Espacio de la escritora
Hola estimados lectores! Les traigo un capítulo más de esta historia, espero que la disfruten y les deseo una linda semana. Por cierto, Feliz dia del amor y la amistad, adelantado, jajaja.
Si les gusta esta historia, por favor no olviden dejar sus reviews.
Ps. Revisen el mensaje que dejaré al final de la historia, es un parrafo aclaratorio.
Capítulo 9: Una charla
Sesshomaru había abandonado por un momento el lugar donde iban a pasar la noche él y su molesto sirviente. El yokai estaba un poco hostigado del incesante parloteo de Jaken, quien no dejaba de hablar de la odiosa mujer o de sus compañeros de viaje.
El diablillo vociferaba de lo atrevida e irrespetuosa que era la mujer al permitirse seguirlo, a pesar de lo ella pudo hacer por su señor, le quedó claro después de que su amo lo dijera, que ella era una víbora aprovechada con segundas intenciones. Bruja, así la seguía llamando el yokai de ojos salones, aunque la mujer se presentara como una diosa menor, como ella dijo. Jaken sabía que su señor jamás la vería como un ser superior por más poder espiritual que ella tuviera. No, su amo solo reconocía el poder y la fuerza, y aunque la susodicha deidad tuviera algunos trucos bajo la manga, no era rival para el señor del Oeste.
Era una cosita pequeña, su estatura no destacaba, no se veía tan imponente como el refunfuñón diablillo suponía una deidad debería lucir. Tenía un rostro bonito pero nada destacado, no era como si un halo de luz la iluminara en torno a ella. Tal vez lo único sobresaliente en ella eran sus ojos que recordaban a las oscuras ramas de un ciruelo humedecido después de una tarde de lluvia y esas motitas coloridas semejantes a las flores del mismo árbol.
Pero sus sirvientes, los molestos y malcriados kamaitachis, la adoraban. De cierta forma él lo entendía, pues él mismo servía con lealtad y devoción al gran lord Sesshomaru, pero había una enorme diferencia entre su poderoso señor y la chiquilla molesta. Él servía a la perfección en persona y ellos a una chica no extraordinaria, por más bruja que sea.
Sesshomaru coincidía con algunos pensamientos de su servidor sobre la mujer celestial, aunque claramente no se lo hizo saber al chaparro yokai. El inu daiyokai pensaba que los trucos de la diosesilla eran interesantes pero su poder no era estable, lo que la volvía insulsa. Cosa que fue notoria el día que la atacaron los cuervos, y que Jaken volvió a relatar para señalar la ineficiencia de los servidores de la mujer.
Hartado del ruido sin fin que producía el verde diablillo, y después de pasarlo por encima, pisando su cabeza, el yokai se apartó del lugar decidido a dar un solitario paseo, después de todo, el aire nocturno era algo refrescante.
En su paso por el bosque, el daiyokai pudo finalmente relajarse, el viento susurrante, y las hojas que se agitaban en una suave sinfonía le dieron la tranquilidad que buscaba. Era un ser solitario, y estaba bien con eso, solo rendía cuentas así mismo. Consideraba que los lazos, de cualquier tipo, solo eran una señal de debilidad y flaqueza. Y no estaba equivocado, su admirable padre había perecido a causa de eso, había rendido su grandeza por simple sentimentalismo. Lo mismo había ocurrido con su medio hermano, claro que aludía esto en parte a su despreciable naturaleza humana, Inuyasha caía una y otra vez por su afecto a los humanos, primero con la antigua miko y después con la inusual sacerdotisa que decía venía de otro tiempo. Se limitaba por proteger a quienes él consideraba sus amigos, los anteponía a su anterior deseo de incrementar su potencial. Sesshomaru no entendía tal tontería, aunque después de todo lo que vio en el grupo del hanyo, quizás lo que sí podía comprender era su sentido de lealtad, ese vínculo que los unía.
Ese sentido del honor y de retribución era algo que podía llamarse respetable en ellos. Aunque no quitaba el hecho de que era muy estúpido que intentaran luchar más allá de sus fuerzas y capacidades, parecían ser tan tontos que ignoraban su debilidad. Una vez más, eran sus emociones lo que los llevaba hacer más, la diosa también cojeaba de ese mal, pensó.
