Capítulo 20: Vorágine
En algún momento las cosas debían mejorar. Quien quiera que obrara en favor de hacer el destino cumplir, mejoró su día indudablemente.
La oportunidad que llevaba buscando finalmente se presentaba ante ella, materializándose en un momento en que jamás la esperó. No sabía bien que talento especial podía haber visto el señor Evadine en ella, pero estaba orgullosa de que así fuera.
Al iniciar su vida laboral pasó por diversos trabajos, desde su pequeño y fugaz puesto en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, hasta encontrarse en dónde estaba. Sin embargo, nada sería permanente, y no es como si esperaba que lo fuera. Por ello, saber que su solicitud había sido aceptada, con la recomendación del señor Evadine de por medio la enorgullecía enormemente. Ser parte del Departamento de Investigación Mágica abrió todo un nuevo panorama ante ella, pero en el fondo, con tantos cambios presentándose en su vida, sintió que era momento de un cambio mayor que lo que su empleo le ofrecía y esta nueva oportunidad la acercaría lo suficiente a sus sueños. Pertenecer al Departamento de Aplicación de la Ley Mágica era, por tanto, todo un sueño hecho realidad y luego, apuntaría más alto. Por ahora, trabajar en uno de los más grandes e importantes Departamentos del Ministerio serviría para motivarla más, resultándole el doble de estimulante.
En el Departamento de Investigación siempre se sintió cómoda, demasiado para su competitiva actitud, y no es como si ayudar a encontrar a los magos que Harry habría de capturar después fuese aburrido, pero se trataba de eso, una subdivisión de la Oficina de Aurores. Por otro lado, este monumental salto laboral le ofrecería mayores oportunidades de cumplir sus sueños, encontrándose frente a frente con delitos mágicos especializados de verdad.
La posibilidad nunca se había sentido tan al alcance de su mano hasta ese momento. Incluso, se permitió olvidar todos los problemas que ahora se cernían sobre su vida, diluyéndose al pensar en la ilusión que un ascenso como ese significaría. Susan se alegró por ella apenas se lo contó, a sabiendas de sus sueños luego de extensas conversaciones sobre el futuro que ambas querían. Poco le sorprendió que por esa misma razón quisiera festejarlo por todo lo alto. Hermione se negó. No es que no se sintiera feliz por sus logros, pero aún no contaba con los detalles necesarios sobre cómo sería esa transición y necesitaba organizarse. En su lugar, Susan se conformó con prometerle hallar algo que la hiciera feliz, incluso si era pequeño, con lo que pudieran celebrar en su improbable nuevo trío de amigos.
Levi parecía contento con esto, y con lo dispuesta que Hermione parecía a ya no desaparecer nuevamente. Lo cierto era que no quería dejar toda su vida de lado solo por centrarse únicamente en su matrimonio y eso incluía su trabajo, amigos y pasatiempos.
—¿Me explicarás por qué eres tan misteriosa? — preguntó Levi, apoyado en el que pronto sería su antiguo cubículo de trabajo.
Desde que Susan se marchara minutos atrás, el joven auror se ofreció a ser su compañía mientras Hermione terminaba los que serían sus últimos pendientes por entregar como parte de su trabajo. Sí que agradecía el que no la hubiera dejado sola, vista la hora y que casi la mayoría habría abandonado el ministerio apenas terminar su horario laboral, pero nunca le terminaría de gustar que hablase tanto.
—¿Misteriosa, dices? Mira quién lo dice, casi no sé nada sobre ti además tu mala suerte con las chicas— se defendió Hermione, internamente orgullosa al comprobar que él parecía ofendido.
—Nadie me había dicho eso nunca— objetó Levi, visiblemente confundido con sus palabras—. ¿Mala suerte? Creí que era todo lo contrario.
Contenta de explicarle a qué se refería, Hermione se tomó unos segundos antes de levantar su mirada de los papeles en su escritorio y confrontarlo, expectante en espera de su explicación.
—Puedes salir con muchas chicas diferentes, una detrás de otra, pero nunca funciona con ninguna, ¿Nunca te has detenido a pensarlo?
—No— admitió él riéndose, aunque luego pareció encontrarse en un conflicto—. Quiero decir, ¿Qué prisa tenía cómo para desear atarme a una relación? Ahora, con todo esto de la ley... He intentado hacer tiempo, buscar a alguien con quien podría considerar... ¡Merlín! No puedo verme casado. Concebir una idea como esa suena aterradora, ¿Sabes?
—¿Te aterra tanto la posibilidad de una familia? — lo cuestionó Hermione, ahora verdaderamente intrigada—. Lo siento si no pregunté antes, pero... ¿Qué harás con respecto a la ley? ¿Qué opina tu familia de todo esto?
Aquella pregunta pareció descubrir algo. Como si un velo de verdad cayera frente a los ojos de Hermione, quien pocas veces había visto en Levi una expresión como esa. Usualmente era simpático, sonriendo a cada oportunidad con encanto, nada parecido a la seriedad que se apoderó de su expresión.
—Les da igual con quién me case, mientras lo haga pronto— contestó, mirando hacia otro lado—. Un escándalo así... mataría a mi madre del disgusto.
—Pero, ¿qué hay de ti? ¿No crees en el matrimonio? — preguntó Hermione tentativamente, dándole toda su atención. Prefirió redirigir el tema a él en vez de su a familia, algo que no parecía producirle especial placer.
La sonrisa en sus labios no regresó, la amargura que se extendía por su expresión la hizo sentir culpable y, justo cuando creyó que no estaría dispuesto a responderle, lo hizo.
—No me parece algo a largo plazo, es todo. En realidad, siempre lo he visto como un contrato poco conveniente. Las cosas funcionan por un tiempo y luego... Es mejor pasar a la siguiente página y no estancarse con nada, pero supongo que ahora no tengo opción, ¿Verdad?
—Lo siento— se disculpó Hermione, extendiendo su brazo para rozar el suyo—. Nunca pregunté cómo estabas llevándolo. Pensarás que soy una egoísta.
—No, no se trata de ti, ni de lo que piensen los demás, no tengo mucha presión. Son mis padres, en ellos...— dudó, mirando a la chica frente a él como si se preguntara si podía confiar en ella para lo que diría, al parecer, fue así, pues continuó: — Todo lo que vi al crecer fue eso, apariencias y un matrimonio solo en papel. Es eso lo que tengo que buscar ahora, de lo que hui siempre. Qué irónico.
—Ellos... ¿No están juntos? — inquirió la castaña. No era ajena a lo que la separación de un matrimonio significaba y lo que eso debía suponer para los hijos, si es que los había. No por haber crecido con sus padres juntos, amándose más a ellos que a sus problemas, debía mostrarse indiferente al resto del mundo.
—Eso es lo peor, lo están— respondió Levi y una risa irónica brotó de su garganta—. No quiero algo como eso para mí.
—La asignación... La mayoría parece creer que es una buena opción. Te empareja con quién tengas mayor compatibilidad, según dicen, ¿Quién sabe? Tal vez encuentres a alguien y no por eso debes repetir el patrón del matrimonio de tus padres.
—Sé que no todos son así, pero temo terminar haciéndolo y antes de darme cuenta, ser como ellos.
Sintiendo compasión por lo desdichado que parecía, Hermione se levantó de su asiento, rodeó su cubículo y se plantó frente a él. Debido a la carencia de personas y ruidos en general, el ruido de sus voces alcanzó el volumen necesario para que ambos pudieran escucharse perfectamente sin apenas alzar la voz.
—¿Fue tan malo?
—No— respondió él de inmediato, en un intento por recuperar su habitual actitud—. No hubo golpes, ni gritos. Siempre hubo comida en la mesa y... Era como si solo viviéramos bajo el mismo techo, con vidas paralelas. Es por eso que me siento mejor solo, ¿Entiendes?
Hermione realmente quería hacerlo. Deseaba poder entenderlo lo suficiente como para no sentirse tan inútil escuchándolo abriéndose de esa manera. Confiándole cosas para las que no se sentía lista de conocer de su vida. En realidad, tardíamente, pudo darse cuenta lo poco que lo conocía y lo mucho que él parecía esforzarse en mantenerse siendo parte de su vida por medio de su improbable amistad.
—No mucho, en realidad— respondió ella sincerándose—. Pero puedes ayudarme a entenderte. Si quieres contárselo a alguien, estoy aquí. Sé lo duro que es tener tantas cosas en la cabeza y no poder decírselas a nadie.
Levi sonrió, solo un poco, quizás se tratase solo de un espasmo, pero su mirada se suavizó.
—No te contaré las inexistentes tragedias de mi niñez— replicó, en un tono bromista que no tuvo el efecto deseado—. Es una historia bastante aburrida, en realidad. Solo puedo recordarme creciendo en la casa familiar, bastante vieja y ruidosa como para no saber en qué punto exacto de la casa te encontrabas. Recuerdo el campo, el sonido del viento entres los árboles, las gotas de lluvia golpeando el cristal de la ventana en verano y... Soledad.
Hermione casi pudo imaginárselo, una versión infantil, menos ruidosa y extrovertida del joven frente a ella. De rizos castaños y ojos expresivos, solo, en medio de una habitación el doble de solitaria.
