10 ª. Huida de dos fugitivos.

Los dos chicos iban en el tren les quedaba poco para bajar. Habían pasado unos días estupendos. Esperaban que ahora sobre ellos cayese una tempestad, lo que no esperaban que lo atacase tan pronto, ni esperaban que esa tempestad fuese ni tan grande ni tan dañina.

Nada más bajar del tren, vieron que la gente reunidas en la estación los miraban con hostilidad, pero los dos chicos no les dieron importancia. Intentaron coger un taxi., pero todos los taxistas se negaron a llevarlos.

Al salir de la estación, los dos jóvenes notaron una atmosfera opresiva en el ambiente, había algo que había cambiado en Nerima. Algo maléfico se había apoderado de ese barrio y pedía sacrificios… y esos sacrificios debían ser ellos.

La gente los miraba con odio. Hablaban y los señalaba, estaba claro que ni Ranma ni Akane, ya no eran ni bienvenidos ni queridos en el barrio.

-Ten cuidado Akane, este barrio no nos quiere. Miran como nos miran. Aquí ha pasado algo, y nos culpan a nosotros. - dijo el chico en un susurro.

-Lo noto. Percibo que nos van atacar antes de llegar al dojo y no serán nuestros rivales, ni mi familia…- la chica lo miró preocupada-van a ser los que considerábamos nuestros amables vecinos.

-Pues visto cómo nos miran de amables no tienen nada. ¿Qué mentira habrá difundido el idiota de tu tío para que nos miren así? - preguntó el chico- no van a dejar demostrar nuestra inocencia. Ya nos consideran culpables y me temo que nos quieren… ajusticiar, seamos culpables... o no, les importa poco que seamos menores. Si después se descubre nuestra inocencia, las culpas recaerán sobre nuestros vecinos, ninguna sobre el verdadero asesino, quien maneja las cuerdas desde las sombras, que ya sabes quién es.

Los dos chicos se movían con cautela, sabían que sus vecinos los seguían, en pocos minutos los cercarían. No podían atacar a la gente que hasta hacía pocos días los consideraba sus amigos.

Un grupo de hombres les cortó el paso. Los dos prometidos miraron a su alrededor, los habían cercado. Sus acosadores se pensaban que al ser más y adultos, saldrían ganando. Pero se equivocaban, esos dos chicos no eran normales, y encontrarían una forma de escapar al cerco.

Los dos chicos se pusieron espalda contra espalda, para defenderse y defender al otro. Y miraron a su alrededor.

- ¿Se puede saber por qué no cierran el paso? -preguntó Akane.

-Este es un barrio decente. No queremos criminales. No queremos gente como vosotros. - dijo un hombre. Los dos chicos lo conocían. Era un tendero, tenía una carnicería.

Los dos chicos se miraron extrañados.

- ¿Crimi…?, ¡¿criminales?!- preguntaron los dos chicos extrañados.

-Si. Huisteis y secuestrasteis a dos compañeras vuestras de la escuela, según fuentes oficiales las asesinasteis… y descuartizasteis. - siguió el hombre. Además de tendero, era uno de los borrachos del barrio. Perseguía a las jovencitas y pegaba a los niños, por placer.

No era la primera vez que los dos jóvenes se enfrentaban a él. Pero los dos chicos, desde pocas semanas antes, conocían tres secretos de ese hombre. Al ir por los tejados descubrieron que en el jardín ese hombre cultivaba droga, vendía carne caducada Y engañaba a su mujer con una clienta.

- ¿Secuestramos y matamos a nuestras compañeras? eso es falso!- gritó Akane. - y usted debe callar sabemos lo que tiene en el jardín. Y lo que vende en su tienda.

La chica como respuesta recibió un tomatazo, Akane miró sus ropas manchadas, estaba asombrada, miró a su amigo extrañada. Ranma miró a su amiga y se giró hacía donde lo tiraron. Vio a una mujer de mediana edad. Ranma la miró mal y la mujer retrocedió-usted guarda un secreto que no quiere que se sepa, si se lo digo a Nabiki…-Ranma se rio siniestro- usará esa información de forma que no le gustará a usted.

