-Senkuu: Suika. Suika: Senkuu. -Kohaku lo presentó a la pequeña niña con un casco de sandía. La misma niña que le había disparado una flecha que por poco no le llegó a la cabeza.
Probablemente el científico estaba mostrando una mala cara. Su corazón solo se ablandó un poco cuando vio a Kohaku y a Suika llorar mientras se abrazaban.
Bueno, en realidad no había sido tan poco. Su vida era una montaña rusa de emociones últimamente, y parecía que su cabeza solo podía centrarse últimamente en Kohaku gimiendo su nombre bajo la ducha.
Senkuu todavía podía ver las marcas que había hecho con sus dientes en el cuello de la leona, y a veces la odiaba, pero la mayor parte del día no podía sentirse más patéticamente enamorado de Kohaku.
Es más, su corazón se aceleró cuando luego de algunos días le dirigiera finalmente la palabra, aunque fuera porque casi había muerto de un flechazo a manos de una niña de no más de diez años.
En realidad, si algo odiaba, era su propia ineptitud y falta de tacto. O tal vez su propia fascinación hacia la leona.
-Lo siento por dispararte. Es que pensé que eras un enemigo. -Suika se explicó, señalando al parecer su completa existencia.
-¿Por qué pensarías eso, Suika? -Kohaku lo miró, divertida.
-¡Tiene los ojos rojos! ¡Y el cabello verde! -exclamó ella. -¡Pensé que él te había hecho eso que tienes en el cuello!
La leona se tragó sus palabras, y abrió los ojos de par en par antes de taparse con una mano los chupones que Senkuu le había hecho días atrás.
-Eso… umm… -Kohaku balbuceó.
-Sanguijuelas. Tu amiga cayó a un charco con sanguijuelas. -el científico la ayudó, y para suerte de ambos, la niña pareció convencida. -Yo también, pero tengo las heridas bajo la camiseta.
-¡Eso es terrible! ¡Tengo que llevarlos con François y Ryusui! -exclamó Suika, recogiendo su arco del suelo y tomando a Kohaku de la mano para guiarla hacia el lago.
No iba a decirle a la niña ahora que no había de qué preocuparse si ella los llevaba sin dificultad hacia otras personas.
-Espera, ¿no había una avispa gigante? -la leona se detuvo.
-¡Era broma!
¿Qué? Kohaku miró extrañada a Senkuu, mientras la niña sonreía ampliamente y seguía tironeando de ella.
-¡Jaja! ¡Ahora todo tiene sentido! -una voz masculina los sorprendió desde los árboles antes de que apareciera frente a ellos el hijo mayor de la familia Nanami. -¡Eres el hijo de Ishigami Byakuya! ¡Ishigami Senkuu!
-¿Ishigami… Senkuu? -Suika repitió en voz baja.
Sinceramente, Senkuu no esperaba que el rubio recordara a su padre. Era probable que miles de personas le pidiesen a diario a su familia algo de dinero. Byakuya, sin embargo, tardó en llegar a la familia Nanami, y solo lo hizo cuando JAXA se negó por décima vez a financiar su última investigación.
-¡Y tú debes ser Kohaku! -Ryusui se dirigió a la leona. -¡Me gustas!
-¿Uh? -la rubia dio un paso hacia atrás.
Hasta Ryusui se había tardado menos que Senkuu en admitirlo.
-Kohaku… ¿él es el tipo de quien tanto hablabas? -la pequeña Suika miró a Senkuu con los ojos bien abiertos.
¿Qué?
-Como sea, ¿cómo llegó Suika con ustedes? -la leona carraspeó.
-Un gusto, mi nombre es François. -se presentó la otra persona, que había aparecido por detrás de ellos sin que si quiera Kohaku pudiese detectarla.
Tenía unos filosos cuchillos en sus manos, y no medía más de un metro cuarenta.
-Nos estamos quedando en un pequeño refugio a unos minutos de distancia. Deberíamos hablar allí. -Ryusui chasqueó los dedos, y tanto Suika como François se cuadraron tras él.
Era realmente un tipo extravagante. A primera vista Senkuu pudo ver que llevaba un reloj de oro en la muñeca, y su ropa, aunque desgastada con el tiempo, se veía de muy buena calidad.
El científico los siguió, caminando al lado de Kohaku, e intentando no mirarla demasiado. Las cosas estaban tan complicadas entre ellos que agradeció haberse encontrado con más gente en el camino.
Al menos así no tendría que lidiar con sus sentimientos de manera inmediata.
Lo primero que Ryusui les habló fue sobre Suika: François la había salvado de una mosca mutante cerca de la colonia de Kohaku tras perderse de su equipo, del que Senkuu sabía que la leona era líder.
Kohaku sonreía como si no estuviese apretando los puños de pura frustración. Siempre le había costado hablar de ese evento. Para su fortuna, Suika se abrazó a ella justo en el momento en que parecía que la leona iba a quebrarse.
