Título: EL AMOR TAL VEZ
Autor: Clumsykitty
Género: Yaoi con toques de aventura y otras incoherencias, producto de la falta de azúcar.
Parejas: Las que se dejen –no es mi culpa si no quieren estar juntos-.
Disclaimers: ni modo, Yu Gi Oh no es mío u.u
Feedback: Lo agradeceré eternamente.
Nota clumsykitty: Muchas gracias por sus reviews, gracias, gracias, gracias…
Este capítulo está dedicado especialmente para mi hadita mágica que revolotea en mi vida, haciéndome sentir grande a pesar de ser tan débil…
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I don't have plans and schemes
And I don't have hopes and dreams
I don't have anything
Since I don´t have you.
And I don't have fond desires
And I don't have happy hours
I don't have anything
Since I don't have you.
... Since I don't have you, Guns N' Roses.
La razón nos engaña; la conciencia, jamás.
... Jean Jacques.
CAPITULO 13. MANTO DE ESTRELLAS.
-Entonces, Yugi, ¿Atemu aún vive con Kaiba? Eso sí es masoquismo.
-No precisamente, Mai –contestó Yugi, pensativo- el Faraón es parte de la familia Kaiba y está asegurándose de que Seto se haya reestablecido por completo. Supongo que ahora como las cosas han quedado claras, su lazo de amistad se ha fortalecido.
-¡Vaya! Desde que estuve en el Reino de las Sombras, esto es lo más bizarro que he oído en mi vida –comentó Mai, abriendo una caja con vasos- ¿Y cómo están las cosas con Joey?
-Es extraño. Joey y Kaiba parecen pelear cada vez que se ven…
-Ahí no hay nada raro.
-Pero ellos se amaban profundamente y ahora todo me hace pensar que se odian. Realmente no sé cual es su situación, yo únicamente deseo que sean muy felices…
-¿Y cuál es tu situación con el Faraón, Yugi? –Mai abrió otra caja.
-¿Mi situación?
-Sí, vamos. ¿No hay nada entre ustedes?
-Bueno… -Yugi se sonrojó- … somos amigos…
-No, Yugi. A mí me contaron que te paraste frente al mismísimo Anubis para salvar a Atemu de la muerte. ¿No me digas que solo eso pasó?
-No he tenido oportunidad de hablar con Yami…
-¿Qué, ¿Le salvaste el cuero y no han "hablado"?
-Verás, es que Yami se ha dedicado a compensar a Kaiba por todo lo que le causó, además de su enfermedad…
-¿Cómo? ¿Está pegado a Kaiba y no a ti? ¿Qué les pasa a ustedes?
-Kaiba aún necesita de Yami…
-Momentito, ¿qué para eso no está Joey?
-No lo sé, Mai.
-Déjame decirte algo, ese Kaiba es toda una joyita; tiene a Joey y Atemu en cada mano y Pegasus y Siegfried persiguiéndole. Maldito engreído.
Yugi miró perturbado a su amiga.
-Pero… ¿eso no… es decir…
-No has estado siguiendo los chismes del momento, Yugi. Como ya se todo mundo se enteró del divorcio de Atemu y Kaiba, tanto Pegasus como Siegfried se han autonombrado los nuevos romances del geniecito ése.
-Joey no me ha hablado al respecto…
-Sabes bien que es un ingenuo para esas cosas, sino es que es el último en enterarse –Mai cerró ambas cajas para depositarlas junto a las demás.
Yugi se quedó meditando lo que le había dicho la rubia. Ahora le quedaba claro porque el Faraón seguía de cerca al ojiazul.
/No quiere que se le acerquen. Aguarda por Joey/
Mai, por su parte, escondía su sonrisa de complicidad. Parte del plan de Serenity y ella consistía en darles una oportunidad al Faraón y a Yugi , aprovechando la fiesta como mero pretexto para que Joey por fin se las arreglara con Seto.
-Aunque yo creo que cada uno tiene lo que merece –comentó por casualidad Mai- Atemu fue un maldito que ahora paga estando con otro, ¿no lo crees, Yugi?
-Yami ni es ningún maldito, Mai –replicó al instante el chico- Siempre ha protegido a sus amigos a cualquier costo. Admito que se equivocó con respecto a Kaiba, pero su corazón solo tiene buenas intenciones.