-Mirad- gritó asustada la mujer- pretende matarme. -esa mujer era la amante del carnicero.

El gentío se preparó para defender a esa mujer del joven asesino. Pero este se rió.

- ¿Matarla?, ¿A usted? No merece la pena. Nadie de aquí la merece la pena. Pobres ignorantes, que se dejan dirigir por un imbécil. No mancharé mis manos con la sangre de ninguno de ustedes, no haré nada contra ustedes…como no he hecho nada a mis compañeras, y sé quién se ha inventado ese bulo, apártense o pueden hacer algo que se arrepientan.

- ¿De qué nos debemos arrepentir? - dijo un hombre- ¿De acabar con dos delincuentes como vosotros? Nos tenían que premiar por limpiar el barrio de gente como vosotros- acabó con orgullo.

-Y sin después se descubre que han asesinado a dos inocentes ¿qué harán? - dijo – serán tan delincuentes como dicen que somos nosotros. ¿Se lincharán ustedes mismos?, ¿O se entregarán a la policía? ¿o se asesinaran a ustedes mismos? Se están equivocando, cálmense y vuelvan a sus casas. No hagan algo que después se arrepientan.

La gente se quedó parada, la chica tenía razón, si esos dos chicos fuesen inocentes, las consecuencias de atacar a la pareja podían ser horrorosas. Empezaron haber personas que abandonaron el grupo de linchamiento.

-No les hagáis caso- dijo el mismo hombre de antes. - sólo os quieren confundir. Recordar han secuestrado y matado a dos jóvenes. Compañeras suyas, deben ser ajusticiados.

-Secuestramos y asesinamos a dos compañeras nuestras y después regresamos a Nerima. - dijo Ranma con mucha ironía- debemos ser muy idiotas, o imbéciles integrales para volver a la escena del crimen. Y andar por el barrio como si no hubiera ocurrido nada. -el joven miró a los allí reunidos- si hubiera cometido cualquier crimen, ahora estaría lejos…y no me encontrarían nunca.

Como un cuentagotas las recesiones en el grupo de adultos se iban produciendo. El chico tenía razón. Alguien los estaba utilizando para liquidar a esos dos chicos. Pero los que se quedaban seguían siendo muchos.

-Palabras, sólo palabras. Sabemos que las asesinasteis. Hay pruebas- seguía el mismo hombre de siempre- Desapareceréis el mismo día que ellas y volvéis sin ellas. Eso demuestra que lo hicisteis desaparecer.

-Habla como un presentador idiota de un programa del corazón. Querer demostrar con esa teoría que la asesinamos es de idiotas, eso no demuestra nada- Ranma miró al hombre, ya lo había visto antes. - sólo parece que hemos cometido un crimen, uno horroroso. Un crimen contra natura.

-Encima lo admiten- el hombre, ¿Cuál confesad? -exigió el hombre.

Los dos chicos se miraron

Akane sabía a qué se refería Ranma, cuando habló de un crimen. Se dieron las manos y miraron a su interlocutor, ya sabían de qué lo conocían.

-Nuestro único crimen es…-dijeron los dos- …es estar vivos.

-Hay alguien que no nos perdona que no estemos muertos, y hará todo lo posible para que acabemos en el otro barrio.

La gente los miró extrañada, se sabían utilizados. Pero esos dos chicos habían cometido un crimen y lo pagarían caro, les importaba poco que fueran menores o fueran realmente inocentes, se merecían un castigo y ellos se lo darían.

Ranma miró y estudió el comportamiento del grupo que los rodeaba.

-Prepárate Akane- dijo en bajo el chico- ese grupo nos va a atacar.

Los dos chicos se prepararon para luchar y… todo los allí reunidos se lanzaron sobre los dos chicos. Ranma cogió a su prometida en brazos, saltó por encima de quien los atacaba, subiendo a los tejados. No podían atacar a inocentes, aunque estos si lo atacaban a ellos. Los únicos que podían hacer la joven pareja era huir.

