Título: EL AMOR TAL VEZ
Autor: Clumsykitty
Género: Yaoi con toques de aventura y otras incoherencias, producto de la falta de azúcar.
Parejas: Las que se dejen –no es mi culpa si no quieren estar juntos-.
Disclaimers: ni modo, Yu Gi Oh no es mío u.u
Feedback: Lo agradeceré eternamente.
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Por alto que esté el cielo en el mundo
Por hondo que sea el mar profundo,
No habrá una barrera en el mundo
Que mi amor profundo no rompa por ti.
... Las Batallas, Café Tacaba.
CAPITULO 16. EUREKA.
El sonido de las aves que llegaba al jardín, era un trino suave que acompañaba la luz primaveral y cálida, colándose por entre las delgadas cortinas de la pequeña sala, cuidadosamente decorada como un hogar egipcio, a pesar de tener una construcción más bien urbana. La joven de cabellos negros miraba hacia el jardín, contemplando el vuelo de las mariposas al posarse sobre unas flores que tendían sus pétalos a ellas. Bajó su vista a su muñeca donde pendía una pulsera que le hiciera su hermano en Egipto, cuando aún vivían bajo tierra y ocultos como los Guardianes de Tumbas. La mano de su prometido rozó la suya para enlazar sus dedos y ella levantó su rostro, sonriéndole.
-Así que, ¿Cuál es tu decisión, Ishizu?
-Faraón –contestó la joven- El único que toma las decisiones en el corazón de Marik, es él mismo. Yo no puedo hacer un juicio a su nombre ni mucho menos decidir por él. Eres nuestro amigo y por ello tengo que hablar con la verdad –Ishizu intercambió una mirada con Odión- Pero apoyaremos su decisión, cualquiera que ésta sea. Por Ra, lo juramos.
-Lo más conveniente ahora será dejar que Marik hable contigo, mi señor –dijo Odión.
-Simplemente quiero hacer las cosas como es debido –señaló Atemu- Por eso pedí su opinión primero. Eres su hermana mayor, Ishizu, y tú Odión, eres su protector. No me atreveré a nada sin su consentimiento.
-Aprecio tu respeto, Faraón y lo agradezco –Ishizu se levantó del sofá junto con Odión- Llamaré a mi hermano.
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La música era inigualable. Compases de piano marcando la melodía de la nostalgia y la melancolía. Amor y desamor. El trino de las teclas llamando al sueño imposible. Los violines acompañando con sus cuerdas el sentimiento de la tristeza. Tener y perder. Vivir y morir. Las notas muriendo como los pétalos de las rosas al caer marchitas…
-¡Hey, Marik! –Odión le quitó los audífonos al joven egipcio- Tenemos cinco minutos llamándote.
El Guardián de Tumbas parpadeó sorprendido de ver a Ishizu y Odión al pie de su cama con una extraña sonrisa en sus labios.
-… lo siento… -murmuró apenado, sentándose en la cama.
Odión tomó la caja del disco que escuchaba.
-Rapsodia sobre un tema de Paganini, Rachmaninov.
-Vaya música que siempre eliges para tus meditaciones, Marik –comentó la joven.
-… no… bueno… -éste se ruborizó- … es una melodía hermosa…
-¿Cómo la sorpresa que nos tenías guardada, eh?
-¿De qué hablas, Odión? –preguntó Marik con el ceño fruncido.
-De cierto Faraón que nos ha pedido nuestro consentimiento para casarse contigo –respondió Ishizu.
El tictac del reloj de la recámara fue lo único que se escuchó en los siguientes minutos. Marik abrió los ojos como platos, con un rubor oscureciéndose de golpe. Odión se echó a reír, mientras que Ishizu se sentó al lado de su hermano.
-Déjanos a nosotros esa expresión, Marik –ella tomó sus manos para darles un apretón- Anda, él te espera en la sala para escuchar lo que tengas que decirle.
-Hermana…
-Estaremos contigo siempre, Marik –habló Odión, acercándose a ellos y poniendo una mano en el hombro de aquél- Tal vez hemos sido rudos contigo, pero eso no significa que no deseemos tu felicidad.
-Que Ra en el cielo te bendiga, mi querido hermano.
