Capítulo 18: Esencia y Aroma
Sesshomaru había salido la noche después de que la ninfa se había dormido, guiado por su infalible olfato hacia el rastro de Kohaku. Había decidido que su ritmo de viaje no se vería comprometido por el cambio de la mujer, por lo que usar a Ah Un sería lo más conveniente en esta situación. El animal había quedado al cuidado del hermano de la exterminadora de demonios después de la destrucción de la perla de las cuatro almas.
Favorablemente el niño no se encontraba lejos de su ubicación, pues sabía que él se movía constantemente al convertirse en otro cazador de demonios.
"Señor Sesshomaru" llamó el joven que había notado su presencia puesto que sus habilidades habían mejorado.
El daiyokai nunca pretendió esconderse, por lo que avanzó con su regia postura hacia el chico. Con un movimiento casi imperceptible de su mentón hizo un ademán de saludo.
"Kohaku" dijo indiferente.
El niño inclinó un poco su cabeza, mostrando respeto al gran lord del oeste, quien además le había perdonado la vida y le había permitido acompañarlo.
"¿Qué lo trae por aquí? ¿Está siguiendo el rastro de algún adversario? Temo decir que he inspeccionado toda esta área y no hay nada que salga de lo ordinario."
"Lo que me trae aquí es algo que tienes."
"¿Que yo tengo? No sé qué podría tener yo que le pueda ser útil" Dijo sonriendo rascando un poco su cabeza, como apenado de no poder ser útil al poderoso yokai. Pero de pronto un pensamiento cruzó por su mente, en definitiva, ya había recordado lo que podría interesarle al demonio perro.
"Oh, espere. ¿Se refiere a Ah Un?"
El peli plateado asintió respondiendo a la duda del niño.
"Claro, no podría ser otra cosa." Dijo alegremente "Espere un momento, lo he dejado pastando cerca de aquí. Lo traeré enseguida." dicho esto el muchacho hizo otra reverencia y fue corriendo a buscar al animal.
El yokai lo vio alejarse y luego miró a la luna que se elevaba sobre su cabeza y pensaba que el niño ya había crecido bastante desde la última vez que lo había visto. Sin duda se estaba convirtiendo en un joven humano.
Kohaku volvió pronto con el dragón, tal como había dicho, el yokai no estaba lejos.
"Aquí está, lo he cuidado lo mejor que he podido desde que me lo dejó. No sabía si algún día vendría por él, pero aún así." El muchacho acercó a Ah Un a su verdadero dueño.
"No has hecho un mal trabajo" una respuesta indiferente salió de los labios del daiyokai, sin embargo fue suficiente para enorgullecer al joven, quien conocía el temperamento del hermano de Inuyasha, por lo que tomó sus palabras como un elogio.
"Agradezco que me haya dejado a Ah Un. Ha sido un gran compañero. ¿Puedo saber para qué lo quiere?" Preguntó sin temor el muchacho, sabía que no era de su incumbencia el asunto pero al haber tratado ya con el señor yokai sabía que, incluso si no respondía a su pregunta, no sería tratado como un enemigo atrevido.
"Alguien más lo necesita." fue la vaga respuesta que le dio. Sesshomaru no tenía la obligación de responder al niño, pero aún así lo hizo, después de todo Kohaku fue un aliado.
"Ya veo." asintió "Más te vale ser bueno con esa persona, escuchaste Ah Un" dijo el niño acariciando suavemente las cabezas de la bestia. "Voy a echarte de menos" Kohaku abrazó cálidamente a cada una de las cabezas.
"Lord Sesshomaru ha sido un gusto volver a verlo, espero que su viaje vaya bien." El niño sabía que el yokai no se quedaría mucho, así que prefirió despedirse, porque seguramente el inu daiyokai no lo haría.
Sesshomaru volvió a asentir y dándose la vuelta se preparó para volar de regreso, pero antes de hacerlo volvió a dirigirse al niño.
"Kohaku, evita el camino del sur."
"Tendré cuidado."
Con esa respuesta el poderoso demonio se fue, seguido por la bestia de carga. El muchacho miraba el cielo siguiendo con su mirada la figura del hombre. Recordó sus palabras y supo que era su forma de decirle que se cuidara.