Su huida los llevó por todo el barrio, en todo momento se sabían perseguidos. Al fin entraron en el dojo Tendo. Los perseguidores se quedaron fuera. Nadie se atrevió a entrar, si alguien lo hubiera intentado. Hubiera tenido problemas por allanamiento de morada. Y si a los asaltantes le pasaba algo… los inquilinos podrían decir que fue en defensa propia.

Pero todo el grupo se quedó fuera esperando que saliesen los dos chicos. Si estos no salían, si lo haría su familia y… podrían utilizarlos para conseguir que los dos presuntos criminales saliesen.

El cerco al dojo duraba ya horas, del dojo no salía nadie. Pero la gente de fuera era paciente y esperarían lo necesario. Habían lanzado objetos dentro del dojo, para hacer salir a lo que estaban dentro…pero esos objetos volvieron a salir.

El hombre que había hablado, era el único que estaba perdiendo la paciencia, pensaba entrar a la fuerza en el dojo y acabar con sus ocupantes. Él saldría libre, se lo habían prometido. Y se acercó a la puerta para derribarla y… se abrió la puerta y salieron Kasumi, Nabiki y Nodoka.

- ¿Se pueden saber que pretenden hacer a mi hijo y su prometida? – pidió Nodoka. Llevaba en la mano la katana, y miraba a los cercadores con pasividad, tranquilad. Parecía que dominaba la situación.

-Exigimos que nos entreguen a esos dos niñatos, son unos criminales. Han secuestrado a dos chicas, que han desaparecido, deben haberlas matado. - dijo el hombre que había hablado con Ranma y Akane, se había erigido como líder del grupo de linchamiento.

-Esas dos chicas están en sus casas. Sus padres ya saben la verdad, han retirado la denuncia contra Akane y Ranma. Y piensan poner una demanda contra quien invento esa falacia. - dijo Nabiki- Si siguen intentando linchar a mi hermana y su prometido, nos veremos obligados a poner una denuncia contra ustedes. Si por desgracia a esos dos jóvenes les pasa algo, les haremos responsables. Y haremos que la justicia recaiga sobre ustedes. - miró a sus vecinos- y si vuelven a tirar objetos dentro de nuestra casa… también los denunciaremos.

- ¡Apártese!- ordenó el líder del grupo- Vamos a por esos dos criminales. Este es un barrio decente, no queremos a gente como esos dos.

Nodoka lo miró, ese hombre era extraño, su comportamiento muy raro. Perseguía con demasiado interés la destrucción de los dos chicos. Empezó a sospechar que estaba relacionado con el comisario Tanaka.

El hombre quiso empujar la mujer para poder entrar en la casa, pero se detuvo y empezó a retroceder. Miraba la valla del dojo con terror. Subidos a ella habían aparecido Ranma y Akane.

Los dos jóvenes miraban a sus perseguidores muy serios y con los brazos cruzados.

-Ya recuerdo a ese energúmeno de allí- dijo el chico señalando a quien los había encrespado- es uno de los matones que tu tío contrato para acabar con nosotros. Uno de los que ya vencimos.

-Si, ya decía que me resultaba conocido. Seguro que mi tío o mis primos lo han mandado para poner a la gente contra nosotros.

El hombre sonrió, ahora podía acabar con ellos. Se llevó la mano a la espalda y cogió una pistola que llevaba metida entre el pantalón y la espalda. Dispararía a los dos jóvenes y huiría. Saldría del país, sin que nadie lo molestase. Y viviría en cualquier país a cuerpo de rey con lo que le pagaría el comisario Tanaka.

Y cuando ya estaba a punto de poner a la chica en el punto de mira. Aparecieron dos coches, el primero era un coche patrulla, el segundo era un vehículo particular. Aparcaron cerca de donde estaban la madre de Ranma y bajaron sus ocupantes. Del segundo vehículo bajaron dos hombres y para sorpresas de todos dos chicas, las mismas que según todos habían sido asesinadas por Ranma y Akane. El hombre escondió la pistola.

Todos se acercaron a la entrada del dojo.

- ¿Qué está pasando aquí? - preguntó uno de los policías.