—¿Qué más recuerdas? — lo animó a continuar, intentando hallar en sus memorias algún resquicio de una infancia feliz.
—A mi padre— siguió él, luego de segundos de contemplación—. La mayoría dice que me parezco mucho a él, claro que, para su mala fortuna, no es tan carismático como yo.
Hermione río suavemente, contagiada por la diminuta sonrisa frívola en los labios de Levi, que la miraba cada pocos minutos, sin atreverse a mantener contacto visual por mucho tiempo pues tan pronto dejaba de mirarla, su expresión se ensombrecía.
—A él nunca le importó nada de verdad, solo las apariencias, cumplir con la imagen de una buena familia que nunca se concretó debido a que, quizás, siempre se esforzó en recalcar el origen de mi madre. Ella es como tú, quiero decir, es nacida de muggles— explicó, siendo cuidadoso de no parecer desconsiderado—. Sus raíces tan alejadas de la magia siempre lo molestaron. No sé por qué se casó con ella en primer lugar, tal vez fue la única chica disponible, la única que accedería a casarse con un hombre como él. Ella tan deseosa de pertenecer a la sociedad mágica, él tan desesperado por tener una vida correcta, con un matrimonio, familia, hijos... Ambos tan desesperados por encajar.
Por primera vez desde que lo conociera, al verlo, Hermione no pudo más que sentir compasión. Un sentimiento que jamás albergó al pensar en él como la clase de hombre que solo disfrutaría de vivir sin ataduras, con compañía volátil y un peculiar sentido del humor. Poder observarlo desde esta perspectiva le hizo verlo más humano que nunca. Quizás su desesperado deseo por compañía, conformándose con la atención de las personas atraídas por su carisma se debía solo a su deseo por no ser igual que su familia.
—Estoy segura que no eres como él, mírate, eres simpático, gracioso y amable— rebatió Hermione a la primera oportunidad—. Estás aquí esperándome, sé lo aburrido que mantenerte quieto te parece, eso te convierte en alguien considerado, también.
Logrando su cometido, Levi río y palmeó su mano gentilmente.
—Irritante también, ¿No? Siempre intento llenar los silencios con palabras por esa razón, supongo. Permanecer callado era igual a pensar y el silencio en casa, con mis dos padres en ella ignorándose como si fueran desconocidos me volvía loco.
Devolviéndole el gesto, Hermione apretó su mano, intentando mantenerse serena, sin mostrar la compasión que su solitaria infancia le producía, a sabiendas de que un atisbo de lástima podría hacerlo cerrarse.
—¿Creciste solo? — preguntó—. ¿No tenías hermanos? ¿Alguien más con quién...?
—¿Jugar? ¿Pasar el rato? Sí, estaba Cillian, mi hermano mayor. En todo lo que puedo recordar de mi infancia él estuvo ahí, siendo tan estúpidamente parecido a ellos. No creo haberlo escuchando quejándose por nuestra horrible vida familiar alguna vez, lo suyo era más un estado mecánico, como si hubiera aceptado que así de patética era su vida y que así debía ser la suya también.
—¿Dónde está él ahora?
Levi se encogió de hombros, como si realmente no pudiera importarle menos.
—Trabajando en algún lugar de Irlanda, supongo. El dinero que mis padres reciben de él basta para mantenerlos contentos, si es que pueden sentir alguna especie de alegría, ¿Qué puedo decirte? Soy el típico cliché de oveja negra.
—No lo creo— dijo Hermione, colocando esta vez su mano sobre su antebrazo—. En este caso, solo veo a una oveja rebelde y llena de vida que consiguió salir victorioso de una familia llena de ovejas grises.
Levi soltó una carcajada ante la comparación, recuperando su habitual personalidad chispeante.
—Por eso persigo el peligro, como todo auror, según parece— reflexionó, haciéndola reír—. No soportaría una cotidiana vida aburrida y es por eso, quizá, que pensar en una vida hogareña para mí me resulta tan...
Fingió un escalofrío, negándose nuevamente a la idea. Hermione no quería imaginárselo perdiendo su magia al renunciar a casarse y supuso, sabiendo lo que ahora de su familia, que no tendría mucho que perder en comparación a la mayoría, atados a obedecer por la presión que sus familias ejercían. Sabía, también, que amaba su trabajo, bastaba verlo hablando de lo excitante que la vida como auror le parecía y no podía permitir que lo perdiera.
—Cada sueño es completamente válido— comenzó Hermione, intentando motivarlo, recordándole todo lo que aún tenía—. Persigue tus sueños, lo que te haga sentir que estás viviendo tu vida lo mejor que puedes, pero debes saber, que una familia no es así. Es el soporte que te ayuda a mantenerte en pie, la clase de cosas que dan significado a tu vida y no tienen que unirlos un lazo sanguíneo necesariamente. Cuando menos lo esperes, habrás encontrado una, Levi. Estoy segura de que no hay manera de que seas como ellos, eres más y me consta.
La forma en que la miró resultó interesante, con genuino afecto más allá de la simpatía que Hermione siempre pareció producirle. Posiblemente, reflexionó la joven, siempre atraía a personas rotas a su vida y claro, se sentiría dispuesta a ayudarlos.
—¿Los amigos pueden ser tu familia? — le preguntó interesado.
—Sí.
—Tampoco tengo muchos, no sinceros al menos— se río él, sorprendiéndola al verlo aceptar su propia tragedia con tanta gracia.
—Yo... Susan y yo somos tus amigas— se corrigió Hermione a tiempo y apretó su brazo una última vez, fingiendo severidad—. Creí que lo sabía, auror Agoney.
Encantado con su intención por parecer graciosa, le mostró su clásica y deslumbrante sonrisa. Un gesto que, para quien no lo conociera, podría haber sido la característica ideal de alguien que jamás hubiera conocido nada más que la alegría.
—Me temo que eres terriblemente encantadora para tu propio bien, querida— la halagó, inclinándose hacia ella solo para revolver su cabello juguetonamente, pese a las protestas de la chica, interiormente contenta de haber ayudado y, sobre todo, de conocerlo mejor. Después de todo, Levi Agoney era tan humano como todos.
—La asignación es una buena opción de todas formas— comentó él luego de unos minutos—. Lo considero seriamente ahora que todas mis opciones han sido desechadas.
—¿Ah sí? — inquirió Hermione curiosa, intentando asentar su cabello despeinado con las manos—. ¿Qué opción tenías? ¿Edith Finch?
Levi hizo una mueca dramática, ofendido con la mención de, posiblemente, una de sus peores relaciones, tomando en cuenta de solo Edith sería capaz de igualarlo. Una interesante versión femenina de él que consiguió repelerlo tan pronto se dio cuenta de esto, terminando lo que sea que tuvieran.
— No ella. En realidad, estaba apuntando más alto, a ti, por ejemplo— respondió él llanamente, tan engreído como antes. La castaña se detuvo, entrecerrando los ojos al volver su mirada a él, intentando adivinar si solo estaba bromeando a su costa.
—No hablas en serio.
Él levantó sus manos en el aire con falso gesto inocente, antes de ayudarla con varias pilas de documentos llenando todo su escritorio.
—Eras una candidata perfecta— admitió sin verse avergonzado, alejándose con una de las pilas en brazos, que luego dejó en otro escritorio, donde ella le indicó—. Sí, debo admitir que no pensé en todos los pormenores, pero el primer nombre que llegó a mí al conocer esta patética ley fue el tuyo. Fui muy lento al actuar, también, pero supongo que todo ocurre por una razón.
Riéndose nerviosa, Hermione negó con la cabeza y siguió con su tarea, desocupando todo lo que pudo de su escritorio.
—Estás jugando conmigo— insistió la chica, exasperada con sus bromas sin respuesta—. ¿No es así? — insistió ansiosa, al verlo acercándose de vuelta. En su lugar, Levi se limitó a apretar los labios, fingiendo sellar su boca.
—Sí, quizás no, ¿Quién sabe? — se mofó él, encontrando divertido confundirla—. Tampoco respondiste mi pregunta inicial, ¿Por qué actúas tan extraño? Si mal no recuerdo, terminamos en un armario por culpa tuya, merezco una explicación como pago por mi silencio.
—¡No te pedí que me siguieras ahí! — recalcó Hermione, ofuscada al recordar lo confundida que se sintió aquel día—. Fuiste tú, entrometiéndote en...
—¿En qué, querida?
—No tiene importancia, fue solo... No quería que nadie supiera que... Solo fue una tontería, nada más.
La irritación en la joven comenzó a ser genuina. Durante todo el día se esforzó arduamente en mantener ese tema tan lejos de su mente como pudiera como para que alguien se lo recordara tan deliberadamente.
—Puedo suponer que con ese nadie estás refiriéndote a tu encantador prometido, ¿O me equivoco?
—Suponiendo que así fuera, no puede importarme menos si él pudo verme o no— explicó tajantemente—. ¿Qué interés tienes tú en esto?
—Oh, simple curiosidad. Siempre creí que los conflictos entre ustedes eran solo... Una especie de mito. Pensé que Potter podía ser un buen modelo a seguir como prometido estelar.
