Espacio de la escritora

Hola queridos lectores, les traigo un nuego capítulo de esta historia.

Espero que esten disfrutando mucho de este fanfic, por favor no olviden dejar sus comentarios, realemnte lo apreciaría mucho.

Quiero enviar un saludo especial a kmerriak gracias por seguir esta historia! De verdad lo aprecio mucho.


Capítulo 11: Conexión

"Fubuki, deberías decirlo tú" dijo Shimo susurrando

"¿Y yo por qué?"

"¿Pero qué preguntas? No te das cuenta que si voy yo es probable que me rebane el cuello" dijo molesto pero cuidando no levantar la voz para no llamar la atención del yokai que seguía en lo alto del arbol.

"Debiste pensarlo bien antes de hacer tonterías" dijo el oji negro trataba de refrescar el cuerpo de su señora con un trapo humendecido, cosa que era muy dificil considerando que tenía la ropa puesta. De hecho ese había sido el inicio de la pelea silenciosa de los gemelos, necesitaban cambiar a la diosa, pero no se atreverían con el inu daiyokai vigilando en las alturas.

"Ya lo sé, pero de no hacerlo," él"" dijo señalando al demonio perro sin que su pata se viera. "no se habría quedado." luego exasperado, le quitó el pañuelo mojado a su hermano. "deja eso, no sirve de nada hasta quitar toda esta tela."

"No creo que tu reclamo haya servido de nada, no sé qué hizo cambiar de opinión al señor Sesshomaru , pero espero que sea lo que sea lo haga quedarse hasta que la ama despierte." Dijo quitándole de nuevo el trozo de tela.

Después ambos oyeron como una rama crujió y enseguida la silueta del poderoso lord del Oeste se alejaba del lugar.

"Amo bonito, espere!" gritó Jaken, quien había estado tratando de pescar algo en el riachuelo que se ubicaba a unos metros de ellos, pero su voz seguramente fue ignorada por su señor.

"Fiuuu!" resopló Shimo "menos mal se fue"

"De qué hablas mocoso? ¿No eras tú quien cometió la estupidez de reclamarle a mi señor que se quede?"

"¡Oye tú, rana! Deja de hablarme así o probarás el filo de mis garras." respondió el kamaitachi más conflictivo.

"¡Paren, ya! Que no saben que deben guardar silencio cuando hay un enfermo cerca." regañó Fubuki a los dos yokais. "Jaken, Shimo dijo eso porque desde algún tiempo queríamos revisar a nuestra señora, pero no podíamos cambiarla de ropa con tu amo cerca. Y de hecho teníamos mucho miedo de pedirle que se volteara por un momento."

"¡Señor Jaken para tí niño, aprende a respetar a tus mayores! Y no debiste preocuparte por eso, Mi querido amo Sesshomaru no tendría interés en una mujer tan simple y sosa como tu señora, además de que es una bruja."

Shimo de nuevo trató de acercarse para golpear al diablillo pero una vez más su hermano lo detuvo sujetándolo de sus axilas.

"Mi señora Korihana, no es nada sosa, y no es una bruja, es una deidad" defendió Fubuki, quien aunque estaba molesto por el trato despectivo del verde diablillo no era tan colérico como su hermano, por lo que reaccionaba más calmadamente.

"Hump! Lo que sea!" respondió el diablillo haciendo una mueca mientras giraba a sentarse un poco más alejado de donde descansaban los espíritus.

Los gemelos empezaron a quitar las prendas grandes de la diosa dejándola solo con las prendas pequeñas, comprobaron que efectivamente la herida provocada por los cuernos del yokai, aunque había sido profunda, había cerrado pronto y no dejó ninguna marca, afortunadamente no tenía veneno demoníaco. Supusieron que su estado de inconsciencia de la diosa se debía al cansancio y a la regla lógica del viaje en el tiempo, la diosa perdía su energía divina y los desmayos por sobreesfuerzo son las consecuencias. Ellos por su parte al ser espíritus yokais y haber vivido mucho antes que la diosa no tenían su tiempo de regresión, además de que no usaron gran poder como la deidad.

"Cof, cof." carraspeó el diablillo que se paró cerca de ellos pero que estaba de espaldas para no irrespetar la vulnerabilidad de la mujer.