Pasando saliva con nerviosismo, Marik miró a ambos antes de ponerse de pie y salir de la habitación solo, tallándose sus palmas sudorosas contra sus costados, arreglando una y otra vez sus ropas, caminó despacio hacia la sala. Al llegar, perdió la facultad del habla. El Faraón estaba de pie junto a la ventana del jardín, vestido en traje oscuro, quien se giró al escucharlo acercarse, regalándole al Guardián de Tumbas una feliz sonrisa.
-Ven aquí, Marik –le indicó con un brazo extendido hacia el sofá.
El joven egipcio se sentó de golpe sin atreverse a mirar al tricolor, el cual se arrodilló frente a él. Marik , cuyo nerviosismo aumentó; se vio forzado a atrapar sus inquietos brazos entre sus piernas para calmarlos, no así su corazón que latía a mil por hora.
-Hey, Marik, tranquilo. No voy a comerte –le bromeó Atemu.
Los pies del egipcio comenzaron a tamborilear.
-Ayer en la noche me enseñaste algo muy valioso, Marik. ¿Quieres saber que es?
Con el rostro oculto tras sus mechones blancos, Marik asintió.
-Que el amor debe ser fuerte, incondicional y sobre todo, sin temores, no importa qué. Ayer, al verte orando por mí, me di cuenta de cuan profundo e inagotable es tu amor hacia mi.
Los temerosos ojos del joven se vislumbraron fugazmente antes de volverse a esconder.
-Y quiero… no… te suplico que me concedas la oportunidad de vivir día a día ese amor. Despertar a tu lado y hacerte feliz –Atemu tomó los brazos para sacarlos de entre sus piernas, buscando sus manos- Por favor, mírame.
Con timidez, Marik fue levantando su rostro carmesí, encontrando unos brillantes ojos violetas.
-Dime Marik, ¿Serías mi abrigo en la soledad fría?
El joven egipcio parpadeó aturdido.
-¿Serías mi hogar en mi desvarío? ¿Serías mi alimento en mis días de hambruna?
El Guardián de Tumbas se preguntó si los Dioses habrían vuelto loco a su Faraón.
-Marik… ¿Serías mi Egipto?
El pecho de éste se agitó de emoción, pero por sus ojos pasó una duda que el Faraón supo leer.
-No –le aclaró- No hay mentira en mi propuesta, ni sombras ni fantasmas entre nosotros. Sólo tú y yo. ¿Me concederías el honor de casarte conmigo?
Ishizu y Odión, que permanecían en la recámara de Marik, escucharon un grito de júbilo, proveniente de la sala. Ambos retornaron presurosos a ver. El Guardián de Tumbas abrazaba por el cuello al tricolor, en tanto éste le rodeaba con sus brazos, con una gran sonrisa de satisfacción. Levantó su vista a la pareja.
-Creo que eso fue un sí –le comentó divertido.
-¿Marik? –llamó la joven.
Su hermano se dio vuelta en los brazos de Atemu, riendo de felicidad.
-¿Puedes darnos tu consentimiento, hermana? –habló por fin el egipcio- ¿Por favor?
Ishizu miró a Odión, quien le sonrió asintiendo. Ella tomó la mano de Marik y del Faraón para juntarlas entre las suyas.
-Faraón, es un placer y una bendición para nosotros darte la bienvenida a la familia Ishtar. Que los Dioses les colmen de bendiciones como nosotros lo hacemos.
Marik se levantó para abrazarla y luego corrió hacia Odión. Atemu se puso de pie, observando gustoso la escena.
-Me parece que tendremos una boda doble ¿no es así?
Odión tosió nervioso, Ishizu y Marik se sonrojaron.
-Bueno, Faraón, deseamos tener la ceremonia en nuestra tierra –dijo la joven.
-De eso quiero hablarles…
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-Te digo, hermano. Atemu perdió todos los tornillos.
Seto negó con la cabeza, revisando sus papeles sobre el escritorio.
-Los milenios que carga encima son suficientes para afirmar que sabe lo que hace.
-¿Cómo puedes decir semejante cosa? Primero llega de madrugada, todo vendado como si hubiera sufrido un accidente, luego se va sin decir nada, enfundado en traje y muy bien arreglado. Y no está con Yugi si me lo preguntas.