—Honestamente... Si discutimos o no, no es nada que sea de tu incumbencia— lo reprendió en el mismo tono, no cayendo en sus pretensiones—. No soy misteriosa, solo no quería que nos encontráramos, esa es tu respuesta. Agradezco tu discreción, sí, pero no puedes preguntar más al respecto. Además, te tengo otra pregunta, ¿Por qué pasas la mayor parte del tiempo aquí?
Levi resopló, evidentemente aburrido ante sus negativas. Pero siempre contento de mantener la conversación viva, no se resistió y respondió: —La mayoría de chicos en el trabajo solo tienen clara la imagen que yo quiero presentar ante ellos, me envidian, le agrado a algunos, otro tanto me odia, pero tú y la siempre encantadora Su son... Desde que las conocí me di cuenta que podía ser quien quisiera, fingiera o no, a ustedes poco podía importarles. Son más que solo una fachada, ven en el interior de las personas y... Sentí que me conocían más que ellos, es agradable.
Sintiéndose animada de nuevo y también, honrada, Hermione le dirigió una mirada cariñosa y retomó sus deberes, libre de sus impertinentes cuestionamientos.
—Sí que puedes ser agradable y, ¡Bastante adorable! — exclamó, consiguiendo que él hiciera una mueca, arreglándose el uniforme, ofendido con el halago.
—No digas eso frente a nadie— pidió él, arrancándole una carcajada animosa—. Una falsa imagen es todo lo que me queda.
—Estoy contenta de haberte conocido— confesó Hermione cuando finalmente estuvo cerca de terminar. Recogió la mayor parte de sus cosas y cuando él se ofreció a llevarlas, deteniéndose frente a ella para que pudiera dárselas, la observó detenidamente. Ella deseó preguntarle qué encontraba tan interesante mirándola, nerviosa bajo su escrutinio, pero antes de que pudiera hacerlo, él solo tomó sus cosas, despabilándose.
Reprendiéndose al descubrirse culpablemente nerviosa con su presencia, Hermione solo pudo retroceder y volver a su escritorio, intentando hacer tiempo para poder tranquilizarse. Al final, terminó atribuyéndolo a que, evidentemente, como parte de una verdad que no negaría, él era verdaderamente apuesto y con sus nuevos descubrimientos respecto a su vida y su amistad fortaleciéndose, tenía mucho que procesar.
—¿No tenías una cita hoy? — le preguntó en su lugar, en cuanto encontró su voz.
—Hace semanas que dejé de tenerlas, llevo una existencia solitaria ahora, pero, ¿sabes qué? No pienso responder una pregunta más, has sacado bastante información como para mi propio bien y puedo apostar, no contestarás lo que yo te pregunte, ¿O sí?
Ella no respondió, se afianzó el bolso al hombro y sujetó entre sus manos su túnica. Finalmente había terminado y deseosa de irse, no aplazaría el momento dándole más motivos para alimentar su curiosidad.
—Me rindo— río Levi y compuso una mueca afligida—. Debería solo felicitarte entonces.
—Sí, deberías— dijo ella y cuando él abrió los brazos torpemente, como consiguió hacerlo al equilibrar las cosas en sus manos, de buena gana, Hermione se hundió en ellos, encontrándose extrañamente cómoda.
Tal vez porque Levi ahora se sentía más como un amigo cercano, tocarlo no resultó tan extraño como habría sido con cualquier persona desconocida. Permitiéndose reconocerlo, aspiró el olor de su colonia como una revelación ante un aroma fresco y nuevo.
—Eso significa que estarás más cerca, ¿Verdad? Tal vez hasta trabajemos juntos alguna vez.
—Puede ser— opinó Hermione, contenta con la idea de adquirir toda clase de nuevos conocimientos, felicidad que se evaporó tan pronto su débil abrazo se deshizo al mirar sobre el hombro de Levi y encontrarse con la imagen más extraña del día. De todos quienes pudieron presentarse ante ella, Harry se encontraba ahí, mirándolos fijamente.
Él se limitó a permanecer quieto, apoyado casualmente en el pilar en el que el día anterior Ginny estaba esperándola, con sus hombros rígidos y una postura indiferente que no le gustó ni un poco. Al verlos separarse, pareció despertar de un largo letargo y avanzó hacia ellos, apenas conteniéndose al mirar a Levi, todavía aguardando silenciosamente al lado de Hermione.
—Qué ambiente tan festivo— pronunció, el tono en su voz erizó la piel de la castaña, debatiéndose entre la intriga que sentía y la indiferencia que quería mostrar ante su presencia.
—Sí que lo es y llegaste justo a tiempo— respondió Levi sonriente, aparentemente interesado en lo que sucedería, mientras Hermione deseaba haberse marchado antes, lo que sea para evitar una escena cómo esa.
—¿Ah sí? — inquirió Harry, notando que sus pertenencias estaban parcialmente recogidas, luego su mirada vagó por los cubículos—. ¿Dónde está Susan?
—Sí, estábamos por irnos. La pobre Su salió desde temprano— resolvió Levi, sin mantenerse al margen, al contrario, pareció disfrutarlo—. Debes encontrarte muy cansada con todo esto, ¿No es así, querida? ¡Toda una tarde trabajando!
Hermione contestó con una débil afirmación. Hecho esto, Levi intentó conducirla hacia la salida y, al intentar pasar al lado de Harry, su mano sobre su brazo los detuvo.
—Ella se queda conmigo. He venido aquí a recogerte, Hermione, tengo una sola cosa más que hacer y nos vamos a casa— luego, volviéndose a Levi su expresión se endureció y escupió: — Ya no hace falta que estés aquí.
Ella lo miró expectante, sin creerse su engreída actitud. ¡Cómo si tuviera derecho a exigirle algo! Evidentemente no quería quedarse a solas con él, no si plan inicial era evadirlo por el tiempo necesario y él simplemente... Aparecía dejándola sin opciones.
—Creo que sería más práctico que viniera conmigo. Ha sido un día duro, debe descansar y luego de lo de hoy merece...
La risa arrogante de Harry detuvo las explicaciones de Levi.
—Lo único que sería más práctico es que me dejes hablar con mi prometida de una buena vez, Agoney. Si alguien debe responderme es ella, no tú.
Cómo si estuviera contándole una broma especialmente ridícula, Levi se zafó de su brazo y miró a Hermione, pidiéndole una respuesta. Ella sabía que, si se lo pedía, él haría lo posible por llevársela consigo, pero también, que Harry era tan terco como nadie. Si se arriesgó buscándola, difícilmente aceptaría algo como eso, especialmente si se trataba de ella, marchándose con la compañía de alguien a quien apenas toleraba.
No deseaba crear un problema mayor que con facilidad ella habría de resolver. Nadie tenía que lidiar con la insolencia de Harry, ni siquiera ella.
—Gracias por acompañarme, Levi— pronunció finalmente—. Está bien, solo vete a casa y piensa lo que hemos hablado, ¿Bien?
— Intentaré comportarme— prometió él, dándole la espalda a Harry, mirando todo el intercambio de mal humor—. Tal vez hasta puedes pensar en mi plan inicial, nunca es tarde, ¿No?
Su pésima broma, si eso era, molestó más a Harry y eso que ni siquiera conocía su significado, lógicamente no sería Hermione quien se lo explicaría. Visiblemente desconfiado pese a su comentario, a Levi no le quedó más remedio que acceder y devolverle sus cosas y, ante todo pronóstico, besó su mejilla, sonriéndole abiertamente.
—Fieldades de nuevo, querida— la felicitó y, agradeciéndole tímidamente, Hermione lo miró darse la vuelta. Al pasar al lado de Harry, con la suficiente autosuficiencia como para hacerlo enfadar más si era posible, se despidió con una inclinación de cabeza y se alejó por el pasillo confiadamente, con las manos en los bolsillos.
—Eso ha sido muy grosero de tu parte — fue lo primero que Hermione pudo decir—. Soy lo suficientemente mayor para saber lo que quiero y no hacer.
—¿Y era ir con él? — la cuestionó Harry, quitándole las cosas de las manos para ser él quien cargara con ellas.
—¡No! Es decir, sí, Susan y él... Olvídalo, es demasiado tarde de todas formas, todo lo que quiero es descansar.
Escucharlo viniendo de ella pareció alertar a Harry, acercándose peligrosamente a su rostro en busca de algún indicio de malestar, mientras la joven retrocedía a la primera oportunidad.
—¿Estás bien?
Desviando la mirada, Hermione comenzó a caminar, con él siguiéndole el paso sin importar cuánto se esforzó en apresurarse.
—Solo estoy cansada, has lo que sea que tengas pendiente si tanta preocupación sientes por mí y vámonos a casa.
Harry pareció herido con su rechazo, abiertamente dirigido solo a él y no mostrado con la compañía de Levi Agoney. Para él, todavía era un enigma el motivo de sus desplantes. En silencio entraron al ascensor y, al notar que su prometido no mostraba intención alguna por bajar en cualquier otro departamento, Hermione se volvió hacia él y lo encaró.
—¿Qué hay con lo que tenías que hacer?