Aquella mujer, su secretismo con la gema le despertaba más curiosidad de la que realmente podía admitir. Sabía que no se atrevería a dar un paso en falso atacandolo de nuevo, no era alguien que se moviera sin pensar cuidadosamente, e incluso si algo tan descabellado se maquinaba en su cabeza, no tenía la menor oportunidad contra él y ella lo sabía. Toda su treta de amabilidad era un simple acto, porque su energía y poder se habían reducido considerablemente. La mujer era astuta, eso le concedía, absteniéndose de desgastarse para enfrentar al dragón que podría tener el objeto que buscaba. La gema pensó, ¿qué misterios ocultos podía tener?, ya era hora de saberlos, y convenientemente quién le daría todas esas respuestas estaba muy cerca.
Sesshomaru capturó el olor de la mujer de las nieves no muy lejos de donde estaba y lo siguió. La encontró sobre las ramas de un alto árbol mirando a la inmensidad del paisaje nocturno mientras sostenía en sus manos una especie de tablero fino con papeles. Al subir y ponerse casi a su misma distancia observó con desinterés que algo garabateaba en ellos, pero el cabello que caía en cascada por el costado de la joven no le permitía verlo con claridad. Cuando preguntó sobre su actuar, la suave y monótona voz de la mujer le dijo que dibujaba, él miró con mayor detenimiento por sobre su hombro y admiró el trabajo realizado, que a su juicio podía decir que no era malo.
Después de ordenarle a la diosa que hablara sobre la gema y que esta pareciera dispuesta a hacer lo solicitado el yokai prosiguió.
"¿Cuál es el verdadero poder de la joya que buscas? He oído que es capaz de aumentar el poder y la energía de quien la posea, sea deidad o bestia."
"Sí y no" contestó la divinidad invernal continuando con sus trazos. "La gema divinal es un tesoro celestial, surgió a partir de la energía estelar del universo del que se supone se originaron los dioses primordiales. Y debido a que encierra esa energía es capaz de fortalecer extraordinariamente a su poseedor." ella pausó unos segundo pensando en lo que sería ideal para contar, sentía la mirada del yokai como dos dagas que se clavaba en su nuca, podía sentir que la escudriñaba tan profundamente que sí dijera una mentira podría ser descubierta, y en la posición en la que estaba, no era conveniente hacer que el yokai tuviera más dudas de las que tenía sobre ella. "Pero no es cierto que cualquiera que la posea podrá controlarla y aumentar su poder. Únicamente aquellos que sean lo suficientemente poderosos y/o dignos."
-Poderosos y /o dignos- las palabras llamaron la atención del inu yokai, quien comprendía que al parecer había una condición para tener esa joya. Lo que resultaba más interesante.
" ¿Qué quieres decir? "
" Usualmente la dignidad descansa en manos de las divinidades, al tener gran energía espiritual pura, los vuelve más adecuados para soportar el poder de la gema, aún si su energía divina no es tan potente, aunque claro eso no quiere decir que cualquier ser del mundo espiritual esté capacitado para sostenerla. Por otro lado está el poder que aunque también es manejado por los dioses es mayormente atribuido al yoki de los yokais, sin embargo este tiene que ser realmente abismal y extraordinario. En el historial de la gema, los yokais que han podido portarla no fueron lo suficientemente poderosos para controlarla, y los dioses que lo intentaron con intenciones oscuras al perder su pureza tampoco pudieron manejarla. Cuando la joya no es estabilizada, destruye al portador."
Sesshomaru se dio cuenta que este objeto a diferencia de la codiciada perla de Shikon, no concedía meros deseos a las tristes y desgraciadas almas que la buscaban en su despreciable debilidad y desesperación. No, la gema divina era una prueba de poder en sí misma, quien la quería debía demostrar que tenía la fuerza para controlarla, ahí radicaba su verdadero poder. Solo alguien realmente poderoso podría manejar y usar toda la energía estelar de la gema.