-Y el camino al Infierno está pavimentado con ellas, guapo.
Yugi no supo que contestar.
-El no es así… -defendió débilmente.
-Bueno, pero, ¿vamos a hablar de muertos vueltos a la vida o de la fiesta de Joey?
-Está bien –admitió Yugi con una sonrisa- Tea me confirmó si asistencia, y de paso va a presentarnos a su novio…
-¡Wow! ¿Quién es el suertudo?
-Un bailarín de su propia compañía… no recuerdo su nombre, pero es ruso.
-¡Excelente! ¿Y Tristán? –la sonrisa maliciosa de Mai se unió a la pregunta.
-Sé a lo que te refieres. Sólo de saber que Serenity llegó, Tristán no ha dejado de pulir todas sus motos y lavar TODA su ropa…
Se miraron un poco antes de reír abiertamente. Yugi volvió a mirar su libreta donde llevaba anotado a los principales invitados a la fiesta de disfraces.
-Ryou aceptó venir… con Bakura, claro.
Mai sacó su lengua.
-Eso también es masoquismo y del bueno.
-Marik, Ishizu y Odión también asistirán…
-¿Aún no se han ido? No estoy reclamando nada, pero tenía enterado que se habían marchado a Egipto.
-Estuvieron a punto, pero Yami les pidió que se quedaran para la fiesta de Joey; y me parece que están ayudándole con un proyecto foráneo.
-¿En serio? Vaya con ellos, ¿quién más?
-Joey me dio una lista –Yugi tomó una pequeña hoja suelta- Su representante, Mike y su hijo Rupert. Angie y Sniffle…
-¿Quién es Sniffle?
-Oh, el perro de Angie.
La expresión de Mai era de completo asombro.
-¿Un… perro? –preguntó levantando una ceja.
Yugi se encogió de hombros. La rubia sacudió su cabeza.
-Su hermana Serenity que está tratando de convencer a su mamá…
-Bien.
-Emm… sus amigos de viajes: Otto, Hernando y Sabrina…
-Los conozco.
-Son todos.
-Bien, yo tengo otra lista –Mai sacó su celular para buscar los nombres guardados- Mi Duke, por supuesto, Mokuba y su novia Samantha. Yugi y Solomon…
-Lo olvidaba –sonrió Yugi.
-El par de machos de Atemu y Kaiba, el Doctor Hopkins y su nieta Rebeca y mi linda personita. Serían todos ellos, más los que vaya a invitar Serenity de extra… espero que Bakura no vaya a hacer de las suyas, me contaron de la fiesta de Año Nuevo con los Kaiba…
-Un poco más y llaman a la ambulancia, pobre Wilson.
-Rezaré con todas mis fuerzas… ¿Falta alguien?
-¡Oh, sí lo olvidaba! –Yugi sacó de sus jeans otro papel- Joey me pidió que de favor anotara también a Sonya Foucault, Matt y Lucy Sinclair…
-Siento que me perdí una parte importante de la conversación…
-Joey los conoce, o eso me dijo, Sonya y Matt son "amigos" de Kaiba en la Universidad; y Lucy… no sé… algo de un favor para Angie…
-Insisto, esto es lo más bizarro que he oído…
Volvieron a reír un rato hasta que Mai respingó al escuchar el timbre de su celular. Miró atenta a la pantalla de su teléfono.
-Es mi Duke, espera Yugi –dijo contestando la llamada- ¡Hola, amor! sí, yo también te amo y te extraño, guapo… ¿Qué?... ¿Estás seguro?... ¿Y quién lo invitó?... Pues yo no haría eso… ¡Claro que no!... Espera un segundo, déjame pensarlo… -Mai bajó el teléfono para mirar a Yugi, mordiéndose un labio- Bueno, Pegasus ya está aquí, ¿no, Yugi?
-Sí, vino a visitar a mi abuelito hace un par de días, ¿Por qué?
-Mmm, imagino cual es su intención… -puso el celular en su oído-… Solo dile que no es bienvenido, de todos modos vendrá… sí, amor… yo también, cariño… bye.
-¿Qué te dijo, Duke?