"¿Qué ocurre, Jaken?" preguntó Fubuki que internamente agradeció la actitud del amargado yokai.

"¡ Señor, Jaken!, como sea, toma esto, tal vez lo necesiten!" gritó el diablillo extendiéndole sin voltearse un pequeño frasco oscuro. El pequeño hurón miro atento el objeto y se sorprendió al reconocer que era el ungüento especial que la diosa les había dado hace tiempo para sanar las heridas del daiyokai.

"Esto es… muchas gracias, Jaken" el kamaitachi inclinó rápidamente su cabeza muy agradecido porque no se hubieran acabado todo el preparado, con la pasta medicinal podría preparar algo para que la diosa bebiera, y al tener su propia energía divina seguro mejoraría para la mañana.

"Lo guardé en caso de emergencia, pero ya que es de tu ama, úsalo." dijo sintiéndose un poco mal por la situación de la bruja, aún no le agradaban ese grupito de celestiales, pero reconoció que la mujer ya lo había ayudado dos veces.

Rápidamente Shimo tomó la bolsa sin fondo y sacó algunas cosas, una tetera, varias bolsitas de papel con distintas hierbas secas, un palillo para mezclar además de varios recipientes.

"sapo, toma esto y trae agua del río" ordenó el niño de ojos azules.

"¡No soy tu sirviente, hazlo tú mismo! y ya te dije, dirígete a mi como señor Jaken" bufó molesto el yokai de ojos amarillos.

"No ves que estamos ocupados, ¿no puedes hacer ese pequeño favor? Y habla de mala educación, mi señora te salvó!" respondió altaneramente.

"Hump, bien! pero no haré nada más" dijo tomando la tetera con enojo y dando grandes zancadas hacia el río.

Después de dejar el extraño objeto en el fuego sostenido por unas ramas miró atento lo que hacían los espíritus yokais, quienes ya habían puesto una nueva muda de ropa en la mujer. Los niños mezclaban un poco de la pasta que tenía poder divino con otras plantas y extraños polvillos.

"¿Qué es ese brebaje?" preguntó al kamaitachi de ojos negros quien no era pelionero.

" Estamos mezclando la medicina espiritual con hojas de ashitaba y polvo de raíz de cola de caballo y ginseng, son buenas plantas para fortalecer el cuerpo y el espíritu, sobre todo para las deidades, como la señora sigue inconsciente lo haremos té así podremos hacer que lo beba , iré por el agua." dijo el niño explicando con paciencia todo el proceso, al tiempo que se levantaba de su lugar.

En cuanto mezclaron todo la bebida tomó un color naranja oscuro y cuando el calor era lo suficientemente soportable acomodaron a la diosa para que estuviera un poco levantada y pudiera beber el líquido, claro que todo esto con la ayuda de sus sirvientes quienes presionaron un poco sus mejillas para que sus labios se abrieran los suficiente para que pasara el té. Después de eso la volvieron a acostar y cada uno se acomodó en un lugar separado en el campamento dejando despejado el espacio de la mujer para que descansara.

Primero Jaken cayó preso del sueño recostado contra una roca sujetando su bastón, después Shimo lo siguió, el ojiazul había puesto una pequeña manta no muy lejos de su señora donde dormirían él y su hermano. Fubuki fue el último en cerrar los ojos, estaba muy seguro que para mañana su señora despertaría con fuerza renovada, había sido un regalo de los cielos que el diablillo aún tuviera la medicina divina. Arrullado por el suave sonido del viento que mecía las hojas de los árboles y del agua del río correr a paso lento, el pequeño niño también se sumergió en el mundo de los sueños.

Las oscuras pestañas de la doncella invernal batieron lentamente en lo que daban paso a las cristalinas piscinas oscuras con destellos rosaceos que eran sus pupilas. La deidad había despertado en medio de la quietud de la noche, aún recostada pudo observar el brillante firmamento repleto de luminosas estrellas que adornaban el cielo de la noche. Al mirar lentamente alrededor de su lecho pudo ver que sus fieles acompañantes estaban sumidos en un profundo sueño. Un sonido llamó su atención, eran los sonoros ronquidos del malhumorado diablillo. Ese curioso hecho le hizo caer en cuenta que seguía en el mismo lugar al que había llegado en la mañana. Con un poco de dificultad la joven trató de sentarse, pero una voz conocida la hizo sorprender.