"Hn, ¿Y crees que tienes la suficiente capacidad para controlar la gema?" preguntó con evidente sorna el yokai, quien dudaba que la mujer pudiera hacer algo en su actual estado.
Al oír la burla del yokai, la diosa giró los ojos en evidente molestia, claro que al estar de espaldas no pudo ser vista. Solto un sonoro suspiro y cerrando su cuaderno de bocetos se giró para estar cara a cara al hombre que la estaba molestando.
"No tengo deseos de controlar la gema, te lo dije antes, estoy aquí para llevarla al lugar donde siempre estuvo,pertenece y puede estar segura. Así que respondiendo a tu pregunta solo diré que tengo la energía suficiente y soy más que digna de portarla." respondió mirando a los ojos ambarinos del peliplateado, su mirada era firme y segura, no dejándose intimidar por las agudas y enigmáticas orbes doradas que la estudiaban.
"Sí es tan seguro, ¿cómo es que terminó aquí?"
"Fue robada" respondió ella sin vergüenza del siguiente comentario que el orgulloso pudiera hacerle. "Al parecer una deidad caída intentó sacarla del cofre donde permanecía sellada, pero debido al conjuro que guardaba a la gema, esta se transportó a un lugar aleatorio fuera de su ubicación original." La diosa estaba decidida a sólo decir eso sobre la gema, la parte en que la joya podía viajar en el espacio dimensional del tiempo no lo mencionó pues pretendía no sólo guardar su secreto sino también evitar cualquier cambio significativo en ese tiempo. No le diría que venía del futuro.
"¿Debo entender que eres lo mejor que los dioses pudieron enviar?" la diosa no podía entender cómo alguien podía combinar tan bien el sarcasmo con la frialdad, pero ahí estaba él con rostro impasible y con un comentario mordaz.
"Soy la más adecuada." dijo ella sin inmutarse un ápice.
Un silencio sepulcral los envolvió por unos minutos, korihana pensó seriemente si eso había satisfecho la curiosidad del yokai y si ahora podía volver a su dibujo, pero cuando él volvió a preguntarle algo, descartó la idea inmediatamente.
"Estás tan segura de que Ryu pueda tener la gema, ¿no sería un desperdicio descubrir que no es así?" el yokai ya no la miraba sino que contemplaba indiferente el correr del viento que movía las hojas de los árboles hacia el sur.
"La razón por la que creí que tenías la gema en un principio es porque había logrado percibir la energía divina de ella fusionarse con un yoki. Los poderes de la gema aún siguen sellados así que eso reprime su energía lo que la hace imposible de encontrar para cualquiera que no tenga la capacidad de percibir energías, fue una medida de protección que los celestiales pusieron en ella. Cuando la gema es reprimida esta suele esconderse en alguna otra energía que sea muy poderosa, a fin de disfrazar su esencia." Una vez más la diosa ocultó parte de la verdad sobre la gema, era cierto que ésta se ocultaba, pero realmente lo que hacía era fusionarse con una energía poderosa, ya que sin el sello la naturaleza de la gema era absorber toda fuente de poder y aumentar su potencia, pero al estar limitada sólo podía hacer eso.
"Al llegar aquí el yoki que percibí disfrazaba la gema era muy similar al tuyo, casi idéntico, después desapareció y cuando nos encontramos asumí que eras tu quien la tenía. Luego caí en cuenta la energía yoki varía según el poder de cada bestia. Entonces el yoki que yo percibí debía ser de alguien con una capacidad comparable a la tuya, pero honestamente es difícil de decir, solo lo sentí una vez y duró menos de un segundo."
"Es tonto de tu parte insinuar que alguien podría rivalizar con el gran Sesshomaru."
"Oí que tú y el Señor del Norte, Ryu, serían los únicos con la destreza que esta misión necesita, y dado que me has dejado claro que no tienes interés en esto, solo me queda corroborar si el yokai dragón puede guiarme a la gema. No pongo en duda tu fuerza, eso no es de mi interés. "
Tanto la diosa como el yokai no pudieron evitar pensar en este yoki de apariencia tan potente como la del lord del Oeste. La joven deidad desde hace unos días consideraba si, tal vez, Tomoe había pasado por alto algún otro yokai quien pudiera ser capaz de manipular la gema.