-Estamos intentando capturar a esos dos criminales-señaló a Ranma y Akane- secuestraron y asesinaron unas compañeras suyas.

Las dos chicas que acababan de llegar se quedaron en blanco. La mentira sobre su secuestro aún seguía. Y ahora la habían aumentado con el presunto asesinato de ellas dos. La turba intentaba, aun sin pruebas de que hubieran hecho algo, liquidar a Akane y a Ranma.

-Estos chicos no han hecho nada, alguien les ha hecho una broma macabra. - dijo uno de los policías- si intentan algo contra ellos, los detendremos.

-Están protegiendo a unos asesinos- seguía el líder del grupo exaltado. Quería provocar un tumulto, y acabar con los dos chicos-Si la policía no puede…nosotros lo haremos.

Cada vez los ánimos se caldeaban. El hombre estaba consiguiendo su propósito de exaltar a la gente. Unos de los policías fue al coche a pedir refuerzos, pero…

-Yo lo conozco- dijo Ranma al hombre-Usted formaba parte de uno del grupo que mandó Tanaka contra mi prometida y contra mí. -miró a la policía y le dijo- Por cierto, tengan cuidado lleva un arma.

El hombre se puso blanco.

-Es mentira… es mentira. Yo nunca lo he visto, no conozco a ese niñato- negó gritando el hombre.

Todo miraron al hombre, esa persona era un desconocido, era de fuera del barrio… pero hablaba como si siempre hubiera vivido en él. El grupo de abarrotadores se iba calmando. Ese hombre escondía algo.

-Han asesinado a dos chicas- dijo el hombre.

El policía llamó a las dos jóvenes que vinieron con él.

-Pues para estar muertas, parecen muy… vivas-dijo señalando a las dos chicas.

El matón empalideció, todo se había ido al cuerno. Pero él no saldría perjudicado, tenía contactos.

-No pasa nada- dijo el hombre - todo ha sido una broma. No quería hacerles daño a esos dos chicos. - contestó el hombre asustado y sonriendo con falsedad.

-Queremos ponerle una denuncia- dijo Nabiki- nos ha metido en muchos problemas, queremos que reciba un buen escarmiento. Vamos a quedarnos hasta su última moneda.

El hombre la miró perplejo. Todo había salido mal, muy mal, el jefe no estaría contento.

Minutos después se llevaron al hombre detenido por promover un disturbio, querer provocar un linchamiento, y por ir armado. La familia Tendo lo demandaría, el hombre se vio obligado a irse a vivir a un pueblo muy pequeño, donde nadie lo conocía y poder empezar de cero, lejos de la vida delictiva que había llevado hasta entonces. Tendría que trabajar muchos años para pagar la demanda que le puso la familia Tendo.

Poco después se disolvió el grupo que quería linchar los dos jóvenes. Ese grupo no quería problemas, los habían engañado y llevado por un camino equivocado. Si hubieran seguido con su intento de linchamiento hubieran tenido problemas.

Los dos jóvenes pensaron que tardarían en volver a tener problemas. Pero se equivocaban, al día siguiente sus problemas se complicarían… y mucho.

Esa noche Ranma habló con su madre y con Kasumi, de la propuesta que le había hecho Akane, las dos mujeres al principio fueron reacias a eso, pero pronto comprendieron por qué lo querían hacer los dos jóvenes, y aceptaron. La boda se celebraría al día siguiente, y Ranma y Akane sonrieron al saber que pronto se unirían como marido y mujer legalmente.


Al día siguiente.

Era el descanso de para almorzar, en el Furinkan. Ranma huía de sus tres presuntas prometidas, le llevaron comida que el rechazó, pero esas tres chicas hicieron oídos sordos e insistieron. Él las amenazó, no las quería cerca de Akane… ni de él. Pero las tres locas no le hicieron ni caso, y tuvo que huir.

Lo siguieron toda la hora de almuerzo, y a cada minuto que pasaba el humor del joven se fue ensombreciendo. Se estaba preparando para hacer lo que juro no hacer nunca. Plantarles cara y luchar contra ellas, y mandarlas al hospital. Ya le daba igual todo, esas tres se merecían una lección y él no tendría reparos en dársela. Ya estaba más que harto de ellas.