-Moki –el ojiazul se cruzó de brazos- No somos ni las sombras de Atemu ni sus guardaespaldas. Tampoco sus guías sentimentales. Déjalo que haga lo que le plazca.
-Pero…
-¿Quiénes somos para decirle que hacer con su vida?
-Es que…
-Mokuba…
-Yo…
Kaiba arqueó una ceja, silenciando al pelinegro, antes de reanudar su trabajo. Mirando de reojo al chico, notó su rostro preocupado y decidió decirle la verdad.
-Atemu va a casarse con Marik.
El adolescente se levantó como rayo.
-¿QUEEEEE?
-Shh, Mokuba, vas a reventarme los oídos.
-¿CUANDO TE DIJO ESO?
-Baja la voz. Cuando llegó.
-¿Y POR QUE A MI NO ME DIJO NADA?
El castaño se encogió de hombros.
-No es justo… pero, ¿y Yugi?
-No me preguntes eso.
-Atemu y Marik… ¡rayos!
-Egipcios, de hecho –comentó sardónico Seto, tecleando en su laptop.
-Estaba 1000 seguro que Atemu iba a declarársele ayer a Yugi.
-Las probabilidades solo son teorías del azar que no tienen resultados comprobatorios sino meras suposiciones empíricas.
-¿EH?
-Ahora tendremos a Marik en la mansión.
-Oye, Seto –Mokuba se levantó del sofá para sentarse en la orilla del escritorio- Atemu te contó todo, ¿no? Digo, ambos sabemos que no se olvidó tan fácil de Yugi ¿o sí?
-¿Preguntas o afirmas?
-¡Ah, hermano!
-Sería buena idea mandarlos a otra ala de la mansión. No quiero ver los pasillos hechos corredores de museo.
El pelinegro hizo un puchero, cruzándose de brazos.
-Moki, es un asunto personal –replicó el ojiazul con la mirada en la pantalla- Y a mi juicio, me parece la mejor elección.
-Hermano, no entiendo…
-Nunca.
-Seto…
-Continúa.
-Atemu fue a buscar a Yugi ayer por la noche y hoy me dices que va a casarse con Marik. ¿Por qué hace eso?
-Es lo mejor para él, Moki.
-Pero, Yugi fue a la mansión poco después que partiste hacia acá. Lo está buscando con desesperación, y no lo ha localizado. No me dijo gran cosa, excepto que tenía que aclararle algo a Atemu; y se notaba que no había pegado el ojo en toda la noche, además de traer los ojos rojos e hinchados como si hubiera llorado a mares.
Kaiba se quedó pensativo, sus ojos azules se posaron en su hermano menor.
-Un temor ha hecho una brecha que se está agigantando. Él tiene la última palabra ahora.
-¿A qué te refieres?
-Una decisión. De eso depende todo, Moki. Odio o amor.
-Seto, ¿qué…
-Vamos a casa.
El castaño se puso de pie para apagar y cerrar su laptop, en tanto Mokuba tomaba su mochila. Seto recogió su portafolio y saco para salir de la oficina, dejando sus instrucciones a Misao y tomando el elevador.
Mientras bajaban hasta el estacionamiento, el adolescente se dirigió a su hermano mayor.
-¿Seto?
-¿Um?
-Hablando de decisiones, ¿no podrías reconsiderar asistir a la...
-Voy a ir –le cortó Kaiba.
-¿QUEEEEEEE?
-Oh, Mokuba. ¿Qué no sabes expresarte en decibeles más bajos?
Con una amplia sonrisa, el chico le abrazó.
-Ése es mi dragón.
-Ja.
Las puertas del ascensor se abrieron y ambos Kaiba salieron para dirigirse a la limusina. Salieron de Kaiba Corp. En el camino, Mokuba se recostó en el regazo de su hermano. Seto cepilló sus cabellos alborotados con ternura.
-¿Hermano?
-¿Sí?
-Quería disculparme.
-¿Por qué? –preguntó extrañado el ojiazul.
-No he tomado las mejores decisiones sobre ti. Ya vez, primero te llevé a Egipto para casarte con una malvada momia que te lavó el cerebro. Le dije a Joey que desapareciera cuando regresó de cinco años de ausencia solo para conquistarte. Después, caíste en manos de un cruel Atemu por una tonta llamada mía –los ojos chicos se humedecieron- Me creíste muerto y desesperaste cuando yo provoqué que Joey me disparara…
-Hey, Moki, ya no digas más.
