4.HE VENIDO A BUSCARTE
-No te preocupes... –Keiji sonrió con satisfacción.-Cuidaré bien de tu querido Shuichi. Adiós... Eiri Yuki.
-Shu... i... chi...
No aguantaría mas, no podía. Intentó librarse de aquellos brazos que lo retenían, pero Keiji apretaba muy fuerte. Demasiado, tarde o temprano no respiraría o le rompería el cuello. Shuichi... no podía dejar que hiciera daño a Suichi...
BANG!
Un disparo, Keiji dejó de ejercer presión y se apartó bruscamente de Yuki, desapareciendo al instante. Yuki tosió y aspiró aire aliviado, unos segundos más y...
-¿Estas bien?-K le tendió un mano. –Suerte que llevaba mi mágnum encima.
-Si... gracias... –Dijo levantándose.
-¿Quién era ese? Era clavado a ti.
Entonces Yuki se alarmó. ¡Shuichi¡Tenían que encontrar a Shuichi antes que Keiji!
-¡K! –le llamó corriendo fuera de la habitación. -¡Rápido, tenemos que ir a buscar a Shuichi!
-¿Qué...¿Pero que esta pasando? –Preguntó confundido.
-¡No hay tiempo! –Gritó nervioso.- ¡Rapido¡Shuichi esta en peligro!
Shuichi, con la respiración acelerada de tanto correr, se sentó en el suelo agotado. Había logrado escapar de Keiji, pero temía que si se paraba lo encontrara. Aún no podía creer lo que estaba ocurriendo¿fantasmas? Una historia de fantasmas- pensó, aquello era irreal, una pesadilla talvez, pero era evidente que no lo era, sabía perfectamente que estaba despierto y que aquello estaba ocurriendo realmente. ¿Qué podía hacer? Si al menos encontrara a alguien...
Esperó unos momentos para levantarse, y siguió caminando por aquellos interminables pasillos. Llegó a una sala grandiosa, un antiguo y alto reloj marcaba las seis y media, pero esa no era la hora, como si el reloj se hubiese parado hacía ya mucho tiempo, dejando como único recuerdo la hora en que dejó de funcionar.
Shuichi sintió tristeza entonces, pensó en que era como la vida, funcionando siempre, sin ningún problema, hasta que un día, deja de hacerlo, se para, para no volver a funcionar nunca más, quedando en el olvido. Al fin y al cabo, todos estamos destinados a pararnos algún día, y todo lo que fuimos o lo que llegamos a ser ya no tiene importancia alguna. Pensó que ese no era el caso de Soujiro, pues su recuerdo jamás se borraría, permanecería en el corazón de Keiji para siempre, a pesar del daño que eso le causaba.
Felicidad hecha a añicos...
-En el momento en que Soujiro murió, este reloj dejó de funcionar.-Dijo Keiji a sus espaldas.
Shuichi se giró, sobresaltado, y se encontró cara a cara con Keiji. Buscó un lugar por donde escapar, pero la única puerta era por donde había venido, y donde Keiji estaba. Retrocedió un paso.
-¿De que tienes miedo? –Preguntó Keiji tristemente. -¿Por qué me tienes miedo? Yo jamás te haría daño alguno.
Shuichi pensó que quizá tenía razón, al fin y al cabo, Keiji nunca le haría nada a Soujiro, tan solo era un alma en pena condenada por amar.
-Por favor, no te vayas. –Rogó Keiji.
-Oye Keiji... –Shuichi se acercó a el.- De verdad que me gustaría poder ayudarte, ojalá supiera el modo de liberate. Pero yo no soy Soujiro, por mucho que sea su reencarnación, o que me parezca a el. Yo nunca podría estar contigo.
Keiji bajó los ojos –Lo entiendo... yo... te prometo que te dejaré en paz, ya no te seguiré ni te pediré nada. Solo... solo te pido que estés un rato conmigo... tan solo...
-Claro.-Sonrió Shuichi con ternura.
Fueron hacia las ventanas, y miraron el paisaje neblinoso. Shuichi miró a Keiji de arriba abajo. Se dio cuenta de que su aspecto era bastante débil, su cuerpo era delgado y estaba muy pálido, su rostro, mostraba la tristeza y la soledad que había tenido que soportar durante siglos. Un alma cansada. No más.
-¿Sabes? Cuando Soujiro murió, me sentí el ser más desgraciado del mundo, y el más ruin. Le abandoné, a su suerte, dejando que se consumiera en el dolor. Y además, no pude salvarlo, llegué tarde, como siempre. –Apoyó la cabeza en el vidrio, y los mechones de pelo rubio tapaban sus ojos dorados.- tiene gracia... Soujiro siempre me reprochaba que era incapaz de llegar puntual a ningún sitio... Supongo que nunca me perdonó que llegase tarde a salvarlo...