No veía a Akane, ese día se habían enfadado por una tontería. Pero notaba que estaba también en problemas. Tenía que deshacerse de sus perseguidoras y encontrar a su novia y hacer las paces. Notó que sus problemas aumentaban, se giró y vio que a esas tres se le había unido la prima de Akane.

- ¡Mierda! - exclamó el chico- ¡éramos pocos y parió la abuela! - bufó enfadado- ahora si estoy enfadado.

El chico iba pegado al edificio de la escuela y giró una esquina, allí combatiría a esas cuatro rameras. Pero por la otra esquina giró su prometida. La chica huía de los tres rivales de Ranma y de su primo. Los dos chicos se quedaron mirando, les faltó poco para chocar.

- ¡Akane! - dijo él.

- ¡Ranma! - contestó ella.

Entonces sintiendo el peligro cercano, Ranma cogió a la chica en brazos y saltó subiendo el edificio dando pequeños saltos, impulsándose en la pared de la escuela. Cuando los perseguidores giraron la esquina encontraron que sus presas habían volado sin dejar rastro.

- ¿Dónde se ha metido Ran-Chan? - preguntó Ukyo- ha girado hace unos segundos y ha desaparecido.

-No me importa donde éste ese idiota de Ranma Saotome- contestó Kuno- yo perseguía a mi diosa Akane Tendo y ha desaparecido. Ese brujo de Ranma la ha secuestrado.

-No pueden haber desaparecido así porque sí. - dijo Mousse- debe haber una explicación.

Y todos miraron alrededor buscándolos sin encontrar explicación de la desaparición de los chicos.

- ¡Allí! - señaló Yuta y señaló hacía arriba- están trepando por la pared. Van para la azotea. -Y los ocho chicos fueron a buscarlos a ese sitio.


Al acabar la pared Ranma saltó la valla, y aterrizó en la azotea. Ranma sin soltar a su prometida se apoyó en la valla y bufó. Los dos jóvenes respiraban como si hubieran hecho mucho ejercicio, se miraron para comprobar si el otro estaba bien.

- ¿Estás bien? - preguntó el joven- ¿Esos imbéciles te han hecho daño?

-Si, estoy bien. Aunque me he pasado toda la hora corriendo. ¿Y tú estás bien? -la chica miró a su prometido furiosa- ¡Estoy harta! ¡Estoy muy harta de esos seis! ¡Es hora de mandarlos al hospital!

-Si, estoy bien y tan harto como tú. Durante dos años, esos seis nos han retado cuando han querido. Les hemos pedido que nos dejen en paz, y no nos han hecho caso. Es hora de jugar en serio. Vamos a vencerlos definitivamente. Pero a tus primos, a esos dos no quiero sólo ganarles, los quiero humillar. Me deben mucho y se lo voy a pagar.

Los dos se miraron y miraron a la puerta de la azotea.

-Están subiendo, vienen hacía aquí- dijo la chica. - Con ellos viene mi prima, no dejes que me haga daño. -la chica temblaba, y no hacía frio. Ranma aún la tenía en brazos y notó sus temblores.

-No te preocupes, no dejaré que te hagan nada- dijo el chico y la atrajo hacía él-nada evitará que tú y yo sigamos juntos.

Y sin soltarla, Ranma entró en el edificio y empezó a bajar pisos, hasta que llegó al piso donde estaba el aula donde estudiaban ambos y se dirigió hacia allí. Cuando iban a llegar oyeron ruidos y Akane se giró.

- ¡Por allí llegan! -dijo señalando aún punto.

- ¡Allí están! -dijo uno de sus perseguidores.

Los dos prometidos notaron como se acercaban sus rivales, pero los dos chicos llegaron al aula y entraron. Detrás de ellos lo hizo el profesor que cerró la puerta. Desde dentro del aula se oyeron las maldiciones de los ochos locos que lo seguían.

Los dos prometidos suspiraron aliviados, se habían salvado, por ahora. Pero esos imbéciles no se rendirían y volverían.