-Te dejé con Atemu en lugar de tu cachorro… y bueno… siento que no me esforcé mucho buscándolo… me siento tan mal… tú si has sido más que un hermano u yo…
-Shh, no Moki. Tú eres especial para mí y lo sabes.
El castaño se inclinó para borrar unas pequeñas lágrimas de aquél rostro con sus dedos.
-Si no estuvieras a mi lado, en verdad que la desgracia me hubiera caído. Has sido mi constante en las tantas ecuaciones desafortunadas de mi vida.
Mokuba se giró en su regazo para mirarlo.
-¿No estás enojado conmigo?
-Claro que no –Seto le acurrucó en sus brazos como cuando era más pequeño- Mi pequeño hermanito.
-¿Puedo confesarte algo?
-Por supuesto.
-He estado hablando por teléfono con Mai y Serenity para organizar lo de la fiesta, y Angie me dijo que disfraz deberías usar. Yo quiero que esta fiesta sea la oportunidad definitiva para que tú y Joey vuelvan. Es que de verdad quiero compensarte por todo lo que has hecho por mí. Darte al menos un poco de mí por lo mucho que tú me has dado –murmuró escondido en su pecho- Era mentira lo de las fotos de ustedes dos juntos. Angie me mencionó algo de ellas pero nunca las vi o las tuve. Pero no sabía que hacer para convencerte de ir a la fiesta. Cuando estuve en casa de Joey…
-¿Has estado con Joey? –preguntó asombrado Kaiba.
-Un par de veces, en realidad he platicado con Angie y en una oportunidad obtuve las fotografías que te dejé en el sobre. Quiero verte feliz como luces ahí.
-Has desarrollado un gusto por lo ajeno, Moki.
-Se las pedí a Angie, te lo juro. Sé que aún te duele todo el asunto que pasó con Joey y también que no estés a su lado. Por eso hago esto. No es justo que yo tenga a Sam y tú no estés con Joey. Eres muy orgulloso para pedir ayuda, esa es la razón por la que me uní a las chicas para ayudarte. No siempre puedes hacerlo solo, hermano.
Kaiba se quedó en silencio. El adolescente levantó su rostro apenado.
-No te enojes, por favor.
-No lo estoy, Moki –el ojiazul le sonrió- Suponía que tramabas algo con esa fiesta desde que me mostraste mi disfraz. Te lo agradezco. Aunque el problema real es Joey. Haré mi mejor esfuerzo para quitarle las telarañas de su cabeza. Veamos si mi plan funciona.
-¿Tu plan?
-Yo también tengo una sorpresa… o eso espero.
El pelinegro levantó ambas cejas.
-¡Vaya! Eso suena muy interesante, ¿Qué es?
-Lo sabremos al llegar a la mansión –contestó Seto, empezando a soltar al chico que se aferró a él.
-¡No! Me gusta estar así.
-Pero ya no eres una plumita, Moki.
-¡Aaaahhhhh! Un ratito, ¿si? –una sonrisa pícara y unos ojos de cachorro aparecieron.
El castaño suspiró.
-Un ratito…
Que se convirtió en todo el trayecto hacia la Mansión Kaiba. Mokuba bajó feliz de la limusina, mientras que Seto se quejaba de sus piernas adoloridas. Ambos hermanos notaron algo.
-¿Y Sniffle? –preguntó el adolescente, mirando alrededor- ¿Por qué no vino a recibirnos?
-Al fin Wilson lo encadenó…
Buscando con la mirada al can, entraron para encontrarse con la ama de llaves.
-Buenas tardes, amos.
-Anette, ¿y Sniffle?
-Está en la sala principal con una señorita que recién llegó… Angie, dijo llamarse.
Los ojos de Mokuba se iluminaron.
-¡ANGIE ESTÁ AQUÍ! –exclamó gozoso, corriendo hacia la sala, tirando a un costado su mochila- ¡ANGIE, ANGIE, ANGIE!
Seto le siguió con calma, al lado de Anette.
-¿Los amos desean comer?
-No, Anette. Saldremos. Dile a Wilson que nos lleve algo de beber.
-Sí, amo.