-Nada que valga la pena. Bueno, tengo que irme –la rubia se levantó- Tengo que revisar unas cosas para coordinarme con mi Duke y tener todo listo.
-Creo que planeas hacer una gran fiesta, Mai.
-Joey lo vale.
-Estoy de acuerdo.
-¿Qué disfraz vas a usar?
-Uh… no lo sé… aún –respondió Yugi, sonrojándose don fuerza.
-Oh, no; ya picaste mi curiosidad, dime.
-El abuelo va a vestirse de samurai…
-No te pregunté por él, Yugi –replicó Mai con las manos en las caderas.
-Esto… yo… creo…
-Yugi…
-… voyaserkuribo… -contestó aprisa éste.
-¿Un qué?
-… kuribo…
Mai se echó a reír con ganas, mientras Yugi se ruborizaba aún más ante las carcajadas de la rubia que no menguaron sino hasta después de largo rato.
-Lo siento, chico, es que debí suponerlo. Siempre te gustó esa cosa.
-Es una carta, Mai, no una cosa.
-Como sea, bueno… mi Duke y yo vamos a ser una pareja de comanches, ¿qué tal?
-Debí imaginarlo.
-¡Hey! ¿Qué insinúas? Pero a que no sabes que va a ponerse Joey.
-¿Uh? ¿Qué?
-Una copia de cierto disfraz de perro del cual tú has de recordar muy bien…
Los ya grandes ojos de Yugi se abrieron aún más al recordar ese traje. El mismo que Duke obligó a Joey a usar cuando perdió su duelo ante él.
-¿Estás bromeando, verdad?
-No.
-Cielos… -exclamó Yugi, perplejo.
-Ahora sí tengo que irme, guapo, nos vemos luego –se despidió Mai con un beso al aire.
-Luego nos vemos, Mai.
Yugi se quedó pensativo en su puerta; no podía creer que Joey fuera a usar un disfraz así, ¿con qué objeto? Pero su mente voló rápido hasta la figura del Faraón. ¿Cómo se vestiría? Las mejillas de Yugi se incendiaron al imaginar el cuerpo de Atemu. Meneando la cabeza, cerró la puerta. Aún le quedaba hablar con él para tener una oportunidad con el gran Faraón.
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Seto me creía lo que estaba viendo. Mokuba solo destapaba cajas y más cajas en su cama de los llamados disfraces. Tomando en cuenta que lo único que hizo en la tienda fue que le tomaran medidas, no imaginaba lo que su tierno hermanito planeaba. El pelinegro había escogido para sí mismo un atuendo de caballero templario y así hacer juego con el disfraz de princesa medieval que su novia Sam llevaría.
Pero lo que más sorprendía al ojiazul era su propio disfraz, elegido por Mokuba. Solo eran tiras de tela con adornos y joyería de fantasía estilo egipcio. Por más que su mente se esforzaba no entendía cual era la relación de esos harapos con unas orejas y cola de gato. Temía que la influencia de Angie hubiera intoxicado el hiperactivo cerebro de su hermanito.
-¿Puedo preguntar como voy a ponerme "esto"? –inquirió Seto, levantando con un dedo una de las telas.
-Oh, hermano, ¡qué falta de imaginación! Vamos aprobártelo para que veas.
Aunque se hubiera negado, Seto sabía que Mokuba lo manipularía para aceptar con sus ojos de cachorro. El adolescente le quitó toda su ropa y lo dejó solo con el bóxer. Tomó una tela blanca que resultó ser muy suave cuando la enredó alrededor de su cadera; a continuación tomó otra larga tira transparente de color arena que dispuso de la misma forma y las aseguró con un grueso cinturón tallado del cual colgaba la peluda cola de gato de la parte trasera y un juego de delgadas tiras perladas del frente. Después, tomó el trozo color púrpura y lo enredó alrededor de su pecho para colocarle un pectoral.
Como un prestidigitador experto, Mokuba terminó de colocar la gargantilla, brazaletes, aretes, muñequeras, sandalias y anillos en los brazos de Seto. Para terminar, le colocó las orejas de gato entre sus mechones. El chico se detuvo frente a su hermano, observándolo con una sonrisa traviesa de pies a cabeza.