Las rejas del ascensor se abrieron con un molesto chirrido en el Atrio del ministerio, casi completamente vacío y Harry la condujo hacia afuera, tomándola gentilmente del brazo.
—Ya lo hice— explicó solo hasta instantes después, con una sonrisa orgullosa que no se molestó en ocultar—. Solo quería que ese idiota se fuera. ¿Nos vamos?
Enfadándose el doble, a la castaña no le quedó más remedio que caminar con él a su lado, con el recuerdo de su peculiar intercambio matutino todavía haciéndole temblar las piernas. Implorando a todo aquel que quisiera escuchar sus súplicas por una nueva oportunidad que le permitiera evadirlo, Hermione tuvo que admitir que solo en ocasiones, Harry podía ser más astuto.
Subestimarlo siempre sería un error.
Nada la haría más feliz que no haberse sentido tan ridículamente valiente ese día. De ser así, posiblemente habría seguido su vida con normalidad, esperando con ilusión el momento en que tendría que encontrarse con Harry, el mismo que ahora se movía a su lado por la cocina, ignorante de que conocía su encuentro con Ginny.
La historia habría sido tan diferente... Más sencilla. El único problema era que nada en su vida lo era, siempre complicándose por razones desconocidas.
Preparar la cena nunca se sintió tan difícil, pero era algo en lo que los dos habrían de participar. Esconderse de nuevo habría sido igual a admitir su derrota, dándole la razón a Harry de que, en efecto, ella huía sin motivos de él. Por ello, Hermione se encontraba ahí, preparando la comida para una cena que olvidó cancelar, con Ron y Luna para variar, con quiénes no pensaba volver a avergonzarse tan deliberadamente a propósito.
Muy amigos podían ser, pero existían cosas que era mejor lidiarlas sola, especialmente cosas como esa. Le sorprendía que Harry lo hubiese recordado, con tantas cosas en las que pensar, si es que lo hacía. Interiormente, le habría gustado más cancelar todo, a sabiendas de que sus amigos entenderían sin molestarse, pero de nuevo, eso traería una nueva ola de inconvenientes. Una enorme casa solo para los dos, sin una motivación clara que distrajera la atención de sus... Conflictos.
Cada pocos segundos Hermione podría jurar que él la miraba, buscando a su lado algún cucharón, rozando sus brazos por una fracción de segundo, encontrándose desde el otro lado de la cocina, observándola a la distancia hasta que ella, cansada, levantaba la mirada y al encontrase, parecían recordar sus propios rencores y volcaban su atención a sus tareas, recordándose el motivo de sus respectivos enfados.
Media hora después, mientras Hermione, empeñada en que como mínimo su cena pareciera decente dadas las circunstancias y esforzándose en hacer todo por sí misma, cortaba cuidadosamente vegetales, uno tras otro, el sonido del cuchillo atravesándolos era lo único que podía escucharse en la cocina, o lo fue, hasta que la voz de Harry la hizo pegar un salto.
—¿Algún día volverás a dirigirme la palabra? — exigió saber. Dispuesta a recuperarse de su momentánea sorpresa, Hermione siguió con su tarea, solo para mantener las manos ocupadas al responder.
—No sé de qué hablas.
—¿Es por lo que pasó en el Ministerio? ¿O por esa ridícula razón que solo tú conoces?
Ridícula, sí, eso era. Si él lo creía así, que siguiera pensándolo.
—Si la has catalogado como tal con tanta facilidad, ¿Qué importa lo que yo piense?
Harry gruñó, mientras Hermione se recordaba que se suponía que debía mantenerse en silencio, guardar sus palabras, o de lo contrario, terminaría explotando y todo lo que habría querido decirle sería demasiado difícil de contener. Lo que recibió a cambio fue eso, silencio, horrible y deprimente o así fue por largos minutos.
—Ahora sé que el problema soy yo— dictaminó Harry luego de instantes de reflexión—. Si pareces contenta con todos menos conmigo, ¿Mi presencia te molesta de alguna manera?
Habría reído de no encontrarse tan enfadada. ¿A quién quería engañar? Solo deseaba ocasionarle el mismo malestar por el que ella pasó, mirándolo tan orgulloso de su cinismo al mentirle o como mínimo, no atreverse a mencionar ni una sola vez que no pensaba cumplir con su acuerdo de "confianza". Nada la detuvo entonces para volver a arremeter con nuevos argumentos.
—No— mintió y hundió el cuchillo con firmeza, luego, tomándose su tiempo, levantó la cara—. ¿Tendría que hacerlo?
—¡No! — exclamó Harry, para este punto lo bastante desesperado como para dejar de lado su tarea vigilando el estofado y atravesar la cocina en dos zancadas—. Pero ¡es lo que parece! Lo que ocurrió la otra noche... ¿Realmente fue tan malo?
Al sentirlo acercándose ella se paralizó, procesando la implicación de sus palabras al referirse a lo sucedido, lo que no mejoró cuando pronto, sus dedos se atrevieron a tocar tentativamente su cintura. La tensión incrementó a niveles que nunca creyó posibles mientras dejaba caer el cuchillo, incapaz de sostenerlo con sus temblorosos dedos. Al imaginárselo detrás de ella algo en su interior intentó olvidarse de la razón principal de su molestia, solo en Harry, inclinándose un poco más, su aliento rozando la piel su cuello, luego sus labios...
—Sigo sin saber que he hecho mal— susurró él, ahora lo bastante cerca como para que su pecho tocara su espalda—. Extraño todo lo que éramos hasta hace unos días y luego, simplemente me repeles y no tengo idea de porqué. Creí que teníamos confianza en el otro y...
La mano de Hermione se apretó en un puño, reuniendo toda su fuerza de voluntad como para arreglárselas y darse la vuelta, encarándolo finalmente.
—¿Confianza? — repitió ella riéndose, sorprendida por lo cínico que él podía ser—. Honestamente...
—Explícame que he dicho mal— insistió Harry, tan pronto comprendió haberse equivocado. Su cuerpo formó una barrera, impidiéndole marcharse.
—Nada, según tú, pero no me hables de confianza cuando no has respetado lo que acordamos. Ya lo he entendido, no te preocupes, eran solo palabras para ti.
Intentando darles sentido a sus acusaciones, Harry bajó la guardia y retrocedió un poco, parpadeando varias veces, cada vez más confundido.
—¿De qué hablas? He estado todo este tiempo… Matándome en averiguar qué sucede, no he podido pensar en nada más que no sea...
—No te atrevas— le advirtió Hermione, aclarándose la garganta, ya no se creía capaz de soportar su falsa ingenuidad —. El otro día, durante el almuerzo, fui a tu oficina para hablar de... Lo que ocurrió...— titubeó y esperando no arrepentirse después por su sinceridad, continuó: — No me pareció que estuvieras muy preocupado al respecto con tan buena compañía.
Inicialmente, Harry dudó, viéndose genuinamente confundido, pero finalmente, medio minuto después, al comprenderlo todo, abrió mucho los ojos.
—Ginny— jadeó, luciendo como si deseara haberlo adivinado antes. Sonriendo tristemente, Hermione empujó sus brazos lejos de ella y consiguió avanzar tres pasos, poniendo distancia entre los dos.
—Ginny— repitió ella.
Sin darle tiempo a responder, abandonó la cocina con prisa y subió las escaleras a su habitación antes de que su máscara de tranquilidad se cayera a pedazos. Supuso que luego de tantos días de reflexión se sentiría tranquila ante la confrontación, pero tan solo verlo, se sintió nuevamente furiosa. Comenzaba a creer estarse volviendo loca.
Aferrándose a las sábanas, contempló el cielo detrás de la ventana en un vago intento por tranquilizarse, lo que no sirvió en cuanto la puerta de su habitación se abrió intempestivamente, revelando la figura de Harry, viéndose tan enfadado como ella. A Hermione apenas y le dio tiempo de enderezarse, escandalizada con la intromisión cuando él ya se encontraba en medio del cuarto, aparentemente listo para confrontarla.
—No puedes escapar cada que algo que no quieres sucede— le dijo, sin molestarse en pedir alguna especie de disculpa por su mala actitud, lo que solo incrementó la ira de la chica.
—¿Qué hago entonces? ¿Perseguirte en busca de repuestas? — inquirió, permitiéndose un matiz de burla que tantas veces había visto en él mientras también se levantaba— ¿Esperar a que seas sincero conmigo sin que te lo pida? Me temo que eso no sucedería nunca.
—¡No tuve siquiera tiempo de decírtelo! — rebatió Harry—. Solo huías de mí... ¿Cómo decirte si no me dejas acercarme a ti?
Odiando su respuesta, la parte racional de Hermione, todavía no cegada por sus celos se permitió admitir que podía tener razón en eso. Ella huyó primero, no intencionalmente claro, solo buscaba encontrar respuestas para lo que le sucedía.
—Lo hice porque estaba confundida y creí que solo era...— su voz tembló, diluyéndose al descubrirse temerosa al cometer una posible indiscreción—, Luego de verte con ella pensé que lo que sucedió solo fue un accidente y... Habíamos acordado que me dirías... Que habría confianza entre los dos.
Toda lo enérgico que Harry parecía se esfumó, manteniéndose en silencio mientras ambos se observaban, midiéndose.