Ladridos y gritos de alegría llenaban la sala cuando el castaño entró en ella. Mokuba abrazaba a la rubia mientras Sniffle brincaba alrededor de ellos. Al ver a Kaiba, Angie le sonrió, soltando al chico y dándole un caluroso abrazó al otro.
-Hola, mi niño lindo. Ya estoy aquí.
-Uf. Af.
-¡Momentito! –interrumpió el pelinegro, confundido- Seto, ¿tú la llamaste? ¿Ésta es tu sorpresa?
-Este ángel bello ha solicitado algunos buenos consejos míos- respondió Angie- Así que… tenemos que hablar.
Mokuba estaba estupefacto. La chica tomaba el brazo de su hermano y al parecer éste se encontraba muy a gusto cerca de ella. Y para completar el cuadro, el collie estaba echado al otro lado de Seto.
-Creo que estoy en la dimensión desconocida…
-Calma, terroncito. Todo está bien –la rubia se volvió al castaño- ¿Qué sucede?
-Debo hacer algo respecto a Joey.
-Y que lo digas dulzura, pobrecito de ti, no te comprende y es que su cerebro es de teflón.
-Y exactamente, ¿Cómo lo ayudarías? –preguntó el adolescente.
-Bueno, para empezar, Joey está atorado por una sola estupidita idea: teme hacerle daño a este gatito hermoso. Todo lo que hace y deja de hacer está apoyado en eso. Me dan ganas de castrarlo.
-Me temo que hemos hablado mucho de ese asunto, Ángela. ¿Cómo es posible que Joey continúe así?
La rubia lo soltó para tomar asiento con desgano.
-Porque es un idiota –respondió con un suspiro- De suerte que tú eres el genio en esta relación, mi niño lindo.
El mayordomo entró con las bebidas en una bandeja que depositó en una mesita. Con una mirada de reprobación para Sniffle y una reverencia, salió en silencio. Mokuba tomó su turno para hablar.
-Yo creo que el problema es que Joey se siente rechazado por ti, hermano.
-Y yo soy la Reina de Saba –opinó Angie.
-Af. Af.
-La tuya, Sniffle.
-Yo no lo he rechazado –se defendió el ojiazul, obviando el anterior comentario de la rubia.
-Arf. Uf. Uf.
-Sniffle tiene razón, Mokuba. Seto no ha hecho otra cosa que esperar a que Joey reaccione como es debido. El verdadero Joey, no la piltrafa con la que vivo que ni con un manual de instrucciones puede apagar su botón de "imbécil"
-Esto si que es difícil –el chico se sentó en uno de los sofás- La primera vez, Joey se las ingenió muy bien para tirarse a mi…
-¡Mokuba!
-¡Ops! Bueno, Seto, tú me entiendes.
-Tengo que aclararte que también le urgía follarte, amor mío –se unió Angie- Y sabes de antemano que la necesidad es la madre de los ingenios.
Seto no dijo nada pero su sonrojo habló por él.
-Uf. Af. Af.
-Soy de la misma opinión, Sniffle. Necesito beber algo –ella se levantó para tomar un vaso de la bandeja- Cielos, es jugo. ¿No conocen algo llamado licor?
-No bebemos –le aclaró el ojiazul- Trato de mantener una imagen limpia para mi hermano.
-Pues limpio del hígado estará pero no del…
-¡Puedo pedirle a Wilson que te prepare algo! –le cortó Mokuba con el corazón acelerado.
Kaiba les observó por turnos.
-¿Sucede algo que yo deba saber?
-Nada, hermano.
-Hazle caso, bombón, de todos modos me salió muy puritano cuando le presenté a mis conejitas…
-¿De qué conejitas me están hablando?
El chico sintió que un rayo le caía. Su celular sonó a tiempo y aprovechó para contestarlo con un ligero rubor en sus mejillas. Su hermano mayor sonrió malicioso cuando le escuchó el tono meloso que usó para saludar, le hizo una seña para decirle que saliera de la sala para hablar a su gusto.
-Es su novia –le explicó a la rubia, una vez que el pelinegro salió- Me da mucho gusto verle así. Mokuba se merece enamorarse el fin después de tanta angustia que hemos vivido.
-Tú también mereces el amor, Seto –comentó la chica, sentándose de nuevo con el can a sus pies.
El castaño le imitó tomando lugar frente a ella.