Sesshomaru, por otra parte, pensaba en quién podría ser capaz de asemejar su poder, si Ryu no tenía la gema, porque evidentemente la buscaba cuando lo atacó. Únicamente otra persona podría tener la capacidad de portarla, y odiaba admitirlo.
"Es posible, ¿que sepas de alguien más que pueda…" Ria había volteado a mirarlo una vez más esperando que el orgulloso señor le diera una pista alentadora.
"Seguramente ya lo habría exterminado" dijo secamente el daiyokai con superioridad sin siquiera mirarla. Sin más que agregar se levantó de la rama donde estaba y se preparó para irse, sin embargo se detuvo inmediatamente antes de hacer otro movimiento porque vio el cuaderno de dibujo de la mujer caer al suelo, Al levantar la vista, la imagen de la mujer segura y despreocupada se había desvanecido, en su lugar sólo estaba una joven de rostro compungido que trataba de ocultar inútilmente una dolencia.
La diosa una vez más presionaba su mano contra su pecho y trataba de ocultar las expresiones de dolor que se marcaban en su rostro, pero era un sin sentido, hoy como pocas veces el dolor se hizo más intenso e insoportable. La joven de cabellera oscura trató de ahogar un quejido, pero no pasó desapercibido por los agudos sentidos del gran yokai.
"¿Qué tienes?" preguntó él sin ninguna preocupación.
La diosa trató de respirar con mucha dificultad haciendo que se moviera inquietamente y eso casi la hizo perder el equilibrio, de no ser porque logró apoyar su brazo en el tronco y su otra mano se agarró de un suave trozo de tela. La manga del haori del yokai. Cuando se dio cuenta de lo que estaba agarrando lo soltó inmediatamente como si el simple toque hubiera quemado sus dedos y volvió a acomodarse en la rama del árbol.
"Lo siento" dijo con su voz menos agitada, sintiendo como sus latidos se ralentizaba. El dolor estaba pasando.
Los ojos dorados del yokai le dieron una mirada de indiferencia a la mujer. Sesshomaru descendió del árbol y al llegar al suelo tomó el libro de dibujos de la mujer invernal y se lo arrojó de regreso sin siquiera pestañear a su dirección. Su tiro fue certero, y la diosa reaccionó rápido atrapandolo antes de que cayera. Cuando iba a agradecerselo, el daiyokai ya había desaparecido.
Ria abrió su cuaderno y miró el dibujo que había quedado a medias y descartó cualquier idea de continuarlo, además pronto las nubes se posaron frente a la luna tapando todo el brillo natural que ambientaba el escenario.
-Un trabajo inútil- pensó soltando un sonoro suspiro.
La diosa miró la mano con la que se había sujetado de la manga del gran yokai y notó que la yema de sus dedos estaban más limpios que otras zonas de su mano que aún conservaban los restos oscuros del carboncillo.
-Seguramente se molestará cuando se de cuenta- a la joven deidad le divirtió ese pensamiento, pensando en el ceño fruncido que haría él cuando lo viera. Aunque su rostro pueda ser duro y frio, y a muchos pueda provocarles miedo y escalofríos, a ella le daba igual y no le hacía ni cosquillas. Su mirada amenazadora no la perturbaba en lo absoluto. Conocía a los de su tipo, esa fachada de intimidación solo los hacía tener más poder sobre sus "victimas" y los débiles de carácter, pero ella no le daría el gusto de creer que podía tener ningún tipo de control sobre ella.
"Un hueso duro de roer, pero yo lo soy también." dijo con una pequeña sonrisa de autosuficiencia.
La mujer invernal descendió del árbol y a paso ligero regresó a su pequeño campamento disfrutando de la frescura de la noche. Sus pensamientos se dirigieron al evidente problema que enfrentaba y que cada vez se hacía más frecuente, sus dolores en el pecho.
Le daba vueltas al asunto y no comprendía porqué se originaban o por qué conforme pasaba el tiempo su energía espiritual se veía más disminuida.