Ranma y Akane notaron que los miraban con curiosidad, Akane seguía estando en brazos de su prometido. Ranma la dejó en el suelo. Los dos chicos bajaron la cabeza sonrojados y avergonzados, oían como sus compañeros hablaban de ellos. Fueron a sus pupitres cabizbajos.

Cuando se sentaron estaban muy serios, sabían que eso no había acabado. Que cuando acabasen las clases tendrían problemas, pero nunca llegaron imaginar que ese día fuese tan nefato.

Estaban acabando esa clase cuando oyeron unas sirenas, todos pensaron que cerca habría un incendio, pero la sorpresa fue enorme cuando oyeron a los coches entrar en el Furinkan y parar allí.

-¡Es la policía!- dijo el maestro mirando por la ventana- han entrado muchos coches de la policía. Deben estar buscando a un peligroso delincuente.

Pero todos miraron a los dos jóvenes.

-No buscan a unos delincuentes. - dijo Ranma- Mira allí, es el idiota de tu tío, Akane- y señaló al hombre que dirigía el ataque. El joven miró a su prometida- tu tío viene por nosotros. Se quiere deshacer de nosotros.

Akane miró con miedo a Ranma.

- ¿Qué vamos hacer? - preguntó con miedo- nos ésta tratando como a criminales. No se va detener hasta que consiga mátanos. - la chica empezó a llorar.

Ranma se acercó y la miró y le limpió las lágrimas con la mano, y la agarró por los hombros.

-No nos rendirnos, me parece que nos toca huir. No sé a dónde, pero débenos irnos de Nerima, puede que incluso de Japón. Debemos desaparecer y volver cuando se calmen las cosas, y si no lo hacen no volver nunca, pero allí donde tú vayas yo iré contigo.

Ella lo miró y asintió. Iría a donde él la llevase.

-Iré donde tú quieras, sé que contigo nada me faltará y estaré a salvo y protegida. -se giró miró a sus compañeros- me voy con Ranma, puede que no nos volvamos a ver, pero siempre os llevaré en el corazón. Siempre he estudiado con vosotros. Habéis formado parte de mi vida. Nunca os olvidaré.

Las amigas de Akane la miraron asustadas, sus mayores temores se estaban cumpliendo.

-Akane, nos volveremos a ver, tenlo por seguro. -dijo Sayuri, la joven lloraba. Se le partía el alma separase de Akane, pero la joven debía huir- huid, nosotros distraeremos a la policía. No dejéis que os cojan. Os daremos tiempo para escapar- miró a Akane con pena- cuando volvías haremos una fiesta. Una… gran celebración. -la joven se abrazó a Akane- Os esperaremos con alegría. -La joven miró a Ranma- prométeme que la protegerás, que no la dejarás y que nos la traerás sana y salva… que volveréis los dos.

-Ya te lo dije una vez- contestó Ranma-no abandonaré nunca a Akane. La cuidaré a toda costa, incluso a costa de mi vida. No te prometeré nada por qué es lo que debo hacer. Akane es todo para mí- dijo el joven- sólo te prometo que volverás a ver a Akane. Y que esperaré tu fiesta con ansia.

La chica lo miró y sonrió.

-Lo tomo como una promesa. Os esperaremos a los dos. No nos falléis.

Ranma y Akane miraron a sus compañeros.

-Gracias. No nos dejaremos atrapar-dijeron los dos jóvenes. Y salieron por la puerta con la intención de huir de Nerima.

Sus compañeros salieron con la intención de entorpecer la labor a la policía, que entraba en la escuela para detener a los dos prometidos, pero no se esperaban la reacción del alumnado de esa escuela, que se solarizaron con los dos perseguidos. Dentro de la escuela se montó una batalla campal de la policía contra los alumnos, que utilizaban tizas, borradores y papeles contra las fuerzas policiales.

Al acabar el día las fuerzas policiales habían sido atadas en el patio, rodeados de los alumnos que los ataron. Empezaban a llegar los padres y las denuncias contra la policía bajo el mando del comisario Tanaka empezaron a caer. Ese día fueron sancionados todos los policías participantes y la mayoría fueron expulsados del cuerpo policial, incluso exigieron la expulsión de Kyosuke. Kyosuke estaba furioso, esos niñatos habían ayudado a escapar a sus dos perseguidos, pero aún tenía un plan B, los dos chicos no escaparían y su plan se cumpliría.