—Sé que no pensabas decírmelo— afirmó Hermione y por la forma en que él la miró, quedó claro que tenía razón—. ¿Lo ves? No puedo estar en medio de esto y no puedes pretender...
—No, no estás entendiendo— la detuvo Harry, comprendiendo hacia donde se dirigían sus pensamientos—. Si no te lo dije fue porque no tuvo relevancia para mí. Hasta antes de que ella llegara yo solo podía pensar en ti, en lo que pasó entre los dos e incluso después de que Ginny se fue, ¡No tuve cabida para otro pensamiento que no fueras tú! La visita de Ginny no me importó, ya no. Sí, la primera vez que hablamos luego de la comida en la Madriguera fue por acuerdo de los dos y entonces te prometí que después de eso, nunca volvería a buscarla con ninguna otra intención y así fue, ¡Ella ni siquiera fue a verme a mí! Luego de volver al país ella tenía que estar ahí para... Hermione, eso no importa, nada ocurrió entre los dos ni permitiría que eso pasara. Lo que tenemos ahora es todo lo que yo...
—A ella no parece quedarle muy claro, tocándote todo el tiempo.
Harry le dio una mirada intrigada y contra todo pronóstico, una sonrisa apareció en sus labios.
—¿Eso quiere decir que estás celosa? — preguntó, pero al notar la reacción de Hermione, esforzándose por mostrarse escandalizada, su enfado inicial volvió.
—¡No tendría por qué estarlo! — exclamó la castaña—. Eso es ridículo.
Mientras Hermione se debatía en sus acciones, creyendo haber sido más cruel de lo que esperaba, Harry lidió con sus propios conflictos y la conclusión a la llegó no debió gustarle.
—Te he dado mis razones, ¿Qué hay de ti? — preguntó él con tono exigente— ¿Qué explicaciones tienes? ¿Me espías? Si crees que eso es necesario y que debías escabullirte como si acabaras de descubrirme cometiendo un crimen, no soy el único que no "confía" en el otro, ¿O sí?
Arrepintiéndose por haberse acercado tanto a él, deseosa por encararlo, Hermione retrocedió medio paso, agradeciendo que la única iluminación en la habitación fuera proveniente del pasillo, apenas iluminándole el rostro, de lo contrario, él sabría lo mucho que lamentó haber usado ese argumento en su defensa.
—Supongo que la confianza no es tanta si sientes la necesidad de hacerlo— arremetió Harry por segunda vez y poco intimidado, volvió a acortar la distancia, exigiendo una explicación.
—Confío en ti— reafirmó Hermione sin otra opción—. Eso no tiene sentido. Solo quería verte y hablar, pero he terminado sintiéndome estúpida. Siempre que Ginny vuelva será así, ¿No? Me ha quedado claro y tranquilo, no necesito tus explicaciones y, por lo tanto, no te daré las mías.
—¡Solo necesito que entiendas! — insistió Harry, poco acostumbrado a fracasar al intentar persuadirla—. No he sido yo quien ha huido después de besarnos, ¿A qué le temes tanto?
Apenas oírlo Hermione se congeló, encontrando que la mención directa a lo sucedido sonaba cien veces peor al exteriorizarlo. Eso solo lo convertía en un hecho real y escucharlo salir de los labios de Harry la inquietó más de lo que llegó a creer, pero no habría de quedarse callada más tiempo. Si él no se medía al momento de decirle lo que pensaba, ella también lo haría y posiblemente era lo que necesitaba, no reprimir nada.
—Al parecer ha tenido más importancia para mí que para ti. No he parado de pensar lo que eso significa para nuestra amistad y para ti ha sido tan sencillo como suponer que soy una especie de éxito cualquiera que adicionarte como conquista— rezongó, frustrándolo el doble —. Honestamente, no sé si te has dado cuenta, pero nuestra amistad jamás será la misma. Voy a convertirme en tu esposa y eso es un enorme cambio. ¿Sabes qué? Olvídalo, es claro que no me entiendes, no sé qué esperaba.
—¿Piensas eso de mí? ¿Qué soy tan idiota para besarte solo por capricho? — preguntó Harry, herido con su suposición—. ¿Qué no ha sido difícil? Por supuesto que deseaba besarte, pero no se trata solo de que esté usándote a ti y a tu papel como mi prometida porque me resulte conveniente o solo porque se me venga en gana un poco de compañía. Quiero creer que más que eso, Hermione.
Ella vio todos sus argumentos desbaratándose, dejándola momentáneamente desarmada.
—¡No sé qué pensar! — se sinceró ella, mostrándose tan herida como se sentía—. Ustedes parecen todavía tan felices juntos y... Ella estaba ahí, tocándote y tú sonreías por todo lo que decía. Siempre ha sido así y siempre lo será.
—¿Tú me dices eso a mí? — río Harry sarcásticamente—. ¿No he sido yo quien te encontró en brazos de ese imbécil?
Inicialmente, tan absorta en su resentimiento, Hermione no pudo entender a qué se refería, hasta que lo recordó: Levi.
—No hay comparación, nosotros solo...
La risa de Harry la interrumpió.
—No seas ingenua. Es claro que sus intenciones contigo nunca han sido amistosas.
—Es solo mi amigo y él estaba...
—Quizás tú no lo veas, pero la manera en que te mira, como te abraza— dijo Harry y aunque sonreía, su mandíbula tensa indicaba un sentimiento completamente contradictorio—. Le gustas, lo sé. Y, con tantas libertades entre ustedes solo debe estarse creando estúpidas ilusiones. Si alguien debería tener un límite es él contigo.
Llenándose de valentía, Hermione se impulsó, lo suficiente para poder tener su rostro tan cerca como pudo y estar segura de que no se perdería ni una sola palabra de lo que tenía por decirle.
—No es lo mismo. Él siempre ha sido mi amigo, lo ha sabido siempre, sabe que me casaré contigo y lo único que hay es una amistad. Contrario a Ginny, ¡Ella sabe que estás comprometido! Y no deja de buscarte a cada oportunidad.
—También somos amigos. Merlín, pensé que ella era tu amiga. Pero si comparar a Ginny conmigo es como defiendes tu "fraternal" cercanía con Agoney...
Era lo único que necesitaba. Considerando que había tenido suficiente como para soportar que estuviera defendiendo a Ginny con tanta firmeza, Hermione, por primera vez en días, no pensó antes de hablar.
—¡Nunca leí que en ese estúpido estatuto se hablara sobre fidelidad! — exclamó ella, estallando finalmente.
—No es lo que estoy… Ni siquiera te lo estoy exigiendo— le aseguró Harry.
—¿Entonces qué sucede? — inquirió ella, reprimiendo el temblor en sus manos—. Debería darte igual con quién hable.
—Sí, debería— repitió Harry, agachando la mirada, concentrándose en lo que Hermione consideró como una declaración que pondría fin a todo. Era así como acabaría. La manera en que un solo suceso bastaría para terminar con una amistad tan larga como la suya, era así como ella se encargó de arruinarlo todo con dudas y sentimientos que nunca debió albergar. O eso creyó.
Cómo ella, atravesando por sus propios dilemas, que pareció resolver antes, Harry dio paso más hacia ella y colocó su mano en su cadera, firme en comparación al tembloroso cuerpo de la joven.
—Pero no es así— siguió con voz aterciopelada—. Siempre me ha importado cada imbécil que se te atreve a acercarse a ti.
La manera en que la miró desbarató toda su convicción. Habría podido lidiar con ello de no ser por lo que catalogaría como una confesión y lo poco lista que estaba para procesar lo que eso implicaba. De haber sabido que Harry podía mirarla así alguna vez hacía mucho tiempo que hubiese renunciado a conformarse con ser solo su leal mejor amiga.
Con el paso de los meses descubrió facetas de él que le fascinaban, justo cuando se creía ingenuamente capaz de conocerlo mejor que nadie. Qué equivocada estuvo.
Desde que lo conocía, siempre fue evidente la especial debilidad que tenía para con él. Ayudándolo en cualquier momento y situación sin importar las consecuencias. En su momento quiso atribuirlo a ser la amistad más fuerte que alguna vez tuvo, pero ahora, Hermione supo que no habría cometido ni la mitad de locuras que había hecho por Harry por nadie más, sin importar de quien se tratara. Él siempre se encontraría un peldaño arriba, por encima de cualquiera y en ese instante le quedó más claro que nunca.
Poco se resistió al tenerlo tan cerca, disfrutando enormemente de la valentía que él demostró al pegarla a su cuerpo y lentamente, apoyar su frente en la suya. Lo que siguió solo sirvió para hacerla sentir sumergiéndose en un torbellino de sensaciones.
La mano de Harry se posó sobre su mejilla, cubriéndola por completo mientras la otra permanecía aferrándose a su cadera. Sus dedos presionando sobre la tela de su blusa le impidieron moverse y no es que deseara hacerlo. Tan cerca como estaban casi se sentía respirando su aliento, esperando pacientemente una señal que Hermione no comprendió que necesitaba hasta que se sintió demasiado desesperada por su falta de acción. Sabía lo que quería. Nunca lo tuvo más claro.