Escuchando a la ninfa, el daiyokai supo que la mujer apreciaba verdaderamente al animal y que Kohaku había hecho un buen trabajo adiestrando al dragón.
Aunque también podía deberse a la disposición gentil de la mujer, misma que la había llevado a salir corriendo del grupo para encontrar a la niña que gemía por ayuda a muchos metros de ellos.
Él también la había oído, mucho tiempo antes de que la ex diosa la oyera, pero no intervino, pues su camino era llegar al norte y no desviarse por asuntos que solo competen a los humanos. Pero claramente, la mujer no pensaba igual.
Él siguió en la dirección trazada sin detenerse, pues ella había dicho que volvería. Aún así se mantuvo atento a lo que ocurría a distancia.
El yokai peli plateado escuchó cómo el último aliento de vida escapaba de la mujer humana y el llanto de la niña, pero aún así no hizo el más mínimo esfuerzo para cambiar su rumbo. Pero cuando sintió las ligeras olas de poder saliendo de la ex diosa invernal, detuvo su paso en seco haciendo incluso que su sirviente tropezara.
Miró en la dirección desde donde se sentía la energía espiritual y analizó la idea de ir, a pesar de que aún no sentía que su espada quisiera ir a corroborar el estado de la mujer.
-Es tan estúpida que no dudará en drenar su poder- pensó con fastidio. Eventualmente ella se arriesgaría y su vida peligraría.
-Solo debería dejar que suceda y acabar de una vez con esto.-
La idea era tentadora, sin embargo el asunto de la gema aún estaba pendiente y la mujer era necesaria si quería descubrir más del artilugio, así que cambió su camino.
Ahora estaba frente a la niña que, ya sea por lealtad o estupidez, pensó él, le había pedido que devolviera la vida a su hermano y a su madre.
-Un hanyo- pensó con desdén.
Él ya le había advertido lo que pasaría con ese niño, y aún así no desistió de su pedido. Una niña tenaz, pensó. Tal parecía que la cría humana era un poco menos insípida y patética que los comunes de su especie.
La muerte de los humanos, sobre todo por ser débiles, es algo natural, y sin importancia para él. De hecho incluso estando frente a los cuerpos inertes, colmillo sagrado no se había manifestado. Solo después de lo dicho por la pequeña, la espada pareció responder a su sentir con compasión.
Con gracia la blandió sobre los mensajeros de la muerte que ya se habían posado alrededor de los cuerpos, listos para llevar sus almas. Al instante,los seres visibles solo para el portador de la espada celestial, se desvanecieron. El poderoso yokai volvió a envainar su espada apartándose de el niño y la mujer.
La respiración volvió lentamente a ellos y Shizu vio con ojos llenos de lágrimas de felicidad que su madre volvía a recuperar los colores de sus mejillas. El llanto del pequeño también hizo eco en el bosque.
"Mamá" dijo emocionada Shizu corriendo al lugar de su madre y pronto se prendió a su cuello. El bebé que estaba al lado de la mujer también se movía inquieto.
"Mi niña" dijo la mujer correspondiendo al abrazo de su hija. Pronto se incorporó y tomó al recién nacido entre sus brazos derramando lágrimas en las mejillas del pequeño.
"Estás vivo."susurró besándo su frente.
Fubuki y Shimmo se acercaron sosteniendo a la pequeña Midori en sus brazos y rápidamente se la pasaron a su madre.
Korihana que ya se había puesto de pie vio la escena tan conmovedora que esta vez su rostro no pudo disfrazar su alegría.
"Mi señora, esta humilde mujer jamás podría pagarle tan grande favor que nos hecho" dijo la mujer que aún sostenía a sus hijos incapaz de mirar a la ex diosa por lo que su cabeza estaba agachada.
"¿Cuál es tu nombre?" pregunta Ria, recuperando su serio semblante.
"Naoko, mi señora"
"Naoko, no soy yo quien a devuelto la vida a tu hijo o a ti"
"Es verdad, mamá. Fue ese lord yokai" Shizu señaló con entusiasmo hacia donde estaba Sesshomaru, quien sólo ignoraba la situación. Pronto la pequeña fue corriendo hacia él, sin embargo, estando a pocos pasos redujo su velocidad, pues entendía que aquel hombre, aunque la había ayudado, no era muy amigable.