"Has despertado"

La voz profunda del conocido daiyokai hizo que la divinidad siguiera con la mirada hacia el lugar de donde provenía. Una alta rama no muy alejada de donde ella estaba reposando.

"¿Sesshomaru?,¿qué haces aquí?"

"¿No debería yo preguntar eso?" respondió secamente el hombre de ojos dorados.

La diosa bajó la mirada recordando todos los sucesos que ocurrieron hace apenas unas horas antes en aquel mismo lugar. Inmediatamente puso su mano sobre su vientre, descubriendo no solo que su herida ya no estaba, sino que también sus prendas habían sido cambiadas. Regresando a ver al yokai la diosa respondió.

"Vine a ver si algo había ocurrido, ya que supuestamente no te habías movido de este lugar por días. Pero claramente, fue un truco, te habías ido. ¿Buscaste a Ryu por tu cuenta?"

"No necesito trucos, mujer, si no eres capaz de percibir la ausencia de un yokai, no es mi problema, y además debes saber que no rindo cuentas a nadie de lo que hago." respondió con su típica actitud frívola y arrogante.

"Ya veo" la diosa se paró rápidamente saliendo de la manta que la cubría, y rápidamente se elevó hasta estar a la misma altura del imponente hombre y tomó asiento a una prudencial distancia.

Fuera de la sábana blanca que la cubría, el arrogante señor notó en una mirada de soslayo que la vestimenta que ahora llevaba la mujer la hacía ver exactamente igual a una miko, bueno, excepto por el hecho de que los tradicionales colores blanco y rojo habían sido cambiados por un suave tono menta y un color rosa rojizo respectivamente. Parecía tener un mejor aspecto, en efecto, la capacidad curativa de la deidad había actuado bien. Volteó su rostro mirando la inmensidad de la noche ignorando la cercana presencia de la molesta mujer.

"¿Aún está manchada la manga?" preguntó la diosa con poco interés.

El yokai regresó a verla, sin comprender de qué hablaba ella, y la miró de tal forma que le exigía hablar con claridad, la diosa entonces continuó.

"El haori" dijo señalando hacia la manga donde ella recordaba se había sujetado la noche en que casi caía de un árbol.

Sesshomaru miró el filo de la manga que la mujer indicó, y se percató de la existencia de una marca oscura que daba la apariencia de pequeños dedos. Un sonido de molestia proveniente de él se pudo oír, pero fuera de eso, volvió a restarle importancia.

"Supongo que sí. Me disculpo por eso."

El silencio fue la única respuesta que la deidad consiguió, pero ella no se molestó en absoluto, ya que se había adaptado a la personalidad fría del daiyokai.

"¿Cuando te marcharás?" volvió a preguntar la joven de ojos oscuros, a sabiendas que el yokai no quería que le hablara.

"No es tu asunto dónde y cuánto tiempo me quede."

Después de un silencio de unos minutos, que más bien pareció una eternidad, la deidad volvió a hablar. Empezaba a divertirle la idea de molestarlo, aunque por supuesto eso lo guardó para sí pues sus facciones en ningún momento mostraron emoción alguna.

"Sé que definitivamente hay una razón para que te quedes, a pesar del hecho de que mi presencia te molesta tanto, y creo que pronto yo lo sabré, solo seré paciente." después de eso la mujer volvió a bajar y antes de recostarse en el lugar donde habia dormido antes le dijo.

"Me encuentro perfectamente bien, si decides avanzar en la búsqueda de Ryu, no seré un impedimento, puedo partir mañana."


Pocos días habían pasado desde que el nuevo grupo de viaje se había armado. Fue algo que tomó por sorpresa a los sirvientes, quienes no comprendieron cómo es que ahora viajaban todos juntos. La mañana siguiente a los acontecimientos de la pelea con Kuyo, Sesshomaru solo le había dicho a la diosa "vamos" y esta le había seguido, como si hubiera existido un acuerdo silencioso del cual solo ellos sabían. Jaken y Shimo hicieron muchos berrinches, alegando cada uno lo insufrible que sería viajar tanto con la deidad como con el yokai, sin embargo cada uno siguió a sus respectivos amos a pesar de la molestia.