-Bueno, Mokuba, ¿y qué demonios soy?
-¡Cuánta ignorancia! ¿Pues no te ves? Eres un discípulo de Bastet, mírate.
Kaiba se dio vuelta para observarse en el espejo, un tímido rubor apareció en sus mejillas al verse vestido de esa manera, las orejas le daban un aire juguetón pero la tela se veía más bien provocativa.
-Para la fiesta debes verte más felino, no sé… algo haremos para que te veas como los gatos egipcios.
-Oye, Moki, ¿no te parece que debo usar un pantalón debajo? –preguntó el ojiazul al notar el gran vuelo del faldón.
-Nop. De hecho, tienes que cambiar este bóxer por otra cosa, hermano; y estoy siendo considerado. Los antiguos egipcios no usaban nada debajo y lo sabes.
El rubor se volvió más carmesí al tiempo que Seto miraba por el espejo a su hermano menor.
Había criado un monstruo.
-No voy a ir vestido así.
-Entonces el mundo te conocerá desnudo –declaró con malicia Mokuba.
-Tú… pero tampoco tengo que exponerme de esta manera en la calle.
-Bueno, no. Por eso solicité una túnica, ¿ves? –el adolescente sacó de otra caja una larga tela blanca con bordes dorados con la que envolvió a su hermano- Así te guardaremos tu disfraz hasta que Joey te vea.
-Pero…
-¿Por favor? –ojos de cachorro, Mokuba Marca Registrada, se presentaron.
Seto suspiró. No cabía duda, había criado un monstruo.
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-Te ves estupendo, Atemu –exclamó feliz, Mokuba.
El Faraón se contemplaba antes el espejo. El chico había insistido en vestirlo como un vampiro gótico. El término que el tricolor tenía en mente no se ajustaba a su reflejo. Pantalón negro ajustado, cadenas plateadas y hebillas en cuello, antebrazos, muñecas, cintura, muslos y tobillos. Una camiseta sin mangas de malla negra pegada como una segunda piel a su torso y un largo chaquetón de cuero, completaban su atuendo.
-No me siento muy cómodo en esto –dijo Atemu, tratando de que el cuero no se ajustara tanto a su piel- me siento… algo… raro…
-Si vas a vivir en esta época, Faraón, tienes que acoplarte a la moda.
-No he visto en la calle a alguien vestido así.
-No sales mucho, Atemu.
-Moki…
-Recuerda que aún tienes que alborotar más tus cabellos… de eso me encargo yo…oh, y pintura…
La puerta se abrió para dejar pasar a Seto, quien se quedó inmóvil al ver al Faraón vestido así, recibiendo una misma mirara de parte de Atemu, el cual creía ver a Seth de nuevo…
Salvo las orejas y cola de gato, por supuesto.
-¿Vas a vestirte así? –se preguntaron ambos al mismo tiempo.
-Te ves muy bien, Seto –el Faraón no pudo evitar recorrer con la mirada al ojiazul, haciéndole sonrojar de nuevo.
-Sí, gracias, tú también, Atemu –Kaiba se volvió a Mokuba- ¿Por qué soy el único con poca ropa?
-Egipcio, hermano, estilo egipcio. Anda, Atemu dile, ¿no se vestían así?
-Tu hermanito tiene razón. De hecho, durante los festejos a Isis, Seth…
-Yo creo que eso está de más… -le cortó el castaño, entrando a la recámara- Esta fiesta es una completa pérdida de tiempo.
-Eso dices tú porque no está anunciado tu nombre en ella –se burló el chico.
-¡WAF! ¡WAF! ¡WAF!
Sniffle entró corriendo a la habitación del Faraón, buscando a Mokuba. Al ver al par disfrazados, se sentó un momento, ladeando su cabeza a ambos costados antes de caminar de nuevo, esta vez hacia Seto con su cola latigueando feliz y con una amenazante lengua babeante colgando de su hocico abierto.
-¡Mokuba, sácalo de aquí! –ordenó el ojiazul retrocediendo sabiamente ante el can.
-¿Cuál es tu problema, hermano? A Sniffle le gustas…
-¿De verdad? –Atemu se giró hacia el chico.
-¡AF!
