Todos somos el secreto de alguien
Nakuru
Todos somos el secreto de alguien, eso tenlo por seguro.
Simplemente, a veces no queremos contar quien vive en nuestro pecho por el simple hecho de vivirlo como una aventura, o por el miedo de que todo se vaya por la borda si lo haces.
En mi caso, es un poco de ambas.
Claro que amo el palpitar ansioso del deseo, aquel sentimiento de euforia que viene de hacer algo que sabes que no es del todo correcto, pero también tengo miedo, miedo de que exponerla haga de mi historia peor. Porque a veces, en lo oculto, en lo prohibido se tienen más finales felices.
Porque para ser completamente sinceros, ¿cuántos amores habrán quedado en el olvido tras gritarlo a los cuatro vientos? Sinceramente, hay cosas que no tienen porqué ser contadas.
Al menos eso le pasó a ella. A nuestra maestra de preparatoria. Kaho era su nombre.
Siempre tan sonriente, siempre tan confiada. Ella tuvo todo lo que alguna vez yo había deseado, y por eso la admiraba.
Era hermosa, sí, muy hermosa. A cada paso que daba todos los hombres quedaban a su merced, y ella… tan sonriente, tan confiada, simplemente fingía no darse cuenta de ello.
Solo hubo una persona que hizo trastabillar su calma, que la hizo ser más consciente de sus pasos. Ese era Touya, ese amor prohibido que hacía palpitar su corazón y que la hacía tan fuerte y vulnerable a la vez.
Aún recuerdo vívidamente aquella tensión que podía palparse en el salón cuando sus miradas se encontraban. Él tan reservado y serio, ella tan alegre y arrebolada, maestra y alumno envueltos en un romance que para muchos era prohibido, pero que a ellos parecía no importarle.
Así vivieron por meses, dopados en la alegría de vivir algo solo de ellos dos. Pero cuando las cosas ya no eran prohibidas sino más bien aceptables, el hastío y el cansancio comenzaron a hacer mella en su relación, y eso que había sido maravilloso y apasionado solo terminó desapareciendo.
Ella fue la primera en cansarse, él en su juventud se negaba a dejarla marchar.
Al final pudieron más sus ansias de vivir algo nuevo, de sentirse realizada… que el de ser fiel a aquel sentimiento que alguna vez le había profesado a él.
Pasaron un par de años, ella encontró un nuevo amor.
Las cosas avanzaron rápido, sus ojos parecían brillar de nuevo ante el redescubrimiento de la pasión. Luego solo se casaron y entonces el hastío volvió a aparecer, aunque ahora las cosas no eran tan fáciles como desprenderse de aquel jovenzuelo con una vida por delante, ahora tenía una casa, un matrimonio y una pequeña bajo sus alas.
Tuvo que resignarse a ser la señora, a esperar en casa, a vivir sola, mientras él tenía su propio secreto oculto a quien amaba a escondidas. Y ella… ella había comenzado a buscar en ese mismo joven, que ahora era un hombre, el amor ardiente que necesitaba sentir otra vez.
—No quiero casarme nunca. Vivamos sin ataduras —susurré junto al pecho de Yukito mientras lo sentía deslizar sus dedos contra la curva de mi espalda.
Afuera hacía frío, nevaba, pero el calor de nuestra faena había sido suficiente para que mi cuerpo se sintiera cálido y renovado, para que recuperara las energías que la soledad me quitaba.
—No creo que vivir sin ataduras y estar casados sean cosas tan divorciadas una de otras, Nakuru. Los padres de Touya son muy felices, y ellos tuvieron un matrimonio e hijos mientras aún eran muy jóvenes.
—Ellos son un caso distinto. Nosotros somos diferentes. Te cansarás de mí si nos casamos, buscarás a otra porque te pareceré aburrida.
—Eso solo les pasa a las personas sin sentido de compromiso. Si me lo propongo, buscaré cada día hasta un lunar nuevo en tu piel para que me sigas pareciendo interesante.
—Eso solo lo dices porque estás enamorado ahora, Yuki. En cuanto se te pase el letargo me dejarás por otra.
—No tengo intenciones de dejarte por otra, Nakuru. De hecho, ¿qué tal si solo nos casamos y te muestro que hablo muy en serio al respecto?
—¿Bromeas acaso? Si apenas estamos saliendo, es demasiado pronto.
—Te he amado desde que tengo memoria. Para mí, ha pasado demasiado tiempo.
Sus ojos avellanas brillaban tanto en ese momento, que el fulgor de su mirada simplemente me cegaba.
¿Amarme desde siempre? ¿Acaso eso era posible? Jamás noté eso en la forma en la que me miraba.
—Las personas solo vemos las cosas que queremos ver. Las que no, solo la ignoramos.
—¿Cómo tú con los sentimientos de Sakura? Mira que esa niña no tiene ojos para nadie más. Tú eres su secreto.
—Eso lo sé. Pero hay cuentos que tienen que ser así, porque para algo hay que vivir de todo en esta vida.
—Vivir de todo… —murmuré antes de que mis labios fueran acallados por los de él, y allí, entre sus brazos, me di cuenta de que en realidad Yukito estaba en lo cierto.
Aquello era bueno, era cierto. Pero no sabría si lo otro era mejor o peor si al menos no lo intentaba.
Tal vez debía arriesgarme, vivir esa aventura, disfrutar la adrenalina, dejar que el mundo fuera testigo de lo mucho que nos queríamos, y si eso no funcionaba, entonces seguir viviendo en nuestro mundo que no era ni mejor ni peor.
Yo soy el secreto de alguien y él es mi secreto, y como soy endemoniadamente feliz por eso, deseo que el mundo lo sepa… o tal vez no.
*
Y ahí está el capítulo tres. El dos se suponía lo iba a publicar el martes, pero hasta ayer no me di cuenta de que solo lo subí a Wattpad.
Así que ahora tienen ambos capítulo casi al mismo tiempo XD.
Recuerden la dinámica, una historia siempre lleva a la otra, así que todas las historias son importantes para entender el final.
Gracias por leer.