El viaje fue silencioso, solo con algunos comentarios groseros entre el diabillo y el kamaitachi que se gritaban mientras volaban en el aire sostenidos de las prendas de sus señores. La diosa volaba dandole su propio espacio al yokai siguiéndolo detrás. No habían hecho ninguna pausa en su viaje por dos días, así que el yokai consideró en hacer una pronto, puesto que la mujer apenas se recuperó de su última herida, y no quería que si llegara debilitarse le retrasara en su travesía.

Habían llegado a un claro que no estaba muy lejos de un río, ahí los tres yokais empezaron a preparar el lugar para la estadía. Faltaban unas pocas horas para el atardecer así que a regañadientes los pequeños siervos, salvo por Fubuki, trabajaron en equipo recolectando agua, peces, y algunos hongos para comer en la noche, también habían encendido el fuego.

Sesshomaru había tomado su habitual lugar de descanso, algún lugar alejado y elevado donde no fuera molestado por el ruido del grupo. Una pequeña elevación rocosa había sido su elección. Mientras la diosa se dispuso a ayudar a los pequeños yokais, sacando cuencos y algo de arroz y algunos granos que tenía en su bolsa sin fondo. A modo de discreción no sacó nada que fuera demasiado extraño o futurista que pudiera llamar la atención, hoy tendrían que prescindir de los fideos instantáneos.

"¿Qué trucos son esos, bruja?" dijo Jaken que había mirado con atención como la mujer sacaba varios objetos de la misma bolsa de dónde los kamaitachis habían sacado los menjurges para curarla. El yokai pensó que era imposible que un objeto pequeño pudiera almacenar tantas cosas.

"Este es un objeto celestial, es una bolsa sin fondo. Aunque es pequeña puede guardar todas las cosas que puedas imaginar, sin importar el tamaño, es bastante útil." Respondió Korihana con simplicidad, ignorando el grosero título que el diablillo de ojos saltones le había puesto. Personalmente no le daba importancia a nimiedades.

"Sí es muy útil, podría encerrarte aquí y nadie jamás lo sabría" dijo Shimo tomando la bolsa y persiguiendo a Jaken intentado meterlo en ella. El diablillo corría graciosamente alejándose.

"Déjame en paz, mocoso malcriado, me desquitaré por esto." gritó con gran enojo.

Fubuki río a gran carcajada, divertido por la cómica escena.

La diosa miró la situación con ojos risueños y luego se levantó del lugar y tomó la bolsa.

"Ya es suficiente, Shimo, ya te divertiste mucho. Hay unas termales aquí cerca, volveré luego. Adelantense, preparen todo y coman."

"Sí, mi señora" respondieron alegres al unísono los kamaitachis.

"Ah, y basta de travesuras por hoy." miró especialmente al gemelo más travieso antes de desaparecer entre los arbustos.

La vista del atardecer desde la fuente termal era simplemente maravillosa. La joven deidad estaba encantada con el bello paisaje que se pintaba delante de ella. Las tonalidades moradas, naranja y rojiza se mezclaban tan artísticamente en el cielo que la doncella sintió un gran deseo de pintarlo,sin embargo, hoy sólo se limitaría a admirarlo.

Poco a poco el crepúsculo llegó a su punto culminante y en el cielo comenzó a centellar una pequeña estrella, la primera que se mostró esa noche. En el pasado, en su ingenuidad tenía la costumbre de pedir un deseo cada vez que tenía la oportunidad de contemplar la primera lumbrera estelar, pero con el tiempo había dejado de hacerlo porque sus esperanzas en esos pequeños detalles se habían perdido. Pero esa noche, pronunció su deseo, aunque no tenía convicción alguna de que se realizaría. Ella sólo quería sacar sus pensamientos fuera de su cabeza.

"Ojalá pueda terminar esta búsqueda pronto." dijo. " Ya quiero volver a casa. Aunque he equilibrado un poco la pérdida de energía divina absorbiendo la energía fría de la naturaleza, todavía me encuentro débil, sin contar que mantener el vuelo al ritmo de Sesshomaru tampoco me ayuda a conservar energía. Prácticamente toma casi toda la energía que recolecto del frío." la diosa resopló.