-¡Mokuba! –Sniffle brincó pata abrazar a Kaiba pero éste lo esquivó, ocultándose tras el Faraón- ¡Voy a matarlo, lo juro!
-Creo que no sólo tengo que cuidarte de Pegasus y Siegfried, Seto; sino también de este perro… -le murmuró divertido el tricolor.
Tanto Atemu como Sniffle se miraron un momento. El Faraón se quitó de improviso del camino para permitirle al collie saltar sobre Kaiba y tumbarlo sobre la cama del tricolor, atacándolo con largas, repetidas y muy húmedos lametones; dejando caer su peso sobre el ojiazul que solo atinaba a revolverse tratando de no terminar completamente ensalivado.
Mokuba y Atemu se carcajearon ante la escena, mientras que Seto los amenazaba cada vez que podía con desollarlos, correrlos de la mansión o colgarlos del poste más alto de Ciudad Domino. El pelinegro se tumbó al suelo con lágrimas en los ojos. Sniffle tenía a su merced a su hermano mayor.
-¡¿Quién… lo… diría!... ¡Seto Kaiba… atacado… por un collie… enamorado de él! –el adolescente pataleó el suelo, riendo sonoramente.
-¡Uf. Af. Uf. Uf!
-¡Déjame en paz! –le gritó Kaiba. Una lengua recorrió su rostro- ¡Mokuba! ¡Quítamelo de encima!
-¿Es que no puedes hacerlo tú, Seto? –rió Atemu.
-Af. Af. Urf.
-¡Maldito perro!
-¿Af?
-Vamos, Sniffle –Mokuba se sentó y palmeó el piso- Ven aquí.
El can saltó de Seto para correr hacia el adolescente. Después de acariciar su cabeza. Mokuba se puso de pie para salir con el perro.
-Bien hecho, chico, pero mi hermano ya tiene otro perro por dueño… -le murmuró mientras salían.
-Arf. Arf. Uf. ¿Uf?
Atemu alcanzó a escucharlo y se quedó pensativo antes de ayudar al castaño a sentarse un tanto aturdido por los juegos del collie.
-¿Te encuentras bien?
-Ese perro tiene los días contados –balbuceó Kaiba contemplando sus brazos y manos llenos de saliva canina, al igual que su rostro y cabello.
-Concuerdo con Mokuba en que no es el único perro que te adora –el tricolor le pasó un pañuelo para limpiarse.
El ojiazul se quedó quieto un momento.
-Ya no sé que hacer, Atemu –dijo, mientras se limpiaba- No encuentro la manera para no terminar herido o hiriéndolo cada vez que nos vemos.
-¿Qué sucede con Joey?
-No parece olvidar lo del Parque…
-¿Será porque aún te lastima ese hecho?
-Claro que no.
-Seto, acéptalo. Ese es el problema, tienes todavía pena por lo que pasó y eso lo percibe claramente Joey.
-No le guardo ya ningún rencor.
-No es rencor, es decepción… y miedo.
La mirada de Kaiba se plantó en el piso. Atemu se sentó a su lado.
-Sé que estás desesperado por hacer reaccionar a Joey, por su amor; pero recuerda que é no tiene tu fuerza de voluntad para seguir avanzando. Él necesita de mucho apoyo para armarse de valor. Es una paradoja, pero la fuente de su amor es la misma que la de su dolor.
-El me había dicho que de ser posible, regresaría el tiempo con tal de borrar el dolor de aquél encuentro… pero eso es imposible… además, a mí me gustaría volver a tener al Joey que regresó a recuperar mi cariño, que no temía enfrentarte con tal de salvarme…
-Yo también quisiera verlo de vuelta.
-Somos un caso perdido. Los dos no podemos estar con quien amamos, aunque tú lo haces voluntariamente.
-No quiero hablar de eso.
-¿Por qué no? Me lo debes. Joey sigue celoso de tu presencia a mi lado.
-Puedo irme si eso te ayuda…
-No cambies el tema, Atemu –Seto le miró- Yo no sé que te detiene para ir con Yugi.
-Lo mismo que detiene a Joey para estar contigo…
El castaño terminó de limpiarse en silencio. El Faraón notó que sus párpados se estremecieron y posó un brazo alrededor del ojiazul.