-Joey no se perdona lo que pasó en el Parque –dijo pensativo- Por eso se comporta así.
Angie le miró a los ojos, su expresión pareció oscurecerse un momento pero sacudió su cabeza como para borrarla.
-Pues muy mal hecho. No todo está perdido. Dices que han hablado, ¿cierto?
-Así es.
-Y también trataron de tener algo de sexo, según me enteré, ¿no?
Seto se sonrojó levemente.
-Puede decirse… murmuró.
-Eso incluye disculpas, dimes y diretes, y más disculpas, ¿verdad?
-Sí.
-Como dicen por ahí, ya se acabaron toda la munición, ángel mío.
-Por eso te llamé… ¿puedes aconsejarme algo?
-Salvo que lo azotes contra el suelo para ver si ocurre un milagro, me temo que no.
Se quedaron callados unos minutos. Sniffle se levantó, observándolos a cada uno. Dejó caer su hocico en el regazo de Angie para llamar su atención.
-¿Qué ocurre, Sniffle?
-Uf. Af. Warf. Uf. Uf. Arf. Uf. Warf. ¿Af?
-Pero… ¿cómo?
-Af. Af. Af. Urf. Af.
-No estoy muy segura, se puede prestar a otra situación.
-Wuf. Uf. Arf. Uf. Af. Uf. ¿Arf ? ¿UF ? Uf. Af. ¡Arf !
-Entiendo tu punto, quizá tengas razón.
Seto levantó ambas cejas, contemplándolos divertido y a la vez confundido.
-Uf. Uf. Uf. Af.
-La cuestión es que mañana es la fiesta.
-Wuf. Arf. Uf. Arf. Arf. ¡Uf! ¡Uf!
-¡Por supuesto! Eso es obvio, ¿cómo no lo pensé antes?
-¿Uf. Af. Arf?
-¿Cómo te atreves?
-Arf. Uf. Uf.
-¡Perra la que te parió!
-¡Uf. Arf. Waf!
-Fuck you!
-¿Uf?
-Err... ¿Ángela? –interrumpió el ojiazul.
-¿Sí, mi cielo?
-Estás hablando con un perro.
Tanto la rubia como Sniffle se miraron.
-¿Y?
Kaiba optó por dejarse caer en el sofá, riendo para sí.
-Olvídalo.
Angie se levantó para dejar su vaso intacto en la bandeja.
-Dime, Seto. ¿Qué disfraz vas a usar?
Los ojos azules de éste se fijaron en ella.
-Sospecho que ya lo sabes.
-Vaya, creo que el pájaro ya cantó…
-No puede mentirle a su hermano mayor, más bien.
-Hombres, ignoran para que sirve la lengua, por eso prefiero a mi Sniffle, el mueve la cola. Él y yo hemos pensado en algo, tesorito.
Con la sonrisa aún en sonrisa en su rostro, el castaño se llevó una mano a su frente.
-Creo que no me va a gustar.
-Uf. Uf.
-Como dice Sniffle, no lo sabemos. Solo decidimos que si ya hiciste todo lo posible, entonces debes optar por lo imposible. Esta vez eres tú quien tiene que hacer la primera movida para atraer a Joey a tu regazo. Debe saber de manera contundente que tú le amas a pesar de todo y con todo. En pocas palabras, debes hacer algo que él no se espera de ti. Algo que le abra los ojos y el cerebro inútil que Dios le dio por misericordia. Como ya te enteraste por el chiquillo, la fiesta es un mero pretexto para que ustedes dos ya se pongan las pilas y vuelvan a ser pareja. Tienes que aprovechar la oportunidad, bombón. Recuerda, que sea algo que reviva la flama del Joey durmiente. O si lo prefieres, fríelo para que se despabile.
Kaiba meditó un momento antes de hablar.
-Ese disfraz ya es suficiente, ¿o no?
-No, tesoro –la chica se mordió un labio, pensativa- Primero lo creí así, pero el perro de Joey está más ciego que un topo. Todavía tienes que hacer algo más, pero yo no puedo decirte qué porque no soy yo amante de Joey. Eres tú quien le conoce de la A a la Z y sabes que sorpresa le puedes obsequiar. Lo que sí puedo decirte es que si necesitas algo de mí, lo tendrás y; más importante, si lo haces desde tu corazón tan bello, funcionará.