"¿Qué es lo que quieres?" preguntó el peli plateado sin mirarla.
"Quería agradecerte, mi señor. Te agradezco por salvarle la vida a mi madre y a mi hermano." dijo ella haciendo una reverencia desde el suelo.
"No necesitas hacer eso." volvió a decir con indiferencia mirándola de soslayo para luego darle la espalda.
Shizu se paró inmediatamente y aún risueña le respondió. "Jamás dejaré de agradecerle y recordar su benevolencia, señor yokai." al terminar corrió de regreso con su madre.
"Gracias, milord." dijo Naoko con voz temblante. Ella le temía, pues por su apariencia había deducido que eran un yokai muy poderoso que muchos aldeanos temí lord de las tierras del Oeste. Y aunque, en efecto sí era intimidante, por esta ocasión no pudo corroborarlo, porque él nunca volteó a verla, ni le respondió sólo se fue por dónde había venido.
"Naoko, ahora que tú y tus hijos están bien debes buscar un refugio. No es seguro que pases la noche por estos lares." "Toma esto" Ria le extendió un pequeño frasco a la mujer "Bébelo, esto sanará la abertura que hice para sacar a tus hijos, así podrás ponerte de camino pronto."
Naoko hizo como la ninfa le ordenó y al poco tiempo sintió como el dolor punzante de su vientre se desvanecía.
"Aún quedará la cicatriz, así que usa esto" Al instante la ninfa invernal sacó de su bolso mágico un pequeño ungüento, y agachándose lo puso en la mano de la mujer
"Mi señora, ¿Por qué eres tan bondadosa con este humilde mortal? Yo sé que tú eres una enviada de los cielos, sentí la pureza de tu energía."
"Necesitabas ayuda y yo estaba cerca del camino." La mirada de la ninfa le transmitió paz a la mujer. "Ahora haz como te dije, yo también debo irme." la dama celestial se paró lista para marcharse, pero fue detenida por la voz de Naoko.
"Mi señora, antes de que te vayas.¿Puedo hacerte una petición?" la mujer pausó esperando la respuesta de Ria y al ver que esta asintió continuó " ¿Podría otorgarle un nombre a mi hijo? Estaría muy honrada si una deidad tan gentil como tú lo nombra". finalizó la mujer haciendo múltiples reverencias a la dama de la escarcha.
"Lo haré"
Korihana tomó al pequeño niño entre sus brazos, el cual se movió suavemente abriendo y cerrando su puño estirando su brazo hacia un gran árbol que estaba en ese claro. La ninfa lo miró y luego vió de vuelta al pequeño que sonreía. Sus ojos por fin abiertos eran de un color verde tan brillante como los de las hojas de ese árbol.
"Creo que tú mismo ya has elegido tu nombre, pequeño" le dijo en voz baja, siendo oída solo por el gran daiyokai.
"Hideki" dijo en voz alta. "Su nombre será Hideki. Y ya que es un mellizo, combinará bien con el de su hermana"
Antes de entregárselo a su madre, Ria abrazó fuerte al niño, y acercó sus labios a su pequeña frente.
"Hideki, recibe mi bendición" Dándole un suave beso la ninfa le otorgó su bendición al pequeño haciendo que una pequeña luz brillara en esa unión.
Ojos de asombro se vislumbraron en los humanos y kamaitachis, estos últimos estando realmente sorprendidos, ya que sabían lo que implicaba la bendición de un Celestial, aunque no fuera una deidad. Claro que cada caso era diferente, respecto a lo que el celestial quería o podía otorgar.
Korihana devolvió el niño a su madre y tomó en su lugar a Midori, a la cual también besó en la frente.
"Midori, recibe mi bendición" dijo suavemente y luego acarició las pequeñas astas de la niña. Al concluir también la puso de vuelta en los brazos de su madre. Y parándose firme miró seriamente a Naoko.
"Sabes la realidad que le espera a tus hijos" no era una pregunta, pero la mujer de todas formas respondió afirmativamente.
"La vivencia es más difícil de lo que crees. Serán rechazados por humanos y por yokais. Los atacarán y algunos hasta querrán matarlos." la ninfa invernal vio el temor en los ojos de la mujer y prosiguió "no digo esto para que te asustes, sino porque es necesario que seas valiente. Hideki, Midori y Shizu lo necesitarán."