-Perdóname, Seto. Mucho de esto es mi culpa.
-Tú no pusiste a Joey en el Parque –la voz de Seto temblaba- Ni le cerraste la boca para no decirme la verdad… Yo sé lo que siente por mí, pero me duele que dude así de nosotros, como si esto no fuera lo correcto. No es así, pero él no lo acepta. Me duele que se considere tan poca cosa, que se lastima una y otra vez, que no me permita ayudarle. Y sí, tengo miedo, siento que se me escapa de las manos, no sé lo que hay que cambiar…
-El quiso darte lo mejor de si para salvarte, tan solo fue que las cosas no sucedieron como él lo esperaba. Jamás deseó hacerte pasar por esta decepción doble.
-A veces me parece como si me pusiera en las manos de aquellos idiotas de Pegasus y Siegfried para hacerme feliz. Eso me lastima, que se deje vencer tan fácil, sin confiar en mí. Como lo hizo mientras estuve en el hospital. Incluso tú lo llamaste a mi lado y no contestó. De no ser por ti, quien sabe que me hubiera ocurrido, y Pegasus estaría en la puerta de la mansión. ¿Cómo puedo hacerles entender que Joey es mi pareja si él no está a mi lado?
El Faraón meditó un momento antes de hablar.
-No te preocupes, mantendré a raya a esos dos. Te lo prometí, ¿no es así? Yo pelearía contra el mundo para que tú fueses feliz. Déjame a cargo de esto y solo enfócate en Joey –el tricolor buscó sus ojos húmedos- Tampoco tú te des por vencido. Yo sujetaré el muro por ti. Nadie va a molestarte.
-Extraño como Joey solía ser protegerme de esa manera. Lo extraño.
-Pronto, Seto. Pronto volverá, no desistas. No es por veredas planas que se sube a las alturas.
Seto recostó su cabeza en su hombro.
-¿No podrías usar…?
-No –le detuvo Atemu- Así no. La desesperación no funcionará.
-Ya lo intenté todo…
-Trata con lo imposible.
-Me fastidia que me hables así.
-Bueno, al menos te evité las lágrimas –el tricolor levantó su rostro con gentileza, sonriéndole- Ya no quiero verte triste… y lleno de saliva de Sniffle.
-Ese perro va a conocer el Infierno.
-Te quiere bien, deberías comprárselo a Angie.
-¡¿QUÉ!
-Era una sugerencia…
-Lo que voy a hacer es regresarlo hasta su perrera en Chicago, con suerte el avión se estrelle…
-Seto…
-Tengo que darme un baño, no resisto esta baba –dijo el castaño, poniéndose de pie- Créeme, Atemu, Yugi te va saltar encima cuando te vea así.
-Tal vez –replicó aquél con un sonrojo.
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Bakura levantó su cimitarra del suelo, limpiando el sudor de su frente con su brazo. Algunos mechones blancos salían ya de su coleta enmarañada. Sacudió el polvo de su jeans sin dejar de observar al Faraón a metros de distancia de él, con una cimitarra igual a la suya sujeta en una mano.
-Eso estuvo cerca, Faraón.
-Fue tu idea de pelear con espadas de verdad.
-Bueno, vale la pena, ¿no? Las espadas del gran Ramsés II, ése sí era un faraón.
-Recuerda que si gano me las devolverás, Bakura. Hemos estado en líos en el Museo por tu culpa.
-Oh, cuanto lo lamento, señor Faraón. Pero esta pelea aún no termina…
Un nuevo encuentro de cimitarras, Bakura deslizó la suya sobre la otra hoja al tiempo que se giraba para tratar de cortar el hombro de Atemu; pero éste previno su movimiento y se agachó a tiempo, lanzando una estocada a las piernas del Ladrón de Tumbas quien con una pirueta improvisada retrocedió, salvándose del ataque.
-Eso también estuvo cerca…
-Esta arma es mi especialidad… -comentó el tricolor, admirando la espada.
El Faraón la lanzó a Bakura, quien tuvo que inclinarse bruscamente para no ser cortado. La curva de la hoja la hizo retornar como un bumerán a Atemu. Aprovechando la distracción del albino, le hizo una barrida para tumbarlo al suelo, poniendo el filo de la cimitarra en su cuello.