-Veamos, la primera vez peleé con Sesshomaru, así que tiene sentido que eso me haya debilitado significativamente, pero después me restablecí por completo. Luego estaba el asunto con esos cuervos yokais, aunque la pelea con ellos realmente no fue desgastante, en teoría pelear como lo hice ese dia no debía haberme causado ningún agotamiento, no comparado con la batalla con el inu yokai.
Sin embargo me sentí muy débil, no puedo evitar darme cuenta que desde mi recuperación hasta el enfrentamiento con esos carroñeros no hice ningún esfuerzo que demandara mi energía divina, y aún así he sentido como poco a poco mi energía disminuye. No tiene ningún sentido, no he hecho nada para alterarlo. Y estos dolores en el pecho, ¿acaso es un indicador de los momentos en que mi energía baja? Es probable. Entonces cada vez que me duele el pecho significa que estoy perdiendo energía divina.-
La deidad vacilaba en lo que debía hacer de ahora en adelante, según parecía no importaba si evitaba usar su poder tanto como pudiera, de todas formas disminuiría. Bueno entendía que eso era lo lógico en este caso, Mizuki le advirtió que eso pasaría hasta volverla a su estado anterior, pero estaba pasando más rápido de lo que previó, se suponía que tendría cien días antes de que todo eso pasara. Poco faltaba para que se cumplieran tres semanas desde su llegada, y su estado ya era malo. En esa situación se volvería ninfa incluso antes de alcanzar la mitad de los días previstos.
-Supongo que cuando las garras de Sesshomaru perforaron mi piel el veneno actuó rápido, y mi energía divina se gastó demasiado para eliminarlo. Quizás por eso me siento así, es como si en lugar de dos semanas y media ya hubiera pasado aquí 70 días-
-¿Habrá alguna posibilidad de que pueda generar un poco de energía divina? Parece muy poco probable, pero debería intentarlo.
Una rápida ventisca helada que meció los finos y largos mechones que caían a cada lado de sus mejillas le dio una idea a la diosa de lo que podría intentar para remediar esa situación. La divinidad detuvo su paso en seco, y levantando sus manos a la altura de sus hombros se concentró en el viento que soplaba suavemente a su alrededor, como si intentara tocarlo, aunque lo que realmente hacía era sentir su frialdad. Con los ojos cerrados y sus manos en ligero movimiento, uniendo sus dedos índice y medio, la joven de largos cabellos, seguía sintiendo el aire hasta que en un momento su ceño se frunció en señal de alta concentración.
Sus dedos parecían estar ejerciendo gran presión sobre algo, aunque no había nada a lo que realmente pudiera tocar. De pronto el viento que soplaba y movía su cabello ya no se sentía frío, a penas podía decirse que era fresco.
"Entonces, aún hay algo que puede hacerse" susurró para sí la joven, satisfecha con el resultado que había obtenido. La diosa había sido capaz de absorber el frío del aire de la noche que corría en el lugar donde estaba y unirlo a su esencia primordial. Era la deidad del invierno, el frío era parte de ella, incluso el que no se generaba en su estación. Tenía poder sobre él, era parte de la naturaleza y podía manipularlo. Por eso el viento a su alrededor aunque seguía soplando había perdido su frescor.
- No es mucho la verdad, de hecho es casi nada. Pero al menos de esta forma podré regular la energía que pierda. Cada vez que pierda energía divina por lo menos podré recuperar una pequeña parte. Además, tomar el frío del viento puede ser más complicado porque no tiene forma y solo podría hacerlo en la noche, cuando la temperatura es más baja.-
"Pero ya es algo."
Al llegar al campamento, Korihana comprobó que todo estaba en orden, Fubuki había obedecido y no la había esperado despierto, el pequeño kamaitachi dormía plácidamente a lado de su hermano.
"Al menos haces caso." dijo ella mientras acariciaba suavemente las cabezas de los gemelos.