"La bendición que he concedido a tus hijos les ayudará a desarrollar sus poderes yokais sin que pierdan el control. No es un sello para su sangre demoníaca, si lo hiciera podría romperse en cualquier momento y sería peor para ellos cuando su poder se libere desmesuradamente. Su poder yokai estará latente pero serán capaces de controlarse hasta que alcancen la madurez, después de esto la bendición terminará y ellos deberán valerse por sí mismos. Por eso necesitan entrenar desde pequeños y ser guiados correctamente, tu vida a diferencia de la de ellos es corta. Críalos bien y estarán bien cuando ya no estés." la voz de la ex deidad era monótona como de costumbre, pero sus deseos eran sinceros y anhelaba que el destino de esos niños fuera aunque sea un poco diferente de lo que comúnmente es para los hanyos.
-Al menos se tendrán el uno al otro cuando su madre y hermana no estén- pensó con tristeza.
"Mi señora, has sido tan bondadosa con mi familia y aún le has dado tu bendición a mis hijos. Te juro que haré como has dicho, cuidaré a mis hijos y los amaré aún si nadie más lo hace." prometió Naoko con lágrimas en los ojos abrazando a sus pequeños.
"Los sikas, son muy orgullos y tienen un especial odio por los hanyos de su especie, debes cuidarte de ellos. En Nara hay un santuario de espíritus sikas, ellos podrían ayudar."
Dicho esto se despidió, no sin antes ser detenida por unos brazos, era Shizu, quien se había acercado a abrazarla.
" Mi señora, sé que nunca dijiste tu nombre, y no hace falta que lo digas. Aún si no sé quien eres, nunca olvidaré lo que hiciste por nosotros. Te lo agradezco mucho."
"Eres una buena niña, Shizu. Haz hecho lo correcto por tu familia, sabía eso antes de que me dijeras tu nombre." Ria acarició la mejilla de la niña. "Conoces a las personas más por lo que hacen que por sus nombres. Te aseguro que tú me conoces más que otros que han oído mi nombre." después de eso se alejó unos pasos de ella caminando por donde se había ido el daiyokai seguida por sus siervos.
"Vayan con cuidado." dijo antes de desaparecer.
Ria no tardó mucho en seguirle el paso a los yokais que iban delante de ella, y pronto el silencio que envolvía al grupo fue cortado por las incesantes preguntas del diablillo.
Jaken había estado tratando de averiguar lo que había ocurrido desde que la mujer se había ido, como siempre hablando más de la cuenta molestando a su amo, y obviamente sin recibir otra respuesta que un eso, había decidido esperar a que volviera la chica.
"¿Podría decirme alguien qué fue todo que pasó? Se fueron sin decir nada!" reclamó el verde yokai a los recién llegados.
"Jaken, jamás creerás lo que pasó. Mi señora fue a ayudar a una mujer que estaba dando a luz" contó entusiasmado Fubuki. El diablillo de ojos saltones agrandó mucho más los ojos, si es que eso era posible, de la sorpresa. Pronto, ambos kamaitachis se dieron la tarea de relatar lo sucedido.
"Eran niños mitad bestia?" expresó con gran aversión Jaken. "Amo bonito, es verdad lo que dicen estos zopencos? ¿Usted usó la tenseiga para revivirlos?" Preguntó a su señor, pero este lo ignoró como de costumbre. Shimo no pudo contener una risilla de burla.
Jaken sintiéndose avergonzado, ignoró eso y carraspeó su garganta.
"Esos niños deben estar agradecidos de que mi amo les haya permitido vivir. Tuvieron suerte de no ser encontrados por otros demonios, hubieran sido devorados tan pronto hubieran salido. Y que es más, eran cachorros mitad sikas! No saben cuántos enemigos tienen los demonios ciervos."
"Lo sé, son terribles! Ellos de por sí son muy severos con los de su especie" agregó Shimo.
"Y no toleran que la sangre yokai sea ensuciada por los asquerosos hanyos" volvió a decir el yokai del bastón.
"Eres tan irritante, renacuajo. ¿Por qué odian tanto a los mitad demonios?" el ojiazul le recriminó molesto.
"Porque es una aberración. Y ya, deja de molestarte. Las cosas son como son. Lo que dije es en serio, esos mestizo están en peligro si son atrapados por sikas."