-Cuando llegamos a mi búnker, llamamos inmediatamente a su colonia, pero nadie respondió, hasta cinco días después.
-Imposible. La sala de comunicaciones siempre está vigilada. -Kohaku comentó, conmocionada. -Y a los cinco días yo estaba…
-Conmigo. -completó Senkuu, irremediablemente acostumbrado a predecir sus oraciones.
Aunque por cómo lo miró, parecía que realmente no había querido decir eso. Aun así, Kohaku asintió con la cabeza y continuó prestando atención a Rysui.
-Se comunicó con nosotros un hombre llamado Mozu, y dijo que la estarían esperando junto con su mamá en la laguna más cercana a su colonia, por lo que fuimos lo antes posible. Pero cuando llegamos… bueno…
-Vieron a la avispa. -Kohaku interrumpió.
Suika había hundido la cabeza en la cintura de la leona.
-C-creí que… -la pequeña balbuceó- que tú y mi mamá… -Senkuu vio como la rubia reforzaba su abrazo a la vez que parecía derrumbarse.
-… Y el lugar estuvo atestado de monstruos por un largo tiempo, así que decidimos cuidar a Suika hasta que todo fuese más seguro. Ni François ni yo somos lo suficientemente hábiles como para enfrentarnos a eso.
Había algo realmente extraño dentro de todo esto, y Senkuu comenzó a armar teorías en su cabeza. ¿Quién era Mozu? ¿Qué era capaz de hacer? ¿Y por qué habría dicho a Ryusui y François que fueran hasta ese punto? ¿Qué tanto sabría sobre ellos y por qué había querido poner la vida de Kohaku y del par en peligro?
-Kohaku… ¿mi mamá y Haru… están bien?
Senkuu observó a la leona titubear. Los tres nuevos aliados parecían pendientes de su respuesta y, para suerte de ella, François pareció comprender que la situación no era tan esperanzadora como Suika la creía.
-Kohaku. Suika. ¿Por qué no me acompañan a pescar? -la mujer propuso con una sonrisa que no expresaba nada más que amabilidad, y con eso, las tres abandonaron el refugio, dejando a Senkuu y Ryusui solos.
-Dime, Senkuu, ¿conoces a Shishio Tsukasa? -el rubio le preguntó directamente al peliverde, quien aun se encontraba sumergido pensando en qué mierda estaba pasando.
-¿Tsukasa? Intentó matarme tan pronto conoció mis planes de salvar a toda la humanidad… ¿Acaso también intentó matarte a ti?
Ryusui negó con la cabeza, pensativo.
-Jamás lo he visto, pero sí supe por el espionaje de François que pretende aniquilarme.
-No me sorprendería. Eres el heredero del conglomerado Nanami, después de todo.
-Senkuu. Tu padre… ¿está vivo?
Era la primera persona después de Kohaku con la que había tocado el tema, y a pesar de los años, era algo que aún lo afectaba profundamente. Su padre no solo estaba muerto, sino que alguien lo había asesinado.
Senkuu negó ligeramente con la cabeza, mirando hacia el suelo.
-Entiendo. -Ryusui hizo una extraña pausa antes de volver a hablar. -Cuando hablé con él, años atrás, Byakuya me contó de ti.
Senkuu volvió a mirar a Ryusui, con profunda curiosidad.
-Bueno, me pidió que financiara su investigación sobre unas mutaciones que estaban sucediendo por aquí y por allá, pero que eran casi imperceptibles para alguien que no supiera del tema. Quería sintetizar una vacuna para proteger a los seres humanos de esta, y me dijo que si él no podía hacerlo, lo harías tú sin duda.
La cabeza del peliverde dio vueltas.
¿Su padre ya sabía sobre las mutaciones? ¿Cuánto exactamente? ¿Quién querría, en ese momento, asesinarlo?
¿Acaso la crisis que los había llevado a la actualidad era algo premeditado?
En ese caso, definitivamente no había sido Tsukasa el responsable. Tampoco sospechaba de Hyoga.
-Dime, Senkuu… ¿tus planes de salvar a la humanidad… tienen que ver con esta vacuna?
El aludido no respondió. ¿Qué pasaría si en realidad Ryusui no era quien decía ser? ¿Qué pasaría si estaba del lado de Shishio Tsukasa?
Aunque, en ese caso ¿qué hacía preguntándole algo así?
-Entiendo que no confíes en mí. Sinceramente, me parecería extraño que lo hicieras. Pero creo que hasta ahora no hay puntos en mi contra.
Senkuu reflexionó por unos momentos en el hecho que habían rescatado a Suika, y les habían ofrecido refugio a Kohaku y a él sin siquiera dudarlo. Además, la conversación que Ryusui había tenido con su padre parecía real, y podía explicar muchas cosas, aparte de generar más dudas sobre quién estaba detrás de todo esto.
-Por otro lado, creo que Tsukasa está aliado con Mozu, pero no entiendo por qué. Es algo que quizás Kohaku pueda responder. Mi idea es que quiere deshacerse de ella también.