-Cuidado con mi garganta, Faraón.
-¿Te das por vencido?
-Nunca.
Con un choque violento de espadas, el Ladrón de Tumbas se libró del arma del tricolor, rodando para ponerse de pie y enfrentar la acometida con veloces cortes y un baile de hojas que comenzaron a brillar con la luz de la Luna en el cielo nocturno. Hizo retroceder al Faraón que a su vez hizo lo mismo. Las cimitarras se enredaron, los contrincantes quedaron frente a frente. Ambos jadeaban cansados.
-No te voy a dejar ganar, hijo de Ra.
-Lo mismo digo.
El cruce de espadas se volvió más furioso. El polvo que levantaban de la terracería los envolvía como neblina. El baile de la muñeca de Atemu con la cimitarra aturdió a Bakura, que perdió el equilibrio, cayendo pesadamente. Con una sonrisa de victoria, el Faraón guió el filo de nuevo a su cuello pero el albino se giró con rapidez, chocando ambas armas y enviándolas lejos de ellos. Los papeles se invirtieron con el puñetazo de Bakura directo a la mandíbula de Atemu.
-¡Bakura! ¡Estás peleando sucio! Acordamos nada de golpes –protestó el Faraón en el suelo, sobándose con su mano.
-¿Ves el firmamento, Faraón?
-¿Eh?
-El cielo, míralo.
Las estrellas brillaban claras en el mirador. El tricolor reconoció algunas constelaciones que solía observar en sus tiempos como Faraón en el antiguo Egipto.
-Nut vuelve a sonreírte, Faraón. Esta vez sigues los deseos de los Dioses. Es tiempo de que comiences a ser feliz. Ve con el alma que te ha de acompañar en la eternidad del Paraíso.
-¿Desde cuando eres el mensajero de Ra?
-Por el nombre de Ryou uso mi poder para cambiar aquello que está fuera de su camino, teniendo la sabiduría de los Dioses a mi favor en pos de reconocer el acierto del error.
-¿Uh? –Atemu le miró estupefacto. El Ladrón de Tumbas estaba mirando el cielo con una expresión muy seria- ¿Bakura?
-Es verdad que cuando estás hasta el cuello de pecado y maldad jamás te atreves ni a pensar en poner un dedo en aquello que se encuentra aún inmaculado, pero, ¿y cuando él se entrega a los Dioses para lavar todo el mal que hay en tu ser, llorando lágrimas tiernas de amor, suplicando una nueva vida para ti? ¿Cómo correspondes a tal salvación bendita, Faraón?
Éste no sabía ni qué responder. Sus ojos miraban atónitos al albino.
-B-Bakura… ¿Ryou…
-Yugi te espera. Presenta a las estrellas de nuestra madre tu corazón.
-Eres muy excéntrico para darte e entender, Bakura.
El albino se echó a reír.
-Y tú muy idiota para comprender. Ya sé que tienes muchos deseos de dar por terminada tu misión con tu primito. Te voy a ayudar porque vas tan rápido como un caracol, Faraón.
-¿Cómo piensas hacerlo?
-Ayuda especializada.
-¿Eh?
-A cambio de esto, quiero las cimitarras.
-Vaya, y yo que te creí samaritano…
-Ese siempre será tu problema, creer en lugar de aceptar. ¿Qué dices, hacemos el trato?
-De acuerdo. ¿Cuál es esa "ayuda especializada"?
-Un pequeño salto en el tiempo de una realidad alterna.
-¿Perdón? –el tricolor parpadeó confuso.
-Llegará en tres días. Con esto acabo contigo y puedo tomarme unas merecidas vacaciones con mi niño.
Bakura se encaminó a donde se encontraban las cimitarras y las tomó. Silbando, le hizo un gesto de despedida al Faraón para bajar del mirador hacia su moto.
-¡Bakura, espera! ¿Qué llegará…? –Atemu se levantó muy tarde para alcanzarlo. La motocicleta se perdía en la vereda.
El tricolor dejó caer sus hombros. Una débil sonrisa se dibujó en sus labios.
-Eres el mejor ladrón de todos, Bakura.