-¡No debes decir eso¡Yo creo que Soujiro también te quería más que a nada¡estoy seguro que el jamás te odió! Tu no tuviste la culpa de nada...-Los ojos de Shuichi se llenaron de lagrimas.-No digas cosas tan tristes...
Keiji le miró, sorprendido, y con una tierna sonrisa le seco gentilmente la lágrimas.-¿Sabes que te pareces mucho a Soujiro? En carácter digo... El también era como tú, inocente y muy buena persona.- rió.-Solía llorar por los demás, y las cosas tristes, aunque no tuvieran nada que ver con el, le entristecían mucho. Cuando estoy contigo, es como si volviera a estar con el, mucho tiempo atrás...
-Debes haber sufrido mucho... – Dijo Shuichi tristemente. –No sabes como me gustaría poder ayudarte...
-Bueno de hecho...-Pero no pudo acabar, pues el estomago de Shuichi emitió un sonoro gruñido, que dejó bastante claro como se sentía su dueño.
-Jeje... perdona... es que desde ayer que no como nada... –Dijo algo ruborizado.
Keiji rió, definitivamente Shuichi y Soujiro eran exactamente iguales, por un momento, olvidó su situación, olvidó sus malos sentimientos, y olvido que Soujiro hacía mucho tiempo que había muerto. Tan solo por unos momentos, regresó a esos días que habían pasado tan felices.
-Ven. –Le cogió la mano todavía riendo. –Anda ven que eres incorregible ¿eh?
-Si, lo siento. –Dijo Shuichi también riendo.
Fueron a un extremo de la sala, y Keiji abrió un armario que había, y buscó en el interior. –Lo siento.- Le dijo cuando volvió con un vaso en la mano. –Pero no hay comida, tan solo puedo ofrecete un vaso de vino.
-Bueno no importa.- Cogió el vaso. –De todos modos también tengo sed.
Keiji le observó, con el vino envenenado en sus manos. Solo tenía que beber, con solo esa acción, se liberaría. Un sentimiento extraño invadió su cuerpo. Siglos y siglos, sin parar de sufrir ni un momento. Solo. Siempre solo. Esperando, eternamente. Por fin... después de tanto tiempo... su corazón podría descansar... junto al de Soujiro.
Shuichi se llevó el vaso a sus labios...
-¡Shuichii! –Gritaba Yuki desesperado.
-¡Maldición¡Si lo que me has contado es cierto mas nos vale darnos prisa! –Corría K a su lado.
Pararon, unos segundos para recuperar aliento. –Oye...- Dijo K a Yuki.-Si seguimos así no lograremos nada... ¿Qué tal si nos separamos?
-Es una buena idea, yo iré por allí. –y se dispuso a ponerse en camino.
-¡Ey!- Yuki se giró interrogante.- Toma, -Le dijo K mientras le daba su querida mágnum.–Por si acaso...
-¿Me la das?- dijo sorprendido.
-No me es fácil, la verdad. Pero me da la sensación de que serás tu el que encuentre a Shuichi, y ese tío a intentado matarte... – Su expresión pasó a una de enfado. -¡Ni se te ocurra romperla, perderla, tirarla... etc. ¿OK?
-Si. No te preocupes.-respondió Yuki mirando la pistola. –Bueno, hemos perdido mucho tiempo.-¡adios!- y se puso a correr.
-Date prisa, Eiri Yuki. – dijo K con preocupación. Y se puso a correr en la dirección contraria.
Corrió. Corrió con todas sus fuerzas, cuando, vio una imagen que le dejó petrificado, Keiji, que observaba a Shuichi, que tenía un vaso de vino en sus labios.
-¡NO, NO LO HAGAS! –Gritó con todas sus fuerzas Yuki, al ver a Shuichi con el vaso.
Shuichi lo miró. -¿Yuki? –Abrió los ojos con felicidad. -¡Yukiiiiii! – Y ya estaba abrazándolo con fuerza.
-Shuichi...-Yuki suspiró aliviado mientras le acariciaba la cabeza. –Gracias a dios que estas bien...
-¿Eh¿Por qué dices eso? –Preguntó confundido.
Alejate de el...
Yuki y Shuichi miraron a Keiji, que su expresión mostraba una furia incontenible.
-¿Keiji? –Dijo Shuichi sin comprender nada.