" Pero está bien, si de esa forma puedo llegar pronto a las tierras de Ryu."

La diosa se hundió unos instantes bajo la cálida agua disfrutando de la sensación relajante.

-Afortunadamente la medicina divina que Jaken guardó mejoró mi condición, la presión en mi pecho no ha ocurrido desde entonces, y aunque es poco tiempo ya es algo. Además me he sentido mucho mejor.-

Korihana emergió de la fuente mucho más relajada, y escurriendo su larga cabellera que llegaba por debajo de sus caderas se preparó para salir de las humeantes aguas. Cambiada con sus prendas similares a las de las mikos decidió dar un pequeño paseo antes de volver al campamento. La deidad disfrutaba de la tranquilidad del bosque el frescor de la noche había secado su larga cabellera haciendo regresar sus ligeras ondas. Sus pasos la guiaban en dirección opuesta de su lugar de descanso pero no se preocupaba porque la energía de los yokais aún estaba muy presente. Pero en algún punto de su caminata una sensación de intranquilidad comenzó a embargarla, la joven había decidido ignorarlo y continuó pero mientras más caminaba, la sensación se volvía más molesta, era como si alguien la llamara, y tuviera la necesidad de ir a su encuentro, pero ella no sabía quién, qué, dónde o por qué.

-¿Qué es esta sensación? Alguien me llama, pero no sé quién. Mientras más camino más intranquila me siento. Necesito volver, esto se está volviendo cada vez más molesto. Me siento en zozobra y ansiosa.-

La bella deidad comenzó a regresar en sus pasos volviendo al campamento.


Sesshomaru seguía intentando resolver cuál era el asunto que tenía tensaiga con la deidad.

La noche en que ella despertó y poco después de que volviera a dormir, había ordenado a Jaken despertarse para irse, puesto que había pensado que el asunto de colmillo sagrado estaba finalizado ahora que la mujer estaba lúcida y recuperada. Sin embargo, tal como había ocurrido al inicio, no a gran distancia de su vuelo, tensaiga volvió a vibrar llamando su atención. El mensaje era claro, la espada quería volver.

El yokai molesto por el capricho de la espada aumentó su velocidad alejándose aún más, pero la espada seguía resonando, con mucha más fuerza. Al final había regresado, e ignoró todas las preguntas que incesantemente el diablillo le hizo, al punto de arrojarle una roca para callarlo.

El daiyokai analizó los hechos y se percató que cuando se había ido en el momento que los kamaitachis balbuceaban sobre sí pedirle o no algo, la espada se había mantenido en silencio, aún cuando se había distanciado considerablemente del lugar, incluso ahora que la mujer se había ido a refrescarse. Entonces llegó a la conclusión de que no era un asunto de distancia, sino de intención. En aquel momento no planeaba abandonarla. La espada conocía la intención de su amo.

-¿Por qué haces esto, colmillo sagrado?- pensó, pero ya no quería darle más vueltas al asunto, así que cerró sus ojos como descansando aunque realmente no estaba durmiendo.

Tiempo después la intensidad del olor de la mujer le anunció su llegada, pero una vez más la ignoró, todo este asunto solo hacía que su presencia le resultará más fastidiosa cada vez.

La mujer se reunió con el grupo y compartío un tiempo de charla con los pequeños yokais, incluso con el gruñón diablillo, mientras disfrutaba de su merienda. Cuando todo el jaleo acabó y sólo el silencio reinó en en el pequeño campamento la diosa se acercó al daiyokai.

"Es tu espada" dijo indiferente.

La divinidad había encontrado la respuesta que le había hecho al inu yokai noches atrás.

En su camino de regreso, descubrió que el llamado se hacía más claro cuánto más pasos daba y su ansiedad se disipa, sintiendo calma y tranquilidad como si estuviera segura. En cuanto llegó al campamento se dio cuenta que ese sonido sordo provenía de una de las espadas que portaba el daiyokai, tal parece que quería ser descubierto. Por lo que esperó el momento apropiado para interrogar al yokai, y está vez le sacaría alguna respuesta útil.

"¿De qué hablas?" contestó el demonio perro aún con sus ojos cerrados.

"La razón por la que no te has ido, es porque tu espada está llamándome. No sé como sea para ti, pero para mi fue como un tirón fuerte que me inquietó cuando me alejé demasiado."

