a llegar recuerdos de mi vida en Howgarts, la primera vez que la vi en el expreso, su mirada inerte cuando fue petrificada por el basilisco, la expresión de su rostro al golpear a Malfoy, su angustia cuando me enfrentaba al dragón en el torneo de los Tres Magos, el miedo a perderla en el departamento de los Misterios, su apoyo incondicional durante la batalla final...

-¿Harry?- su voz me sacó de mi ensimismamiento- ¿Seguro que te sientes bien?- me dijo tocándome la frente, yo tomé su mano y sonreí
-Sí, no te preocupes- conseguí articular - sólo que mi mente ésta en otro lado- ella sonrió y me di cuenta de que aún tenía su mano en la mía, la solté suavemente.
-¿Tienes mucho trabajo? – me preguntó algo sonrojada
-En realidad no, sólo lo usual- le dije, mis manos comenzaban a sudar.
-Entonces¿en qué piensas?- preguntó intrigada
-Hmm...en algo que acabo de descubrir, y que ha estado allí siempre y no me había percatado hasta hoy – ella levantó una ceja en señal de cuestionamiento - quizás algún día sepas de que se trata.- mi corazón latía velozmente y comenzaba a temblar, ella debió percibirlo porque me miró de manera extraña..
-Harry me parece que has pescado un resfrío, creo que tienes fiebre- volvió a poner su mano en mi frente.- Le diré al Sr. Weasley que no te sientes bien y regresaremos a casa.- me sonrió y se puso de pie.

No pude articular palabra, no se me hacía correcto retirarnos antes de que la fiesta terminara, en especial cuando era la celebración del nombramiento del Sr. Weasley, pero no me creía capaz de resistir mucho más sin salir corriendo presa del pánico, así que deje que Hermione hiciera lo que dijo mientras yo me quedaba sentado, tratando de controlarme, y controlar la temblorina que iba en aumento.
Ella regresó unos minutos después, tomó su bolso y su abrigo, haciéndome un ademán para que me levantara, comenzó a despedirse y disculparse con todos por mi, yo sólo me limitaba a decir "adiós" y "hasta luego" ocasionalmente. Mi mente no trabajaba tan rápido como hubiera querido provocando que me tropezara constantemente con las sillas que se encontraban en mi camino.
Cuando al fin logramos salir del mar de gente que había en el jardín el auto ya nos esperaba, abrí la puerta para que ella entrara y después entre yo.

Decidí que sería buena mejor dejarla a ella primero y después caminar hasta mi casa, después de todo no estaba muy lejos y necesitaba despejar mi mente, pero mis planes no eran los que ella tenía en mente.
-Te dejaré en tu casa- le dije una vez que el auto se hubiese puesto en marcha.
-De ninguna manera- me contestó mirándome de la forma en que sólo ella sabe hacerlo.- Estas enfermo y te llevaré a casa, te daré una poción y luego me iré a la mía.-
-¿Ah sí¿Y desde cuándo eres sanadora?-
-Desde que mi mejor amigo enfermó- me contesto con tono serio tratando de ocultar su sonrisa, yo no pude más que sonreír.

Estaba en trance, no sabía qué hacer o decir, me sentía culpable por haberme salido de la fiesta, y ahora el temblor de mi cuerpo se hacía cada vez más intenso e incontrolable, comencé a creer que era cierto que había pescado un resfrió, pero luego nuevas imágenes llegaron a mi mente y el sentimiento de vacío que no hace mucho había abarcado mi cuerpo volvió a invadirme, y recordé que no estaba enfermo y que la causa de mi temblor, eran nervios.

Ella se dio cuenta del empeoramiento de mi estado ya que me miró preocupada, no necesitaba decirme nada, sabía lo que estaba pensando, así que me adelante.

-Creo que practicar quidditch en la lluvia sin playera y después tomar una ducha fría no fue buena idea.-
-¿Qué hiciste qué?.- saltó enojada
-Sólo bromeo, - reí - ya no tengo tiempo para hacerlo, aunque debo admitir que era una experiencia agradable.-
-¡Qué Gracioso!- me dijo aparentando indignación y mirando para otro lado, yo sonreí, me encantaba que hiciera eso, era un juego que disfrutábamos jugar, ella se indignaba con alguna de mis bromas, yo trataba de compensarla de alguna manera, y siempre terminaba en una pequeña guerra, ya fuera de almohadazos, leves jaloneos (del tipo juguetón...hmm...creo que eso suena bastante extraño...bueno ustedes me entienden ¿no?), o de lo que fuera. Con una sonrisa en mi rostro volteé su cara y ella, siguiendo nuestro juego, quitó mi mano y se volteo nuevamente.

Nuestra pequeña guerra no pudo faltar y entre jugueteo y jugueteo me fui olvidando del sentimiento de vacío y un calor inexplicable ocupo su lugar.
Nuestro juego siempre terminaba igual: risas y un débil golpe en mi brazo que indicaba el fin de la guerra, donde nunca había un vencedor, simplemente era el gusto por pasar un rato disfrutando de nuestros juegos infantiles; esta vez, sin embargo, Hermione no me dio el golpe, en su lugar se recargó sobre mi hombro, provocándome un escalofrió que recorrió todo mi cuerpo, un escalofrió como nunca lo había sentido antes, imposible de describir con palabras.
Hasta hace poco, la falta de afecto en mi infancia, provocaba que cualquier tipo de muestra de cariño me pusiera nervioso, no podía evitar que, cada vez que alguien me abrazara (aún la Sra. Weasley) me sintiera extraño, fuera de lugar.

Esta vez, reprimí ese sentimiento y deje que se recargara, quise disfrutar el momento tanto como pude, pase mi brazo por detrás de ella y la abracé, me llené de su aroma, del calor de su cuerpo, de su tacto, simplemente dejé que su presencia, su alma, llenara todo mi ser, las palabras sobraban en ese momento, así que simplemente nos quedamos así, en silencio, ella recargada sobre mí y yo abrazándola, nada más importaba en ese momento...

-Dejaste de temblar- me dijo tras un largo espacio de silencio- creo la fiebre ha cedido- se incorporo soltándose de mi abrazo, y volvió a tocarme la frente justo como lo había hecho antes.
-Te dije que lo único que necesito es descansar.-
-Supongo que tienes razón.-

Para este punto, mi cuerpo, antes completamente tembloroso, se encontraba todo entumido, todo parecía moverse en cámara lenta.

No tardamos en llegar a mi departamento, donde Hermione comenzó a hacer una poción antigripal ( a pesar de decirle que era absolutamente innecesaria unas 10 veces) y obligándome a punta de varita que me fuera a recostar,

-Ten, te hará dormir de inmediato.- me dijo dándome la poción, yo ya me había cambiado y puesto mis pijamas (a regañadientes)- así que metete a la cama, yo te llamaré mañana para ver como te sientes.-
-¿Y cómo sabré que has llegado a salvo a tu casa?.- le dije tomando la poción de su mano pero quedándome de pie junto a mi cama sin destender.
-No te preocupes por eso- me dijo ella, y con un leve movimiento de su varita, destendió mi cama – me apareceré allá – me dio un ligero empujón para que me sentara – pero sólo hasta que te la tomes toda.-
Le di un trago a la poción que me había dado.

-Mmm, que rico.- mentí, pues estuve a punto de escupirla.
-Toda - me amenazó.
-Así por las buenas, sí.- le dije sarcástico provocándole una sonrisa.
Volví a beber de la poción, pronto todo comenzaba a volverse borroso, y caí rendido antes de poder terminarla.
No supe nada más.