Alejate de el...
-Shuichi, ten cuidado. –Le dijo Yuki. –Te ha engañado, ha intentado matarme¡Y quiere matarte a ti ahora!
¡ALEJATE DE EL!
Un gran viento los tiró al suelo. Keiji se acercaba a ellos, con pasos lentos y el rostro tapado por el pelo.
-¡Shuichi! – dijo Yuki, levantándose. -¡Corre, vete!
-¡Pero que dices! –Replicó poniéndose en pie el también. – ¡Jamás te dejaré aquí!
Keiji seguía acercándose, cada vez más cerca de ellos. Yuki le disparó, pero a pesar de que su camisa se manchaba de sangre, la herida se volvía cerrar. Disparó otra vez, pero de nada servía. Keiji se paró delante suyo, y le arrancó la pistola de las manos.
-Maldito... casi lo consigo. –Le dijo apuntándole. –Pero tenías que aparecer tu... no eres más que un obstáculo...- Puso el dedo en el gatillo.
-¡NOOO!- Gritó Shuichi, poniéndose en frente de Yuki.
Un segundo, tan solo un segundo, y hubiese disparado. Pero no lo hizo, algo le impulsó a no hacerlo. No podía, no podía matarlo. No otra vez.
Cayó al suelo de rodillas, soltando la pistola. Se dio cuenta que jamás lo lograría. Al fin lo comprendió, Soujiro nunca vendría a buscarlo. Nunca. Se sentía incapaz de llevárselo por la fuerza, porque el ahora amaba a otro. Estaba dispuesto a morir por otro, no por el.
-No pensé que serías capaz de hacerlo. – le dijo Shuichi, enojado. – Ya te lo he dicho. ¡Yo no soy Soujiro¡Yo amo a Yuki!
Las lágrimas rodaban por las mejillas de Keiji, y las palabras de Shuichi le llegaron claramente.
-Marchaos. –dijo.
-¿Qué? –Preguntó Yuki sorprendido.
-He dicho que os vayáis. Por favor...-apoyó su cara sobre las manos. –Por favor... no sigáis atormentándome así... al fin lo he comprendido... marchaos... y no volváis jamás...
-Keiji... –Shuichi lo miró con compasión y tristeza. Miró a Yuki, que le respondió con la mirada. En el fondo sentían pena por el. Ellos no eran capaces de comprender lo mucho que debía de haber sufrido Keiji. Y también entendieron, que seguiría haciéndolo, para siempre.
-Yo... yo... – decía Keiji desolado. –Yo no quería... yo... yo no he hecho nada malo... yo solo... solo quería descansar en paz... me daba igual como... tan solo... tan solo quería volver a verlo... tenerlo... entre mis brazos una vez mas... ver esa sonrisa... su voz... – Las lágrimas mojaban su rostro, cayendo en abundancia. Se abrazó a si mismo, mirando al techo. –Soujiro... ojalá... ojalá no nos hubiésemos conocido nuca... ni tu ni yo habríamos tenido que sufrir de la manera que lo hicimos... ni de la que lo estoy haciendo... –Se miró las manos. –¿En que me he convertido? Un ser ruin, un monstruo... por favor... Soujiro... ven a buscarme... esto ya no... esto ya nooo... –su cara entre sus piernas...
Shuichi y Yuki, enfrente suyo, sin saber que hacer o que decir para poder calmar el dolor de su alma y de su corazón¿Qué podían hacer? Nada. Nada ni nadie podía ayudarlo, solo Soujiro. Pero Soujiro ya no existía, no podía.
Shuichi lloraba también, era insoportable para el ver sufrir de esa manera a alguien, ver como moría en la muerte, como deseaba acabar con todo sin poder hacerlo, y no poder hacer nada. Deseó fuertemente ayudarlo, hacer algo. No podía marcharse de allí, dejarlo solo, sabiendo todo lo que sabía. Ese deseo se hizo muy grande, que inundó su corazón. De repente sintió algo.
Keiji lloraba, no podía dejar de hacerlo. Y sabía que no lo dejaría de hacer jamás. Cuando, unas cálidas manos acariciaron su rostro, levantó la vista, Shuichi, le miraba, su expresión, era diferente a todas las que había visto en el.
- Keiji...
Abrió mucho los ojos enrojecidos. No, aquel no era Shuichi. Shuichi se encontraba más atrás, con Yuki, mirándolo muy sorprendido.
-Keiji... – Repitió.
-So… ¿Soujiro…? - Dijeron sus labios sin creerlo. No era posible.