Sí, era lo más probable. Senkuu lo había pensado ya, y probablemente Kohaku también. Todo lo que había pasado, desde que escapó de su refugio hasta la actualidad, parecían indicarlo. A fin de cuentas, habían hecho bien en escapar.
-Ryusui. -Senkuu habló. -Es verdad que tengo las vacunas, y planeo dárselas a todos. Te digo esto porque hasta ahora, tú, François y Suika son las únicas personas que considero mis aliados además de Kohaku, y estamos aún en mucha desventaja con respecto a Tsukasa y Mozu. Lo único en que podemos creer ahora es que La Montaña es real.
-Lo mismo iba a decir. -el rubio le mostró una sonrisa con todos sus dientes. -Y sobre Kohaku… bueno, quería disculparme. Malinterpreté la situación.
¿De qué estaba hablando ahora? Senkuu arqueó una ceja.
-Es solo que me gustan todas las mujeres. Y Kohaku sin duda es una mujer hermosa. -el rubio continuó.
-No sé qué mierda acabas de asumir, pero la leona y yo solo somos compañeros de viaje. -el peliverde colocó su brazo tras su nuca.
Justo en el momento en que dijo eso, Kohaku apareció por la entrada del búnker.
-Perdón si interrumpo algo, pero necesito hablar con Senkuu. -la rubia le habló a Ryusui, quien le sonrió ampliamente antes de salir por donde ella había entrado.
-¿Cómo salió todo? -el científico fue el primero en preguntar, una vez que Kohaku estuvo frente a él.
-No… no pude decirle a Suika sobre Hanako, pero François me ayudó a distraerla. Creo que podemos confiar en ellos.
-Sí, yo también.
Kohaku sonrió de una manera extraña, sin que esta llegase a sus ojos.
-Y con respecto a Mozu, y habiendo escuchado lo que dijo Ryusui, creo que es factible que quiera deshacerse de mí, y de alguna manera Tsukasa y él se conocieron. Eso explicaría por qué les tendió esa trampa a Ryusui y François.
-¿Qué razón puede tener para deshacerte de ti?
-Soy la única que puede pelear su posición de poder, y siempre nos hemos llevado mal.
-Pensé que solo tenías buenas relaciones dentro de tu colonia…
-Bueno… es sorprendente lo que el rechazo puede cambiar a una persona como él.
Senkuu rio con pesar, recordando fugazmente el momento en que le dijo que no era una buena idea repetir una escena como la de la ducha.
-Bien. Eso quiere decir que hemos hecho bien en escapar.
Kohaku asintió.
-¿Qué hablaste con Ryusui?
Senkuu le contó brevemente sobre su conversación con el heredero de la familia Nanami y la nueva información que escuchó sobre la investigación de su padre. Y tanto como a él, el hecho de que podría haber alguien detrás de la catástrofe pareció afectarle de manera especial.
Kohaku siempre esperaba lo mejor de la gente. Siempre había sido así. Pensar que alguien podría ser responsable de tantas muertes y tanto sufrimiento era casi impensable para ella.
-Con Ryusui hemos conversado sobre seguir caminando hacia La Montaña, pero deberíamos planear alguna estrategia antes para que Tsukasa no nos alcance, si es que no está pisándonos ya los talones. -Senkuu cambió el tema de conversación luego de una larga pausa.
-Me parece bien… -comentó ella. -François me contó que tienen cámaras de seguridad alrededor de este refugio, así que sabían que veníamos veinte minutos antes de que Suika nos encontrara. Eso nos dará ventaja para escapar si es que se acerca.
-Eso es diez billones por ciento emocionante. -Senkuu se llevó una mano a la barbilla, emocionado con la alta tecnología que podría tener su nuevo aliado.
Ya había visto un congelador de alta gama por allí y varios artículos que podrían servirles para espiar y protegerse de sus enemigos.
-Por cierto, Senkuu. -Kohaku usó un tono de voz distinto para llamar su atención. -No podemos dejar que esta estúpida pelea nos distraiga de nuestro objetivo.
-¿De qué pelea hablas? -Senkuu rio, irónico, mientras la leona rodaba los ojos.
Sabía bien de lo que hablaba, y en realidad, tenía toda la razón. Sin embargo, el peliverde prefería no recordar lo que había pasado unos días atrás, a costa de no perder la cabeza cada vez que miraba a Kohaku. Era mejor si quedaba como un simple sueño.
Era mejor que eso nunca hubiese sucedido, y quizás a eso mismo se refería la leona cuando se lo dijo.
Definitivamente, y aunque estar con ella se sintiera como todo lo que estaba bien en la vida, entablar una relación era simplemente contraproducente en plena crisis, con la vida de ambos corriendo peligro.
Senkuu debía seguir con sus prioridades de siempre por ahora y hasta que todo terminara, aunque no hubiera siquiera una fecha de expiración.