La mujer tomó más leña y avivó el fuego para que resistiera lo que quedaba de la noche. Después se cambió de ropa poniéndose un camisón blanco de mangas largas, no era del estilo propio de la época y menos del lugar. Pero no creía que nadie en la noche la vería y preguntaría por su extraña prenda, por lo menos en la tranquilidad de la oscuridad quería estar cómoda.
Tomó una manta y se cubrió con ella acomodándose en el improvisado futón que había dispuesto para sí. Con sus largas pestañas batiéndose pausadamente guiadas por el sueño, la diosa pensó que mañana dedicaría su tiempo de viaje en tomar la energía fría de lo que pudiera encontrar.
Sesshomaru se había alejado rápidamente del lugar donde se había quedado la divinidad. Con su característica velocidad, el yokai había llegado pronto al lugar donde su sirviente se estaba quedando.
"Jaken" llamó el poderoso señor, pero el dormilón diablillo ni se movió, es más su única respuesta fue un sonoro ronquido y un movimiento involuntario que lo acomodó más a gusto en contra de su bastón de dos cabezas.
No dispuesto a llamar una segunda vez, el inu daiyokai tomó una pequeña piedra y la arrojó al yokai de ojos salones, esta dio directo en su frente haciendo que el diablillo se levantara rápidamente.
"¿Qué estúpido se atreve a…?" La pregunta quedó inconclusa cuando al levantar la vista viera a su señor, quien con una ceja levantada le inquiría que terminara lo que iba a decir.
"Perdónenme, mi amo. Creí, creí que era alguien más" el diablillo se puso sobre sus rodilla y con sus manos juntas en el suelo se inclinaba rápidamente haciendo un ceremonioso y pomposo ruego, el cuál fue detenido cuando una segunda piedra cayó en su cabeza.
"Suficiente"
"Sí, mi señor" respondió el pequeño yokai sobandose en el área golpeada.
"Saldré por unos días, mientras te quedarás aquí y no te moverás en lo absoluto. ¿Has entendido?"
Jaken asintió y agachó su cabeza en señal de respuesta y luego agregó.
"Amo, ¿dónde irá usted? ¿Por qué no puedo acompañarlo?" preguntó rápidamente para luego darse cuenta que su señor ya estaba en los aires alejándose.
"¡Ay, ya se fue otra vez!" Jaken miró a su señor irse, aún preguntándose dónde iría, aunque sabía que era un sinsentido hacerlo, ya estaba acostumbrado al accionar de su gran amo. Poco a poco el sueño volvió a él y mientras cabeceaba volvió a quedarse dormido.
Sesshomaru había tomado vuelo de regreso a Edo, debía obtener respuestas sobre el supuesto yokai que tenía una destreza similar a la suya. La explicación de la deidad no era muy clara, tal parecía que la forma de rastreo de los celestiales era diferente a la de los yokais.
La mujer mencionó que el yoki que disfrazaba la gema era muy parecido al suyo, pero era imposible que un yoki se pareciera a otro. Probablemente estaba confundida con su naturaleza inu yokai, y por eso le pareció similar. Y el único perro demonio que sabía estaba en la misma área que él aquella noche era ese hanyo medio hermano suyo. Tenía sentido, la confusión de la diosa seguramente se debía a la mitad humana de Inuyasha, por lo que sólo se concentró en su mitad yokai, inuyokai.
Eso respondía una interrogante, pero aún quedaban otras dudas. ¿Por qué Ryu no fue tras el mitad demonio? El dragón yokai no tenía el problema perceptivo de la mujer, él seguramente no habría confundido su yoki con el de su inútil medio hermano, y aún así lo había ido a buscar.
Por otra parte, ¿tenía algún sentido que Inuyasha tuviera la codiciada gema? Conocía lo suficientemente bien a ese hermano suyo para saber que su ambición de poder era limitada. Sus emociones lo limitaban, nunca haría nada que pudiera arriesgar la vida de esa extraña miko. Y esa joya ya era buscada por un daiyokai y una deidad.
-No, él no tiene lo que se requiere para tomar tal poder- pensó. Sin embargo no dejaría ningún cabo suelto.