Deseaba que su mejor amigo, sosteniéndola tan fuertemente pudiera ver en sus ojos lo mucho que deseaba besarlo de nuevo. Quizás entonces podría descubrir a qué se debía aquella extraña fascinación con él. Si se trataba solo a la innegable atracción entre los dos o, como sospechaba, trascendía los límites. Hubo un segundo en el que los dos comprendieron su situación, el deseo que los embargaba por igual, tan novedoso al ser provocado por el otro y luego, tan pronto pudieron asimilarlo, Harry inclinó la cabeza y Hermione se impulsó hacia él, cubriendo su boca con la suya antes de que pudiera detenerse a pensarlo.
Por una pequeña fracción de tiempo nada ocurrió. Los dos permanecieron quietos, disfrutando del contacto de sus labios reconociéndose y del confortable calor de sus cuerpos presionándose juntos. Harry fue el primero en moverse, apoderándose de su boca con genuino deseo, que no tardó en transformarse en urgencia, una que Hermione correspondió con entusiasmo. Nadie la había besado así nunca y, supuso, jamás correspondió a un beso con tanta entrega. Le gustaba la manera en que Harry la besaba, la decisión con que sus labios se movían contra los suyos, entregándose enteramente a la tarea. Además de la pasión incrementándose entre los dos, un sentimiento que difícilmente habría atribuido a sentir por él alguna vez.
Todo parecía ser tan nuevo pese a haberlo besado antes. Era como si, de la noche a la mañana, Hermione lo hubiese descubierto como un hombre al cual desear y ahora, lejos de la ternura y paciencia con que la besó la primera vez, no existía comparación al envolvente ritmo con que sus manos luchaban por mantenerse quietas. La boca de Hermione lo recibió generosamente con cada minuto que pasaba, mientras permitía que sus manos ascendieran a sus costados, manteniéndola cerca.
Aferrándose a sus brazos, por si sus débiles piernas terminaban cediendo, Hermione se separó de él y respiró hondo, momento de tregua que Harry no desperdició. Suavemente, la motivó a echar la cabeza hacia atrás y antes de que ella pudiera entender que pretendía sintió su cálido aliento sobre cuello y luego, sus labios sobre su piel. Todo pensamiento coherente que aún pudiera albergar desapareció entonces, mientras una descarga eléctrica la recorría, disfrutando de sus atenciones.
Cuanto deseó engañarse diciéndose que no añoraba sentirlo cerca, lo que no mejoró al comprender que, con cada beso, todo parecía mejor. Ansiosa por no quedarse atrás, Hermione le echó los brazos al hombro y tiró de él en dirección a sus labios, besándolo de nuevo. Había algo en él que la hacía sentir especialmente valiente, lo suficiente para permitirse guiarlo, dando pasos torpes hacia atrás.
En algún momento, con la distancia reduciéndose, sus piernas chocaron contra el borde de la cama y Harry, tan poco estabilizado cómo Hermione terminó cayendo con ella, intentando recuperar el equilibrio al último segundo para no aplastarla. Sus brazos se apoyaron en el colchón y su cuerpo la cubrió casi completamente antes de que ambos pudieran darse cuenta de su nueva postura.
No se le ocurría otro momento en que lo hubiera tenido tan cerca. Podía ver su rostro bien definido, la montura de los anteojos, torciéndose ligeramente debido al movimiento y detrás del cristal, sus ojos, brillantes en la penumbra de la habitación, observándola con la misma fascinación. No permitiendo que sus pensamientos pudieran alejarla nuevamente de él, el cuerpo de Harry se cernió sobre el suyo con mayor decisión y al mismo tiempo que volvía a besarla, sus dedos se enrollaron peligrosamente en la tela de su blusa, levantándola apenas unos centímetros, intentando anclarse a algo. Tan pronto lo sintió, rozando la piel bajo la tela, separándose lentamente, Hermione jadeó contra su boca y descubrió que él ya la miraba, ahora de una manera más suave que por alguna razón todavía incomprensible, consiguió asustarla. Contrario a sus besos, los torpes movimientos de sus manos resultaban más gentiles y al mismo tiempo, tan alarmantes como excitantes.
Hermione no sabía que quería conseguir. Que era lo que buscaba motivándolo con tal osadía, pero definitivamente, si no era alejarlo, debía tratarse de algo más que logró intimidarla al pensar en la posibilidad de llegar demasiado lejos. Por ello, al escuchar su voz de nuevo, en medio de todo lo que acababa de ocurrir, la sorprendió enormemente que él todavía deseara aclarar las cosas.
—No soporto verlos a tu alrededor— susurró Harry, con un tono de voz que pocas veces lo escuchó emplear—. Detesto pensar en ese idiota abrazándote, respirando tu perfume tan cerca...
No deseaba tener que hablar. Eso implicaría pensar... Y recordar todos y cada uno de los acontecimientos que los llevaron a ese momento. Intentando sentirse ajena de todo aquello, Hermione acarició su mejilla lentamente, demorándose el tiempo suficiente como para permitirse un tono de voz lo suficientemente decente, luchando con su jadeante respiración.
—¿Por qué has ocultado cosas de mí entonces?
Harry negó con la cabeza antes siquiera de responder. El dilema que debió atravesar al sopesar sus opciones, atreviéndose a responder o la oportunidad que suponía volver a besarla, permitiéndose ignorar su conflicto inicial.
—No he ocultado nada— respondió Harry finalmente, y retrocedió lentamente, llevándose consigo el agarre de sus manos rozando la piel de la chica.
—Los dos sabemos que jamás me lo hubieras dicho— suspiró Hermione, a sabiendas de que con cada segundo que pasaba, su conciencia se apoderaba de su perspectiva, devolviéndole la razón.
Cómo esperó, no lo negó. Tan pronto imaginó la clase de cosas que estarían pasando por la mente de su prometida, Harry se apresuró a hablar.
—Nunca pensé que tendría prohibido saludar a Ginny Porque eso es todo lo que ocurrió, diez minutos hablando con ella me han costado todo lo que creí que teníamos ahora.
Al escucharlo nombrándola, devolviéndole así la razón, Hermione se removió lentamente hasta que consiguió separarse.
—Yo nunca me he escondido de ti y no pretendo que la elimines de tu vida— le dijo, arrastrándose hasta la orilla de la cama—. Yo podría hablar con Levi en cualquier momento, sin importar que estés o no, y eso no cambiaría nada. En cambio, si tú crees que te he espiado y que debiste ocultar su 'saludo" con ella es porque una parte de ti, sabe que no está del todo bien.
Cómo ella, Harry también se sentó en la cama, observándola de reojo mientras se revolvía furiosamente el cabello.
—Veo que ninguno confía en el otro— dictaminó.
—Parece que no— secundó Hermione con la voz rota, algo que pudo camuflajear al escuchar el sonido proveniente de lo que debía ser la puerta principal. Inconscientemente, ambos voltearon a verse, entendiendo implícitamente que el tiempo para hablar estaba acabándoseles y no es que ninguno se sintiera con las suficientes energías para permitirse una nueva conversación desgastante.
—Esto...
—Lo siento— se adelantó Harry, arreglándose la camisa, ahora considerablemente arrugada—. Al parecer lo he arruinado todo de nuevo, si sigues pensando que soy la clase de idiota que te besaría amando a otra mujer.
Girándose a mirarlo, indignada por su resolución, que podía tener un poco de razón detrás de sus palabras, Hermione se levantó, dándola la espalda.
—No, yo lo siento— murmuró con enfado—. Veo que sigues sin entenderlo. No es el tiempo que hayan hablado, es la libertad con la que sigue creyéndose al buscarte a cada oportunidad sin pensar en si eso puede crear conflictos entre nosotros, es su falta de empatía, tu indiferencia ante lo que yo pude sentir y... El problema es mío, por esperar que me dieras mi lugar.
Podía sentirlo, su mirada clavada en su espalda, sensación que no se detuvo hasta que terminó de hablar. Un segundo después él también se levantó, alejándose unos pasos de la cama, pero ella no podía permitirle marcharse con tanta facilidad y antes de que pudiera detenerse a pensarlo, formuló la pregunta que durante días amenazó con hacerle perder la cordura.
—¿Aún la amas?
Valientemente, Hermione miró sobre su hombro, todavía esperando encontrar algo en sus ojos que le diera esperanza. Tan solo considerar las posibilidades, su corazón se hundió en su pecho y decidió que, por primera vez, no quería conocer la respuesta.
—No quiero saberlo— sollozó, arrepintiéndose rápidamente—. No ahora... Simplemente sé que esto no es correcto y hasta que aclares las cosas con ella y conmigo, no vuelvas si quiera a pensar en tocarme.
—Supongo que el trato de tus compañeros tampoco es correcto y aun así sucede.
Le sorprendía que él todavía encontrara conveniente aferrarse a un hecho con tan poca relevancia, quizás solo deseaba escudarse en algo.
—Él solo me felicitaba— soltó Hermione, sintiéndose cada vez más decepcionada.
—¿Por qué?
El sonido de la puerta principal siendo golpeada con más insistencia obligó a la castaña a reprimir las lágrimas. No se permitiría llorar.