-Lo intentaré.
-Ah, ah –Angie negó con la cabeza- LO HARÁS.
-¿Siempre eres así?
-Arf. Uf. Af.
-¡No es la edad, Sniffle! Tengo que irme, ángel hermoso. Me llevo a mi perro porque le hice un traje y necesito que se lo pruebe ya.
-Está bien. Mokuba te extrañará, Sniffle.
-Uf. Uf. Uf.
-Juro que un día de éstos voy a envenenarte, Sniffle –le recriminó la joven.
Seto se puso de pie para acompañarla hasta la puerta principal, ofreciéndole su limusina para
llevarlos a su casa. Caminaron en silencio, aunque Angie miraba con ternura al castaño.
-Es tu Joey, gatito. Sólo piensa que le gusta y por ahí puedes comenzar –le dijo en la puerta.
-Me gustaría que nos acompañaras a comer.
-¡Ah, cómo quisiera! Pero tengo mucho por hacer. Ustedes dos solo deben preocuparse por ustedes dos –ella le dio un beso en la mejilla- Tómalo como si fueras de pesca, que Joey muerda tu anzuelo y no lo sueltes hasta que el baboso deje su costal de culpas en la basura. Sé que no fallarás, mi niño lindo, el amor nunca se equivoca.
-¿Sabes algo, Ángela? A veces pareces otra persona cuando hablas así.
-Más bien me convierto en todo –le contestó, bajando las escaleras- Luego vendré por las cosas de Sniffle…. nos vemos en la fiesta, Seto.
-¡Arf! ¡Warf!
-Ahí estaré, Ángela. Y gracias.
-¡Uf!
-Tú también, Sniffle.
Con un adiós de la mano, la rubia y el collie subieron a la limusina que se marchó. Kaiba se quedó pensativo en la puerta abierta, buscando algo que sorprendiera a Joey. Algo que el rubio no se esperara de su parte, pero fuera la muestra clara de su cariño y valor por él.
Algo que le agradara…
Mokuba corrió por el pasillo para alcanzar a la joven pero la limusina ya había desaparecido. Suspirando con fuerza, se detuvo al lado de su hermano.
-Me tardé demasiado con Sam. No los pude alcanzar. ¡Oh! Me quería despedir de Sniffle, qué mal. ¿En qué quedaron, hermano? ¿Hermano?
El pelinegro se paró frente a él pasando una mano frente a su rostro, pero su hermano parecía mirar a lo lejos, como en un ensueño. Aquel azul de sus ojos tomó una tonalidad diferente, brillando con una chispa extraña.
-Moki –Seto le miró, con una sonrisa enigmática- ¿No te molesta si cancelamos la salida a comer?
-¿Eh? ¿Por qué?
-Tengo que hacer algo… -respondió sin más explicaciones el ojiazul.
-Uh, pues no. ¿Puedo pedir una pizza?
-Claro.
El adolescente se pellizcó para verificar que no estuviera soñando. Seto nunca le concedía esa clase de comida sino hasta que se veía forzado a chantajearlo. Y justo en ese momento su misterioso hermano mayor aceptaba sin chistar. Mokuba probó de nuevo.
-¿La pizza puede venir con extra queso y una orden de papas?
-Lo que quieras.
Revisando su cabeza para buscar posibles contusiones, el chico volvió a preguntar.
-¿El postre puede ser un helado de chocolate?
-Haz una lista y pídelos. Voy a estar en mi estudio –indicó Kaiba, corriendo hacia las escaleras, a mitad de ellas se detuvo de súbito- Lo olvidaba…
Mokuba dejó caer sus hombros.
/Demasiado bueno para ser verdad/
-¿Qué, hermano?
-Llama a Angie, que venga antes de la fiesta. Y no me molesten hasta mañana.
El castaño subió presuroso, dejando a un muy atónito Mokuba en la puerta, el cual parpadeó varias veces antes de volver en sí y cerrar la puerta. Tenía la fuerte impresión que algo había despertado en su hermano.
/Definitivamente Angie es muy buena convenciendo a la gente/
Anette llegó en ese momento, saliendo de uno de los pasillos.
-¿El señorito quiere ordenar algo?
Mokuba sonrió de oreja a oreja.