Los dos prometidos se habían escapado del colegio. Corrían por los tejados, escapándose de las patrullas de policías, había controles en cada calle. Los dos jóvenes los miraban asustados, Kyosuke estaba usando su cargo para acosarlos. Ese hombre era un tirano, y como estos se pensaba que era un iluminado. Que matando a los dos jóvenes hacía un bien al mundo.

-Tu tío es un fanático. Está obsesionado con matarnos. Y piensa que hace un bien al mundo. Si triunfa dominará Nerima como un tirano. No podemos caer, debemos detenerlo no por nosotros dos solos, si no por todos los que sufrirán, o sufren su tiranía.

Akane lo miró asustada, Ranma tenía razón. Su tío estaba loco, ellos serían sus primeras víctimas, después habría más.

-Tienes razón, no podemos caer. Mi tío no se contentará sólo con nuestra muerte, añadirá más. No debemos caer, o si lo hacemos que él caiga con nosotros. Seremos sus únicas víctimas.

Ranma de repente tuvo un sobresalto. Se quedó helado. Akane lo miró asustada, y se acercó al joven.

- ¡Ranma! ¿Qué te pasa? - preguntó muy preocupada.

- ¡Akane! He tenido un presentimiento horroroso. - paró de hablar durante unos segundos. Miró a su prometida, y muy asustado le dijo- no seremos los primeros que mate tu tío, algo me dice que tu tío ya ha asesinado antes. Nosotros no somos ni sus primeras víctimas, ni somos los primeros a los que destroza la vida, tampoco seremos los últimos. Tu tío es más peligroso que lo que parece. Si fuera tan sencillo cogerlo… Kyosuke estaría en prisión.

Akane lo miró asustada. Ranma tenía razón, por su comportamiento Kyosuke se sabía por encima de la ley. Hiciera lo que hiciera no le pasaría nada, saldría libre de culpas. Ellos no debían ser los primeros en ser sus víctimas, y lo más seguro que no fuesen los últimos.

Akane se dejó caer de cuatro patas derrotada.

-Estamos perdidos, no lograremos salir de esta- dijo llorando y temblando de miedo.

Ranma se agachó y la miró. Le acarició la cara

- ¡No! No nos rendiremos, saldremos de está. Y en meses esto será sólo una pesadilla cada vez más lejana.


Los dos jóvenes corrían hacía el dojo, allí estarían a salvo durante un tiempo. La casa donde vivían estaba en sector donde no podía entrar Kyosuke, pero este utilizaría sus influencias para cambiar eso.

Los dos debían coger algo de ropa, algo de dinero y desaparecer sin dejar rastro. Ranma miró a su prometida y pensó en cómo en cosa de pocos meses se había complicado mucho. De tener una vida ya por si complicada, pero hasta cierto punto tranquila, pasaron de pelear diarias con sus rivales a temer por sus vidas.

Oyeron que las sirenas de la policía se acercaban a ellos. Detrás de ellos apareció un coche de la policía y al verlos aceleró con intención de atropellarlos.

Cuando el coche estaba a pocos metros, le estallaron las ruedas. Los dos ocupantes del coche bajaron furiosos miraron a las ruedas, miraron a su alrededor y desenfundaron sus pistolas y…

- ¡Alto en nombre de la ley! Un paso más y disparamos-dijo uno de los dos policías, esos dos hombres parecían más unos sicarios que unos agentes de la ley. Kyosuke debía haber nombrado agentes entre los bajos fondos.

Ranma se giró y preguntó.

- ¿De qué se nos acusa? -preguntó el joven- No hemos cometido ningún delito.

Los dos presuntos policías se miraron y se rieron.