-Tranquilo... ya ha pasado todo... – se arrodilló enfrente suyo. Con la mirada que Keiji tanto había deseado volver a ver. –Estoy aquí... he venido a buscarte...
Keiji lo abrazó, sintiendo el calor del cuerpo de Soujiro, como lo había sentido muchísimo tiempo atrás, sabiendo que no era un sueño, llorando abiertamente, liberándose de todos aquellos sentimientos de desesperación y de angustia que llenaban su corazón desde hacía siglos, llorando de alivio infinito, y de felicidad.
-Estoy aquí... –Repitió, para convencerlo de que era real. –Amor mío... lo siento tanto... has debido de sufrir tantísimo por mi culpa... –Le acarició el pelo. -¿Serás capaz de perdonarme?
-No digas eso. –Dijo Keiji levantando la cara todavía llorando. –fue culpa mía, por llegar tarde, por abandonarte.
-No te culpes. Tu no hiciste nada malo. Pero el pasado ya no importa ahora, por que al fin podemos volver a estar juntos, y esta vez ya no nos separaremos.
Shuichi y Yuki, algo apartados, decidieron no intervenir en tal emotivo reencuentro, supieron que, al fin, Keiji podría descansar en paz.
-Perdoname por no venir a buscarte. –Le dijo Soujiro abrazándolo.- Te prometo que jamás te olvidé, ni un momento dejé de pensar en ti. Pero no podía venir a buscarte. –Se giró mirando a Shuichi. –Durante todo este tiempo he estado viviendo en tu cuerpo. Pero no podía salir de el. En el momento en que deseaste con todas tus fuerzas ayudar a Keiji fue cuando me dejaste salir, te lo agradezco, Shuichi.
-¿Pero como es posible? –Preguntó Keiji, mientras Soujiro y el se levantaban. -¿Cómo puede ser que siga vivo si su alma a salido de su cuerpo? y ahora me doy cuenta de que es imposible que Yuki...
-El caso es, que no somos sus almas.
Todos abrieron lo ojos muy sorprendidos.
-¿No sois nuestras almas? –Preguntó Yuki. -¿Entonces que sois?
-Tan solo un recuerdo. –Soujiro miro a Keiji. – Tu y yo somos un recuerdo, guardado para siempre en el fondo del corazón. Nuestras almas se fueron, pero tu recuerdo quedó aquí encerrado, y el mío, que no sabía que tu volviste, se fue. Somos la otra vida de ellos, y nuestros recuerdos deberían de haberse borrado, pero, -Le sonrió. –nos amábamos tanto que fuimos incapaces de olvidarnos, y quedamos condenados en el mundo terrenal. Cuando alguien muere, su alma vuelve a vivir, reencarnándose, pero eso no significa que el cielo no exista Keiji, son los recuerdos los que se marchan, para descansar, y al fin nosotros podremos hacerlo, siempre juntos, para no separarnos nunca.
CRASH.
El sonido de un cristal que se rompe resonó en la habitación. Se giraron. Shuichi había soltado el vaso que aun llevaba en la mano, y el vino se extendía por el suelo.
-¡Shuichi! –Gritaba Yuki con Shuichi entre sus brazos. -¡Shuichi que te ocurre?
-¿Qué pasa? –Preguntaron preocupados Soujiro y Keiji, que se agacharon enfrente de Yuki y Shuichi, que temblaba.
-Yu... Yuki...-un hilillo de saliva cayó de su boca.
-No... no me digas que... –Dijo alarmado Keiji -¡Shuichi¿¡llegaste a beber el vino?
Pero Shuichi se retorcía de dolor, y su cuerpo, sacudido por los escalofríos no paraba de temblar.
-¡Shuichi Shuichi! –los ojos de Yuki se llenaron de lágrimas- ¡Por favor Shuichi! No... no te vayas... ¡Por favor no me dejes!
- Yuki... te... tengo frío... abrazame...-Sus ojos empezaron a oscurecerse.
Yuki abrazó fuertemente a Shuichi, mientras las lágrimas mojaban sus mejillas. –Shuichi... vamos... vas a estar bien...
-Yuki... –Su mano cayó al piso, y Yuki notó como el corazón de Shuichi se paraba.
-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
¿Para qué seguir?
continuará...
Buenooo espero que les haya gustado, ohh... por fin Soujiro y Keiji se han reencontrado... pero cuando parecía que ya todo iba a salir bien... ¡resulta que Shuichi si que había bebido! Ojo, no piensen que ya se ha acabado, porque aun queda el final! Nos vemos en el próximo capítulo! Espero sus reviews!