—Probablemente tendré un ascenso, él solo era amable.
—Ni siquiera lo sabía— jadeó Harry, deteniéndose en su intento por llegar a ella cuando Hermione negó con la cabeza.
—No tiene importancia.
Ahora que había vuelto a besarlo resultaría inútil engañarse. Sus sentimientos nunca se sintieron tan claros. Estaba segura que no se trataba de un simple enamoramiento, como se forzó a creer inicialmente y la revelación de tal verdad fue igual a sentirse frágil y expuesta ante él.
—Hermione, ni siquiera deberíamos estar discutiendo...
—No, lo sé— admitió ella, avergonzada—. Pero necesito seguir adaptándome a lo que sea que tengamos aquí.
Deseosa por no alargarlo más, al volver a hablar Hermione se esforzó en que su voz fuese lo más neutral posible.
—Deberías ir— sugirió, encarándolo por fin, refiriéndose a la llegada de sus visitas. Sin objetar, Harry dio dos pasos fuera de la habitación antes de detenerse y observarla desde el umbral.
—Lo que tenemos aquí es que vamos a casarnos y tú solo... Huyes— le dijo él—. Estoy aquí, dispuesto a aclarar todo y...
—¿No eras tú el que decía que todo esto sería una mentira? ¿No fue lo que te esforzaste en recalcar cuando nos comprometimos? — inquirió Hermione—¿Qué debo pensar? Me siento flotando en el medio de la nada. Nunca acordamos... Y luego estabas besándome y...
—¿Es lo que quieres que sea? ¿Solo un matrimonio en un papel? ¿Niños concebidos por compromiso? — exigió saber Harry. Hacía mucho que no recordaba verlo viéndose así.
—¡No! — exclamó ella, enfadándose también—. Pero estoy cansada de avanzar un paso y tener que retroceder dos cada que Ginny aparece. De apartarme por el estúpido luto que parecen tenerle a su relación.
—¡Esto no se trata de Ginny!
—¿Entonces por qué tengo que actuar como si debiera aceptar que vayas y te reúnas con ella a cada oportunidad? Nunca eres el mismo después de eso.
—No es verdad— rebatió Harry, cerrándose completamente a cualquier otra palabra que ella pudiera decir—. Si es por besarte, lo siento, no debí... Mira, si solo querías que fingiéramos estar casados, quizás es lo que debamos tener. No era mi intención presionarte con nada.
Agradecida de que gracias a la obscuridad él no pudiera ver sus ojos llenándose de lágrimas, se encargó de marcar los límites. Lo quería, sí, pero no creía estar completamente equivocada y él debía de entenderlo. No se quedaría callada de nuevo solo para moverse en la misma dirección que él, ya no era la adolescente dispuesta a hacer lo que Harry creyera conveniente, dejándose arrastrar por él solo para mantenerse a su lado.
—No vuelvas a besarme si vas a disculparte después por ello— lo amenazó Hermione—. Si eso es lo que crees, no seré yo quien te haga cambiar de opinión, no más.
Tan solo escucharla, Harry retrocedió, internándose al pasillo, meneando la cabeza. Pareció intentar decir algo más, arrepintiéndose al segundo siguiente en que el sonido de la puerta volvió a escucharse, ahora con más claridad.
—¡Ya voy, carajo! — exclamó, dándose la vuelta y desapareciendo por el pasillo.
En cuanto se quedó sola, Hermione permaneció inmóvil, mirando el sitio en el que él había estado segundos antes. Inconscientemente, su mano se posó sobre sus labios, todavía bastante segura de sentir el sabor de Harry en ellos. Ahora que la emoción había terminado ni siquiera alcanzaba a comprender que acababa de ocurrir. No se suponía que ellos fueran así, raramente discutían y, en momentos como ese, creyó más seriamente que nunca que el matrimonio en lugar acercarlos estaba creando una brecha demasiado grande entre los dos.
Su amistad pareció más difusa que nunca y eso era precisamente lo que más valoraba. Perderla sería algo que no soportaría.
•••ו••ו••ו••ו••ו•••ו••ו••ו••×
Diez minutos después, segura de que sus ojos se encontraban completamente secos ahora y que el tiempo lejos comenzaría a ser extraño para sus amigos, Hermione bajó cautelosamente las escaleras, encontrándose a todos ya reunidos en la cocina.
—Así es como nos reciben— decía Ron, mirando el estofado quemado que a Harry no parecía importarle mucho—. Les he ayudado con la mudanza y, ¡Esto es lo que recibo!
Hermione intentó sonreír ante la escena, recordándose la fatalidad de su descuido con Ron, mismo que no pensaba recordarle. No deseaba ser ella quien arruinara más su noche. En su lugar, se recargó en el marco de la entrada, esperando mostrar la mejor sonrisa para cuando Luna se acercó a ella, con una botella en sus manos.
—Trajimos vino— le dijo, saludándola cálidamente.
—Creímos que estarían aburridos en esa enorme casa— la secundó Ron, desde su sitio, ayudando a Harry a preparar algo rápido que sustituyera su cena quemada. No ayudó nada la manera en que ambos se tensaron al escuchar sus palabras y, sobre todo Hermione, al intentar descifrar si Ron lo decía con genuina inocencia.
—Deberían activar su chimenea, así no tendríamos que esperar en la calle como muggles— siguió Ron, mientras Hermione se acercaba y ponía la mesa—. Solo tendríamos que aparecernos aquí.
—Eso sería tan grosero como entrar echando abajo la puerta— lo reprendió Luna, colocando tres copas en la mesa para servir el vino.
—Al menos así mereceríamos un recibimiento mejor que el de hace un rato— protestó su esposo— ¿Qué le ocurre que nos recibió de tan mal humor? — preguntó esta vez, dirigiéndose a Hermione al señalar a Harry, aparentemente concentrado en la comida— ¿Una misión fallida?
Encogiéndose de hombros, Hermione miró la espalda de Harry, intentando adivinar que pasaba por su mente ahora. Con seguridad, nada más alejado de las sugerencias propuestas por Ron. Hasta solo unos minutos estaba besándolo, sus manos sobre sus brazos, aferrándose a él para mantenerlo cerca... Hace unos minutos, todo parecía correcto.
Aprovechando que los chicos charlaban ahora sobre trivialidades que solo ambos entendían, Luna se acercó a Hermione y, siguiendo la dirección de la mirada de su amiga debió entender que algo sucedía.
—Creo que fue un mal momento para venir— susurró, pasándole las servilletas, que Hermione colocó ansiosamente en sus lugares.
—¿De qué hablas? Siempre es bueno que nos visiten— la calmó la castaña y al terminar con su tarea, colocó una mano sobre la de su amiga. En consecuencia, Luna sonrió con dulzura y se inclinó sobre ella, aprovechando que Harry y Ron no podían escucharlas.
—Sí, lo sería si no fuera obvio lo que pasó aquí.
Su sonrisa se ensanchó, siendo complementada por la picardía en su voz, lo que terminó por explicarse tan pronto su mano se acercó a la blusa de Hermione y abotonó los primeros tres botones de su blusa, cubriendo bien su escote.
—Me llevaré a Ron pronto— le prometió, en el mismo tono discreto.
—No, por favor— imploró Hermione, roja de vergüenza—. No estamos bien, no quiero quedarme sola con él.
Luna le dirigió una mirada extrañada, que la obligó a intentar explicarle lo que sucedía. Aunque sabía, las palabras no alcanzarían a ser suficientes.
—¡Debes probar esto, cariño! — exclamó la voz de Ron, alertándolas—. Ven y dile a Harry quién prepara la mejor salsa de manzana.
Todavía interesadas en ponerse al tanto, ambas amigas parecieron prometerse futuras explicaciones. Sabiendo que el momento de confesar no llegaría pronto, Hermione desistió y se acercó a los chicos, que ya servían su improvisada cena y, por ese instante, todo se sintió relativamente cómodo. Con personas cerca impidiendo que la tensión entre Harry y Hermione creciera, reemplazando todo con conversaciones banales y narraciones sobre sus respectivas vidas, la cena dejó de parecer un hecho desastroso y más como una bien recibida escapatoria.
Inevitablemente, los cambios en sus vidas acapararon toda la atención, especialmente, el embarazo de Luna, el único tema en el que Hermione de sentiría contenta de participar.
—¿Por qué no Argus? — insistió Ron, tercamente empecinado en defender su propuesta de nombre para el bebé. Cómo respuesta, Harry río por lo bajo.
—Argus Weasley, suena como demasiado para un bebé.
— Ya crecerá— obvió Ron, visiblemente exasperado—. Quizás Hugo, ¿Qué tal eso? Siempre me ha gustado, simple y amigable, nada parecido a "Bilius", eso es bastante bueno.
—Sí, suena mejor. Pero piénsalo, amigo, ¿Eres bueno escogiendo nombres? — arremetió Harry, disfrutando irritarlo.
Ron ni siquiera intentó volver a convencerlo.
—Búrlate lo que quieras, cuando llegue tu momento cobraré todas y cada una.
Aunque lo intentó, ante la implicación Harry no pudo permitirse reír esta vez.