-Se os detiene por no hacer caso al comisario Kyosuke, por negaros a obedecer sus mandatos. Tú y esa… putilla…- dijo mirando con desprecio a la joven- deberíais haber aceptado sus designios y haberos suicidado. Pero como no lo habéis hecho nosotros acabaremos con vosotros, aunque es una lástima… esa chica debería haber acabado en ese burdel. Pero ya nada importa, ahora acabaremos con vosotros...

Ranma los miró y se rió.

- ¿Nos mataréis? ¿Vosotros? - dijo el joven con sorna- ¿Delante de toda esta gente? - dijo el chico y señaló a su alrededor. La conversación había tenido muchos testigos. Los dos chicos habían sido amenazados en públicos por dos policías, o alguien que se hacía pasar por dos policías, por qué parecían más dos asesinos. Los vecinos murmuraban en contra de esos hombres- ¿De verdad intentaréis matarnos con tantos testigos? Si nos pasa algo esto se hará público y el comisario Tanaka y sus agentes serán tratados de asesinos de menores.

Los dos policías miraron a su alrededor, se sintieron acobardados, un momento. Se miraron y se rieron.

-No nos pasará nada, el comisario Kyosuke no nos dejará en la estacada y limpiará nuestro historial. Es más, nos premiara. La declaración de esta gentuza no vale nada- dijo uno de los dos hombres y los dos apuntaron sus revólveres no reglamentarios a los dos jóvenes, ante el terror y horror de la gente. Akane se abrazó a Ranma y esté a la joven, no podían huir, si lo hacían, esos dos locos podían disparar sus armas y herir o matar a inocentes. -Ahora moriréis como desea el comisario Tanaka.

Un instante después se oyeron dos disparos y dos gritos de dolor. Los dos presuntos policías cayeron al suelo con sus manos ensangrentadas, alguien les había disparado y herido.

Fue entonces cuando Ranma y Akane vieron aparecer a más policías. Se acercaron a ellos y pasaron por su lado como si no existieran. Los policías se acercaron a los dos hombres heridos.

-Estáis en un sector que no os corresponde- dijo el que parecía el capitán- habéis amenazado con matar a dos inocentes, y además menores. - El hombre los miró- yo os conozco, sois sicarios, trabajáis a sueldo: Palizas, extorciones, asesinatos. ¿Cómo habéis acabado siendo policías? Me parece extraño que lo seáis, habéis robado esos trajes y ese coche.

Los dos hombres se negaron a hablar. Fue entonces cuando Ranma y Akane se acercaron a ellos y mostraron sus auras de combate. Con esas auras parecían dos demonios y los dos policías cantaron de pleno. Nunca habían visto nada así y el comisario Tanaka no le dijo que esos chicos eran unos monstruos.

Kyosuke había metido en la policía a delincuentes y sicarios. Era ilegal, pero los amigos del comisario lo harían legal. Los policías los miraron y se los acusaron de suplantación, ellos no habían recibido ninguna notificación que esos dos fueran policías, no aparecían como miembros de ese grupo.

El capitán de la policía se acercó a Ranma y su prometida y le dijo.

-No sabemos cuánto tiempo podemos detener a Tanaka y sus asesinos, no será mucho tiempo. Pronto sus influencias nos ataran de manos y no podemos ayudaros. Usen el tiempo que le damos para huir. Salgan de Nerima y huyan lejos., desaparezcan y ocúltense, tarde o temprano Tanaka caerá y pondrán volver- los miró serio- que tengan suerte. Hemos sido nosotros quienes reventamos las ruedas a ese coche. Estos dos sicarios no saldrán en días de la cárcel y pronto tendrán compañía, se acercan más falsos policías y acabaran igual que estos. Con eso Tanaka no podrá actuar como quiera, pero también eso será momentáneo.

Ranma lo miró y asintió.

- ¡Gracias! - dijeron los dos chicos. Los prometidos vieron como la policía se llevaba a esos dos sicarios.

-Debemos seguir huyendo, tenemos poco tiempo, en horas tu tío nos atacará, para entonces debemos estar muy lejos. -dijo el chico, y los dos jóvenes salieron corriendo y al llegar a la esquina cayeron en la trampa de los rivales. Una trampa que los separaría y que provocaría la furia de Ranma.

Continuará...