"¿Escuchas a colmillo sagrado?" Preguntó ahora mirándola fijamente a los ojos.

-Así que ese es su nombre. Raro objeto.-

"No es como si fuera algo audible, fue solo la sensación de querer estar cerca de ella, como si me atrajera. Cuando volví y supe que se trataba de tu espada el efecto se disipó. Creo que quería que supiera de ella."

Sesshomaru sacó a tensaiga de su funda y se la tendió a la deidad.

"Sostenla de la empuñadura" le ordenó

Ria miró por un momento el objeto contemplando la idea de hacerlo o no. Era el arma de un yokai, y considerando la energía demoníaca de su portador, sostener la espada podría debilitarla. Pero su curiosidad fue mucho mayor, así que con cuidado rozó la empuñadura con la punta de sus dedos y cuando no sintió nada dañino en ella la agarró completamente.

Al instante de hacerlo la espada emitió un tenue brillo que fue notado por ambos adultos, a los pocos segundo la luz se desvaneció volviendo el sable a su aspecto original.

Sesshomaru contempló el arma por unos segundo más antes de quitarle la espada a la mujer y volver a guardarla en su lugar.

"Eso fue muy curioso, creí que al tomarla mi mano se quemaría por tu fuerte yoki. Pero de hecho su toque fue ameno, como si fuera familiar." dijo la divinidad tocando la palma de su mano que hace unos instantes había sostenido la espada.

"¿Tienes idea de por qué pasa esto?" preguntó inexpresivamente el inu daiyokai.

"¿Cómo podría saberlo? Es tu arma, no la mía." contestó ella en el mismo tono.

El silencio volvió a ser el protagonista una vez más hasta que el yokai se levantó de su lugar.

"Sígueme" le dijo, y no era un pedido.

"¿A dónde?"

"Conseguir respuestas."


Al amanecer habían llegado a un lugar inhóspito, con el piso rodeado de pequeñas charcas de lava que desprendían un potente hedor a azufre y el humo era demasiado denso. Cerca, la diosa vislumbró un enorme esqueleto de lo que parecía fue una gran bestia de muchos colmillos y varios ojos.

Al descender al suelo, la deidad sintió un leve mareo provocado por el intenso calor que evidentemente afectaba a la divinidad de hielo. No era un buen lugar para estar. Sin embargo, guardó su malestar para sí y siguió al yokai que había entrado por la boca del esqueleto.

"Ah, Sesshomaru, ¿vienes a destruir mi casa otra vez?"

"No tendría problema en hacerlo de nuevo, si vuelves a evadirme."

"Hump, ¿cuándo aprenderás modales, muchacho?" dijo molesto.

La voz de un anciano de grandes ojos, atrajo la atención de la deidad que se hizo a un lado dejando su lugar detrás del alto yokai, lo que más interesó a la joven diosa fue el buey de tres ojos que estaba a unos pasos de ellos, por lo que se acercó más a verlo.

"¡Ohh, pero qué es lo que has traído!" expresó con sorpresa cuando vió a la joven "No creí que tendría la oportunidad de ver a una deidad tan de cerca. Un placer tenerla aquí, señora." saludó el anciano acercándose a la divinidad.

"Gusto en conocerte…" Ria dejó un espacio en su frase porque no conocía el nombre del viejo hombre.

"Totosai, señora. Soy un herrero, fabrico las mejores armas yokais jamás vistas." se presentó.

"Gusto en conocerte, Totosai. Soy korihana, una pequeña deidad del invierno." respondió impasible.

"Basta de parloteos. Totosai, quiero que respondas algunas preguntas sobre tensaiga."

"¿Sigues inconforme con la espada que fabriqué para ti? Ya te dije que el ataque de la luna infernal tenía que regresar a tessaiga, era el deseo de tu padre que tu hermano Inuyasha lo tuviera, no hay más que discutir de eso."

-¿Inuyasha? Así que Sesshomaru tiene un hermano, esa si es una novedad.- pensó la diosa.

"No vine aquí por eso. Cierra la boca y escucha con atención" dijo mirándolo amenazante. "¿Hay alguna razón para que tensaiga y esta mujer esten relacionados?


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XOXO