"Yo confío en que llegarán sanos y salvos a Nara" dijo Fubuki, queriendo una vez más mediar la discusión de los explosivos yokais.
"Tienes espuma en el cerebro si crees eso, niño."
"Mi señora, solo hay algo que no entiendo." preguntó el ojinegro, ignorando al diablillo.
"¿Qué cosa, Fubuki?"
"¿Cómo fue posible que Midori tuviera cornamenta estando recién nacida?, además era una niña."
"Es verdad, mi ama. Se supone que las astas no crecen hasta que son más jóvenes y solo pasa en los machos" dijo también Shimo
"Es verdad, pero existen algunos casos excepcionales en que las hembras sikas nacen con cornamenta." respondió ella.
"Así es, se dice que ellas poseen una fuerza y habilidad superior que otros sikas. Por eso son privilegiadas en sus manadas. Dicen que eso pasa cuando los padres tienen un poder yoki muy fuerte. El padre de esos niños no era un sika ordinario." Jaken quien conocía algo de la manada de esos yokais había agregado información útil.
"Eso es bueno,¿no? Si ella es fuerte podrá proteger a su familia, y si tal vez la acepten por su destreza." Dijo contento Shimo, quien se había encariñado con los bebés.
"Bueno…" iba a explicar la ex diosa, pero una sonora carcajada la interrumpió.
"Pero qué ingenuo eres, eso podría ponerlos en más peligro. Ya te dije que los ciervos odian a los mestizos. ¿Cómo crees que reaccionarían al saber que una mitad demonio nació con un talento que es poco común en su especie?"
"Por desgracia lo que dijo Jaken es cierto." respondió la diosa. Los kamaitachis miraron asustados y entristecidos a su señora, porque se imaginaban los horrores que podían ocurrirle a esa familia. "Solo podemos dejar que las cosas sigan su curso y esperar que estén bien y que cuando crezcan mi bendición pueda serles útil."
Hablaron un poco más del tema y al caer la noche avanzaron un poco más hasta que ya era muy tarde, lo que fue fácil de deducir para la ninfa guiándose por las estrellas. Eran aproximadamente las diez de la noche cuando pararon para descansar.
Los kamaitachis, tan serviciales como siempre,organizaron el lugar de descanso de la ninfa y prepararon bolas de arroz rellenas y té, Jaken por su parte se encargó del fuego. Korihana había ido a refrescarse no muy lejos del lugar y al volver compartió un momento tranquilo con los pequeños youkais, aún discutiendo sobre el destino de los mellizos y del desdén que hay hacia los mitad demonios.
La frescura del viento que soplaba en la noche actuó como un aclarador para la mente de Ria, quien ahora disfrutaba del silencio y quietud del bosque separada a unos pasos de su campamento. Ella reflexionaba en lo que había hecho hoy con aquella familia. Había interferido en su destino.
¿Qué tal si su destino no era sobrevivir? Ella no despreciaba a los hanyos, pero era consciente de que no tenían control sobre sí mismos. ¿Qué evento lunar los afectaría? y ¿Qué les pasaría cuando su lado humano o demoníaco los controle?¿afectará el futuro?, todo esto giraba como un remolino en su interior.
"Creí que no querías interferir en los sucesos de este tiempo"
La voz profunda del gran yokai de la luna creciente terminó con el silencio que reinaba en el lugar.
"Así es. Pero no pude evitar ayudarlos." respondió Ria con su mirada puesta en las estrellas, apoyada contra el inmenso tronco de un árbol caído.
"Entonces, tontamente has intervenido en algo que podría afectar tu tiempo."
"Como te dije tiempo atrás, creo fielmente que todo ocurre por una razón. Si algo está destinado a ser sucederá."
-Eso quiero pensar- un pequeño pensamiento deseó la ninfa.
"O simplemente tratas de justificarte, para no ver lo que realmente has hecho." Sesshomaru,quien aún permanecía a unos pasos detrás de ella, se acercó más dispuesto a encararla, porque estaba seguro de que ella no ignoraba lo que significaba su actuar piadoso de hoy.
La ninfa no pudo huir de la mirada ambarina determinante que la acusaba y poco dispuesta a dejarse intimidar lo miró de regreso y le respondió.