En el pasado su padre había jugado con el asunto de ser digno, la pelea por colmillo de acero había sido un asunto perdido, porque no creía que el hanyo mereciera portar tal arma, aún rechazaba el hecho de que fuera digno de ella, pero el tiempo demostró que cualquier arma respondía a quien consideraba su legítimo dueño. Tessaiga respondía a su medio hermano y Tensaiga respondía a él, eso era todo. Se preguntaba si la gema actuaría igual, pero aparentemente ese no era el caso, la joya no estaba destinada a nadie en particular, sino a quien tuviera la capacidad para poseerla.
Meditando en esto, el daiyokai viajó sin detenerse a la aldea donde vivía el mestizo, le había tomado alrededor de dos días llegar, puesto que, a pesar de ciertos descansos, habían avanzado mucho terreno en su camino a las tierra del Norte.
Cuando estuvo cerca del bosque que se alzaba poco antes de llegar a la aldea, Sesshomaru bajó y continuó a pie, esperaría a que el hanyo patruyara la zona, porque se negaba a estar más cerca de lo necesario a esa aldea humana.
Desde donde se encontraba pudo distinguir fácilmente el olor de de todos los compañeros de viaje de Inuyasha, dispersos cada uno en diferentes lugares del pequeño pueblo. La exterminadora estaba rodeada de olor de crías humanas, suponía que eran sus hijos, y también su hermano, Kohaku, otro exterminador que en algún momento fue marioneta de Naraku y quien por un breve tiempo lo siguió y a quien revivió con colmillo sagrado.
En un cultivo pudo percibir el olor de la miko, mujer del mestizo, junto a la niña que también había traído de la muerte cuando fue atacada por lobos. Sorpresivamente la pequeña había terminado en esa aldea, le satisfizo saber que ella estaba segura.
Más cerca de lo que esperaba el rastro del mitad demonio se hizo presente y no estaba solo, el monje que siempre lo acompañaba estaba con él.
A paso veloz Inuyasha corrió hasta el claro donde el olor de su hermano se hacía cada vez más intenso, Miroku, el monje trató de igualar su ritmo pero no era una carrera que pudiera ganar.
"¿Qué buscas aquí Sesshomaru?" dijo despectivamente el medio yokai mirando con aversión a su pariente.
Una semana más! Un capítulo más!
Bueno como ha ido esta "pacifica charla" entre los protagonistas ? Espero que entiendan que el avance entre ambos será lento por la personalidad distante de ambos, así que sean pacientes, por favor estoy segura que disfrutarán la historia mientras más la desarrolle.
Inuyasha será clave para encontrar la gema divina?
Si tienes más preguntas sobre este capítulo, los personjes, o la historia en general, hazmelo saber por medio de los reviews, no importa si no está en español, los traduciré y trataré de responder lo mejor que pueda.
Disculparán cualquier error ortográfico!
ACLARACIÓN
Como expliqué en otro capitulo, la variante de esta historia es que Rin nunca acompaña a Sesshomaru en su viaje, pero sí es revivida. ¿Entonces qué pasa con Kohaku? Bueno en esta historia, lo que cambia es el hecho de que Kohaku sí es enviado a atacar a Sesshomaru pero este le perdona la vida, no tanto por misericordia, sino más bien porque sabe que eso es lo que Naraku esperaba que él hiciera y pues no iba a facilitarle el plan. Kohaku se siente en deuda y quiere servirle (sucesos similares al anime original pero sin Rin) Sesshomaru le permite seguirle siempre que no le estorbe, y reconoce la lealtad y valentía del chico. Cuando va a ver a su madre para mejorar el ataque de la luna infernal, Kohaku lo sigue al inframundo (no es llevado por el perro del infierno) pero debido a que es humano, y que su vida era sostenida por la purificación de Kikyo, al estar mucho tiempo en el inframundo él muere. Sesshomaru tuvo un pequeño momento compasivo, porque el niño había demostrado su valor así que lo revivió. Bueno el resto de eventos se da de forma similar.
Ya sé que aún quedan muchas dudas que resolver, pero prometo que todas se explicaran si se mantienen al pendiente de esta historia.
Anímame a seguir escribiendo! XOXO.