—¿Quién sabe? Tal vez se te ocurran nombres horribles— siguió el pelirrojo, disfrutando de su perturbación—. Hermione, no se lo permitas.
Ella río, como esperaban que hiciera, pero solo por mero compromiso. Al igual que Harry, no le producía gracia pensar en aquellas suposiciones que habrían de hacerse reales en tan poco tiempo y con tan poca disposición, basándose en su pésima relación actual.
—Haré mi mejor esfuerzo— musitó, cortando cuidadosamente la comida en su plato, esperando que eso bastara para no tener que mirar a sus amigos y, sobre todo, a él.
—Pienso que un bebé de ambos será tan...— suspiró Luna emocionada, aparentemente imaginando sus palabras.
—Nacerá sabiendo descifrar runas— profetizó Ron, riéndose con ganas—. Si tiene suerte, con talento para el Quidditch.
Instintivamente, en el momento en que Hermione levantó la mirada, Harry hizo lo mismo. Reflejándose en los ojos del otro los recuerdos de su acalorada discusión se agolparon en sus mentes. Incluso si se encontraban molestos uno con el otro, nada impidió que Harry la mirase tan intensamente como antes. Casi atragantándose al recordar lo sucedido y lo que ahora sugería la conversación de sus amigos, Hermione bebió de un trago todo el contenido de su copa, desentendiéndose.
En ese momento, con Harry besándola como lo hizo no pensó en nada y era precisamente eso lo que más le sorprendía, ahora que volvía a ser tan racional y consciente de sus sentidos. Recordar su cercanía, sus besos, lo dispuesta que ella estaba a... Tan solo con considerarlo se sentía enrojecer y estaba segura, el vino tenía poco que ver al respecto.
—Sigue diciendo eso y Neville será el mejor padrino que tendrá— lo silenció Harry finalmente, ganándose las risas de sus amigos.
—Solo digo lo que todos sabemos— aclaró Ron, terminando con la comida en su plato—. Será tan inteligente que resultará un poco escalofriante.
—Puedes tener algo de razón— intervino Luna, en ayuda de su esposo—. Los genes son fuertes.
—Aún es muy pronto, de todos modos. Toda la atención debe tenerla este pequeño— dijo Hermione y resistiéndose poco, colocó su mano sobre el abdomen de su amiga.
—Pequeña— la corrigió Luna, con tal naturalidad que a Hermione le tomó dos segundos entenderlo. Inevitablemente buscó en los ojos de su amiga si esta le decía la verdad y al hacerlo, soltó un gritito de emoción y la abrazó entusiastamente.
—Será una niña, nos enteramos esta tarde— secundó Ron, hinchando el pecho orgullosamente.
—¡Eso es grandioso! — exclamó Hermione, contagiándose de la alegría de los futuros padres.
—Mamá está muy emocionada— corroboró Ron, rodeando a Luna con uno de sus largos brazos—. El segundo bebé en la familia y... ¡Una niña!
—Victoire estará un poco celosa— añadió Harry, dándole una palmada en la espalda—. Puedo imaginar lo feliz que se ha puesto tu madre.
—Ya veremos qué hacer con ella, de todos modos, está muy lejos de aquí la mayor parte del tiempo, en cambio, nuestra hija disfrutará más de las grandiosas comidas de mamá— dijo Ron, habiendo resuelto todo con antelación, mientras las chicas hablaban animadamente de la perspectiva del futuro, conociendo ahora el género del bebé.
—Espera...— murmuró Harry, deteniendo su felicitación—. ¡Has discutido todo este tiempo por un nombre que ni siquiera vas a utilizar!
—Quizás para el segundo, ¿Quién sabe? — respondió el pelirrojo, ganándose una mirada escéptica de su mujer—. Hemos contemplado también nombres de niña, solo debemos escoger.
—Me gusta Alyssa— dictaminó Luna, emocionándose—. Me habría gustado que mamá me diera algunas sugerencias, pero tú puedes hacerlo, ¿Verdad?
La ternura que invadió a Hermione fue sobrecogedora.
— Será un honor— le aseguró la castaña—. Aunque Alyssa me parece que es un nombre precioso.
Compartiendo los planes de su futura hija, el matrimonio Weasley se mostró indudablemente feliz por lo que restó de la velada. Contento de compartir ideas con los futuros padrinos de la niña.
—¿Qué harán ustedes con Teddy? — preguntó Ron minutos después—. Para ser un Lupin, es un pequeño granuja en cuanto de atención se trata.
—No lo creo. La última vez que hablamos estaba muy emocionado por tener alguien con quien jugar— aclaró Harry, disfrutando verse tan poco preocupado con el tema y quizás, ligeramente orgulloso. Al mirarlo, como cada vez que ocurría al tocar temas como esos, Hermione sintió el conocido calorcito en su estómago.
—Le das lo que quiere siempre, ¿Qué sucederá cuando quiera más de un hermano? — se mofó Ron y Luna no tardó en reprenderlo, antes de que Hermione o Harry pudieran dar sentido a sus palabras. Desde el inicio, fue ella quien se encargó de mantenerlo todo con la discreción que supuso, su amiga querría.
—¿Qué hay de ustedes? ¿Alguna novedad? — interrumpió Luna, fingiéndose inocente, pero el ingenio al cambiar tan deliberadamente de tema mostró su clásica inteligencia.
Hermione se mordió los labios, sopesando si debía o no hablar. Bastó recordar las desconsideradas acusaciones con que Harry se atrevió a juzgarla para decidirse.
—He tenido un ascenso, si puede ser llamado así, perteneceré al Departamento de Aplicación de la Ley Mágica ahora y... Mi jefe, me recomendó personalmente, será todo un cambio, supongo, pero estoy emocionada.
Las felicitaciones no tardaron en llegar y a Hermione le alegró profundamente que sus mejores amigos compartieran su dicha, pero el vacío que la zozobra le producía seguía ahí. Mientras Ron la abrazaba, rodeándola amistosamente y Luna se deshacía en felicitaciones, nada sirvió lo suficiente para evitar no mirar en la dirección de Harry, observando todo desde su asiento con expresión culpable. Lo que no mejoró tan pronto sus amigos se fueron, dejándolos solos, con sus problemas todavía presentes y una enorme casa llena de demasiadas cosas con las cuales lidiar.
Cada uno se retiró presuroso a su respectiva habitación, deseando aislarse de la compañía del otro hasta que todo dejara de ser tan confuso y dónde, acompañados solo de su conciencia, pudieran permitirse analizar el verdadero significado que escondían sus reclamos. Recostada en su cama, la misma en la que horas atrás creyó aceptar sus sentimientos, Hermione permaneció por largos minutos admirando el techo, repasando una y cuántas veces fueron necesarias todos los acontecimientos que la llevaron a ese punto. Intentando develar, también, en qué momento del camino todo comenzó a ser confuso, ese instante en que la amistad que Harry le ofreció por años dejó de ser suficiente.
Después, colándose hasta su habitación, aprovechándose de la asfixiante soledad, el sonido de la regadera la alertó, haciéndola enderezarse. Era él, tan cerca y tan lejos, ¿Desde cuándo pensar en Harry le producía aquel sentimiento? ¿En qué momento llegó a pensar en él con el corazón acelerado?
Intentaría dormir, pero ya se imaginaba lo difícil que resultaría con los recuerdos del día agolpándose en su mente, concentrarse en su presente tampoco ayudaba, no con su ingeniosa imaginación recreando escenas que nunca antes se atrevió a concebir. Harry, su mejor amigo, duchándose a tan pocos metros de distancia, su cuerpo recibiendo las gotas de agua que resbalarían en su piel, por la amplitud de su espalda y sus brazos firmes. Hasta hace poco, ella había podido sentir la solidez de su cuerpo bajo la tela de su ropa.
¿Cómo lo vería a la cara después de eso? Sin lugar a dudas, devolviéndole aquellos ansiosos besos le mostró que ella también se sentía indudablemente atraída por él. Desplomándose sobre la cama y cubriéndose completa con la sábana, imploró que Harry no hubiese notado que era más que eso, que una simple atracción no bastaría para describir todos los sentimientos que había detrás. Súbitamente motivada, decidió que no se haría a un lado con tal facilidad, así como tampoco se permitiría perder su amistad. Si se convertiría en su esposa, planeaba seguir siendo su mejor amiga cuando eso sucediera.
Ese encuentro los acercó y distanció de maneras inimaginables. Y, en el fondo, Hermione jamás se arrepentiría por haberle permitido besarla.
Ella se encargaría de hallar una solución conveniente, después de todo, Hermione Granger era la bruja más brillante de su edad por una razón.
•••ו••ו••ו••ו••ו••ו••ו••×
¡Hola de nuevo!
Estoy muy contenta con el recibimiento que ha tenido la historia en una plataforma en la que soy bastante nueva, me alegra que esté gustándoles y, sobre todo, que lleguen a conectar con los personajes. Pienso fervientemente que la consumación y aceptación de su relación no sería fácil, teniendo en cuenta tantos años de solo amistad, así que todo a su tiempo. Todo se arreglará pronto, lo prometo, hasta entonces, nos leeremos pronto.
¡Gracias de nuevo!