"Si ellos estaban destinados a vivir lo harían, con o sin mi intervención. Y si su vida debía ser corta entonces así ocurrirá."
"Hn,y tal era tu confianza que los bendijiste" dijo socarronamente. "Querías cambiar su destino, pero no sabes que solo lo has empeorado. Conoces la vida de los mestizos."
Sus palabras eran duras y frías, parecían espadas que cortaban y atravesaban la confianza de la ex deidad, porque ella sabía que él tenía razón respecto a la vida de los mitad demonios.
En esta ocasión la ninfa ya no pudo mantener la mirada, si lo hacía él podría descubrir que lo que había dicho sí le había afectado, sus pupilas celeste platinadas ya no desprendían dureza, sino preocupación. Así que solo giró su mentón, pero inmediatamente sintió sobre sí una mano fuerte que hizo girar su barbilla devuelta a su lugar haciéndola mirar unos ojos dorados maliciosos.
"Fuiste egoísta, creíste hacer un bien escuchando la súplicas de una niña que no quería quedarse sola y que confió en ti. No quisiste decepcionarla. Al final, lo hiciste por ti."
-Cruel-
-Pero tiene razón, no soportaba el sentimiento de fracasar. El dejarla a su suerte me hubiera atormentado.-
La acusación de Sesshomaru la atormentó. Ella cerró con fuerza los ojos, aún cuando la tenía sujeta por su mentón. Él quería quebrarla, y lo estaba logrando, casi podía sentir el agua humedecer sus ojos.
"No" dijo con firmeza. Ella abrió sus ojos y su mirada fiera volvió a ella, sin ningún rastro de que hubiera estado a punto de ablandarse. Rápidamente se soltó del agarre y continuó.
"Te equivocas en algo, no estaba tratando de mostrar mi poder o habilidad. Sin duda no quería ser perseguida con la imagen de Shizu sufriendo, pero no fue por eso que me quedé. Lo dije antes, todos merecen vivir. Midori y Hideki merecen tener su oportunidad de pelear por esta nueva vida. Y no tengo miedo a fracasar, mi bendición no los protege de enemigos, no estoy manipulando sus destinos por miedo a que mueran."
La mirada del daiyokai se relajó un poco. Reconoció la tenacidad de la mujer y su espíritu fuerte, el cual aunque quiso, en esta ocasión no pudo doblegar.
"Hn" resopló, listo para dejarla una vez más, pero la ninfa aún tenía algo que preguntarle.
"Yo sé por qué hice lo que hice. Pero ¿qué hay de ti? ¿Por qué usaste a tenseiga?"
"No tengo porqué darte mis razones." contestó fríamente.
"Cuando te pedí hacerlo te negaste rotundamente. Pero cuando Shizu lo hizo aceptaste. Fue desconcertante, de una manera grata, por su puesto." Ria prosiguió, ignorando la respuesta seca del inuyokai. "Es quizás… Porque Shizu es una niña." el rostro de la ninfa de la escarcha era una verdadera poesía por el descubrimiento que había hecho.
-No veo otra respuesta. Jamás lo hubiera imaginado-
"Te preocupan los niños." dijo ella casi en un susurro.
"Al gran Sesshomaru no le preocupa nadie, mucho menos unas crías humanas." al momento de decirlo un látigo de veneno se agitó hacia la mujer, mismo que fue detenido por otro de energía fría. Los reflejos de la ninfa sobresalieron de nuevo.
"No hay necesidad de pelear." dijo ella con toda calma. "Pero creo que no estoy equivocada. Después de todo, ayudaste al niño que viajó contigo antes."
Sesshomaru pensó seriamente que poco había sido el castigo del diablillo por andar de impertinente.
"El niño era de utilidad en ese momento."
"¿No compasión?" preguntó casi burlesca. "De acuerdo, ¿pero entonces qué sentido tenía revivir a la mujer y a su hijo?"
"Retenían nuestro paso."
"No lo creo, creo que viste en Shizu lo mismo que viste Kohaku. No sé qué es, pero sé que fue suficiente para mover el corazón del gran daiyokai." El rostro del yokai permaneció tan impasible como siempre, pero sus palabras sí tuvieron efecto en él. La mujer no estaba equivocada, esa niña y los otros niños que había revivido antes no eran comunes. Pero decir que habían podido conmoverlo, era otra cosa.
-Vaya estupidez-
"Ignoro lo que haya sido, pero lo admiro, porque estoy segura que conseguirlo no es nada fácil." Mirando sin miedo a los ojos ambarinos, los ojos celestes diamantinos de la ninfa expresaban la genuinidad de sus palabras. "Ja, si lo fuera, no serías el poderoso yokai que todos temen" dijo esto último un poco alegre.
Las acciones opuestas de la ninfa confundían al daiyokai. Hace un momento era dura e imperturbable y luego su mirada se suavizaba y su rostro se alegraba con gentileza.
"Piensa lo que quieras." Él no quería seguir esa discusión. No quería entender a la ninfa.
"Por cierto, ¿cómo me encontraste?" preguntó Ria, recuperando su posición descansada en el tronco de árbol, teniendo al demonio perro aún cerca de ella, pero sin la tensión de por medio.
"¿Cómo los inuyokais encuentran a quienes buscan?" dijo con sarcasmo el peliplateado.
-Mi olor? No, eso no sería posible.A menos que… claro por supuesto.-
"Ah, cierto. Seguro ya has registrado mi nuevo aroma." comentó ella con una sonrisa fingida mirando de nuevo al cielo.
"¿De qué hablas?" preguntó él un poco extrañado, no notando la mueca en su rostro pero si el tono de su voz.
"Mi olor de ninfa. No había caído en cuenta que ahora ya has captado mi nuevo olor."
"No ha cambiado."
Korihana volteó su rostro inmediatamente esperando que fuera una broma de parte del yokai. Pero claramente él no se distinguía por ser alguien divertido. El perro demonio notó su sorpresa pero no dijo nada.
"¿Cómo es eso posible? Cuando un ser deja su naturaleza por otra, su esencia cambia." De pronto su mirada cambió a una sombría y sus ojos encontraron interesante el césped bajo sus pies. "Eso es algo que tengo muy presente. Ya no es la misma."
Ahí estaba de nuevo, pensó el yokai. Ella viéndose vulnerable. Eso le molestaba.
"Eso quizás es relevante para los celestiales. Y explica porqué no pudiste encontrar a Ryu. Solo puedes sentir el aura de alguien distinguiendo qué es, no quién es. Para los yokais, especialmente los inu, cada ser tiene un olor distintivo, cada humano, cada bestia. Incluso tú." su voz seguía siendo imponente, pero ya no se percibía tan fría. Al menos así lo sintió Ria.
"Entonces…¿sigo siendo la misma?"
"Puedes considerarte diferente si hablas de tu esencia vital. Pero tu aroma es el mismo. Podrías transformarte en una cervatilla y aún sabría que eres tú."
Al oír esto, los ojos de la ninfa se abrieron asombrados y el corazón de Korihana vibró de alegría. Las palabras del yokai le trajeron felicidad donde otras le habían provocado profundo dolor.
Parándose inmediatamente, sus labios lilas dibujaron una sonrisa amplia y sincera con la cual le agradeció.
"Gracias, Sesshomaru."
De nuevo él no comprendió. Lo que dijo, era más una sutil advertencia que otra cosa, para que no intentara nada astuto. Sin embargo, no le desagradaba verla de esa manera.
"Solo respondí lo que preguntaste. ¿Por qué te alegras?"
"Porque no sabía que esa pregunta podría tener otra respuesta."
"Hoy has actuado diferente" Dijo él pensando en toda la jornada. Ahora parecía más sensible y afectiva.
"Tal vez solo estoy siendo yo misma." le sonrió nuevamente al daiyokai para luego mirar con esperanza hacia la luna que se alzaba sobre ellos.
-No una deidad, no una ninfa. Solo Korihana.-
"Hn, tú misma." dijo él mirando en la misma dirección. Pensativo trataba de descifrar sus palabras. ¿Quién es ella? De soslayo volvió a mirarla, aún sin encontrar respuesta. Pero un pensamiento certero cruzó su mente.
-Ella es más agradable cuando sonríe que cuando llora.-
Hola, hola, perdón la demora. Ocupaciones!
Como sea espero que disfruten el capítulo.
demen sus opiniones, por favor. Lo apreciaría mucho.
Anímenme a seguir escribiendo!
XOXO
